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Cuidado con el Quijote


Antonio Rodríguez Almodóvar





En el número de marzo de esta revista publiqué un artículo, de carácter más bien preventivo, sobre la que se nos venía encima con esto del centenario del Quijote, en materia de adaptaciones infantiles y juveniles; sobre los muchos peligros que entrañaba una ocasión tan sonada, y que en síntesis eran, y son: minimizar, infantilizar, ridiculizar o distorsionar la novela de Cervantes. Ya entonces me costó trabajo espulgar en las librerías algo que mereciera la pena y que no hubiera incurrido en algunos de esos riesgos, o en varios a la vez. Pero es que conforme se acerca el suceso, van llegando al mercado algunas versiones y adaptaciones, que empeoran lo ya visto.

Convendrá recordar, como cuestión previa, que el Quijote es un libro hoy no fácil de leer, a causa del paso del tiempo sobre su lenguaje. Ello no impide que, cuando se logra entrar en él, sea también uno de los textos más divertidos y jugosos con los que puede uno toparse, también hoy. La tentación de convertirlo en lectura para niños procede de esto último, de lo entretenido, pero no diluye el primer condicionante, lo dificultoso de su lectura. Eso, por no entrar en materias más complejas, como la ideología o la visión del mundo, nada sencillas tampoco, que transpira el libro. De todo ello se deriva que las mutilaciones, las adaptaciones, y los atrevimientos varios con que editores sin escrúpulos están inundando los escaparates, configuran un panorama inquietante, al que no hay más remedio que hacer frente.

Empezaré por descalificar todas las reescrituras de la novela que ya circulan. Es decir, todos los textos escritos ex novo, con lenguaje actual, sobre las anécdotas, el argumento de la obra cervantina. Un empeño que sólo un escritor de la misma talla que Cervantes podría acometer, y no es obviamente el caso. Pero es que, incluso dentro de esa temeridad, hay grados. Sólo me voy a detener en uno, que me ha parecido especialmente recusable: la adaptación que ha hecho Anna Obiols para Lumen, titulada Las aventuras de Don Quijote. Trátase de un álbum muy costeado -eso siempre, que se vea que hay recursos gráficos, para impactar-, con el que la editorial catalana pretende iniciar a los más pequeños en las peripecias del ingenioso hidalgo, con un lenguaje más que discutible a ese propósito («¡Por mis barbas si no cuidan sólo de su rebaño de ovejas!»!, exclama Sancho, por ejemplo, de manera apenas comprensible), pero principalmente con observaciones de lo más chocante: «Nuestros héroes llegaron a la conocida Sierra Morena»; «quiso imitar a Amadís de Gaula, quien se retiró a enloquecer, llorar y hacer penitencia». A consecuencia de esto último, Don Quijote «se desnudó y empezó a saltar, bailar y hacer volteretas». Lo de «hacer volteretas» sin duda es culpa de la traductora, Carla Palacio, que en otro momento también fusila el castellano: «dio las culpas a un encantador». El resultado, en fin, es un puro y simple disparate, una caricatura grotesca, donde ni siquiera se ha cuidado la edición, pues el texto informativo que aparece en las guardas finales está escrito para el principio. Claro que todo acaba teniendo explicación en la contracubierta, donde se asegura, -agárrense-: «Hace muchísimos años, un escritor de segunda, Miguel de Cervantes [...]». Menos mal que ni siquiera el oportunismo ha salvado al editor catalán de decir lo que realmente piensa del mejor escritor de la literatura castellana.

Así las cosas, me permito recomendarles que tengan mucho cuidado con lo que le compran a sus hijos y a sus alumnos, con esto de las efemérides del Quijote, no sea que hagan el ídem sin darse cuenta.

Pero como esta página es de recomendaciones, ahí van dos que sí me parecen razonables:

Don Quijote de la Mancha, ed. Grafalcos, Madrid, 1998. Buena la selección de capítulos. Algo más discutible la adaptación, por simple reducción de texto. Las notas, aunque mínimas, claras. (Deberían estar a pie de página y no al final de capítulo). Las ilustraciones de A. Albarrán, tipo cómics, muy expresivas y sin pretensiones.

Don Quijote de la Mancha, ed. Vicens Vives, Barcelona, 2004. La adaptación es de Eduardo Alonso, algo más extensas que las del libro anterior y con el mismo criterio: acortar y modernizar. Las notas, éstas sí al pie, resultan cómodas y ayudan mucho. Las ilustraciones de Víctor G. Ambrús, van en estilo más moderno, pero muy expresivas también.

Y repito, cuidado con el Quijote.





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