La mayor parte de las producciones del ingenio
son puros enigmas, y sólo si el lector llega a explicárselos
conoce el verdadero valor de una obra. La época de
creación, el lugar, la educación, costumbres,
edad y carácter del poeta son circunstancias tan esenciales,
que componen muy a menudo el principal mérito de una
composición literaria. Así es que por lo regular
los amigos del escritor son los únicos que comprenden
sus escritos.
El drama que va a juzgar el lector fue escrito
primero en prosa, y se representó en el teatro de
Lima en 1831. La gloria, personificada en una interesante
actriz de aquella capital, fue quien me inspiró esta
composición dramática, que es la primera que
salió de mi pluma. Tenía yo apenas diez y ocho
años, y acababa de salir, de un colegio de Francia
mi imaginación estaba exaltada, pero con esa exaltación
que puede dar la lectura de Boileau, compasada, fría
y monótona. Cayó en mis manos Childe Harold,
las demás obras de Lord Byron, las Meditaciones de
Lamartine, y las Orientales de Victor Hugo, y un nuevo mundo
se ofreció a mi vista.
Cuando no estaba todavía
concluida esta revolución que en mí se hacía,
escribí CLAUDIA, y por eso el primer acto parece de
una escuela, y los dos últimos de otra. Confieso que
el plan de la obra adolece de los defectos que da la inexperiencia;
de la concepción de los caracteres nada me atrevo
a decir. Sólo temo que Belton no sea comprendido por
su originalidad.
Conozco una comedia inglesa con el mismo
título que mi drama, otra francesa de Pigault Lebrun,
y una ópera italiana de no sé qué autor,
pero ninguna se parece a mi obra sino en el título.
Si el lector reflexiona sobre lo que acabo de confesarle
ingenuamente, tal vez lea mi obra con indulgencia... ¡Ojalá
me fuera permitido esperar algo más!
Escena I
|
|
CLAUDIA, vestida de
hombre al uso de Saboya, con BENJAMÍN por la mano;
un saquito al hombro que sirve de almohada al niño.
CLAUDIA se pasea, y contempla a su hijo que duerme sobre
el césped.
|
CLAUDIA |
Duerme, niño infeliz, mientras gimiendo | | da un recuerdo
tu madre a sus pesares; | | duerme, y deja llorar a la infelice
| | que sin crimen no pudo ser tu madre. | | Inocente cual
tú fui largos años, | 5 | guárdate como
yo de ser culpable; | | que el crimen es lo mismo que la brasa,
| | lo mismo que el carbón inapagable, | | que ennegrece
y consume cuanto encuentra. | | ¡Si pudiera esto al menos
acabarse!
| 10 | |
—100→
| Mas la brasa devora tus entrañas,
| | y la mancha horrorosa que allí estampe | | jamás
se borrará; jamás muchacho; | | jamás,
hijo del crimen de tu padre. | | ¡De tu padre!... Quien te
engendró fue un monstruo, | 15 | un monstruo... como
yo; no, más culpable, | | más criminal aún,
porque yo al menos | | sé gemir, sé llorar,
y sé ser madre; | | mas él... si es hombre ¿qué
ha de ser?... Un tigre, | | un tigre como todos los mortales,
| 20 | sin honor, sin virtud, sin inocencia, | | perjuro al
mismo pie de los altares, | | obsceno con la casta, y asesino
| | a la faz del cordero que le lame. | | Así son todos,
todos son malvados, | 25 | todos sacian su sed con nuestra
sangre; | | todos miran los lloros de la virgen | | como el
señor su feudo; y a los males | | del candoroso pecho
de la joven | | sonríen y se alejan los cobardes.
| 30 | Sin la maldad aun fuera yo dichosa.
| | Un hombre... ¿Mas mis quejas de qué valen? | | ¿Quién
sus lágrimas mezcla con las mías? | | ¡Ah! Todo
en torno a mí desierto yace, | | y si grito, si lloro,
si suspiro, | 35 | no hallaré, no hallaré quien
me acompañe.
| | |
—101→
| Un día de mi madre en el regazo
| | vivía sin llorar. ¡Ah! ¡Cuán distante | | estaba de pensar en mi infortunio! | | Orgullosa era entonces.
¡Vano alarde! | 40 | Todavía el reloj de nuestra aldea,
| | al repetir las horas en el valle, | | no me daba recuerdos
de amargura. | | ¡Maldición! ¿Quién dijera que
más tarde | | con su voz sepulcral el negro crimen,
| 45 | al son de esa campana, me acordase | | que hoy hace tantas
horas, tantos días | | que olvidé las lecciones
de mis padres? | | Y sola en todo el mundo, sin amigos, | | sin apoyo, sin nadie que me ampare, | 50 | en la casa paterna
aborrecida, | | ¿para qué vivo yo?... Para acordarme
| | que he sido criminal... ¡Ah! Si ese niño | | mi
apoyo maternal no reclamase, | | mi cuerpo, golpeado en los
peñascos, | 55 | ya el alimento fuera de las aves;
| | que el sendero encubierto de la vida | | para el feliz tan
solo es agradable, | | sólo para quien ama y es amado.
| | Si grito yo ¿quién me responde?... Nadie. | 60 |
¿Y quién seca mi llanto cuando lloro? | | Nadie. Y
cuando mi hijo tiene hambre
| | |
—102→
| ¿quién le da de comer?...
