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ArribaAbajo ¿Quién rompe el encantamiento?

Carmen Azarola Bay


Estamos viviendo en nuestro tiempo la cristalización de una eterna filosofía: es la teoría de la autosanación. La teoría de la autosanación consiste en el convencimiento de que la curación viene de dentro de uno mismo, porque dentro de nosotros mismos es donde radica precisamente para cada uno de nosotros la fuerza para la propia curación: es la fe en la curación la que empieza a romper los malos hechizos.

Es un dato muy interesante que podemos considerar a la hora de nuestra selección de libros y un tema a cuestionarnos personalmente y a debatir entre nosotros.

Realmente, ¿estamos convencidos de que la fuerza para salir de nuestros «encantamientos», pequeños o importantes, la llevamos en nuestro interior? ¿O somos de los que están esperando que la salvación venga de un agente externo?

Este asunto nos plantea la idea de la divinidad: ¿Es Dios algo externo, extraño, exterior a nosotros, o es el Dios-en-nosotros? ¿Es «Dios» la potencia de superación que hay en nosotros, la solución en positivo de la que somos siempre capaces, o seguimos esperando una varita mágica exterior?

Seguramente las dos salidas son válidas; seguramente son dos caras de una misma verdad: es la realidad del Dios inmanente y trascendente. Dios inmanente en nosotros y Dios que nos trasciende, porque está a la vez en toda la capacidad de positivo cósmica.

Nuestros cuentos infantiles llevan implícitos estos mensajes, pero en unas claves que el niño pude comprender: acciones, lenguaje, muchas veces con la apoyatura de la ilustración.

Y nuestros cuentos infantiles presentan múltiples soluciones a nuestros conflictos.

El primer cuento que recuerdo haber leído en el que se reflejaba claramente una autosanación era aquel en el que nada ni nadie podía remediar el mal del animalito enfermo; hasta que un día llora, y precisamente aquella lágrima propia, una lágrima suya, salida precisamente de su interior, la que logra librarle del encantamiento.

Una solución diferente nos ofrece el cuento de la Bella durmiente: es el beso del príncipe el que logra sacarla de su largo sueño.

En el cuento de Hansel y Gretel es la actividad decidida y consciente de la pequeña Gretel, empujando a la bruja dentro del horno, la que logra salvarles a ella y a su hermano de la muerte.

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Así podemos ir analizando la resolución del conflicto en nuestros cuentos e ir seleccionando para nuestros niños aquellos cuyo desenlace esté más de acuerdo con nuestra opinión, o bien brindarles todas ellas.

En muchas ocasiones el protagonista del cuento no es capaz por sí mismo de realizar solo la vuelta o conquista hacia la situación positiva: en muchas ocasiones aparece la figura del «ayudador», que es quien realiza la conexión entre la ayuda y el necesitado de ella.

Otras veces hay una clara petición de ayuda a seres considerados superiores, como pueden ser hadas sabias y bondadosas, etc.

Encontramos casos en los que, como en Blancanieves, la consciencia del «encantado» está perdida en una sima tan profunda, cercana a la muerte, que es necesaria la intervención de unos sucesos externos; uno de los enanitos portadores de la urna de cristal tropieza con una piedra, y Blancanieves expulsa la manzana.

En el cuento de Caperucita es necesaria la intervención del leñador, que libera del oscuro vientre del lobo, símbolo de la muerte.

El abanico de vivencias y experiencias es, como vemos, variado y sugerente.

A veces en un cuento, para la resolución de los conflictos, se recurre a la ayuda de algo inanimado, que bien actúa por sí mismo benéficamente, bien es necesaria la colaboración del protagonista. ¿De dónde le viene la fuerza al protagonista de Piruleta, de C. Nöstlinger,

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(Il. Gustavo Doré, Cuentos de antaño, de Ch. Perrault, Barcelona, La Gaya Ciencia, 1973)

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para superar sus pruebas? Aparentemente, es el poder mágico de un enorme caramelo verde; cuando, en realidad es la concentración interior del pequeño protagonista, que se esconde tras la piruleta, en ese tranquilo mirar-hacia-dentro, lo que le proporciona la solución, junto con la colaboración posterior de los «mayores».

Jean Terlow, en el Rey de Katoren, puede sugerirnos que quizá la fuerza para superar las siete pruebas radique precisamente en la confianza en sí mismo, de una parte, y, de otra, en la abierta petición de ayuda a los que le rodean. Jean Terlow, en alguna manera, nos transmite una experiencia del Dios inmanente y trascendente y posee las claves de cómo comunicarlo a los niños.

En todo caso, lo más importante es presentar a nuestros niños la esperanza de que el «encantamiento» se puede romper, y sugerirles la idea de que la solución a sus males, en la mayoría de los casos, va a estar precisamente en buscar y hacer aflorar eso divino interior que habita en nosotros.

Y en soñar realidades mejores, como nos diría Michel Ende, para hacerlas posibles. El reino de fantasía se hace realidad gracias a los sueños y deseos. Se pueden superar situaciones.

Un ejemplo maravilloso de superación se nos da en Piel de asno: el borriquillo quiere entrar en la «casa del Rey», pero sabe que nadie le abrirá la puerta, a no ser que haga algo realmente extraordinario, y así consigue con sus rudas pezuñas tocar el violoncelo y ser recibido.

El niño no siempre se siente bien. El niño es un proyecto vital a perfeccionar, y debemos darle la esperanza y la confianza en esta posibilidad de superación de tendencias subconscientes, receptividades pasivas, grabaciones ambientales, que no siempre favorecen su desarrollo personal, sino que en muchas ocasiones van a ser un obstáculo que tendrá que superar.

El niño no es en absoluto consciente de su situación; pero algo en su interior se siente reconfortado al escuchar historias en las que, después de una situación difícil, incluso angustiosa y hasta de muerte, se consigue un final feliz. Algo en su interior percibe que él también podrá salvar las pruebas, llegar a conseguir una situación mejor de la que tiene actualmente.

Démosle esta esperanza. Él nos hará repetir el cuento. El cuento le hablará, en claves que él entiende, de la fuerza interior, la maravillosa fuerza interior; el algo divino interior que nos transforma y que nos hace salir airoso ante toda suerte de encantamientos.