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ArribaAbajoAlegoría del Libro cuarto

En Naobacán que después muere a manos de Colón (habiendo hecho la oposición principal) se mejora el nombre del Cacique de la Provincia Maguana, el más fiero de todos aquellos Reyes Bárbaros; y que murió después prisionero de Colón, como publican las Historias. Discurro se figura en Él la Ferocidad, y demás errores de los Indios, que destruyó victoriosamente el Héroe; y en fe desto se introduce sin Religión, Devorador de carne Humana, inclinado al Engaño, etc.

En el Monstruo que se le aparece, y auxilia para llegar al Trono, se abomina la Razón de Estado moderna, que solicita con astucias, y impiedades alterar la Paz de Europa, y perturbar las Dichas que trae a todo el Orbe Cristiano la Exaltación del Gloriosísimo FILIPO QUINTO al Solio Español.

Por Origuara, su Visión misteriosa en el Templo, y su Rapto se entiende el Auxilio Divino; y cuanto tenía dispuestos los Ánimos de aquellas Gentes para abrazar la Religión; pues consta que un Indio Virtuoso, corrió gran parte del Nuevo Mundo, diciendo a Todos que sus Ritos eran fábula, y muy presto iría Gente que los desengañase; suceso maravilloso en que tuvo origen esta Ficción.

Jacinta de quien se enamora Noabacán explica cuanto Imperio establece en los ánimos aún bárbaros la Hermosura; y lo mucho que a aquellos Pueblos embelesó al principio el adorno, y presencia de los Españoles; llegando la credulidad de los Indios (al ver más despierta nuestra Razón) a soñar Esencia más que humana en nosotros; y adelantando los agasajos del hospedaje a un siempre delirar caliginoso de la Idolatría.

El Nuevo Mundo

Poema Heroico de Don Francisco Botello de Moraes y Vasconcelos.




ArribaAbajoLibro Cuarto




1


Aquel grande Orbe Nuevo (que oportuna
faja del Mundo sus distancias mide)
dilatado la anchísima Laguna
del Sur a estotro Mar del Norte impide.
En dos Partes, que un Mundo es cada una,
uniéndolo un grande Istmo, lo divide;
La Ártica hacia el Farol que la Osa raya
desde el Seno de México se explaya.




2


En forma de Pirámide, a extenderse
llega la otra Porción que el Istmo junta;
Siéntase sobre el Mar del Norte, y verse
deja elevada al Sur adonde apunta.
Si llama su Pirámide ha de hacerse,
sería el Humo de su excelsa punta
la obscura Duda que en la Sombra anida
de esotra Tierra Austral no conocida.




3


Con Virtudes a inmenso Ministerio
produce Árboles mil, Selvas anuda;
Vierte más de una al floreciente Imperio
Fuentes de Aromas, Peña Cortezuda.
Menos Estrellas tiene su Hemisferio
que en el Nuestro se advierten; y es sin duda
que su Esfera dorando Minerales
gastó la Luz del Sol toda en Metales.




4


Por sus grandes Provincias extendidas
vagan mil Ríos, a cuya agua pura
(tanto en Ondas se ensanchan repetidas)
urna apenas el Mar todo asegura.
Son sus monstruosas Sierpes desmedidas,
sus Gentes tienen breve la Estatura;
Que entre sus Gentes broncas, y groseras,
pudieron tanto descollar sus Fieras.




5


Entre Árboles, y Breñas residiendo,
con el Graznido, y Silbo los unía
Compatriotas a Algunos del horrendo
Vulgo de Aves, y Fieras, Gruta umbría.
Otros viáciban, Casas erigiendo,
esos Escollos, y Árboles; Crecía
vago el Risco en Paredes; y era bronco
Vida del Edificio, muerto el Tronco.




6


De la Atlántide allí fueron las Gentes
primeras, cuando sobre el Golfo estaba,
y hasta América espacios Florecientes
(Mayor que África, y Asia) derramaba.
Orbe segundo, en cuyos Continentes
(roto el Mar grande que hoy sus Cumbres lava)
a ver el Sol, del fondo en que se encierra
inmenso el Rostro levantó la Tierra.




7


Adora el Indio Piedras, Plantas Bellas;
Y haciendo, en nieblas, que el Averno ahúmes
a cuanto no era Dios (oh Incienso) en ellas
resolvió Reses, profanó perfumes.
También dan Culto al Sol, y a las Estrellas
donde alta Noche (oh Abismo) le resumes;
Y (más Monstruo que el Caos) su desvelo
el Infierno encontraba sobre el Cielo.




8


Obraron cuanta infamia hace se irrite
la Razón; Carne Humana era imperfecta
Vianda allí, sin que el Horror limite
del Cadáver, la acción que tanto afecta.
Al revés en el horrido Convite
mostraron de Pitágoras la Secta:
Sus Cuerpos, que sus Mesas infamaban,
de unas Almas en otras se pasaban.




9


Principio destos Mundos ignorados
una grande Isla en aquel Mar reside
que el Trópico de Cancro a cinco Grados
para huir de la Tórrida la impide.
El Atlántico en Piélagos hinchados
Grados cuarenta formidable mide
que la Fortuna la apartó importuna
de las Islas allá de la Fortuna.




10


Haití los Moradores la llamaron,
y Española después Huestes Extrañas;
de Algodón, de Oro, y Mieses abundaron
sus Ríos, su Campiña, y sus Montañas.
No es tan rica Trinacria, aunque formaron
Copa a Baco sus Cóncavas Campañas,
Trox a Ceres sus Vegas, si notorios
Tridente al Dios del Mar sus Promontorios.




11


De cuatro pies un Ídolo sin manos
sus Gentes más entre Otros veneraban;
porque huía tal vez lo ataban vanos,
y a holocaustos los nudos elevaban.
A Este más que a los Otros ya de Humanos
Víctimas execrables tributaban;
Quizá porque Hombres come[***], de su Insulto
la Maldad refugiaron en el Culto.




12


Con Gobierno Monárquico vivían
ordenados sus Climas abundantes;
Había Estados varios, y tenían
el nombre de Caciques sus Reinantes.
Los que entre todos más lugar se hacían
eran dos en Provincias dos distantes;
Guanagari en Marien Rey verdadero;
y en Maguana el atroz Naobacán fiero:




13


A Naobacán, Cruel, Fingido, y Injusto;
Prudente a Guanagari la Isla aclama;
Finge que lo arma a Naobacán el Susto;
y el Temor mismo a Guanagari lo ama.
Guanagari, Ame el Pueblo (dice Augusto)
Naobacán, Tema, y aunque no ame clama:
Quieto Aquel duerme; en Este a defenderlo
Vela astuta Razón para no serlo.




