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Editorial.

DIAZ GONZALEZ, Joaquín

El uso de símbolos colgados del cuello tiene un origen común a las religiones mahometana y cristiana, pues en ambas se usaban desde épocas remotas los escapularios o talismanes para liberar a los recién nacidos de su condición de seres sin conciencia. Esos escapularios tenían en muchos casos oraciones o signos escritos o dibujados y su uso era tan frecuente que muchos predicadores y numerosos concilios proponen su eliminación basándose en el carácter ambiguo de su significado así como en lo dudoso de su origen. Una de las oraciones más frecuentes, además de fragmentos de los cuatro textos Sinópticos –lo cual da muy a menudo a esos escapularios el nombre genérico de “evangelios”-, es la del Justo Juez, que precisamente comienza con las palabras “Justo Juez y Redentor…”.

Parece evidente, pues, que el uso de nóminas o papeles colgados del cuello es antiquísimo y entre cristianos y musulmanes se adopta con tanto fervor como recelo despertaba en los ministros de ambas religiones, pues podía comportar un abuso que lo acercara en ocasiones a la superstición. La leyenda de que los moros habían introducido en España la costumbre de llevar colgadas palabras para defensa de males del espíritu hizo sospechar a muchos exégetas acerca de su origen y de su efecto en las almas. Sin embargo es evidente que se han seguido usando hasta hoy y que han sido muy frecuentemente los conventos y monasterios de diferentes órdenes religiosas femeninas los que han contribuido a la difusión masiva de esos escapularios en los que se metían cuidadosamente fragmentos de los textos de Lucas, Marcos, Juan y Mateo, en ediciones diminutas salidas en los cuerpos más pequeños de diferentes imprentas de España (Santarén, Díaz de Rada, etc.) y se bordaban primorosamente para prenderse sobre las ropas o la cuna de los recién nacidos.