Quien me desprecia, | | y a su llanto no más deja ablandarse.
| | Mas todo lo sufriera con paciencia | 65 | si una idea tan
solo me dejase: | | ese hombre a quien debo mi infortunio,
| | ese mortal que he visto un solo instante | | para mi perdición,
acá en mi pecho | | ha dejado grabado su semblante,
| 70 | y a veces, al delirio avasallada, | | me imagino no pudo
aun olvidarme; | | me figuro que me ama, que me adora, | |
que suspira... Entre tanto... ¡Dios! ¿Quién sabe?
| | Entre tanto que vive en otros brazos... | 75 | Olvidando
el amor que osó jurarme... | | Mientras llora por otra...
¡Triste idea | | que desechar del alma quiero en balde! | |
|
|
Escena II
|
|
AMBROSIO, CLAUDIA.
|
AMBROSIO | (Saliendo con azadón, etc.) | Al
trabajo, buen Ambrosio; | | ánimo, que no hay remedio,
| 80 | y es preciso acomodarse | | a lo que nos pide el tiempo.
| | |
—103→
| Lo demás todo es locura, | | y sólo propio
de necios; | | nada con rabiar se alcanza, | 85 | con que así
vamos viviendo. | | (Adelantándose.) | ¿Quién
sera ese jovencito? | |
|
|
|
AMBROSIO |
Amigo,
con tiento. | | ¡Señor, yo!... No te chancees, | | soy
un pobre jardinero. | 90 | Pero vamos, ¿qué se ofrece?
| |
|
|
CLAUDIA | Aquí vive, según creo, | | la Condesa
de Dernetti: | | mi buen amigo, ¿no es esto? | |
|
|
AMBROSIO | Aquí
vive, no te engañas; | 95 | ¿quieres verla?... Muy mal
tiempo | | has escogido, amiguito; | | mas espérate
un momento, | | ya no tarda en estar lista.
| |
|
|
—104→
|
CLAUDIA | No
señor, no: yo no quiero | 100 | hablar con esa señora,
| | tan solo saber deseo | | si el tío Ambrosio, hortelano
| | de esta casa en otro tiempo, | | se halla en ella todavía;
| 105 | usted podría saberlo. | |
|
|
AMBROSIO | Sí,
amiguito, el tío Ambrosio | | tiene aquí sus
pobres huesos, | | y echando a la espalda penas, | | aquí
vive muy contento; | 110 | si quieres hablar con él
| | no tienes que andar muy lejos. | |
|
|
|
AMBROSIO | Aquí
contigo. | | Pero, diantres, no comprendo | | lo que tú
puedes quererme: | 115 | dímelo pronto.
|
|
|
—105→
|
CLAUDIA | Es
que tengo | | una carta que entregarle. | |
|
|
AMBROSIO | ¡Una carta!...
¡Ah! Ya entiendo: | | Será sin duda ninguna | | para
dar a un caballero. | 120 |
|
|
|
AMBROSIO | ¿Para mí? ¡Qué! No lo creo,
| | los pobres no tienen cartas. | | Amiguito, el universo
| | es el país de los ricos, | 125 | los pobres nos escondemos;
| | estamos en casa ajena, | | y no chistamos de miedo. | |
¿Quién acordarse podría | | de un infeliz jardinero?
| 130 | Pero dime, y esa carta... | | ¡Hombre!... Podría
ser cierto... | | Vamos, dámela.
|
|
|
—106→
|
CLAUDIA | Señor...
| | (Dándole la carta.) |
|
|
AMBROSIO | ¿Por qué tiemblas?...
Di... ¿qué es esto? | |
|
|
CLAUDIA | Señor, es una
costumbre | 135 | que tengo cuando me acerco | | a un hombre
desconocido. | |
|
|
AMBROSIO | Mala costumbre... Yo puedo | | asegurarte,
querido, | | que si no la pierdes presto | 140 | tendrás
bastantes disgustos; | | no hay cosa peor que el miedo; | | serenidad y firmeza, | | ese es el mejor remedio | | para
hacer suerte en el mundo. | 145 | Perdóname si me atrevo
| | a darte este consejito; | | lo hago porque te creo | | recién
llegado a Turín.
| |
|
|
—107→
|
CLAUDIA | Así es: hoy mismo
llego. | 150 |
|
|
AMBROSIO | ¡Hoy! Hombre, ¿de dónde eres?
| | ¿Cómo se llama tu pueblo? | |
|
|
|
AMBROSIO | ¿Qué
diablos dices? | | Yo soy de allá, y aún me
acuerdo | | de mi ahijada, de mi primo, | 155 | mis dos hijas
y mi nieto. | | Dime, a ver ¿cómo te llamas? | |
|
|
CLAUDIA |
Yo Claudio por nombre tengo, | | y soy hijo de Simón,
| | el de la calle del medio. | 160 |
|
|
AMBROSIO | ¡Del tío
Simón! Pues hombre, | | me hablas ni más ni
menos
| | |
—108→
| de un compadre, y de pariente | | a quien en el
alma quiero. | | A propósito, sobrino, | 165 | (pues,
según veo, ya puedo | | darte este nombre tan grato)
| | estoy con un gran deseo | | de saber cuál es la
suerte | | de mi ahijada; ¿está en el pueblo? | 170 | ¿Vive aún? ¿Está contenta? | | ¿Se casó?
