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ArribaAbajoCapítulo XIII

1. Veis; todo esto vio mi ojo, oyó mi oreja, y lo entendió.

2. Cual saber vuestro sé yo también; no menor yo que vosotros.

3. Mas yo cierto al Omnipotente hablaría, y gustaría de argüir con el Alto.

4. Que cierto, vosotros componedores de mentira, maestros de vanidad vosotros todos.

5. ¡Quién hiciera que callando callárades, y fuera para vosotros sabiduría!

6. Escuchedes, pues, el mi argumento, y a barajas de mis labios dad atención.

7. ¿Por ventura en favor de Dios razonaréis mentira, y por Él razonaréis engaño?

8. ¿Si faces dél levantaréis, y en favor dél haréis juicio?

9. ¿O aplacerále al que nada se le esconde, o será engañado como hombre con vuestras astucias?

10. Arguyendo argüirá a vosotros, porque en escondido sus faces levantáis.

11. ¿Por ventura en conmoviéndose no os asombrara, y espanto suyo no caerá en somo?

12. Memorias vuestras palabras de polvo, alturas de lodo vuestras cervices.

13. Poneos silencio, y hablaré yo todo lo que me viniere a las mientes.

14. ¿Que para qué levantaré carne mía con dientes míos, y pongo mi alma en mis palmas?

15. Veis: matarme ha; en Él esperaré; pero argüiré mis caminos delante dél. Y Él a mí también será salvación: que no delante del malvado.

16. Oíd oidura de mi palabra, y mi razón en vuestras orejas.

17. Si me pusiere en juicio, sé que yo saldré justo.

18. ¿Mas quién barajará conmigo? Venga; que ¿Por qué callaré, y moriré?

19. Pero dos cosas no hagas conmigo; entonces de tu presencia no me esconderé.

20. Tu palma alueña de mí, y fortaleza tuya no me asombre.

21. Hable, y yo responderé; o hablaré, y vuélveme respuesta.

22. Cuántas maldades y pecados, a mí, rebeldías mías y delictos míos házmelos saber.

23. ¿Por qué faces tuyas encubres, y me cuentas como enemigo a Ti?

24. La hoja arrojada quebrantarás; la astilla seca perseguirás.

25. Que escribes amarguras contra mí, y me harás poseedor de vanidades de niñez.

26. Y pondrás cepo a pies míos, y guarda a mis sendas todas, y sobre raíces de mis pies será estatuido.

27. Mas como podredumbre seré consumido, como manto comido de polilla.


ArribaAbajoExposición

1. Veis; todo esto vio mi ojo, oyó mi oreja, y lo entendió.

2. Cual saber vuestro sé yo también, no menos yo que vosotros. Veis, dice, que no soy yo ignorante, ni conozco de Dios menos que vosotros, pues alcanzo lo que he referido; que es la conclusión que pretendió sacar a luz de su plática, y para cuyo fin se pasó a decir las grandezas de Dios que él sabía. Y dice que por sus ojos vio lo que ha dicho, por causa del hecho público y ordinario que suele ser cual él cuenta; y dice que lo oyó por razón de lo secreto que debajo de aquello público profetiza.

3. Mas yo cierto al Omnipotente hablaría, y gustaría de argüir con el Alto. Como si dijese, con vosotros es perdido el hablar, porque andáis muy lejos de la verdad; con Dios hablaría de buena gana, que sabe mi inocencia. Ansí que en decir desea hablar con Dios, dice que no gusta de hablar con ellos, y la razón es lo que añade:

4. Que cierto vosotros componedores de mentira maestros de vanidad vosotros todos. La palabra original quiere decir apegar y juntar unas piezas con otras, como hacen los ensambladores o los que labran taracea. Y ansí dice graciosa y verdaderamente a sus compañeros, que son oficiales y maestros de componer mentiras y engaños con destreza y artificio; y dícelo porque juntan lo verdadero con lo falso, y de todo hacen una razón vistosa y aparente.

Decían de Dios que era sabio y que se gobernaba con justicia, y que aborrece los malos y es amigo de los buenos, y que ni en la maldad podía haber bien ni mal en la bondad; y debajo de estas cosas de verdadera y hermosa vista, o junto con ellas, ayuntaban un grande engaño, esto es, la condenación de un hombre inocente. Mas lo que añade, maestros de vanidad, puédese trasladar también médicos inútiles, conforme a lo cual los condena no sólo de falsos razonadores, sino también de consoladores necios que, viniendo a consolarle, en lugar de esforzarle el corazón con razones blandas y piadosas, le afligían más con dichos falsos y pesados.

Y por eso desea lo que se sigue:

5. ¡Quién hiciera que callando callárades, y fuera para vosotros sabiduría! Como diciendo, porque si hubiérades tenido silencio, a todos nos fuera ganancia; porque yo no padeciera y vosotros ganárades reputación. Y porque no parezca que los nota de poco sabios y de no bienintencionados injustamente, pruébalo luego, y antes que lo pruebe les pide atención y dice:

6. Escuchedes, pues, el mi argumento, y a barajas de mis labios dad atención. Mi argumento es la razón que tengo para decir de vosotros lo que digo; y lo mismo llama barajas de sus labios, que ansí se nombran, cuando contienden dos entre sí acusándose y defendiéndose, las razones que ambos se dicen.

7. ¿Por ventura en favor de Dios razonaréis mentira, y por él razonaréis engaño? Vía por una parte Job que éstos, por defender a Dios, le condenaban a él sin culpa; y por otra entendía que, aunque le llamaban pecador y culpado, sabían para sí lo contrario por la noticia particular que de él tenían, sino que, por mostrarse celosos de Dios, se esforzaban a hablar contra su misma consciencia. En lo cual había todos estos errores y males: lo uno, que en lo público le condenaban por malo, sabiendo en lo secreto ser bueno; lo otro, que aunque hablaban otra cosa, en su corazón tenían a Dios por injusto, pues le parecía que su justicia no se defendía, sino condenando al que carecía de culpa; lo tercero y último, que pensaban agradar a Dios en esto y como lisonjearle, como si Él oyera sólo lo que publicaba la boca, y no vía lo que el pecho encubría, lo cual era tenerle, demás de por injusto, por ignorante. Pues toda esta revuelta de errores disimulados con demostraciones diferentes de la verdad, como la entendió Job, la descubrió, y echa en plaza o se la pone a ellos ante sus ojos sin rodeo ni velo, para que con la vista de su maldad se confundan.

Y ansí comienza: ¿Por ventura en favor de Dios?, y en decir por ventura no se duda de lo que se dice, antes según la propriedad de la lengua se afirma. Pues dice, que son tan faltos de juicio y de seso que, para abonar a Dios, mienten; ni siendo menester que Job fuese malo para que Dios fuese bueno, ni conociendo que por el mismo caso que presumían defender a Dios con mentira, quedaban convencidos en sí mismos tener a Dios por injusto.

Y lo mismo, por diferentes palabras, dice en lo que se sigue:

8. ¿Si faces de Él levantaréis, y en favor de Él haréis juicio? Levantar faces en la propriedad del original es, en el juicio, tener más respecto a la persona que a la razón de la causa. Y ansí les dice que hacen como los malos jueces, que por respectos de favor, y no por los méritos del proceso, juzgan y sentencian los pleitos.

Y lo que dice en la primera parte del verso, repite por palabras más claras en la segunda. O digamos de otra manera; que ya en este verso les descubre la intención con que se mueven a mentir en favor, a su parecer, de la causa de Dios, que es pensar le agradan en ello, y imaginar se contenta de semejante defensa, y querer ganar favor con Él por este camino; porque levantar faces no solamente se dice en lo que toca al juicio, mas también algunas veces es, haciendo honra a alguno, darle placer y contento.

Y conforme a esto les dice: Estáis tan ciegos que creéis agradar a Dios y ganar tierra con Él, pleiteando por Él y defendiendo su causa en la manera que he dicho, esto es, hablando lo que no sentís; y no veis que en eso mismo le ofendéis mucho más, pues en vuestra alma le condenáis por injusto. Porque lo defendido con falsedad, ese que le defiende, dentro de sí le condena. Y si presumís agradarle, también le hacéis grande ofensa, porque le juzgáis por tan ignorante, que oye vuestras palabras y no os penetra los corazones, o se contenta de la vista exterior sin curar de la verdad de las cosas.

Y de cualquiera manera viene bien a pelo lo que luego se sigue:

9. ¿O aplacerále al que nada se le asconde, o será engañado como hombres con vuestras astucias? O como otra letra dice: ¿Si por ventura bueno, cuando escudriñare a vosotros, si como mentís por hombre, mintiéredes agora por Él? Porque, o dirá, cuando Dios os tomare cuenta, ¿pensáis que os será bueno, o que os ha de valer esto que hacéis agora? ¿Imagináis os ha de recibir en servicio, que le defendéis a tuerto o a derecho, y que mentís por Él como se miente acá por un amigo para salvarle? O, siguiendo el hilo del segundo sentido, podrá decir: ¿Y pensáis que, cuando Dios escudriñare lo secreto del pecho, no echará de ver vuestro engaño? ¿Y creéis que el celo y servicio aparente le empañará la vista, para no ver que no decís tanto bien dél en lo público, cuanto juzgáis mal de Él mismo en lo retirado y secreto? O imagináis que como un amigo cuando en su defensa mentís, precia el testimonio público, y no mira ni cura de lo que os queda en el pecho, ¿ansí Dios también se contenta de vuestra defensa aparente?

Y conforme a esto se sigue:

10. Arguyendo argüirá a vosotros, porque en ascondido sus faces levantáis. No, dice, será ansí como lo fantaseáis en vosotros, por más que le lisonjeéis y que levantéis sus faces, esto es, por más que le respetéis por defuera y por más que encubráis vuestra intención en lo hondo del alma, arguyendo la argüirá, esto es, la verá y sacará en público, y convencerá y condenará por malvada. Mas si os reprendiere de ella por ser mala, ¿pero por la lisonja que le hacéis os librará de la pena?

Antes dice:

11. ¿Por ventura en conmoviéndose no os asombrara, y espanto suyo no os caerá en somo? Como si dijese: Mal engañados estáis, seréis gravemente punidos, y caerá sobre vosotros su espanto. Porque preguntando dice, y pareciendo que duda de ello lo afirma y les hace cierto el castigo.

Y ansí añade abiertamente afirmando:

12. Memorias vuestras palabras de polvo; alturas de lodo vuestras cervices. Memorias llama todas estas razones de ellos con que a su parecer habían adelantado mucho su partido con Dios, pregonándose celadores de su defensa y su honra. Y lo mismo llama altezas, porque con aquella demostración de celo aparente se entonaban e hinchaban. Y dice que son polvo que lo lleva el aire y lodo que lo huella el pie; que es decirles que ansí como la verdad de aquellas razones era muy diferente de la muestra de ellas, ansí el suceso sería muy otro de su pensamiento; y que de donde esperaban gracia con Dios sacarían indignación y desgracia, y abatimiento y desprecio de donde se prometían honra y favor.

Mas porque le pudieran decir que si le retraían de sus razones era de piedad y por excusar que Dios, ofendido de ellas, no le hiriese con nuevo y mayor azote, les dice:

13. Poneos silencio, y hablaré yo todo lo que me viniere a las mientes; o como dice la letra, y venga sobre mí cualquier cosa. Esto es, no cuidéis de mí, ni por excusar mi daño me queráis persuadir que soy malo, y que debo confesarlo y callarme: hablaré yo, esto es, yo quiero hablar a mi riesgo todo lo que me diere la voluntad, y venga lo que viniere. Y da la razón por qué quiere ansí hablar.

14. ¿Para qué levantaré carne mía con dientes míos, y pondré mi alma en mis palmas? Como diciendo: En hablar desahogo el corazón, que callando se abrasa en dolor y se consume. Pues ¿a qué fin tengo de acrecentar mi miseria callando, y estar como despedazándome a mí mismo y comiéndome vivo? O digamos ansí: dice quiero hablar porque no puedo callar, que estoy ansí rabiando de dolor, que me querría despedazar con los dientes; y traigo el alma en las manos, que es, como decir solemos, traigo el alma en la boca o estoy boqueando, para significar el último mal y trabajo.

15. Ves, mataráme; en Él esperaré, pero argüiré mis caminos delante de Él. Y Él a mí también será salvación, que no delante del malvado. Diréis, dice, matarte ha; mate en buen hora, en Él esperaré; que es decir, estoy seguro, no me quitará la vida para condenarme, sino para descansarme y tornarme a mejor vida a su tiempo, y ansí la muerte será mi descanso.

Mas lo que se sigue, pero argüiré mis caminos delante de Él, si entendemos el argüir por reprender, como se entiende en muchos lugares, y entendemos que dice Job lo que él siente, tiene mucha dificultad decir que reprenderá sus caminos, quien ha dicho hasta agora que carece de culpa, y que no le reprendió su consciencia jamás. Por donde, o diremos que argüir aquí es poner en juicio y en cuestión el examen de sus obras y vida, cosa que desea hacer Job delante de Dios y la pide y suplica; o podemos decir que refiere en ello lo que sus amigos le dicen o podían decirle, ansí como hizo en las palabras de arriba, por manera que diga: Veis, esto es; mas como vosotros decís, matarme ha Dios, respondo que eso es lo que espero y deseo.

Mas mejor será, como también decís, que arguya mis caminos, que confiese mis pecados a Dios, que le pida perdón, que me convierta a él, y que ansí fenecerá mi trabajo.

Pues a eso, dice, también respondo que:

16. Oíd sonido de mi palabra y mi razón en vuestras orejas. Esto es, respondo, lo primero, que me estéis muy atentos a lo que decir os quiero, y lo segundo, que:

17. Si me pusiere en juicio, sé que yo saldré por justo, esto es, que no tengo caminos que argüir, ni obras malas de que, como decís, acusarme; antes estoy de ello tan lejos, que aquí agora delante de vosotros me pondré, si necesario fuere, en juicio, o como el original dice, ordenaré juicio aquí luego, pareceré ante el tribunal soberano, propondré mi negocio, pediré que sea hecho cargo, y profesaré que estoy presto a pasar por lo juzgado, y saldré libre, como veréis, como Dios quiera responderme y oírme.

Y por eso añade:

18. Mas ¿quién barajará conmigo? Venga, que ¿por qué callaré y moriré?; o como otra letra dice, que agora callaré y moriré. Mas no quiere, dice, parecer en juicio, ni viene a él, ni veo quien me oiga ni hable; y ansí habré de callar y morir. O digamos que aquí, volviendo Job sobre sí y encogiéndose de lo que había pedido, diga: Mas ¿con quién tengo de trabar pleito? ¿Con Dios y con su grandeza? Más vale callar y morir; o hará que calle y que muera, esto es, sola la vista de su majestad será bastante para, asombrándome, quitarme la lengua y la vida.

Y ansí añade bien:

19. Pero dos cosas no hagas conmigo; entonces de tu presencia no me asconderé.

20. Tu palma alueña de mí, y fortaleza tuya no me asombre. No me toques, dice, ni me espantes; y como en otra parte dice, ponga aparte el poder y no meta consigo más de la justicia, y ansí escoja la parte que quisiere, o de preguntarme o de responderme.

Y esto es lo que dice:

21. Hable, y yo responderé, o hablaré y vuélveme respuesta. Y dicho esto, y como ya concertado con Dios, comienza su pleito, cuyo principio es pedir a Dios que le haga cargo de sus pecados si algunos tiene. Y no se ha de entender que es soberbia esta de Job, ni impaciencia, sino seguridad y confianza que le nacía del testimonio de su buena consciencia, y de lo que de sí y de Dios conocía por particular gracia y don suyo. Y, aunque se conocía sin pecado y se veía afligido, no tenía a Dios por injusto; porque sabía que era Señor por una parte, y sapientísimo gobernador por otra, y que se podía mover Dios a dar trabajos a los hombres, sin que hubiese culpa en ellos, por otras causas muy justas.

Pues dice:

22. Como cuántas maldades y pecados a mí, rebeldías mías y delictos míos házmelos saber. Y repite pecados y maldades por tres o cuatro palabras, dando a entender y diciendo que de los pecados grandes y de los pequeños, de lo granado y de lo menudo, ansí de lo que se peca por flaqueza o poco saber, como de lo que se ofende por malicia y de industria, quería que le hiciese cargo Dios. Mas como no le responden, añade:

23. ¿Por qué faces tuyas encubres, y me cuentas como enemigo de Ti? Esto es, ¿por qué no me respondes y te encubres de mí, como hace un hombre de otro a quien aborrece y tiene por enemigo?

24. ¿Hoja arrojada quebrantarás, astilla seca perseguirás? No es, dice, tu honra tomar competencia con cosa tan vil; y ya que no te inclines por mí, por lo que debes a Ti y a tu mismo respecto, no debes tomar tan a pechos el hacer mal a una cosa deshecha, ni mostrar el tesón de tu ira y furor sobre una hoja caída y seca.

25. Que escribes amarguras contra mí, y me haces poseedor de vanidades de mi niñez. Esto, con lo demás que se sigue, se puede entender en dos maneras: o que sea como forma de demanda o petición, según que en la Sagrada Escritura las palabras del tiempo futuro tienen fuerza de mando, y que diga ansí: No hagas eso, Señor (que es lo que he dicho, herir y asconderse, castigar y no dar razón del castigo, mostrar braveza contra una cosa sin resistencia y rendida), sino antes, Señor, escribe, esto es, pon por escrito amarguras contra mí (que llama bien ansí los pecados y las acusaciones de los pecados), y hazme poseedor de las faltas de mi niñez. Yo, dice, no conozco pecado alguno, ni le quiero admitir en mi casa; si le tengo, cualquiera que sea, aunque sea una mocedad mía, méteme en su posesión; esto es, haz, Señor, que yo le conozca, y castígame luego.

26. Ponme los pies en un cepo, y ciérrame todos los pasos, y húndeme, si te place, en la tierra; que es decir, encarcélame en honda mazmorra y azótame a tu voluntad. O de otra manera, y es porque decía que Dios, siendo él una hoja caída y una astilla seca, le quebrantaba y seguía, agora, particularizando esto mismo y las condiciones de este quebrantamiento, diga y escriba, lo uno, que escribe contra él amarguras, que son los azotes y miserias que pasa y que le imprime Dios en el cuerpo y en el alma; lo otro, que le mete en posesión de los pecados de su niñez (porque entiende el pecado original común y primero, que como si fuese suyo proprio y por su industria adquirido, ansí lo pone Dios y a su cargo), y me maltratas, dice, y afliges por él, como si hecho por mis manos fuese.

