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ArribaAbajoCanto XI

Sacripante




    Sus dones la Fortuna, numen ciego,
aquí rehusa avara, allá acumula,
y lo mismo que da nos quita luego,
y en la inconstancia su placer vincula;  7100
bellos son a la vista, no lo niego;
mas, bajo la corteza que simula
regalado sabor, dorada y roja,
encierran amargura, afán, congoja.
   ¿Tiene alguno riquezas y dinero?  7105
Veréisle andar de puerta en puerta un día.
¿Aquél es fuerte, es ágil y ligero?
Un accidente al hospital le envía.
¿Esotro es un valiente caballero?
Viene una bala; adiós la valentía.  7110
¿Hoy la corte a un Privado reverencia?
Mañana va a la cárcel Su Excelencia.
   Y si a la cárcel no, por gran ventura
irá de embajador a los Batuecos;
—539→
o, si la corte y la privanza dura,  7115
¿darán insustanciales embelecos
un solo instante de placer y holgura,
o del aplauso adormirán los ecos,
al que sobre su cuello ve colgada
de un hilo débil cortadora espada?  7120
   ¡Menguada dicha, que a las almas roba
la dulce paz, y nunca está segura!
Pero lo que la turba necia y boba
admira más y envidia, es la hermosura.
Ved cuál se extasia un hombre y cuál se arroba  7125
ante una dama: ruega, insta, conjura,
compónela sonetos, la regala,
se pinta, se perfuma, se acicala.
   Mas un competidor le viene ahora,
y dos, y tres, y cuatro. ¡Pobre dama!  7130
Cada cual le protesta que la adora,
y que ha de ser amado porque la ama.
No puede hacerse piezas la señora;
uno es favorecido; otro la llama
falsa; otro ingrata; esotro se amohína,  7135
y busca a toda costa su rüina.
   Hétela triste, mísera, llorosa,
acusando al destino, que en aquella
rara beldad la más funesta cosa
—540→
que dar pudo a mujer, le ha dado a ella.  7140
La loca de Agricán tema amorosa,
llora así la sin par princesa bella;
de Agricán, que ha jurado, si no es suya,
que a ella, al padre y al Catay destruya.
   Por esa tema inunda en sangre y llanto  7145
al Asia, y trae la tierra alborotada,
pagando el pobre pueblo todo cuanto
delira una cabeza coronada.
Así lo manda Dios, y es justo y santo;
pero toco una tecla delicada.  7150
El bravo Kan, como tendréis presente,
iba en acorro a su vencida gente.
   Semeja en su venida repentina
vendaval que las anclas desafierra,
las naves barre y hunde y descamina,  7155
y descarga después sobre la tierra,
y de vasta terrífica rüina
cubre los hondos valles y la sierra;
huyen los temerosos labradores
por el campo, y ganados y pastores.  7160
   De amigos y enemigos igual caso
hace, como antes dije, el rey protervo;
¡desgraciado de aquel que encuentra al paso!
«Yo a Sacripante sólo me reservo»,
corriendo a toda brida hacia el Circaso  7165
clama; y a vista del estrago acerbo
que derrotada sufre la infelice
tártara plebe, en alta voz les dice:
—541→
   «De mi vista os quitad, canalla infame,
que servís de afrentarme solamente;  7170
ninguno de vosotros rey me llame,
que rey no soy de tan cobarde gente;
no por mí tan vil sangre se derrame;
yo solo a los contrarios haré frente,
que de este modo alcanzaré victoria  7175
con menos afán mío y con más gloria».
   Luego al Circaso dice, hirviendo en ira:
«Toma ya campo tú, que eres tan fiero».
Sacripante, volviéndose, le mira
con alegre semblante y altanero;  7180
y a la beldad por quien de amor suspira
envía prestamente un mensajero
rogándole que salga a la muralla,
y así le doble el brío en la batalla.
   Sale la Damisela sobre el muro  7185
y al amante una fina espada envía
con que más bravo lidie y más seguro;
¡qué entrañas esto al otro pobre haría!
Sonríe empero y dice: «No me curo,
que al fin la tal espada será mía,  7190
y su dueño, y la Roca, y esa ingrata
que con desdén tan áspero me trata».
   Dijo; y la espalda prontamente vuelta,
toma campo bastante, y enristrado
el lanzón poderoso, da la vuelta,  7195
mientras que Sacripante por su lado
toma campo a la par, y a rienda suelta,
enristrando también, revuelve airado.
Todos en esta lid clavan la vista;
nada se mueve en torno; nadie chista.  7200
   Aunque las lanzas en el choque horrendo
se oyeron estallar, y las rodillas
hincaron los corceles, oprimiendo
quedan los combatientes ambas sillas.
El ancho valle repitió el estruendo,  7205
y vuelan hasta el cielo las astillas.
—542→
Sacan entonces las templadas hojas,
