341
De cuyo prólogo tomo la penúltima cita hecha en el texto, mientras la siguiente procede de la Crónica... de Alcántara de A. de Torres y Tapia; ambas de acuerdo con F. Cantera Burgos, El judío salmantino Abraham Zacut, Madrid, 1931, pp. 21-22.
342
Lo atestiguan
perfectamente los carmina «De Emerita
restituta» («Quid non longa dies vertit mutatque
vetustas?»
, etc.) y «De Traiani
caesaris ponte» («Iam Tagus
abstulerat geminae comertia terrae / quam lusitanam saecula prisca
vocant»
, etc.), en el tomito de poemas nebrisenses
encabezado por el «Epithalamium in
nuptiis... Alphonsi ac Helisabethae...» y
publicado por el bachiller Vivanco en Salamanca, a 15 de julio de
1491.
343
El terminus ad quem lo da la
publicación de la dedicatoria («In
Isagogicon cosmographiae ad
lectorem»
) en la colección de
carmina
nebrisenses (cf. nota 342) acabada de imprimir
«Salmanticae...
MCDXCI. Idibus Iuliis»
, fol. a10 y v.; el post quem está en la
declaración de esa misma dedicatoria de que el Isagogicon se compuso
gracias a la ayuda de don Juan (vid. nota 344). Desde Nicolás
Antonio, los bibliógrafos han aludido vagamente a ediciones
de 1491 o anteriores, que nadie parece haber visto (cf.
A. Odriozola, «La caracola del
bibliófilo nebrisense», Revista de
bibliografía nacional, VII [1946], pp. 45-46, 97), aunque sin duda existieron,
porque no era Nebrija hombre que escribiera poemas «Ad lectorem» para
libros inéditos. Como fuera, la primera hoy conservada
apareció en Salamanca entre 1497 y 1504 (según
comunicación privada de Mr.
F. J. Norton, máximo
experto en la tipografía del período), y más
probablemente hacia 1503 (vid. nota 344): Aelii Antonii Nebrissensis grammatici
in cosmographiae libros introductorium..., 14 hojas
(a8
b6), en
cuarto. Es puramente casual el hecho de que alguno de los
ejemplares conocidos vaya encuadernado con un Mela «cum
introductionibus et aliis... per Franciscum Nuñis de la
Yerva»
, Salamanca, 1498 («sole Tauri
punctum gradiente primum»
). Seguiré,
evidentemente, el texto del Introductorium, corrigiendo las numerosas erratas,
tomando alguna enmienda de la edición parisina de 1533 y
señalando el capítulo del que procede cada cita; para
las variantes -seguras o posibles- del Isagogicon en relación con el
Introductorium, vid. notas 344, 346 y 348.
344
El Isagogicon continúa
así: «Interea
contentus eris nostrumque laborem / non aspernatus, lector amice,
leges, / quod si proficies debebis cuncta magistro / cui pons
Traiani [cf. nota 342] nomina iusta dedit, / qui revocat nostro
fugientes orbe camenas / et profugas amplo suscipit hospitio. /
Ille soporatos concussit pectore sensus, / ille favet nobis
ingeniumque monet. / Ille, mihi tribuens ingentia pignora amoris, /
munera multa dedit, munera multa dabit. / Ergo illi nunquam
morituras, lector, habebis / et magnas grates, si pius esse
voles»
. En el Introductorium, el verso 1 reza «...
cosmographorum»
y el texto acaba en el
verso 12 («... amice,
legas»
). Por otra parte, en los versos 5-6
se lee: «... quos Avienus
/ carmine composuit, quos Stephanusque
dedit»
. De la corrección parece
desprenderse que al escribir el Isagogicon Nebrija no conocía
aún el Avieno de 1488 (cf. nota 339); la princeps de Esteban de
Bizancio fue publicada a principios de 1502 por Aldo Manuzio,
quien, con todo, venía anunciándola desde 1497: no es
imposible que Nebrija tuviera antes noticias al respecto, pues
seguía con admiración el quehacer de Aldo (y, en el
mismo prólogo a Esteban, el editor se congratula de que el
griego se estudie «non in
Italia solum, sed etiam in ... Hispania»
),
pero se diría más plausible que en el Introductorium se complaciera
en mencionar una novedad fresca de imprenta.
345
En el
Cuatrocientos, el título de Cosmographia (adoptado por Angeli y favorito
de las ediciones tempranas) convivió con el de Geographia. Nebrija, en
el Lexicon ex sermone
latino in hispaniensem, Salamanca, 1492, s.
v., interpreta cosmographia ‘pintura
del mundo’
, geographus ‘el que
pinta la tierra’
y geographia ‘aquella
descripción’
. En el epígrafe del
Introductorium
cabría entender «in Cosmographiae libros»
: la
versión revisada del Isagogicon, entonces, se presentaría
más resueltamente como un prólogo a Tolomeo.
