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111

Cf. W. J. Brandt, The Shape of Medieval History. Studies in Modes of Perception, New Haven, 1966, passim. Nota el profesor Brandt, por cierto, que «one can search through scores of pages of medieval chronicles without finding any interest in motivation at all» (pág. 160); justamente lo contrario ocurre en la crónica de Alfonso, y es uno de los rasgos que le confieren mayor singularidad y relevancia entre las obras maestras de la historiografía medieval.

 

112

Sobre las fiestas de San Juan (las raíces de cuyos entretenimientos Alfonso sitúa en «las costumbres de los gentiles»), comp. S. G. Armistead y J. H. Silverman, «La sanjuanada: ¿huellas de una [jarcha] mozárabe en la tradición actual?», en NRFH, XVIII (1965-1966), págs. 436-443.

 

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Algunos más revela, por ejemplo, el cotejo de las fuentes: así, cierto pasaje permite entrever cómo se ejecutaba el canto coral entre el pueblo (cf. F. Rico, «Çorraquín Sancho, Roldán y Oliveros: un cantar paralelístico castellano del siglo XII», en Homenaje a la memoria de A. Rodríguez-Moñino, Madrid, 1973, en prensa, n. 47). En varias ocasiones son locuaces los mismos silencios o el tono de las referencias: por ejemplo, en I, pág. 86 a, hay unas líneas que interesan a la historia del teatro hispano medieval.

 

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A. G. Solalinde, «Intervención de Alfonso X en la redacción de sus obras», en RFE, II (1915), págs. 283-288. Ahora, cf. también los trabajos de Gonzalo Menéndez-Pidal y Diego Catalán, citados más arriba, y las observaciones de David Romano sobre la distinta medida de participación del Rey en las obras científicas y en las históricas y literarias («Le opere scientifiche di Alfonso X e l'intervento degli ebrei», en Oriente e Occidente nel Medioevo: filosofia e scienze, Convegno Internazionale, 9-15 Aprile 1969, Accademia Nazionale dei Lincei, Roma, 1971, págs. 677-711).

 

115

Cf. I, págs. 131 b («Et esto fizo Dios [...] como rey e emperador e sennor») y 395 («a esta semeiança [...] de Dios [...] los reyes de las tierras», «por semeiar en los bienes al Sennor», etc.). Recuérdese que el trasvase de lo divino a lo real y viceversa no sólo subyace a muy serias doctrinas religiosas y políticas de la época (cf. sólo J. Leclercq, L'idée de la royauté de Christ au Moyen Âge, París, 1959, y E. H. Kantorowicz, The King's Two Bodies: A Study in Medieval Political Theology, Princeton, 1957), sino que también tiene una vertiente literaria y aun frívola (vid. F. Rico, «Unas coplas de Jorge Manrique y las fiestas de Valladolid en 1428», en Anuario de estudios medievales, II [1965], pág. 520, y K. Whinnom, Spanish Literary Historiography: Three Forms of Distortion, Exeter, 1967, pág. 21).

 

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Comp. el dato con el proceder del Libre dels feyts de Jaime I, donde, si priva el nós, no faltan ejemplos del jo; cf. M. de Riquer, Història de la literatura catalana, I, Barcelona, 1964, págs. 399 y 402, y prólogo al facsímil del Libre, Barcelona, 1972. Y recuérdese el contraste, en las Cantigas, de las expresiones «eu compuse», «eu fiz», etc., frente a «ordenei que se escrevera», «quero que seja colocado», etc.; vid. J. Filgueira Valverde, en G. Díaz-Plaja, ed., Historia general de las literaturas hispánicas, I, Barcelona, 1949, pág. 603, y F. Márquez Villanueva, «La poesía de las Cantigas», en Revista de Occidente, núm. 73 (abril de 1969), pág. 91, n. 8.

 

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Cosa parecida ocurre en otras obras patrocinadas por el soberano (y aun hay abundantes análogos en toda la literatura medieval, en cuya gestación las cortes tienen papel tan decisivo); por no aducir ejemplos más conocidos, recordaré que la epístola «Aitan grans com devers» (1277) de Guiraut Riquier constituye un verdadero compendio de regimine principum y no sólo va enderezada a Alfonso, sino que creo seguro que también fue encargada por él (para la bibliografía, Grundriss der romanischen Literaturen des Mittelalters, VI/1, págs. 101-102, y VI/2, pág. 146; y V. Bertolucci Pizzorusso, «La supplica di Guiraut Riquier e la risposta de Alfonso X di Castiglia», en Studi mediolatini e volgari, XIV [1966], págs. 9-135).

 

118

Del mismo modo, es cierto (como ya observó J. A. Sánchez Pérez) que Alfonso mandó traducir el Libro de las cruzes en atención al gran número de capítulos sobre «las faziendas de los reyes»; cf. la edición de L. A. Kasten y L. B. Kiddle, prólogo de J. A. Sánchez Pérez (Madrid, 1961).

 

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No creo que haya en el pasaje, págs. 405 b - 406 a, ninguna alusión justificativa a la ejecución del infante don Fadrique y de Simón Ruiz de los Cameros (1277), que debe de ser posterior a la redacción de la Primera parte.

 

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Alfonso tenía a gran honra la facultad real de armar caballeros y hacer escuderos: de ahí la referencia, en la General estoria, a la creación de «los dozientos» de Sevilla (cf. abajo, página 118), o que no se le ocurra forma más digna de fechar el Fuero Real que indicando que se concluyó «en el anno en que don Odoarte, fijo primero heredero del rey Enrric de Anglatierra, resçibió cauallería en Burgos del rey don Alfonso el sobredicho» (cf. A. Ballesteros, Alfonso X, pág. 142).