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Más bien que por el orden cronológico, muy mal determinado, nosotros
hablamos de los pueblos a medida que se presentan en la escena de la
historia más notable. Ya en la hebrea, se habla mucho de los Persas, que
habitaban el país de aquende el Cáucaso, entre la Mesopotamia y la India,
llamado Irán, en oposición al Turán, que era el país de los Escitas y de los
Tártaros. Los profetas Heliodoro (46) y Diodoro, es posible que hablasen de
ellos, valiéndose de los registros que de todos los hechos poseían, aunque
con diversidad de apreciaciones, y poco conocimiento de aquella
civilización. Los hechos más seguros son las guerras entre el Irán y el
Turán. Cuéntase de un tal Deyoces, que dictó leyes a los Medos, valientes
montañeses del Turán, los cuales habían extendido su imperio hasta el
Tigris y el Ali; su hijo Fraorte echó del todo a los Asirios de la Media, y
sojuzgó a la Persia: Ciajares, que le sucedió, fue tributario de los Escitas,
pero recobrando luego su independencia, tomó a Nínive y destruyó el
imperio asirio. Astiages, último rey medo, fue destronado por Ciro, de la
estirpe de los Aqueménidas (47). Otra cosa refiere Diodoro, y aún más
diversamente se expresan los historiadores nacionales, entre cuyas obras
figura el Scia-name (48), o libro de los reyes, debido a Firdusi (49), y los libros
del Dabistán y del Desatir. |
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710 |
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Según estos, la primera civilización se debe a Mahabali, probablemente
indio; largo tiempo duró la dinastía de los Shamanes, y más tarde reinó la
de los Yasauidas, hasta que Kajumarot instituyó la de los Pisdadiamos;
rodeadas siempre de fábulas, con héroes que vivían miles de años y
combatían con Ahriman, genio del mal. |
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Muchos sistemas se estudiaron para conciliar esto con los clásicos,
pero no eran bastante satisfactorios. Los libros sagrados (Naska) de los
Persas, se parecen a los Veda de los Indios, como parecido es el idioma
(pelvi), aunque algo más áspero, y conforme a la mitología: todos
pertenecían a los Arios, algunos de los cuales se trasladaron al Occidente
y fueron los Medos y los Persas. Estos cayeron pronto bajo el dominio de
los Asirios, de los Árabes y de los Caldeos, y muy tarde fue cuando
sacudieron su yugo por obra de Feridun, héroe mítico, en quien están
personificadas las empresas de toda la nación. Sigue aquí una serie de
victorias y desastres, hasta Ciro, que juntó las dos estirpes del Irán y del
Turán. |
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Las historias antiguas no dejan de hablar de las grandezas de Babilonia,
Ecbatana y Nínive, ni de la sabiduría de los Caldeos, famosos astrónomos,
que contaban los años desde Nabonasar. |
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Más tarde, Nabucodonosor conquista a Nínive, vence al Egipto y
destruye a Jerusalén, pero su imperio concluye bajo Baltasar. |
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Los Pasagardos eran la principal de las diez tribus persas, estacionada
en las montañas comprendidas entre la frontera de la Media y el Golfo
Pérsico; de ella salió Ciro, nombre envuelto también en fábulas, quien
sometió a los Batros, Indios, Cilicios, Sacios, Paflagones, Mariadinos,
Griegos del Asia, Chipriotas y Egipcios, además de los Sirios, Asirios,
Capadocios (50), Frigios, Lidios, Carios, Fenicios y Babilonios. De este
modo querían tener libre el comercio de Babilonia a Nínive, hasta el
Golfo Pérsico y el Mediterráneo. Gran tráfico hacían los Lidios,
antiquísimo reino donde había muchas posadas para los extranjeros: en él
trabajaban pequeños objetos de lujo, y fue la patria de insignes poetas,
entre los cuales sobresalió Homero; por esto se dice que el Pattolo,
rodeado de arenas de oro, estaba poblado de cisnes. Pero las costumbres
estaban muy corrompidas. El rey Creso conquistó a Éfeso (51) y subyugó el
Asia Menor, pero vencido por Ciro en la batalla de Timbrea fue
condenado a la hoguera. Estando atado en el suplicio, exclamó. «¡Oh,
Solón, Solón!» acordándose del sabio que le había dicho que nadie podía
llamarse feliz mientras viviese. Ciro, al tener conocimiento del hecho,
tomó en cuenta la lección, y dejó en libertad al prisionero. |
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Creso |
518 |
Ciro |
Ciro se encontró amo del Asia Anterior, fundó diez satrapías, la
principal de las cuales fue la de Lidia, entre Meandro y el Caistro.
Habiendo vencido a Baltasar, rey de Babilonia, dio la libertad a los
Israelitas que allí gemían bajo la esclavitud. |
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Los Medos adoptaron la civilización de los Persas, deprimiendo la
casta de los magos. Cambises conquistó a Egipto, que había vuelto a
unirse con Psamético, pero que había introducido a Griegos, Jonios,
Carios y soldados mercenarios, por lo cual la casta de los guerreros
emigró al fondo de Etiopía. Amasis (52) fue vencido por Cambises, quien
redujo el Egipto a provincia persa, trató de destruir aquella tosca idolatría
y derribó edificios que parecían eternos: hizo armas contra los famosos
santuarios de Meroc y Amonio, pero su ejército fue sepultado en la arena.
Quiso atacar a Cartago, pero los Fenicios la negaron la flota. Los magos
persas, disgustados, levantaron a un falso Smerdi; pero este fue vencido, y
con él la primera religión del Irán. |
Darío |
Aquí aparece Darío de Histaspes (53), el más grande de los reyes persas,
por sus conquistas y sus disposiciones. Expugnó a Babilonia y atacó a los
Escitas (54) (Saci) valiente pueblo que vivía entre el Don y el Danubio; pero
en aquellas agrestes montañas no podía tomar los desfiladeros, por lo cual
le molestaban incesantemente los indígenas, y tuvo que retirarse. Con
mejor suerte acometió a la India, después de cuya campaña, su imperio
tenía por confines al Sur el mar de las Indias, el golfo Pérsico y la
Península Arábiga; al Norte el mar Negro, el Cáucaso y el Caspio; al Este
el Indo y al Oeste el Mediterráneo: fue vituperado por los Griegos, porque
atentó contra su independencia. Estableció pesas y medidas, y concluyó el
canal del Mediterráneo al Golfo Arábigo. |
522 |
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Las primeras leyes religiosas de los Persas, habían sido dictadas por
Hom, simbolizado por la estrella Sirio, y símbolo también de la primera
palabra. Los magos, que conservaban esta religión, eran una tribu
particular, como los Levitas en Israel, pero no una casta hereditaria, puesto
que encontramos que entraron en ella Daniel y Temístocles. Adoraba el
fuego y los astros, y fue Zoroastro quien reformó el culto. Este no es una
encarnación divina, sino un hombre, a quien reveló Ormus el orden del
universo y la senda del bien y del mal, con el Zend-Avesta. Vivió sin hacer
sufrir a ningún animal, estuvo en comunicación con los sacerdotes
hebreos, caldeos y brahmanes (55). El Zend-Avesta está escrito parte en
zendo y parte en pelvi, pero no presenta un completo sistema de
cosmogonía, sino una leyenda. Según ella, Dios es el principio de todo
bien: está en la naturaleza, pero es distinto de ella. Eternos como él son el
espacio y el tiempo. Pero con él entra en el mundo el genio del mal,
Ahriman (56), y el mundo es todo una lucha entre estos dos principios. 12 mil
años dura su conflicto; y Ormus creó 6 potencias llamadas
Amaschiaspands, 28 Izedes, jefes del ejército celeste, y tantos Fervares
cuantos hombres hay. En la tierra había creado el toro, que contiene los
gérmenes de toda la vida orgánica. Ahriman introdujo la muerte por el
pecado del primer hombre: las almas de los justos son acogidas entre las
bienaventuranzas de los amaschiaspands, y precipitadas las otras en el
abismo para expiar sus pecados, pudiendo ser redimidas por los sufragios
de los parientes. Las creencias y las fiestas se relacionan con la
astronomía, y tienen muchos puntos de contacto con las de los Indios y de
los Hebreos; pero su religión, muy sencilla al principio, cayó luego en la
idolatría; y adoptaron de los Asirios el culto de Mitra (57), diosa de la
fecundidad, de la vida y del amor. |
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Zoroastro |
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Encerraba gran moralidad la doctrina de Zoroastro, tendiendo a hacer
al hombre semejante a Dios, a la luz pura; a los sátrapas y al rey ofrecía el
ejemplo de los tiempos antiguos, en que los hombres vivían en armonía y
sin esclavitud, aborrecían la mentira y el acto de contraer deudas, que
induce a mentir, respetaban y veneraban a los animales, proscribían el
libertinaje y ordenaban la monogamia. Esta religión duró a través de la
antigüedad, hasta la conquista de los Mahometanos, y entonces los fieles,
antes que renegar de ella, se retiraron a los desiertos del Kermán y del
Indostán, conservando su código y el fuego inmortal, por lo cual también
hoy los Guebros viven tranquilos, saludando con exclamaciones y abrazos
la salida del sol. |
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Jenofonte, describiendo la vida de Ciro, quiso más bien exhibir la
verdad que tomarlo como modelo, así es que pintó a los Persas como tipos
de virtud; de todos modos, no podía referirse más que a la tribu noble de
los Pasagardos. Se dividían en cuatro clases: sacerdotes, guerreros,
agricultores e industriales. De ellos proceden las sombrillas, las literas, los
sofás y otros muebles; hoy, como en los tiempos de Darío, se tiñen las
cejas, comen al son de músicas y cantos de bayaderas, son aficionados a
las flores y a los jardines, y prodigan los títulos más fastuosos a los reyes.