ambas de sangre hasta los pomos rojas.
   Todo sobre un fendiente se abandona
Sacripante, de cólera abrasado,  7210
y al Tártaro hace trizas la corona;
el yelmo no, que el yelmo era encantado.
Mas Agricán le llega a la persona
abriéndole una grieta en el costado,
y de cálida grana hebra flamante  7215
corre por la coraza rutilante.
   No tan denso el pedrisco menudea,
ni baja tan espesa la nevada,
como era en esta horrífica pelea
el martillar de la una y la otra espada.  7220
No hay pieza en el arnés que sana sea;
no hay carne que no duela magullada;
salta la malla en leves piezas rota,
y rojo humor de cuando en cuando brota.
   Bien es que lo peor lleva el Circaso,  7225
a quien del pecho mucha sangre mana;
pero el vigor restaura al cuerpo laso
mirando aquella efigie soberana
de gentileza y de beldad; y acaso
es más de lo que pierde lo que gana;  7230
lidiar, morir por ella, hado felice
estima; y de este modo entre sí dice:
   «Por la beldad que en lo alto de aquel muro
me está mirando, venturoso muero.
¡Pudiera al menos expirar seguro  7235
de que dijese, al ver mi fin postrero:
—543→
mezquino pago he dado, inicuo y duro,
a fe tan fina, amor tan verdadero!
Si esto decir te oyese, vida mía,
dulcísima la muerte me sería».  7240
   Y sobre esto la ira se le aboca,
el generoso espíritu, el coraje;
haber no cree, si el nombre amado invoca,
pujanza que a la suya se aventaje;
a su rival siniestramente toca,  7245
y al fin le fuerza a que la cresta baje;
mas el brazo flaquea, y el acero
no esgrime ya con el vigor primero.
   Los barones que parias le tributan
y atónitos contemplan la refriega,  7250
abandonarle deslealtad reputan
cuando le ven que al paso extremo llega.
Torindo, sobre cuantos lo disputan,
alza la voz y estarse ocioso niega;
cuanto el peligro crece, menos duda  7255
salir a darle prontamente ayuda.
   «Señores, dice, mal contado os fuera
dejar que un noble arrojo así le lleve
a perecer, pudiendo, si quisiera,
contrastar vuestro esfuerzo al hado aleve;  7260
y tú, ¿consientes que a tu vista muera
tu rey, tu salvador, villana plebe?
Dispersábaste ya despavorida,
y él te restituyó la honra y la vida».
   Así diciendo, a la enemiga gente  7265
arremetió Torindo valeroso,
y echó por tierra cuanto halló presente
con el lanzón robusto y poderoso;
—544→
sacó luego el acero reluciente,
y matando lo vuelve sanguinoso;  7270
de sangre se ha bañado hasta la gola;
nueva comienza, horrenda batahola.
   Pues cada cual, sea siro, sea circaso,
o sea de Trapisonda o de Turquía,
o de los otros que en silencio paso,  7275
que a todos mencionar largo sería,
el campo deja de enemigos raso;
mientras el falso Trufaldín, que guía
a los de Babilonia y de la Meca,
su gente opone a la mongola y sueca.  7280
   Aunque no un Alejandro Macedonio,
según se ha declarado y se declara,
manda una gruesa hueste el Babilonio,
y doquiera que aporta, una algazara,
una gresca levanta aquel demonio,  7285
que aun al mismo Agricán suspende y para.
«Tu gente, dice al campeón contrario,
ha cometido un yerro temerario.
   «Pero por ella toda a ti condeno,
y me la pagarás temprano o tarde».  7290
Hablando así, partió de furia lleno,
sin decir al Circaso Dios te guarde.
Malo está el uno, el otro no está bueno,
y entrambos de valor hacen alarde;
cada cual, por su parte, rompe, mata,  7295
y legiones enteras desbarata.
   Ya de la gente babilona y sira
las filas Agricán postreras tala,
y a Trufaldín, que cauto se retira,
sigue con intención dañada y mala.  7300
Trufaldín, recordando que la ira
es pecado mortal, y que la gala
del nadador es no mojar la ropa,
pica el rocín y a la ciudad galopa.
   Corre Agricán también hacia la Albraca,  7305
y cuando ya le alcanza y le acuchilla,
una el belitre le jugó bellaca,
que boca abajo se le echó en la silla.
—545→
«Yo, dice, como ves, cabalgo un haca,
y tú un corcel que es una maravilla;  7310
echa el pie a tierra tú, como yo lo echo,
y verás si soy hombre de provecho».
   El Tártaro la cólera contiene.
«Que me place», respóndele, y se apea.
Dando el caballo a un paje, le previene  7315
que se lo tenga allí, mientras pelea.
Trufaldín que esto ve, no se detiene;
vuelve al punto la grupa y espolea.
El burlado Agricán de enojo bufa,
y rïendo el bribón se las afufa.  7320