14


Hasta en llegar del Solio a la alta rueda
los dos Príncipes fueron desiguales;
Guanagari pacífico lo hereda,
usurpó Naobacán las Glorias Reales.
Viviendo un tiempo en rústica Vereda
con Huestes al que pasa oprimió iguales;
Y, por dar muerte aún al Cadáver mismo,
los Muertos devoró su Barbarismo.




15


La Persia así que estorba unir corteses
a su Seno el Mar Caspio los Cristales,
su Tamorlán, Patricio antes de Reses,
vio Tigre de Rebaños Racionales.
Más que su Gasa rubia, en pocos meses
el Otomano hirieron sus Puñales;
Y, en vez de Oro, dio el Hierro sin respeto
Corona infausta a todo Bayaceto.




16


Aún venció Naobacán su formidable
tiranía, empezando de la obscura
Floresta, a quien tiñó su inexorable
bárbaro Ardor de Sangre la llanura.
No Escirón fue en la Cima así execrable;
Ni Scinis, de Corinto en la Espesura;
con cuantos Monstruos oprimió en sus Lides
Teseo errante; vagabundo Alcides.




17


Crece en el Indio vasta la Estatura
como el Soberbio Espíritu irritado;
Sus Ojos, de la Estigia en Llama obscura
remolinos de horror son inflamado.
Copia las Selvas de la Noche impura.
Negro, y Crespo el Cabello enmarañado;
Y del pálido Aspecto es la fiereza
Sospecha de Infernal Naturaleza.




18


Del Bruto que sus tiros acobardan,
en vez del manto Real, traje previno;
Viste Pieles de Tigre que en Él guardan
Espíritu más fiero que el Ferino.
La Diestra, en quien las Iras nunca tardan,
vibra en un Arco trágico Destino;
Y el bruto Manto en las Espaldas graba
preñez de Flechas la pendiente Aljaba.




19


Con ancho Cerco de hebras condensadas
ciñe la frente que horror Negro ahúma,
de donde rectas Plumas elevadas
forman leve Torreón al Aura Suma.
Creyeras en sus rojas llamaradas
ser voladora Hoguera cada Pluma,
que el Aire rasga disparada a enojos
de las rabiosas ascuas de sus Ojos.




20


Negra Espuma, del labio a la rudeza
la Hiel difunde; y Cólera al Aliento;
Todo es Odios; quizá Naturaleza
le dio la Hiel por Corazón violento.
Si no es que en vez de Pecho su fiereza
tiene algún Infernal hueco Sangriento
de donde el Corazón latiendo Injurias
le vierte en vez de Aliento llama, y Furias:




21


Hombres irrita, y Dioses, con violentos
ciegos insultos, y ímpetus feroces;
Niega que haya Deidad, y sus Alientos
ya son Blasfemias antes de ser Voces.
Tiene Centro, y Esencia en sus Acentos
el Sacrilegio, y la Ira siempre Atroces;
Reniega, y amenaza; Siendo inmundo
Escándalo del Cielo, Horror del Mundo.




22


Contra los fugitivos Robadores
del vario Aborto la fiereza Hircana;
y contra el pie infelice los furores
de la pisada Víbora Africana;
Heridos de Masilia rugidores
los Brutos, contra la Hasta Mauritana,
Rasgo son leve a cuanto ardió severo
contra su Especie misma Este más Fiero.




23


Ver quisiera lo Humano ya deshecho,
y tan bárbaro ardor jamás reprime;
el fin de cualquier Hombre en su despecho
como Fin sólo, y Último se imprime.
Oprime el Corazón dentro del Pecho;
dentro del Corazón el alma oprime;
y siente que se niegue a ser su Palma
aun la Inmortalidad dentro del Alma.




24


Así vivió algún tiempo, al Peregrino
siendo infalible Horror que lo deshace;
cualquier Selva era infamia del Camino;
Y un Naobacán en cada Césped nace;
Hasta que un Día que romper previno
las Breñas que más densas el Bosque hace,
llegó del Prado a la mansión más Ciega
que en Humo el Aire, en Cieno el Campo anega.




25


Lo más hondo del Valle ennegreciendo,
borrón sucio un Pantano se extendía
sin Cañas, ni Ovas, como que es horrendo
Vómito de las Víboras que cría;
De aquí siempre Agua, y Tierra están huyendo,
más se enredan, y airadas a porfía
se revuelcan en sí, y hacen luchando
la Masa impura al Cóncavo Nefando.




26


Ondas le aumenta de anudada Escama
mucha Libia en el Légamo a sus Olas;
muere el Aire al Vapor de infausta Lama
en cuya Niebla (oh Abismo) te enarbolas.
En el Silbo al que lo oye muertes trama
cada Monstruo; Son Dientes Lenguas solas;
Y disipando en ruidos Peste, inquietas
se introducían a Arcos sus Saetas.




27


Densa Estacada de Árboles funestos
circunda el Lodo que horroroso muge;
a cuyos Troncos, de fealdad compuestos
se eriza Calidonia, Albania ruge.
Negras sus Ramas copian los contextos
del Humo, sin que alguno sobrepuje:
Cimienta el Lago al margen que lo infama
en Hojas de Humo, Bóvedas de Rama.




28


Despliega en tanto horror Caliginosas
alas cuanta Ave infiel la Noche vierte;
Entre cuyas Escuadras venenosas
el Espanto, el Furor vuela, y la Muerte.
Si compararlo a sus Murmúreos osas,
el fiero Trueno dulce voz se advierte,
y es rechinar del Cielo el más inmundo
borbollar de los Golfos del Profundo.




29


Maligna Luz entonces el Espanto
de su Horror abrió un poco en Noche umbría,
amaneciendo en Llama obscura cuanto
solo dejase ver que no se vía.
Y de sus tristes Piélagos en tanto
a Naobacán al paso se salía
el Monstruo que más pudo en su torpeza
frenética infamar Naturaleza.




30


No igual Asombro ha visto infaustamente
el Sírbota en su Patria abrasad ora;
o (a su Dueño Vasallo competente)
el Ptoembaro que un Can por Dueño adora;
No el tostado Asaqueo; Ni el ardiente
Nómade a quien de Sombra el Sol colora;
con todo aquel de Horrores fértil Llano
que estorba unirse el Nilo al Oceano.




31


Serpiente en la Cabeza parecía
como un gran Risco de alta Cordillera;
Las espantosas alas son de Harpía;
la armada Piel de rígida Pantera;
Vellosos con Serpientes esgrimía
brazos de Tigre; Todos Brutos era,
organizado en Miembros diferentes
viviente Caos de Hórridos Vivientes.




32


No igual Boca desgarra el Orco obscura
dividiendo sus Fúnebres Gargantas;
ni cuando más la Tierra mal segura
tiembla, se vio partir en Grutas tantas.
Roja la Cresta es trémula espesura
Ascua inmensa de quien (oh Sol) te espantas;
si no es en la gran Frente su Diluvio
vivo Volcán de volador Vesubio.




33


Otras Sierpes al Vello sensitivo
del Brazo enrosca en hidras Floreciente;
al vello, donde oculta le es Nocivo
Crespo el Áspid Abril a otra Serpiente.
No ve en el Rostro; y de Pavón altivo
la Cola, con que mira solamente,
sembrada toda en párpados ariscos
de pupilas está de Basiliscos.




34


¡Portento raro! De sutil Sirena
es la Voz que pronuncia Monstruo tanto;
Creerás ser Eco que en la quiebra suena
de su Boca, incapaz siempre del Canto.
Su infiel Respiración de Pestes llena
disfraza en Melodías el Encanto;
Siendo su Aliento (envuelta en humo eterno)
toda la infausta Libia del Infierno.




35


Acompañaba este Furor Tirano
Turba horrible de Pestes mil traidoras;
Airón a la Altivez empluma ufano
de Juno el Ave en pompas veladoras;
Va la Impiedad, y el Interés no en vano;
Todas las Sectas luego engañadoras;
Y es Pendón que las une en Tropel fiero
la Cola atroz del Mahometano Overo.




36


La Amistad Falsa esconde el Cauteloso
Pecho de pedernal, con velo Amante;
En la Avaricia hidrópica es monstruoso
y émulo de la Sed crece el Semblante.
Más que el Sueño el Engaño artificioso
de mil Fantasmas puebla el Aire errante;
Y la Traición envuelve en fajas brutas
Dogales, Filos, Áspides, Cicutas.




37


Libros lleva de Arbitrios, y severo
Tósigo que inventó Mente execrable
el Robo de la Noche Compañero;
Y el Homicidio, Monstruo inexorable.
Muérdese el Labio, vuelto un Volcán fiero
el Odio, a quien corriendo abominable
da por Armas la Astucia más robustas
Ciega interpretación de Leyes justas.




38


Mas a todos la infame Hipocresía
en la Escuadra Infernal superior vela;
Iban todas las Pestes a la impía
Sombra del Manto atroz de su Cautela.
Así a la Capa de la Noche umbría
el Búho, y Nyctimene inmunda vuela,
Y, extraño al verde y diáfano Elemento,
el Murciélago infiel, Fauno del Viento.




39


A vista tanta en pasmos aterida
la Selva con sus Fieras vio asustarse;
en las últimas Ramas mal torcida
pende la Sierpe que aspiró a vibrarse;
Queda en vínculos yertos detenida
la feroz Garra que iba a fulminarse;
y toda Ave nocturna encuentra fría
en la Noche Infernal sustos del Día.




40


El feo Naobacán mucha orgullosa
fiereza pierde a tan horrible Objeto;
Erízase la Greña temerosa,
turbado el Corazón late imperfecto
Parecía Medusa que horrorosa
en sí imprimió retrógrado su Aspecto;
Cuando viéndolo a peña introducido
le habló el Monstruo mayor en tal Sentido:




41


Caudillo generoso, ¿por qué errante
tu Valor ciñes a este Risco bruto,
padeciendo del Año en los inconstante
el Carámbano, el Rayo atroz enjuto?
¿Por qué sufres que sea, aun no abundante,
Alimento a tu Vida agreste Fruto?
¿Y tu Comercio solamente infieles
Fugaces Plumas, y Voraces Pieles?




42


Da infamados renombres el Insulto
cuando es pequeño el fin del Ardimiento;
Y en alta Empresa el Vicio siempre oculto
sabe elevar a hazaña un fiero intento.
En cuanto habites este Escollo inculto,
pues vulgar lidia; Que el Mortal Lenguaje
pone en menos Delito más ultraje.




43


Vete a las Cortes, y te hará el Despojo
en Sumo estrago títulos ufanos;
Si aborreces las Gentes a tu enojo
darás allí Holocausto más tiranos.
Más que en la Vida es devorar tu arrojo
el venerado Honor de los Humanos;
Sangre del Alma en Ríos son crecidos
las Lágrimas allí de Desvalidos.




44


Un Monstruo soy nacido fatalmente
para estrago del Hombre, y inmenso daño;
De las Pestes que ves únicamente
me aliento, a Ellas solas acompaño;
Mas con justo Pretexto astutamente
celo el Odio; Heredé todo su engaño
siendo (opuesto del Día al Regio Coche)
Siniestro Parto de la Eterna Noche.




45


El Alma Racional Mortal resumo
cual la del Bruto, al rudo Ser, cercana;
Que no hay Dios afirmar siempre presumo;
Digo que es la Virtud una Voz vana.
Borrar la Suma Causa Efecto es Sumo
de mis estudios en la Mente Humana;
Y presta a mi dictamen verdadero
primer Ser, al negar el Ser primero.




46


Por el propio Interés puede oprimirse
la Ley más justa, con fatal violencia;
Todo es lícito; Sólo han de fingirse
las Virtudes, con próvida Apariencia.
A cualquiera Equidad bien podrá unirse
el que me sigue, y a cualquier Creencia;
Mas crea solo, si a imitarme aspira,
que es Dios superstición, la Honra mentira.




47


Por el Fin propio, y no el Común reposo
el Consejo se dé a los Soberanos;
No por la Patria, y Culto Respetoso
se olvide la Ambición, y Odios tiranos;
El Vengativo Impulso, y Codicioso
(Sedientos siempre) en vastos Oceanos
los templen solamente con Raudales
Ondas de Sangre, Golfos de Metales.




48


Triunfa sobre el ajado juramento,
sobre la Fe, y hollada Amistad Santa;
Dé, palpitando, impulsos a tu aumento
truncada de tu Estirpe la Garganta;
Tener, y poder mucho el Fin, y Intento
en nuestro; y medio para Empresa tanta,
el conocer que dista (cuanto adulto
del Agua el Fuego) lo útil de lo Justo.




