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41

Prosa crítica, loc. cit., p. 521.

 

42

En 1856, por ejemplo, Juan Valera había fundado junto a Sinibaldo de Mas y en colaboración con el portugués Fernando Caldeira la Revista Peninsular, de clara orientación iberista.

 

43

Prosa crítica, loc. cit., p. 826.

 

44

Ibid., p. 588.

 

45

Ibid., p. 222.

 

46

Ibid., p. 225.

 

47

La metáfora del hijo que, alcanzada la edad adulta, debe labrarse su propio porvenir era también muy frecuente en los países de la América hispana independizados de la madre patria en el siglo XIX. Véase cómo la enuncia un periódico mexicano de significativo título, El Regenerador, de Morelia, en un artículo de 1851: «Al modo que un joven y una niña, llegados a la conveniente sazón, tienen derecho a constituirse jefes de una familia nueva [...] de igual suerte las naciones colonias, cuando han llegado a tanta madurez que puedan gobernarse por sí mismas, tienen derecho a emanciparse de la nación metrópoli» (apud T. Pérez Vejo, España..., loc. cit., p. 28).

 

48

Cf. R. Viñalet, « El caballero encantado en la óptica cubana de Fernando Ortiz: un enfoque sociopolítico regeneracionista en 1910», VI Congreso Internacional Galdosiano 1997, Y. Arencibia, M. P. Escobar y R. M. Quintana (eds.), Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2000, pp. 673-684; R. Viñalet, Fernando Ortiz ante las secuelas del 98. Un regeneracionismo transculturado, La Habana, Fundación Fernando Ortiz, 2001; y J. Rodríguez Puértolas, «Estudio preliminar» de su ed. de El caballero encantado, Madrid, Akal, 2006, pp. 30-31.

 

49

«[...] el tema, para mí obsesivo, de la desunión hispanoamericana», dice en Sobre el nombre y el quién de los españoles, loc. cit., p. 96. Y recuérdese su decisivo papel en la sección hispanoamericana del Centro de Estudios Históricos y en la creación en 1935 de la revista Tierra Firme, que, dirigida por Enrique Díez Canedo, fue el referente del americanismo español de la época.

 

50

Por ejemplo, en 1914 Felipe Trigo hace suyo en Jarrapellejos un reciente artículo de Mariano de Cavia en el que el periodista pide expresamente que se constituya una confederación de países hispanos: «si la Confederación Hispanoamericana, que no es un vano ensueño, sino una urgente necesidad de vida, deja de realizarse por envidiejas, reconcomios y falta de cacumen en los de aquí y en los de allí, demos por totalmente terminadas, antes de que promedie el siglo XX, nuestra raza, nuestra casa, nuestra habla, nuestra malgastada energía en peleas sin sentido común...» (Á. Martínez San Martín [ed.], Madrid, Espasa Calpe, 1988, p. 401). Y, desde la otra orilla, no hay sino recordar como muestras de hispanoamericanismo los numerosos y encendidos versos con que Rubén Darío expresa tal sentimiento; baste recordar, por ejemplo, el cuarteto con que comienza el poema titulado precisamente «Español» de Baladas y canciones: «Yo siempre fui, por alma y por cabeza, / español de conciencia, obra y deseo, / y yo nada concibo y nada veo / sino español por mi naturaleza». Por lo demás, la idea de una confederación o federación de las antiguas colonias españolas resonaba ya en la prensa española desde mucho tiempo atrás: así, por ejemplo, tras la derrota de las tropas mexicanas en Churubusco en 1847, El Eco del Comercio de Madrid propone una federación de «estados hispano-americanos [...] a la que estaban llamados por igualdad de origen, de costumbres, de leyes y de idiomas», como único medio para «hacer fuerte y poderosa a la raza española» (apud T. Pérez Vejo, España..., loc. cit., p. 177).