Di, ¿qué se ha hecho? | |
|
|
CLAUDIA | Señor, lea
usté esta carta, | | Claudia en mis manos la ha puesto.
| |
|
|
AMBROSIO | ¿Quién? ¿Claudia? Pues no esperaba
| 175 | tal carta, te lo confieso. | | Dámela, puede que
sea... | | Mi Claudia, Dios te dé el cielo. | | No te
enternezcas, querido: | | dime, ese niño que veo
| 180 | dormido sobre la yerba | | ¿es tu hermanito? ¿No es cierto?
| |
|
|
—109→
|
|
AMBROSIO | ¿Por
qué tan joven | | le sacaste de tu pueblo | | a pasar
quizá trabajos? | 185 | Debe serte muy molesto. | |
|
|
CLAUDIA |
No señor, en mis viajes | | es un dulce compañero.
| |
|
|
AMBROSIO | (Abre la carta y lee.) | «Tío y padrino,
una falta | | he cometido»... ¿Qué es esto? | 190 | Sigamos...
«que cruelmente | | ha expiado ya mi pecho». | | Esto es cosa
muy distinta. | | Bien decía yo... ¡Qué miedo!
| | «Arrojada por mi padre...» | 195 | ¡Ay mi Dios! Eso es muy
serio.
| |
|
|
—110→
|
CLAUDIA | Por Dios compasión, la pobre...
| | Tío, siga usted leyendo. | |
|
|
AMBROSIO | «A pesar de
mi inocencia, | | no hay nadie en el universo | 200 | que compadezca
mi suerte. | | ¡Ay tío! ¡Cuánto padezco | | de
verme tan maltratada | | por un padre que respeto! | | ¡Ay!
Si usted fuese testigo | 205 | de mi angustia y mis tormentos,
| | usted, tío, me daría | | en mis pesares consuelo.
| | Este papel va bañado | | con las lágrimas
que vierto. | 210 | ¡Puedan mis males, padrino, | | inspirar
a usté el deseo | | de aliviar a una infelice! | | Si
amparo en usted no encuentro, | | sólo la muerte ya
puede | 215 | ser de mis penas remedio. | | Su ahijada y sobrina
Claudia.» | | Esto es muy lindo y muy bueno,
| | |
—111→
| pero, antes
de enternecerme, | | quiero me digas qué cuento
| 220 | es eso de penas, de males... | | Vamos, tú debes
saberlo. | | Cuéntamelo, a ver si es justo | | que sienta
su desconsuelo. | |
|
|
CLAUDIA | ¡Ay mi tío! ¡Cuántas
veces | 225 | pende de un solo momento | | nuestra suerte buena
o mala! | | Un triste acaso, un suceso | | muy a menudo acibara
| | de nuestros días el resto. | 230 | Claudia, la mísera
Claudia | | de esta verdad es ejemplo. | |
|
|
AMBROSIO | Déjate
de inútil prosa, | | y vamos al caso presto. | |
|
|
CLAUDIA |
Feliz la triste vivía | 235 | bajo del rústico
techo | | de la cabaña paterna. | | De sus padres embeleso,
| | todo su gusto cifraba
| | |
—112→
| en verlos siempre contentos;
| 240 | la pobre no conocía | | más dicha que
complacerlos: | | una tarde que en el prado | | cuidando de
sus corderos, | | cual de costumbre se hallaba, | 245 | atormentada
del sueño | | se recostó bajo un árbol
| | donde corría algún fresco: | | mientras pacía
el rebaño | | la pobre estuvo durmiendo; | 250 | despertó
sobresaltada, | | y vio al punto a un extranjero | | que a
su lado enternecido | | fijaba sus ojos tiernos | | en los
suyos sin malicia... | 255 | Él fue quien habló
primero... | | Por política tan solo | | ella le contestó
luego. | | Era hermoso, y la pastora | | hallaba placer en
verlo. | 260 | Su mirar era elocuente, | | y divinos sus acentos...
| | Habló, suplicó, lloró, | | juró
siempre amarla tierno; | | En fin... en fin, caro tío...
| 265 |
|
|
—113→
|
AMBROSIO | Se olvida de sus corderos. | |
|
|
|
|
CLAUDIA | Jurar
puedo | | que Claudia no conocía | | otro deber más
severo | 270 | que el de estimar a sus padres | | y mirarlos
con respeto. | |
|
|
AMBROSIO | En fin, el desconocido... | |
|
|
CLAUDIA |
¡Ay! Cuando en sí Claudia ha vuelto | | ya el pérfido
allí no estaba, | 275 | y la infeliz por consuelo | | sólo su llanto tenía.
| |
|
|
—114→
|
AMBROSIO | Ya, ya,
cuando no hay remedio, | | llorar es lo que hacer saben | | las muchachas de este tiempo; | 280 | pero en fin, ¿cómo
se llama | | ese alhaja de extranjero? | |
|
|
CLAUDIA | Claudia sólo
de él conserva... | |
|
|
AMBROSIO | Un chiquillo cuando menos.