49


Tiempo vendrá que en ti, mísera Europa
se eleven estos Dogmas aplaudidos;
Seré gran mancha de la Augusta Ropa
en sus Cortes, y Solios pervertidos;
En lo exterior Veneno, y Mortal Copa
me llamarán los Hombres fementidos;
Contra mí Leyes y Odios sin iguales
fulminarán los Sacros Tribunales;




50


Mas ¿qué importa, si más que en el Abismo
donde nací, tendré Cuna en su Gente?
Poderoso no habrá que el Barbarismo
de mi Horror no profese interiormente.
Tendré no al Gabinete, al Pecho mismo
de Todos Grande entrada; Y finalmente
con un Renombre Augusto, y Sublimado
la célebre seré Razón de Estado.




51


¡Oh cuántas miro injustas Turbaciones!
¡Cuántas de Hueste infiel Venales Greyes!
¡Cuánto Insulto en Heréticas uniones!
¡Reinos talados! ¡Ofendidas Leyes!
¡Tratados execrables! ¡Mil traiciones!
¡Tósigo, y Rabia entre Cristianos Reyes!
Lago Europa es de Sangre, y Llanto grave;
de Pedro se hunde náufraga la Nave.




52


¿Qué furor, de la Iglesia enternecida
oh informes Hijos, pudo en vos entrarse?
¿En fiel Sangre a la Gente aborrecida
las Entrañas del Culto han de entregarse?
Contra la Cruz la Cruz vuela impelida
en Marcial Tafetán; Y al encontrarse
de Cristo Sangre con segundo Empeño
suda en sí mismo confricado el Leño.




53


¡Oh Injustos Reyes, Monstruos de Ira vana!
A vos sólo encenderos sin sosiegos
debiera tanta Pólvora inhumana
Miembros que inficionáis la Iglesia Ciegos;
no Crisol del que allá Sierra Africana
Metal guarda, se encienden vuestros Fuegos;
Ni del que Arabia da Mar de Oro fino
al Coronado Horror del Ponto Euxino.




54


Venceré, venceré difusamente
en vuestro infiel discorde barbarismo;
vuestra la Ansia, el Cansancio, el Odio ardiente;
serán solos los Triunfos del Abismo.
¡ay cuánta (oh Naobacán) furia impaciente
pudiera allí aprender tu furor mismo!
Más Bárbaro es el Noble en el agravio;
No hay Maldad sino pésima en el Sabio.




55


Sígueme ahora pues, que mis Consejos
te harán poderosísimo Cacique;
nunca mis advertencias tendrás lejos,
y aún la Magia a tu Bien verás se aplique.
La Magia, pues del Día los reflejos
anochece mi Voz; y hago publique
Trueno, y Tormenta el Aire, y Mar violento
sin poblarlo el Vapor o hincharlo el Viento.




56


Y en señal de que al Solio te destina
infalible mi auxilio en breve instante,
a esta Rama atiende hoy, que peregrina
en el Metal convierto más brillante.
Dijo: y al punto la cercana Encina
(Verde embarazo al Céfiro elegante)
transformándose en pálido tesoro
fue Prodigalidad frondosa de Oro.




57


Suspendidos los Indios miran esta
maravilla que obraba el torpe Encanto;
y cobrados del susto que le presta
la Furia, penden mudos de árbol tanto.
Tal de Cumas sin duda en la Floresta
cuando ir quería al Reino del Espanto
se admiró el vago Eneas, viendo iguales
la fatal Selva florecer Metales.




58


Naobacán, del portento, y los Venenos
del Astuto Vestigio, dominado,
con mayor furia, si ruidosa menos,
latir el Corazón sintió irritado.
Sígote (dijo) oh tú, destos amenos
Prados extraño Aborto; a ti entregado,
despreciando los Dioses que no infiero,
por Oráculo admito, y Numen quiero.




59


Calló: y muy lejos ya de aquella Tierra
a Maguana su Escuadra conducía;
donde sirvió con ella en una Guerra
al que entonces el Cetro allí tenía.
Formó Parciales; y tal maña encierra,
que al Rey dio en un Veneno la agonía;
y destruyendo su esplendor primero
en si dio al Solio el Tósigo más fiero.




60


¡Oh execrable Ambición! ¡de horrendas Mieses
de Averno fruto horrendo! ¿A cuál Insulto
no induces los Mortales, sin que ceses
de infamar lo más Sacro en vuelo inculto?
¿Qué hicieras más si dominar pudieses
todo el Cielo, u del Orbe todo el Bulto,
que en tu Monarca hollar cuanto atesore
Numen la Esfera que la Tierra adore?




61


Y aun Allí la Corona guijas puras
no esclarecían; Ni la Real Morada
viciado el Oro en Vasos, y Molduras;
la Plata en Artesones derramada;
Hebras no era el Metal en conjeturas,
no las Carrozas trabazón dorada,
Solo el Mando causó que este horror se obre:
Fue el Fin de Maldad tanta un Reino pobre.




62


Todas luego ejerció con furia rara;
Muerte a todos los Suyos dio Sangriento;
Ser de su Estirpe a Insulto se compara;
Así de Sangre aun propia está sediento.
Quizá la bebe porque en Él hallara
sólo humor tan nefando digno asiento,
o porque obrase unido más violencia
todo el Ser de tan bárbara Ascendencia.




63


Fingiendo Religión embelesaba
el Crédulo Vulgar su Tiranía;
Dos veces en su intento la negaba,
pues no la admite, y la reduce a Impía.
Aún a Esclavo, torciéndolo, humillaba
su Astucia aquel gran Ser que no creía;
Viciaba el Ara; y con mentido Ejemplo
a no hallar la Deidad entraba al Templo.




64


Hoy, pues, proporcionándose a la Gente
(que en mil portentos teme inmensa ruina
y implorar quiere Dioses reverente)
al Célebre Santuario ir determina.
Cien Hombres que aborrece, astutamente
por Hostias lleva a la Mansión Divina;
Compitiendo el Escándalo de horrendas
la Deidad, la Intención, y las Ofrendas.




65


Hubo un Campo en que joven siempre el Año
travesea con Céfiros felices,
siendo tierno en la faz del Valle huraño
las bellas Flores Bozo de matices.
El Oriente su aljófar vierte extraño
todo al Vergel: Creerás que estos Tapices
tendió sobre la Tierra que enamora
por no manchar sus Lágrimas la Aurora.




