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1

Valdría mencionar a Esteban Echeverría, Andrés Bello, Domingo F. Sarmiento, José Mármol, José de Espronceda, Florencio Sánchez, Vicente Blasco-lbáñez, Tomás Bretón, Vicente Riva Palacio o José Ingenieros. Junto a Darío, fueron masones los modernistas José Martí, Antonio Machado y Leopoldo Lugones. Las referencias masónicas en Galdós fueron estudiadas por Ferrer Benimeli o Gómez Molleda. Las relaciones entre religión y literatura se apuntan en el libro de Llera, aunque los contactos entre modernismo y masonería aguarda todavía un estudio completo.

 

2

Leopoldo Lugones hijo da cuenta de todo esto (123-124). Lo mismo en Torres Roggero y Porto Bucciarelli, que estudian el componente hermético de Las montañas del oro (1897).

 

3

Para la filiación masónica e institucionista de A. Machado, véanse los estudios de Casalduero, Serrano y García-Diego. Incluso su «Retrato» puede leerse en clave masónica, con la triple estructura del Machado hombre, el artista-poeta y el filósofo; tres partes que se cierran con la referencia al «secreto de la filantropía» y a ese viaje final -«último viaje»- que es el viaje iniciático («casi desnudo»), equivalente a la parcial desnudez del ritual del neófito.

 

4

Luis Simarro llegó a ser Gran Maestre en la masonería española y se codeó con otros masones como Francisco Giner de los Ríos o Santiago Ramón y Cajal, con quien compartió intereses científicos.

 

5

En otro lugar (2004: 153-163) ya dimos cuenta del ocultismo dariano y de su religiosidad oscilante ligada a las doctrinas esotéricas y órfico-pitagóricas (2004: 181-220). Lo mismo han hecho, desde diversas perspectivas, valiosos críticos como Jrade, Ingwersen o Bourne.

 

6

Interesan destacarse los trabajos del Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME), dirigido por J.A. Ferrer Benimeli, autor de libros fundamentales, y compuesta por un valioso grupo de investigadores.

 

7

Mantero reivindicó la condición masónica de Darío pero omitió el pionero trabajo de Lagos. El testimonio de Martínez Sanz lo cita sólo parcialmente a partir del texto del diccionario de Frau y Arús, reeditado en Buenos Aires en 1947 (295). De ese mismo diccionario había dado ya cuenta Lagos sobre la edición de 1962.

 

8

De este hombre aseguró el biógrafo dariano Torres: «El doctor José Leonard aprovecha su permanencia en Nicaragua para difundir la literatura masónica. Su discípulo la lee mucho y con interés, por la atingencia que tiene el ritual masónico con el mundo oculto, y porque los grandes liberales de la época pertenecen a la secreta fraternidad [...] Como todo lo misterioso, el secreto masónico tiene para él un atractivo insinuante» (40). Sabemos también por Torres (358) y por el biógrafo Watland (216) que hubo una recepción a cargo de los masones nicaragüenses a Darío en su regreso al país natal en noviembre de 1907. Especial importancia tuvo también Manuel Maldonado, amigo masón que hospedó a Darío y que presidió el Comité de recepción pronunciando un discurso. El 24 de noviembre de 1907, Darío le respondió con «A Manuel Maldonado» y «Dedicando un retrato» (PC, 1022).

 

9

Esto es lo sustancial del relato de Martínez Sanz, recogido en el Libro Azul y que es el que aparece también en el diccionario de Frau y Arús, cuya primera edición de 1891 fue reeditándose con nuevas noticias. El relato de Martínez Sanz apareció en alguna de esas reediciones, como muestra la de 1947 usada por Mantero.

 

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La carta aparece en el volumen de Ghiraldo (480) y la cita Anderson Imbert (211). Arellano y Jirón Terán la incluyen también: «Mi querido maestro y amigo: Tengo mucho gusto de saludarle con el afecto y la admiración que siempre he sentido por usted, en ocasión de decirle que se halla en París, desde hace varios días, el señor don Leopoldo Lugones, el intelectual más fuerte del continente latinoamericano, al mismo tiempo que dado a los estudios de ocultismo; por otra parte, tiene un alto grado en la masonería argentina. El señor Lugones me ha manifestado el deseo que tiene de verle a usted. Así, pues, yo estaría contento de saber si usted podría almorzar con él y conmigo, el día que a usted le fuera posible, o si no, de recibir dos letras suyas diciéndome cuándo puede recibirnos y dónde. Además, le participo que se me ha confiado la dirección del Magazine Mundial, para cuyas páginas yo desearía producciones de usted, mi querido maestro y amigo, producciones que Mundial, la más fuerte revista que en su género ha aparecido en español, remunerará lo más dignamente posible que le permita su presupuesto de pago. Le ruego acepte una vez más el sincero testimonio de afecto y admiración que le presenta su seguro servidor y amigo, Rubén Darío. París, 30 de abril, 1911». (321-322)