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He consultado Joan Corominas, Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (Madrid: Gredos, 1991-1992) y Diccionari etimològic i complementari de la llengua catalana (Barcelona: Curial Eds., 1980-1991).

 

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Remito a la edición de F. Maldonado (Madrid: Castalia, 1994). La noticia biográfica a que aludo, en la Introducción, p. XI.

 

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No creo sea necesario documentar un hecho obvio para todo lector de Américo Castro, Julio Caro Baroja, Antonio Domínguez Ortiz, Albert A. Sicroff, Bernard Vincent, Louis Cardaillac y Francisco Márquez Villanueva, entre otros investigadores. Desde la conciencia de la afinidad entre unos y otros conversos, se han planteado coloquios y diversos volúmenes colectivos como Sepharden, Morisken, Indianerinnen und ihresgleichen: Die andere Seite der hispanischen Kulturen. André Stoll, ed. (Bielefeld: Aisthesis Verlag, 1995).

 

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Véase Francisco Márquez Villanueva, «El morisco Ricote o la hispana razón de estado», en Personajes y temas del «Quijote» (Madrid: Taurus, 1975), pp. 229-335.

 

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Término acuñado por Georges Cirot en una serie de estudios publicados en el Bulletin Hispanique, vols. 40 (1938) a 46 (1944), como recuerda Márquez Villanueva al reformular el concepto, en apoyo de su interpretación positiva: «La criptohistoria morisca. (Los otros conversos)» (1982), incluida en El problema morisco (Desde otras laderas) (Madrid: Libertarias, 1991), pp. 13-44. Cf. también Luce López-Baralt, Huellas del Islam en la literatura española: De Juan Ruiz a Juan Goytisolo (Madrid: Hiperión, 1985), pp. 149-180, y la síntesis de Francisco López Estrada en su Introducción a El Abencerraje (Novela y romancero) (Madrid: Cátedra, 9.ª ed., 1993). Examinad fenómeno desde una perspectiva antropológica, centrándolo en la población granadina, José Antonio González Alcantud, La extraña seducción. Variaciones sobre el imaginario exótico de Occidente (Granada: Universidad, 1993), pp. 85-130. Mis opiniones, en The Moorish Novel: «El Abencerraje» and Pérez de Hita (Boston: Twayne, 1976); «Pérez de Hita frente al problema morisco», en Actas del IV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas [...] 1971 (Salamanca, 1982), vol. I, pp. 269-281, y «El trasfondo social de la novela morisca del siglo XVI», Dicenda, 2 (1983), 43-56.

 

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Obras en prosa encaminadas a la educación del caballero, que combinan narración y consejos. Algunas se escribieron en el reino de Granada, según informa Celia del Moral, «La literatura del periodo nazarí», en Estudios nazaríes, ed. por Concepción Castillo Castillo (Granada: Universidad, 1977), pp. 29-82 (cf. pp. 39-40). En versión castellana por M.ª Jesús Viguera, puede leerse Gala de caballeros, blasón de paladines (Madrid: Editora Nacional, 1977) de Ibn Hudayl.

 

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Sobre esta coincidencia, que no se debió a la casualidad, véanse los trabajos sobre ambas obras de Claudio Guillen en El primer Siglo de Oro. Estudios sobre géneros y modelos (Barcelona: Crítica, 1988).

 

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Son hechos básicos de la historia morisca, materia tratada en su conjunto por: Julio Caro Baroja, Los moriscos del reino de Granada (1957) 2.ª ed. (Madrid: Istmo, 1976); Antonio Domínguez Ortiz y Bernard Vincent, Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría, (Madrid: Revista de Occidente, 1978), y Míkel de Epalza, Los moriscos antes y después de la expulsión (Madrid: Mapfre, 1992).

 

9

No he abandonado las hipótesis expuestas en «El relato corto "Historia del moro y Narváez" y El Abencerraje», Revista Hispánica Moderna, 34 (1968). 242-255, y «Las cortes señoriales del Aragón mudéjar y El Abencerraje'' en Homenaje a Casalduero (Madrid: Gredos, 1972), pp. 115-128. En cuanto al mensaje liminar, ha sido objeto de importantes trabajos. Además de los ya citados, véanse los divergentes de A. Navarro González, «Judíos, moros y villanos», Cuadernos hispanoamericanos, 286 (1974), 131-146, e I. Burshatin, «Power, Discourse and metaphor in the Abencerraje», Modern Language Notes, 99 (1984), 195-213, y los convergentes de G. A. Shipley, «La obra literaria como monumento histórico: el caso de El Abencerraje», Journal of Hispanic Philology, 2 (1978), 103-120; A. Rey Hazas y F. Sevilla Arroyo, «Contexto y punto de vista en El Abencerraje», Dicenda, 6 (1987), 419-428, y el estudio de André Stoll en el presente volumen.

 

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El mito romántico, fomentado por la lectura de Pérez de Hita, de que los romances fronterizos reflejaban poemas árabes no desaparece, quizás por que encierra una parcela de verdad Se preguntaba hace veinte años Samuel G. Armistead, «¿Existió un romancero de tradición oral entre los moriscos?», Actas del Coloquio Internacional sobre Literatura Aljamiada y Morisca (Madrid: Gredos, 1978), pp. 211-236. Hoy se plantea, como materia de investigación, la posibilidad de que existiera en el reino de Granada una poesía dialectal árabe, conectada por mutuas influencias con la fronteriza. Cf. José María Fórneas Besteiro, «Romances fronterizos y poesía árabe», Estudios nazaríes, pp. 193-223.