

Capilla de Santo Domingo de Guzmán y la familia Valera1
Antonio Cantero Muñoz
Don Juan Santos Valera Roldán, destacado miembro de la linajuda familia de los Valera y clérigo de menores órdenes, se convirtió en 1742 en patrono de la nueva capilla de Santo Domingo de Guzmán. Y en su testamento, otorgado el 28 de septiembre de 1739 manifestó esa intención, al tiempo que se construía el nuevo templo parroquial2. El 22 de agosto de 1741 formuló a los dominicos su pretensión en los siguientes términos:
Esta petición se sujetaba a una serie de condiciones: ofrecía entregar como limosna la cantidad de 1.100 reales de vellón obligándose a adornar la capilla con un frontal de jaspe, dotándola con una memoria de una misa cantada. A cambio, adquiría el derecho a escaño, con bóveda, y con la facultad de colocar el escudo de armas de la familia Valera. Además, podría poner en el altar aquellas imágenes que fueran de su devoción, si bien el vestido y la lámpara que alumbraba a Santo Domingo estarían a cargo del convento, salvo que éste acordara otra cosa.
Los dominicos, mostraron su conformidad con lo solicitado por Don Juan Santos Valera Roldán en los términos antes indicados, y acordaron pedir la correspondiente licencia al prior de la provincia de Andalucía de la Orden de Predicadores. Esta responsabilidad era ejercida por fray Pedro de Fontanilla, que otorgó la correspondiente licencia el 29 de agosto de 1741 en el convento del Santísimo Rosario y Santo Domingo de Cádiz.
Los trámites jurídicos finalizaron el 12 de septiembre de 1742, en que las partes otorgaron la correspondiente escritura pública de donación, al colegial del Mayor de Cuenca en la Universidad de Salamanca.
Esta capilla fue dotada con varias memorias, la primera de una misa cantada que se oficiaba el día de Todos los Santos, dando de limosna quince reales de vellón, y el convento debía poner la Santa Cruz y dos hachas de cera sobre su bóveda3. Además, Don Juan Santos Valera Roldán acordó en su última voluntad, fundar otra de cuatro misas cantadas, con una limosna de seiscientos ducados. De estas celebraciones, tres serían oficiadas en los aniversarios de la muerte de familiares allegados, y la cuarta en el suyo.
Por último, acordó vincular el mantenimiento de esta capilla con el mayorazgo que poseía, y cuyo goce atribuyó a Don Diego Alfonso Valera4:
Como era habitual en estos casos, quedó constancia del patronazgo ejercido a través de la correspondiente lápida funeraria5:
«Año de 1741. Esta Capilla y Panteón es del Sr. Dn. Juan Santos Valera Roldán Rector Colegial que fue del mayor de Cuenca en la Universidad de Salamanca y de sus svs svcessores». |
Esta capilla fue enriquecida y ornamentada con un retablo de madera, sin tener testimonio fotográfico que nos permita saber cómo era. Sin embargo, sabemos de su existencia, como nos hace saber el testamento de Don Juan Santos Valera, en el que designaba a Don Diego Alfonso Valera, como su sucesor en el mayorazgo del que era titular, imponiéndole la obligación de poner un retablo para su adorno6.
Dicha disposición testamentaria fue cumplida por el propio interesado, quien contrató con el artista lucentino Juan Mateo Cazorla su hechura, conforme una escritura de obligación otorgada el 22 de junio de 1746. Su precio fue de 3.000 reales de vellón, estando obligado Don Juan Santos Valera a correr con los gastos de ponerlo en la iglesia conventual, si bien el comienzo de su talla era inmediato a la firma del contrato. De su tenor literal se deduce que este trabajo estaba ya contratado, y que posteriormente se acordó añadir más ornamentos conforme al gusto barroco de la época7:
