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ArribaActo IV

 

Caballeros franceses. Guardias de DON ENRIQUE. Soldados de DON PEDRO, y DOÑA INÉS que no habla en este acto.

   

Campamento de DON ENRIQUE. En medio de la escena la tienda de BELTRÁN DUGUESCLIN, sobre la que habrá un farol encendido, y dentro de la cual aparecen sentados este y OLIVER DE MANNI y otros caballeros franceses. Al rededor y en lontananza las otras tiendas del campamento. Amanece.

 

Escena I

 

El VIZCONDE. BELTRÁN DE CLAQUIN. OLIVIER DE MANNI.

 
VIZCONDE
Miradlo, mosén Beltrán,
con detenimiento y calma,
que es feo acudir a engaños
con las manos en las armas.
BELTRÁN
Señor vizconde, está hecho; 5
la noticia está ya dada
a don Enrique, y ofrece
doble de lo que él nos daba,
y son cuatrocientas mil
doblas de oro castellanas. 10
OLIVIER
Eso bien vale, señores,
una traición diplomática;
que al cabo, si bien se mira,
está siendo necesaria.
BELTRÁN
Sí, por cierto; ese don Pedro 15
¿qué puede esperar ya? Nada.
Cercado en ese castillo,
sin víveres y sin agua,
sus gentes a nuestro campo
pasándosele a bandadas, 20
olvidado de Inglaterra,
aborrecido de Francia
y odiado en su reino mismo,
no le queda otra esperanza
que entregarse: a esto vendría 25
a parar hoy o mañana.
Su hermano mientras él viva
el objeto de sus ansias
no ha de lograr, con que es claro
que un día u otro le mata. 30
Y en tal caso...
OLIVIER
Ciertamente
lo mismo es hoy que mañana.
VIZCONDE
Sí; pero el rey de Castilla
es sólo don Pedro.
OLIVIER
¡Vaya!
BELTRÁN
¿Mas qué le vale ¡ya se ve! 35
ser legítimo en su raza,
ser heredero de nombre,
si el de la sangre bastarda
más poderoso y más terco
se le lleva la jornada? 40
Y en fin, no es malo un bastardo
para lo que hoy es España,
que en tierra en que reinan moros
con un mal cristiano basta.

 (Se ríen.) 

VIZCONDE
Paréceme, caballeros, 45
que es esa risa insensata,
al menos intempestiva;
y por la cruz de mi espada
os juro que más que a risa
me mueve don Pedro a lástima. 50
OLIVIER
Paréceme, buen vizconde,
que han sido vuestras palabras
sin tiempo en pro de don Pedro
muchísimo interesadas.
VIZCONDE
Mis palabras son leales, 55
y aunque de opinión contraria
que las vuestras, no por eso
son menos libres ni francas.
BELTRÁN
Abreviemos de razones:
la cosa está adelantada 60
de tal modo, que ya fuera
imposible remediarla.
¿Qué nos importa a nosotros?
En esta guerra menguada
venimos por el partido 65
que nos compró nuestras lanzas.
Como podemos servímosle,
y a traición o cara a cara
siempre quien vence es el bueno;
y con razón buena o mala, 70
si lo acabamos nosotros,
después de darnos las gracias,
con el dinero de entrambos
nos volveremos a Francia.
OLIVIER
Esa es la cuenta, señores. 75
Pero la noche se pasa,
y ese buen hombre no llega.
BELTRÁN
Ya empieza a rayar el alba.
OLIVIER
¡Hola! Allá abajo distingo
dos sombras encapotadas. 80
BELTRÁN
Él es.
OLIVIER
Sin duda; ¿a quién otro
dejarán paso los guardias?
VIZCONDE
Pues yo me lavo las manos:
que os guarde Dios.

 (Vase.) 

BELTRÁN
Con vos vaya.
OLIVIER
¿Habéis visto?
BELTRÁN
Ya lo he visto:
85
pero eso a mí no me estraña;
pues aunque en Francia criado,
no hay un francés en su casta.
OLIVIER
Me lo figuré al oírle
que por Castilla abogaba. 90


Escena II

 

El rey DON PEDRO, embozado. MEN RODRÍGUEZ DE SANABRIA. BELTRÁN DE CLAQUIN. OLIVIER DE MANNI.

 
MEN RODRÍGUEZ
¿Es don Beltrán?
BELTRÁN
Sí, yo soy.
¿Es don Pedro?
DON PEDRO
Caballero
francés, en vos solo espero,
y pronto a partir estoy.
BELTRÁN
Señor don Pedro, me pesa 95
por primera vez hablaros,
y haber de descontentaros.
DON PEDRO
Qué, ¿negáis vuestra promesa?
BELTRÁN
No, señor, mas yo querría
a estas horas disponer 100
de más suerte y más poder
de lo que tengo en el día
para serviros mejor.
DON PEDRO
Hablemos, señor francés,
claros: ¿vuestro intento es 105
ponerme a precio mayor?
Sea el que quiera, os prometo
que obtendréis cuanto pidáis
como a salvo me pongáis.
BELTRÁN
No es ese, señor, mi objeto, 110
que me estuviera muy mal
exigir un precio doble,
cuando anduvisteis tan noble,
tan franco y tan liberal.
DON PEDRO
Entonces no hay para qué 115
pararse más en decir
si no vamos a partir,
que estoy impaciente a fe.
BELTRÁN
Señor, ¿es desconfianza
que tenéis de mí?
DON PEDRO
Convengo,
120
caballero, en que no tengo
sino en Dios solo esperanza.
Mas de ello no os ofendáis,
porque es tan fatal mi estrella
que todo lo temo de ella. 125
BELTRÁN
Suplícoos que contengáis
vuestra impaciencia un momento.
DON PEDRO
Vive Dios, señor francés,
que mi situación no es
para mucho sufrimiento. 130
Yo vine fiado en vos:
conque o dadme un guía fiel,
o yo me vuelvo a Montiel
a la voluntad de Dios.
BELTRÁN
Vuestra razón imagino; 135
mas aguardad un instante,
y el guía os pondré delante
que os enseñará el camino.
DON PEDRO
Pues id, y que sea presto;
porque si mucho tardáis, 140
a encontrar os arriesgáis
desocupado mi puesto.


Escena III

 

DON PEDRO. MEN RODRÍGUEZ, guardias.

 
MEN RODRÍGUEZ
Señor, vuestros intereses
mirad, y ved que en conciencia...
DON PEDRO
Rodríguez, fue una imprudencia 145
fiar en estos franceses.
MEN RODRÍGUEZ
Su mala opinión, señor,
no alcanza a Beltrán Claxon,
que en todas partes al fin
ganó fama del mejor. 150
Le llaman el sin mancilla,
y goza grande importancia.
DON PEDRO
Todos son buenos en Francia,
mas no los quiero en Castilla.
A tener otro remedio 155
no me fiara en ninguno;
mas place al hado importuno
mi desamparo y mi tedio.
En cuanto puse la mano
el cielo me castigó; 160
¡destino el cielo me dio,
Men Rodríguez, bien tirano!
Sufrí todos sus reveses,
pero no puedo sufrir
que me obligue hoy a venir 165
a ampararme de franceses.
¡Oh! nunca me imaginara
llegar otra vez a vellos,
sino lidiando con ellos
sol a sol y cara a cara. 170
Mas nunca mi desventura
tan estremado creía
que a sus tiendas me traería
solo y en la noche oscura.
¡Ay! Cuando cuentas le pido 175
al tiempo que me ha tocado,
en tiempo tan desdichado
quisiera no haber nacido.
Mas ya la aurora esclarece:
mucho se detiene ese hombre; 180
y a pesar de su buen nombre
que nos vende me parece.
Si deja que el sol aclare...
MEN RODRÍGUEZ
No os dé cuidado por eso,
que de la selva en lo espeso 185
metidos...
DON PEDRO
¡Dios nos ampare!
¿Cuál es la selva que dices?
MEN RODRÍGUEZ
Llaman selva vulgarmente
a esa espesura que enfrente
viendo estáis. 190


Escena IV

 

DON PEDRO. MEN RODRÍGUEZ. BELTRÁN. DON ENRIQUE &c.

