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Cited by Lorenzo Riber, «Al margen de un capítulo de Don Quijote, BRAE 27 (1947-8), 87-89. (N. from the A.)

 

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28 The historical Roca Guinarda was a friend of Don Alexandre d'Alentorn, Diputat Militar from 1614-17, and perennial thorn in the side of the royal administration of the Duque de Albuquerque. See Elliott, pp. 76, 120. (N. from the A.)

 

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There are a number of accounts of situations in which Roque, aided by popular support of an entire town, thwarted and even routed the government troops sent to pursue him. The pardon was signed in 1611, at the beginning of the viceregency of Francisco Hurtado de Mendoza. See Manegat, 131-49. I have been unable to consult the rare biography by Lluís Soler y Teròl, Perot Roca Guinarda, historiá d'aquest bandoler (Manrèsa: Imp. de Sant Josep, 1909. (N. from the A.)

 

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I believe that these terms -local color and contemporaneity- describe the primary function of the reference to Roque in La cueva de Salamanca, when the student remarks, «robáronme los lacayos o compañeros de Roque Guinarde, en Cataluña, porque él estaba ausente; que, a estar allí, no consintiera que se me hicera agravio, porque es muy cortés y comedido, y además limosnero» (Entremeses, ed. Eugenio Asensio [Madrid: Castalia, 1970], p. 189). As Asensio writes in his introduction to this edition, Cervantes adapted the folkloric tradition of his sources, making its situations and characters more contemporary and hispanic: «El nigromante ficticio pertenece al repertorio cómico internacional. Para darle un barniz castizo, Cervantes le hace salmantino, supuesto maestro de las artes enseñadas en la mágica cueva, y le envuelve en una red de referencias contemporáneas: Roque Guinart, el baile de Escarramán, gesto apicarado» (pp. 22-23). Furthermore, I would argue that an admittedly favorable reference to the bandit made by a fictional character in this entremés does not preclude Cervantes' ironic treatment of the same figure in another artistic context. (N. from the A.)

 

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Ed.: This essay is one of a series of articles proposing widely differing criteria for editions of Cervantes' works. The series began with R. M. Flores' «The Need for as Scholarly, Modernized Edition of Cervantes' Works», in Cervantes 2 (1982). At the last meeting of the Executive Council of the Cervantes Society in December, 1985, on the strength of the editorial criteria and sample materials presented by Flores at that time, the Council voted unanimously to endorse and support his old-spelling edition of Don Quijote, an edition which, paradoxically, has never been proposed or described in Cervantes. Notwithstanding this decision, with which I enthusiastically concur, Cervantes will continue to publish proposals involving alternate textual criteria and editorial procedures. Surely the Council decision to endorse the Flores project should not be construed as an indication that the debate is closed. (N. from the E.)

 

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At the request of the author, Errata for this article appeared in Cervantes 8.1 (1988): 123. This electronic edition incorporates those corrections, indicated by bolding. -F.J. (N. from the E.)

 

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A falta de otro apelativo más expresivo en castellano, uso aquí el de «editor, editores» no en el sentido que da nuestro Diccionario de la Real Academia Española, que lo aplica al que saca a luz una obra (o sea, que parece que se inclina hacia lo que más comúnmente se entiende por «casa editora»), sino al que ha preparado el texto para ser publicado, tal y como se usa en países de habla inglesa. Pero en otros momentos es inevitable no acudir también a otros términos: «investigador, comentarista, crítico, profesor», etc. (N. from the A.)

 

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Eisenberg, en el artículo que citaré luego, da algunos casos y referencias. La lista podría abarcar casi todas las obras editadas en aquellos tiempos. Las ediciones pulcras, exentas de erratas y descuidos de todo orden, son rarísimas. El afán por ofrecer al público novedades editoriales desbordó las posibilidades de las casas editoras. Y si comparamos las ediciones de Cuesta con algunas piratas del DQ, aquéllas son un dechado de perfección. (N. del A.)

 

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Los tres aspectos a menudo se interfieren, y más los dos primeros entre sí. De la posibilidad de una doble lectura en una palabra puede surgir la duda de si se trata de una errata, pero al caer en la cuenta de que esta aparente errata puede no ser tal, sino grafía especialmente intencionada del autor, surge una segunda duda, esta vez en orden al sentido de la frase o a alguna alusión semioculta del autor. Cfr. el ejemplo que daré más adelante sobre una frase final de DQ2. (N. del A.)

 

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La lista sería larga. Cfr. José Simón Díaz, Bibliografía de la literatura hispánica, Madrid: CSIC, t. VIII, 1970, pp. 13-5, con repertorio que requiere revisión y ampliación. Si algún lector erudito halla imprecisiones y errores en mis calificaciones, con mucho gusto aceptaré las rectificaciones procedentes. Para el juicio sobre algunas ediciones que no he podido examinar personalmente, me he servido de los diferentes catálogos bibliográficos de las obras de Cervantes, en especial del Catálogo de la Colección cervantina de la Biblioteca Central de Barcelona, 1941 y ss., de Givanel. (N. del A.)