Lo otro, pónesme los pies en el cepo, que era la enfermedad grave que padecía y que le tenía tollido; o, por mejor decir, el cepo es una pena miserable que del pecado primero nace, que es una extraña inhabilidad que en el hombre queda para no poder dar paso en cosa digna de cielo y de mérito. Y lo mismo es el tomar las sendas o caminos, que añade.

Y lo que dice en el verso último:

27. Mas como podredumbre seré consumido, como manto comido de polilla, es la otra grave pena del mismo pecado, que es la obligación a la muerte. Y ansí, siguiendo este hilo, parecerá bien decir que en el verso 24, cuando dice que quebranta Dios una hoja caída, no se queja por sí solo, sino generalmente por todos, a quien Dios por los pecados primeros hizo sujetos a trabajo y miseria. Por manera que la memoria que hacía de su trabajo particular, le llevó la lengua a lamentar el común, y la vista de su mal proprio despertó en él la memoria de la calamidad general; y como quien vía que de aquella frente nacía este arroyo, y que la condición miserable de todos le hacía a él también miserable, tratando de sí, trata de ella juntamente.

Y es como si de esta manera dijese: Mas ¿por qué me querello sólo de mí, y digo que como a enemigo me tratas? No digo más de mí, que de todo esto que es hombre, que con todo esto que es hombre, que con ser nada y vileza y menos que una hojarasca flaquísima, llueves sobre él amarguras; sonle proprios y suyos los pecados cometidos por otros: primero es amancillado que nazca; aún no tiene uso de razón, y ya es señor y poseedor de pecado y de culpa, ni puede por sí dar paso en el bien, ni aun el camino o la senda que guía a él no la sabe; como tollido y preso y cargado de cepos y hierro, ansí vive, y al fin se convierte en podre y se consume, y como vestidura se apolilla y viene a menos, hasta que últimamente muere y fenece.






ArribaAbajoCapítulo XIV

1. Hombre muy nacido de hembra, abreviado en días, harto de apostema.

2. Como flor salió, y cortáronle; huyó como sombra, y no paró.

3. Y con todo esto, ¿sobre éste abres tus ojos y faces venir a juicio contigo?

4. ¿Quién dará limpio de contaminado? Cierto, Tú solo.

5. Breves sus días; número de meses suyos acerca de Ti; estatuto le heciste, y no pasará.

6. Apártate de sobre él, para que repose, hasta que su deseo tenga como jornalero sus días.

7. Que es al árbol esperanza, si fuere cortado, que aún reverdecerá y su tallo no faltará.

8. Si envejeciere en tierra raíz suya, y en el polvo muriere su tronco.

9. Al olor del agua tallecerá, y hará mies como planta.

10. Y varón morirá y fallecerá; expirará y ¿qué es dél?

11. Partiéronse aguas de mar, y río agotóse y secóse.

12. Y hombre durmió, y no levantará hasta que no cielos; no despertarán y no velarán de su sueño.

13. ¿Quién me dará que en infierno me agazapes, me ascondas hasta retirar tu ira; pusiérasme término y acordáraste de mí?

14. Si muriese el varón, ¿si revivirá? Todos los días de mi plazo esperaría hasta venir mi mudanza.

15. Llamarás, y yo responderé a Ti; a obra de tus manos amas.

16. Que agora pisadas mías contarás; no hagas cuenta de pecados míos.

17. Resellada y puesta en bolsa mi maldad, pero curaste mi injusticia.

18. Y cierto monte cayendo descaecerá, y piedra se consumió sacada de su lugar.

19. Y piedras serán cavadas de las aguas, y anegará plantas suyas polvo de tierra, y esperanza de hombre heciste perecer por el semejante.

20. Esforzástele un poco y hecístele ir; disfrazaste faces dél, y enviástele.

21. Engrandecerse han sus hijos, y no sabrá; menguarán, y no entenderá él.

22. Y con todo esto en cuanto vive, carne suya en él padecerá dolor, y alma suya en él llorará.


ArribaAbajoExposición

1. Hombre muy engendrado de hembra, abreviado en días, harto de postema. Muy engendrado, o muy hijo, porque la palabra original en este lugar significa con vehemencia. Y comienza bien Job el cuento de las miserias del hombre, de donde, según orden de buen hablar, se suelen comenzar los loores, que es del origen dél y de sus padres; y ansí dice que es hijo de hembra y muy hijo de ella, lo cual ello por sí es miseria y principio y como fundamento de muchas miserias; porque si la mujer de su cosecha dice flaqueza y mudanza y liviandad y vileza y poco ser, el ser hijo y muy hijo de ella es ser la nata y como la flor de lo flaco y de lo vil y de lo mudable y liviano; y quien esto es, en serlo es miserable y en los frutos que de ello coge muy más miserable. Porque de tales raíces no pueden nacer sino culpas, y de las culpas las penas de ellas, en las cuales dos cosas consiste la suma miseria.

Abreviado en días: el nacimiento vil y la vida corta. Y dice el original abreviado de días, lo uno, porque se entienda que al principio se le habían dado muy largos y no perecederos, y que por su culpa se los abreviaron después; y lo otro, para mostrar que no sólo es poco lo que se vive, sino que aun eso que se vive no se vive todo, o, por mejor decir, no es todo vividero, sino que se puede mondar como dañada manzana y echar a mal lo más de ella.

Harto de postema. La palabra original, que es roguez, tiene en su significación una fuerza que, declarada, da mucha luz en este propósito a que agora se aplica. Porque roguez propriamente es aquel disgusto y coraje que causan en el corazón de uno los sucesos y desvariados y aviesos en negocios muy trabajados; como lo que siente quien en una pretensión muy merecida y muy bien guiada, sin saber cómo, ve salir un dislate; y como lo que padece un maestro ingenioso con un discípulo rudo, que se atormenta enseñándole y hace con él lo que diera ingenio a una piedra, y al fin sale sin fruto; lo cual en romance se llama bien postema y despecho, y en latín propriamente miseria, como Sant Hierónimo puso.

Pues, si bien lo miramos, toda la vida de los hombres es esto: afanes perdidos y dislates no pensados, y a buenos consejos malos fines, y reveses de fortuna locos y tristes; y ansí toda ella es un contino despecho y postema y miseria.

2. Como flor salió y cortóse; huyó como sombra y no paró. Ordinario es en la Santa Escritura comparar la flor al hombre, como en los Psalmos y en Esaías se ve. Y a la verdad cuadra bien la comparación, porque la flor tiene mucho de parecer y muy poco de ser, y el hombre asimismo; que si le miráis por lo natural que tiene, ansí en fuerza de entendimiento como en agudeza de sentidos y capacidad de memoria, y en habilidad para hacerse a lo que quisiere, llena de industria y de maña, os parecerá un dios inmortal; y en el hecho de la verdad una araña y un soplo de un aire le acaba. Y si le miramos por lo que él se quiere ser por costumbre, las apariencias son excelentes: hermosas palabras, largos prometimientos, demostraciones de celo, de gravedad, de justicia, y, finalmente, de todo lo honesto y lo bueno; mas, venidos al hecho, es flor cortada y marchita, ni fruto ni esperanza de fruto.

Huyó como sombra y no paró. Bien dice huyó; y no huye, porque es tan veloz el vuelo del hombre en esta carrera de vida, que casi la ha pasado primero que se eche ver que la pasa; y no paró, como la sombra tampoco nunca para.

3. ¿Y con todo esto sobre éste abres tus ojos, y faces venir a juicio contigo? Esto es lo mismo que propuso arriba cuando decía a una hoja caída; que es maravillarse que tome Dios al hombre cuenta tan estrecha y le atormente tan de propósito, siendo tan alto Él y tan miserables los hombres, cuya vileza ha contado tan encarecidamente para sólo este fin.

Y ansí concluye diciendo: ¿Y con todo esto sobre éste abres tus ojos, y faces venir a juicio contigo? Y aunque la conclusión derecha era decir luego: Señor, no está bien a tu grandeza que le mires, esto es, que tengas tan menuda y particular cuenta con lo que hace, y que le lleves por el rigor de la suma justicia; pero no lo dice ansí, sino por vía de queja y de pregunta y de admiración mezclada, para que tuviese la razón más sentimiento y más fuerza. La cual razón acrecienta y fortalece luego más con nueva forma de palabras diciendo:

4. ¿Quién dará limpio de contaminado? Cierto, Tú solo; el original dice, no uno: que si afirma, responde negando; si pregunta, declara que es sólo Dios, como declaró Sant Hierónimo. Pues dice: ¿Quién dará limpio de contaminado?, esto es, ¿cómo podrá hacer cosa enteramente limpia, quien de su nacimiento sale afeado y sucio? ¿Y de raíz podrida cómo nacerán frutos sanos? Y es como si dijese: No solamente tu grandeza y nuestra bajeza y vileza pide, Señor, que no tomes tan por el cabo nuestras cosas, sino también la condición de nuestra compostura, y nacimiento sucio e inficionado, te obliga a que no apures tanto nuestra miseria, que de su cosecha es tan impura, ni midas por tu regla rectísima lo que de suyo tan torcido nace.

Mas, aunque ansí esto se diga, no por eso entendemos que Dios lleva tan por rigor el hecho del hombre, que no atienda y considere su flaqueza y la masa vil de que está compuesto como el mismo Espíritu Sancto lo testifica en el psalmo 102, ni menos Job lo niega aquí; sino en hacer estas preguntas sentidas, declara el dolor y el sentido de la carne azotada y herida, la cual, aunque el hombre más sancto sea, no pierde su natural sentimiento.

Y ansí a Job, aunque tenía sujeta a Dios la razón, y juzgaba bien de toda su providencia y justicia, dolíale el dolor y dábale pena la agudeza de su tormento, que del pecho le salía a la boca, y le meneaba consiguientemente la lengua y le hacía salir en estas preguntas: ¿A una hoja flaca persigues?; ¿en una cosa tan débil cargas tus golpes?; ¿ante el rigor de tu juicio llamas una flaca miseria? En que no juzga que Dios hace lo que no debe, sino dice lo que su sentido afligido y lastimado siente, y lo que la carne herida, si fuera su elección, escogiera.

Y quiere Dios y ordena que estos naturales sentimientos, que por casos diversos en los hombres nacen, los profetas y amigos suyos los pongan y escriban en sus Letras divinas, unas veces en forma de pregunta y otras por vía de queja, y quiere parecer preguntando y argüido; y él mismo los mueve a que lo escriban ansí como se ve en el profeta Habacuc, y en muchos psalmos, y en otras partes de la Sancta Escritura.

Y le son agradables estas preguntas y quejas nuestras, no porque quiere poner duda o escuridad alguna en la verdad y suavidad de su providencia, sino, lo uno, por mostrar su bondad y llaneza, que no se desdeña de ponerse en razón con los suyos, y ser preguntado de ellos y darles cuenta de Sí; y lo otro, porque cuantos estas querellas nacen de amor humilde, como nacen siempre en los siervos de Dios, despiertan en las entrañas divinas más piedad para con ellos, porque son como los pucheritos que llaman y como gritillos de los hijos regalados para con sus padres; y demás de esto, porque no es Dios como los hombres, que quieren herir y que no se queje el herido, dar dolor y quitar el gemido dél, y que al agraviado aun la voz y las lágrimas no le queden libres. Dios nunca agravia; pero en los azotes que da, o por nuestras culpas o para nuestra mayor perfección, no le pesa que los sintamos y que nos escueza el dolor; y como el alma y la razón esté rendida a su ley, no nos veda el lloro y las lágrimas y la voz querellosa para desahogamiento del corazón.

Porque no está el buen sufrir en no sentir; antes lo firme y lo fino de la paciencia es, cuando el dolor abrasa y cuando el agravio y desafuero se ponen ante los ojos del que padece, y cuando la carne verdaderamente afligida, desatándole el dolor la lengua, se queja, estar la razón con Dios firme y constante.

Mas tornando al propósito, lo que el original dice no uno, puédese entender ansí como suena, de arte que sea respuesta de su misma pregunta, y que como decía ¿quién dará limpio de sucio?, se responda a sí mismo y diga no uno, esto es, ninguno; y ansí lo entendieron y trasladaron los intérpretes griegos. O puédese tomar como otra pregunta, que valga como si de esta manera dijese: ¿Por ventura no uno?, que tiene fuerza de afirmación, y es como decir, cierto, sólo uno, como lo entendió y declaró Sant Hierónimo.

Pues lo que se sigue camina al mismo propósito, aunque por otro camino, que dice:

5. Breves sus días, número de meses suyos acerca de Ti; estatuto le hiciste y no pasará.

6. Apártate de él para que repose, hasta que su deseo venga como jornalero sus días. Antes persuadía a Dios que no azotase con tanto rigor al hombre porque era flaco y miserable; agora, para persuadirle lo mismo, toma por medio la brevedad de su vida, y dice que es limitado su término y que tiene plazo cierto y que, en llegando, fenece para no tornar a vivir más en semejante manera.

Y ansí dice: Si la vida fuera, ¡oh Señor!, inmortal o muy larga, o si estuviera en nuestro poder, llegado el término, alargarlo y alcanzar otro término, o siquiera si después de una vez muertos y deshechos, rodeando el cielo mil siglos, volviéramos a este vivir; si esto fuera ansí, no fuera mucho rigor, cuando a tu saber pareciera, enviando trabajos y azotes, hacernos amarga la vida, porque, llegado y acabado el un plazo, quedará otro mayor para vivir con descanso; mas, pues es por una parte, breve y tan fijo el término que le tienes puesto que nadie puede traspasarle, y por otra, acabado una vez el uso y gozo de esta vida sensible en la forma que agora se vive, perpetuamente no se torna a cobrar, apártate, Señor, de herirnos y conténtate con el trabajo que tiene consigo mismo este linaje de vida, que sin que Tú aflijas al hombre, él de suyo tiene harta laceria, y sin que Tú le amargues más, él amargamente se va deshaciendo y llegando a la vejez triste, adonde, llegado, sus males mismos hacen que tenga por puerto la muerte, y que le ame y desee para gozar de reposo, como desea el jornalero la puesta del sol y el fenecimiento del día.

Y luego, por vía de comparación, cotejada al revés, especifica más y encarece esto que ha dicho de nuestra vida, que es breve y no se repara, y dice ansí:

7. Que es al árbol esperanza, si fuere cortado, que aún reverdecerá y su tallo no faltará.

8. Si envejeciere en tierra raíz suya, y en el polvo muriere su tronco.

9. Al olor del agua tallecerá, y hará mies como planta. Esperanza, como dijimos, en el uso de aquesta Escritura es no acabarse uno del todo, cuando se acaba, sino dejar raíces de sí, o en sus sucesores o en sus memorias y hechos o en su mismo ser, para después florecer.

Su tallo no faltará, esto es, después de cortado echa de nuevo.

Si envejeciere en tierra raíz suya; unos árboles cortados se renuevan, y otros que parecen estar secos y muertos por falta de agua, en tornando a ser regados, tornan y reverdecen, y de éstos dice agora. Y por eso dijo si muriese en el polvo su tronco, esto es, si por estar hecha polvo la tierra con sequedad, pareciere estar seca. Al olor del agua tallecerá; como si dijera, en tocándole el agua reflorecerá, y hará mies, esto es, brotará por mil partes y se rodeará de ramos y hojas. Y ansí dice, a un árbol y a una planta vil le diste que, cortada y seca, se renueve y reviva.

Más, como añade:

10. El varón morirá y fallecerá, expirará y ¿qué es dél? Quiere decir, morirá y quedará muerto de hecho para no vivir más; entiéndese en la forma que agora se vive, o a lo menos por fuerza y virtud natural, como hace el árbol cortado y la planta a quien la misma naturaleza la renueva. Y tórnalo a decir por otras palabras, expirará y ¿qué es dél?, esto es, como en castellano y en la habla del vulgo se dice, en expirando, vos si le vistes.

Y dice varón, o según la fuerza del original, varón valiente y poderoso, para contraponerle al árbol flaco y dar mayor encarecimiento a su dicho, como diciendo: el árbol flaco, muerto, vive, y el varón valiente, en finando, perece.

Y ansí añade:

11. Partiéronse aguas de mar, y río agotóse y secó.

12. Y hombre durmió, y no levantará hasta que no cielos; no despertarán y no velarán de su sueño. Lo cual algunos quieren que se diga por vía de comparación de cosas semejantes en esta manera: Que ansí como el agua que viene de la mar por los secretos senos y mineros de la tierra, y se descubre en el nacimiento de los ríos y fuentes, los cuales corren y pasan, o la que hecha vapor se cuaja en nubes, y, vuelta en lluvia, torna a caer y hace avenidas y arroyos que corren con ímpetu y se pasan en poco espacio, y el suelo por donde pasaron queda seco después, y no vuelven más a pasar ni dejan de sí mas memoria, ansí el hombre, después de muerto, no vuelve ni se levanta de este duro sueño después que le comienza a dormir.

Y es semejanza usada en las divinas Letras y en otras, comparar la vida del hombre al río, y el discurso de aqueste nuestro vivir a las aguas. Ansí dijo la mujer sabia, de que el libro de los Reyes escribe: Todos perecemos y corremos sobre la tierra como aguas que no tornan jamás a volver. Y el Eclesiastés al mismo propósito: Todos los ríos entran en la mar, y el mar no rebosa; al lugar de do nacen vuelven para tornar a correr. Y en nuestro poeta:


; Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir.

Pero mejor me parece que esto no se diga por vía de semejanza, sino que sea un rodeo de hablar para decir que dormirá siempre, como diciendo: Mientras las nubes sacaren agua del mar, y la llovieren y hicieren arroyos y se volvieren a su nacimiento, esto es, en cuanto hubiere mar y nubes, y lluvias, y ríos, dormirá el que una vez muriere. Y con esto viene bien lo que añade: hasta que no cielos no despertará, que es decir, mientras el cielo durare, durará su sueño.