   De nuevo se trastorna la batalla.
A exhortaciones, súplicas y ultrajes
sorda la circasiana gentüalla,
huye dejando alforjas y bagajes.
A tierra van corazas, yelmos, malla,  7325
tiraban con los arcos los carcajes;
armenio y turco y trapisondo y medo
apelan a los pies, llenos de miedo.
   Huyendo dan con la profunda cava
que a la ciudad estaba en torno abierta,  7330
y la esperanza allí se les acaba
que no hay pasar por puente ni por puerta.
Angélica infeliz se desgreñaba
viendo su gente así acosada y muerta.
La puerta manda abrir, calar el puente,  7335
que salvarse ella sola no consiente.
   De adentro puerta y puente han allanado,
y a entrar la turba en gran tropel se aboca.
—546→
Envuelto en ella el rey circaso ha entrado,
y síguele Agricán con rabia loca;  7340
mas calan el rastrillo, y encerrado
queda entre las murallas y la Roca,
y trescientos con él de espada y lanza,
que hacen en los sitiados gran matanza.
   Con Sacripante el gigantón Burdaco,  7345
que era Emir de Damasco, entrado había.
Hecho una cuba, acércase el bellaco,
y al tártaro Agricano desafía.
De lado embiste, y dice, echando un taco:
«Desventurado rey, llegó tu día».  7350
Oyéndole Agricán al punto para,
da media vuelta, y al jayán se encara.
   Manejaba una porra el Damasquino
con cierto regatón de plomo al cabo
que pesaba un quintal, como un comino;  7355
y esgrímela a dos manos contra el bravo
tártaro, que la encuentra en el camino
con la espada, y la parte, como un nabo,
por la mitad. «Veamos, le decía,
si llegó el tuyo o si llegó mi día».  7360
—547→
   Y dicho así, le tira un gran fendiente
que medio a medio el morrïón le taja,
y medio a medio le partió la frente,
y hasta la barba, y hasta el pecho baja.
Del vasto cuerpo el ánima doliente  7365
con mal formada voz se desencaja;
y de sesos y vino y sangre inmunda
más de una tonelada el campo inunda.
   Ciego Agricán y falto de sentido,
se enfrasca más y más en la reyerta.  7370
¡Oh, si al magín le hubiese allí venido
dar dos pasos atrás y abrir la puerta!
Quedaba aquel negocio conclüido,
y tu hija, Galafrón, cautiva o muerta;
mas la venganza que sediento busca  7375
le desatienta y la razón le ofusca.
   Ni extramuros la lidia en tanto afloja;
diré más bien la rabia y la matanza;
la tierra está de sangre en torno roja,
en cuanto a descubrir la vista alcanza;  7380
cuál hay que al foso a perecer se arroja,
y cuál, por no morir a espada o lanza,
de sed y de fatiga y bajo el peso
de hombres, caballos y armas, muere opreso.
   Empero la ciudad mayor tumulto,  7385
más horror, más espanto manifiesta.
Va de Agricán el pavoroso bulto
cual de la Parca la visión funesta;
lanzando muerte, a nadie otorga indulto,
—548→
y báñase de sangre hasta la cresta.  7390
Bayardo a gran fatiga sobre la alta
pila de destrozada gente salta.
   Estaba en tanto el rey de Circasía
tendido largo a largo sobre un lecho,
y por la mucha sangre que vertía,  7395
como antes dije, del herido pecho,
combatir no tan sólo no podía,
mas ni aun tenerse el infeliz derecho;
inerme está y desnudo el Circasiano,
y cátale la herida un cirujano.  7400
   Y como de Agricán la gresca oyese,
que no hace un terremoto igual fracaso,
pregunta inquieto: «¿Qué alboroto es ése?».
Llorando un paje le refiere el caso;
y oído, salta, y sin que osado fuese  7405
nadie a tenerle, arrebatando al paso
la espada y el escudo, sale aprisa,
llevando sólo a cuestas la camisa.
   Al ver el triste resto de su gente
envuelto en pavorosa fuga todo,  7410
«¡Cobardes!, grita dolorosamente,
que un hombre solo espanta de ese modo,
¿cómo osáis a la luz mostrar la frente?
Corred a soterraros en el lodo.
Ya que sin el honor la vida os tienta,  7415
¿por qué buscáis la muerte con la afrenta?
   «Hüid, mientras que yo la lid sustento,
mal herido, sin armas y desnudo».
Suspenso el vulgo le escuchó un momento,
de maravilla y de vergüenza mudo;  7420
y luego vuelve atrás con fresco aliento,
y nueva lucha empeña. ¡Tanto pudo
—549→
un generoso ejemplo, y tanto cunde!
Al que medroso huyó, coraje infunde.
   Agricán, que en la Albraca muerto había  7425
número de contrarios infinito,
con los que ahora Sacripante guía
traba otro nuevo, aunque no igual conflito;
que si bien ejecuta todavía
estrago en ellos bárbaro, inaudito,  7430
más que Agricán les pone susto y miedo,