Pasagarda fue la capital de los sucesores de Ciro, pero los cortesanos se
trasladaban, según la estación, a Ecbatana, a Babilonia y a Susa. |
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Según costumbre oriental, los soberanos eran dueños de vidas y
haciendas. En la Biblia vemos que se castigaba con la muerte a toda
persona que, sin ser llamada, se presentase en el serrallo de Asuero.
Grandes jardines rodeaban el palacio real, en memoria de la vida nómada;
principal diversión era la caza, y en las provincias recogíase lo más
exquisito para abastecer la mesa real, como también las jóvenes más
bellas para el harem. Las intrigas del harén (58) nos son reveladas por el libro
de Ester. Los sátrapas, o gobernadores, vigilaban para la buena
administración de las provincias, las que se hallaban en comunicación por
medio de los correos: exigían contribuciones en géneros o en barras de oro
para el sostenimiento de la corte y de los ejércitos; pedían un caballo cada
día a los Cilicios, cien mil cabritos y cuatro mil caballos anuales a la
Media; 20 mil potros a la Armenia; la Babilonia debía mantener
ochocientos caballos de remonta y seis mil yeguas; y el Egipto tenía que
proporcionar los granos. Dice Heródoto que de provincias afluían 14560
talentos euboicos, y como esta suma no llegaba a 90 millones de pesetas,
puede ser que se refiera al adelanto líquido, después de los gastos.
Contribuían a las rentas del rey la pesca, el riego y los dones. |
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Los jueces eran viejos y de la clase sacerdotal; las penas que imponían
eran muy crueles, y castigaban severamente la ingratitud. El imperio
estaba dividido en distritos militares, y la caballería era objeto de especial
cuidado. En las guerras nacionales, el pueblo en masa estaba obligado a
levantarse en armas. En el mar se servían de las flotas fenicias. |
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La lengua persa tiene las mismas raíces que la indogermánica; el
zendo, en que están escritos los libros sagrados, es la lengua intermedia
entre la india y la germánica. Usaban la escritura cuneiforme, es decir,
figurando colas de golondrina, con alfabeto parecido al caldeo. Es posible
que los sacerdotes hablasen el zendo, y la demás gente el pelvo, y más
tarde el persa, inmortalizado en el poema de Firdusi. Cítase a Locman, que
vivió por los años 1000, y fue autor de fábulas. Al contrario de los Indios,
que adoraban en efigie a las divinidades, representaban a hombres en
actitudes tranquilas y venerables. La Gran Media conserva inmensos
edificios anteriores a Ciro; y en el Fardistán, hay aún los más auténticos
debidos a la estirpe de los Aqueménidas, como las ruinas de Persépolis.
Últimamente fueron descubiertos los restos de Nínive (Korsabad), con
inscripciones cuneiformes, que, alineadas, harían muchos miles de miles
de metros, y que nos revelan hechos desconocidos, confirmándonos los
indicados en la Biblia. |
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Muy tarde aparece la Grecia en la historia, confundiéndose sus anales
con las leyendas de los dioses y semi-dioses, cuyas tradiciones extranjeras
supo apropiarse y adaptar al país, a las costumbres y a las propias ideas. Por
el septentrión llegaron las primeras poblaciones: el hiperbóreo Olen fundó
en Delos el culto de Apolo y de Diana: Orfeo instituyó los misterios, y
Prometeo personificación de los primeros civilizadores, inventó el fuego,
del cual resultaron las artes mecánicas. |
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Parece, en fin, que de la estirpe de Arios, posterior a los Celtas, a los
Germanos y a los Eslavos, se desprendieron otros que ocuparon, unos la
península de los Apeninos, con el nombre de Latinos, otros la del Balkán (59),
con el nombre de Griegos. |
Pelasgos |
Los Pelasgos, que fueron unos de los pobladores más antiguos de la
Grecia, tuvieron que luchar contra los indígenas Griegos y Lelegios. Los
Griegos perdieron hasta su nombre, cambiado por el de Helenos, y no
volvieron a recobrarlo hasta la época de los Romanos. Los Lelegios
habitaban la Acarnania y la Etolia, dedicándose al comercio. Parece que por
los años 1900, los Pelasgos habitaban todo el territorio comprendido entre
el Bósforo y el Arno, y aunque fueron considerados como bárbaros por los
pueblos sobre los cuales prevalecieron más tarde, introdujeron un sistema
de creencias y de civilización y una escritura; explotaban minas, llevando
una linterna en la frente, de cuyo hecho se originó la fábula de los cíclopes;
canalizaban ríos; levantaban fortalezas, con enormes piedras apenas
labradas, y secaron el lago de Copais (60). En Dodona tuvieron el bosque
sagrado: en Samotracia los ritos misteriosos de los cabiros: el Olimpo,
Helicón (61), el Pindo y la Arcadia, donde se perpetuó la estirpe pelasga, eran
tenidos como centros de religión y de cultura. Afión fabricó, al son de la
lira, una ciudad en Beocia; Olen, Tamiris (62) y Lino instruyen con el canto a
la humanidad y ensalzan a los héroes. Los reinos de Argos y Sición, fueron
fundados por los Pelasgos: de Samotracia, su isla sagrada, vino Dárdano,
fundador de Troya. |
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Los Pelasgos sufrieron graves desventuras, y al fin sucumbieron a las
invasiones de los Aqueos y de los Dorios. Deucalión, hijo de Prometeo, y
sobrino del pelasgo Atlante, se estableció en la falda del Parnaso, hasta que,
habiéndolo arrojado a la Tesalia una inundación, ocupó los principados
anteriores, e instituyó el consejo de los Anfictiones. De su hijo Heleno
tomaron su nombre los Helenos, que sucedieron a los Pelasgos; y de los
hijos de este, Doro, Eolo, Jone y Aqueo, nacieron las cuatro descendencias
de los Dorios, Eolios, Jonios y Aqueos, las cuales fueron siempre distintas
por sus dialectos y constituciones. |
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1620 |
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1643 |
Al mismo tiempo llegaban a Grecia colonias e invasores extranjeros,
como Dánao, procedente de Egipto, que fundó el reino de Argos; Lelege,
egipcio; Cécrope, fundador de Atenas; Cadmo, fenicio, fundador de Tebas,
quien introdujo en Grecia una nueva escritura, en sustitución de la de los
Pelasgos. |
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1580 |
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Estas estirpes extranjeras prosperaban gracias a la naturaleza del suelo y
de los habitantes. La Grecia, entre el grado 36º ½ y el 40 de latitud, tiene al
Septentrión el monte Emo, y a los otros lados los mares Adriático, Jónico,
Mediterráneo y Egeo, con costas tan extensas, que pueden desarrollarse en
720 millas. Es una pequeña parte de la península más oriental de Europa,
pero en contacto con los países más civilizados; con islas y amenas y
variadas llanuras; con montes llenos de bosques que se extienden por los
Alpes Dináricos (Pindo, Olimpo y Parnaso); con límpidas y tranquilas
corrientes (Aqueloo, Céfiro, Peneo, Alfeo); ofrecía a los indígenas
divisiones naturales; cada población podía desarrollarse aisladamente y
defenderse, a diferencia de la uniformidad de los grandes imperios del Asia.