 
DON ENRIQUE
¿Adónde está ese judío
que llaman rey?
DON PEDRO
Aquí estoy.

 (Dándose con la mano en el pecho.) 

Yo soy don Pedro, yo soy
ese rey con tanto brio.
¿Ni aun siquiera me conoces 195
cuando me haces tal ultraje?
Yo a ti sí; porque el corage
me lo está diciendo a voces.
DON ENRIQUE
Jamás el rostro te he visto
porque me dabas horror. 200
DON PEDRO
Porque te daba pavor
el mirarme ¡voto a Cristo!
DON ENRIQUE
Con mucha osadía vienes
donde a humillarte te obligan.
DON PEDRO
Jamás lo haré a los que abrigan 205
la sangre vil que tú tienes.
DON ENRIQUE
Ya diste al fin en mis manos,
escomulgado perverso,
azote del universo,
verdugo de tus hermanos. 210
DON PEDRO
Bastardo, ten esa lengua,
que ni en palacio has nacido,
ni ser mi hermano ha podido
quien obra con tanta mengua.
DON ENRIQUE
La mengua es tuya y no mía, 215
pues por tus hechos atroces
tu pueblo maldice a voces
tu execrable tiranía.
DON PEDRO
¡Mi pueblo!...¡Cuánta arrogancia
tu infame tradición te inspira! 220
¿Mi pueblo dices? ¡Mentira!
¡Tus mercenarios de Francia!
Sí, sí: vosotros, señores,
que al compararos conmigo
me teméis por enemigo 225
porque sois unos traidores.
Lo dicho, sí, no me arredro:
¿por qué no osasteis ninguno
salir al campo uno a uno
a matar al rey don Pedro? 230
Porque lo sois ¡fementidos!
Si todas vuestras victorias
son como esta, vuestras glorias
son hazañas de bandidos.
DON ENRIQUE
Tú eres el bandido, tú. 235
DON PEDRO
Veamos quién de los dos

  (Yéndose para DON ENRIQUE.) 

DON ENRIQUE
Tú, tú, maldito de Dios,
entregado a Belcebú.
 

(Se abrazan y luchan: los otros se apoderan de RODRÍGUEZ, y le sacan de la tienda. Al caer ciérrase la tienda y salen los caballeros.)

 
OLIVIER
¿Cayeron entrambos?
BELTRÁN
Sí.
OLIVIER
¿Mas por quién de ellos quedó? 240
BELTRÁN
Debajo Enrique cayó,
pero encima le volví.
MEN RODRÍGUEZ
¿Y es esa, infame traidor,
de caballeros la ley?
BELTRÁN
Ni quito ni pongo rey; 245
pero ayudo a mi señor.


Escena V

 

Sale DON ENRIQUE descompuesto y agitado con la daga en la mano.

 
DON ENRIQUE
Al fin concluyó la guerra
concluyendo yo con él;
libré a Castilla en Montiel,
y eché un monstruo a la tierra. 250
BELTRÁN
Fatigado estáis.
DON ENRIQUE
Sí a fe,
porque además de la lucha,
Beltrán, mi ansiedad fue mucha
cuando debajo me hallé.
BELTRÁN
Lo vi...
DON ENRIQUE
Que os lo pague Dios;
255

 (Le da la mano.) 

que a tener daga en la mano
me da la muerte mi hermano.
BELTRÁN
En eso cumplí con vos.
DON ENRIQUE
No lo olvidaré jamás;
y para mejor probároslo, 260
pródigo voy a pagároslo
de lo pactado ademas,
haciéndoos conde de Deza,
para que desde este instante
podáis cubriros delante 265
de mi trono y mí grandeza.
BELTRÁN
Hice solo en ayudar
a mi señor, mi deber.
DON ENRIQUE
Mas lo pudisteis poner
en las manos del azar. 270
Y en fin, hoy es el gran día
de mi existencia, el primero
feliz, y el mejor que espero
en cuanto dure la mía.
Los que en favor de ese indigno 275
aun en Montiel estuvieren,
que salgan cuando quisieren;
seré con ellos benigno.
Ya no hay, Beltrán, para mí
rival que me ponga dique. 280
Mi pendón, clavadlo aquí.

 (Traen el pendón, y lo clavan a la entrada de la tienda.) 

¡Castilla por don Enrique!
 

(Se oyen los tambores y clarines por todo el campamento, perdiéndose a lo lejos entre las voces repetidas de «¡Castilla por don Enrique!».)

 


Escena VI

 

Dichos. El CAPITÁN BLAS PÉREZ, con una corneta de caza colgada a la cintura.

 
CAPITÁN
¿Quién es don Enrique?
DON ENRIQUE
Yo.
¿Qué demanda? ¿Quién es él?
CAPITÁN
El capitán que en Montiel 285
el rey don Pedro dejó.
DON ENRIQUE
Si viene a implorar perdón
o a rendirse a mi bandera,
libre es para ir donde quiera
con toda su guarnición. 290
CAPITÁN
El triunfo os ciega, señor.
No vengo a implorar perdones,
sino a imponer condiciones
al soberbio vencedor.
DON ENRIQUE
¡Vive Dios!...
CAPITÁN
¡Por vuestra vida!
295
No tan pronto os enojéis,
que es preciso que lloréis
el crimen de fratricida.
DON ENRIQUE
¡Hola! Prenderle, llevarle.
CAPITÁN
Os tengo, rey, bien sujeto 300
en las redes de un secreto.
y os importa adivinarle.
DON ENRIQUE
Vendrás a ofrecerme el oro
que habrá escondido mi hermano;
mas todo el reino le gano, 305
y es de su reino el tesoro.
¡Intentas comprarme ¡necio!
tu vida y lanza con él!
Sal sin temor de Montiel,
que ambas a dos las desprecio. 310
CAPITÁN
¡Oh! no con tanta mancilla,
señor rey; guardad memoria
de que amargar vuestra gloria
hay quien pudiera en Castilla.
DON ENRIQUE
La lengua torpe detén 315
y agradece mi paciencia,
porque es día de indulgencia.
Ea, vete.
CAPITÁN

 (Acercándose a él.) 

¿Y don Guillén?
DON ENRIQUE
¿Guillén de Castro?
CAPITÁN
Ese, sí.
DON ENRIQUE
¿Dónde está, dónde...?
CAPITÁN
Murió.
320
DON ENRIQUE
¡Murió!
CAPITÁN
Sí; le maté yo.
DON ENRIQUE
¿Y una bolsa...?

 (Con ansiedad.) 

CAPITÁN
Esa está aquí.
Tomadla; ese pergamino
calmará vuestra impaciencia.
DON ENRIQUE

 (Lee.) 

«Don Enrique: vuestra hija, a quien yo mismo saque de entre las llamas, y de cuya identidad existen documentos legales en el pueblo de la Rioja donde fue hallada, es la que con el nombre de doña Inés ha vivido siempre conmigo».

