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981

Citamos del t. 6 de la segunda edición de las Obras completas (F. C. Saínz de Robles, ed., Madrid, Aguilar, 1951). El número de la página se encuentra entre paréntesis inmediatamente detrás de la cita.

 

982

W. Shoemaker habla de la necesidad platónica de luz, tanto en el sentido espiritual como en el físico, que siente el protagonista (cfr. W. Shoemaker, The Novelistic Art of Galdós, Valencia-Chapel Hill, Albatros Hispanofilia ediciones, 1982, t. 3, p. 218).

 

983

Cfr. L. Bonet Mojica, «Clarín, Jean-Paul, Baudelaire: un tríptico simbolista» en Clarín y La Regenta en su tiempo. Actas del Simposio Internacional [1984], 1987, pp. 951-983.

 

984

En las notas de Carolyn Richmond para la edición consultada (cfr. Leopoldo Alas, Treinta relatos. ed. de C. Richmond, Madrid, Espasa Calpe, 1983) la autora llama la atención hacia las coincidencias entre la biografía y las convicciones de Alas y las -ficticias- de Arial (notas 2, 3, 4, 8, 14, 15). En su introducción a los cuentos agrupados bajo el apartado de la religiosidad dice que es en Cambio de luz «donde quizá mejor se percibe la intensidad de las angustias padecidas por su autor» (ob. cit., p 258), advirtiendo sin embargo al lector contra la tentación de identificar la crisis del personaje con una experiencia del autor.

El análisis de Laura de los Ríos (Los cuentos de Clarín. Proyección de una vida, Madrid, Revista de Occidente, 1965, pp. 164-166), recuperado por Francisco García Sarriá (Clarín o la herejía amorosa, Madrid, Gredos, 1975, p. 211) se basa exclusivamente en una aproximación entre personaje y autor.

F. Pérez Gutiérrez (El problema religioso en la generación de 1868, Madrid, Taurus, 1975, p. 323) va por el mismo camino: «La vida entera de Clarín es una inquisición ininterrumpida de la verdad de lo divino y en la ceguera de Jorge Arial lo que con mayor probabilidad quiso dar a entender Clarín fue su necesaria renuncia a no pocas pretendidas 'evidencias' de la época como condición para abrirse una mirada interior.»

 

985

La 'lectura' que hace el personaje de Clarín de la sonata Beethoveniana difiere bastante de la que hace Tolstoy en el cuento que lleva el mismo nombre. Peter Gay observa al respecto: «The late Tolstoy, bring over with revulsion at sexuality, forced the danger inherent in love out in the open in his Kreutzer Sonata, that terrifying story of music-making, jealousy, and murder; it is one long demonstration of how music incites to lustful indulgence, to flirtation and adultery.» Cfr. Peter Gay, The Bourgeois Experience. Victoria to Freud. The Tender Passion, New York, Oxford University Press, 1986, p. 261.

 

986

L. Bonet (art. cit., p. 963) califica la teoría wagneriana como la «teoría del sonido musical entendido como 'voz' de lo inefable (para la razón) y lo oculto, en suma uno de los signos más puros de lo metafísico.»

 

987

Gay, ob. cit, p. 263. Pero conviene no olvidar tampoco a un clásico español como Fray Luis de León que en su «Oda III a Francisco Salinas» subraya el papel mediador de la música entre el alma y Dios. Ver también Bonet (art. cit., p. 968 n. 36) sobre la 'afinidad electiva' entre Clarín y Fray Luis.

 

988

Aquí un posible intertexto podría ser el inicio del cantar «Aunque es de noche» de San Juan de la Cruz: «Que bien sé yo la fonte que mana y corre, / aunque es de noche. / Aquella eterna fonte está ascondida, / que bien sé yo do tiene su manida. / aunque es de noche.» Cfr. E. Rivers, Poesía lírica del Siglo de Oro, Madrid, Cátedra, 1980, p. 179.

 

989

Nos llama la atención que, al contrario de lo que ocurre en el 'vuelo' místico, Arial baje a las entrañas de la tierra. Podríamos relacionar este descenso a lo subterráneo con la oposición superficie vs. profundidad, básica en el cuento.

 

990

Analizando una página de Viaje redondo (1896), otro cuento que trata la conversión religiosa, Laureano Bonet agrupa las significaciones del texto en seis puntos, cuatro de los cuales se pueden aplicar igualmente a Cambio de luz: (a) la nítida antítesis entre lo profundo y lo aparencial, (b) el papel de la música, que aporta las señas del vivir recóndito del universo, (c) la clarificación de lo oscuro previo el rechazo del racionalismo, (d) la insuficiencia del lenguaje para transmitir la experiencia estética. Cfr. Bonet, art. cit., pp. 966-969.