| |
|
|
CLAUDIA | Y una sortija que lleva | 285 | desde entonces sobre
el pecho. | |
|
|
AMBROSIO | Pero dime, ¿la muchacha | | en qué
vino a parar luego? | |
|
|
CLAUDIA | Pronto tuvo que decir | | a
una hermana su secreto. | 290 | Fue madre, y solo el enojo,
| | |
—115→
| la humillación, el desprecio | | pudo obtener de
su padre. | | Éste irritado al momento | | de su casa
la arrojó, | 295 | por no ver más el objeto
| | que hizo cubrir de vergüenza | | su rostro siempre
sereno. | | La infeliz vivió tres años | | oculta
en el mismo pueblo; | 300 | su padre lo supo, y ella, | | de
sus iras siempre huyendo, | | toma su niño y se aleja
| | de este lugar tan funesto. | |
|
|
AMBROSIO | ¡Válgate
Dios! ¡Qué miserias! | 305 | Pero a fe mía no
puedo | | entender por qué es tan duro | | el tío
Simón. ¡Qué empeño! | | Claudia hizo
mal; pero es su hija... | | ¡Echarla! Aunque fuera perro.
| 310 | Vaya, vaya, perdonar | | es cuanto hacer sé de
bueno. | | ¿En dónde está Claudia, amigo?
| |
|
|
—116→
|
CLAUDIA | ¿Puede esperar que sus yerros | | serán de
usted perdonados? | 315 |
|
|
AMBROSIO | Sí, sí, que
no tenga miedo. | | ¿Dónde está? |
|
|
|
AMBROSIO | Vamos, sobrino, acabemos... | |
¿Dónde está Claudia? |
|
|
CLAUDIA | Postrada
| | ante un hombre sin modelo. | 320 |
|
|
AMBROSIO | Levántate,
el que debía | | humillarse es el perverso | | que abusó
de tu inocencia; | | si consolarte yo puedo
| | |
—117→
| ese es todo
mi deber, | 325 | el castigo le da el cielo, | | y bastante
tu conciencia | | te habrá acusado en secreto. | | Todo,
todo perdonar | | lo hace el arrepentimiento. | 330 | Vamos,
resígnate, Claudia, | | dime, hija, ¿cuáles
fueron | | al venir a verme a mí | | tus planes y tus
proyectos? | |
|
|
CLAUDIA | Trabajar aquí a su lado,
| 335 | llorar a su vista, y luego | | cuando vea mi pureza, | |
suplicarle que su anhelo | | me obtenga de un padre airado
| | el solo bien que apetezco, | 340 | su perdón y su
cariño. | |
|
|
AMBROSIO | Bien, yo tus planes apruebo. | | Tú pareces muy cansada; | | descansa, que trataremos
| | |
—118→
| más tarde de tus negocios. | 345 | (Se dirige a
una puertecita que abre.) | Pasa con tu niño; adentro
| | hallarás mi pobre cama, | | y algún leve
refrigerio: | | yo no puedo acompañarte, | | tengo que
hacer, pero presto | 350 | volveré acá: para
hablar | | a bien que nos queda tiempo. | |
|
|
Escena IV
|
|
AMBROSIO,
LA CONDESA.
|
|
La CONDESA sale muy alegre hablando
consigo misma, y sin hacer caso de AMBROSIO, que al verla
se retira como para trabajar.
|
CONDESA | Solo lujo
y opulencia | | desde hoy se verá en mi casa, | | ricos
coches, ricos muebles, | | rica mesa, y que ya en nada
| 430 | mi habitación se distinga | | del palacio de un monarca.
| | Que nadie en Turín se muestre | | con más
lujo y elegancia | | que la Condesa Dernetti. | 435 | Vengan
nuestras lindas damas
| | |
—122→
| a lucir en mi presencia; | | joven,
rica, celebrada, | | ¿hay quien en todo Turín | | llevarme
pueda ventaja? | 440 | Si hay alguna, muy en breve | | juro
quedará sin gana | | de tenérselas conmigo;
| | yo soy lo mejor de Italia. | | Oiga, mi querido Ambrosio,
| 445 | usted por ahí se estaba. | |
|
|
AMBROSIO | Ocupado
solamente | | en los gustos de mi ama. | | (Le da un ramillete
de flores.) | Está tan rico el jardín, | |
que no hacen ninguna falta | 450 | estas flores que he cogido
| | con esta mano villana | | para dar a la señora
| | que en todos nosotros manda. | |
|
|
CONDESA | ¡Qué atención!
