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Agentes de los negocios del emperador. No se ha de entender que fuesen semejantes a los que ahora llamamos agentes de negocios, porque éstos sólo tienen los poderes y hacen las veces de toda clase de personas particulares, pero el empleo de aquéllos consistía en llevar ellos mismos las órdenes del emperador y hacerlas obedecer y ejecutar.
Había cinco clases de estos agentes: ducenarios, centenarios, biarcos, circitores y caballeros. Véase al citado Gotofredo sobre el Cod. Theod., título I, página 164.
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Es menester inferir de este pasaje que la turbación y aflicción en que se hallaba su alma en aquella lucha que tuvo consigo mismo en el huerto le obligaba a hacer todas estas acciones que aquí dice, y otras semejantes.
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Hoy día se conserva en Milán la tradición de que el huerto donde San Agustín oyó la voz del cielo que refiere aquí es el mismo que tiene ahora la iglesia de San Ambrosio, o por lo menos éste es parte de aquél; y que la capilla que se llama de San Remigio está en el mismo sitio en que se hallaba San Agustín cuando oyó aquella voz.
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Esta maravillosa conversión de San Agustín, que ha sido de tanta utilidad para la Iglesia, sucedió hacia los fines de agosto o principios de septiembre del año 386. Porque el mismo Santo dice más abajo (lib. IX, cap. II) que desde aquel lance hasta las vacaciones (de las vendimias, que serían por octubre) no faltaban más que veinte días. Por lo cual no sé qué causa tendría el autor del Martirologio Romano para poner la Conversión de San Agustín en el día 5 de mayo.
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Hace aquí alusión el Santo a la visión que tuvo su madre, Santa Mónica, el año 373 ó 374, en la cual se le representó una regla en que ella y su hijo estaban, como refirió el santo doctor en el lib. II, cap. XI, núm. 20.
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Alude el Santo doctor ya al salmo LXXXIII, 7, donde se dice: Beatus vircujus est auxilium abs te, ascensiones in conde suo disposuit, in valle lacrymarum; ya también al salmo CXIX, que es el primero de los quince que se llaman graduales, y son los que componen el Cántico de los grados que dice aquí San Agustín, y yo he traducido para explicarlo más, el cántico de los grados, que cantan los que suben hacia Vos, porque acostumbraban cantarse subiendo las quince gradas que tenía el templo de Salomón; cuya subida figuraba la que hacen los hombres de virtud en virtud para irse acercando a Dios, y en esto se ocupaban Agustín y sus compañeros entonces. También es verosímil que por aquel tiempo los rezase muchas veces con sus compañeros después de haberse convertido; y esto es lo que da a entender todo este pasaje, como dice Wangnereck.
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No quería Verecundo abrazar el Cristianismo, sino siguiendo aquel método de vida que Agustín y los suyos habían proyectado, y libre de la compañía de su mujer; y como esto no podía ser viviendo ella, por eso decía que no quería ser cristiano sino de un modo que no le era posible.
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Ya se dijo en el libro V*, cap. X, que uno de los errores de los maniqueos era negar que Cristo hubiese tomado verdadero cuerpo; error que ellos tomaron de otros herejes más antiguos, y particularmente de los docetas.
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[«libro IX» en el original (N. del E.)]
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Llámanse sacramentos preparatorios para el Bautismo los exorcismos, las señales de la cruz que se hacían sobre los catecúmenos, la sal misteriosa que se les daba, todo lo cual por ser cosas sagradas y misteriosas pueden llamarse sacramentos preparatorios, que es la frase con que también se explica el padre J. M.
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San Gregorio Nacianceno en la oración fúnebre de San Cesáreo dice lo mismo, y casi con las mismas palabras que San Agustín: Vos, dice, descansáis en el seno de Abraham; sea lo que fuere aquel lugar feliz.