El manuscrito original del auto «Llamados y
escogidos», de Calderón
Manuel Sánchez Mariana
La Sección
de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, como cualquier otra gran
colección de manuscritos del mundo, todavía puede
ofrecer alguna grata sorpresa de vez en cuando; en esta
ocasión, además de grata no ha podido ser más
oportuna: a principios del presente año de 1981, en un
legajo de varios papeles procedentes de la biblioteca de don Luis
de Usoz y Río -generosamente donada a la Nacional por su
viuda en 1873-, que se había quedado olvidado entre los
expedientes del archivo de nuestra Biblioteca, hallamos un
manuscrito del auto sacramental Llamados y escogidos, de
don Pedro Calderón. El manuscrito, desconocido de los
bibliógrafos, llevaba al final la firma del autor, y
tenía todo el aspecto de ser un original autógrafo,
lo que pudimos confirmar fácilmente comparándolo con
otros existentes en la Biblioteca Nacional.
El auto nos era ya
conocido, pues, aunque nó aparece en las ediciones impresas
en vida del autor, se incluyó, aparte de una rara
impresión de principios del siglo XVIII1,
en las colecciones de Pando y Mier, de 1717 (I, pp. 313-333)2,
de Fernández de Apontes, de 1759 (II, pp. 312-332), y de Valbuena Prat, de 1952
(III, pp. 455-468).
Existían, además, unos cuantos manuscristos del
mismo, copiados todos en el siglo XVIII, bien sueltos, bien en
colección, y cuyo texto procede quizá en todos los
casos de las ediciones de ese siglo: cuatro en la Biblioteca
Nacional (mss. 15.059; 17.214;
14.847, fols. 350-366v; 16. 276, fols.
181-205v), y uno en cada una de las
siguientes colecciones: British
Library, de Londres (ms. Eg. 1789, fols.
184-206); Archicofradía de Nuestra Señora de la
Novena, en la madrileña parroquia de San Sebastián
(Autos de Calderón, parte V); y University of
Pennsylvania Library (ms. Span. 32.°, N.º 7).
El manuscrito
autógrafo de Llamados y escogidos está
formado por un único cuaderno compuesto de quince bifolios
de papel (actualmente foliados de 1 a 30), cosidos toscamente en su
centro, sin ningún tipo especial de cubierta ni
encuadernación. El cuaderno se encuentra bastante
deteriorado en sus bordes, sobre todo en el ángulo inferior
externo, aunque este deterioro apenas afecta al texto, colocado,
como en todas las obras dramáticas, en el centro de la
pagina, y únicamente se han perdido los nombres de algunos
personajes y parte de ciertas acotaciones marginales. La filigrana
del papel muestra tres círculos verticalmente tangentes (el
central corresponde al doblez del folio), con una corona
superpuesta, llevando el círculo de arriba en su interior
una H, y el inferior las letras BD. Sobre los folios 1, 2, 3 y
30v se estampó, quizá al
recibirse en la Biblioteca Nacional, un sello de tinta azul
idéntico al que figura en otros libros de la misma
procedencia, en el que se lee: «Librería de D.
Luis de Usoz. 1873».
Comienza el
manuscrito con una portadilla (fol. 1),
cuya transcripción exacta es la siguiente:
«JHS María
Joseph. / Llamados y escojidos. / Auto sacramental alegórico
/ compuesto / por don Pedro Calderón de la Barca, caballero
/ de la Orden de Santiago. / Para la ymperial ciu.d de Toledo en
las / fiestas del Ssantísimo Sacram.to. /
Año de 1643. / Siendo comisarios los ss.res don Joan
Fernández / de la Quadra, don Thomás
Ordóñez y Sanp.º,
/ Joan Hortiz de Montalbán, y Diego / de Venavente y Chaues.
/ Es para la Compª
de Pedro de la [Rosa].»
La vuelta del
fol. 1 está en blanco. En el fol.
2 figura el reparto de los personajes del auto con los nombres de
los actores que lo representaron, parcialmente perdidos por el
deterioro del papel. Creemos interesante reproducirla, teniendo en
cuenta que hay una serie de personajes, que simbolizan
países, que no aparecen en las ediciones de este auto:
«Personas yntroducidas en este
auto:
Daniel
Pedro de Velasco.