66


Todo el vicioso Prado felizmente
sin fija Orilla lista un arroyuelo;
Con Él corre inclinada, y no consiente
la mucha hierba que penetre al Suelo.
Nace en el Llano, de una inquieta Fuente
que bulle en Ojos dos de instable hielo,
donde al Son mismo de sus Cunas hondas
en Teatros de flor danzan las Ondas.




67


No sólo acordes faltan las Riberas;
Suena el Prado; jamás tales verdores
vio otra Selva; Alma allí de Primaveras
a cada Césped son mil Ruiseñores.
A cada Césped, donde unido vieras
pródigo de Fragrancias, y Rumores
cuanto hermoso Pensil con dulce ensayo
Divina fue Generación del Mayo.




68


En lo más Floreciente se despliega
Frondoso grande Tronco, sin que se halle
término a su verdor que el Día anega;
Calle la Palma, el mayor Cedro calle.
Llena el Aire su Copa, al Cielo llega;
tan alto el Monte no es, tan ancho el Valle;
Crece en un Tronco, y a esconderla extraña
está un Árbol en toda la Campaña.




69


A sombra suya la supersticiosa
Casa existe del Ídolo inhumano,
a quien extiende en Selva aparatosa
Floridos Atrios derramado el Llano.
Era Esta aquella Imagen asquerosa
de cuatro pies, que admira el Indio vano:
Bien al Imperio da el Abismo astuto,
del Cacique más fiero el Dios más bruto.




70


Aquí, pues, Congregadas muchas Gentes
casi de la Isla toda en Tropa rara,
que el Rey llegue aguardaban reverentes
porque abriese las puertas Origuara.
Origuara, en las Aras inclementes
piadoso Sacerdote opuesto al Ara;
Herir Humana Ofrenda aborrecía:
Por otro Dios la Gente lo tenía.




71


Del bárbaro Congreso el Vulgo injusto
atendía a la Regia impura, Cuando
del Pedestal al Capitel augusto
temblar vio el Muro en ruinas vacilando;
Siguen mil Truenos el vaivén robusto;
Hierve el Mármol; Sus Piedras lid formando,
a Sí se opugnan; Contra Sí Marciales
son sus Muros sus Máquinas Murales.




72


Aumentan este Asombro inexplicable
Ejércitos visibles al Oído,
que de invisibles Huestes formidable
Número ostentan en monstruoso ruido;
Mas no se retrataba en su admirable
confusión aquel bárbaro Alarido
que el Indio articulaba en las Campañas:
Ecos de Gentes son, y Armas Extrañas.




73


Del torcido Metal Parto armonioso
heroico gime el Militar Concento,
entre el rudo Clamor del estruendoso
Griego de bruta piel ronco Instrumento;
Relinchos da el Overo generoso;
La Pólvora estallaban; Siendo al Viento
discorde Unión ruidosa en sus confines
los tiros, Cajas, Voces, y Clarines.




74


Vertieron las Techumbres superiores
luego Dragones mil con fiero espanto,
mezclados en mil Globos voladores
de Humo, que anegan el Zafiro Santo.
Imita el Indio al Muro los temblores;
Ni aun respirar osaba en pasmo tanto,
que poblado de Monstruos su Elemento
aun en Soplo Vital lo asustó el Viento.




75


Entre el furor que el Templo estremecía
vieron abrirse las Sagradas puertas,
violentas tanto, que las persuadía
fulminadas su estruendo, antes que abiertas;
Y, cual Femonoe por las que impelía
el Otro Dios de Luces siempre inciertas,
atónito Origuara sus umbrales
expusieron formando Acentos tales:




76


Huid del Templo, míseros Humanos;
Dejad las Aras; Que ya inútilmente
aspira el Voto a los Oídos vanos
del Numen que obsequiaba reverente.
Toda eternos Asombros Soberanos
es la Sacra Mansión monstruosamente:
Hoy de la Imagen en el Leño rudo
fue Suspensión a inmenso Horror lo mudo.




77


Adornaba mi estudio con no iguales
Flores el Pavimento, y Sacros Muros,
porque a temblar las Iras Celestiales
entréis en su Mansión con ruegos puros;
Cuando inundado a Luces Celestiales
el Templo, y los Altares mal seguros
precipitando el Dios del alto Asiento,
Milagros tales padeció mi Aliento:




78


De Nubes en Real Solio esclarecido
que a la Aurora excedió los arreboles,
Espanto de dos filos encendido
los Labios, la Voz Trueno, el Rostro Soles,
Un Joven de portentos asistido
vi entre siete clarísimos Faroles,
dignos Reflejos de otras tantas bellas
que su Diestra vibró Sacras Estrellas.




79


Hasta la planta, su Deidad Gloriosa
Fiel Túnica celo resplandeciente,
que arrugaba en el Pecho misteriosa
dorada Celestial Zona Luciente.
Cuaja el Cabello Blanco Nieve hermosa;
De Oro los pies son estructura ardiente;
Que a sostener sus Magnitudes Santas
la Luz que exhala macizó en sus Plantas.




80


A la gran Diestra del Varón Divino
una Hermosa Mujer honraba el Viento,
en cuya Frente un Cerco Real previno
a doce Estrellas hoy más Firmamento.
Era en su traje estambre peregrino
a formar Tela de alto Lucimiento,
todo el Oro que el Sol nos reverbera;
hilado al Torno acorde de la Esfera.




81


Su Aspecto sublimado a más que Humano,
exceso aún de Deidad resplandecía,
donde enlazaba nudo Soberano
la Piedad, la Hermosura, y la Alegría.
El Luminar nocturno estaba ufano
a sus Plantas; Y opuesta (en Sierpe impía)
al Alba que en su Boca ríe hermosa,
gime a sus pies la Noche más Monstruosa.




82


La Tierra, a Visión tanta, Suspendido
ocupé, desmintiéndome Viviente,
pues (el Discurso en la atención perdido)
me debí a los desmayos reverente.
El uso a las acciones impedido,
ni aun (absorta) acertó a temer la Mente:
Huyendo de la Luz que el Aire puebla
se entró en mis Confusiones la Tiniebla.




83


Como el Cielo en ardores desatarse
recela Aquél que al Risco inaccesible
vio el Enojo Divino fulminarse
en quien Beldad, y Horror es compatible;
Y percibiendo próximo ondearse
el desgreñado luminar terrible,
son sus fríos desmayos torpemente
helada Producción de Causa ardiente;




84


No de otra fuerte a Sustos brilladores
en calmas mi Discurso fluctuaba
(A Sustos que vertían de esplendores
raudal que mis Alientos anegaba)
Cuando alternando el Numen los Temores
que su Presencia Augusta fomentaba,
hizo en Truenos de Voz esclarecidos
mis Ojos descansar con mis Oídos.




