461
En 1512 tuerto se sentía ya tan anticuado, que la edición sevillana del Zifar lo sustituye sistemáticamente por agravio (J. M. Lucía Megías, en Libro del caballero Zifar. Estudios..., Barcelona, 1996, p. 132 y n. 127).
462
No sé si es
dialectalismo, lapsus del escribano o yerro del transcriptor la
supuesta excepción que se lee en las cuatrocentistas
Ordenanzas de Barbastro: «hombre que fazies’ entuerto ad
algún vecino de la çiudat»
(ed. M. de
Pano, Revista de Aragón, III, 1902, p. 912). Descuido de copia hay desde luego
en ciertos versos presentados como procedentes de unas
celebraciones de 1737: «Soy deshacedor
de entuertos [sic], / soy [sic] salsa de todo almodrote / y risa de los
despiertos...»
(en M.
L. Lobato, «El Quijote en las mascaradas
populares del siglo XVII», en Cervantes. Estudios en la
víspera de su centenario, ed. K.
Reichenberger, Kassel, 1994, II, p. 578).
En los siglos XVII
y XVIII, la frecuente presencia de don Quijote en mojigangas y
otras diversiones similares se acompañaba a menudo de motes
con alusión a los tuertos («Hoy se deshace un gran tuerto»
,
«gran desfacedor de tuertos»
,
«por desfacer este agravio / y
enderezar este tuerto»
; ibidem, pp. 591, 593), y cosa muy parecida
ocurría en el teatro de burlas (véase sólo el
Entremés de las aventuras del caballero don Pascual del
Rábano, de hacia 1640: «-¡Desfaced aqueste tuerto! / -Facerle,
yo le ficiera, / mas desfacerle pedildo / a los santos de la
Igreja, / no a caballeros andantes / que facer tuertos profesan. /
-Tuerto es ‘agravio’, señor»
;
ed. R. Senabre, en Estudios sobre literatura y
arte dedicados al profesor Emilio Orozco Díaz, III,
Granada, 1979, p. 356).
Esos
entretenimientos debieron de contribuir a popularizar la
expresión todavía más que la misma novela
cervantina. Como sea, en ellos tropiezo con el caso más
antiguo que conozco de confusión deliberada entre
tuertos y entuertos, en una parodia quijotesca de
1687: «todo su estudio [de un
médico] es en los libros de caballerías, y en
particular el de Don Quijote, y los enfermos que cura con
más afición son las paridas, por
deshacer entuertos»
(apud A.
Egido, «Floresta de vejámenes universitarios
granadinos (siglos XVI-XVII)», Bulletin Hispanique, XCII, 1990,
p. 320); y en ellos con el
primer ejemplo del uso impropio generalizado en la actualidad, en
el sainete Las caperuzas de Sancho (1776) «desfáganse entre todos / tales
entuertos... / sin que haya agravios...»
(en J. Montero Reguera, «Imitaciones
cervantinas en el teatro español del siglo XVIII», en
Actas del Tercer coloquio de la Asociación de
Cervantistas (1990), Barcelona, 1993, p. 126).
463
Otra cosa es que entuertos haya llegado a colarse incluso en las ediciones del Quijote, como, recientemente, en la prologada por Alberto Sánchez, Barcelona, 1976, pp. 111 y 321.
464
«Don Leoncio Capareiros Argujillo, alia
Campeón, ... se quitó el colesterol y se curó
la topaditis comiendo todas las mañanas tres nueces
ligeramente verdes en ayunas, la topaditis es una enfermedad de la
vista de origen nervioso que se manifiesta porque el paciente, al
leer el Quijote, ve “con la iglesia hemos topado,
Sancho” donde Cervantes dice “con la iglesia hemos
dado, Sancho”, la dolencia tampoco tiene mayor importancia y
a veces hasta se cura sola con un poco de reposo y baños de
asiento con coca-cola light»
(C. J. Cela, «El arte de
freír huevos y la buena maña de
comérselos», en ABC, 4 de mayo de 1997).
465
V. Gaos estima que topado pudo
introducirse por influjo del «topase
con ese alcázar»
de diez o quince líneas
después: demasiada distancia, probablemente, para una
contaminación. No creo que la frase, todavía no
comentada por Clemencín (1833-1839), entrara en el caudal
del español corriente del brazo de las interpretaciones
esotéricas del Quijote, que sin duda la llevaron
sistemáticamente a su molino (así el coronel
Baldomero Villegas del Hoyo, La revolución
española. Estudio en que se descubre cuál y
cómo fue el verdadero ingenio de D.
Quijote y el pensamiento del simpar Cervantes, Madrid, 1903:
«muchas veces he oído
comentar este caso en el sentido que tiene: que la Iglesia era ...
en la vida real un elemento contrario a la regeneración de
la patria»
, etc.).
Frente al topado ordinario (en diez días, lo
encuentro en C. J. Cela,
como título de un artículo de la excelente novelista
Rosa Regás, El País, Barcelona, 25 de abril
de 1997, suplemento de Cataluña, p. 2, y en otro de Francisco Umbral,
Leer, núm. 88,
abril-mayo de 1997, p. 54),
incluso en alusiones sin cita («Aquí espero al mensajero Sancho, en
esta plaza, con sus evónimos provincianos, azorinescos, su
iglesia de piedra rojiza, en la que caballero y escudero
vendrán a topar en la noche»
; Antonio Tovar,
Ensayos y peregrinaciones, Madrid, 1960, p. 259), suena a ultracorrección el
«Con la Iglesia hemos
tropezado»
en la novela Ana-Franca (1940) de
Vicente Ferraz y Castán (apud S.
A. López Navia, en Actas del II Congreso
Internacional de la Asociación de Cervantistas,
p. 739).
466
Son citas, respectivamente, de Bartolomé Leonardo de Argensola, Rimas, ed. J. M. Blecua, Madrid, 1974, I, p. 160, y de Lope de Vega, El divino africano, en Décima octava parte..., Madrid, 1623, fol. 55v.
467
Remito a los tercetos de La Arcadia lopeveguesca, ed. E. S. Morby, Madrid, 1975, p. 195, y a las insuperables páginas de don Ramón Menéndez Pidal, La lengua castellana en el siglo XVII, Madrid, 1991.
468
En La
entretenida (III, fol. 184), la
variante de filósofo estás tiene
probablemente un blanco menos genérico. Don Francisco ha
razonado que «la suerte de los
mortales»
discurre «entre
bienes y entre males»
; y añade: «Esta verdad sé bien yo, / sin que en
probarla porfíe: / ayer lloraba el que hoy ríe / y
hoy llora el que ayer rió»
. El comentario de don
Antonio («¡Oh, qué
filósofo vienes...!»
) mira ahí en
concreto al motivo tradicional de un Democritus ridens y un Heraclitus flens. Vid.
«Los filósofos de Velázquez, o el gran teatro
del mundo», en mi libro Figuras con paisaje,
Barcelona, 1994, pp. 69-97, con
bibliografía.
469
Sí lo es, a
todas luces, en El médico de su honra, versos
545-546 («¡qué lisonjero
os escucho! / Muy metafísico estáis»
),
según la corrección de Vera Tassis, sin duda acertada
(en el parlamento anterior, precisa don Gutierre: «escúchame un
argumento»
, «Aplico agora...»
), frente
al paralífico de las primeras ediciones, que
C. A. Jones
(Oxford, 19652, p. 21) enmienda en
parabólico.
470
Según el
Diccionario de Autoridades, metafísico
«se toma, por alusión, por el
modo de discurrir con demasiada sutileza en cualquier materia, o
por las mismas cosas así discurridas»
.