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La Alhambra. Granada. 1839-1843.

 

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Museo de las Lamillas. Madrid. 1843-1867. Revista mensual de literatura. Director: José Muñoz Maldonado, Conde de Fabrequer.

 

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Semanario Pintoresco Español. 10 de julio de 1836. Tomo 1. Pp. 121-125. El Marqués de Lombay está enamorado sin esperanza de Isabel de Portugal, esposa de Carlos V y su muerte provoca en él una honda crisis. Él cuenta consta de las siguientes partes: 1. Introducción. Presentación del personaje; 2. La caza. Diálogo entre Lombay e Isabel; 3. El Oratorio: Un monólogo de Lombay que al abrir la Biblia se encuentra con el Cantar de los Cantares, cortado por el anuncio de la enfermedad de Isabel; 4. El Emperador. Un diálogo entre Carlos V y Lombay hablando de la muerte de la emperatriz; 5. Lombay: El cortejo fúnebre de la reina, conducido por Lombay hasta la iglesia de Granada, contado buena parte a través de un monólogo de Lombay; 6. Conclusión: Se nos dice que Lombay es el Duque de Gandía, futuro San Francisco de Borja. El relato puede consultarse en Rodríguez Gutiérrez (2008a y 2008b) y en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: <http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/24694918878836611754491/032069.pdf?incr=1>.

 

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Semanario Pintoresco Español. 11 de septiembre de 1836. Tomo 1. Pp. 193-195. Zulema ama a Fadrique, prisionero cristiano. Ambos resuelven huir. El padre de Zulema les persigue y les alcanza junto a una peña. Ambos se suicidan arrojándose de la peña. El cuento se divide en seis escenas. 1. Dialogo de Zulema y Zaida; 2. Descripción del templete donde está Zulema y del lema que en él hay: «Morir gozando»; 3. Diálogo entre Fadrique y Zulema; 4. Fadrique intenta descifrar un mensaje (lenguaje de las flores) que le ha dejado Zulema en un ramo y contesta con otra flor; 5. Diálogo entre Zulema y Fadrique mediante el cual se cuenta la huida, persecución y muerte; 6. Conclusión. El relato puede consultarse en Rodríguez Gutiérrez (2008a y 2008b) y en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: <http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/24694918878836611754491/032069.pdf?incr=1>.

 

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«Este templete, formado por columnas de pórfido, cuyos capiteles y bases de bronce cincelados representaban mil peregrinos juegos de cintas y de llores, estaba cubierto por un techo de cancha embutido de nácar; alrededor, y en medio de los arcos, sendas vidrieras de coloree dejaban entrar la luz del sol modificada por mil iris, o descubrían su horizonte de dilatados jardines. En tomo se extendían almohadones de terciopelo verde con franjas de oro, intermediadas por floreros de porcelana y por perfumadores de plata. Un tapiz de brocado cubría el pavimento, y en el centro un baño de alabastro recibía los caños de agua olorosa, que le tributaban dos ánades de oro.

Todo era placer alrededor de la bella virgen; todo luto y desconsuelo en lo íntimo de su corazón. Como si no estuviera aquél aposento examinado con una sola mirada, Zulema recorre con las suyas las paredes de aquél pabellón. Se revuelve con violencia, su tocado se descompone, el cabello flota en tomo al ímpetu de su movimiento, y luego, desesperada y exánime, cae sobre uno de aquellos cojines que la rodean, así como la erguida palma agitada por el huracán en medio del desierto, sacude una y otra vez su ramaje alrededor de sí y al fin, tronchada por el pie, se desploma sobre la arena».



 

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Como indicaba Romero Tobar (1990, 160): «Dos técnicas diferentes de reproducción de grabados implicaban proyectos editoriales y artísticos diversos, aunque la intuición básica de la correlación entre texto y grabado fuera común a los usuarios de ambos procedimientos» (la cursiva es mía).

 

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Un repaso de la evolución de los grabados que aparecen en la portada del Semanario Pintoresco Español nos muestra que el interés del público se dirige hacia los grabados que le presentan vistas reales, retratos de personajes auténticos, lugares existentes. El público de la prensa tiene una «apetencia de realidad» que lleva a los periodistas a proporcionar imágenes de esas realidades. El cuento y el poema narrativo siguen apareciendo en la prensa ilustrada, pero ahora ya cada vez con menos ilustraciones y pasada ya la primera mitad del siglo, es muy habitual encontrar relatos, tanto en prosa como en verso, sin una sola ilustración. Será en el libro donde podremos encontrar ilustraciones de la narrativa. Para la prensa la ilustración «real», y para el libro la ilustración «inventada», podríamos decir. En los últimos años del Semanario, a partir de 1850, los relatos apenas llevan ilustraciones.

 

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El relato puede consultarse en Rodríguez Gutiérrez (2008b) y en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: <http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/24694918878836611754491/032069.pdf?incr=1>.

 

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«La naturaleza no ha creado en el hombre un ser aislado, destinado solamente a cultivar y poblar la tierra, sin tener, con todo lo que no sea de su especie más relaciones que la estéril e invariable comunicación nacida de su utilidad y de su egoísmo. No, ciertamente; entre todos los seres, físicos y morales, existe una gran correspondencia. No hay una sola persona, al menos yo así lo creo, que al tender sus miradas hacia un horizonte sin límites, al pasear la playa adonde vienen a estrellarse las olas del mar, o al levantar los ojos al firmamento poblado de estrellas, no haya experimentado una especie de emoción que no le ha sido posible analizar o definir. Parece que voces desconocidas, llenas de misterio y de armonía, bajan de lo alto de los cielos, se lanzan de la cima de las rocas, resuenan en el fondo de los torrentes y de las selvas que se agitan, y se alzan de las concavidades de los abismos. ¡Hay un no sé qué de profético en el tardo vuelo del cuervo, en el fúnebre grito de las aves nocturnas, en los lejanos rugidos de las fieras del desierto!... Todo lo que no está civilizado, todo cuanto existe libre del artificioso dominio del hombre, habla a su corazón. Sólo las cosas que él ha adulterado para su uso son mudas, porque están muertas. Pero estas mismas cosas se reaniman, vuelven a tomar una vida mística, cuando el tiempo desgasta y destruye su utilidad. La destrucción, pasando sobre ellas, las vuelve a su relación con la naturaleza... Por eso los edificios modernos son monumentos mudos: por eso las ruinas tienen voz. Todo el universo se dirige al hombre con un lenguaje inefable, que se hace sentir en el interior de su alma, en una parte de su ser desconocida a él mismo, y que participa de los sentidos y del pensamiento» (Fragmento del cuento «Una impresión supersticiosa». Cito por Rodríguez Gutiérrez, 2009, 355-356).

 

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Madrid. 1807-1891. Seudónimo: El Tío Pilili. Fundador de la Academia Española de Arqueología (1837) Anticuario de la Biblioteca nacional. Autor de obras sobre numismática y antigüedades. Director de Observatorio Pintoresco (1837), El Bibliotecario (1841) y El Trovador Español (1841). Novelas: Elmours y Matilde, o sea la horrenda venganza (1829); Carlota Creyston, o sea la víctima de su virtud (1829); Enrique y Sinforosa y los amigos virtuosos (1830-31), La heroína de Madrid o Clorinda y Mustafá (1832); El caballero de Madrid en la conquista de Toledo por Alfonso VI (1836); Los amantes desgraciados; Los terribles efectos de la inconstancia.