85


Destierra (dijo) el tímido Cuidado
que Yo soy quien posee en Solio Eterno
(Siendo Principio, y Fin de lo criado)
las Llaves de la Muerte, y del Infierno;
Soy quien piadoso habiendo ya enlazado
lo Humano, y lo Divino en nudo tierno
por si fuí Muerto, bien que a mis Deidades
ni aun medirán la Vida Eternidades.




86


En Madre mía, y Centro a la Pureza
la Beldad que tu Vista ha suspendido,
y en este Orbe, negado a la torpeza,
mucho Templo ha de honrar esclarecido.
Vuestro Ídolo es la bárbara fiereza
que está a sus pies; Tan bruto, y fementido,
que hizo no fuese Dicha victoriosa
verse a la Nieve de la Planta Hermosa.




87


Nación Heroica dejará otro Mundo
por mostraros la Luz que reverbera
Ley que Eterno Solio sin segundo
una Esencia en Personas tres venera;
En cuyas Hostias (contra vuestro inmundo
Cruento Horror) el Hombre da a la Esfera
un Dios en Blanco Pan, siendo propicio
piedad aun el Color del Sacrificio.




88


Tú, pues, feliz, que atiendes te declare
tanta el Numen Deidad no comprehendida,
por donde inmensa Acción te arrebatare
publica lo que has visto, y su Venida.
Y intima que al que Necio no abrazara
el Bien Sumo a que el Cielo ya convida,
lo apartaré del Bien, a altos enojos,
como ahora me aparto de tus Ojos.




89


La Vista a un mismo tiempo, y el Oído
dejó de deslumbrar Prodigio tanto;
En cuya Ausencia rápida, impelido
me restituye al Atrio el Templo Santo;
Donde Absorto, Confuso, y suspendido
que no sueño tan sólo ve mi espanto
en mirar que elevado a inmensa Palma
siendo alma ya el Sentido, duerme el Alma.




90


Mas ¿qué furores turban Soberanos
a milagros segunda vez mi Aliento,
llevándome, dejados los Humanos,
a los vacíos ámbitos del Viento?
A Dios, Patria; los Aires piso vanos;
ya sólo podrá hallarme el Pensamiento;
Pero olvida, si olvidas, Patria clara,
Preferencias, y no avisos de Origuara.




91


Hablando así; No el Parto presuroso,
con la fuga mortífera aún valiente,
fulmina en fiero impulso Luctuoso
la venenosa jara sino ardiente;
Y menos de Metal Globo estruendoso
respira el hueco Bronce diligente,
que faltó el Indio, en vuelo arrebatado
no sé bien si impelido, a disparado.




92


Suspensos al gran Caso enmudecieron
Todos; Cuando inquietando la Llanura
por encontradas partes entrar vieron
dos Concursos de Gente a la Espesura.
Va en uno el Rey; Los Otros parecieron
Hueste piadosa que en Procesión pura
lleva, acorde a la Vista, un Eco Sacro
del Ser Divino en mudo Simulacro.




93


Llenos de Flores, y Plumajes ciento
pisan Estos a Abril las esperanzas;
Y como en sus Areitos el Contento
le dicta, Algunos tejen varias Danzas;
Otros con ruidosísimo Instrumento
sino apacible, ordenan las Mudanzas;
Suena la Selva; Espárcense a sus Llanos
Mujeres, Niños, Jóvenes, y Ancianos.




94


En Andas, en que pródigo derrama
el Camarín de Flora sus joyeles,
venía del gran Numen la alta Llama
que transportan los Ánimos Fieles.
A un Florecer que inmensa Gala inflama
eran Lecho las Rosas, y Claveles;
y vaga Primavera conducía
del Mayo en brazos el Abril del Día.




95


Albricias (presuroso, a Todos dice
Roriclo, precediendo inquieto) albricias;
Mayor Bien se nos da que Mal predice
cuanto infausto Portento, oh Horror, indicias.
Ya se gastó en Presagios lo Infelice;
Corred, veréis en Llamas hoy propicias
(Deslumbrados a dulces claridades)
cuando hermoso Cegar son las Deidades.




96


Dijo: Y sobre el Florido Estambre de Hojas,
que el Prado alfombra de olorosos tramos,
ponen las Andas, como en sedas rojas
de gran Caja alta Joya atesoramos.
Era una Dama la que sus Congojas
veneraban Deidad entre los Ramos;
En pie se puso, y toda la rendida
Mortal Credulidad dejó excedida.




97


Brillan sus Ojos dulce no enojada
la Hoguera del Cenit resplandeciente;
A una, y otra Mejilla le traslada
sus Arreboles el purpúreo Oriente.
Líquido hierve por su Vista amada
del Pelo en Crespos el Metal Luciente;
Y al Ombro anegan dulce en sus diluvios
Cándidos Riscos Oceanos Rubios.




98


Alguna hebra Luciente allí resbala
al Seno desde el Ombro, exterior vena
que enramada en los Pechos es con gala
Yedra de Luz en muros de Azucena;
Entre sus blancas Pellas se señala
Valle que convidando a Gloria llena
las Almas venturosas de Cupido,
Lecho es donde el Placer yace dormido.




99


Una Cinta de Perlas misteriosa
la Celestial Garganta guarnecía,
sin duda el Alba las cuajó preciosa
que eterna el dulce Cuello amanecía.
El Cuello, que del Rostro la Isla hermosa
al Continente delicioso unía
del Pecho, por mostrar que emulo al Suelo
también sus Istmos ha admitido el Cielo.




100


Otra Lista de Llantos de la Aurora
su Frente muda, y para hacer Guirnalda,
en sus extremos dos que el Pelo dora
nacarado Listón pende a la Espalda.
Lluvia de varias guijas atesora
Crespo el Cabello en luminosa Falda,
que centelleando son en su Tesoro
Flores de Piedra en Primaveras de Oro.




101


Blanco Brocado la vistió en quien bellas
la Plata a Febo hogueras apostaba,
candideces que el Arte formó en Ellas
una Nieve que ardía, un Sol que helaba.
Confunde el Día, y la Alba en sus Centellas
la Trama Preciosísima; y cuajaba
en tejidos Diciembres brilladores
Chispas de Escarcha, y Copos de Esplendores,




102


Su Talle es ciego nudo a los Alientos
que miran sus Luceros más que Humanos;
Si tal vez de medirlo tiene Intentos
lo pueden abarcar juntas las Manos.
Las Manos, cuyos cándidos Portentos
fabricaron los Cielos Soberanos
de la mejor Blancura, porque se halle
abrazo digno de prenderle el Talle.




