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1

Para un estudio general del cuento español en la primera mitad del siglo XIX véase Rodríguez Gutiérrez (2004); para la historia de la prensa española en esos años Gómez Aparicio (1967), Seoane (1977), Sánchez Aranda y Barrera (1992) y Fuentes y Fernández Sebastián (1997). Un estudio exhaustivo y minucioso del Semanario Pintoresco Español en Rubio Cremades (1995).

 

2

Para las características generales del cuento romántico y su configuración temática, véase Rodríguez Gutiérrez (2003, 2004). Los datos que se dan en el gráfico sobre el promedio de cuentos románticos pueden ampliarse en las referencias anteriores y corresponden a un estudio realizado sobre 908 cuentos publicados de 1831 hasta 1850. La distribución por años es la siguiente: 1831 (29 cuentos), 1832 (16), 1833 (8), 1834 (11), 1835 (23), 1836 (18), 1837 (99), 1838 (42), 1839 (82), 1840 (102), 1841 (65), 1842 (18), 1843 (65), 1844 (37), 1845 (46), 1846 (68), 1847 (48), 1849 (47) y 1850 (24).

 

3

Véase Rodríguez Gutiérrez (2001).

 

4

Un análisis de este relato en Rodríguez Gutiérrez (2000).

 

5

Varios críticos han atribuido el cuento a Mesonero Romanos, a la sazón director del Semanario y que publicó en él por entonces varios artículos sin firma. Otros críticos han rechazado esta atribución por lo desusado del tema (historia de amores y venganzas entre contrabandistas andaluces) en un autor como Mesonero. Yo defiendo la idea de que no es de Mesonero, pues fue publicado con anterioridad (dato que no he visto recogido por ningún crítico en la polémica) en la Revista Gaditana en 1839. Que Mesonero, entonces en plena lucha por afianzar su Semanario, diera preferencia a una revista de Cádiz sobre la que él dirigía para publicar una obra suya me parece inverosímil. Lo que ocurrió, sin duda, es que el cuento ya apareció en la Revista Gaditana sin firma y Mesonero lo tomó de ella, en uso de una costumbre que por entonces había, según la cual los artículos sin firma se consideraban artículos de redacción, publicables libremente en otros medios escritos. En el índice del SPE de José Simón Díaz (1946) se recogen cartas de Mesonero sobre esta costumbre.

 

6

En 1860, en la Revista Literaria de Sevilla, volvió a aparecer este cuento, con el mismo título del Semanario, y con la firma (como traductor) de Fernán Caballero.

 

7

Los Folcloristas critican con frecuencia las alteraciones que Fernán Caballero hace en los cuentos folclóricos que utilizaba como base para sus «relaciones». Sin negar lo razonable de estas críticas desde el punto de vista del investigador del folclore, está claro que los que estudian la obra de la autora desde el punto de vista literario no pueden compartir esas críticas, pues, al fin y al cabo, son esas variaciones y alteraciones las que convierten a los cuentos de Fernán Caballero en una obra personal, distinta y casi siempre sugestiva y atractiva.

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