Y entendido ansí, dice una cosa muy verdadera, en cualquiera manera que hablemos, de la resurrección de los muertos; porque si hablamos de ella por virtud natural, cierta cosa es que nunca será, y si por virtud sobrenatural y divina ha de ser, pero no mientras se levantaren vapores del mar y llovieren las nubes y corrieren los ríos, esto es, mientras durare esta mudanza natural de las cosas que se suceden, corrompiéndose unas y engendrándose otras, y mientras los cielos la forma y movimiento que agora tienen tuvieren. Porque cosa cierta es en la divina Escritura que cesará todo y que tomará el mundo otra figura y estado mejor, al tiempo que los muertos tornaren a vivir en sus cuerpos.

13. ¿Quién me dará que en infierno me agazapes, me ascondas hasta retirar tu ira, pusiérasme término y acordáraste de mí? Insiste siempre en la misma razón, y va acrecentándola y hermoseándola por maneras diversas. Y agora, en sostancia, dice ansí: Si tú, Señor, me concedieras, después de una vez muerto, volver otra vez a esta manera de vida, y me señalaras para la vuelta un cierto plazo, aunque fuera muy largo, y aunque entre tanto ascondiera al cuerpo la sepultura y al ánima el limbo; con la esperanza de tornar a este vivir, pasara aqueste trabajo.

Esta es la sentencia; y no mira en ella a la resurrección general, de que, aunque tenía fe, pero sabía, lo uno, que no será hasta la fin de los siglos, y lo otro, que no se vivirá en ella aqueste modo de vida; y ansí dice que, para llevar bien esto que agora vive se lo lleve y destruya el trabajo, fuera gran negocio saber que le quedaba otra vida como ésta, para gozarla en alegría y descanso.

Ansí que la sentencia es ésta y las palabras que están un poco revueltas, se ordenarán de esta forma: ¿Quién me dará que me pusieras término, conviene a saber, para tornar a la vida; y te acordaras de mí, esto es, y me guardaras lo puesto; y, siquiera me agazaparas y me ascondieras en el infierno, esto es, el libro y la sepultura, hasta que se retirara tu ira, esto es, en cuanto durara aquel término? Porque llama ira de Dios al morir el hombre y deshacerse y abajar al infierno, porque es mal que vino por ira de Dios, merecida por nuestra culpa; y ansí el tornar a la vida el muerto es retirarse Dios de su ira.

Pues dice:

14. ¿Si muriere el varón, si revivirá? Todos los días de mi plazo esperaría hasta venir mi mudanza. O como Sant Hierónimo dijo: ¿Piensas que el hombre muerto tornará a vivir? Esto es, porque si pensase yo y estuviese persuadido que, fenecida esta manera de vida, había de tornar otra vez a ella, todos los días de mi milicia o de mi plazo (que lo uno y lo otro dice la palabra primera, y ambas cosas aquí significan lo mismo), ansí que todos los días del plazo y pelea de esta mi vida en que peleo y padezco, esperaría, conviene, a saber, pasaría alegremente, aguardando hasta que viniese el tiempo de mi segunda mudanza.

O tornando a comenzar el verso de arriba de otra manera: Ha dicho que lo duro de su desventura es que lo que vive y lo que le resta de vivir, lo pasa dolorosa y miserablemente, lleno de llagas y falto de remedios, desamparado y necesitado de amparo, y que el día que se cerrare la vida, cae la muerte sin esperanza de poder jamás tornar a esta vida. Y ansí decía que como no tiene más que una vida, porque esta manera de vivir a nadie se da más de una vez sola, ansí que no teniendo más de una vida, pasarla en dolor, esto es, no gozarla y perderla era dolorosísima pérdida, y que por esta causa pasaría lo que le queda, por dolorido que fuese, con alegre paciencia; y que no sólo la pasaría con estos dolores, mas sepultado en la huesa y encarcelado en el abismo cuan miserablemente ser pudiese, la pasaría con todo el demás tiempo que ordenase Dios hasta satisfacer a su saña, como se le diese esperanza de tornar otra vez a vivir, y como le señalase Dios un cierto plazo para restituirle a la vida.

Ansí que, habiendo dicho esto, para mayor afirmación y acrecentamiento de ello mismo, añade agora y dice que, por largo que fuese el plazo, lo tomaría y pasaría su mal alegremente con esta esperanza.

Y dícelo ansí: Si muriere el hombre, o si muriese, esto es, por más hombres que nazcan y mueran y se sucedan unos a otros, por más edades que pasen y por más siglos que corran, y por más que dure este mi trabajo y se argumente, si, después dél y después de haber en él muerto, me aseguras que he de tornar a vivir, no lo tendré por dolor ni trabajo. Y a la verdad Job pedía y deseaba no tanto la seguridad del tornar a la vida, que cierto estaba de ello por la fe de la resurrección que tenía, cuanto el estar seguro de resucitar a descanso por más tarde que fuese, y por muchas que fuesen las penas que antes de venir a ello pasase, porque las aliviaba y casi deshacía todas, la esperanza de un tan glorioso remate.

Y añade:

15. Llamarás y yo responderé a Ti, a obra de tus manos amas. Que es decir, y entonces, si pasase ansí como digo, si me preguntases lo que sentía, yo te respondería que nos amabas, y que no olvidabas tus obras y que, si las castigabas, las tornabas a regalar y, después de caídas, les dabas la mano para que se levantasen.

Y dice:

16. Que agora pisadas mías contarás, pero no harás cuenta de pecados míos, esto es: Mas según lo que agora pasa y lo que haces, tu hecho es contar menudísimamente todas nuestras pisadas, cuanto decimos y hacemos; y si las cuentas, ¿por ventura las disimulas? ¿No harás por dicha cuenta, si los hallas, de mis pecados?

Dice:

17. Resellada y puesta en bolsa mi maldad, pero curaste mi injusticia. Antes, dice, los coges y los guardas, como sellados y como metidos en bolsa, que es decir, guárdaslos mucho. Y decir guardar es decir castigar hasta lo último; y ansí decimos en castellano del que, en viendo su tiempo, se satisface de quien le tiene enojado, que se la guardó.

Ansí que dice, antes lo reguardas y estás tan lejos de dejar algo sin castigo, o de que se te pase por alto algo sin que lo mires, que, si se puede decir ansí, aún ves algo más de lo que es menester. Y por eso dice otra letra: Y aún añadiste sobre mi iniquidad, que es decir, y aun me afliges y azotas, sin tener culpa. Porque Dios no solamente castiga todo lo malo, mas aflige y da penas a los buenos también para hacerlos mejores; y hay penas de castigo y penas de mejoramiento, y Dios las reparte todas conforme a su providencia, haciendo justicia en lo uno, y en lo otro manifestando su amor. Pues dice, lo que agora pasa es que, por una parte, no dejas falta nuestra que no la notes y castigues, y aun sin que la haya, nos haces, si te place, amarga la vida, y, por otra, no quieres que tengamos más de una vida y ésa brevísima, en que estás tan firme y resuelto que no admites mudanza; todo se mudará primero.

Y ansí añade:

18. Y cierto monte cayendo decaecerá, y piedra se consumió sacada de su lugar:

19. Y piedras serán cavadas de las aguas, y anegará plantas suyas polvo de tierra, como quien dice: Los montes se podrán deshacer y caer, y podrán volverse en polvo en sus mismos lugares las piedras, y cavará el agua y gastará al pedernal, y la tierra creciendo dejará cubiertas y ahogadas sus plantas, y el hombre no podrá tornar a vivir, porque le condenaste a que muriese de hecho, y no quisiste le quedase raíz de esperanza para tornar a este estilo de vivienda otra vez. Es verdad que algunos esto del monte y de las piedras dicen que son semejanzas de cosas que se gastan y acaban, como el hombre también se acaba, y que a este fin las alega; pero más conforme es al hilo de lo que se viene diciendo, decir, que no es sino encarecer la imposibilidad que hay en que el hombre por fuerza natural resucite, por comparación de cosas imposibles o dificultosas comparadas por el contrario, como diciendo: Los montes se caerán, y el hombre no resucitará, que es forma de hablar galana y propria de los poetas.

Pero declaremos algunas palabras. Cayendo descaecerán, esto es, cayendo se desmenuzará, como hace lo que se arroja y cae de alto. Piedra se consumirá de su lugar, puédese entender, o que su mismo lugar la consumirá, al revés de lo que la naturaleza de las cosas demanda, o que de su lugar se consumirá, esto es, que mudará su lugar el risco y la peña, y será consumida. Y conforme a esto, la imposibilidad no está en que, sacadas de sus lugares, se consuman las peñas, sino en que muden lugares los peñascos y riscos, que son las partes de la tierra más firmes y menos movibles.

Y piedras serán comidas de las aguas; como si dijese, las aguas se tornarán duras, y blandas las piedras. Y anegará plantas sullas polvo de tierra. Algunos añaden aquí una palabra para henchir la sentencia que entienden, y leen: Y la avenida anegará las plantas y el polvo de la tierra, esto es, arrancará las plantas y arramblará la tierra, como suelen decir. Pero esto no es grande novedad, sino cosa ordinaria y usada, y ansí no consuena con lo pasado, lo cual todo es imposible, o de acontecimiento dificultoso y raro. Por donde lo mejor es dejarlo como ello suena, porque ansí dice lo que hace el propósito.

Y esperanza de hombre heciste perecer por el semejante. No dice destruiste la vida, sino lo que es más, la esperanza, que son las raíces que pudieran quedar, cortada la vida, para tornar a ella después. Y ansí, dice, todo lo dificultoso podrá hacer la naturaleza, mas no podrá tornar a vida al hombre muerto; porque le destruyes la esperanza, esto es, porque cuando le matas le arrancas las raíces y, como dicen, le arrancas de cuajo y tan del todo, que no dejas en el seno de la naturaleza ni brizna ni virtud de principio que a su ser después le torne.

Y para decirlo del todo, añade luego con grandísima significación:

20. Esforzástele un poco e hicístele ir; disfrazaste faces dél, y enviaste. O como dice otra letra: Prevalecístele acabadamente, esto es, del todo le arrancaste hecho poderoso sobre él; y hecístele ir disfrazando sus faces, conviene a saber, enviástele muy otro y muy diferente de lo que parece; porque parece poderoso y es flaco, sabio y es ignorante, que lo puede todo y no se puede valer en nada, que no tiene que ver con la muerte, y ella con ninguno es más poderosa.

Ansí que en aquel punto le quitas la máscara, o, por decir verdad, le pones la figura verdadera que tiene; y aquella hora le convence de miserable flaco, bien al revés de lo que parecer quería y de lo que blasonaba de sí. Porque a la verdad no hay cosa tan diferente de lo que el hombre quiere parecer mientras viva, que la figura y el ser con que le deja la muerte. Vivo, es brioso, soberbio, arrogante, enemigo de rienda y de ley; muerto es corrupción y vileza sujeta al desprecio de todos.

Dice: Engrandecerse han sus hijos y no sabrá; menguarán, y no entenderá él. En que cuenta lo que pasa después de la muerte del hombre, para confirmar lo muy muerto que queda. Y casi dice ansí: Tan lejos está de volver a la vida, que aún no sabe lo que pasa en ella, no sólo acerca de las cosas ajenas, pero ni aun de las suyas proprias y que le tocan, como son hijos y sucesores.

Y concluye, diciendo:

22. Y con todo esto en cuanto vive, carne suya en él padecerá dolor, y alma suya en él llorará. Que es la conclusión de todo aqueste discurso, y lo que propuso arriba querellándose a Dios: que habiendo el hombre de morir sin quedarle poder para tornar a vivir, en este pequeño plazo de vida no deja que viva, atormentándole el cuerpo con males y el alma con angustias y penas. Y ansí dice carne suya en él, y alma suya en él, esto es, mientras vive y están juntos el cuerpo y el alma, el uno se duele y la otra llora; ni al cuerpo dolores ni al alma le faltan congojas y ansias.






ArribaAbajoCapítulo XV

1. Y respondió Elifaz, el temanés, y dijo:

2. ¿Por ventura el sabio hablará saberes de aire, y fenchirá su vientre de solano?

3. Arguyes con palabras al no tu igual; hablas lo que no te aprovecha.

4. Cierto, tú destruirás el temor, y menoscabarás oración delante de Dios.

5. Porque enseñó maldad tuya a boca tuya, y escogiste lengua de mal sabidos.

6. Condenarte ha por malo boca tuya y no yo; labios tuyos hablarán contra ti.

7. ¿Por ventura primero que Adán fuiste engendrado, y en ante de collados fuiste hecho?

8. ¿Por ventura en consejo de Dios metiste oído, y sabiduría menos que tú?

9. ¿Qué aprendiste que no aprendimos? ¿Qué entenderás, y no con nosotros eso mismo?

10. También viejo, también anciano entre nos, grande más que padre tuyo de días.

11. ¿Por dicha es gran cosa que Dios te consuele? Mas tus palabras malas lo vedan.

12. ¿Adónde se solleva corazón tuyo, que pestañean tus ojos?

13. ¿Qué se hincha contra Dios brío tuyo, y qué palabras heciste salir de tu boca?

14. ¿Quién hombre para que limpio sea, y quién nacido de hembra para que justo sea?

15. Ves; en sus sanctos no puso firmeza, y cielos no limpios son esos ojos.

16. ¿Cuánto más aborrecible y podrido hombre, bebiente como aguas maldad?

17. Anunciaré a ti; oye a mí y esto que vide, y contarélo.

18. Lo cual sabios lo manifestaron, y no escondieron saberlo de sus antepasados.

19. De los cuales solos era la tierra, y no pasó forastero entre ellos.

20. Todos los días del malvado se ensoberbece, y número de años ascondido al tirano.

21. Voz de espantos en sus orejas; en la paz el destruidor entrará a él.

22. No creerá tornar de escuridad, y mira al derredor si hay cuchillo.

23. Si va adonde está el pan, sabe que asentado en su mano el día escuro.

24. Turbarlo han angustia y aprieto; rodearlo han como a rey aparejado al torneo.

25. Que tendió sus manos contra Dios, y contra Omnipotente se fortaleció.

26. Corrió contra él con cuello erguido, armado con gruesa cerviz.

27. Que cubrió faces suyas con grosura suya, y fizo rollos de carne sobre las ijadas.

28. Y moró en villas destruidas, casas que no moraron en ellas, aparejadas a montones de piedras.

29. No se enriquecerá y no se afirmará su haber, y no lanzará por la tierra su raíz.

30. No se apartará de tinieblas; pimpollo suyo secarálo la llama, y será movido con resollo de su boca.

31. No creerá, engañado, que con precio podrá ser redimido.

32. En día no suyo será acabado, y su ramo no echará flor.

33. Será destruido como viña de sus tallos tiernos, y hará caer como a oliva su flor.

34. Porque congregación de hipócrita, desierta, y fuego comerá moradas de don.

35. Concebir trabajo y parir vanidad, y vientre de ellos ordenará engaños.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Elifaz, el temanés, y dijo. Comienza Elifaz su razón de lo mismo que Job en el capítulo 13 había dado principio a la suya; y porque allí dijo de sí que era sabio y no menos que sus compañeros, lo primero que le dice agora Elifaz es que no es sabio, sino presuntuoso ignorante. Y es éste el argumento que hace: No dices sabidurías; luego no eres sabio. Y ansí dice preguntando, y no preguntando, sino negando so color de pregunta:

2. ¿Por ventura el sabio hablará saberes de aire, y henchirá el vientre de solano? Que es decir que el sabio no dice cosas de aire, esto es, vanas y falsas; tú las dices, luego no eres sabio. Y repite por otras palabras lo mismo diciendo: ¿Y henchirá el vientre de solano? Solano es el aire que se llama ansí, y vientre por figura es el entendimiento en aquesta Escritura.

Y ansí le dice, y mucho menos el que es sabio tendrá llena de aire la cabeza, como tú la tienes, según lo que tus razones demuestran. Y dice más solano que otro, porque es aire dañoso, como demostrando que los pensamientos y razones de Job no sólo eran vanos, sino también dañosos y pestilenciales.

Y ansí añade:

3. Arguyes con palabras al no tu igual; hablas lo que no te aprovecha. Hase de traer o tomar de lo de arriba la corriente diciendo: Y por ventura el que sabio es argüirá, esto es, dirá razones, no sólo fuera de propósito, sino llenas de error y de doctrina mala.

Y declara luego por qué lo dice:

4. Cierto, tú destruirás el temor y menoscabarás oración delante de Dios. Porque, dice, con tus razones abonándote a ti, deshaces o la justicia o la providencia de Dios, y das ocasión a que los hombres, cuanto es de tu parte, no le teman ni le rueguen y acaten. Y esto dice, porque en decir Job que Dios a veces da males a los buenos y bienes a los malos, entendía Elifaz, cegándose, que Job negaba la Providencia, y ni más ni menos que negaba la inmortalidad del alma o la vida advenidera; porque, decía, el morir para siempre, que cuanto es de su parte el pecado había traído a los hombres, y no descubría a la clara el misterio de la resurrección de los muertos a su parecer de Elifaz. Digo a su parecer porque, a la verdad, pareciendo que no lo dice, lo dice, como arriba apuntamos, y en los capítulos que se siguen lo confiesa con manifiestas palabras.

5. Porque enseñó maldad tuya a boca tuya, y escogiste lengua de mal sabidos. Aquí o declara más lo mismo que ha dicho, o lo dice por vía de pregunta, reprendiéndole y como diciéndole: ¿Que por qué desventura se ha querido cegar a que habiendo antes de agora hablado siempre como sabio y temeroso de Dios, y debiendo serlo más agora que nunca por razón de la calamidad en que estaba, escoja por mejor sentir de Dios como necio y hablar como impío y malvado?

Y llama lengua o labios de mal sabidos al estilo y lenguaje de los que lo son; y entiende por mal sabidos, unos presumidos que confían en su juicio y en lo que llamamos prudencia humana, que mide las cosas todas por su razón, y en todo quiere saber un punto más y hacer sentencia y juicio; a los cuales lo que la religión enseña, y toda la doctrina de la otra vida les parece cosa de burlería y de risa.