Dios, ¡qué finura! | 455 | Ambrosio, te doy las gracias.
| | Me alegro haberte aquí hallado,
| | |
—123→
| porque desde
esta mañana | | deseaba hablar contigo. | |
|
|
AMBROSIO |
Señora, si sospechara | 460 | ese deseo, dos veces
| | usía no le formara. | |
|
|
CONDESA | Mira, Ambrosio, ha
poco rato | | que observé de mi ventana | | que hablabas
a un jovencito | 465 | de presencia muy gallarda. | | ¿Se puede
saber quién es? | |
|
|
AMBROSIO | Sí señora...
es cosa rara | | que un muchacho lugareño, | | que de
llegar solo acaba, | 470 | merecido haya de usía | |
las tan costosas miradas. | | Es mi sobrino, señora,
| | que ha llegado esta mañana; | | y que, hablando
sin rodeos, | 475 | me tiene con pena.
|
|
|
—124→
|
CONDESA | Vaya
| | que eres un gran simplón. | | ¿Qué es lo
que tienes? |
|
|
AMBROSIO | No
es nada | | para usía, mi señora, | | pero para
mí ¡caramba! | 480 |
|
|
CONDESA | Aguardando estoy que empieces
| | a decirme tus desgracias. | |
|
|
AMBROSIO | Para no molestar
mucho | | las contaré en dos palabras: | | soy pobre,
y no sé qué hacer | 485 | del muchacho. | |
|
|
CONDESA |
¡Qué
cachaza! | | ¿No lo digo? Cosas suyas. | | ¿No tengo yo, di,
gran maula, | | bastante para los dos?
| 490 | |
—125→
| Ya olvidaste mi
palabra. | |
(AMBROSIO va a hablar, la CONDESA se lo impide.)
| Vete al punto, y di a Florencio | | que tu sobrino es de
casa, | | que le dé pronto librea, | | y que su ama
se lo encarga. | 495 |
|
|
AMBROSIO | Señora, tan gran favor...
| |
|
|
CONDESA | Haz lo que te digo, y calla. | |
|
|
Escena VI
|
|
BELTON,
LA CONDESA.
|
BELTON | Mucho me engaño, señora,
| | o hace poco han pronunciado | | mi nombre en este jardín.
| |
|
|
CONDESA | Sí, Belton, estaba hablando | | precisamente
de usted. | 520 |
|
|
BELTON | (Después de mirar a todas partes
y no ver a nadie.) | Eso me parece raro:
| | |
—127→
| ¡Hablar
de mí tan solita! | | ¿Con quién? |
|
|
CONDESA |
¡En
esas estamos! | | Mi corazoncito a veces | | me suele dar buenos
ratos. | 525 |
|
|
BELTON | ¿Y a él es, bella Adelina, | | a
quien debo placer tanto? | | ¿Él escuchaba no más,
| | o decía también algo? | |
|
|
CONDESA | ¡Ay Belton!
Si un poco antes | 530 | hubiera usté aquí llegado,
| | ¿cuántas cosas no sabría? | |
|
|
BELTON | ¿Y
tan duro es el trabajo | | que usted tomarse pudiera | | empeñándose
en contarlo, | 535 | que me prive de la dicha | | de oír
de sus propios labios | | esas cosas que yo ignoro?
| |
|
|
—128→
|
CONDESA |
No sea usted tan tirano, | | querido Belton; después
| 540 | que me ve usted en sus lazos, | | quiere que diga su
triunfo | | todavía a cada paso. | |
|
|
BELTON | ¡Mi triunfo,
o cara Dernetti! | | Yo soy quien fui derrotado: | 545 | tú
me venciste, tus gracias, | | tu donaire, mil encantos
| | que estarán acá en el pecho | | eternamente
grabados, | | son las armas que empleaste, | 550 | y contra que
fuera vano | | por más tiempo resistir. | |
|
|
CONDESA |
¿Y nunca has dicho otro tanto, | | bribón, a ninguna
joven? | | Y a más ¿quién sabe si acaso | 555 | será
firme ese cariño, | | de que tierno estás
hablando?
| |
|
|
—129→
|
BELTON | Lo juro, bella Dernetti, | | y aquí
venía a probarlo. | | ¿Te acuerdas del bello día
| 560 | en que ciego, enamorado, | | latiéndome el corazón,
| | cubría con tierno llanto | | aquel dulce o mio caro?
| | ¡Ah! Con bondad de mi amor | 565 | la extensión participando,
| | tú me ofreciste, Adelina, | | unirte a mí
en tierno lazo, | | y un mes sólo me pediste | | para
entregarme tu mano. | 570 | Ese mes que me robaste, | | mes
para mi amor tan largo, | | hoy se acaba, vida mía,
| | y vengo a pedirte el pago | | de mi constancia y ternura
| 575 | que tus gracias aumentaron. | |
|
|
CONDESA | ¿De mi promesa
te acuerdas? | | Yo la había ya olvidado; | | y diciendo
la verdad
| | |
—130→
| No me gusta ese reclamo. | 580 | Somos tan felices,
Belton, | | nos vemos cuando gustamos, | | nos queremos...
¿Qué nos falta, | | para ser afortunados? | | Pero yo
tengo palabra, | 585 | y pues te ofrecí mi mano, | |
te la daré, y sólo quiero | | me des otro corto
plazo. | | Solo te pido ocho días, | | ¿Me los das,
Belton del alma? | 590 |
|
|
BELTON | La vida te diera yo | | con júbilo
y arrebato, | | y tu capricho, Adelina, | | con dolor hoy satisfago,
| | pero cedo a tus deseos. | 595 | Ocho días de trabajos
| | tengo solo que pasar, | | y al ser dueño del
tu mano, | | en planta pondré mis planes | | por el
amor inspirados. | 600 |
|
|
CONDESA | ¡Calla! ¿planes tiene usted?
| |
|
|
—131→
|
BELTON | Y que al fin no serán vanos. | |
|
|
CONDESA |
A ver, cuente usted por Dios. | |
|
|
|
CONDESA | ¡Poca cosa! Eso no es nada. | 605 |
|
|
BELTON | De ello mi
ventura aguardo. | | La dulce paz y el sosiego | | que hasta
aquí no me escucharon, | | los hallaré, bella
mía, | | al descansar en tus brazos. | 610 | De la escena
fastidiosa, | | sin variedad, sin encantos, | | que la ciudad
nos ofrece, | | nos marcharemos al campo. | | Ya me parece
que veo | 615 | las campiñas, los collados, | | y los
bosques misteriosos
| | |
—132→
| que a visitar vamos ambos. | | ¡Ah!
