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Jamás la naturaleza podrá ser vencida por la costumbre, porque aquélla es invencible; mas entre nosotros se halla corrompida por la molicie, los deleites, la ociosidad y la indolencia. La idea de la naturaleza ha sido falseada por opiniones erróneas y por hábitos detestables. CICERÓN, Tusc. quest., V, 72. (N. del T.)

 

332

El último de los gladiadores ¿gimió alguna vez o cambió de fisonomía? ¡Qué arte en su caída misma para ocultar la vergüenza a los ojos del circo! Derribado ya, a los pies de su adversario, ¿vuelve siquiera la cabeza al ordenársele recibir el golpe mortal? CICERÓN, Tusc. quaest., II, 17. (N. del T.)

 

333

Hay quien tiene el valor de arrancarse los cabellos grises y de sacarse tiras de la cara para que le salga un cutis nuevo. TIBULO I, 8, 45. (N. del T.)

 

334

Por donde puede verse que la aflicción no es un efecto de la naturaleza, sino de nosotros mismos. CICERÓN, Tusc. quaest., III, 28. (N. del T.)

 

335

Pueblo feroz, no juzgaba posible la vida sin los combates. TITO LIVIO, XXXV, 17. (N. del T.)

 

336

Al través de tantos mares tempestuosos. CATULO, IV, 18. (N. del T.)

 

337

Y de la propia suerte que tiene el brillo del cristal con igual facilidad se quiebra. Ex Mimis Publii Syri. (N. del T.)

 

338

Cada cual es el artífice de su propia fortuna. SALUSTIO, de Rep. ordin., I, 1. (N. del T.)

 

339

Nada hay más digno de compasión que la indigencia en el seno de las riquezas. SÉNECA, Epíst. 74. (N. del T.)

 

340

La riqueza consiste en no estar ávido de tesoros; constituye una renta no hallarse dominado por la pasión de comprar. CICERÓN, Paradox, VI, 3. (N. del T.)