6. Condenarte ha por mala boca tuya y no yo; labios tuyos hablarán contra ti. Y esto que digo no lo levanto yo; tu lengua misma, dice, y tus razones son testigos contra ti y te condenan. Y alude en esto a su tema antiguo, y casi le dice: Agraviaste de nosotros que te ponemos culpa, y dices que te hacemos injuria en tenerte por pecador, pues Dios ansí te castiga. Ya no lo digo yo, sino tú mismo lo dices, y las razones malas y blasfemas de tu boca salidas lo pregonan, y te condenan a ti por malo y me absuelven a mí de calumnioso; porque nunca nace tanta blasfemia sino de grandes acogidas de mala y viciosa vida.

Y añade:

7. ¿Por ventura primero que Adán fuiste engendrado, y en ante de collados fuiste hecho? A los ancianos y a las canas suele dar la Escritura nombre de sabiduría, porque, como dijo un sabio, el tiempo es padre de la verdad, porque con su luengo discurso la saca a luz y descubre; y ansí por esto como porque con la vejez se enfría la sangre y se marchitan las pasiones que anublan el juicio de la razón, y queda puro el entendimiento, la vejez se llama sabia. Pues como Job los había notado de poco sabios, y a su parecer de ellos, arrogádose a sí el entender y saber; pregúntanle agora, debajo de una mofa disimulada y como burlando de él, si nació él antes que el mundo, si es más anciano que todos, y por eso presume saber más que ninguno y desprecia a los demás como a discípulos mozos.

Primero que Adán; puédese tomar aquí Adán, o por el nombre proprio del primer hombre, o por nombre general con que significan los hombres, y de la una manera pregunta Elifaz a Job si fue criado primero que el primer hombre, y de la otra, si fue él el hombre primero.

8. ¿Por ventura en consejo de Dios metiste oído, y sabiduría menos que tú? La ciencia, si se adquiere por industria, es mayor de razón cuanto es más el tiempo y estudio; y ansí los más ancianos son más sabios, como dicho tenemos.

Mas puédese conseguir el saber por otra manera, en tiempo breve y en edad moza, cuando acontece que Dios le inspira y infunde, como aconteció a Salomón. Y ansí lo que agora dice es: Mas si dices que, sin ser anciano, eres sabio, serlo has por ventura, porque has tenido a Dios por maestro; dime, pues, ¿entraste por caso en el consejo de Dios?; ¿viste sus secretas sabidurías?

Y dice:

9. ¿Qué aprendiste, que no aprendimos? ¿Qué entenderás, y no con nosotros eso mismo? Descubre agora la cara a la burla disimulada y como mirándole con desprecio le dice: ¿No conocemos aquí quién es?; ¿y el discurso de tu vida desde la cuna hasta este punto no lo sabemos?; ¿qué aprendiste?; ¿de quién aprendiste? Lo que aprovechaste en la escuela del saber nos es manifiesto y notorio; tus compañeros fuimos y tuvimos los mismos maestros, y nunca aprovechaste con ellos tanto, que nos pesase a nosotros de nuestro aprovechamiento.

10. También viejo, también anciano entre nos, grande más que padre tuyo de días. Responde a lo que Job pudiera decirle, que si era verdad que mozos habían tratado de los mismos estudios, pero hombres y apartados ya unos de otros, había él aprovechado más porque tenía en su pueblo y en su compañía hombres muy ancianos y sabios. Y ansí le dice, ni en eso nos has hecho ventaja, porque también nosotros en nuestra gente estamos cercados de canas, que vencen a tus padres en días.

Hasta aquí ha respondido Elifaz por su honra y curado la llaga que le escocía, porque ninguna cosa siente más el presumptuoso que ser notado de poco avisado, y ansí como le dolía más aqueste veneno, echó afuera su ponzoña primero; y desenconado ya con haber ultrajado a su voluntad al afligido inocente, entra agora a tratar la causa de Dios, a quien Job, según su falso parecer, injuriaba. Y tomando ocasión de la postura y del rostro de Job (que entonces por caso, los ojos en el cielo enclavados y fijos y sin pestañear y muy encendidos, parecía reventar con dolor), y ansí que tomando ocasión de esto, y lo que nacía de justa congoja dándolo falsamente a coraje contra Dios y a desesperación y soberbia, dícele ansí:

11. Por dicha es gran cosa que Dios te consuele, mas tus palabras malas lo vedan. O como dice el original a la letra: Por ventura poco en comparación de ti consolaciones de Dios, y palabra secreta contigo. Que es como decirle: Parécete que Dios no puede reparar tus daños ni vencer tu miseria y que todo lo dulce suyo es meaja en comparación de tu grande amargura. Mira bien lo que piensas, atiende bien a lo que en cubre tu pecho; que tu cara nos lo descubre, y callando la boca, tus ojos y el ardor de tu rostro dan voces y nos dicen tu desesperada razón. Dices que tu hecho es perdido; que el Omnipotente no lo es para tu remedio; que pudo deshacerte, y rehacerte no puede, o que ni hizo lo uno ni cura lo otro, sino todo es acaecimiento y fortuna.

Y esto es lo que añade: y palabra secreta contigo, esto es, aunque entre ti lo comides y sientes, pero las muestras de fuera lo descubres; y aunque lo encubres lo vemos, porque reluce en tu cara; y no mereces ser consolado de Dios, porque en lo secreto juzgas mal de él; y no en lo secreto solamente, sino también en lo público, porque lo que el corazón siente y la lengua lo calla, el rostro lo vocea y pregona.

Conforme a lo cual dice luego:

12. ¿Adónde te solleva corazón tuyo, que pestañean tus ojos? Y luego reprendido ya el semblante corajoso y de soberbia lleno, a lo que a Elifaz parecía, pasa a disputar, o por mejor decir a argüir, no las semejas malas, sino las palabras blasfemas que Job, a su parecer había dicho.

Y dice:

13. ¿Qué se hincha contra Dios brío tuyo, y qué palabras heciste salir de tu boca? Esto dice, por lo que dijo arriba Job de su bondad y inocencia, cuando se prefería de dar cuenta de sí a Dios, como Dios quisiese de bueno a bueno y puesta aparte su majestad y grandeza, hablarle y oírle. Y que hable de esto Elifaz, vese de lo que se sigue, que es:

14. ¿Quién hombre para que limpio sea, y quién nacido de hembra para que justo sea? Lo que aquí decimos hombre, en su original es enos, palabra que significa el hombre, pero que trae la origen de su significación de lo que es olvido y bajeza y torpeza, y ansí en las mismas palabras hay una como contraposición elegante, como si dijera de esta manera: ¿Quién es la torpeza, para que sea limpieza?, ¿o el olvido, para que nunca se descuide y ensucie?, ¿o la bajeza, para que, siendo vecina del suelo, excuse las condiciones de él y vilezas?

Y usa de esta misma figura David en un psalmo, diciendo: ¿Quién es el hombre que de él te acuerdes? Adonde el hombre es enos, como aquí; y ansí vale como si dijese: ¿Quién es el olvido, para que tengas tú de él tanta y tan contina memoria? Y lo que añade y nacido de hembra para que justo sea, es, como si dijera a la clara, nacido de miseria y de pecado, y de desorden codicioso y ardiente, y en ninguna manera subjeta al freno, sino desenfrenada y desbocada del todo. Que todos estos males, como quien fue origen y fuente de ellos por su primera inconstancia y cobdicia, significa en la Sagrada Escritura la mujer y su nombre.

Y ansí en la cabeza de las miserias nuestras pone Dios siempre por principal el nacer de tal madre; y hace argumento de lo poco que se nos puede fiar en razón de virtud del salir de tal vientre, porque siempre responden a sus principios las cosas.

Dice:

15. Ves; en sus sanctos no puso firmeza; cielos no limpios son en sus ojos. No se contenta con probar que es pecador el hombre, porque es hombre, esto es, de mala raza y de sostancia baja y vil, sino también porque en el acatamiento de Dios las criaturas que parecen más libres de culpa, no son puras y limpias. Sus sanctos llama a los ángeles, en quien dice que no puso firmeza Dios, porque de su naturaleza pudieron pecar, y ansí muchos de ellos pecaron. Y los cielos que dice o son los mismos ángeles significados por otro nombre, o es manera de hablar por exceso.

16. ¿Cuánto más aborrecible y podrido hombre, bebiente como aguas maldad? Concluye la razón, y dice maravillosamente bien, para mostrar la facilidad y gusto con que los hombres pecan, que beben la maldad como agua; porque ninguna cosa ni se hace con menos trabajo que el beber, ni más gustosamente ni más a todo tiempo.

Y porque Job había dicho también que los malos a las veces y los enemigos de Dios viven dichosos y prósperos, dícele agora Elifaz que se engaña; y pónele delante los ojos un hombre tirano, y descubre los dolores y males secretos que con él viven para que se entienda, que lo que parece próspero en el malo, no es próspero. Y antes que lo diga dispone los oídos de Job para que lo oigan y atiendan, autorizando y encareciendo lo que decir quiere, y diciendo que no es consideración suya, sino cosa ya vista y notada en escrito por los pasados y antiguos, y dejada a los venideros para perpetua memoria.

Y ansí dice:

17. Anunciaré a ti, oye a mí; y esto que vide, y contarélo.

18. Lo cual sabios lo manifestaron, y no ascondieron saberlo de sus antepasados. Dice esto, porque la antigüedad da peso a la doctrina; que la verdad, como no se muda, siempre es una y siempre hubo quien la supiese; pero las opiniones de error con los años se caen, y el tiempo las deshace y las borra, y ansí tienen siempre modernos principios. Por manera que la doctrina verdadera es duradera y antigua.

19. De los cuales solos era la tierra, y no pasó forastero entre ellos. Esto dice porque no se sospeche que fueron tiranizados de alguno, y que en odio del tirano escribieron lo que les dictaba su pasión.

20. Todos los días del malvado se ensoberbece, y número de años ascondido al tirano. Dice otra letra: Todos los días del malvado se estremece. Y viene bien a propósito, porque el temor es compañero de la maldad y que nunca de ella se aparta. Y cuando el pecador y el malo fuese feliz en todo lo que se desea en la vida, este temor y recelo de la consciencia secreto nunca de sí lo aparta. Porque el alma a quien el vicio corrompe y saca de sus naturales quicios, sin saber de qué y sin considerallo, está consigo misma inquieta y descontenta y se carcome entre sí; y por la parte que de divina tiene, adevina a sí misma siempre la desventura que la aguarda y espera. Y en particular en el tirano, que por violencia se hace señor de los otros, se verifica esto más, porque, allende del desgusto secreto que del pecado le nace en el alma, el saber, que es señor de forzados y de los que desean ser libres, hace que los tema a todos y a todas horas.

Y ansí en esto que dice Elifaz agora, casi dice de esta manera: Dices, Job, que los injustos y los que adoran los ídolos viven prosperados y ricos; no sé cuántos y cuáles son los que viven ansí. Mas ya que te concedamos que los malos tienen salud y riquezas, nunca te concederemos que gozan de ningún bien puramente; porque viven en desasosiego y temor, llenos de sobresaltos y de esperanzas malísimas, que son poderosas no sólo para aguarles su felicidad temporal, mas para mudársela en dolor y tormento.

Y número de años ascondido al tirano. Puédese entender de una manera, repitiendo la palabra de arriba, tiembla o se estremece, y diciendo ansí: El tirano tiembla número de años ascondido, esto es, toda la vida que le resta. Que se llama edad ascondida o años ascondidos, porque está por venir, y lo por venir está como ascondido en el seno del tiempo. O entendámoslo de otra manera, con añadir una palabra y decir: Al tirano son ascondidos sus años y el número de ellos; que es decir, que por el temor y peligro contino y cierto en que le tiene puesto su tiranía, y por el aborrecimiento que con él tienen sus súbditos, no tiene, como decir solemos, un día cierto ni una hora segura; y que le es ansí incierto y ascondido el fin de su vida que ni durmiendo, ni velando, ni asentado a su mesa, ni cerrado en su recámara, se puede prometer un punto de paz.

Y con esto concierta bien lo que se sigue:

21. Voz de espantos en sus orejas; en la paz el destruidor entrará a él. Que en la guerra y en los alborotos de pueblo se roben y despojen unos a otros, la cosa misma lo pide; mas ser robado y destruido en la paz es estar subjeto con subjeción extrema a todo lo que es calamidad y peligro. Y no sólo quiere decir que los malos y tiranos cuando vienen a estar más prósperos, entonces suelen caer por el suelo, y que su prosperidad se les acaba cuando parecía estar más en su punto; sino dice también que, durando en ser prósperos, y estando al parecer de todos sus cosas en paz, el temor que les nace de su mala consciencia, y el verdugo secreto de la justicia de Dios se les entra en el alma, sin que se lo estorben ni las riquezas de ellos ni sus deleites ni su gente de guarda; y dentro los asombra y entontece, y verdaderamente les roba y destruye todo el bien de su gusto.

Dice más:

22. No creerá tornar de escuridad, y mira al derredor si hay cuchillo. Encarece por diversas maneras la misma sentencia, y engrandece más este peligro y temor de que habla; y ansí dice que no creerá; o no tendrá por cierto, como dice otra letra, que ha de tornar de escuridad, esto es, que cuando se acostare de noche, no estará seguro ni cierto que llegará a la mañana; y que mirará y contemplará el cuchillo, esto es, que cuando amaneciere y abriere los ojos con la luz deseada, lo primero que verá o lo primero que el justo temor que tiene lo representará, para que lo vea y como si lo viese, será el cuchillo y el puñal libre y vengador y la merecida muerte.

23. Si va adonde está el pan, sabe que asentado en su mano el día escuro. Aquí parece puso en su punto y subió cuanto subir se podía la grandeza de este miedo y peligro; pues en la mesa misma y en el pan con que se sustenta la vida, allí temen los tiranos, más que en otra cosa, la muerte. Día escuro o de tinieblas llama a la muerte, como el poeta la llamó noche eterna, cuando dijo:


; Y los ojos la noche eterna cierra.

24. Turbarlo han angustia y aprieto; rodearlo han como a rey aparejado al torneo. Concluye como amontonando las fuerzas de este temor y comparándole a rey puesto a punto de guerra, rodeado de soldados y de gente de armas, que de lo que vemos, es el poder mayor y que menos puede ser resistido.

25. Que tendió sus manos contra Dios, y contra Omnipotente se fortaleció. Tender las manos, unas veces es señal de humildad, como las tienden los que suplican y adoran; y otras de presunción y soberbia, como las tienden los que en alguno las ponen para dañarle, y ansí se entiende aquí. Y ya que ha dicho del temor y miseria secreta, que enturbia y hace agra la felicidad de los malos, descubre la fuente de donde les mana, para que, entendido cuán poderoso es el autor y la justa razón que le mueve, quede entendido y concluso cuán perpetuo es, y cuán cierto y cuán no evitable el miedo y temblor que padecen. Y ansí dice que, porque se mostró soberbio a Dios el malo, y quiso casi poner las manos en Él, y presumió poder resistirle, por eso:

26. Corrió contra él con cuello erguido, armado con gruesa cerviz. O como dice al pie de la letra: Correrá contra él en cerviz, en lo grueso de cuerpos de escudos dél. Que es, hablando en figura de hombre armado que pelea con otro armado también, decir que, sin que le valga ni armadura ni fuerza, le herirá Dios en lo más peligroso y en lo más defendido, en el cuello donde se degüella con un golpe la vida, y en el pecho que el arnés fuerte y acerado cerca.

Y dicho este pecado y la pena de él, dice luego otro:

27. Que cubrió faces suyas con grosura suya, e hizo rollos de carne sobre las ijadas.

28. Y moró en villas destruidas: casas que no moraron en ellas, aparejadas a montones de piedras. Lo primero del mal es el perder el temor a Dios, y el presumir soberbiosamente de poder valerse sin él, que es una dañada rebeldía. A esto se sigue luego soltar la rienda a los deseos, y coger el fruto de esta vida sin orden, y vivir en ella como si no hubiese después de ella otra. Y los que tropiezan en lo primero, luego caen y se extienden en esto segundo, lo cual todo encierra Elifaz debajo del nombre de dos cosas, que son comidas y edificios. Y en las comidas se comprenden todos los deleites del gusto y del sentido del tacto; y en los edificios todo el aparato de la delicadeza y soberbia. Dice cubrió, esto es, apacentóse bien; y declara por el efecto la causa, que es el ocio y regalo y los deleites, y las preciosas y abundantes comidas.

Moró villas destruidas; dícelo ansí porque los edificios necesarios para nuestra vivienda no se defienden ni reprenden. Pero los derramados en este vicio y en los que se encierran en él, no se contentan con lo necesario, sino en los desiertos, que son los campos que ansí los llama la Sagrada Escritura, en los bosques, en los montes, en los lugares perdidos y que no pueden servir más de para su antojo, levantan soberbios edificios.

Y dice destruidas, porque en aquellos lugares, como inútiles, no edifica nadie o, si edifica, lo deja perder luego, porque el antojo desordenado gusta siempre de andar al revés de los otros. O dice destruidas, porque, tomando un tiempo por otro, presto se destruirán, esto es, porque en muriendo sus dueños, morarán allí las aves y los venados, y se envejecerán y caerán sobre sus moradores, que ni quieren ni pueden vivir en ellas.

Y conforme a esto es lo que añade y dice, aparejadas a montones de piedras, porque de los edificios arruinados lo que queda son montones de piedras mal puestas.

29. No se enriquecerá, ni se afirmará su haber, ni lanzará por la tierra su raíz. Del pecado y vicio que ha dicho, esto es, que dice agora es la pena natural y que casi siempre se ve, pobreza y asolamiento de la hacienda. Porque en un pecho que no pone límite en sus deseos y antojos, un Pirú o un océano de oro que entre, se desagua luego y se consume y desaparece.

Y debajo de esta pena pública se entiende otra secreta, y también de pobreza de alma y de razón, porque, como crece el vigor del apetito desordenado y según que se va haciendo señor del hombre, ansí decrece y se amengua el uso de la razón y su clara y limpia luz.

Esto, pues, toca a la pena del malo en su persona; pero no se acaba con él el castigo, sino pasa a sus hijos porque sea escarmiento no sólo a los que vivieron con él, sino también a los que después le suceden.

Y de ellos dice:

30. No se apartará de tinieblas; pimpollo suyo secarálo la llama y será movido con resollo de su boca. Quiere decir, o no se logran, como decimos, o nunca vienen a prosperidad, viviendo siempre en trabajo y miseria. Y porque los llamó pimpollo, como se llama propriamente el ramo nuevo nacido del árbol viejo, perseverando en la misma manera de hablar de árbol y cosas de campo, dice que la llama le secará y lo moverá el soplo, porque las plantas nuevas se pierden, o quemadas de algún aire frío y agudo, o abochornadas del tiempo encendido que las seca y marchita.