¡Qué días nos esperan! | | En el cálido
verano | 620 | apenas mil pajarillos | | nos dispierten con
su canto, | | dejando el mullido lecho, | | juntos un himno
entonando | | al divino amor, corremos | 625 | a meternos en un
baño; | | y al salir frescos, alegres, | | a la sombra
de algún árbol | | un almuerzo no muy fino,
| | pero al estómago grato, | 630 | viene a reparar las
fuerzas | | que el agua ha debilitado. | |
|
|
CONDESA | Bravísimo,
amigo, ¿y luego? | |
|
|
BELTON | Luego corriendo, brincando, | |
vamos a ver trabajar | 635 | al labrador que, al mirarnos,
| | viene lleno de respeto | | a bendecir a sus amos. | | Tú
harás a todos felices,
| | |
—133→
| y su amor será tu
pago. | 640 | Todo lo recorreremos; | | y cuando empiece el
cansancio | | a doblar nuestras rodillas, | | a la sombra recostados
| | hallaremos el reposo. | 645 |
|
|
|
BELTON |
Después,
de un salto | | a mi biblioteca subo, | | y una de las obras
bajo | | que inspiran el dulce amor, | | y que dicen con encanto,
| 650 | lo que nuestros pechos saben | | más que el que
las ha dictado. | | Tibulo, Ovidio, el Petrarca, | | que se
han alabado tanto | | de ser tan finos amantes, | 655 | nos tendrán
que dar el paso. | | Pero sus dulces escritos | | son para
nosotros gratos, | | y nos llenan de deleite, | | porque en
ellos encontramos | 660 | de nuestro amor y ternura
| | |
—134→
| el imperfecto retrato. | | Al pie de un hermoso arroyo | | sobre el césped nos sentamos; | | tú recuestas
tu cabeza | 665 | con placer sobre mi brazo, | | y en esta dulce
postura | | un libro abrimos. ¡Qué ratos, | | qué
instantes tan agradables! | | Al hallar un bello rasgo | 670 |
que pinte bien nuestro amor, | | humedece el tierno llanto
| | nuestras mejillas. «Ovidio, | | (juntos exclamamos ambos)
| | nuestro amor adivinaste; | 675 | esta pintura, este cuadro
| | solo a nosotros conviene». | | Luego al Petrarca tomamos,
| | y al ver de su cara Laura | | como llora el fin temprano,
| 680 | y no la sigue al sepulcro, | | yo te digo arrebatado:
| | «Tierna Adelina, la muerte | | nos llevará un día
a entrambos, | | pero juntos moriremos... | 685 | Sí, yo
moriré en tus brazos, | | tú morirás
en los míos».
| |
|
|
—135→
|
CONDESA | Es preciso confesarlo, | | esos ratos son divinos, | | ¿pero y luego? |
|
|
BELTON | Luego
el baño, | 690 | los placeres inocentes, | | no dejan
un intervalo | | en que el fastidio nos canse. | | Ya con la
cala en la mano | | a la orilla del estanque | 695 | la confianza
burlamos | | de mil peces; ya en los bosques | | de las
aves que al reclamo | | vienen sin tardar, gozosos | | fin
ponemos a sus años; | 700 | ya el baile de las pastoras,
| | ya el dibujo, ya el piano... | | ¿Qué sé
yo? Mil embelesos | | que vendrán a cada paso | | a
encantar nuestros instantes. | 705 |
|
|
|
BELTON | El
negro manto
| | |
—136→
| de la misteriosa noche | | nos cubre,
cuando en tus brazos... | |
|
|
CONDESA | Bueno, y al día
siguiente | | dime ¿en qué nos ocupamos? | 710 |
|
|
BELTON | Al
día siguiente el sol | | vuelve a alumbrar con sus
rayos | | la escena en que nuestros pechos | | viven, solo
deseando | | que estos días tan hermosos | 715 | no tengan
fin. |
|
|
CONDESA | Bravo,
bravo, | | tu plan, Belton, es divino, | | encantador; me
ha llenado | | el corazón de deleite, | | pero tengo
un gran reparo | 720 | que ponerle, no te enfades. | |
|
|
BELTON |
¿Un reparo?... ¡Cuál!... Veamos;
| | |
—137→
| no acierto cual
pueda ser. | | ¿Cuál es? |
|
|
CONDESA | Que
ese plan tan grato | | no tiene pies ni cabeza. | 725 |
|
|
BELTON | Condesa...