¡Oh, traedla a mi presencia! 325
CAPITÁN
Vuestra ansiedad adivino.
Pero ya os dije, señor,
que en vez de implorar perdones,
vine a imponer condiciones
al soberbio vencedor. 330
DON ENRIQUE
Pide, pues, lo que quisieres:
mi reino es tuyo; pedazos
hazle, mas tráela a mis brazos,
tráela, y no me desesperes.
Dichoso día, por Dios, 335
es este que me da el cielo;
yo le pedía un consuelo,
y el cielo me otorga dos.
Dos, señores: esa Inés
a quien busco es hija mía, 340
hija por quien yo daría
cuanto hoy en mis manos es.
Fruto de un amor profundo,
ciego, idólatra, escesivo,
con cuyo recuerdo vivo, 345
por quien diera todo un mundo.
¡Oh! figuraos, señores,
que entero le he recorrido
tras ese tallo escogido
del vergel de mis amores. 350
Figuraos que sin gloria,
proscripto, humillado, errante,
su idea ni un solo instante
se apartó de mi memoria.
El viento revuelto y vario 355
que agitó el mar de mi vida,
no osó con mano atrevida
a este fanal solitario.
Y en medio de mis azares
sólo su luz casta y pura 360
alumbró mi desventura,
y adormeció mis pesares.
CAPITÁN
También a mí me alumbró
con su antorcha ese fanal,
mas ¡cuán siniestro y fatal 365
ante mis ojos brilló!
Desatalentado y ciego
con necio ardor le seguía,
seguro que a ser vendría
mariposa de su fuego. 370
DON ENRIQUE
¡Oh, tú también la has amado!
CAPITÁN
Sí, con ciega idolatría,
y ella me correspondía
con amor bien desdichado.
A vos al menos, señor, 375
os sirvió siempre de estrella;
mas yo he corrido tras ella
con inaudito furor.
DON ENRIQUE
¿Qué dices, vil?
CAPITÁN
¡Abre, infierno,
a mis pies un precipicio, 380
o admite mi sacrificio
en tu piedad, Dios eterno!

 (Volviéndose a DON ENRIQUE de repente.)  

¿Qué me darás por tu hija?
DON ENRIQUE
De todo cuanto poseo
lo que cumpla a tu deseo, 385
lo que tu capricho elija.
CAPITÁN
Dáme a don Pedro.
DON ENRIQUE

 (Alzando las cortinas de su tienda.) 

Ahí está.
Tómale.
CAPITÁN
¡Muerto!
DON ENRIQUE
A mis pies.
CAPITÁN
Como a don Pedro me des
mi furor te la dará. 390
DON ENRIQUE
¿Qué estás ahí, miserable,
diciendo, que me estremeces?
CAPITÁN
Te pago como mereces:
el fallo es irrevocable.
Don Enrique, ella por él; 395
él puso en mí su esperanza,
y yo le juré venganza
cuando salió de Montiel.
DON ENRIQUE
¿Quién eres, hombre infernal,
que en mi ventura mayor 400
te opones con tal furor
a mi carrera triunfal?
CAPITÁN
Una serpiente escondida
en mitad de tu camino;
soy la voz de tu destino 405
que te arrastró a fratricida.
Soy, don Enrique, un villano,
un infeliz jornalero,
que fui noble y caballero
con su favor soberano; 410
y que vasallo leal
pago a mi rey con usura,
cavando mi sepultura
de la suya por igual.
DON ENRIQUE
¿Quién puso en tu corazón 415
ese pensamiento impío,
que aterra mi poderío
y amedrenta mi razón?
Esto es un sueño tenaz,
una horrible pesadilla. 420
CAPITÁN
No es sueño, rey de Castilla,
es la horrible realidad.
Un pensamiento ocurrido
a mi intención vengadora,
represalia tan traidora, 425
como su muerte lo ha sido.
Yo a Castro ese pergamino
arranqué con el objeto
de tener con tu secreto
en mis manos tu destino. 430
Don Enrique, ella por él;
no tenéis otra esperanza;
que así cumplo la venganza
que le he jurado en Montiel.
DON ENRIQUE
Quitadle de aquí al momento; 435
llevad a ese hombre, y que elija:
o que os entregue a mi hija,
o que espire en un tormento.
CAPITÁN

  (Con ironía a los caballeros franceses que cercan a DON ENRIQUE.) 