Y dice resollo de su boca, y puédese entender, de su boca de Dios, y ansí está claro; o de su boca misma del pimpollo y del hijo, y ansí dirá claramente la mucha facilidad con que ha sido destruido, y cuán dispuesto y aparejado está el hijo del malo a la injuria y a los golpes de la fortuna, pues su soplo, esto es, él mismo a sí mismo se pone fuego y se seca.

Mas si alguno dijere, si tan grave mal padece el tirano, ¿cómo es posible que dure en su tiranía?

A esto responde, y dice:

31. No creerá, engañado, que con precio podrá ser redimido. O como dice a la letra: No creerá, vanamente engañado, que vanidad será su trueque; como si dijese, no se entienden a sí mismos, y el mal que padecen no piensan que nace de su malvado vivir, antes se imaginan que viviendo peor y añadiendo a deleites deleites, aplacarán o amortiguarán o siquiera embotarán aquel sentido interior; y van creciendo en ser peores, cuanto mayores dolores y desasosiegos sienten; y prométense grandes cosas, y como no creen otra vida, tienen por cierto que este deleite y mando y riqueza de que gozan agora, no se les trocará después en miseria.

Mas presto ven la falsedad de su pensamiento, porque como añade:

32. En día no suyo será acabado, y su ramo no echará flor. Día no suyo, llama cuando estando más para vivir y confiando más en su fuerza y poder, revolviendo Dios en un momento los tiempos, por un desastre no pensado perecen. Porque aquel día no era suyo, esto es, no era de la muerte al parecer, ni día que prometía calamidad o desastre, sino muy al revés.

Y dice que en aquel día será acabado, porque se acaba del todo su ramo, que es sucesión y esperanza, sin llegar a flor. Y declara lo mismo, conviene a saber, el ímpetu del desastre, no pensando que arruina los malos, por dos comparaciones tomadas del campo; una, de la viña que comienza a florecer, y otra de la oliva que está en flor. A quien suele acontecer muchas veces que, comenzando el día sereno y estando ellas como alegres desplegando al sol puro sus hojas y flores, de improviso se levanta un violento aire, y turba el cielo y envía una muchedumbre de piedra y granizo, que les derrueca al suelo toda aquella hermosura, quedando en un punto perdidas y pobres las que un poco antes estaban frescas y hermosas.

Y ansí acontece a los malos, porque dice:

33. Será destruido como viña de sus tallos tiernos y hará caer como a oliva su flor.

Y añade:

34. Porque congregación de hipócrita, desierta, y fuego, comerá moradas de don; en que concluye lo particular, haciendo sentencia general y diciendo, forzoso es que acontezca al tirano de esta manera, porque la ley de todos los hipócritas, y como su hado, siempre fue semejante. Y entiende por hipócritas, según el uso de la Sancta Escritura, a toda la universidad de los malos; porque no hay pecado donde no haya alguna disimulación falsa, y algún color de bien que encubra el mal y el engaño. Ansí que el hado de ellos es llama y fuego y último asolamiento y destrucción.

Dice casa de don, esto es, donde se compra la justicia con dádivas. Y aunque toca esto propriamente a los jueces que se cohechan, pero también se extiende a todos los que pecan en cualquiera manera, porque a todos los atrae algún interés o deleite presente, y todos sobornados de él, como con una dádiva rica, tuercen la ley de la razón, apartándose de ella.

35. Concebir trabajo y parir vanidad, y vientre de ellos ordenar engaños. Es conclusión y como un epílogo breve, que en una palabra comprehende todo lo dicho, cuanto a pecado y pena de este su tirano Elifaz.

Y ansí dice: Al fin, por decirlo más brevemente, todo el hecho y negocio de estos es concebir trabajo y parir vanidad. Conciben trabajo, ansí por el temor que interiormente padecen, como por sus voluntades, y determinaciones perversas.

Paren vanidad, porque el efecto de sus propósitos y hecho es siempre vanísimo; o porque, huyendo del trabajo que les causa el desasosiego concebido en el ánimo, se derraman fuera de sí buscando vanos alivios, esto es, pariendo vanidad y más vanidad; que ansí se llaman bien las obras que éstos hacen para buscar su contento, porque ni dan el contento que en ellas se busca, ni siquiera otro menor, ni son inútiles solamente, sino, como se descubre en la muerte, dañosas y pestíferas.

Y ansí, por esto, su vientre de ellos, esto es, su pensamiento y consejo y todo su aviso siempre ordena engaños y lazos; y no lazos en que los otros caigan, sino lazos que sean redes y duras prisiones para sus mismos pies.






ArribaAbajoCapítulo XVI

1. Y respondió Job, y dijo:

2. Oído he como ésas muchas; consoladores de tormentos todos vosotros.

3. ¿Habrán fin palabras de viento? ¿O con qué confirmaréis cuando habláis?

4. También yo como vos hablaré; ¡y ojalá estuviese vuestra ánima en lugar de la mía! Aplicara sobre vosotros mis palabras y moviera sobre vosotros cabeza mía.

5. Fortaleciéraos con mi boca, y movimientos de mis labios detuvieron vuestro dolor.

6. Si hablare, no se estorbará mi dolor; si cesare, no se partirá de mí.

7. Cierto, agora afligióme; asolaste toda mi congregación.

8. Heciste rugas en mí; testigo es, y contra mí se levanta magrez mía en mi cara responderá.

9. Ira suya recogió, y contradíjome; escupió, regañó contra mí con sus dientes; mi enemigo aguzó sus ojos en mí.

10. Extendió sobre mí sus bocas con afrenta; hirieron en maxila mía, y juntamente contra mí se amontonaron.

11. Encerrado me entregó Dios al falso, y en las manos de los malvados me entregó.

12. En paz estaba, y desmenuzóme; asióme por la cerviz, esparcióme desmenuzado, y púsome a sí como blanco.

13. Cercáronme sus saetas, traspasóme los lomos, y no perdonó; derramó por la tierra hiel mía.

14. Quebrantóme con quebranto sobre quebranto: corrió contra mí como valiente barragán

15. Cilicio cosí sobre mi cuero, y cargué de polvo mi cabeza.

16. Mis faces se enlodaron con el lloro, y sobre mis pestañas sombra de muerte.

17. Por no violencia de mis manos, y oración mía limpia.

18. Tierra, no cubras mi sangre, ni haya lugar a mi clamor.

19. Aun agora en los cielos testigo mío, y mi Sabidor en las alturas.

20. Palabreros amigos míos, a Dios llora el mi ojo.

21. Y argüirá varón con Dios, y como hijo de hombre con su compañero.

22. Que años de cuenta vendrán, y senda no tornaré que andaré.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Job, y dijo. Cansado de oír tantas veces unas mismas razones, díceles agora Job que se holgara estuvieran ellos en su lugar, para consolarlos él y mostrarles la manera como se consuelan los afligidos. Y de allí, volviendo sobre su desventura, cuenta con encarecidas palabras lo mucho que padece y cuán sin culpa lo padece.

Y dice:

2. Oído he como ésas muchas; consoladores de tormentos todos vosotros. Quien dice ésas o ése, y no nombra con su nombre lo que demuestra, como en nuestro castellano, ansí también en la lengua original de este libro, hace significación algunas veces de enfado y desprecio. Y por no dar a la cosa de que se habla el mal nombre que, o ella merece o a nosotros nos parece debérsele, señalamos ansí y nos quedamos como en el camino, yendo a nombrarlas, detenidos de alguna razón de respecto, y lo que no decimos con la palabra, demostramos con el meneo y desgaire del rostro, y la boca dice ésas, y calla, y el desgaire habla por ella; y los que lo ven, entienden que dice ésas como si dijésemos o impertinencias o necedades, y ansí se usa en este lugar.

Porque es muy justa la razón que tiene Job para mostrarse enfadado; que demás de ser despiadada manera, a un afligido, en lugar de condolerse con él, denostarle, aun en razón de disputa, era disparate lo que decían y tornaban a decir tantas veces, sin jamás llegar al propósito. Porque, aunque era verdad decir que Dios en esta vida azota severamente los malos, pero no estaba allí el punto de esta disputa, sino en probar que siempre les acontecía a los malos ansí: y, por el contrario, los buenos vivían siempre en vida abundante y sin ningún revés de fortuna, que era lo que Job para su defensa negaba, y lo que no sabían ni podían probar sus amigos.

Antes como acontece a aquellos que esgrimen, si acaso en ellos crece el enojo y les desfallece el brazo y el arte, que, sin guardar tiempo ni orden, tiran y redoblan golpes a ciegas, ansí hacen éstos, que, encendidos con la disputa y cegándose con la tema y enojo, ni veían lo proprio de su propósito, por estar ciegos, ni podían contenerse de hablar sin propósito, por estar enojados y corajosos. Y de esto nació en ellos tanto hablar y tan poco acertar, y el pecar en lo mismo siempre y volver siempre a lo mismo.

Y de aquí nacieron estas que Job llama ésas, quiere decir, impertinencias varias, muchas y repetidas, y de ellas el enfado de Job con sus amigos; porque les dice consoladores de tormento todos vosotros.

Y luego:

3. ¿Tendrán fin palabras de viento?, ¿o con qué confirmaréis cuanto habláis? Llama palabras de viento lo que decían y repetían aquéstos, y llámalas ansí con grande razón, porque iban todas fuera del intento propuesto, y se divertían a cosas que, concedidas, no concluían en manera alguna lo que se pretendía.

Y esto llamamos bien hablar en el aire, cuando ni tiene fundamento ni es a propósito todo cuanto se habla. Tales, pues, eran éstos por dos razones: una, porque siendo su oficio consolar a Job afligido, se ponían a fatigarle y afligirle de nuevo, acusándole y poniéndole culpas; otra, porque cuando fuera tiempo de tratar con él de ellas, era impertinencia cuanto decían.

Y según esto añade: ¿con qué confirmaréis cuanto habláis? Que es decirles más claro que no estribaba su razón en cosa que verdadera fuese; o sin duda ninguna era decirles que con cuanto decían, no podían probar ser verdadero lo que probar deseaban acerca de su culpa y pecado; que esto llama cuanto habláis, porque toda su habla la enderezaban a aqueste fin y probanza.

Y dice:

4. También yo como vosotros hablaré: ¡y ojalá estuviese vuestra alma en lugar de la mía! Aplicara sobre vosotros mis palabras, y moviera sobre vosotros mi cabeza. Como diciéndoles que lo que ellos hablaban, esto es, lo que alegaban y en lo que se extendían para convencerle de culpa, también lo platicaría él si quisiese. Porque, como al principio dijimos, con sólo decir que era justo Dios, y con sólo extenderse en alabar su sabiduría y grandeza, les parecía que Job, pues estaba azotado, quedaba convencido de malo.

Y lo primero era verdad, y lo segundo no lo era ni se seguía de lo primero; y ansí dice bien, que hablara como ellos, esto es, que supiera decir de la justicia y saber de Dios lo que ellos han dicho. Y aun dice que usara mejor que ellos de aqueste saber, porque no concluyera tan mal, ni de ser justo Dios hiciera argumento para condenar a ninguno; y a ellos mismos, si estuvieran en su lugar y padecieran lo que padece, no los acusara de pecado, aunque sabe y conoce tan bien como ellos que es justo Dios por manera infinita. Antes dice, yo os mostrara por la obra entonces cómo debe ser tratado quien es afligido y padece; que no me pusiera a disputar si pecábades, sino a condolerme de lo que padecíades; y del dolor ajeno hiciera proprio y sintiera lo que sentíades y ajustárame con vuestra fortuna. Y eso es lo que dice, aplicara sobre vosotros mis palabras, esto es, hablara conforme a lo que pedía vuestra miseria, y midiera mis palabras con ella, y cuanto dijera fuera a propósito de aliviaros la pena.

Y moviera sobre vosotros cabeza mía; que es el gesto de los que se conduelen y lloran con otros, menear la cabeza encogiéndose. Y ansí, dice que con razones y con meneos los consolara, esto es, por todos los caminos posibles; porque dos son los principales para mitigar el dolor: o la razón que les disminuye a los afligidos la causa, o el sentir que tienen quien se conduela; que lo primero disminuye la pena en cuanto deshace la causa de ella, y lo segundo repártela con otros, y ansí queda menos.

Prosigue:

5. Fortaleciéraos con mi boca, y movimientos de mis labios atajaran vuestro dolor. Fortaleciéraos, dice, y no os reprendiera; os animara, y no os acusara; buscara razones que disminuyeran vuestro sentir, y no argumentos que sacaran a luz vuestra culpa. Porque, a la verdad, cuando uno está afligido y azotado, no es tiempo de avisarle, sino de consolarle, y el reprendelle entonces es castigarle más, y el convencerle de culpa sin ella es traerle a desesperación; y en caso que la tuviese, pues la paga, no cabe en razón el darle en cara con ella, ni el tratar de ella en manera ninguna. Demás de que el dolor agudo y presente no deja el juicio libre para atender a otra cosa; y ansí en presencia suya no hay lugar de disputa, cuya conclusión para el que padece es amarga y desabrida. Que como al cuerpo enfermo aplicarle nuevas causas de mal sería crueldad señalada, ansí al ánimo dolido en ese mismo tiempo, cuando se congoja y se duele y cuando la pena le está presente, hacerle presente la culpa es añadirle congoja nueva, que, en quien lo hace, arguye o falta de saber o de amor verdadero.

Todas las cosas tienen su tiempo, como dice el sabio, y el del padecer pide el consuelo. Y porque esto se hace en dos maneras, o fortificando el ánimo paciente, o eso mismo que se padece disminuyéndolo, Job dice que, si le tocara a él el consolar y a sus amigos el padecer, no sólo no hiciera lo que hacen con él, ni sólo no los reprendiera, mas hiciera lo que ellos hacer debían, y los consolara por la mejor vía que le fuera posible; porque se ingeniara a añadirles fortaleza en el ánimo, y a cortar los nervios y deshacer las fuerzas de lo que les causaba dolor y a atajarle los mineros del todo.

Y añade:

6. Si hablare, no se ataja mi dolor; si cesare, no se partirá de mí. Yo, dice, me hubiera con vosotros en la forma que digo; mas agora a mí y en la manera que conmigo os habéis, ni el hablar me vale, ni el oíros me remedia; porque el hablar es responder a vuestras impertinentes calumnias, que no ataja, sino acrecienta el enojo; y el callar es oíros, que es otro mayor enojo. De arte que, según buena cuenta, estos amigos de Job, en lugar de consolarle, no solamente le causaban tormento, mas le privaban de la ocasión de consuelo; porque, si callaran y le dejaran solo, él se conhortara en alguna manera consigo, o callando o hablando; buscara razones que le fortificaran, y ocupárase en ellas; hablara lo que su dolor le pedía, y desahogara el dolor.

Mas agora, al revés, con su importuna disputa no le dejan ni pensar ni hablar lo que le fuera de alivio: cuando calla, los ha de oír, y cuando habla, habla para su respuesta, y ansí ni calla ni habla para su descanso, como pudiera, sino para indignación y nuevo enojo.

Y ansí añade bien:

7. Cierto, agora afligióme, y asolaste toda mi congregación. Sant Hierónimo entiende que habla aquí Job con el dolor, de quien dice que le aflige por todas partes. Mas también lo podemos enderezar a Dios, a quien dice que en esto mismo que agora dice y con sus amigos padece ve claramente cómo le aflige del todo; pues este pequeño resquicio que para su consuelo tener podía, la meditación de lo que le podía esforzar, se le cierra y quita, obligándole a respuestas y demandas tan molestas. Y lo que es más dolor, le quita este bien por medio de esos mismos que venían a dársele, convirtiéndole en pena lo que vino a traerle consuelo, y sacando de sus amigos su daño. Y por eso dice que le ha asolado su congregación; porque ha hecho que la mujer y la familia y los amigos no sólo le falten, que fuera mal pasadero, sin que le atormenten por todas maneras, siéndole estorbo para su alivio y añadiéndole tormento de nuevo, cortando las causas de consuelo y acrecentando las de dolor y pena; que es sin duda asolamiento perfecto, adonde no sólo no queda rastro de lo pasado, mas se pone todo de figura contraria y diferente.

Añade:

8. Heciste rugas en mí; testigo es, y contra mí se levanta falsario en mi cara responderá. Lo que decimos falsario en el original significa lo que desdice de lo que es; y ansí unas veces quiere decir mentira o mentiroso, y otras flaco y magro, por lo tal no responde a lo que ha de ser, y es menos de lo que ser debe. Por donde otros traducen este verso de esta manera: Magrez mía en mi cara responderá. Pues porque había dicho arriba que Dios le asoló toda su congregación, en que entendió no solamente a toda su familia y amigos, los cuales todos o le faltaban o se le volvían contrarios, sino también su cuerpo y sus miembros, como Sant Hierónimo entiende, que traslada y dice y asolaste todos mis artejos (porque a la verdad lo de que el hombre consiste, es una congregación y ayuntamiento de muchas cosas y muy diferentes que se allegan en uno), pues porque había dicho no tener cosa sana en su cuerpo, que no sólo estaba herido en los bienes de fortuna, sino también en los de naturaleza; no sólo en los de fuera, sino en los interiores y suyos; no sólo en la mujer, en los hijos, en la familia y amigos, sino en el alma y en el cuerpo y en cada una de sus partes y miembros, y finalmente en toda su congregación, esto es, en toda la muchedumbre de cosas que por algún título le pertenecen y tocan; ansí que porque decía esto arriba, es conforme a ello lo que agora añade, porque es prueba de ello mismo, y es como si más claro dijese: No tengo parte ni miembro sano, y las arrugas de mi cara son fieles testigos de lo que padece mi cuerpo; y el que no lo creyere, míreme, que mi magrez le hará que me crea.

Y prosigue:

9. Ira suya recogió con amenazas; escupió, regañó contra mí con sus dientes, mi enemigo aguzó sus ojos en mí. En que para mayor encarecimiento de lo que padece, representa por hermosa manera el enojo que con él Dios tiene, y juntamente confirma más lo que antes decía; porque Dios es quien le azota, y ansí cuando mostrare a Dios mas enojado, tanto manifiesta más la gravedad de su azote; que la grandeza del efecto por la grandeza de la causa se muestra.