¿En esas estamos? | |
|
|
CONDESA | Belton, ¿alguna novela | |
te ha dado ese amor al campo? | | En verdad que no creyera
| | te sedujese ese cuadro, | 730 | de lejos muy seductor,
| | pero de cerca pesado. | | En un libro es muy hermoso | |
ese placer y descanso, | | los árboles, los arroyos
| 735 | que se encuentran en el campo; | | pero, amigo, en realidad,
| | no te canses, todo es falso. | | Supongo por un momento
| | que tu plan ejecutamos; | 740 | el primer día es divino,
| | |
—138→
| en todo hallamos halagos; | | el segundo todavía
| | nos ofrece buenos ratos, | | pero al tercero cual humo
| 745 | desaparece ese encanto. | | Nada nuevo que decirse:
| | Yo te quiero, yo te amo... | | Siempre la misma canción.
| | La saciedad, el cansancio | 750 | serán nuestros compañeros,
| | y de huéspedes tan malos | | es necesario guardarse.
| | La ciudad es el teatro | | en que todo nos divierte; | 755 | si algo llega a fastidianos | | lo dejamos; mil placeres
| | nos buscan a cada paso; | | allí no hay monotonía,
| | y en los deleites variados | 760 | consiste, amigo, el placer.
| | Algún día de verano | | al campo podemos
ir; | | pero no como ermitaños | | a sepultarnos en
vida; | 765 | no, que jóvenes gallardos, | | señoritas
seductoras
| | |
—139→
| vendrán siempre a acompañarnos.
| | Y cuando tiernos requiebros | | me dirija algún
muchacho, | 770 | yo me río, le hago burla, | | y con
delicia te llamo; | | te cuento mis aventuras, | | y nos reímos
entrambos. | | Tú cuando mil señoritas | 775 | ya
te miren al soslayo, | | ya digan con disimulo, | | que
eres mucho de su agrado, | | les dices que las adoras, | |
sin por eso hacerles caso. | 780 | Los dos de sus suspiritos,
| | de sus señas nos burlamos. | | Así siempre
los deleites | | vivirán a nuestro lado. | | Comidas,
refrescos, bailes, | 785 | ya paseos a caballo, | | ya la pesca,
ya la caza, | | la música, el juego, el canto, | | todo
vendrá a disputarse | | nuestros días, nuestros
años. | 790 | Este es el plan, caro Belton, | | que a
mí el amor me ha inspirado: | | y es preciso que lo
apruebes.
| |
|
|
—140→
|
BELTON | ¡Y podría no aprobarlo! | | Tú
lo has dicho, eso me basta; | 795 | no, nada pueden tus labios
| | pronunciar que no me agrade. | | Renuncio, Adelina,
al campo | | y a mi plan. |
|
|
CONDESA | Así
me gustan | | los maridos, todo es malo | 800 | si su mujer no
lo aprueba. | | Si quieres ser adorado | | sé siempre
dócil; no hay modo | | mejor de vivir reinando. | |
Hoy para recompensarte | 805 | te voy a hacer un regalo. | | (Llama.) | Ambrosio... |
|
|
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CONDESA | Al
punto | | que venga el recién llegado.
| |
|
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—141→
|
BELTON | ¿Qué
es esto, Adelina mía? | |
|
|
CONDESA | Es un hermoso muchacho,
| 810 | sobrino del tío Ambrosio, | | que confío
a tu cuidado. | |
|
|
BELTON | Justamente, hace unos días
| | que uno andaba yo buscando. | | ¿Es joven? ¿Buena presencia?
| 815 |
|
|
|
Escena VII
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|
LOS MISMOS. AMBROSIO. CLAUDIA. EL
NIÑO.
|
CONDESA | (A CLAUDIA.) | Amiguito, el
señor Belton | | quiere tener a su lado | | un joven
ni más ni menos
| | |
—142→
| como usted, de pocos años,
| 820 | y de mérito. Me ha dicho | | que a usted toma
sin reparo. | |
|
|
AMBROSIO | (Con precipitación.) | ¡El
señor Belton! Señora, | | no es posible, ni
pensarlo. | | Mi sobrino tiene faltas | 825 | muy grandes para
tal amo. | | No sabe hacer nada, es torpe, | | no está
aún acostumbrado | | a servir. No, no conviene | | que
ese señor se haga cargo | 830 | de mi sobrino. | (Bajo
a CLAUDIA.) | No
admitas | | a un libertino por amo. | |
|
|
BELTON | Pues ¡esto
si que es gracioso! | | (A AMBROSIO.) | Por nada tengas cuidado,
| | yo me encargo dél. |
|
|
AMBROSIO | Y
a más
| 835 | |
—143→
| trae, consigo a su hermano, | | a ese
niñito que a usted | | serviría de embarazo.
| |
|
|
BELTON | Yo soy amigo de niños; | | si se conforma
el muchacho | 840 | no te apures, no. |
|
|
CLAUDIA | Señor,
| | siento en el alma... Mis años... | | (Repara
su cara.) (Le reconoce.) | Siento que... que... Jesús
mío. | | (Se desmaya.) |
|
|
CONDESA | ¡Dios! ¿qué
es lo que le habrá dado? | |
|
|
|
(Mientras CLAUDIA está
desmayada, el NIÑO da señales de mucho enternecimiento;
luego que su madre habla a BELTON, la CONDESA que lo sostenía
se queda acariciando al NIÑO.)
