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Francisco Ayala interpreta este pasaje de una manera muy similar, y remarca incluso que antes de este suceso, la canción de Antonio anticipa la yuxtaposición de estos mundos. Nuevamente aquí el lenguaje es una consecuencia de la conciencia estilística manejada por Cervantes.

 

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O, en su versión más actual -bajtiniana- polilingüismo o multiplicidad de registros. Para una versión actualizada de la idea spitzeriana, trufada de elementos semióticos, sociológicos y narratológicos, véase Zavala.

 

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A las que el mencionado artículo de Close, así como su «Interpretaciones» y Romantic Approach, da un magnífico repaso (valga la anfibología). Si algo cabría criticar en dicho repaso es la incapacidad para comprender que no es que la crítica siga modas literarias (lo que podría hacer pensar en mala voluntad por su parte), sino que simplemente tanto producciones ideológicas literarias y producciones ideológicas críticas son segregaciones de un mismo inconsciente ideológico.

 

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Y, tal vez, en última instancia, entre fantasma ideológico y objetividad pre-ideológica, lo que explicaría la «universalidad» de la obra.

 

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La expresión «superestructuras míticas» implica la relación infraestructura-superestructura. Para nosotros, esta relación no puede comprenderse sin un nivel intermedio, que no es ni infra ni supra estructural, pero que alimenta los otros dos niveles (aunque venga generado desde el primero), permitiendo su existencia: el nivel ideológico.

 

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La vida es sueño, vv. 1536-47. Citamos por la edición de Rull.

 

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Tal vez esto sea lo que hace afirmar a Allen: «The arrogant 'I know who I am' of Don Quixote's first sally is as empty as Segismundo's 'I know who I am' in Calderón's Life is a Dream» (90).

 

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Creemos que La vida es sueño debe leerse como el drama de la subversión del orden natural, finalmente restaurado por Segismundo al sufrir su barroco desengaño, esto es, como la expresión de un problema público, político, no de un problema personal de Segismundo, pues Segismundo no es un «personaje», sino una pieza clave dentro de un orden social que reproduce el orden divino (una signatura). La vida es sueño trata, así, del problema que se produce cuando Segismundo pierde su ser, es decir, su lugar natural, y el orden divino se subvierte hasta la restauración final.

 

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Citamos por la edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico.

 

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Caso interesante es el de Don Diego de Miranda, quien en primer lugar afirma su hidalguía, y a continuación su más que mediana riqueza (II, 16; 754).Frente a esto, sería apasionante desentrañar qué se esconda bajo el «no sé de los que soy» de Sancho (II, 20; 799), pero ello nos desviaría por luengos derroteros.

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