103


Absorto el Vulgo, ya no sólo incurre
en adorar, con Ignorancia ciega;
Primer forma, alto Origen la discurre
del Ser más puro que en sí el Todo anega.
Mas de otra fuerte a Naobacán le ocurre
como astuto, y que todo Numen niega;
Mujer la cree, que lleva, u de otro Mundo
más culto, u de alguna Isla el Mar profundo.




104


Mas ya quisiese allí mostrar el Cielo
cuanto con la mayor Soberbia juega,
y cuan fácil se frustra el torpe Anhelo
del que a Dogmas tan bárbaros se entrega;
O ya fuese el mirar en dulce velo
el rasgo de Deidad que a la Isla llega,
en el Pecho emprendió del Indio rudo
la Admiración lo que la Fe no pudo.




105


A solas ya sus ímpetus Sangrientos
opugna Amor, que a todo da eslabones.
Un dejar de lidiar los Elementos
es Universo; Y son de amor prisiones.
Aumenta el Culto extraño sus Alientos;
Y el más perverso de los Corazones
con suaves ternísimos Objetos
el más Noble asaltó de los Afectos.




106


Mira, y vuelve a Mirar; Un Paraíso
lo induce a Admiración, sino a Cuidado;
Mira inquieto otra vez; Y hace preciso
el volver a Mirar, haber Mirado;
Admírase Mirando sin aviso;
solo Mira a Mirar embelesado;
¡Ha incautos Ojos! Arden cuando Admiran;
entre el Riesgo Mirando, y no lo Miran.




107


¿Qué es esto Naobacán? ¿En lid tan muda
dejas que al que bebió Sangre acobarden
la Nieve tierna que una Frente anuda?
¿la Sangre dulce que unos Labios arden?
¡Ay! ¡que es esta otra Guerra en que se muda
todo furor porque las Iras tarden!
¡Ay! ¡que altas Flechas son de más arrojos
los Párpados Divinos de unos Ojos!




108


Siente la Rabia, que se introducía
al Pecho Amor; Y inquieta se estremece,
en el Alma Amor lidia, y la Ira impía;
pártese el Alma, el Indio se enfurece.
Llena el Pecho de horror; Mas ¡ay! que habría
más puerta en su mansión que airada crece;
Y cuanto el Corazón para huir ciego
las Alas bate, más enciende el Fuego.




109


Ya casi triunfa amor. En vano aunando
repugnancias o fiero estar procura;
tremola el Dios por Estandarte blando
la Venda en la Hasta que una Flecha apura.
Indígnase el Cacique procurando
resistir afectado la ternura:
busca Iras que no encuentra; Y al prolijo
Congreso al fin, probando a airarse, dijo:




110


Cobardes Pueblos, a quien tanto ofende
con vano susto el Alma temerosa,
mirad cuanto vuestra infamia asciende
que la impugna visible Luz Gloriosa.
A culpar vuestros miedos hoy desciende
esa Deidad del Orbe; Esa dichosa
del Cielo alta Deidad; y en Mortal Velo
Deidad de mí, que es más que ser del Cielo.




111


Las Esferas al ínclito Ardimiento
conceden sino es Dios que lo parezca;
Ármese de furor todo Elemento,
y en temblores el Mundo desfallezca;
¡Que al Espíritu grande el más Sangriento
Rayo no asusta, bien que a estragos crezca!
De las Heroicas ruinas fulminadas
aun las Cenizas volarán osadas.




112


Yo haré, pues tanto Dios nos ha advertido
vano el tímido afán de vuestras quejas;
Si a ser vuelves, de un soplo, oh enfurecido
Volcán, apagaré cuanta ascua dejas.
Todo el Vulgo de Estrellas traeré asido
de sus doradas trémulas Guedejas;
Leve será en mi brazo, ardiendo en ira
Esa que inmoble nuestros Orbes mira.




113


Todo el gran Golfo que en las Tierras vaga
borrón undoso al Elemento verde
haré con Llamas de Ira que deshaga
los crespos Montes con que el Mundo muerde.
Las Tempestades donde el Sol se apaga,
los fieros Vientos con que el Mar se pierde,
beberlo Todo en el furor Sangriento
de una Respiración tan sola intento.




114


Ese del Día gran Fanal con duro
Aliento abrasaré más encendido;
Arrojados los Montes contra el muro
Celeste Estrellaré de Azul teñido.
A los tristes Espíritus su obscuro
Centro haré más funesto; y confundido
pasará a ser fin su infernal Gobierno
mayor Ocaso el Occidente eterno.




115


Así decía: y fiero rebosaba
la antigua furia que en el Pecho encierra;
a tenerla en sus Llamas no bastaba
el Velo astuto que hoy feroz destierra.
Guerra al Mar, y a los Vientos intimaba:
A los Cielos clamaba: Guerra Guerra
Y, ¡oh Amor! Vencido entre la rabia impía
a la Dama piedad, piedad decía.




116


Con semejantes Voces, y el Semblante
del Numen cobró el Vulgo grande Aliento:
A todos del Cuidado en breve instante
todo temor voló, y fatal portento.
A sus moradas, del Vergel fragrante
vuelven llenos de Fiestas, y Contento;
queda en el Templo con la Deidad clara
Roriclo por la Ausencia de Origuara.




117


Salió la Noche abriendo derramadas
sus alas dos de Nube luctuosa
que en copos negros luego desatadas
cada pluma era una Ave tenebrosa.
Trastorna Urna de Sombras congeladas;
Y al Aire en Mar de una tinta perezosa
enturbia el Agua vana, a que es profundo
Vaso el cóncavo Cielo en medio Mundo.




118


Reina el Silencio; extiende torpemente
Morfeo el Pabellón de nieblas tantas;
Abre apenas con párpado luciente
el Pavón Celestial pupilas Santas.
Calla el Prado; No hay Aura balbuciente;
Inclina ocioso Espíritu las Plantas;
y faltando a escucharlo todo Oído
es Silencio aun del Búho el triste ruido.




119


Naobacán cuanto más distante estaba
de la Extranjera Lumbre, más ardía;
Sólo es blandura ya su furia brava,
piedad su Pecho; ansia cortés latía.
¡Oh Milagro de Amor! quien despreciaba
Cielos, Dioses, y Sol, tierno hoy gemía;
Y ¡oh hermosura! Lo Bello peregrino
obró Efecto mayor que lo Divino.