Pues dice que, si no tiene cosa sana, si está asolado del todo, si los suyos y los ajenos le faltan, si la carne está consumida y el cuero seco y los huesos podridos y las entrañas lastimadas y los sentidos turbados y el alma atormentada y confusa, verán que es ansí, y que es menos de lo que pasa lo que dice, si miran a quien lo hace y la disposición de su ánimo porque Dios, autor de aqueste castigo, arde en enojo contra él. Y figura un enojado, y píntale con maravillosa viveza; porque quien mucho se enoja, lo primero recoge la ira en sí, y advertiendo y allegando las causas de enojo, pone leña a la cólera que bien encendida, bulle luego con amenazas, y regaña los dientes y aguza los ojos y los enclava en el que padece, y casi le traspasa con ellos y le turba y le espanta.

Y eso mismo dice de Dios agora, porque dice: Ira suya recogió, esto es, Dios allegó y ayuntó en su pecho su ira toda; o como otros entienden, la ira de Dios me recogió a mí, esto es, me asió y trabó con sus uñas.

Con amenazas dice, esto es, asióme amenazándome, que es muy natural a los muy airados hacer y decir juntamente, herir y amenazar en un mismo tiempo.

Añade, y escupió, regañó contra mí con sus dientes, porque la ira, como les embravece el corazón, ansí también les pone fiera la cara y les hace crujir los dientes, y la misma obra del herir, ejecutada con ira, les saca el enojo afuera por los ojos y por la boca y por toda la figura del rostro con semblantes y meneos terribles.

Y no paró, dice, en solas demostraciones fieras esta su furia, sino, como añade:

10. Extendió sobre mí sus bocas con afrenta, hirieron en maxila mía, y juntamente contra mí se hartaron. Bien dice extender y sus bocas, para mostrar que su mal no es un bocado solo, ni un bocado pequeño; antes tan grandes bocados y tantos, que parecen haber sido necesarias muchas bocas y muy abiertas. Porque un bocado, y grandísimo, fue en la reputación y en la honra, que se la tragó y quitó casi del todo, dejándole en opinión de grandísimo hipócrita, y por eso dice que con afrenta le hirió en la mejilla, y otro bocado fue en la hacienda, tan grande que no le quejó cosa ninguna; y otro en la salud por la misma manera; y otro en la familia y amigos, que los llevó todos; y por causa de aquestos bocados dice que juntamente contra él se hartaron, esto es, que mordieron en todo lo que tenía aquellas bocas abiertas, y que no mordieron llevando parte y dejando parte, sino llevándolo y comiéndolo todo.

Y eso significa en decir que se hartaron, porque comieron hasta hartar, sin dejar cosa ninguna. Y también en llamar bocas a la boca; y a la boca abierta en llamarla extendida sigue Job el efecto común de los que caen en las manos de algún enemigo bravo que los hiere y maltrata, que el pavor y asombramiento les acrecienta en la vista aquello mismo que los espanta, y todo se les demuestra mayor.

Prosigue:

11. Encerrado me entregó Dios al falso, y en las manos de los malvados me entregó. Falso y malvado llama al demonio y a sus ministros, los sabeos y los caldeos, ejecutores de este mal que padece. Y dice que le encerró Dios, o que le dio encerrado y aprisionado a los malos, para mostrar que ni le dejó lugar de defensa ni camino de huida.

Y llama al demonio con razón falso y malvado porque, allende de lo general, en este su caso fue malvado y muy falso: falso porque pensó y habló diferente de la verdad que pasaba, afirmando que la virtud de Job era virtud mercenaria; malvado, porque sus malas entrañas y el odio mortal con los hombres le pusieron en que hablase y pensase de esta manera.

Añade:

12. En paz estaba y desmenuzóme; asióme por la cerviz y arrojóme quebrantado; púsome a sí como blanco. Es mayor el mal no pensado, y la calamidad junta a la felicidad aflige más el sentido; y a Job le sucede ansí; y él lo dice aquí para demostrar más su miseria.

En paz, dice, estaba, y desmenuzóme; que en decir paz, dice no solamente descuido del mal que le venía cercano, sino descanso y riqueza y bienandanza de estado, porque paz, en la propiedad de esta lengua, dice todos los bienes; porque, a la verdad, todo lo que es bien hace paz, y el bien que falta hace guerra, porque inquieta con su deseo.

Añade: Asióme por la cerviz, y arrojóme quebrantado, y púsome a sí como blanco; en que declara su trabajo más por dos comparaciones secretas. La presa de la cerviz es la mayor presa, porque el que prende coge allí todos los nervios, que son los medios por donde el cuerpo se mueve, los cuales nacen del celebro y se juntan en la cerviz y por ella descienden y se reparten al cuerpo: y ansí, cuando de allí le prenden, apenas puede moverse el animal preso, y pierde el sentido y la fuerza.

Pues dice, como un sabueso cuando ase de la cerviz algún gozque, y dándole dos vueltas, con furia le arroja en alto y quebranta; y como quien ata uno al palo, y le pone a sus saetas por blanco, ansí Dios me prendió de la cerviz y me arrojó, y ansí me tiene por terrero en que descarga sus golpes. Y dice que ansí le prendió por la cerviz, para mostrar que no en veces ni poco a poco, sino como de una vez y de un golpe y juntamente le privó de sus bienes y fuerzas; y para mostrar que, antes que se advirtiese, se vio preso, y antes que pudiese menear en su defensa la mano, se vio arrojado y deshecho.

Ansí que la semejanza de la cerviz es para declarar la presteza del mal que le vino y lo súbito dél, que no pudo ni apercibirse ni defenderse; y el estar como blanco, es para demostrar la muchedumbre de sus males, que el blanco no se pone para un tiro solo, sino para muchos tiros. Y aún dice en ello otra cosa, que, como el blanco no es para más de ser herido, y éste sólo es su oficio, ansí le parece a Job que no sirve ya sino de sujeto de males y de materia en que las miserias todas prueben sus fuerzas, y de terrero puesto a la crueldad de mil tiros.

Y ansí prosigue esta semejanza, y añade:

13. Cercáronme sus saetas; traspasóme los lomos, y no perdonó; derramó por la tierra hiel mía. Y no fui blanco, dice, para una saeta, sino para muchas saetas, que me cercaron y se hincaron por todas partes en mí, que estoy como erizo.

Y llama saetas a sus dolores agudos, ansí los del cuerpo como los del pensamiento que le enclavaban el alma. Y dice que le traspasó los lomos, y no perdonó, y que le derramó la hiel por el suelo, o porque los lomos por figura significan en estas letras toda la fortaleza del hombre, ansí la interior como la que se descubre de fuera, el pensamiento, el discurso del ingenio, la fortaleza de la voluntad, el vigor de la carne y del cuerpo, y en todo puso saetas Dios y lastimosas heridas; o porque entre otros fue proprio accidente de la enfermedad corporal que tenía, el dolor agudo de los lomos y el contino flujo de vientre en humor corrosivo y colérico.

Prosigue:

14. Quebrantóme con quebranto sobre quebranto, corrió contra mí como valiente barragán. Hay quebrantar una cosa, y hay molerla: el quebrantar se hace con un golpe, y el molerla añadiendo golpes a golpes. Pues usa de esta semejanza también para nuevo encarecimiento de su fuerte ventura; y dice que no es quebrado solamente, sino molido y deshecho; no es herido con un golpe solo, sino desmenuzado con muchos golpes que vinieron sobre él casi súbito y como juntos, y luego unos en pos de otros, como en el capítulo primero se dijo.

Y lo que añade, que corrió Dios contra él como valiente barragán, hace significación de lo mismo, de su poca defensa y de la mucha pujanza de su contrario, y de lo que a esto se sigue, que es el destrozo grandísimo que en él hizo, y dícelo por semejanza de los que en la guerra pelean y se encuentran con los muy aventajados en fuerzas.

Dice más:

15. Cilicio cosí sobre mi cuero, y cargué de polvo mi cabeza. Ha dicho el mal que Dios puso en él; dice agora las demostraciones de ello que él ha puesto en sí mismo; que todo ello encarece más su desgracia, porque todo es parte de ella: el ser miserable uno y el parecerlo, el traer el alma afligida y el andar con el cuerpo enlutado, pues dice que se vistió de cilicio y que cubrió con polvo su cabeza, que era el hábito de los afligidos y miserables.

Y dice más:

16. Mis faces se enlodaron con el lloro, y sobre mis pestañas sombra de muerte; que es otra demostración de la pena que su alma sentía, y más cierta que la pasada; porque el lloro mana del corazón, que se derrite en lágrimas cuando está triste. Y vese que la aflicción era mucha, pues era el llanto tan grande que le ensuciaba la cara y le cegaba los ojos; que eso es cuando dice mis faces se enlodaron con lloro, porque el agua de las lágrimas que le bañaban el rostro, y el polvo que sobre ello caía, se convertía en lodo en las mejillas.

Y ni más ni menos lo que añade de sobre sus pestañas sombra de muerte, es decir, que del llorar le nacían tinieblas en los ojos, que suelen cegar con el lloro; porque lo negro y lo tenebroso y lo que es noche y escuro es muy vecino a la muerte, en que se escurece y envuelve en tinieblas la vida.

Dice:

17. Por no violencia de mis manos, y oración mía limpia. Esto es lo postrero del encarecimiento; porque, aunque consuela el testimonio de la consciencia, por otra parte ver uno que le condenan y le castigan sin culpa es grande ocasión de enojo y de despecho; que, al fin, la culpa llama a la pena, y convida a sufrir el mal que viene, el conocer ser justo que venga.

Y ansí dice Job de esta manera: Todo lo que he referido padezco, y si hubiera pecado o si mereciere un castigo semejante, fuera necesaria medicina, y pasara; mas no me acusa la consciencia, ni de hecho ni de pecho, que aquesto merezca, sino es que por ser bueno merezca ser castigado.

Por no violencia de mis manos, dice, como diciendo, y si los que oís el proceso de mis penas deseáis saber las ocasiones y las causas de ellas, no sé qué deciros, sino que he vivido inocente; que nunca puse las manos con violencia ni en la persona, ni en la honra, ni en la hacienda ajena; a ninguno agravié ni hice injusticia.

Y dice: y mi oración limpia, para responder calladamente a los pensamientos de sus amigos, que le notan de hipócrita, y de que siendo malo hacía significaciones de bueno con apariencias de religión y oración; que si lo fuera, fuera pecado gravísimo y que Dios aborrece mucho, presentarse a Dios religioso y tener el ánimo muy alejado de Dios; mostrarse por defuera siervo suyo, y aborrecerlo en el pecho; gotear las manos sangre inocente, y alzarlas a Él como limpias.

Que es lo que dice Esaías: Cuando tendiéredes a Mí vuestras manos, volveré a otra parte mis ojos, y por más que multipliquéis oraciones, no os tengo de oír, porque vuestras manos están llenas de sangre.

Prosigue:

18. Tierra, no cubras mi sangre, ni haya lugar a mi clamor. No se contenta con afirmarse inocente, sino confírmalo y prueba ser ansí por una de dos maneras: o maldiciéndose si no es ansí como dice, o alegando testigos de que es verdad lo que dice. Porque este verso se puede llevar a ambos sentidos; o que diga, si no es ansí, muera yo y la tierra no cubra mi cuerpo y sea manjar de las fieras y, cuando me viere oprimido y llamare, nadie me oiga; o de otra manera -y es a mi juicio mejor- bien sabe la tierra que es verdad lo que digo, a ella le pido, si no es ansí, que hable y que descubra mis malos hechos. Y tiene su fuerza esta razón en que todo lo bueno y lo malo, por secreto que sea, tiene por testigo a la tierra donde se hace; de donde nace lo que se dice en manera de antiguo proverbio, del concierto que con el cielo tiene hecho la tierra, de no encubrirle ninguna cosa.

Pues dice ansí Job: Cumpla su palabra la tierra, y si he hecho lo que no debo, dígalo a voces al cielo, y no haya lugar en ella adonde mi maldad pueda ser ascondida. Tierra, dice, no cubras mi sangre, esto es, la sangre ajena que he vertido yo, si vertido la he, o los males y violencias que he hecho. Porque sangre, en estas letras, significa todo aquello en que se mezcla violencia e injuria, como se ve en David, en Esaías, en Oseas y en otros lugares.

Y dice no hay lugar a mi clamor, esto es, no des lugar en ti ni haya desierto tan apartado, ni cueva tan secreta ni abismo tan hondo, adonde mi clamor se encubra. Y llama clamor suyo, no lo que él vocea, sino lo que alguno, si ha sido agraviado de él, se querella y se queja. Y verdaderamente llama clamor, según el estilo de esta Escritura, a todo pecado grande y injurioso y violento, y que él mismo, por razón de su enorme gravedad o fealdad, está pidiendo venganza.

Y dice más:

19. Aun agora en los cielos testigo mío, y Sabidor en las alturas. No sólo la tierra, dice, puede ser buen testigo; mas es lo cierto y más abonado testigo el que en el cielo vive; Él es gran Sabidor de mi pureza y inocencia. Aun agora en el cielo testigo mío, como si dijese: Y agora entre todo el mal que padezco, cuando parece que me aborrece y me condena todo, cuando a vuestro juicio Dios con su castigo me declara por malo y culpado, pues agora ahí donde está sabe bien la verdad, y, si hablase, sé yo bien que hablaría por mí.

Mi testigo, dice, en el cielo, que es prueba de ser verdadero el testimonio, porque en el cielo mora la verdad, ansí como en la tierra el engaño; dende el cielo se atalaya todo y se ve; en el suelo se desaparece y encubre; es el cielo asiento de luz, y la tierra de noche y tinieblas: y ansí en el cielo está el autor y el saber, y en la tierra el sospechar y el errar.

Y conforme a esto añade:

20. Palabreros amigos míos, a Dios llora el mi ojo. Como si más claro dijera, hablaréis como os pluguiere vosotros, y juzgaréis como se os antojare de mí; poco curo ni hago caso de vuestros juicios y dichos; a Dios me vuelvo y a Él mismo, que es mi Sabidor y testigo.

A Dios, dice, llora mi ojo, esto es, mi cuenta toda es con Dios; a Él presento mi alma, al mismo llamo por testigo de mi inocencia, a Él suspiro y lloro pidiéndole ayuda.

Más dice:

21. Y argüirá varón con Dios, como hijo de hombre con su compañero, como diciendo: Y pensaréis vosotros de haberos con Dios en la manera que conmigo os habéis, y como os parece que me concluís con vuestras razones sofísticas, ansí persuadiréis a Dios con las mismas, y como me argüís de culpado, ansí delante de Dios probaréis que lo soy.

Mas estáis mal engañados, porque como dice:

22. Que años de cuenta vendrán., y senda no tornaré que andaré; esto es, porque, sin defenderme, vendrá día en que Dios me defienda. Porque yo me acabaré y no tornaré, esto es, faltaré a mi defensa muriendo, y no hablaré sobre ella jamás; pero vendrán años de cuenta, esto es, aunque yo no hable, hablará mi inocencia, porque aunque calle, puesto en silencio su muerte, la inocencia tiene su lengua y su vida. Los mismos hablan, y el tiempo con sus vueltas al fin trae a luz la verdad. Yo no volveré; mas años de cuenta vendrán, adonde el Juez, que engañar no se puede, estrechará vuestra cuenta y testificará mi inocencia.

O pueden declararse de otra manera aquestos dos versos postreros, diciendo: Y argüirá varón con Dios, y como hijo de hombre con su compañero; esto es, ¡ojalá pudiese yo hablar con Dios agora, como puedo razonar con vosotros! Que porque dijo que a Dios lloraban sus ojos, que fue decir que suspiraba a Él y lloraba por ayuda y socorro, y porque diciendo esto, se le ofreció, que aunque le miraba no le vía, y aunque razonaba con Él no le respondía palabra, consiguientemente desea poder hablar con Él en la manera que con sus compañeros hablaba.

Mas viendo que esto era excusado, ofreciósele que sus días se acababan presto y él moriría con este deseo. Y ansí dijo: Mas años de cuenta vendrán, y yo senda no tornaré, que andaré; esto es, mas mis días breves se acabarán, y yo iré para no volver mi camino. Que años de cuenta llama años contados y breves y que tienen su cierto término, y que se acaban en breve.






ArribaAbajoCapítulo XVII

1. Mi espíritu se acaba, mis días se acortan; sepulturas me restan.

2. Burlería no conmigo, y mora en amarguras mi ojo.

3. Líbrame y ponme contigo, y pelee contra mí quien quisiere.

4. Porque ascondiste su corazón del saber, y por tanto no serán ensalzados.

5. Promete presa a su amigo, y los ojos de sus hijos desfallecen.

6. Y póneme por ejemplo de pueblo, y soy ejemplo delante de ellos.

7. Escurecióse de saña mi ojo, y mis cosas como sombras todas ellas.

8. Maravillarse han derechos sobre esto, e inocente sobre falsador se despertará.

9. Y trabará justo su carrera, y limpio de manos añadirá fortaleza.

10. Y verdaderamente tornad agora todos vosotros, y venid, y no hallaré en vos sabio.

11. Mis días se pasaron, mis pensamientos fueron arrancados, gastadores de mi corazón.

12. Noche por día pusieron, y luz cercana ante faz de tinieblas.

13. Si sostuviere, fuese mi casa; en escuridad extendí mis lechos.

14. A la corrupción llamé, mi padre tú, mi madre y mi hermano al gusano.

15. ¿Y adónde agora mi esperanza?, ¿y a mi esperanza quién la catará?

16. A rincones de fuesa descenderá; ¿si habrá sobre polvo folganza?


ArribaAbajoExposición

Porque dijo Job en el fin del pasado que él se iba para no volver, y que caminaba en posta a la muerte, declara agora esto mismo más y razónalo, y dice:

1. Mi espíritu se acaba, mis días se acortan, sepulturas a fin, como diciendo: Mi fin digo que está cerca, porque, a lo que siento, el espíritu me desfallece ya; y la grandeza de mis dolores amenguan mis días, porque la enfermedad acorta siempre lo que la salud alarga en la vida, y ansí no me resta ya sino la sepultura sola. Y dice sepulturas en muchedumbre, para significar, según la propriedad de su lengua, grandeza y soledad en aquello que trata, esto es, que ya todo su negocio es sepultura y muerte.