Sí, sí, llevadme, señores,
que al cabo es adelantar 440
por verdugos acabar
empezando por traidores.
¡Oh! No acariciéis la espada,
don Claquin, porque os lo llame,
que no os lavaréis, infame, 445
el borrón de esta jornada.
Con vos hablo, don Beltrán,
que alcanzáis en vuestra tierra
gran renombre en paz y en guerra
de invencible capitán. 450
Vos, sí, que vuestros trofeos
no habéis jamás empañado,
y en tal tradición habéis dado
al pasar los Pirineos.
¡Oh! Tenderíais la vista 455
desde allí por la llanura,
diciendo al ver su hermosura
esta es tierra de conquista.
Diríais, de todos modos
nada aquí será mancilla, 460
que al fin es patria Castilla
de Vándalos y de Godos.
Aquí no lo han de tachar,
porque ese pueblo insensato
tomará sobre barato 465
lo que le queramos dar.
No hacen falta aquí decoros,
ni lealtad, ni nobleza,
cualquier traición es proeza
en esta tierra de moros. 470
Mas olvidasteis, señores,
que en el pueblo castellano
nunca faltará un villano
para llamaros traidores.
Ahora llevadme al tormento: 475
allí el secreto que abrigo
morirá a un tiempo conmigo.
DON ENRIQUE
¡Hombre fatal, un momento
aguarda! ¿Nada en la tierra
hay que por precioso o grande 480
ni te compre, ni te ablande
el corazón que le encierra?
El oro, la libertad.
CAPITÁN
Sólo al rey don Pedro quiero.
DON ENRIQUE
Diérate el alma primero. 485
CAPITÁN
Pues bien, entonces mirad.
¿Veis de aquel cerro en la loma
diez soldados?
DON ENRIQUE
Sí.
CAPITÁN
Pues son
diez hombres de mi facción.
¿Veis una muger que asoma 490
entre ellos mal escondida
y en sus brazos desmayada?
DON ENRIQUE
Sí.
CAPITÁN
Pues esa desdichada
es esa Inés tan querida.
DON ENRIQUE
Id, caballeros, volad: 495
allí está... mi hija, señores;
libradla de esos traidores,
¡librádmela por piedad!
CAPITÁN
Sí, sí, volad, caballeros;
de allí no se moverán. 500

  (A DON ENRIQUE.)  

Mas ¿qué creéis que hallarán
al llegar los más ligeros?
DON ENRIQUE
Tu calma feroz me aterra.
¿Qué hallarán, hombre cruel?
CAPITÁN
Un crimen más en Montiel, 505
y otro cadáver en tierra.

 (Se aplica a los labios la corneta de caza y hace una señal, a cuyo sonido se vuelve a él DON ENRIQUE espantado: los soldados que tienen a DOÑA INÉS la matan.)  

DON ENRIQUE
¿Qué haces?
CAPITÁN
¿Os ha estremecido
este sonido fatal?
Temblad, sí, que a esta señal
su cabeza habrá caído. 510
 

(Un momento de pausa: DON ENRIQUE se cubre el rostro con las manos. El CAPITÁN con desesperación.)

 
Reinad, don Enrique, sí;
pero sabed con horror
que yo asesiné a mi amor,
cuando con mi rey cumplí.
Cuando a su sepulcro helado 515
baje a pedirle un asilo,
dormid le diré, tranquilo:
don Pedro, ya estáis vengado.
Vos por tan fiera tradición
su corona os ceñiréis; 520
mas de espinas llevaréis
coronado el corazón.




 
 
FIN DEL DRAMA
 
 


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