Ysayas
Contreras con barba.
El Rey
Morales con barba.
El Príncipe
Jacinto.
La Voz del
Príncipe
San Miguel.
La Esposa
Jusepa
Mança[na].
La Fee
la nueba.
La Mentira
Pedro de la Rosa.
La Verdad
Cosme [Pérez].
La Jentilidad
Ysauel de
[Góngora].
La Sinagoga
Catalina de la
[Rosa].
España
Pedro de Vela[sco].
Etiopía
María
Jiménez.
Citia
Bustaman[te].
Persia
Contreras.
Chipre
María [...]
Armenia
R [...]
Siria
[...]
Padmos
[...]
Soldados de la
Sinagoga
Soldados de la
Jentilidad.»
En el folio 3
comienza el texto, que concluye en el 28v con la fórmula exculpatoria de todos los
autos autógrafos de Calderón y con su firma. Los
fols. 29-30 contienen la «Memoria de las
apariencias deste auto» (que editamos en
apéndice); en el mismo folio 30 comienza la licencia para la
representación en Toledo y su arzobispado, que concluye en
el 30v:
«En la
ciudad de Toledo, a beinte días del mes de mayo de mill y
seiscientos y quarenta y tres años, su señoría
el Doctor don Andrés Fernández de Hipenza, electo
Obispo de Jucatán, del Consejo de Su Magestad, Inquisidor y
Vicario general en la dicha ciudad y su Arzobispado, aviendo bisto
estos autos y el parecer del Dr. don
[...] de Miranda, a quien se le [...] para que le diese, [dijo] que
daba y dio licencia para que se puedan representar en esta ciudad y
su arzobispado. Así lo proveyó, mandó y
firmó.
D. Andrés Fernández de Hipenza, Obispo
electo de Yucatán.
Ante mí,
Matheo de Cañizares.»
Por tanto, frente
a las vacilaciones que hasta ahora existían al tratar de
fijar su fecha3,
queda ya establecido cuándo se representó por primera
vez este auto -a primeros de junio de 1643-, y en qué
ocasión -las fiestas del Corpus de Toledo-. Probablemente no
fue el único auto de Calderón que se
representó entonces, pues, al dar la licencia se manifiesta
«aviendo bisto estos autos», y
se da «licencia para que se puedan
representar en esta ciudad»; sabemos que al año
siguiente de 1644 se montaron en el Corpus de Toledo dos autos de
Calderón: La humildad coronada y El socorro
general.
Los actores que lo
representaron eran los habituales en la compañía de
Pedro de la Rosa por aquellos años. Algunos de ellos estaban
en la compañía desde 1636: Isabel de Góngora,
«representanta, viuda de Juan
Vizcaíno», contratada para hacer la segunda parte
de damas, cantar y bailar; Francisco de San Miguel, para cantar,
tañer y representar; Pedro de Contreras, para cantar y
representar4.
Jerónimo de Ayala y su mujer María Jiménez se
concertaron para actuar con Pedro de la Rosa en 1641, ganando 19
reales de ración y representación para ambos, 300
reales y dos caballerías para la fiesta del Corpus y 500
prestados durante la Cuaresma5.
Jusepa Mazana (hija de Juan Mazana, músico y cantor), junto
con su marido, Juan de Tapia y Sandoval (músico), se
concertó en febrero y marzo de 1643, para hacer
aquélla los cuartos papeles, ganando 13 reales de
ración, 17 por representación, 500 por el Corpus y
400 prestados; por las mismas fechas, Cosme Pérez, alias
«Juan Rana», se obligó a asistir hasta el Corpus
de dicho año en la compañía de Rosa, haciendo
toda la parte de la «graciosidad», ganando 12 reales de
ración, 20 por representación, 50 ducados por el
Corpus, y 1.000 reales prestados6.
