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31

Vv. 129-138. (N. del A.)

 

32

Ed. cit., p. 212, vv. 129-130 y 153-154. (N. del A.)

 

33

Vida y obra de Samaniego, Vitoria, s. a. (1975), pp. 103-106. José Berruezo («¿Cómo era Samaniego?», Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, año I, cuad. IV, pp. 383-387), examina el autorretrato satíricoliterario del fabulista, reproducido en el t. LXI de la B.A.E., p. 393, comparándolo con un retrato «de pincel» distinto del grabado que todos conocen, y recuerda que Fernández de Navarrete afirma que en dicho autorretrato, D. Félix María, «aunque con exageración, pinta sin falsedad sus defectos y cualidades físicas». Agradezco a Emilio Palacios Fernández la amabilidad de haberme facilitado una foto del cuadro pictórico reproducido por Berruezo. (N. del A.)

 

34

[el original presenta la numeración de verso de cuatro en cuatro; optamos por la numeración tradicional de cinco en cinco (N. del E.)]

 

35

Se dice ser Bilbaíno Cosme Damián. (N. del A.)35.1

 

35.1

[el original trae una llamada con número entre paréntesis «(1)» que remite al texto de la nota, reproducido al final del poema (N. del E.)]

 

36

V. 188 («O en Orate de Chinchilla»). (N. del A.)

 

37

Iriarte y su época, Madrid, 1897, pp. 262-263, n. 9. (N. del A.)

 

38

Fols. 58 r y v.:

Fábula a la moda, esto es insulsa y frívola. El loco de Chinchilla.

Es también de Dn Vicente García de la Huerta.


   Andaba en Chinchilla un loco
con la bellaca manía
de dar de palos a quantos
topaba por su desdicha.
   Ningº. quedaba libre
de su locura maldita:
al que no descalabraba,
magullaba las costillas.
   Pero, fuese compasión,
mentecatez o desidia,
de tantos apaleados
nadie acudió a la justicia
   Ni ésta pensó en recogerle
por estar la policía
mui atrasada en los tpos.
de que se cuenta esta hablilla;
   Hasta que uno de Albacete,
Murciano en las malas tripas,
Manchego en lo mal sufrido,
a Chinchilla llegó un día
   Atísvale el loco al punto,
y acercándose le tira
tan gran palo en la mollera,
que a ir sin montera le virla.
   El de Albacete, mohíno
de la ruin burla, le quita
el palo, y con él le vuelve
unas tornas bien cumplidas,
   Moliéndole de manera
entre nuca y rabadilla
que a no acudir gente allí
acaba el loco sus días.
   Escápase al fin, y como
si llevase el palo encima,
corre la Ciudad gritando:
otro loco anda en Chinchilla.
   De aquí procede el Refrán
y de aquí la Medicina
de aquel loco; ¡quántos uno
de Albacete necesitan!
   A muchos parecerá
insulsa la Fabulilla,
mas ¿qe falta es ésta en tiempos
en que tanta insulsez priva?



(N. del A.)

 

39

P. 262. (N. del A.)

 

40

En 1826, una tal María Gallardo, de 61 años, en un memorial dirigido a la Contaduría de Provisiones de Castilla la Vieja, pide, aunque sin éxito, que se le abone una viudedad por haber fallecido en Madrid en noviembre de 1809 su esposo Dn Eleuterio Geta, con quien casó el 1 de septiembre de 1787, y que «sirvió al Estado el dilatado tiempo de 43 años en el Real Canal de Campos», siendo nombrado por Real Orden de 8 de agosto de 1806 oficial primero de la Contaduría de Provisiones del Ejército de Castilla la Vieja con ocho mil reales de sueldo (A.H.N., Hacienda, 574/36). Aunque resulte difícil identificar al referido empleado con el supuesto «seudónimo» de Iriarte, se puede ver que «Eleuterio Geta» correspondía también, creo que casualmente en este caso, a una persona real, así como «Ramón Fernández», según he demostrado hace algunos años, no era el mismo Pedro Estala, editor de poetas castellanos del Siglo de Oro, sino su mecenas, profesor de cirugía y también editor de varias obras, en el período de la polémica entre Huerta y sus contrarios. La ayudanta de la maestra de la escuela gratuita sita en el barrio de la Comadre se llamaba por aquellos años Doña María de los Dolores Geta (Memorial Literario, abril 1785, p. 473). (N. del A.)