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751

María Dolores Arana, «Vicente Aleixandre, Sombra del paraíso», Las Españas, 6 (septiembre 1947), p. 4; y Adolfo Sánchez Vázquez, «Dámaso Alonso, Hijos de la ira», Ultramar, 1 (junio 1947), p. 25.

 

752

León Felipe, Español del éxodo y del llanto. La Casa de España en México, México D.F., 1939, p. 26.

 

753

La férrea represión ejercida por la dictadura no parece haber dejado mucho margen de actuación a la U.I.L., quien, de todos modos, por razones geográficas, se habría apoyado sobre todo en los españoles exiliados en Francia. Véase la nota anónima: «La voz de la resistencia española se dirige a los intelectuales desterrados», Ultramar, 1 (junio 1947), pp. 12 y 20.

 

754

Véase «Balcón a la poesía actual en España», Las Españas, 23-25 (abril 1953), pp. 26-27; y Manuel Bonilla Baggetto, «La joven generación poética española. Comentario a una antología», Las Españas, 23-25 (abril 1953), pp. 39-40. El primero en Las Españas en ocuparse de esta nueva poesía fue Isidro Enríquez Calleja, en su elogiosa reseña del libro La espada y la pared, de Victoriano Crémer, publicada en Las Españas, 21-22 (mayo 1951), p. 23. Por estas mismas fechas, véase también José Pascual Buxó, «Salvador Pérez Valiente (Los temas de su poesía)», Ideas de México, 2 (septiembre-octubre 1953), pp. 79-85.

 

755

Anónimo, «Una nueva generación intelectual», Nuestro Tiempo, año IV, 7 (octubre 1952), p. 3.

 

756

En el primer número del Boletín (agosto 1956) se publicaron reseñas elogiosas de El extraño, de Leopoldo de Luis; Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos iberos, de Gabriel Celaya. En la última entrega de Las Españas, correspondiente a julio de 1956, no sólo se publicaron notas muy favorables sobre el Libro de Santiago, de Victoriano Crémer y (nuevamente) sobre los Cantos iberos, de Celaya, sino que también se dio a conocer un extenso ensayo sobre «La España de hoy en su poesía real», en que Celaya, bajo el pseudónimo de «Felipe de San Miguel», dejó claramente resumidas las preocupaciones sociales y morales que inspiraban al movimiento poético del que él mismo formaba parte.

 

757

Max Aub, «Algunos poetas españoles», Ideas de México, 15 (enero-diciembre 1956), pp. 5-106. Los poetas incluidos fueron: Carlos Bousoño, Gabriel Celaya, Victoriano Crémer, Antonio Fernández Molina, Ángela Figuera Aymerich, José Luis Gallego, Vicente Gaos, José García Nieto, Ramón de Garciasol, Pío Gómez Nisa, José Hierro, Miguel Labordeta, Leopoldo de Luis, Agustín Miralles Sall, Rafael Montesinos, Eugenio de Nora, Bias de Otero, Salvador Pérez Valiente y José María Valverde.

 

758

León Felipe, «Palabras...» prólogo a Ángela Figuera Aymerich, Belleza cruel, Premio de Poesía «Nueva España», 1958, de la Unión de Intelectuales Españoles en México (Compañía General de Ediciones, S.A., México D.F., 1958), pp. 10-11.

 

759

Manuel Bonilla Baggetto, «La joven generación poética española. Comentario a un antología», Las Españas, 23-25 (abril 1956), p. 39. Su ensayo ofrece un interesante comentario sobre la famosa Antología consultada de la joven poesía española, de Francisco Ribes. En los primeros años de la postguerra, Bonilla había estado preso en las cárceles franquistas, donde coincidió con varios intelectuales disidentes del interior, de ahí, sin duda, su interés en reivindicar el valor de esta nueva generación. Véase también su artículo sobre «José Luis Hidalgo y las dos tendencias de la poesía actual española», Clavileño, 1 (mayo 1948), p. 6.

 

760

Max Aub, «Poesía desterrada y poesía soterrada», Sala de Espera, 5 (octubre 1948).