Ignoramos quién era «la nueba» que
interpretó el papel de La Fe; tampoco hemos localizado la
identidad de Pedro de Velasco, que hizo los papeles de Daniel y de
España, a menos que sea el Francisco de Velasco que consta
en las listas de actores en 1642 y 1644. En este último
año figuraban en la compañía de Rosa, entre
otros, el dicho Francisco de Velasco (primer galán), Pedro
de la Rosa (autor de la compañía y segundo
galán), Jacinto Becerril (tercero), Jerónimo de
Morales (barba), Pedro de Contreras (cuarto y músico),
Francisco de San Miguel (músico), Cosme Pérez (el
gracioso Juan Rana), Catalina de la Rosa (o Catalina de
Nicolás, mujer de Pedro de la Rosa, primera dama), Isabel de
Góngora, Jusepa Mazana (tercera dama), María
Jiménez, María de los Santos, Toribio de Bustamante
(vejete), etc.7.
Puesto que este
auto no se imprimió en vida de su autor, el manuscrito
autógrafo nos proporciona el único texto
válido. No deja de tener interés, sin embargo, el
cotejo con el editado por Pando y Mier en 1717, en el que
podría habérsenos transmitido alguna variante de
época calderoniana. Este cotejo nos pone de manifiesto la,
en general, buena calidad del texto de Pando, así como la
existencia de algunas variantes, aunque pienso que en general sin
valor, pese a lo cual quizá convenga comentar y examinar
algunas de ellas.
En primer lugar
hay que reseñar la falta de sensibilidad del editor respecto
a las acotaciones escénicas que aparecen en el manuscrito;
en muchas ocasiones las suprime o extracta al mínimo, y
particularmente en las indicaciones que atañen a las partes
cantadas, llegando incluso a suprimir personajes o concentrar en
uno solo lo emitido por varias voces que se superponen en el canto.
Así, cuando al comienzo del auto el Rey comunica a
Isaías y Daniel la venida de su Hijo y les muestra dos
visiones -la del carro de Ezequiel tirado por cuatro animales, y la
de la Nave del Mercader tripulada por el Príncipe y la
Esposa-, sin que el texto varíe apenas, en la edición
de Pando (p. 316), la escena
cantada queda un tanto desvitalizada, mientras que en el
autógrafo, gracias a la distribución de las voces de
los dos coros, cobra todo su vigor y efecto escénico
(fols. 6-6v):
«Cantan en ambas
partes los dos coros:
CORO 1.º:
¡Nabe que sulca y no
yerra...!
CORO 2.º:
¡Carro que anda esferas
puras...!
CORO 1.º:
¡... gran dicha!
2.º:
¡...gran vien encierra!
TODOS:
¡Gloria a Dios en las
alturas
y paz al hombre en la tierra!
CORO 1.º:
¡Nabe que conduce el
suelo
la preciosa margarita...!
CORO 2.º:
¡Carro que vne la
ynfinita
distancia de tierra y
cielo...!
CORO 1.º:
¡... tome tierra!
2.º:
¡... pare el buelo!
1.º:
Pues tanto misterio
encierra...
2.º:
Pues viene a acabar la guerra
entre el Rey y sus
criaturas...,
TODOS:
¡... gloria a Dios en las
alturas
y paz al hombre en la
tierra!»
Tras los dos
magníficos sonetos, hay algunas escenas del autógrafo
(en los fols. 7v-8) que se suprimieron
en la edición, al figurar en aquél tachadas; lo mismo
ocurrió con fragmentos de los fols. 17, 20, 25v y 27v; estas
supresiones son a veces totalmente incorrectas, por lo que en
futuras ediciones se deberían incluir estos fragmentos; la
incongruencia de su supresión se hace especialmente evidente
en el fol. 17, en donde, tras explicar la visión de
Isaías, se convida a las bodas a la Sinagoga, pues suprimido
el pasaje, quedan sin sentido las palabras de la Sinagoga
más adelante (ms. fol. 17v,
Pando p. 324): «y así será
darte muerte / la respuesta que le doy / a ese Rey que'me
convida.»