el mirar a su rey les da denuedo.
   Sus cuerpos a los tártaros presentan
cubriendo la persona del Circaso,
y por vil gente y sin honor se cuentan  7435
si pierden combatiendo un solo paso;
de flechas ni venablos se contentan;
densa es la turba y el terreno escaso;
dan los paveses sin cesar batidos
un retintín que asorda los oídos.  7440
   Mas Sacripante a todos se adelanta,
y haciendo pruebas estupendas viene.
Desnudo cual está y herido, espanta
el ver cuán alentado se mantiene;
esfuerzo muestra y ligereza tanta  7445
que nada le embaraza o le entretiene;
golpes da y quita a un mismo tiempo varios,
y ocupa él solo a más de diez contrarios.
   Ya la cortante espada en torno gira,
ya a dos o tres ensarta con la lanza;  7450
—550→
ora un gran dardo, ora un peñasco tira,
ora recula, ora terrible avanza.
Agricán poco a poco se retira,
y con toda su furia y su pujanza
ve que el tomar la plaza es vano intento,  7455
pues de los suyos no le quedan ciento.
   Ni a reparar el rey se daba manos
de tantos golpes la tormenta espesa,
pues de circasos era y albracanos
la acometida cada vez más gruesa.  7460
Haciendo siempre esfuerzos sobrehumanos
se baña de sudor, vacila, asesa;
acribillada tiene la loriga,
y tropa nueva sin cesar le hostiga.
   Como de cazadores apremiado  7465
deja el león su patrio bosque y cueva,
y de mostrarles miedo avergonzado,
alta la frente y erizada lleva,
ruge, y a cada voz revuelve airado,
bate la cola y el lidiar renueva;  7470
tal aquel rey soberbio al enemigo
pone, aun cediendo, espanto, y da castigo.
   A cada veinte pasos se detiene
y a los que le persiguen hace cara;
pero la turba que a ofenderle viene  7475
y que continuamente se repara,
crece de modo y tal caudillo tiene,
que en proseguir la empresa delirara;
—551→
y sin embargo lo peor le resta,
que otra nueva avenida le molesta.  7480
   Pero de Albraca es fuerza que me aleje
y busque otros objetos a la vista,
aunque la bella Angélica se queje
de que en tan duro trance no la asista;
porque, según los hechos que entreteje  7485
el reverendo Arzobispal Cronista,
cumple a Reinaldos ir, que en el asiento
de una fresca pradera toma aliento.
—552→
   En cándida hacanea ve una dama
que, según llora, de dolor se muere.  7490
El buen señor de Montalbán la llama,
y cortés la saluda, y la requiere
que por aquella cosa que más ama,
y por el santo a quien devota fuere,
y por todos los ángeles del cielo,  7495
le diga la ocasión de tanto duelo.
   Llora ella y la hace el llanto más hermosa
que el de la aurora al entreabierto lirio,
o que labor de perlas primorosa
a roja tela de artificio tirio.  7500
«Ando perdida en busca de una cosa,
y hallarla, respondió, tengo a delirio:
un caballero que con una hueste
de caballeros a lidiar se apreste».
   «Aunque igualar, el noble paladino  7505
así responde, a un par tan sólo dellos,
cuantimás a una hueste, no imagino,
ese tan tierno lloro, y de esos bellos
—553→
luceros el encanto peregrino
me inducen de tal modo a acometellos,  7510
que de morir o de acabar la empresa,
si la fías de mí, te hago promesa».
   Contesta la doncella suspirando:
«Te doy las gracias por la oferta, amigo.
En busca de potente acorro ando;  7515
y aunque sin fruto, en la demanda sigo.
Sábete que uno dellos es Orlando,
y si oíste su fama, harto te digo.
Ni es gente la demás poco gallarda.
No al brazo tuyo empresa tal se guarda».  7520
   «Con doble causa este favor te pido;
primo de Orlando soy; partamos luego».
Reinaldos de este modo ha respondido,
y fervorosa instancia añade al ruego.
Ella le pinta el Río del Olvido,  7525
y de la falsa Dragontina el ciego
laberinto en que tanta ilustre gente
del mundo vive y de sí misma ausente.
   Flordelís esta dama se llamaba;
la que salió, según fue arriba expreso,  7530
del hadado vergel en que dejaba
a su querido Brandimarte preso.
Como tanto Reinaldos la rogaba
que fiase a sus armas el suceso,
—554→
ella, que el garbo advierte, la apostura  7535
y la marcial brïosa catadura
   Del caballero que en edad florida
tan generoso espíritu demuestra,
su ofrecimiento acepta agradecida,
y sonrïendo le alargó la diestra.  7540
Mas del presente canto la medida
aquí se cumple, y con licencia vuestra,
mientras la débil voz alienta un poco,
vuestra atención para el siguiente invoco.

