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Volumen 4 - carta nº 184

De CAYETANO FERNÁNDEZ CABELLO
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Sevilla, 17 junio 1880

Queridísimo y respetable amigo: Hoy remito a Vd. el libro de mis Fábulas ; va con camisa, porque era preciso cubrir en algún modo la desnudez del objeto. Confusión es para mí, y muy grande, el que vaya a poder de Vd. esa pobreza a ocupar lugar inmerecido entre sus preciosos libros; pero Vd. me lo ha exigido, y no hay medio de poder yo negar a Vd. cosa alguna que esté a mi alcance. En la dedicatoria habría llenado toda la plana con dictados que Vd. merece, y no habría dicho todo lo que el solo nombre de Vd. expresa; que lo que tiene en sí mismo bastante luz, no necesita que nadie lo alumbre: por eso lo he puesto solito.

El proximamente pasado día de S. Marcelino, tuve a Vd. muy presente. Mas, ¿por qué ocultarlo?, sucede así todos los días; que aunque tenga V. muchos amigos sabios y poderosos... yo, clérigo de misa y olla, hago por V. lo que no hacen ellos, y es ponerlo diariamente junto a la Hostia Sacrosanta, a los pies de Jesucristo, mientras le pido con calor que todo lo que V. aprenda (si le queda algo), escriba y enseñe en el día redunde en gloria de Dios, en bien de la humanidad y en provecho de su alma. ¿Hay en todo esto algún temor? ¿Por qué no decirlo claramente? Nada hay más franco que el cariño; porque hay seguridad de que el amor no ofende nunca. Me alarmo cuando leo a V. tan griego, tan clásico, tan (no sé si lo diga) idólatra de la belleza pagana; la cual, con su Jupiter y su Venus, &. se contrapone infinitamente a la belleza cristiana que está, como en su centro, en el Crucifijo y en la Madre del Crucificado.

¿No podría hacer aquel clasicismo con un individuo, aunque sabio y cristiano, lo que su renacimiento hizo con la sabia y cristiana Europa? No recuerdo bien si fué Erasmo quien decía que el protestantismo era el pollo que había salido del huevo del renacimiento. Y Goethe, ¡el admiradísimo Goethe!, llena su mente de clasicismo griego, murió encomendándose de todo corazón a una cabeza colosal de Júpiter que tenía a los pies de la cama.

Basta, amigo mío, aunque de misa y olla, no quiero pasar plaza de Fray Gerundio. Que lo pase V. bien; que descanse en sus vacaciones; que disfrute mucho y... ¡y que sea un ángel! le desea su atento, afectuoso y humilde amigo y capellán, Q. B. S. M.,

Cayetano Fernández

 

Tomada de: Fernández Cabello, Epistolario , 1949, p. 158-159.