En muy pocas
ocasiones, por fortuna, el texto de Pando trata de
«mejorar» el original. Hay, sin embargo, un caso muy
significativo, en el que un pasaje ha sido corregido para acomodar
el texto a una cita bíblica; ignoramos, por otro lado, si la
enmienda es de la edición de Pando, o existía ya en
el manuscrito que se utilizó. Se trata de la escena en que
al Príncipe le llegan noticias del castigo que se ha dado a
los profetas, por lo que invoca a su Padre pidiendo una
reparación, y la memoria de su futura muerte pasa por su
mente por unos instantes; pronuncia las palabras de la
oración de Getsemaní, que en el manuscrito
autógrafo se escribieron así (fol. 19v):
«PRÍN.:
Avnque temo morir, morir
deseo,
mas pase si es posible
de mí la + y el cáliz
que allí veo.
FEE
Tu voz oyendo a
estado
el Rey.
VOZ:
Siéndolo yo, yo te e
llamado.»
Estos dos
últimos versos han sido tachados en el original. El texto
seguido por Pando se corrigió para adaptarlo más
fielmente a la cita, de este modo (p. 326):
«PRÍNCIPE:
Aunque temo el morir, morir
deseo;
no obstante, si es possible,
passe de mí este
cáliz que allí veo;
pero en tal agonía tu
voluntad se haga, no la mía.»
Más
frecuente es la simplificación escénica del original,
sin variar el texto, fundiendo varios personajes en uno. Más
adelante hay una escena en que la Gentilidad y las diversas
naciones que la componen hacen una ofrenda a la Esposa. La
brillante puesta en escena está aclarada por una
acotación que figura sólo en el autógrafo
(fol. 23):
«Cajas y
tronpetas, y salen España con manto capitular de Santiago,
Etiopía negra, Persia, Armenia, Padmos, Citia, Asia y otros,
todos en sus trajes o lo más que se pudiere ymitar de ellos,
y detrás la Jentilidad con corona de laurel, manto ymperial,
y bastón con vnas ojas de oliba en él.»
Seguidamente la
Voz (San Juan Bautista) y la Fe entonan un canto destinado a guiar
a la Gentilidad y a sus huestes, respondiendo éstos,
según indica la acotación (fol. 24v):
«Cantan
dentro la Fee y la Voz, y avnque los de afuera ayuden a la
música no ynporta.»
«Tocan las
cajas y las trompetas y la música junto todo, suene como
sonare.»
La escena de la
ofrenda de las naciones está concebida en el
autógrafo del siguiente modo (fols. 24v-25):
Todo este
despliegue de personajes, que suponía, si no aumentar
considerablemente la nómina de actores (pues, al ser papeles
muy breves podría interpretar dos el mismo actor), sí
una serie de gastos adicionales de vestuario o dificultades de
montaje, se simplifica en la versión de Pando (p. 330),
poniendo todo el texto en boca de un sólo actor, el que
representaba a la Gentilidad, aunque apenas varíen los
versos. Obsérvese, sin embargo, que al hacer esto, dejaban
de nuevo sin sentido las palabras de la Verdad: «Oigan, oigan de manera / que en figura y
figurado / uno y otro representan.»
Por último,
comentaremos una supresión de la edición de Pando
correspondiente a un pasaje tachado en el autógrafo,
quizá en esta ocasión justificadamente, ya que la
escena resultaba algo desaforada y ajena al contexto
bíblico. Tras el banquete nupcial del Príncipe y la
Esposa (la Iglesia), al ser arrojada la Mentira y ver la Sinagoga
fracasado su plan, ésta manifiesta su intención de
esperar al Príncipe en la campaña para darle muerte;
ese era el momento en que el personaje de España avanzaba
airado, espada en alto, en su defensa, cumpliendo así su
misión de «brazo seglar»
de la Iglesia (fols. 27-27v):
«ESPA.:
¿No es mejor que pues yo en
esta
vnión soy braço
seglar,
pues siempre España se
precia
del acero que ejercita,
la dé muerte?
(Saca ESPAÑA la espada, y la
JENTILIDAD pone el
bastón reparando el golpe, y la FEE pone entre los dos la
Cruz)
JEN.:
¡Aguarda!