  —555→     -[538]-  

7097-7098:



   Sus bienes la Fortuna en loco juego,


   Sus dones la Fortuna en loco juego,
   avara esconde o pródiga acumula,

7109-7111:



   ¿Esotro es un bizarro caballero?
   Viene una bala; adiós la bizarría
   ¿Hoy la corte a un valido reverencia?

7113-7114:



   Y si no va a la cárcel por ventura
   el ir de embajador a los Batuecos;

7113:



   Y a gran ventura lo tendrá si alcanza

  -[539]-  

7115:



   y si la corte y la privanza dura


   y si dura la corte y la privanza

7117:



   un solo instante de placer y holganza

7120-7123:



   de un hilo débil la cortante espada?
   ¡Mísera dicha, que un aliento roba;
   que si no amarga, enfada, mientras dura!
   Pero lo que la plebe necia y boba

7125:



   Ved cuál se pasma un hombre y cuál se arroba

7129:



   Un concurrente se aparece ahora,

7132:



   y quiere ser amado porque la ama

7134-7135:



   uno es favorecido; aquél la llama
   falsa; éste ingrata; esotro se amohína

7138-7139:



   maldiciendo al destino que en aquella
   envidiada beldad la peor cosa

  -[540]-  

7143-7144:



   el cual jurado tiene que si suya
   no la hace, a ella y al Catay destruya.

7151-7160:



   Vuelvo a donde os contaba que venía
   contra el Circaso el rey de Tartaría.
   Semeja de la suerte que camina
   vendaval que las anclas desafierra,
   las naos barre y hunde en la marina,
   y cayendo después sobre la tierra,
   con rápida violencia repentina
   los árboles destroza, arranca, atierra,
   huyen los temerosos labradores
   los brutos por la selva y los pastores.