Prosigue:

2. Burlerías no conmigo, mora en amargura mi ojo. El original a la letra: Si burlerías no conmigo, morara en amarguras, o en contradicciones, mi ojo, que se puede entender en dos maneras: una, como primero dije y lo entendió Sant Hierónimo: Burlerías no conmigo, esto es, en mí no hay pecado, que se llama con razón burlería, porque promete uno y da otro, dejando burlado al hombre con la más pesada burla de todas; pues en mí, dice, no hay pecado; mas con todo eso mis ojos tienen por casa el amargor, esto es, viven en amargura contina porque no ven ni sienten sino aflicción y tormento.

Otra manera es que desee Job en estas palabras verse libre de las vanas razones de sus amigos y de sus contradicciones pasadas, y de poner su vista y su atención en lo que dicen y en lo que responder se les debe, que le es amarga molestia. Y porque dijo que está vecino a la muerte, diga ansí agora: Si no burlerías conmigo, morara, esto es, y si me dejaran estos palabreros, que con sus burlerías me cansan; y si no morara en amarguras mi ojo, esto es, y si no me obligaran con ellas a mirar con más atención mis trabajos; y deja ansí la razón que la corta la pena. Y quiere añadir y decir: Y si éstos no me tormentaran agora, pasar menos mal aquesto poco que me queda de vida, a lo menos no fuera todo tormento sobre tormento, y a una pena otra nueva y mayor pena. Porque, como decíamos, pudiera divertir Job el pensamiento a cosas que le dieran consuelo; o pudiera siquiera negociar con el sueño aliviador de pesares, que por algún breve espacio le cerrara los ojos si sus amigos no se les abrieran con su importunidad de razones. Que sin duda ninguna el obligarle a que respondiese por sí, le ponía más en los ojos la miseria en que estaba, y el tratar de ella misma le acrecentaba el sentido de ella, y renovábansele con la consideración más las llagas, y señaladamente decirle que le venían por culpa, y no ser ansí, hacía que le diese más pena.

Demás de que ese mismo dicho y testimonio falso era nueva y dolorosísima llaga, y cuanto menos merecida y cuanto más amiga la mano que la hacía, tanto más dolorosa y mayor. Pues dice en una palabra: Ni una hora que me queda, queréis que viva sin nueva miseria. Y porque es muy natural, quien se ve muy apretado, desear y pedir luego el remedio, por eso añade luego:

3. Líbrame, Señor, y ponme contigo, y pelee contra mí quien quisiere. Mas, dice, si estuvieses tú de mi parte, poco caso haría de la contradicción de ninguno. Pero es de advertir que la palabra original propriamente quiere decir afianzar, que es lo que en los contratos o apuestas se hace cuando las partes se aseguran entre sí de lo que ponen, o dando fianzas, o poniendo prendas, o con otros resguardos.

Y conforme a esto este verso hace más de un sentido, porque, o dice, ponme a tu lado y afiánzame, esto es, sé mi fiador y seguro, ¿y quién osará tocarme en la mano?, esto es, ¿quién prometerá de entrar conmigo en disputa? Que lo dice ansí porque se suelen tocar en la promesa las manos, que es lo que agora decíamos y lo que Sant Hierónimo dijo; o al revés, pide a Dios que se ponga en razones con él y que le dé fiador de estar con llaneza a juicio; pero dice que no habrá quien le fíe, y dícelo de esta manera: Pon agora, afiánzame contigo; ¿quién será el que toque mi mano? Que como dijo el mal oficio que sus amigos le hacían, acrecentándole sus miserias con obligarle a la consideración y a la plática de ellas, dice agora, ya que le compelen a esto, que es defender contra su mal su inocencia y probar que a su castigo no responde en él culpa, quisiera tratarlo, no con ellos, sino con Dios, que sabe lo cierto, como pusiera aparte su grandeza Dios y se quisiera allanar con él en razón. Porque como su saber y rectitud de Dios le convida a averiguar su causa con él, ansí su grandeza y poder le atemoriza y espanta, como arriba en otra parte decía.

Y ansí dice agora, ya que habla, que hablara de mejor gana con Dios, como se pusiese con él a razones y le diese fiador de estar con él a juicio, aunque no halla quien o pueda o le ose fiar.

Pon agora, dice, conviene a saber, tu habla y tu disputa conmigo, o pon aparte tu majestad y grandeza, y afiánzame, esto es, dame fiador, seguro de que estarás a juicio. Y calla lo que iba a decir, porque las razones de los angustiados son siempre cortadas. Ansí que calla lo que decir quiere, que entrará alegremente en disputa con Él, si le asegura de su poder absoluto.

Mas dice: ¿Quién es el que tocará con mi mano? Esto es, ¿quién saldrá a la fianza? ¿Quién me dará por Dios la mano, que se allanará como digo? O podemos decir, no que pide a Dios que le dé fiador, sino que le promete el dárselo, de que saldrá con la suya, que se encomienda luego y retira de la promesa, conociendo que no habrá quien le fíe en esta manera. Pon, dice, agora, esto es, ponte en disputa conmigo, y como si dijésemos, entra en apuesta y afiánzame contigo, esto es, y yo por mi parte te daré quien me fíe. Mas, dice, ¿quién será el que a mi mano prometa? Esto es, quien toque por mí la mano y se obligue a fiarme.

Y viene con esto bien lo que luego prosigue, que es:

4. Apartaste su corazón del saber, y por tanto no los ensalzarás; porque es la razón por que duda de si habrá quien le fíe. Porque, dice, son ignorantes y, como me ven azotado, no se persuadirán que soy inocente; porque por lo de fuera juzgan de la virtud de los hombres, y miden por la fortuna la vida, y como se les encubre el saber, no alzan el entendimiento del suelo, sobre lo que se descubre, ni un dedo; y por la misma razón juzgan mal, y precian poco al caído, y huyen de él y le dejan.

Que como dice luego:

5. Promete presa a su amigo, y los ojos de sus hijos desfallecen. Promete, esto es, prometen, conviene a saber, el amigo presente y valido; presa, esto es, servicio y socorro y parte de sus bienes y hacienda; y los ojos de sus hijos desfallecen, esto es, y en cayendo el amigo o muriendo, aunque perezcan de hambre los hijos, no los ven ni socorren. Que desfallecer los ojos, en estas letras, tiene significación de desmayo y desamparo y pobreza. Y como si más claro dijera: Como no ahondan en las cosas ni pasa de la sobrehaz su saber, no estiman sino lo que ven a los ojos y juzgan por la apariencia las cosas, y ansí a los que valen precian y aman, y a los caídos desprecian; en el tiempo feliz prometen largo, mas si la fortuna se vuelve, no hay quien conozca.

Por donde en la fuerza de su original este verso algunos le traducen ansí: Demostrará, o desmostrarán; blandura o lisonja al amigo, y a sus hijos desfalleceránse los ojos, que es, como decíamos, de los que andan a viva quien vence, y tienen cuenta solamente con esto presente, halagar y prometer en presencia, y a vuelta de ojos olvidarse. Y aun podemos traducir ansí en el mismo propósito: El dividir mostrará amigos, esto es, cuando hay repartir, que es cuando pueden y valen los hombres, hay muchos amigos; mas ojos de hijos suyos los consumen, esto es, mas la pobreza y la ausencia los asconde.

Y llama a la pobreza ojos de sus hijos, que es como decir, sus hijos pobres, porque es del afligido mirar con mucho ahínco al que pide, conforme a lo que se dice en el Psalmo: A Ti alcé mis ojos, Morador de los cielos. Como los ojos de la sirvienta en las manos de su señora, ansí nuestros ojos, a nuestro Dios, hasta que se amercede de nos.

Ansí que, desconfiando Job, de quien vuelva por él, va pintando en estos sus amigos la ordinaria condición de los hombres, que ponen el saber en los ojos y no en el corazón, y juzgan por la apariencia y tienen por bueno lo que ven prosperado, y favorecen a lo valido y desprecian y condenan a lo afligido y lo pobre, como a él le acontece agora.

Y ansí dice:

6. Y póneme por ejemplo de pueblo, y soy ejemplo delante de ellos. Al próspero, dice, lisonjean, y al que vale, prometen parte; mas a mí no sólo me niegan la piedad que a la miseria se debe, mas añaden sobre lo que padezco y condenan mi vida, y dicen que la felicidad hipócrita cae, y pónenme por ejemplo, y soyles como cosa de escarnio.

Que lo que añade y soy ejemplo delante de ellos, en el original se sufre decir: soy su risa y regocijo, o soy la misma vileza en sus ojos y como un muladar hediondísimo; porque Topheth es nombre de un lugar cercano de Hierusalén, en el valle de Hinnón, muy hediondo y muy sucio.

Añade:

7. Y escureciese con la saña mi ojo, y mis cosas como sombras todas, en que todavía refiere lo que sus amigos dicen y juzgan de él, como diciendo: Y dicen también que mi ira, esto es, mi impaciencia y despecho, ha escurecido mi ojo, esto es, me ha quitado el juicio; porque dicen que blasfemo y soy loco, y que todas mis cosas, mis pensamientos, mis imaginaciones, mis obras, son sombra, esto es, vanas y breves, vacías de verdades y cosas de sola apariencia; que mi felicidad, porque era vana y mal fundada, se pasó como sombra, y pasada, se quitó la máscara y se descubrió mi fingida inocencia.

Y, consiguientemente, dicen también:

8. Maravillarse han justos sobre esto, y inocente sobre falseador se despertará, esto es, que este mi caso henchirá de maravilla el corazón de los justos, porque echarán de ver en él la gran justicia de Dios, que no permite que prevalezca lo falso, y quita el antifaz a lo fingido y descubre y castiga al hipócrita. Y porque de la maravilla nace el loor, viendo esto los buenos, despertáranse a loarle, desatando en sus alabanzas sus lenguas.

Y ni más ni menos, como en persona de los mismos añade:

9. Trabará justo su carrera, y limpio de manos añadirá fortaleza, esto es, y dicen también, que escarmentados y avisados de mi ejemplo los buenos, trabarán de su carrera, esto es, insistirán con más estudio en su buen camino, viendo el mal fruto que da lo contrario. Y limpio de manos, esto es, quien no hace injuria añadirá fortaleza, esto es, esforzarse ha más en su propósito, por la experiencia de lo que en mí hace el pecado.

Que el castigo del malo es aliento y esfuerzo del bueno, según lo que en el Psalmo se escribe: Alegrarse ha el justo cuando la venganza; sus manos lavará en la sangre del malo, y dirá: Al fin bueno es ser justo, al fin hay Dios que juzga en la tierra.

Mas habiendo referido Job lo que de él sus amigos juzgan y dicen, díceles él lo que sigue:

10. Y verdaderamente tornad agora todos vosotros, y venid, y no hallaré en vos sabio. Esto decís, pero verdaderamente andáis muy errados; si no, volved de nuevo y venid conmigo a las manos y buscad otras razones, si las tenéis, contra mí: que yo me prefiero no sólo para defender mi inocencia, sino para sacar a luz vuestra ruda ignorancia, prefiérome a mostrar que sois necios. Mas, diciendo esto, encrudécese el dolor en él, y ve o imagina que no le queda ya vida para alargar más disputas.

Y dice:

11. Mis días se pasaron; mis pensamientos fueron arrancados, gastadores de mi corazón. Corrige lo dicho, y es como si ansí dijese: ¿mas qué digo yo o en qué desafíos nuevos me meto, y no tengo ya ni vida ni salud, que ni aun pensar puedo gastado del mal que padezco, y el entendimiento y el cuerpo me desfallecen? Y lo que decimos gastadores, en el original son posesiones; y en llamar al pensamiento posesión del alma y en decir que es arrancado de ella, muestra cuán natural le es al alma el pensar; con que agrava más su flaqueza, que le priva de lo que le es tan natural y tan proprio.

Dice más:

12. Noche por día pusieron, y luz cercana ante faz de tinieblas, que es decir, que de puro desvanecido y flaco ha perdido del todo el sueño. Que, como dijo que la vida y el pensar le faltaban, esto es, que ni tenía ya espacio para disputar, ni cabeza para atender a disputa, dice la causa de ello, que es el extremo del desvanecimiento que tiene, diciendo que la noche le es día, porque vela en ella como si día fuese; y que las faces de tinieblas, esto es, lo hondo de la noche y lo más alto de ella, cuando todo duerme y sosiega, le es a él como cuando alborea, que es cuando todo vela y despierta; y que ansí en el día, con la esperanza de reposar, desea la noche y que, venida, como no reposa, torna a desear que amanezca.

Y dice más:

13. Si sostuviere, fuera mi casa, en escuridad extendí mis estrados. Extendí, esto es, extenderé; porque, dice, a este extremo he venido y no hay que decir que me esfuerce, que por más que me esfuerce la huesa es mi casa y las tinieblas de la sepultura mi lecho, esto es, tengo la muerte cierta y muy cercana.

Y declara lo mismo y encarécelo por otra manera, diciendo:

14. A la corrupción llamé, mi padre tú; mi madre y mi hermano al gusano. Que es como si más claro dijese: Todos mis bienes y parentela y mi lecho todo es la fuesa y la muerte; lo demás voló. Aquesto queda, y ello es mi padre y mi madre, esto es, toda mi sostancia y mi ser. Y si es así, como es, ¿quién me persuadirá que me esfuerce y que espere?

Y por eso dice:

15. ¿Y adónde agora mi esperanza?; ¿y mi esperanza quién la verá?; como diciendo, pues ya, ¿qué esperanza me queda o adónde pondré mi esperanza? Si no es en lo que luego se añade:

16. A rincones de fuesa: ¿si habrá sobre polvo folganza? En que dice, que la pone en la fuesa y en los rincones de la sepultura; y aun duda si reposará allí, ya hecho polvo.






ArribaAbajoCapítulo XVIII

1. Y respondió Bildad, el de Sohí, y dijo:

2. ¿Hasta cuándo pornéis fin a palabras? Entended, y después hablaremos.

3. ¿Por qué somos contados por bestias, y envilecidos en vuestros ojos?

4. Destruyes tu alma con ira; ¿por caso por tu respecto será la tierra dejada, y será arrancada peña de su lugar?

5. Cierto, luz de malos se amatará y no esclarecerá centella de su fuego.

6. Luz se escureció en su tienda, y su candela sobre él se amatará.

7. Estrecharse han pisadas de su fuerza, y despeñarlo ha su consejo.

8. Porque enviada red a sus pies, y sobre sus mallas andará.

9. Trabará el lazo su carcañal, y esforzaráse sobre él la sed.

10. Ascondida en la tierra su cuerda, y su enlazamiento sobre sendero.

11. En derredor le turbarán turbaciones, y le enredarán sus pies mismos.

12. Será hambrienta su fortaleza, y quebranto aparejado a su costilla.

13. Comerá ramos de su cuero; comerá sus brazos mayorazgo de muerte.

14. Será arrancada de su tienda su fiucia, y hollará sobre él como rey la matanza.

15. Morará en su tienda del que no a él; será esparcido sobre su morada azufre.

16. De abajo sus raíces se secarán, y de arriba será cortado su ramo.

17. Su memoria se perderá de la tierra, y no nombre a él sobre faces de plaza.

18. Empelerlo han de luz a escuridad, y del mundo le removerán.

19. No hijo a él, y no nieto en su pueblo, ni remaniente en sus moradas.

20. Sobre su día se maravillarán postreros, y ancianos trabaron temblor.

21. Pues éstas son moradas de malo, y éste lugar del que no supo a Dios.


ArribaAbajoExposición

1. Bildad, el de Sohí, que fue el segundo que entró en esta contienda con Job, como del capítulo 8 parece, torna agora al palenque, y lleno de enojo y tan falto de razón como antes, dice lo que no hace al propósito, y dice ansí:

2. ¿Hasta cuándo pornéis fin a palabras? Entended, y después hablaréis. Parecíale que el no rendírseles Job, nacía de no haberlos bien entendido, porque a su juicio era negocio manifiesto que tanto castigo no lo daba Dios sin pecado, porque no fuera justo tratar ansí al inocente; y ansí le dice que se le va todo en hablar, y que como no atiende a lo que le dicen, no entiende; que lo entienda primero una vez, y que después hable si tuviere qué. ¿Hasta cuándo, dice, pornéis fin a las palabras?; esto es, pondrás fin, que trueca los números. Y dice palabras, para significar que no era de importancia lo que decía. Entended, y después hablaremos; porque los que disputan han de convenir primero en lo que tratan, que es el estado de la causa que llaman, o el punto de que principalmente se duda.

Añade:

3. ¿Por qué somos contados por bestias, y somos envilecidos en vuestros oídos? No solamente, dice, no atiendes a lo que te decimos, y hablas y hablas; mas afréntasnos con tus dichos, como si fuésemos bestias. Y esto dice por lo que dijo Job en el pasado, que les ascondió Dios sabiduría.

Y prosigue:

4. Destruyes tu alma con ira; ¿si por tu respecto será la tierra dejada o será arrancada peña de su lugar? Lo que decimos destruyes tu alma con ira, el original a la letra, arrebata tu alma la ira, que viene a ser lo mismo en sentencia, en que dice, que el despecho que de sí tiene y la mucha impaciencia y coraje le arrebata el alma, esto es, le saca la razón de sus quicios, para que yerre en tres cosas: la una, en no entenderlos; otra, en decirles afrentas, y la tercera, en hacer a Dios injusto por hacerse inocente. Porque le parece a Bildad que lo dice, en decir que padece sin culpa; porque si Job no tiene culpa y padece, tiene Bildad por concluso que Dios que le castiga no es justo.

Y ansí entra en la disputa, y comienza en esta forma, y pregunta: Si por su respecto la tierra ha de ser dejada, y la peña arrancada de su lugar. Que es reducir a desatino lo que Job a su parecer de él pretende, que es no guardarse con él, lo que Bildad imagina cierto y estable y que se guarda con todos; y querer darle a entender que defenderse como se defiende es en virtud decir que su hecho es extraordinario, y que es otro mundo el suyo, y otras leyes las que con él se platican, lo cual es mal juicio y mal seso; porque es decir que el azote en él no sea lo que es en los otros, y la pena que viene siempre por culpa, sea en él señal de inocencia.