La civilización asiática fue desechada por los Griegos, quienes abandonaron
las costumbres patriarcales; Saturno cedió el campo a Júpiter; las castas a la
igualdad; los reyes absolutos al gobierno de los hábiles y de los elocuentes;
la estabilidad al movimiento; la unidad a una multitud de principados
independientes; el sacerdocio misterioso a un culto libre y nacional. Todo
nos hace comprender que estamos en Europa, con sus progresos regulares y
prácticos, con la verdadera historia del hombre; con la religión moral y con
el sentimiento de lo bello mesurado y razonable. Quedan todavía clases
distintas, pero de las más ínfimas puede salir un gran sabio, como Esopo, o
un gran artista. Solo los esclavos siguen siendo excluidos de los derechos
civiles y de los humanos. |
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Contribuyeron a relacionar las tribus desparramadas, el comercio, la
religión, las ligas y los gobiernos. |
Anfictionía |
Los diferentes estados tuvieron representación en la Anfictionía, que se
reunía cerca de las Termópilas, en otoño, y en Delfos durante la primavera;
cada ciudad tenía dos votos, y resolvían las más graves cuestiones,
custodiaban la paz de los Griegos y preparaban la defensa contra los
extranjeros. La religión sancionaba los decretos, y es posible que por el
oráculo de Delfos hiciesen dar las contestaciones que creían más oportunas
para el bien general. |
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La comodidad de tantos puertos y radas, inició al comercio, simbolizado,
por lo que se refería a los tiempos más primitivos, en la fábula de Hele y
Frixo, en el rapto de Europa, en las alas de Dédalo y en el delfín de Arión;
más tarde en la expedición de los Argonautas a la Cólquide, tentativa de
navegación para asegurar nuevas vías al comercio, en la cual tomaron parte
los héroes y semi-dioses: Orfeo, Jasón, Tifis, Peleo, Hércules, Teseo,
Esculapio, Cástor y Pólux: estos establecieron colonias en el Ponto Euxino,
y para eterna memoria de tan colosal empresa, instituyeron los juegos
olímpicos y colocaron la nave Argos entre las constelaciones. |
Argonautas |
1350 |
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En Tebas, la descendencia de Cadmo llegó a ser famosa por sus delitos y
sus desventuras, y habiéndose declarado la guerra entre los hermanos
Eteocles y Polinices (63), siete príncipes asediaron a Tebas, que fue luego
destruida. |
1305 |
1305 |
Mayor renombre tuvo el sitio de Troya, donde estuvieron unidos, durante
diez años, los príncipes griegos; y no se sabe a punto fijo cómo concluyó la
empresa; pero lo cierto es que habían combatido por la misma causa y
contra los mismos enemigos, acostumbrándose así a considerarse como un
mismo pueblo; tanto más cuanto que Homero, reuniendo los cantos que
habían acompañado y conmemorado aquella empresa, eternizó las hazañas
de los héroes, fijó la lengua poética, la mitología y la tradición helénica.
Algunos niegan la existencia de Homero, suponiendo que, en tiempo de
Pericles, alguno había recogido los cantos particulares en que se celebraban
las empresas de los héroes, y los había reunido en un poema. Si es difícil
suprimir el poeta, es cierto que la Ilíada fue retocada por diferentes manos y
en diferentes épocas. En la Odisea, de muy distinto tono, se cantan los
viajes de Ulises, que se prestan a describir muchos países y muchas
costumbres. En la Ilíada, hállanse el heroísmo, la pasión y la comunidad de
los dioses con los hombres; en la Odisea, la prudencia y la destreza. |
1280 |
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Troya |
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Homero |
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Circunscribiendo las creencias, Homero creó también las bellas artes;
consagrando la genealogía de los héroes, estableció la nobleza de las
estirpes; cantando los juegos, dio mérito a la fuerza física como a la moral;
ensalzando a los valientes, preparó las victorias de Maratón y de Arbela. |
Costumbres |
Homero nos presenta a la Grecia dividida en pequeños principados, a
ejemplo de las primeras tribus que la ocuparon y que en ella permanecieron
siempre. Los reyes dominaban en absoluto, como descendientes de héroes o
de dioses, es decir raza conquistadora: al padre sucedía en el trono el hijo, si
era digno de ello; convocaban en asamblea a los nobles y a los ancianos;
administraban directamente la justicia; no recibían tributos, pero tenían un
poder más extenso y mayor parte de botín. |
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En sus palacios reales, había gran lujo, considerable hospitalidad, y en
conjunto costumbres groseras. Aquiles cuece el buey que ha de comer; las
hijas de Nausica lavan su propia ropa, y Ulises apalea a un plebeyo. |
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Los sacerdotes no formaban una fraternidad distinta; Calcante tiembla al
anunciar la verdad a Agamenón; Crises soporta sus insultos; los mismos
reyes interrogan a los oráculos y hacen sacrificios. Sus leyes eran
costumbres; su heroísmo iba mezclado con crueldad; Aquiles arrastró atado
a su carro el cadáver de Héctor y aceptó el rescate de Príamo; en la
asamblea insultó con groseras injurias a Agamenón; y en los funerales de
Patroclo, mató a doce muchachos, y juró que, con tal de vivir, se contentaba
con ser en el infierno el más ínfimo de los esclavos. |
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Los cantores amenizaban los festines: eran muy frecuentes los juegos
gimnásticos; se cuidaba mucho de las amas; pero aún no conocían el hierro
ni montaban a aballo; la mujer ya no era sierva, pero solo se la quería ara la
multiplicación de la especie y para el cuidado de la asa; de cuantos amantes
aspiraron a poseer a Penélope, ninguno procuró lograr su afecto: la misma
Andrómaca, en el pasaje más patético de la antigüedad, no era acariciada
por Héctor más que en atención a su hijo; y habiendo enviudado, toleró los
abrazos de Pirro, hijo del matador de su esposo. |
Religión |
En cuanto a la religión, fuente primera y señal de civilización, no basta
buscarla en Homero y en los poetas anteriores a él. En el fondo encontramos
siempre la unidad de Dios, que había sido revelada y conservada por los
Semíticos. Dios tuvo a menudo múltiples nombres, como entre los hebreos:
Elhoim, Adonai, Sadai, Sabaoth, y los ignorantes los tomaron fácilmente
por otros tantos dioses. Cada pueblo tenía un templo y un dios predilecto, el
cual era impuesto a los vencidos y a los aliados. La belleza, el orden y la
fuerza de la naturaleza, excitaban fácilmente a la adoración, tanto que por
ella se adquirió un concepto puramente espiritual. El sabeísmo, culto de los
planetas y de las constelaciones fue común entre los Babilonios, los
Fenicios y los Egipcios, y sus fiestas señalaban las fases siderales. Todo
puede convertirse luego en símbolo; y a menudo el símbolo se trocaba en
divinidad; representábase a Marte con una lanza; a la justicia con una
balanza; a la tierra con una ternera; a la fuerza con cien brazos; y a la
fecundidad con numerosas mamas. |
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El pueblo, muy imaginativo, da fácilmente a todo una pequeña historia,
una leyenda, un mito; decíase que Pélope tenía las espaldas de marfil, y el
vulgo inventaba el delito de Tántalo: muce quiere decir pomo, y de aquí
dedujo el vulgo que Micenas fue constituida donde Perseo perdió el pomo
de su espada; Cadmo llamó Beocia al país donde encontró un buey; las
piedras caídas del cielo se intitulaban Vulcano y Faetonte, lanzado el uno
por la cólera de un Dios, y precipitado el otro por imprudencia propia: la
caja en forma de buey, en que los Egipcios encerraban a sus muertos,
originó la fábula de Pasifae. |
|
Los mitos y símbolos varían según los países: la palmera de la Siria será
la encina de Germania: los Dioses de la India se mecen entre flores sobre las
aguas de transparentes lagos; los de la Groenlandia van a caza de monstruos
marinos: Hércules es para los Griegos un aventurero, para los Fenicios un
fundador de colonias, para los Galos un mercader, y para los asiáticos es el
sol; sus doce trabajos son los doce signos del zodiaco. Visnú, humanizado,
representado por los Indios con muchas cabezas y muchos brazos, se
convierte en Grecia en bellísimo Apolo, quien mide la tierra a grandes
pasos, e hiere con la flecha a la serpiente Pitona. A estas transformaciones
contribuyeron los poetas, variando los símbolos, como puede verse en
Homero, por ejemplo en la Juno suspendida de la bóveda celeste con los