|
CLAUDIA | (Después
de un rato, con mucha viveza.) | Siento no poder mostrar
| 845 | de qué gozo me ha llenado | | esta bondad de
admitirme | | a servir a usté, a cuidarlo;
| | |
—144→
| mi amor,
mi agradecimiento, | | mis respetos, mis conatos, | 850 | todo
suplirá las faltas | | de un infeliz aldeano. | | Por premio de mis desvelos | | sólo quiero un dulce
trato, | | el aprecio nada más, | 855 | el aprecio de mi
amo. | |
|
|
CONDESA | Belton, vea usté ese niño,
| | usted que ama los muchachos. | | ¡Qué bonito! ¡Qué
gracioso! | | Dele usté un beso. |
|
|
BELTON | ¡Qué
agrado! | 860 | (Le da un beso.) | ¡Feliz tu madre, angelito!
| |
|
|
CLAUDIA | (Aparte.) | Hasta el alma me ha llegado | |
este beso... ¡Si él supiera! | |
|
|
BELTON | (A CLAUDIA.) | ¿Cómo se llama tu hermano?
| |
|
|
—145→
|
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BELTON | Buen
nombre. | 865 | Mira desde hoy, me encargo | | dél para
siempre. |
|
|
CONDESA | Mi
Belton, | | vamos arriba a equiparlo. | | Protejámosle
a porfía, | | merece nuestro agasajo. | 870 |
|
|
BELTON | Vamos,
Adelina mía, | | yo lo llevaré en mis brazos.
| |
|
|
Escena VIII
|
|
AMBROSIO, CLAUDIA.
|
AMBROSIO | ¿Qué es esto, Claudia? Ese Belton
| | es un hombre pervertido, | | sin costumbres, y en Turín
| 875 | |
—146→
| no hay otro más libertino. | | Teme que por
un acaso | | descubra tu sexo; es vivo, | | y mil redes te
pondrá | | en que caerás sin sentirlo. | 880 |
|
|
CLAUDIA |
Nada tengo que temer. | | Él es... Él es...
¡Oh mi tío! | | Él es... |
|
|
|
CLAUDIA | Es
el padre | | de mi desgraciado hijo. | |
|
|
AMBROSIO | ¿Qué
me dices, infeliz? | 885 | Ese es un nuevo motivo | | para evitar
su presencia; | | te venderá tu cariño, | | y
el oprobio será el pago | | de tu amor. Huye te he
dicho.
| 890 |
|
|
—147→
|
CLAUDIA | No puedo, no, es imposible; | | ese hombre
que no he visto | | más que un momento, ese hombre
| | que mi perdición ha sido, | | mi corazón
avasalla; | 895 | no puedo, no puedo huirlo. | | Una voz que
acá mi pecho | | reanimó cuando abatido | | sólo
buscaba la muerte; | | una voz, cuyo sonido | 900 | me acompaña
sin cesar, | | me lo anunció, mi padrino; | | me
anunció que le vería, | | que de mi afecto testigo,
| | que al ver mi dolor, mis penas, | 905 | me daría su
cariño. | | Por Dios, respetable anciano, | | concédame
usté este alivio, | | que viva a su lado. |
|
|
AMBROSIO |
Pronto
| | el vil que te ha seducido | 910 | te hará perder la
virtud.
| |
|
|
—148→
|
CLAUDIA | No, no, jamás; si el cariño
| | que me ofrece en mis tormentos | | es de la virtud indigno,
| | lo juro al cielo y a usted; | 915 | antes a sus pies expiro
| | que ceder: a sus deseos. | |
|
|
AMBROSIO | ¡Infeliz! Eres
muy niña | | para conocer cuán poco | | nuestras
promesas cumplimos. | 920 | El amor nada respeta, | | nada;
la virtud y el vicio | | la pasión todo lo iguala.
| | A veces con un suspiro | | se vence la virtud misma. | 925 | Claudia, no me hagas testigo | | de tu deshonor. Escucha,
| | ¡Huye infeliz! |
|
|
CLAUDIA | Y
mi hijo | | Benjamín, ese inocente, | | ¿qué
crimen ha cometido | 930 | para que lo arranque a un padre
| | |
—149→
| que hemos encontrado hoy mismo. | | (Como fuera de
sí.) | No, no quiero escuchar nada, | | no quiero
de nadie auxilio. | | Lejos de Turín muriera | 935 | de
dolor, y si es preciso | | moriré aquí; pero
al menos | | bendeciré a mi asesino, | | besaré
sus pies, y entonces | | saldrá mi postrer suspiro...
| 940 | Nadie me hable, estoy resuelta, | | quiero salvar a
mi hijo, | | quiero que viva. |
|
|
|
CLAUDIA | Y usted me deja, ¡oh. mi tío!
| | Me abandona usted ¡oh cielos! | 945 | Mi padre, ¿qué
es lo que he dicho? | | ¿Qué nuevo crimen, señor,
| | qué delito he cometido? | | Perdóneme usted,
perdone... | | Solo ha sido un desvarío...
| 950 | |
—150→
| Guíe
usted mi incierto paso... | | ¿Qué debo hacer? Mi
delirio | | va a perderme sin su apoyo; | | deme usted su dulce
auxilio. | | ¿Qué fueras sin la amistad, | 955 | amor no
correspondido? | |
|
|