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250.       «Sobre Llegada de los dioses», Primer Acto, 138, noviembre 1971, p. 30.

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251.       Lázaro en el laberinto se estrenó en el Teatro Maravillas de Madrid el 18 de diciembre de 1986; Música cercana, en el Teatro Arriaga de Bilbao el 18 de agosto de 1989.

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252.       Puede verse al respecto el volumen El concierto de San Ovidio de A. Buero Vallejo, Madrid, Teatro Español, 1986. Acompañan al texto de la obra artículos críticos y datos complementarios.

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253.       «Discurso de Antonio Buero Vallejo en la entrega del Premio Cervantes 1986», en AA. VV., Antonio Buero Vallejo. Premio de literatura en lengua castellana «Miguel de Cervantes» 1986, Barcelona, Anthropos-Ministerio de Cultura, 1987, p. 44.

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254.       David Johnston (Introducción a Antonio Buero Vallejo, Música cercana, Madrid, Espasa-Calpe, Austral, 1990, p. 19) afirma que en ellas «Buero Vallejo saca a la luz del día tanto los residuos oscuros de culpabilidad como los sueños todavía no realizados que siguen latentes bajo la superficie de España democrática». Las citas de Música cercana corresponden a esta edición.

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255.       Antonio Buero Vallejo, «De mi teatro», 30, 1979, p. 210.

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256.       David Johnston, «Entrevista a Antonio Buero Vallejo», Ínsula, 516, diciembre 1989, p. 26.

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257.       Puede verse al respecto, Mariano de Paco, Introducción a Antonio Buero Vallejo, Lázaro en el laberinto, Madrid, Espasa-Calpe, Austral, 1987, pp. 10-21. Citamos por esta edición.

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258.       Buero emplea un notable y singular modo de expresar la actitud de Lorenza hacia Alfredo, por medio de frases e insultos en inglés. Con ellos mantiene semioculta su animadversión por los sucesos ocurridos hace muchos años, que al final se decide a manifestar. Ante la amenazante tardanza de Sandra, Lorenza se convierte en verdadero espejo de Alfredo (lo que no llega a ser el vídeo) y le devuelve la imagen de su egoísmo: «Lo que de veras le importa es usted mismo y nadie más» (p. 139). Cuando se sabe que Sandra ha muerto, los improperios son gritados en castellano. Nada puede ocultarse ya.

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259.       Aunque Álvaro se niega a admitir el progreso y a que se capte en fotografías la realidad, es un personaje que guarda semejanzas con Alfredo. La voluntad que éste tiene de vencer el tiempo nos hace recordar los deseos de la protagonista de Angelita de Azorín. Vid. Mariano de Paco, «'Abolir el tiempo': Angelita, auto sacramental», Montearabí, 8-9, 1990, pp. 57-64.

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