FEE:
¡Espera!
ESP.ª:
¿En la oliba me reciues
tu el golpe?
JEN.:
Sí, porque advirtieras
que el eclesiástico
braço
que es Roma, tu furor tiempla
ESP.ª:
¿Tú pones la
Cruz?
FEE
Sí, que es
éste
jeroglífico es, que
muestra
contra todo el judaísmo
que ay justicia y ay
clemencia.
SIN.:
Ni clemencia ni justicia
quiero que conmigo tengas,
que yo me basto a mí
sola...»
Todos estos
versos, como decíamos, se tacharon en el autógrafo,
en mi opinión con acierto, pues, aunque en otros autos se
encuentren escenas parecidas9,
y ésta hubiese producido indudable impacto en el espectador,
resulta evidentemente fuera de tono.
Con todo lo dicho,
quizá la mayor novedad que nos proporciona este manuscrito
es la de darnos a conocer la Memoria de las apariencias
del auto y las acotaciones relativas a movimientos y efectos
escénicos, algunas de las cuales ya hemos anotado o
transcrito en los comentarios antecedentes; comprobamos una vez
más lo que ya sabíamos: que la complejidad del
montaje escénico era cuidada por Calderón en todos
sus detalles. Por todo esto nos ha parecido conveniente editar en
apéndice la Memoria de las apariencias,
añadiendo en nota algunas de las acotaciones marginales de
especial interés escenográfico que completan y
matizan los detalles de la Memoria, y en conjunto nos permiten
hacernos una idea bastante exacta de la mecánica de una
puesta en escena del barroco.
Apéndice
«Jhs. María Joseph.
Memoria de las apariencias deste
auto.
En lo largo de la
plaza se an de hacer dos enramadas grandes cuyas puertas a su
tiempo se an de abrir, y desde ellas hasta el tablado de la
representación an de correr dos palenques de la misma altura
que el tablado; en la vna enramada quando se abra se a de descubrir
vn carro triunfal grande con su trono, en lo eminente de él
a de aver vna silla donde pueda venir sentada vna persona, y en las
gradas capacidad para quatro o cinco; al carro an de tirar al
parecer quatro animales vien ymitados, los delanteros vn
león y vn toro, los otros vn ánjel y vn
águila; todo esto se a de mober sobre ruedas y con vnas
cuerdas a torno; a de llegar al tablado, donde se puedan apear los
que vienen en el carro, el q[ual] a de estar fundado sobre vna viga
que juegue [de ma]nera que pueda dar la buelta y bolber a
esconderse]; esto mismo sucede en la otra enramada sino [...] lo
que se descubre en ella es vna nabe mu[...] vien ymitada en cuya
popa a de venir sentada vna mujer y otras quatro o cinco personas.
En lo demás del vso desta apariencia es en todo como la del
carro hasta llegar, dar la buelta y bolberse, y adviértase
que estas dos apariencias juegan juntas y yguales por que se
prebenga jente para ellas10.
En dos esquinas de
las torres a de aver dos canales encontradas, vna a la parte del
auditorio y otra a la del pueblo; éstas an de subir hasta lo
alto, donde a de aver dos maromas cubiertas con sus mangas de
nubes, que pasen de vna torre a otra, de manera que a vn tiempo en
vna y en otra parte suban por los dos canales dos personas, y en
llegando arriba se despeguen de ellas bolando a vn tiempo cada vna
a la otra parte, procurando ygualar los pesos de manera que pasen
yguales[...]11.
De debajo del tablado a de salir a su tiempo [v]na mesa grande muy
vien adornada de viandas [...] y sus seruicios; en medio de ella a
de aver [vn] cordero, y todo esto a de estar clabado de manera que
pueda la mesa bolberse y en lugar de todas estas viandas quedar
sobre gradillas con sus luces vna custodia con vn cáliz y
ostia. Quando la mesa se descubre, a los lados de ella, algo
distantes, salen tanvién de debajo dos aparadores adornados
de fuentes, jarros y toallas, lo mejor que se pudiere enriquecer
para adorno y vista»12.