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ALEIXANDRE, Vicente, «Emilio Prados, niño de Málaga», Los encuentros, Madrid, España-Calpe, 1985, p. 152.

 

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Refiere al respecto V. Aleixandre: «Cuando Emilio creció, su mirada se desparramó. Como a todos los niños, le gustaba bajar a la playa. Pero como pocos, él se hizo amigo de los pescadores. Emilio tenía una comunicatividad que le nacía de su intuición de los demás [...]. Él sabía que José vivía en la calle del Perchel, que Manuela era la mujer de Paco, que Rogelio tenía cuatro niños chicos [...]. Cuando Emilio se hizo muchacho, luego hombre, aquellas amistades seguían y otras habían nacido. En sus versos de los años treinta hay rastros de aquella vida común, que en tantos aspectos de su perfil moral habían de contar decisivamente». Véase ALEIXANDRE, V., «Emilio Prados, en su origen», Los encuentros, óp. cit., pp. 155-156; recogido también en Ínsula, n.º 187, pp. 1-2, y n.º 499-500, p. 24.

 

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PRADOS, Emilio, Diario íntimo, edición, introducción y notas de Manuel Salinas, Málaga, Centro Cultural Generación del 27, 1998, páginas 20-21. El Diario fue editado anteriormente por José Luis Cano, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, colección Juan Such, n.º XV, Málaga, 1966.

 

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Revista de Occidente, n.º 51, 1927, pp. 384-387. Comenta en este artículo Gerardo Diego: «Quien conozca ya al poeta de Tiempo queda un poco desconcertado después de acompañarle en sus seis seguimientos y de asistirle en sus correspondientes ausencias. A aquella generosa liberalidad de imágenes, sucede en este libro una extraña avaricia. No es que escaseen las imágenes. Es que no se las ve [...]. Están prensadas, exprimidas, mates, como aplicaciones en el vasto tejido de una adusta arquitectura [...]. Seguimiento y ausencia en el vacío tras de una presa esterilizada y enigmática».

 

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El propio Gerardo Diego aclara que Prados participa en su Antología «en contra de su voluntad», y Aleixandre explica que en esta época el poeta está rodeado de «la gente más inesperada», refiriéndose al ambiente sindicalista en que se movía el poeta. Véase Poesía española. Antología 1915-1931, Madrid, 1932, p. 387. El propio Prados confirma esta negativa en una carta dirigida a José Sanchís-Banús (21-10-58): «No quise figurar en la Antología de Gerardo Diego porque mi moral (de entonces) me lo impedía. Yo creía en un verdadero cambio que deberíamos al "surréalisme". Así se lo dije a Vicente y a Luis [...]. Pero la verdad es que después de acordar, los tres, no tomar parte en la Antología, me quedé solo y triste, con mi verdad o mi mentira». SANCHÍS-BANÚS, J., 45 lettres inédites d'Emilio Prados, annotées et commentées, Tesis Doctoral inédita, París, 1972. Recogida dicha carta en HERNÁNDEZ, P., «La ética surrealista de Emilio Prados», Surrealismo. El ojo soluble, Litoral, n.º 174-176, p. 198.

 

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Durante mucho tiempo se creyó que Prados se había negado tajantemente a participar en la segunda Antología, por un alejamiento decidido de los ideales poéticos del grupo. Pero la verdad fue aclarada por el propio poeta en una carta dirigida a Camilo José Cela, con motivo de una Antología-homenaje que sobre la generación quería hacer este último (7-4-58): «Y ahora, le voy a decir una cosa que no sabe Gerardo y que yo le diré a él, después de recibir su carta [...]. La cosa no tiene importancia; pero sí gracia [...]. Lo digo porque la verdadera negación mía, para figurar en la Antología, fue refiriéndose a la 1.ªA. Mi actitud entonces era "feroz", y recuerdo que le dije a Gerardo "yo no conozco a Emilio Prados"... y otras variantes del mismo tono. Cuando se iba a editar la 2.ªA, me dijo Gerardo: "si no recibo carta tuya, para esta fecha, es que no deseas tomar parte en el libro". Y yo, por flojera, lo fui dejando... Y salió el libro, con la aclaración que ya conoce. Esto, no crea que me duele, más que en el sentido de que, al cabo de tantos años, nadie sabe la verdad que ahora le digo. No me dolió entonces, porque mi "firmeza" de cuando la 1.ª Antología ya se había venido a tierra, pero ya pensaba, como hoy, que tal vez mi poesía no tenga lo que yo con toda el alma he querido darle. Véase CARREIRA, Antonio, Presentación de un epistolario de amistad. Cartas entre Emilio Prados y Camilo José Cela, Iria Flavia, 1996, p. 51.

 

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BLANCO AGUINAGA, Carlos, Emilio Prados: vida y obra, Málaga, Centro Cultural Generación del 27, 1999, p. 35. La obra aparece publicada por primera vez en Revista Hispánica Moderna, Nueva York, XXVI, n.º 3 y 4, 1960.

 

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Respecto a esta poesía señala Mercedes Díaz Roig: «... el poder de evocación de las metáforas, la plasticidad de las imágenes, la expresividad del lenguaje y la magia sonora de los versos, unidos a la profundidad de su sentimiento personal, hacen de esta poesía comprometida de Emilio Prados un documento poético y humano que nos encanta y conmueve a la vez». Poesía comprometida de Emilio Prados publicada durante la guerra civil española, UNAM, 1970. La obra pradiana en los años anteriores a la Guerra Civil, y durante ella, ha sido estudiada más detenidamente, entre otros autores, por GARCÍA DE LA CONCHA, V., La poesía española de 1935 a 1975. De la preguerra a los años oscuros (1935-1944), Madrid, Cátedra, 1987; CANO BALLESTA, Juan, «Poesía y revolución: Emilio Prados (1930-1936)», en Homenaje Universitario a Dámaso Alonso, Madrid, Gredos, 1970, pp. 231-248, y «Emilio Prados: el compromiso y su crisis», en La poesía española entre pureza y revolución (1930-1936), Madrid, Gredos, 1972, pp. 183-195; y LÓPEZ DE ABIADA, J. M., «La poesía política de Emilio Prados anterior a la guerra civil: de los poemas de adhesión al movimiento revolucionario de "No podréis" (1930-1932) a los romances elegíacos y de denuncia de Llanto de octubre (1934)» y SANTOS SILVA, Loreina, «Los romances de Emilio Prados: dos compromisos», ambos en Estudios de folklore y literatura dedicados a Mercedes Díaz Roig, edición de Beatriz Garza Cuarón e Yvette Jiménez de Báez, Colegio de México, 1992, pp. 861-873 y 875-886 respectivamente.

 

559

GARCÍA DE LA CONCHA, V., La poesía española de 1935 a 1975..., óp. cit., p. 173.

 

560

PRADOS, Emilio, La voz cautiva, en Poesías completas, tomo I, edición y prólogo de Carlos Blanco Aguinaga y Antonio Carreira, México, Aguilar, 1975, pp. 488, 503-504, 505.