yunques a los pies, o en la cadena con que Júpiter decía que no le hubieran
hecho mover, aunque de ella hubiesen tirado todos los dioses a un mismo
tiempo. La mitología fue una de las más ricas formas de las tradiciones de la
humanidad, pero son estas difíciles de interpretar, a causa de la
multiplicidad de sus elementos. |
|
La moral se formaba de conformidad con los Dioses, mezclada de
elevados principios y bajas aplicaciones, con la sagrada virginidad y la
devota prostitución. Pero a menudo se desprende de la moral la idea de una
falta que necesitaba expiarse con sacrificios, ya de frutos, ya de animales, y
hasta de hombres. |
|
Es idea demasiado elevada, creer que las religiones fueron inventadas
por los sacerdotes, cuando proceden de sentimientos comunes a todos los
hombres. El sacerdote conserva las tradiciones, conoce los medios de
aplacar a la divinidad, y de purificar al culpable; bajo el velo de las
cosmogonías difunde doctrinas físicas y morales. A menudo son aquellas
custodiadas celosamente, y los misterios solo se revelan a los iniciados
después de largas pruebas y grandes conocimientos. Famosos eran los
misterios Eleusinos, en que se hacían iniciar los sabios y doctores más
notables, y es probable que se comunicaban conocimientos más exactos
sobre la divinidad, la muerte, el origen y el fin del hombre. Representábase
el paso de la vida salvaje a la civilizada con fórmulas tremendas o
veneradas y se imponía el silencio con pavorosos juramentos. |
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Los oráculos eran instrumentos de poder en manos de los sacerdotes; el
numen contestaba a las preguntas de los particulares y del público. Por lo
mismo, podía explotarse la mentira, como se hace actualmente por los
adivinos y charlatanes. En los casos graves, la prudencia aconsejaba lo que
era verdaderamente útil; y la Grecia no dejó de acudir a los oráculos, en la
época de su mayor apogeo. Celebérrimos eran los de Dodona, de Éfeso y de
Delfos. Junto a éste se congregaban los Anfictiones, y el oráculo contestaba
por boca de la Pitonisa, virgen mayor de 50 años. Igualmente acudían gentes
de extranjeros países a consultarlo. Asegurábase que semejantes oráculos
habían sido instituidos por profetisas procedentes de la Libia, lo que explica
la derivación y la semejanza que existían entre las religiones de aquellos
diversos países. |
|
En efecto, la mitología griega nos presenta las divinidades indias
transformadas y embellecidas, pero con la misma historia y hasta con los
mismos nombres, apareciendo mezcladas con divinidades septentrionales y
egipcias. Los Pelasgos practicaban el culto de los Cabiros fenicios, y el
oráculo de Dodona. La Diana de Éfeso era envuelta en lienzos como las
momias, y cargada de símbolos, con la cruz encima de la cabeza; Orfeo
introdujo los Dioses hiperbóreos; y todos contribuyeron a multiplicar la
vasta familia de Zeus y Hera, es decir Júpiter y Juno. Cada Dios tenía una
provincia predilecta; Apolo la Tesalia; Baco la Beocia; Neptuno a Corinto;
Juno a Argos; Pan la Arcadia, y Hércules la Tracia. Heródoto recuerda en
qué tiempo fueron introducidas algunas divinidades, y el culto chipriota de
Afrodita (Venus), del frigio Zeus y de la Gran Madre (Cibeles). Pero la
Grecia los modificó a todos, dándoles forma humana; los sacerdotes no se
distinguieron de los magistrados; poetas populares divulgaron los misterios,
y Hesíodo (64) cantó la generación de los Dioses (Teogonía) con muchas
tradiciones y símbolos asiáticos. |
|
Las fiestas daban lugar a grandes pompas, principalmente cerca de los
oráculos y en los templos famosos, con motivo de las iniciaciones y de los
grandes juegos ístmicos, olímpicos, píticos y nemeos, que constituyeron
nuevos lazos nacionales. |
|
Aquí concluye la edad heroica y mítica, puesto que con la destrucción de
Troya, donde sucumbió la raza Pelasga, y con las aventuras de los héroes
que la combatieron, sobrevino a la Grecia y al Asia Menor una grande
sacudida. Los Dorios, bajaron por la falda meridional del Olimpo, hasta el
Peloponeso, pretendiendo haber adquirido el derecho de un Hércules,
hombre esforzado de su estirpe, convertido en símbolo de la fuerza
destructora. |
Heraclidas |
Estos Heraclidas hostigaban a la estirpe de Pelópidas, de quien la
península adquirió el nombre, y la vencieron. Argos, Esparta, Mesenia y
Corinto, de aqueas fueron convertidas en dóricas; los Etolios se
establecieron en la Epea, llamándola Elida: los Arcadios quedaron libres y
recogieron las poblaciones pelasgas fugitivas. Todas las tribus rivalizaron
entonces en barbarizar al país. Los Jonios fueron acogidos en el Ática,
donde pronto adquirieron preponderancia, como en muchas de las islas del
Archipiélago y en las costas del Asia Menor, que tomaron el nombre de
islas Jónicas, con las ciudades de Éfeso, Colofón (65), Focea y Clazómenas (66),
mientras que los Eolios, con los Atridas, fundaron a Esmirna, y once
ciudades más en la isla Eolia: los Dorios se esparcieron por las islas de
Creta, de Herodes y Cos: construyeron en el Asia Menor a Halicarnaso,
Cnido (67) y otras ciudades de la Dóride, y algunos se dirigieron a Italia. |
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En un siglo de total subversión, los Dorios estuvieron aferrados a las
costumbres antiguas, a las armas y a la nobleza; los Jonios eran aficionados
a la vida regalada, a la navegación y a la democracia; muchas repúblicas
sucedieron a los principados, y con ellas nació el sentimiento de la libertad,
propio de la nación griega; cada una se componía de una ciudad con su
territorio, y tenía su gobierno, sus costumbres propias y sus formas de
justicia. Formaban confederaciones, pero aunque se llamasen Arcadios o
Beocios, conservaban su autonomía; y tanto si prevalecía la aristocracia
como la democracia, tenían gran influencia los nobles, y la calidad de
hombre estaba subordinada a la de ciudadano. |
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Todos, empero, se reunían en el concilio de los Anfictiones, en los
oráculos, en los juegos que se celebraban en determinadas ocasiones, y a los
cuales solo podían concurrir los Griegos, para tomar parte en las justas de
valor, de doctrina o de belleza. |
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Con la Grecia entramos verdaderamente en la historia europea, con el
poderío del hombre, su creciente civilización, la actividad incesante de
todas sus facultades físicas e intelectuales, el consorcio de la industria con
el arte, y la verdadera ciencia. Ningún pueblo fundó tantas colonias como
los Griegos, los cuales tuvieron suma eficacia sobre la civilización sucesiva. |
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Entre las tribus griegas, prevalecieron los Dorios y los Jonios, aquéllos
austero-conservadores, y éstos débiles y democráticos, sus representantes
fueron Esparta y Atenas. Lelege fue el primer rey de Esparta, ciudad situada
en la falda del Taigeto y a orillas del Eurotas; Tíndaro, tuvo con Leda a
Cástor y Pólux, colocados en el cielo, y a Elena y Clitemnestra
inmortalizadas por los poetas. Después de la invasión de los Heraclidas, los
descendientes de Proclo y de Agides reinaron durante nueve siglos. Los
Dorios arrojaron, completamente de la Laconia a los Aqueos, y redujeron a
la esclavitud a los pocos que quedaron (Hilotas (68)). |
Esparta |
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La clase privilegiada y dominante era la de los Espartanos ciudadanos; a
estos seguían los Lacedemonios del campo, que pagaban tributos; los
hilotas no gozaban de los derechos del hombre, cultivaban las tierras,
mediante una convenida porción, que les permitía enriquecerse; también
servían en la guerra. |
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Licurgo |
Tuvieron leyes de Licurgo, quien parece que las trajo de la isla de, Creta,
cuyo rey Minos, célebre por lo justo, había dictado severas disposiciones y
fomentado costumbres robustas. Licurgo, después de haber estudiado el
Egipto y la India, y recogido los poemas de Homero, dio sus leyes, no por
escrito, sino en sentencias que se transmitían de viva voz, e hizo pronunciar
a la Pitonisa que ningún pueblo las tenía mejores. Conservó los dos reyes
con el Senado de 28 sexagenarios, enfrenados por 5 Éforos anuales, que con
tremendos poderes conservaban la libertad aristocrática, juraban obedecer a
su rey, mientras no se extralimitase en sus poderes; determinaban las
acciones guerreras, recibían a los embajadores, convocaban a la Asamblea
general, en donde tenía voto todo ciudadano que hubiese cumplido 30 años.
