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Volumen 21 - carta nº 343

De AGUSTÍN GONZÁLEZ DE AMEZÚA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Madrid, 27 diciembre 1910

Mi querido D. Marcelino: Muy de veras senti hace quince días pasandome por su casa la noticia con que me recibió su fiel Julio -«se marchó ayer». Aunque digo mal; sintiendo por extremo no verle me alegraba otro tanto de escapada que, como la de ahora, habrá de proporcionarnos otro libro suyo: el Garcilaso -el IV de los Orígenes ó el I de la nueva edicion de los Heterodoxos. Que para bien de todos sea, como en efecto será.

Ya sabe Vd. (y esta ha sido la causa de no haberle logrado ver antes de su salida) ya sabe Vd. lo atareado que durante estos meses ando, camino ya de un nuevo y formal estado. Cabalmente el dia de mi malograda visita á Vd. llevaba entre mientes una consulta, nada literaria ni bibliográfica para Vd., sino puramente íntima y familiar. Casándome, como D.m. espero hacerlo, para Febrero, hubiera sido para mí doblemente hermoso y grato el día de mi boda si en ella hubiese podio asociar á mi felicidad á persona que como Vd. tanto quiero y respeto. En suma, echando escrupulillos por delante, que la tarde de mi visita pensaba haber pedido de Vd. una gran honra: la de que fuese Vd. en acontecimiento tal uno de mis testigos. Así, por siempre, para la vida entera habria de tenerle presente y delante de mí, querido D. Marcelino; no ya solo en los momentos de trabajo, cuando sus libros recorren mis manos, sino en las de descanso, en que se exhuman y sacan los recuerdos pasados. Mas, encariñado con esta idea, no cai en otra que vino á atravesarse en mi camino cuando más me recreaba con aquella -«el pícaro concurso de la Academia»... «¿será delicado y prudente -me preguntaba yo- pedirle á D. Marcelino sea testigo cuando precisamente por aquellos dias estará oficiando respecto de mí mismo de severísimo e imparcial Juez? ¿No es impedimento mas que dirimente para el caso?

Pero dando y tomando sobre él, concluí «-lo mejor será poner el escrúpulo en sus manos, que sobrada confianza y títulos tiene para conmigo, y no necesitará al escribirme á mí el tener que acudir á rodeos y circunloquios para darme su juicio en definitiva: tanto mas que, aun cuando de prosperar aquellos escrúpulos y entenderlos legítimos, no obstaría para ya que no de testigo de privilegiado espectador concurriese á la boda dándome la alegria de verle en ella. Y esa es la cuestion, querido D. Marcelino, en la que, excusado es el decirlo, Vd. decidirá con la familiaridad y franqueza con que siempre me ha tratado, y que tan de veras le agradezco y ahora le pido.

R. Marin volvió de su excursion cervantina por Andalucia. Supongo ya le habrá puesto al corriente de sus felices hallazgos singularmente en Ecija. De esta vez á Cervantes comisario no le queda más que el hablar. Muy curiosa es la noticia de una nueva excomunion que viene á demostrar una vez que si tanto menudeaban, menos efecto producian. ¡Por muy clericales que juzguen las gentes de hoy á aquellos tiempos! El Baltasar de Alcázar quedó ya terminado, afortunadamente, y creo que repartido ya entre los Académicos. He animado mucho á D. Francisco para que, jugando como él puede hacerlo, acometa en la misma Biblioteca Clásica Española la reproducción de la Philosophia vulgar de Juan de Mal Lara, antes que cualquier atrevido hispanista venga á estropear el asunto. Me he ofrecido á él para que en cuanto á correccion de pruebas se le ofrezca: pero aunque se le vé muy animado hoy no respira más que para lo cervantino. Su Comentario del Quijote es la ilusion que le llena... ¡y esto es tan largo!... ¡obra de una generacion entera, como Vd. en su Discurso de recepcion le dijo! ¡Si al menos diese en un tomo aparte los últimos descubrimientos logrados por él sobre Cervantes!

Charlando epistolarmente con Vd., mi querido D. Marcelino, se me va la pluma; sin pensar que el tiempo que tarde Vd. en leer esta desmesurada carta se lo estarán reclamando el Príncipe de los Poetas castellanos ó las andanzas picarescas del Lazarillo. Hora es de terminarla. Pero no sin desearle antes unas Pascuas buenas y un Año nuevo feliz para Vd. y fecundo para las letras españolas. Como de todo corazon se lo desea su siempre agradecido discípulo y buen amigo

Agustin G. de Amezua