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11

Miguel Delibes. Un año de mi vida, ed. cit., págs. 92-93. «Pasé la vida disfrazándome de otros -confesaba Delibes en 1994, en su discurso de recepción del premio Miguel de Cervantes-, imaginando, ingenuamente, que este juego de máscaras ampliaba mi existencia, facilitaba nuevos horizontes, hacía aquélla más rica y variada. Disfrazarse era el juego mágico del hombre, que se entregaba furtivamente a la creación sin advertir cuánto de su propia sustancia se le iba en cada desdoblamiento.» En ABC, 26 de abril de 1994, pág. 65.

 

12

César Alonso de los Ríos, op. cit., pág. 103.

 

13

Miguel Delibes, Un año de mi vida, ed. cit., pág. 98. En este sentido, el novelista ha recordado en más de una ocasión lo que para él supuso el ser periodista antes que novelista. «Me fue muy útil el ejercicio del periodismo provinciano -le confesaba a César Alonso de los Ríos-, porque en él tienes que hacer de todo. Solté pluma. Y, sobre todo, aprendí algo fundamental: decir mucho en poco espacio.» Cf. Conversaciones con Miguel Delibes, ed. cit., pág. 94. O, en otro momento y de manera más explícita: «Al periodismo nací ahora hace cuarenta años [...] En este tiempo aprendí dos cosas fundamentales para mi posterior dedicación a la novela: la valoración humana de los acontecimientos -los que la prensa refleja- y la operación de síntesis que exige el periodismo. [...] Con este bagaje periodístico pasé a la narrativa y, a pesar de los años transcurridos, permanezco fiel a aquellos postulados, es decir, mi condición de novelista se apoya y se sostiene en mi condición de reportero. El periodismo ha sido mi escuela de narrador». Cf. la Carta-prólogo con que se abre el libro Estudios sobre Miguel Delibes, Madrid, Universidad Complutense, 1983.

 

14

Ramón Buckley ha analizado con detenimiento en qué consiste el «selectivismo», del que considera máximo representante a Delibes, en Problemas formales de la novela española contemporánea, Barcelona, Península, 1973 (2.ª ed.).

 

15

Miguel Delibes, Un año de mi vida, ed. cit., págs. 134 y 99, respectivamente.

 

16

Miguel Delibes, Prólogo al tomo II de su Obra Completa, Barcelona, Destino, 1966, pág. 8.

 

17

Cf. «Mundo y estilo de Miguel Delibes», en Libros y Discos, núm. 2, septiembre 1962. Tal clasificación se ha venido atribuyendo a José María Vivanco, confusión que señala y explica Alfonso Rey en La originalidad novelística de Miguel Delibes, págs. 240-243.

 

18

Preciso es recordar, sin embargo, lo que el propio Delibes opinaba acerca de esta división: «yo, la verdad, esta división no acabo de entenderla, que mejor o peor todas ellas se pueden contar, ¿no?, y mejor sería decir que las primeras son novelas balbucientes, y después se complican técnicamente, y los personajes se mezclan, pero de ahí a establecer una división entre las que se pueden contar y las que no... [...] realmente no encuentro acertado este criterio». Implacable crítico de su propia obra, el novelista apostillaba: «En todo caso, yo diría las malas novelas con que empieza Delibes y las discretas con que acaba y no hay más divisiones...». Cf. Javier Goñi, Cinco horas con Miguel Delibes, Madrid, Anjana Ediciones, 1985, pág. 84.

 

19

Ramón Buckley, op. cit., pág. 100.

 

20

Gonzalo Sobejano, Novela española de nuestro tiempo, Madrid, Prensa Española, 1970, pág. 133.