Los reyes hacían los sacrificios y presidían la Asamblea. Más que de la
pública, Licurgo se ocupó de la vida privada y de la física. Había igualdad
de bienes, estando distribuidos entre los ciudadanos, quienes podían darlos
pero no venderlos. No existían monedas de oro ni de plata, sino de hierro,
gruesas y pesadas. Estaban proscritos el lujo y las artes de puro recreo. Se
reunían por clases en mesas comunes, donde solo comían pan, vino, queso,
higos y un caldo negro de harina tostada. Iban toscamente vestidos; hacían
grandes ejercicios de lucha, caza y natación: las jóvenes luchaban desnudas.
Los esponsales eran determinados, no por el cariño, sino por las
conveniencias; los esposos andaban a hurtadillas con sus mujeres, y tres o
cuatro hermanos podían tener una sola. Los niños endebles eran
precipitados desde el Taigeto (69); los otros eran condenados a toda suerte de
incomodidades; a los siete años eran arrancados a las afecciones
domésticas, para ser entregados a maestros públicos, que los acostumbraban
a los sufrimientos, a las privaciones y al trabajo. Se les permitía el hurto
para avezarlos a la destreza. Hablaban poco y con laconismo y precisión;
aprendían de memoria versos de Homero, de Terpandro y de Tirteo. Eran
sencillos los sacrificios y los funerales. Representábanse armados todos sus
Dioses, hasta la misma Venus. De 20 a 60 años, todos los hombres eran
guerreros; marchaban al son de la flauta, sin averiguar cuántos eran los
enemigos; y cuando murieron 300 en las Termópilas cerrando el paso a los
Persas, se escribió sobre su fosa: Cumplieron con su deber. |
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873 |
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Los hilotas eran tratados horriblemente. Tan pronto se los emborrachaba
para que los jóvenes aborreciesen la embriaguez como se los mataba en el
campo, para que estos se ejercitasen en la caza; igualmente se mataba al que
se distinguía por su inteligencia o robustez. En todo, la libertad individual
se sacrificaba en bien del Estado; por esto se quería la fuerza, la pobreza y
la conservación de las costumbres patrias, sin nada de progreso ni de
humanidad. La guerra era considerada como una ocasión para interrumpir la
monotonía de su pesada existencia, y ejercitábanla sin piedad. |
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Apenas muerto Licurgo, empezaron las enemistades con los Arcadios y
los Argivos (873-743) y con los Mesenios, gente dórica, envidiosa de los
Espartanos por la riqueza del país. Motivos particulares determinaron la
guerra, y los Espartanos juraron no volver a su patria sin haber devastado
los campos y los hombres del enemigo; los reyes permanecieron 20 años
fuera de su país; luego oprimieron durante 40 años a los Mesenios, hasta
que Aristóteles excitó a éstos a que recobrasen su independencia. Los
Espartanos, espantados por los primeros reveses, recurrieron al oráculo, el
cual contestó que buscasen un capitán en Atenas. Por mofa ésta les mandó a
Tirteo, poeta feo y cojo. Pero éste los enardeció de tal modo con sus cantos,
que pudieron vencer a los generosos Mesenios, y repartirse el territorio; por
cuyo motivo muchos de éstos pasaron a Sicilia poblando a Mesina. La
victoria costó cara a los Espartanos quienes a duras penas pudieron,
mediante largos años, dominar completamente a los Argivos y a los
Arcadios en su territorio. Entonces entraron en lucha con Atenas, por
aspirar a supremacía en Grecia. |
684 |
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Atenas |
Reinando Ogiges (1832 a. de J.), el lago Copais inundó la Ática, con lo
cual se perdieron las memorias antiguas. Siglo y medio después, llegó de
Egipto Cécrope, en tiempo del cual acaeció el diluvio de Deucalión. Ceres,
procedente de la Sicilia, introdujo la agricultura. El Estado fue constituido
por Teseo, limpiando el país de monstruos y ladrones; lo libertó del tributo
anual de siete mancebos y siete doncellas que debían darse a Creta para
inmolar al Minotauro, y reuniendo los cuatro distritos del Ática, declaró
capital a Atenas. A la invasión de los Heraclidas, muchos Jonios
aumentaron la población, celosos de lo cual, los Heraclidas de Esparta
movieron guerra. El oráculo dijo que vencería el ejército cuyo rey fuese
muerto, y Codro aseguró con su propia vida la victoria a los Atenienses; los
cuales, por veneración a su memoria, no quisieron tomar otro rey;
instituyeron un arconte hereditario, perpetuo al principio, y decenal después,
que era responsable ante el pueblo de todos los negocios del Estado, de la
justicia ante el areópago, y de las cuestiones civiles ante el pritaneo. |
1643 |
1343 |
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Dracón había dictado leyes severas, como las herócicas y aristocráticas,
pero venían reformadas por Solón, uno de los siete sabios de Grecia que se
llamaban Solón (70), Quilón (71), Pítaco (72), Bías (73), Periandro (74), Cleóbulo (75) y
Tales (76). Además de filósofo, Solón fue poeta y astrónomo; favorecedor del
pueblo y estimulado por el oráculo, reformó las leyes draconianas «escritas
con sangre», garantizó a los deudores la seguridad personal, hizo restituir
los bienes hipotecados y facilitó la extinción de las deudas con el aumento
del valor de la moneda, pero al mismo tiempo aseguró los intereses de los
ricos. Estableció entre los ciudadanos varias divisiones. Llamábanse
pentacosiomedimnos los que poseían 500 medimnos de renta; caballeros,
los que poseían 400; zeugites, los que reunían 300; y tetos, aquellos cuya
renta era menor. Las tres primeras clases participaban del gobierno y de los
empleos; las otras podían asistir a las asambleas y a los tribunales. Quedaba,
empero, la primitiva división en 4 tribus () y en demos o comunes
rurales. Nueve arcontes presidían el Estado, el primero de los cuales daba
nombre al año (epónimo); el segundo atendía a las cosas religiosas (rey); el
tercero a la guerra (polemarca); y los otros (tesmotetas) administraban la
justicia. Atemperaban su autoridad 400 senadores, que discutían todas las
leyes; éstas eran expuestas al público, durante tres días, al pie de los dioses
tutelares de cada tribu; su confirmación correspondía a la asamblea general,
donde votaban pobres y ricos. Custodia de los estatutos era el Areópago,
donde entraban los arcontes cuyo cargo había cesado; tomaba providencias
hasta en las causas capitales, y ante él debía arengarse de noche, sin
accionar ni apelar a sentimientos de ternura. |
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Solón |
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Con tantos empleos, mucha gente tomaba participación en el gobierno.