120


Olvida su rigor, sus ambiciones,
el Cetro, y todo en el Amante Abismo;
Sólo a Sí no se olvida en suspensiones
porque en Sí mismo ya no halla a Sí mismo.
A nadie ordenan Muerte sus Acciones;
Las Vidas (detestando el Barbarismo)
reverencia, por ver pueden rendidas
perderse en senda tan feliz las Vidas.




121


Hay Arfelte, decía (dando parte
de sus ansias a Arfelte, su Valido)
¿cuánto Milagro en esta se reparte
nueva Beldad que a la Isla ha sucedido?
¿Qué Gloriosa será la extraña parte
del Mundo que Luz tanta ha producido?
No en vano (pues de allá se nos invía)
nos da tan bello siempre el Alba el Día.




122


¡Qué Celestial, qué blando arder triunfante
centelleaba en sus Ojos derramado!
¡Oh Cárcel dulce! Adórala el Amante;
y Alcaide al Prisionero hace el Candado.
Su asalto esclarecido en un instante
me indujo a eterno Incendio idolatrado;
mis triunfos mil venció en una Conquista
la halagüeña batalla de su Vista.




123


Yo vi hacerse más claro el vago Viento
hermoso en sus Respiraciones Santas;
Vi más traviesa el Agua, y nuevo aliento
en el Valle estrenar Flores, y Plantas.
O implore sus auxilios mi Tormento;
Pues injusto sería que entre tantas
como logran Cristales Fuentes, y Hojas
no le toque una Vida a mis Congojas.




124


Deidad la llama el Vulgo, en nada yerra
pues de sus Rostro penden las venturas;
¿Cuándo arde en dulce Espíritu la Tierra
a quien no harán feliz sus risas puras?
Si fuera Ser Divino aquel que encierra
todas las duraciones, nunca obscuras,
de Cuantos la miraban por despojos
Yo vi todas las Vidas en sus Ojos.




125


Yo me abraso, Yo Muero en los ardores
de sus dulces Violencias oprimido;
desfallece a los pesos brilladores
de tanta Luz mi espíritu afligido.
Dichoso Valle, Venturosas Flores
en quien dichosamente me he perdido,
Cielo ser si a secundarse alcanza
entre vuestros verdores mi Esperanza.




126


Esta Noche, ésta (Arfelte) volver quiero
al Templo a ver las Glorias que asegura;
Sólo así que la Noche acabe espero,
pues solo es ya mi Aurora su Hermosura.
Dará alivio a las Ansias en que muero
Ciego Amante la Ciega Sombra obscura;
Y sabrá hacer felice en la tiniebla
a la Niebla de Amor la impura Niebla.




127


Así explica su Incendio no pequeño
y con Pocos al Templo Amor lo guía;
Al Templo, en que a Roriclo un grave sueño
por el cansancio ocupa de aquel Día.
La Dama que adoraba el Vulgo Isleño
del Descanso en las ansias se eximía;
Saliose al Valle a hacerle en Perlas bellas,
de su afán cargo hermoso a las Estrellas.




128


En la mitad estaba la Noche alta;
el Mundo alto Silencio enmudecía;
La Luz que el Luminar nocturno exalta
ya brillaba, ya en Nubes se escondía.
Parte al Cielo un dudoso azul esmalta,
parte densos Vapores; que vestía
manchas la faz del Aire en la importuna
Noche; quizá por adular la Luna.




129


Llegan al Templo, y viendo que ausentarse
la Deidad pudo, al Valle inquietos vuelven;
Vio la Dama los bultos acercarse
aunque las Nubes toda Cintia envuelven.
Duda si serán Fieras que a saciarle
en Bruta, o Humana presa se resuelven,
y como hacia el gran Templo los divisa
al Bosque huyó con temerosa prisa.




130


Huye al Bosque; Y más llora porque prenden
su Ropaje, y la impiden Ramas tantas;
¡Ay Cruel Prado! rígidas ofenden
sus Plantas dulces escabrosas Plantas.
Presos algunos en los Troncos penden
sus Cabellos que, oh Selva infiel, quebrantas;
¡Ay prado avaro! Luces de hebras broncos
por fruto adoptan los ganchosos Troncos.




131


Tiñe en nuevo Carmín la faz hermosa
su afán; Aljófar suda en lluvia casta;
Así en Rubí de no violada Rosa
sus Perlas el Rocío puro engasta.
Atropellado con fatiga ansiosa
el respirar su Espíritu contrasta;
Laten inquietos con el ansia oculta
los Orbes en que el Seno Nieve abulta.




132


Llegó donde las Selvas trunca amenas
Sierra inmensa que Breñas acaudilla:
Si alguna Águila aspira a sus Almenas
se cansa a un mismo tiempo, y maravilla.
Sufre la Tierra tanto Escollo apenas;
Mal lo circunda el Cielo que en Él brilla;
Todo se atiende sin afán diverso
ocupado en un Monte el Universo.




133


Por una Gruta horrenda a su pie un Río
sale inmenso, emulando el Mar cercano;
Con gran rumor, del arcabuco umbrío
las bóvedas sonar hacía ufano.
Teme del Oceano vasto el brío
los encuentros de Aquel dulce Oceano:
no la Sierra, oh Raudal querrá sin ella
menor Madre Este, menor Parto Aquella.




134


¿Qué hará la Dama? atajala el crecido
Río de allí; de acá la Sierra airada;
Y de la Selva ya el tropel, y el ruido
más, y más acercarse oye angustiada.
Crece el Despecho; Ya el postrer gemido
buscó sobre el cristal precipitada;
Mas, ¡oh piedad! el Cielo allí propicio
frustró del Cuerpo, y Mente el precipicio.




135


En el Río pequeña Barca estaba
sin dueño; Y con semillas abundante
sobre aristas de Aljofares llevaba
de Trigo gran diluvio, Trox nadante.
En el Monte de granos que agregaba
cayó la Dama, y se cobró al instante:
sembrose allí su Aliento, y renacido
de Aquel Surco de Mieses Mies ha sido.




136


Admirada en el Barco el Cristal frío
rompe; Donde (impelida por el flujo
del Mar, retrocediendo hinchado el Río)
el Río, y Mar al Risco la introdujo.
El Río, y Mar; En cuyo encuentro impío
la furia a partir Reinos los indujo;
Quiebran Olas, y al Euro se dilata
linde de Vidrio en páramos de Plata.


 
 
Fin del Libro cuarto