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Volumen 20 - carta nº 748

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A   JUAN L. ESTELRICH

Madrid, 5 marzo 1910

Mi querido Estelrich: No te sorprenderá, puesto que conoces de sobra mi flojedad epistolar, la tardanza con que contesto a una carta tuya de fines de enero, que recibí en Santander pocos días antes de mi vuelta. Andaba yo entonces muy enfrascado con el tomo de las Celestinas y esperaba poder mandarte un ejemplar en el pasado mes de febrero; pero, amigo, la imprenta se ha parado en seco, y no hay quien les saque pruebas ni pliegos tirados ni nada. Es una delicia publicar libros de erudición en España.

Siento muchísimo lo que me dices del estado de tu vista, aunque supongo que se trata de una indisposición transitoria que acaso desaparecerá con un poco de descanso. Procura, sobre todo, escribir de noche lo menos posible. Yo así lo he hecho siempre y a ello atribuyo principalmente el buen estado de mis ojos hasta ahora.

Te agradezco mucho tu cariñosa enhorabuena por la dirección de la Academia de la Historia. Creo que he entrado con buen pie en ella. Es una de las pocas Corporaciones de su género que trabajan, y hay en ella elementos útiles. Pero también los hay feroces. Imagínate que enfrente de la candidatura de Bonilla, a quien hemos presentado varios amigos para una vacante que hoy existe, sostienen muchos académicos la del general Polavieja (!!), y quién sabe si triunfará.

De la otra Academia nada te digo, porque hay cosas que no son para puestas por escrito. Cotarelo llegó a insolentarse conmigo en tales términos que tuve que administrarle dos garrotazos físicos o materiales en plena calle de Alcalá, hace más de un año. Miserias son todas estas que cada día me hacen más insoportable la estancia en Madrid, donde además se pierde el tiempo de una manera lastimosa.

Tú con Goethe y yo con Garcilaso nos iremos consolando como podamos. Tengo corriente todo el aparato (como diría D. Aureliano) para la biografía de nuestro poeta. Sólo me falta apurar la cuestión de sus retratos, sobre los cuales hay un artículo de Giusti, que todavía no he podido proporcionarme.

A pesar de mi nuevo cargo, sigo ocupando las mismas habitaciones que antes tenía en la Academia, con aquiescencia de mi sucesor en el cargo de Bibliotecario, Rodríguez Villa, que tiene casa propia en la vecina calle de las Huertas.

El reuma, que tanto me molestó años pasados, parece que ha desaparecido, gracias a cierto remedio empírico elaborado por unas monjas italianas. Ya te daré la receta si alguna vez (lo que Dios no quiera) adoleces de tan pesada enfermedad.

No olvidaré la recomendación que me haces del señor Casanova, pero el nombramiento de correspondientes en provincias está sujeto a ciertos trámites, dependientes del número de individuos de las Comisiones provinciales de monumentos, que, como sabes, son mixtas de las Academias de la Historia y de San Fernando. Cuando el número de plazas de la comisión está cubierto no se puede nombrar ningún correspondiente más.

Tuyo de todo corazón,

Marcelino

 

Estelrich-Menéndez Pelayo , p. 327-329.