En las discordias, cada cual tenía que pronunciarse por una u otra parte; y si
algún ciudadano tenía trazas de engañar a los otros, era alejado por diez
años (ostracismo), si seis mil ciudadanos lo pedían así. |
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Acogíanse las divinidades extranjeras, y se tenía un templo abierto al
Dios desconocido; habiendo dudado Protágoras de que Dios existiese, fue
desterrado y quemados sus libros. El reo de Estado podía ser matado por
cualquiera. Los extranjeros (metecos) no participaban de los derechos de
ciudadanía, y debían tomar a un ciudadano por patrono, encontrándose
sujetos a burlas y a humillaciones, y castigados de muerte si entraban en la
asamblea. |
|
Los ciudadanos propiamente dichos no excedían quizá de 20 mil; los
metecos ascendían a 40 mil y a 110 mil los esclavos. Sin embargo, un país
de tan escasa población, realizó obras maravillosas. La ley respetaba la
moralidad más que en Esparta; se atendía a la educación. Al suicida se le
amputaba la mano derecha y se le enterraba con oprobio; teníase por
deshonrado al que no ejercía oficio alguno; había sociedad de Socorros
mutuos. Los demagogos y los oradores muchas veces hacían cambiar las
leyes, introduciendo otras nuevas, que duraban poco, pero que hacían difícil
la formación de un concepto exacto de aquella importantísima legislación. |
Pisístrato |
Pero Solón no pudo extinguir las discusiones internas entre el pueblo y
los nobles; Pisístrato, rico, espléndido, valiente y hospitalario, favoreciendo
a los débiles pudo erigirse en tirano. Incitó al pueblo a que se dedicara a la
agricultura y favoreció las artes y las ciencias. Bajo sus hijos Hiparco e
Hipias, creció también la prosperidad de Atenas, pero repugnaban por su
lascivia; Harmodio y Aristogitor intentaron matarlos; Hipias sobrevivió y
los dos homicidas fueron vilipendiados y escarnecidos: exaltado el pueblo,
derribó a Hipias y restableció el gobierno republicano, donde prevalecía la
libertad. |
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560 |
528 |
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Estados
menores |
Alrededor de las dos principales ciudades, florecían muchas otras. La
Arcadia, cuna de la agricultura y de los pastores, contaba con ciudades
elevadas a Estados, siendo las principales Tegea y Mantinea: Argos y
Sicione de fabulosa antigüedad; Corinto, sobre el istmo del Peloponeso, con
un puerto en el Egeo y otro en el Jónico, enriquecida por el comercio
difundido en muchas colonias, asalariaba tropas extranjeras y dio contra las
de Corcira el primer combate naval de los Griegos (644); inventó el orden
corintio, el más elegante de la arquitectura. La Acaya estaba dividida en
doce repúblicas, cuya confederación pudo resistir a Roma. La bellísima
Élide era considerada como país sagrado, por los juegos olímpicos que en
ella se celebraban (77). La Hélade (78), o Grecia central, además del Ática,
comprendía la Megáride, la Beocia, con el lago Copais y las fuentes de
Helicón (79) y del Citerón; la Fócide (80), con el monte Parnaso y la ciudad de
Delfos, consagrados a Apolo, y enriquecida por la muchedumbre que acudía
al oráculo de este Dios; la Lócride, con los memorables desfiladeros de las
Termópilas; la Dóride; la Etolia, país de ladrones, famoso por los héroes
Etolo, Peneo, Meleagro y Diomedes; y finalmente la Acarnania (81), de escasa
población. |
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La Grecia septentrional tenía al Levante la Tesalia, y el Epiro a
Occidente. Se entra en la Tesalia por el paso de las Termópilas, cerca de las
cuales se halla Antela, donde se reunían los Anfictiones; este es país de
grandes señores, de caballería y de baile, con el delicioso valle del Tempe y
los montes famosos del Oeta (82), el Olimpo, el Pindo y el Osa, mansión de los
dioses, como de los centauros y de las magas; patria de Aquiles y de los
poetas Tamiris, Orfeo y Lino. El Epiro fue asiento de los Pelasgos, y las
penas del infierno egipcio fueron transportadas al Aqueronte (83) y al Cócito;
en la selva de Dodona, las encinas eran oráculos. La estirpe de Pirro
permaneció allí, mientras iban cayendo en otros puntos las razas heroicas. |
Islas |
Muchas islas circundan a la Grecia, algunas en grupos como las
Cícladas, las Equínadas y las Espóradas. Entre las Cícladas figuraban
Naxos, consagrada a Baco, que enseñó a sus habitantes el cultivo de la
higuera y de la vid; Ceos, patria de Simónides, Baquílides y Pródico; y
Paros, renombrada por sus mármoles estatuarios. Los horrores de Lemnos
consistían en que las mujeres, por venganza de Venus, tomaban de tal
manera en odio a los maridos, que los asesinaban; los habitantes de Lemnos,
por su parte, robaban a las mujeres de Atenas, cuyos hijos cohabitaban con
sus madres, por cuyo motivo, los maridos mataban a unos y a otras. Los
Atenienses mandaban cada año un navío a Delos, patria de Apolo, con todo
lo que se necesitaba para los juegos; nadie había de nacer ni morir en su
recinto; los habitantes vivían tranquilos, bajo la protección de su Dios; el
comercio era muy floreciente, sobre todo en esclavos. |
|
Creta, patria de Júpiter, y Chipre de Venus, dependieron de Atenas,
conservando, empero, la Constitución interior. Chipre, poblada por los
Etíopes, dominada por los Fenicios, tributaria de los Egipcios y luego de los
Persas, hallábase dividida en pequeños Estados, gobernados tiránicamente,
y riquísimos por su comercio: las jóvenes se prostituían en honor de la
Diosa. |
|
Corcira, la isla de los Feacios, fue principal causa de la guerra del
Peloponeso, en la cual se pusieron a la vela 120 navíos. |
|
Los Epidaurios, huyendo de los Dorios, ocuparon a Egina, que se
desarrolló después, merced al comercio, a la agricultura, al trabajo de los
metales y a la construcción de magníficos templos, entre los cuales figura el
Panhelenio, edificado por todos los Griegos en cumplimiento de un voto a
Júpiter. |
|
En la Eubea, cuyas principales ciudades eran Calcis y Eretria, cada una
tenía su gobierno propio. |
Colonias |
Los Griegos ejercitaban, además, su actividad fundando muchas colonias
desde el Asia Menor hasta las radas más ocultas del Mar Negro; desde el
Nilo hasta el Báltico y desde las costas de España y la Galia hasta la
africana Tirene. Estas se acrecentaban, y con ellas la riqueza y la
civilización de la madre patria, a la cual mandaban diputaciones y donativos
en ciertas solemnidades y durante los juegos. A menudo renovábase en el
suelo extranjero el nombre del país natal, y de las colonias vinieron los
poetas y filósofos más famosos, la escuela jónica y la arquitectura jónica y
dórica. |
Colonias
eolias |
Cuando la expedición de los Argonautas y la guerra de Troya hubieron
hecho conocer a los Griegos las costas del Asia Menor, fundaron éstos las
colonias más antiguas e importantes, donde se refugiaban los despojados
por la invasión dórica: propagadas hasta Ida, tuvieron doce ciudades, entre
las cuales sobresalieron Cumas y Esmirna, además de las islas Ecatoneso,
Ténedos y Lesbos, principal residencia de los Eolios, con Mitilene, donde
servía de oráculo la cabeza de Orfeo. Administrábanse todas
independientemente, y solo en las grandes ocasiones se reunían en Cumas (84). |
|
También los Jonios despojados por la invasión dórica, ocuparon las
costas meridionales de la Lidia, y las septentrionales de la Caria, fundaron
doce ciudades, es decir Focea, Eritras (85), Clazómenas, Teos, Lebedos,
Colofón, Éfeso, Priene, Miunte y Mileto; y en las islas, a Samos y Quíos (86);
celebraban solemnidades nacionales en el Panjonio, consagrado a Neptuno;
gobernábanse por repúblicas, cuando no caían en la tiranía o en la anarquía;
y aunque tributarias de los Persas, conservaban su independencia. En estas
colonias brillaron los filósofos Bías y Tales; Hipódamas, escritor político;
Anaximandro, fundador de la escuela jónica; Anaxímenes, Euclides,
Anaxágoras, Arquelao, Jenofonte y el poeta, Calino. Mileto se igualaba casi
a Cartago y Tiro por el comercio, y ascendían quizá a 300 sus colonias,