7166-7168:



   clama; y al ver el exterminio acerbo
   de su competidor en la infelice
   gente, inmutado en alta voz les dice:

  -[541]-  

7173-7174:



   no por mí esa vil sangre se derrame;
   yo sólo al enemigo he de hacer frente,

7184:



   a doblarle el aliento en la batalla

7204:



   quedan los dos varones ambas sillas.

  -[542]-  

7215:



   y de caliente grana humor flamante

7219:



   como era en esta bárbara pelea

7222:



   ni carne que no duela magullada;

7224:



   y también rojo humor a veces brota.

7228:



   mirando aquella efigie sobrehumana

7228-7229 B y C:



   mirando a su adorada castellana
   milagro de hermosura, y aun acaso

7235-7236:



   ¡Así pudiera, amor, estar seguro
   de que ella diga, al ver mi fin postrero

  -[543]-  

7238-7239:



   a tanta fe y amor tan verdadero!
   Si así decir te oyera, vida mía,

7246-7247:



   y al fin le obliga a que la cresta baje;
   mas ya el brazo flaquea, y el acero

7250:



   y ven de mal agüero la refriega,

7262-7263:



   aquel que te salvó, villana plebe?


   tu señor y tu rey, villana plebe?
   Te dispersabas ya despavorida,

  -[544]-  

7285:



   una gresca levanta del demonio.

7303:



   del nadador es el salvar la ropa,

  -[545]-  

7309:



   Y dícele: «Señor, cabalgo un haca,


   «Señor, le dice, yo cabalgo un haca,

7317-7319:



   Y el otro que lo ve, no se detiene;
   sino vuelve la grupa, y espolea.
   Monta otra vez el rey, y airado bufa,

7322-7323:



   Persuasión, amenaza, honras, ultrajes,
   no oye ya del Circaso la canalla;

7329-7330:



   Y huyendo dan con la profunda cava
   que en torno a la alta roca estaba abierta,


   que estaba en torno a la alta roca abierta,

7334:



   viendo su gente derrotada y muerta;

  -[546]-  

7337-7338:



   La puerta se abre, el puente calan, y entrar


   La puerta se abre, el puente se ha calado,
   y a entrar la gente a gran tropel se aboca.

7342:



   el enemigo rey queda en la Roca,


   queda el monarca tártaro en la Roca,

7343 C:



   y encerrados con él de espada y lanza,

7344-7352:



   que hacen en los de adentro gran matanza.
   Con Sacripante el gigantón Brudaco,
   monarca de Damasco entrado había.
   Hecho una cuba, vino aquel bellaco,

V    y al tártaro Agricano desafía.
   Arrogante le dice, echando un taco:
   «Ten por seguro que llegó tu día».
   La carrera Agricán al punto para,
   y al gigante se vuelve, y se le encara.

iv



Estaba hecho una cuba aquel bellaco,


Hecho una cuba, llégase el bellaco,

viii



Malhadado rey. El rey al punto para,

  -[547]-  

7362:



   que en dos mitades el morrión le taja,

7366:



   con una ronca voz se desencaja;

7374-7375:



   y Angélica infeliz, cautiva o muerta;
   mas la venganza que furioso busca

7379:



   toda la tierra está de sangre roja,

B y C:



   la tierra en torno está de sangre roja,

C:



   de sangre la llanura estaba roja,

7384:



   de hombres, caballos y armas, queda opreso.

7387-7389:



   Discurre de Agricán el fiero bulto,
   cual de la muerte la visión funesta;
   destruye, acaba, a nadie otorga indulto

  -[548]-  

7392:



   pila de moribunda gente salta.

7395:



   y por la mucha sangre que perdía,

7405-7406:



   Del lecho salta, y sin que fuere parte


   Y dando un salto sin que nadie fuese
   parte a tenerle, arrebatando al paso

7415-7416:



   ¿Si era el morir inevitable suerte,
   por qué buscáis a un tiempo oprobio y muerte?

7422:



   y al combate restaura. ¡Tanto pudo

  -[549]-  

7424:



   y al que tímido huyó, coraje infunde.