346
Hipótesis
que juzgo poco admisible, porque si se aludiera al viaje de Vasco
da Gama (de vuelta en Portugal en septiembre de 1499) la
información sería más completa: no
habría motivo para detenerse «in Persidis
oram»
. Y ni siquiera es prudente pensar que
la frase, en el Isagogicon primitivo, se hacía cargo del
periplo de Bartolomeu Dias (quien regresó en diciembre de
1488): ya Toscanelli en 1474 le hablaba a Fernão Martins
«de breviori via
ad loca aromatum, per maritimam navigationem, quam sit ea quam
facitis per Guineam»
(en Raccolta di documenti e studi
pubblicata dalla R. Commissione
Colombiana, Roma, 1892-1894 [= Raccolta], parte V, i, p. 571); o bien, en 1485, el embajador de
João II aseveraba ante Inocencio VIII que las naves
lusitanas habían llegado al extremo meridional de
África y estaban a punto de arribar a la India (cf.
G. Macchi, en Quaderni portoghesi, núm. 4 [otoño, 1978],
pp. 30-32).
347
Repetitio sexta De mensuris..., Salamanca, 1510, fol. a2.
348
«De reliquo huic
nostro hemispherio e regione opposito, quod incolut antichthones,
nihil certi nobis maioribus traditum est. Sed ut est nostri
temporis hominum audacia, breve futurum est ut nobis veram terrae
illius descriptionem afferant, tum insularum tum etiam continentis,
cuius magnam partem orae maritimae nautae nobis tradiderunt, illam
maxime quae ex adverso insularum nuper inventarum -Hispanam dico
Isabelam reliquasque adiacentes- posita est. Sed de his alio
tempore atque loco; nunc ad reliqua
pergamus»
. La mención del litoral
situado frente a las islas españolas de América puede
hacerse eco de cualquiera de los viajes de Colón, aunque
quizá se diría especialmente aplicable al tercero
(cuando el genovés se mostró tan seguro de hallarse
«en el fin del Oriente»
,
junto al Ganges, en el «Parayso
Terrenal»
[vid. J.
Manzano, Colón y su secreto, Madrid, 1976,
pp. 222-225], según la
localización consabida: cf. arriba, sobre el ms. 98-27). Pero, por lo demás, no hay
medio de decidir cuáles son las frases que el Introductorium
añade al texto primitivo del Isagogicon, en un lugar tan propicio y
habitual para adiciones como es el final de un capítulo.
Tiendo a pensar que lo dicho en el Isagogicon aludía a las exploraciones
portuguesas tanto si acababa en «... descriptionem
afferant»
como incluso si terminaba en
«... etiam
continentis»
o en «... nobis
tradiderunt»
, y, en cualquier caso, era la
continuación y culminación de las referencias a la
circunnavegación de África y a los antípodas
(compárese, en efecto, con el poema de B. Colón citado más abajo).
Al publicar el Introductorium, Nebrija tenía que sacar a
relucir los descubrimientos españoles y lo hizo agregando
unas líneas que nos cambian de escenario (del Sur, al
Oeste); a la vez, la sintaxis un tanto forzada de «illam maxime...
posita est»
invita a conjeturar que la
adición se limita a esa frase (y a la apostilla siguiente).
A salvo lo observado en la nota 344, ningún otro pasaje del
Introductorium
muestra indicios de interpolación ni necesitaba retoques
después de 1490: nada permite sospechar que no se reproduzca
fielmente el Isagogicon.
349
No obstante, las
cifras del capítulo IV, pese a darse sólo como tales
aproximaciones (típico el redondear en 11 leguas las 45
millas del grado en el paralelo 41), se acomodan a veces a un
sistema inequívoco: buscando que responda «pars parti et
minutia minutiae»
, Nebrija concede 60
millas (y no 62,5) a los 500 estadios del grado en la equinocial,
de modo que un minuto coincida con una milla; la equivalencia era
bien conocida, notablemente entre los navegantes (cf.
S. García Franco, La legua
náutica en la Edad Media, Madrid, 1957, pp. 57, 77, etc.): sin duda apunta a ellos -enlazando
con el final del capítulo III- el «quod hodie
experimur»
que he subrayado.
350
«Sed unde
compertum habeam pedis mei longitudinem debere constitui pro
mensura ad quam reliquae dimensiones referri debeant paucis
absolvemus. Est via nominatissima Lusitaniae quam ab Emerita
Augusta urbe clarissima P. Licinius ad
Salmanticam -quod mihi constet- usque perduxit, deinde Traianus
refecit, Aelius Pertinax postea restauravit;
“Argenteam” vulgus incertus appellat. In ea lapides
sunt in columnas teretes excisi, quibus singula passuum milia
designantur. Haec ego spacia, passibus nunc contractis nunc
distentis metiens, comperi habere pedes ex meis prope quinos
millenos. Facta itaque centumpeda ex chorda quae neque intendi
neque remitti posset, mensus eadem spacia, inveni quinquagenas
centumpedas. Divisa rursus eadem centumpeda in partes centum
aequales, collegi particulam quamque pedis mei nudo vestigio
respondere. Est praeterea apud Emeritam Augustam stadium in
naumachia, sive ille sit circus [ed.
arcus] magnus. Hunc ego quantum
possem divaricatis cruribus dimetiens offendi passus cxxv, quod est
consentaneum superiori milliarium [sup]putationi, quandoquidem
diximus milliare octo stadia continere...»
.
Véase la crítica de las apreciaciones de Nebrija
(reiterada en el opúsculo De mensuris: cf. nota 347) en L. Vigil - P. Ruiz Aizpiri,
«Nebrija en el campo de la ciencia», Revista
matemática hispanoamericana, IV (1944), pp. 71-86.