mediante cuyo concurso importaba granos, peces, pieles y esclavos de la
Rusia y de la Bulgaria. Esta importante ciudad fue destruida por los Persas. |
|
En el Occidente, Focea extendía su comercio, visitando la Italia, la Galia
y la España; en Córcega se establecieron muchos de los que huyeron de la
conquista persa, y se dirigieron otros a la Lucania. Pero su colonia más
importante fue Marsella, de donde se extendieron por Mónaco, Niza, Antibo
y las islas de Lerina e Hieres, Olbia, Tauromiento, Citarista, Agate y
Rodamusia, desarrollando el comercio y la población. Los marselleses eran
alabados por su orden y economía; trocaron las desnudas rocas en viñas y
olivares, cultivaron la ciencia y tuvieron rígidas costumbres, estando
prohibido a las mujeres beber vino; en la ciudad, nadie podía ir armado, y
estaban prohibidos los espectáculos teatrales. En esta población nació
Piteas, quien determinó la latitud de su patria por medio del gnomon,
demostró que las mareas se relacionaban con las fases de la luna, y recorrió
las costas occidentales y orientales de Europa, hasta la embocadura del
Vístula y la península Escandinava. |
|
La decadencia de Focea y Mileto, hizo que adquiriese preponderancia
Éfeso, famosa por el templo de Diana. Los Efesios decretaron que «el que
quisiese dominar por su talento o por su virtud, se fuese a otra parte.» |
|
Samos tuvo poder marítimo, y sus navíos, lanzados por la tempestad mas
allá del estrecho que hoy se llama de Gibraltar, recogieron más oro que el
que toda la Grecia poseía, con el cual los Samios construyeron un famoso
dique y el templo de Juno. Llegaron a ser proverbiales sus vasos. |
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Quíos era una de las islas más poderosas del Egeo; abundaba en
esclavos, y cada cinco años se celebraban en ella fiestas en honor de
Homero. |
Colonias
dóricas |
Los Dorios establecieron colonias en la costa meridional de la Caria y en
las islas de Cos (87) y Rodas, yendo a ellas paso a paso por el Peloponeso,
fabricando a Halicarnaso, Jaliso, Camino, Lindo y Cnido, donde Praxíteles
había hecho la estatua de Venus, y en donde nacieron el historiador Ctesias
y el astrónomo Eudoxio. Reuníanse los habitantes en el templo de Apolo
Triopio. Rodas era denominada la isla del sol, porque, no pasaba día sin que
este resplandeciese. En ella fondeaban las naves que iban a Egipto, y
famosos fueron su coloso y su ley marítima, que sirvió durante mucho
tiempo de norma al comercio. Acudíase a las escuelas para aprender
filosofía, elocuencia y bellas artes: sin embargo, en las fiestas de Saturno,
sacrificaban a un hombre y a un condenado. Parténope (Nápoles) y Salapía
en Italia; Gela y Agrigento en Sicilia, eran sus colonias. |
|
Las riberas de la Propóntide, del Euxino y de la laguna Meótides, estaban
pobladas de colonias, entre las cuales figuraba Bizancio, futura capital de
dos imperios. De las colonias situadas a orillas de la Tracia y de la
Macedonia, procedían gran número de esclavos. En la costa africana
hallábase Cirene, célebre por su tráfico, su agricultura, sus caballos, sus
magníficos jardines y exquisitas esencias. Fue patria de Aristipo, filósofo,
Calímaco, poeta, y Eratóstenes, geómetra. |
|
La Grecia había vencido, pero le quedaban a su lado los Sátrapas,
quienes procuraban seducirla con el oro y la molicie; la riqueza adquirida
introdujo un lujo corruptor; disipado el peligro común, nacieron las
discordias interiores. Los ciudadanos reedificaron a la derruida Atenas, a
pesar de la oposición de los Espartanos, los cuales alegaban que no
convenía tener una ciudad fuera del Peloponeso; Temístocles hizo trabajar
día y noche a libres y esclavos; atrajo a los habitantes por medio de
privilegios, fabricó el puerto del Pireo, y construyó una flota, que fue la
primera de las griegas; no quiso que se expulsaran de la Anfictionía a los
que no habían peleado contra los Persas; por lo que la Grecia quedó con
bastantes fuerzas para consolidar su autoridad en Italia y en las islas del
Egeo, extender el dominio desde Chipre hasta el Bósforo Tracio,
establecerse en la Tracia, en la Macedonia y en las costas del Euxino (90), del
Ponto hasta el Quersoneso Táurico. Arístides y Cimón hijo de Milcíades,
con los Atenienses; y Pausanias con los Espartanos, fueron a expulsar a los
Persas de Chipre y de Bizancio; pero Pausanias trató de enseñorearse de su
patria, por cuyo motivo los éforos lo amurallaron en un templo, siendo su
madre la primera en llevar piedras. |
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477 |
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Otro tanto se temía de Temístocles en Atenas, donde fue llamado a
juicio, pero él huyó de un lado para otro, hasta presentarse al rey de los
Persas, quien honró a su enemigo, designándole los réditos de tres
ciudades; aquel hombre ilustre no volvió a ver a su ingrata patria. Arístides
se conservó irreprochable y probo en la administración del tesoro de toda la
Grecia, y murió tan pobre, que el pueblo tuvo que sufragar sus funerales y
mantener a sus hijos. |
|
El Ática, península del Egeo, árida y montañosa, de solos 36
miriámetros de superficie desde el cabo de Sunio al río Citerón que la
separa de la Beocia, dividida en occidental y oriental por el Cefiso,
enriquecida por la agricultura, por la cría de ganados, por la extracción de
mármoles y metales, presentó la más espléndida civilización antigua, si
admirar podemos la que, bajo veinte mil ciudadanos, tenía mas de cien mil
esclavos, que Aristóteles calificaba de bienes animados, instrumentos más
refinados e indispensables. |
|
Habiendo llegado a ser la principal ciudad, Atenas constituyó en
confederación perpetua las principales repúblicas e islas de la Grecia,
excepto el Peloponeso: para continuar la guerra con los Persas, se
constituyó, por medio de contribuciones comunes, un tesoro que se
depositó en Delos; pero cuando, desvanecido el peligro, los confederados
se negaron a satisfacerlo, Atenas apeló a la fuerza, haciendo uso de las
armas; por cuyo motivo, muchas poblaciones se unieron a Esparta,
formando una liga contra Atenas. |
|
Aunque interiormente, los reveses y las fortunas alteraron la índole de
los dos pueblos y las instituciones de Solón y de Licurgo. Los reyes de
Esparta fueron reducidos a la nada por los éforos. En Atenas, Arístides
había hecho admitir los plebeyos en los cargos públicos, pero todo lo
podían los diez estrategos, generales anualmente renovados. En tanto,
trabajaban todos para el esplendor de la civilización, manifestada en
edificios, espectáculos, tráfico y agricultura; Homero era el libro de todos
los jóvenes; Sócrates peroraba en las plazas públicas; Sófocles disertaba en
el teatro; los poetas daban animación a todas las fiestas; Platón inspiraba en
la escuela, y Demóstenes persuadía en la tribuna. |
Cimón |
Cimón, hijo de Milcíades, reducido por Arístides a la probidad y a la
cortesanía, continuó felizmente la guerra contra los Persas, y al frente de
300 naves devolvió la libertad a las colonias griegas del Asia, dio caza a los
piratas, destruyó, en las riberas del Eurimedonte, la flota de Artajerjes,
sucesor de Jerjes, enriqueciendo y embelleciendo a su patria; tomó el
Quersoneso, y puso en poder de Atenas toda la flota de los confederados. |
461 |
Celosa Esparta, le movió guerra, pero la impidió la sublevación de los
hilotas y los Mesenios. Cimón propuso que se ayudase a Esparta a reprimir
aquella sublevación; pero los envidiosos lo acusaron de favorecer al
enemigo, y lo hicieron desterrar. |
Pericles |
Entonces prevalece Pericles, ilustre por nacimiento, hermosura, ingenio,
elocuencia y conocimiento de los tiempos y de los hombres. Raramente
peroraba; por cuyo motivo tomaba fuerza y crédito toda causa que él
patrocinase. No demostraba mirar por sus intereses ni por sus propias
comodidades; favorecía al pueblo; deprimía al areópago; y secundaba la
molicie y la lascivia. El mismo era dominado por Aspasia, cortesana
famosa por su gracia, su talento y su finura. Pericles fomentó las
comodidades y la suntuosidad de Atenas, con el Partenón y el Odeón.