7428:



   traba otro nuevo, desigual conflito,

7430:



   estrago en ellos bárbaro infinito,

7437-7439:



   tanto venablo y tanta flecha avientan,
   que dejan a la luz camino escaso.
   Dan los arneses sin cesar batidos

7441:



   A todos Sacripante se adelanta,

7444:



   cómo aquel pobre rey en pie se tiene


   cómo combate y cómo en pie se tiene

7448:



   y ocupa él solo a más de cien contrarios.

7450:



   ya a tres y cuatro ensarta con la lanza;

  -[550]-  

7457-7464:



   Ni a reparar el rey se daba manos
   de tantos tiros la tormenta fiera,
   acósanle los bravos circasianos
   y no le dejan respirar siquiera.

V    El escudo le horadan y en livianos
   pedazos vuela rota la cimera;
   acribillada tiene la loriga,
   y gente nueva sin cesar le hostiga.

iii-iv



que de los vengativos circasianos
es la marcial...


es la avenida cada vez más gruesa


que de circasos era y albracanos
la arremetida cada vez más gruesa

7470:



   bate la cola y dales lidia nueva;

  -[551]-  

7479-7480:



   y sin embargo lo peor le falta,
   que por la espalda...


   que por la grupa otro escuadrón le asalta.

7481-7488:



   Mas no penséis que aprieta los talones,
   antes con más furor arde con eso,
   y contra caballeros y peones
   sostiene solo de la guerra el peso.

V    Mas a Reinaldos vuelvo las razones,
   que aún me parece estarle viendo preso.
   Solo, si os acordáis, y a pie camina
   por la desierta y aspera marina.

ii



antes en más furor arde con eso,



   Pero la Albraca es fuerza que se deje
   a lo que le depara su destino,
   aunque mi bella Angélica se queje,
   a quien apuros graves adivino;

V    porque según los hechos entreteje
   «la pluma arzobispal de don Turpino»,
   vuelvo al de Montalbán que a la ventura
   camina a pie, por (ileg.) oscura.

iia



a su infelice trágico destino,


a su infelice mísero destino,

viia-viiiia



vuelvo a Reinaldos, que (ileg.) oscura
iba a pie avanzando a la ventura

torna al de Montalbán la pluma...

torna al de Montalbán la historia mía,
que incierto vaga, a pie sin compañía

7487-7488 B y C:



   cumple a Reinaldos ir, que a par de mansa
   fuente, de tanto andar a pie, descansa.

  -[552]-  

7489-7492:



   Una afligida ve y hermosa dama


   Ve en blanco palafrén ir una dama


   Sobre blanca hacanea ve una dama
   que de dolor parece...


   que de dolor semeja que se muere.
   El buen varón de Montalbán la llama,
   y cortesanamente la requiere.

7494:



   y por el santo en quien más fe tuviere

7498:



   que el de la aurora fresco lirio...

7500:



   o rica tela de artificio tirio

7502:



   dice, que el encontrar tengo a delirio

7505-7512:



   Dice Reinaldos: «Aunque no imagino
   bastante ser contra un par sólo dellos,
   no que contra una hueste, ese divino
   rostro y gracioso hablar, y de tus bellos
-[553]-

V    ojos el dulce llanto peregrino
   tanta espuela me pone a acometellos,
   que de morir o de acabar la empresa,
   si la fiaís en mí, te hago promesa».

ii



V que bastante sea yo contra un par dellos,

iv-v



rostro y el llanto de esos ojos bellos
y ese hablar tan gracioso y peregrino

7506:



   así repone, «a un par tan sólo dellos,

  -[553]-  

7513:



   Responde la doncella suspirando:

7515-7516:



   pero tú no eres el que voy buscando,
   ni hallarle espero, aunque en su busca sigo.

7518:



   y si su fama oíste, harto te digo


   que si su fama oíste, harto te digo

7521-7524:



   Reinaldo, habiendo de su primo oído
   mentar el nombre, con más vivo ruego
   llegándose a la dama, le ha pedido
   que a donde Orlando está le lleve luego

7533:



   Reinaldos con (ileg.) le rogaba

  -[554]-  

7543:



   mientras el débil pecho alienta un poco,