Gastose once millones de pesetas en la fábrica de los Propileos, vestíbulo
dórico de la ciudadela, en el cual trabajaron Fidias, Mirón y Alcámenes; y
trasladó el Tesoro de Delos a Atenas, dando de tal modo a ésta mayor
carácter de metrópoli. |
550 |
Se indignaron otras ciudades, e instigadas por Esparta, se sublevaron
Corinto y Epidauro; multiplicáronse luego las guerras devastadoras, por lo
que Cimón fue llamado otra vez; este propuso una tregua de cinco años, y
para dar desahogo a los ardores bélicos de sus compatriotas, los excitó a
ayudar al Egipto rebelado contra los Persas; pero Megabazo desvió las
aguas del Nilo por medio de canales, y se quedó en seco la flota de los
Atenienses, quienes la quemaron para que no cayese en poder del enemigo. |
449 |
Cimón reparó los daños, sitió a Salamina, donde Artajerjes, cansado de
cincuenta años de guerra, propuso y obtuvo pactos, por los cuales quedasen
libres las colonias griegas del Asia, las escuadras persas se mantuviesen a
tres jornadas de distancia de la costa occidental, y que ninguna de sus
naves surcara el Egeo ni el Mediterráneo; en cambio, los Griegos no
molestarían mas al imperio. Cimón, autor verdadero de esta gloriosa paz,
murió de herida. |
Guerra del
Peloponeso |
Al faltar el gran pacificador, declaráronse los celos, y hubo tres años de
desórdenes interiores. La posesión del templo de Apolo puso eu guerra a
los Espartanos contra los Atenienses. Gobernados estos por Pericles,
domaban a las ciudades e islas que intentaban sustraerse de su primacía;
difundían la democracia y enriquecían la ciudad, procurando trasladar a
ésta el consejo general de la Grecia. |
435 |
Los Corcirenses, después de haber derrotado a los Corintios y devastado
la Élide, tierra santa, pidieron, para evitar el castigo, el auxilio de los
Atenienses, con los cuales vencieron. Entonces hubo tantas pretensiones y
quejas, que siete repúblicas del Peloponeso y nueve de la Grecia
septentrional, se coaligaron contra Atenas, cuyas tropas habían sitiado a
Potidea, llave de las posesiones de la Tracia. Esparta, al frente de los
principales Estados de tierra, se dio el título de protectora de la libertad
griega, amenazada por los Atenienses, que tenían de su parte las islas y la
colonias del Asia Anterior. |
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431 |
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Atenas se encontraba entonces en su apogeo, y Pericles anunció tener en
caja seis mil talentos (33 millones de pesetas), además de las riquezas
depositadas en los templos: en dos mil talentos se evaluaban los réditos
anuales de la ciudad, la que podía mover 300 naves y 12000 combatientes,
mientras una guardia urbana defendía la ciudad. Esparta, bajo el rey
Arquidamos, avanzaba despejando los campos, mientras que la flota de los
Atenienses devastaba las costas del Peloponeso. Aquella quería reducir los
pueblos a la forma aristocrática, mientras que estos aspiraban a regirlos por
el régimen democrático. Estando amontonada la gente en Atenas, declarose
la peste, entre cuyas víctimas se contó a Pericles, quien había lanzado a la
patria a tan terribles luchas. Ambas partes se obstinaron en causarse daño.
Aliados los Atenienses con el rey de Tracia y Macedonia y los Espartanos
con los Persas, se deliberó en plena asamblea ateniense, que se cortase la
mano a todos los prisioneros, a fin de que no pudiesen manejar los remos.
En fin Nicias, valiente capitán, consiguió una tregua de 50 años; pero no
habiendo desaparecido las causas, renovose muy pronto la guerra. |
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Alcibíades |
Alcibíades, sobrino de Pericles, hermoso, rico y elocuente, sabía
mostrarse tan pronto muy virtuoso como muy corrompido y con sus vivezas
se hacía perdonar sus iniquidades. Conocedor del arte de la guerra,
excelente medio para adquirir preponderancia, la encendió de nuevo,
quedando Esparta vencedora en Mantinea. Atenas ejercitó despóticamente
el derecho de la fuerza sobre la isla de Melos, devastándola después de
setecientos años de paz. |
414 |
Alcibíades tenía por antagonista al sabio Nicias, que se oponía
principalmente al proyecto de conquistar la Sicilia (91). Pero los audaces
prevalecieron y se decretó la guerra. Esta fue desastrosa, y el mismo Nicias
fue derrotado. Alcibíades acusado de los males acarreados a la patria, se
refugió en Esparta, donde aconsejó a los Espartanos que hostigasen a los
Atenienses, coaligándose con la Persia, adonde él mismo fue a defender su
mala causa. |
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Amenazada por los Persas y por los Fenicios, Atenas se encontraba en
grandes apuros; pero sucedió que una facción llegó a domar la democracia
mediante un consejo de cuatrocientos, que desplegó mucha tiranía. Este
consejo fue abatido por los valerosos Trasilo y Trasibulo, quienes volvieron
a llamar a Alcibíades, acordándole el mando supremo. Este calmó las
facciones; venció en tres combates navales; extendió su dominio sobre los
Jonios y los Tracios, y tomó a Bizancio. Esparta le opuso a Lisandro,
robusto, travieso, teniendo en poco la vida de los hombres y los
juramentos; aumentó la flota y agasajó a los Persas, pero concluido su año
de mando, los Atenienses destruyeron en las Arginusas la flota de los
Espartanos. Estos sintieron la necesidad de volver a llamar a Lisandro,
quien, querido de las tropas y provisto de dinero por Ciro, destruyó en
Egospótamos la armada ateniense, matándole 3000 prisioneros, en atención
a que los atenienses habían prometido decapitar a todos los del Peloponeso
que cayesen en sus manos. Perdió entonces Atenas su primacía en la mar,
que había conservado durante setenta y dos años; sitiada durante seis
meses, tuvo que sucumbir, y los Espartanos resolvieron destruirla, pero se
contentaron al fin con que demoliese las murallas del Pireo, entregase sus
galeras, a excepción de ocho, no pretendiese ejercer ningún dominio sobre
otra ciudad, volviese a llamar a los emigrados, recibiese de Esparta el
gobierno y la ayudase en la guerra. |
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404 |
Aquí termina la guerra del Peloponeso y la grandeza de Atenas. La
democracia la había elevado al apogeo de la riqueza, del poderío y de la
cultura; sus excesos la precipitaron en la ruina. Solón la había moderado;
Pericles la desordenó, asalarió a los vagabundos y retribuyó los cargos
públicos. Con la riqueza de los Persas entraron en Atenas el lujo y la
molicie; las cortesanas corrompían las costumbres; los sofistas turbaban las
inteligencias; ya no era vergonzosa la perfidia; se usaban abiertamente
contra el enemigo el engaño y la crueldad, y la superstición reemplazó a la
religión. |
401 |
Alcibíades, perseguido de muerte por los Espartanos, fue matado.
Trasibulo, al frente de los emigrados, libertó a Atenas, donde fue
proclamada la amnistía y reconstituido el gobierno de Solón. Pero todo esto
no detuvo los extravíos de las costumbres y de la justicia. Los sofistas lo
llenaban todo de palabras, convirtiendo las escuelas en palestras de
vanidad, de inercia de espíritu, y de fraseología puesta en lugar del
raciocinio. Eran maestros de vanilocuencia y de cabildeos; argumentaban
sobre todo, sosteniendo el pro o el contra según las facciones que
prevalecían, apoyando las usurpaciones de los fuertes y las cobardías de los
astutos, y combatiendo las creencias populares, sin sustituirlas por nada;
como los periodistas modernos, querían convencer de que se puede hablar
de todo sin preparación, sin meditación y sin convicciones. |
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Sofistas |
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Sócrates |
A los sofistas quiso Sócrates oponer el buen sentido y los cánones
eternos de la razón. Nacido de humilde cuna (470), había combatido por la
patria; reformó la filosofía, no con especulaciones abstractas, sino con
problemas prácticos, discurriendo con el pueblo y con los artesanos,
interrogándolos e induciéndolos por medio de simples preguntas a confesar
verdades inesperadas. Nada aseguraba, diciendo que solo una cosa sabía, y
era que no sabía nada. Confesaba que había un solo Dios, fuente de la
moral; y se creía en el deber de no callar la verdad. Haciéndolo así, debía
enemistarse con los charlatanes y los poderosos; fue puesto en ridículo en
el teatro por Aristófanes, y fue acusado en fin de impío, de corruptor de la
juventud y de visionario. Defendió brillantemente su causa, pero su defensa
fue inútil ante las algaradas de patriotismo, religiosidad y educación de sus
adversarios, y fue condenado a beber la cicuta. Pronto se arrepintió Atenas;
mató a Melito y desterró a Anito, enemigos de Sócrates, y multó o degradó
a los demás persecutores del gran filósofo. |
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400 |
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