Y parécele esto a Bildad, como digo, porque tiene por universal y por cierto que toda desventura es pena de culpa, y que todo castigado es malo, y que todo malo es aquí castigado; y que decir Job que en él no es ansí, es decir que la tierra se yerma, y que las peñas se mueven de su lugar, y se cae el cielo, y que mudan su naturaleza las cosas.

Si por ti, dice, será la tierra dejada, etc., esto es, si en tus cosas se muda el mundo y el estilo y la ley. Que esto se significa por hacerse yerma la tierra, que naturalmente se hizo para ser morada y poblada de los hombres, y por moverse las peñas de su lugar, que por naturaleza son para estar firmes y quedas, y no para mudar lugares andando.

Y pregunta si se muda el estilo de las cosas en él, no porque a su parecer se mude, sino porque sería desatino pensar que se muda. Y en ese imposible y en ese desatino da Job, estando castigado y diciendo que es inocente; porque lo contrario, esto es, ser culpados y malos los que son azotados y heridos es, al parecer de Bildad, lo establecido y lo usado y lo cierto y lo verdadero.

Y por eso añade, diciendo:

5. Cierto, luz de malos se amatará, y no esclarecerá centella de su fuego. Que es decir, que no es de buenos y justos el apagárseles la luz totalmente, como a Job se le ha muerto, sino sin duda de malos y pecadores, y que esto es lo usado y lo cierto.

Y ansí dice: Cierto, luz de malos se amatará; esto es, de los malos es y de los hipócritas que se les muera la luz, conviene a saber, como a ti se te ha muerto. Y llama luz la felicidad y lo próspero de los sucesos, porque hacen claro al hombre, ansí en los ojos ajenos que le reconocen y estiman, como en su sentido mismo, porque le esclarecen el corazón y le alegran. Y como la claridad despierta los hombres al hacer y los encamina en sus obras, y los dispone para ellas y los favorece y aviva; y la noche, por el contrario, los entorpece y encoge, ansí los miserables y mal afortunados están como impedidos y aprisionados en todo, sin ejecutar sus designios ni hallar salida en ellos.

Y como la noche ata las manos, como dicho es, y deja el discurso del pensamiento más libre, ansí la calamidad y miseria aviva el deseo y la imaginación de las cosas, y pone prisiones a las manos para no conseguirlas. Pues dice agora Bildad que lo cierto y lo usado y lo fuera de toda duda es que a los malos se les acaba la felicidad de la manera que a Job se acabó, y que ansí Job es malo.

Y va por todo este capítulo particularizando el azote de los pecadores y como pintando en él la caída de Job, y como diciendo en todo y en cada una parte de este discurso: Ansí pasa con los malos, y ansí ha pasado contigo; luego o tú eres malo, que es lo cierto, o no entras en cuenta con los demás, y vas por otra ley y camino que es imposible.

Dice pues: Luz de malos se amatará, esto es, a los malos acábaseles la felicidad, quiere decir, no se les disminuye o mengua, que eso puede suceder a los que malos no son sino acábaseles del todo como agora pasa por ti. Y ansí añade, y no esclarecerá centella de su fuego, esto es, ansí se amata su luz, no queda rastro de ella, ni aun centella sola ni en salud, ni en hacienda, ni en hijos, como a Job le acontece.

Más:

6. Luz se escureció en su tienda y su candela sobre él se amatará. Llama su tienda, su casa, porque en aquella tierra traían vida movediza en el campo y en tiendas. Y podémoslo entender de una de dos maneras: o sencillamente, que escurecérseles la luz en su tienda y su cancela sobre ellos, sea decir que la luz de su casa, y la candela que les daba lumbre pierde su luz (que es repetir lo que arriba dijo por otra y diferente manera, que aunque no añade a la sentencia, añade al encarecimiento y exagera algo más), o decir que es nueva sentencia y que añade a lo dicho. Decía que a los malos se les acaba la luz; dice agora que se les acaba en su tienda, y sobre ellos mismos.

En lo primero da a entender la pérdida de los bienes de fuera, y lo que les parece a los otros; en esto segundo, lo que sienten ellos mismos en sí, la tristeza que les ocupa el ánimo, la escuridad del juicio, el error y la ansia, la agonía, la desesperación que traen de faltarles interiormente la luz y de ser despojados de los bienes de fuera y de dentro. O es decir, que en su tienda y sobre él se le apaga la luz al malo, por decir que se le apaga cuando y donde está más segura, que son accidentes todos que se hallan en este caso de Job.

Prosigue:

7. Estrecharse han pisadas de su fuerza, y despeñarlo ha su consejo. Al faltar de la luz, naturalmente se consigue el acortarse los pasos, porque no se puede andar de noche y a escuras; y como decíamos, la calamidad es escuridad, y el miserable y calamitoso no puede hacer nada; ansí como el que está en tinieblas no puede dar paso, o si le da, tropieza y cae y se despeña. Pues dice que al malo, muerta la luz de su felicidad, se le estrechan los pasos de su poder, esto es, se le quita el poder para obrar lo que desea, como al que está a escuras para andar donde quiere; y que le despeña su consejo, esto es, que si se quiere valer de sí y se esfuerza para hacer algo en su ayuda, cae por el mismo caso en mayor calamidad y miseria, como le acontece caer y despeñarse al que presume caminar sin lumbrera.

Y podíale parecer a Bildad que en Job pasaba esto, por su confesión del mismo, que arriba dijo que le cerraba los pasos Dios, y porque, a su parecer, blasfemaba por defenderse, que fue a despeñarse.

Dice:

8. Porque enviada red a sus pies, y sobre sus mallas andará. Dijo que se le estrecharán los pasos al malo; dice agora la causa por que se le estrecharán, y es que enviará Dios, esto es, que le pondrá Dios red debajo de los pies, para que en ella se enrede y, enredado, caiga preso y no ande. O porque dijo que le estrecharía Dios los pasos al malo y que le despeñara su consejo, en que quiso decir que le pondrá en aprieto Dios, y que pretenderá salir de él, y que por el mismo camino que lo pretendiere, se lanzará más en el trabajo; dice agora, para mayor declaración de esto mismo, que dará de pies en la red, queriendo salir de ella, y se enredará más en sus mallas cuando más quisiere desenredarse. Y dícelo por semejanza tomada de las aves, o de los otros animales que se prenden con redes, que sintiéndose presos, si procuran librarse, se prenden más y se enredan.

Y sin duda es natural a los malos y a los que castiga Dios por sus no enmendados pecados, forcejear por salir del mal que padecen, y meterse más en él cuanto más se defienden, porque los medios de la salud se les convierten en muerte, como se probaría por muchos ejemplos.

Más dice:

9. Trabará el lazo su carcañal, y esforzarse ha sobre él la sed. Lo que decimos sed, dice el original el sediento, y el sediento es el ladrón y el que roba y saltea; que se llama ansí en este Libro, porque era seca y muy falta de agua la tierra de Job, y la falta del agua siéntenla más los que hacen vida en el campo, como los salteadores y como los cazadores, que podemos también entender aquí por decir el sediento, porque insiste Bildad en la semejanza propuesta.

Y porque dijo de red y de enlazarse los pies en ella, y porque acontece a los que ponen redes o lazos, venida la sazón de la presa, tirar de la cuerda con que la red cae o el lazo se aprieta, y acudir luego con alegría y presteza a prender y a herir lo caído, ansí dice que trabará el lazo el carcañal de los malos, y, presos, vendrá el cazador sobre ellos sin que tengan defensa.

Y aún decláralo más:

10. Ascondida en la tierra su cuerda, y su lazo sobre sendero. Porque en la caza semejante encubren los que cazan la cuerda, porque el animal no se espante, y ponen el lazo en la vereda y en lugar estrecho y por donde es el paso; y ansí cae la fiera en él, cuando va más segura y cuando va por donde suele ir de contino.

Porque sin duda los malos caen cuando piensan menos en la caída; y cuando siguen su huella y van más con el viento en la popa, y en su camino mismo y en eso en que se precian valer, son derribados y presos.

Y como luego dice:

11. En derredor le turbarán turbaciones, y le enredarán sus pies mismos. Porque, caídos en el lazo y viniendo sobre ellos la red, quedan en derredor cercados de ella, y dan en ella a cualquier parte que acudan y no ven sino red que los turbe, que ésas son las turbaciones que dice. Y lo que dice, que le enredarán sus pies mismos, es decir, que, por desasirse, se enlazará y, por librar de la red el pie, le meterá más en la red.

Dice más:

12. Será fambrienta su fortaleza, y quebranto aparejado a su costilla, en que, dejando ya la semejanza de la red y cazador, pasa a otra cosa. Y porque ha dicho lo mal que le sucederá al malo en sí mismo, dice cómo pasarán su mujer y sus hijos, porque la calamidad, si es entera, a todos se extiende.

Pues dice: Será fambrienta su fortaleza. Fortaleza llama, según estilo de Sagrada Escritura, a los hijos, y, señaladamente, al hijo mayor. Ansí llama Jacob a su hijo Rubén en el Génesi, do dice: Rubén mi primogénito y mi fortaleza, principio de mi valentía, en cuyo original está la misma palabra que aquí. Pues dice que vendrá su fortaleza a pobreza, porque para el padre, que es el castigado, no es tan malo que mueran como que laceren y hambreen sus hijos.

Y quebranto, dice, aparejado a su costilla, esto es, a su mujer, que se hizo de la costilla y es parte y muy del lado del hombre.

Dice:

13. Comerá ramos de su cuero; comerá sus brazos mayorazgo de muerte. Va por sus grados desnudando de sus bienes al malo; primero le quitó la hacienda, y con ella el poner en ejecución lo que hacer se desea; después le hiere en la mujer y familia; agora toca en la persona y en el uso de las fuerzas y miembros. Y dice que el mayorazgo de la muerte, esto es, algún mal muy grave y muy vecino a ella, le gastará los ramos de su cuero; y declara qué ramos son éstos y dice que los brazos suyos le comerá el mayorazgo de muerte, y por los brazos entiende todos los miembros.

Dice más:

14. Será arrancada de su tienda su fiucia, y hollará sobre él como rey la matanza. Falto de todo, dice, de hacienda, de familia, de salud corporal, no le dejará Dios ni una raíz en que estribe; que acontece en males y calamidades muy graves, quedar a lo menos alguna pequeña esperanza de bien, y un resquicio, aunque pequeño, que muestra luz de fiucia; mas en el castigo que a los malos da Dios y cuando a un perverso hombre le quita su estado, ni una brizna, dice, le deja de remedio, o siquiera de su esperanza, sino la calamidad huella sobre él como rey, porque se enseñorea de él y de todas sus cosas, teniéndole sujeto y rendido.

Mas esto mismo dice el original por otra manera, que dice: Y hará que vaya al rey de los miedos; que a la falta de la esperanza siempre sucede el miedo y temor. Y porque dijo que le arrancaría Dios la fiucia de su casa, esto es, que no le dejaría cosa en que poder esperar, dice, por consiguiente, que le enviará al rey de los miedos, esto es, que le entregará al miedo del todo, o a la desesperación, en que se entrega la alma a todo lo que temer se puede.

Prosigue:

15. Morará en su tienda del que no a él; será esparcido sobre su morada azufre. Una cosa es asolamiento y otra mal sucesor y heredero; una que se destruya todo, otra que venga a manos del enemigo. Pues ambas cosas, dice, hace Dios con los malos; que, para lo que toca a su provecho de ellos, esparce azufre sobre sus personas y haciendas, porque como si se lo abrasase, ansí todo les falta; y para lo que mira a engrandecer su miseria deja que entre en la posesión de ello su émulo.

Y ansí dice que morará en su tienda del que no a él, esto es, que morará no solamente quien no tenga que ver con él por amistad o por sangre, sino quien no le agrade a él y quien le duela y congoje, esto es, quien menos ama y quien más aborrece, y quien menos quisiera ver feliz ni con hacienda de otros, y sin duda ese mismo que le calumnió y derrocó, y que fue autor o ministro de su mal y caída.

Y para mayor cumplimiento dice y prosigue:

16. De abajo sus raíces se secarán, y de arriba será cortado su ramo, que es como, en suma, comprender lo que ha dicho, aunque por diferente manera; que como el árbol que sin esperanza se seca, queda seco en la raíz y en los ramos, ansí dice que hace Dios con los malos, que no les desmocha las ramas solas, sino que los arranca de cuajo, o que los corta de manera en lo alto que pierda el jugo y vida la raíz.

Como sería agora, para que pongamos ejemplo, si quitase Dios la gracia y favor del rey a algún ministro malo que privase mucho con él, y él, como suele acontecer a las veces, se consumiese y muriese de pena de verse caído; en éste diremos que, cortado en la rama del favor, se secó la raíz. O dice, lo que también acontece, que dañándose la raíz en un árbol, vienen a secarse las ramas que, secas, las cortan y entriegan al fuego. Y aviene a los malos de la misma manera, que por no tener jugo en la sostancia y verdad, al fin sus obras y sus designios y sus sucesos se secan y quedan útiles solamente para arder en el fuego, donde, vueltos ceniza, no deje rastro de ellos el viento.

Que es lo que dice:

17. Su memoria se perderá de la tierra, y no nombre a él sobre faces de plaza. Alude a la costumbre antigua de algunas gentes de poner a sus bienhechores en las plazas y lugares públicos estatuas y títulos, que, si por lisonja se hace alguna vez con los malos, en volviéndose el viento, los mismos que las pusieron las quitan y las derruecan y borran.

Dice más:

18. Empelerlo han de luz a escuridad, y del mundo le removerán. El olvido son las tinieblas, y ansí dice que de la luz, como empeliéndole, le lanzarán en la noche, porque con estudio y con priesa procurarán los hombres todos que no quede memoria de él en la vida, ni rastro de cosa suya; como se hizo con muchos que tiranizaron sus pueblos, de que está llena la historia.

Y al fin dice:

19. No hijo a él, no nieto en su pueblo, ni remaniente en sus moradas, que es decir un asolamiento entero y cabal.

Por donde justamente concluye:

20. Sobre su día se maravillaron postreros, y ancianos trabaron temblor; que es obra de una grande caída poner en espanto a los que miran en ella. Y ansí, con decir esto, encarece más lo que dicho tiene y muestra que el golpe con que Dios derriba y despeña a los malos, hace pasmo con su mucho ruido. Sobre su día, dice, se maravillaron postreros. Día llama de ellos la Sagrada Escritura el de su calamidad y miseria, como en los buenos su día es cuando se descubriere su gloria, porque entonces sale a luz uno y es sin error conocido; como al revés, están en noche el bueno mientras padece, y el malo mientras reina y florece, porque no se ve ni puede entonces lo que es cada uno.

Pues de su miseria se maravillarán los postreros, esto es, los más mozos que ellos y los que le sucedieren después; y los ancianos también, dice, trabarán temblor, esto es, los más viejos que ellos, y los que por la edad y por la experiencia larga de las cosas se suelen menos maravillar, temblarán, esto es, temblarán todos, viejos y mozos, con maravilla y espanto. Y dice con propriedad que trabarán el temblor, porque los que tiemblan, en el movimiento que hacen, parece que van a trabar, y de hecho traban, lo que hallan, temblando.

Dice finalmente:

21. Pues éstas son moradas de malo, y éste lugar del que no supo a Dios, con que concluye diciendo que en esto para al fin la casa y la prosperidad de los malos, y de los que a Dios no temen; y juntamente queriendo decir que en esto ha parado Job, y que su fin ha sido este mismo y que, pues parece malo en el suceso y en la fortuna sin ninguna duda lo es en el hecho y la culpa, que es todo lo que desde el principio probar pretende.






ArribaAbajoCapítulo XIX

1. Y respondió Job, y dijo:

2. ¿Hasta cuándo ansiades mi alma, y me moleréis con palabras?

3. Ya diez veces me denostáis con afrenta, y no os avergonzáis de oprimirme.

4. Cierto, aunque erré, mi error se quede conmigo.

5. Mas vosotros sobre mí os engrandecéis, y razonáis sobre mi denuesto.

6. Pues sabed agora que el Señor me [hace tuerto] aflige, y no según tela de juicio, y me ciñe al derredor con azotes.

7. Vocearé adoliéndome, y no soy respondido; exclamaré, y no juicio.

8. Mi camino vallado, y no pasaré, y sobre mis senderos escuridad puso.

9. Mi honra de sobre mí me despojó, y tiró corona de mi cabeza.

10. Derrocóme en derredor, y perecí; y fizo mover como árbol mi esperanza.

11. Encendió contra mí su furor, y contóme a él como su enemigo.

12. A una vinieron sus soldados, e hicieron sobre mí su carrera, y posaron derredor a mi tienda.

13. Mis hermanos hizo alejar de mí, y mis conocientes se extrañaron de mí.

14. Dejáronme mis cercanos, y mis conocientes se olvidaron.

15. Moradores de mi casa y mis siervas por extraño me contaron; extraño fui en sus ojos.

16. A mi siervo llamé y no responde; con mi boca me apiadaba a él.

17. Mi aliento extrañó mi mujer, y apiadéme por hijos de mi vientre.

18. También perversos me despreciaron; ausentábame, y fablaban contra mí.

19. Aborreciéronme todos los varones de mi secreto, y los que amé fueron vueltos contra mí.

20. A mi cuero, consumida la carne, se apegó mi hueso, y escapé con sólo cuero sobre mis dientes.

21. ¡Apiadadvos, apiadadvos de mí, vos mis amigos, porque mano de Dios tocó en mí!

22. ¿Por qué me perseguís como Dios, y de mi carne no vos hartades?

23. ¡Quién me diese agora, y fuesen escriptas mis palabras! ¡Quién diese en libro, y fuesen esculpidas!

24. ¡Con péndola de fierro y plomo, para siempre en peña fuesen tajadas!

25. Yo conozco que mi Redentor vive, y que a la postre sobre polvo me levantaré.

26. Y tornará a cercarme mi cuero, y en mi carne veré a Dios.

27. Al cual yo veré por mí, y mis ojos le verán, y no extraño esta esperanza reposa en mi seno.

28. Pues ¿por qué decís: Persigámosle, hallemos contra él raíz de palabra?

29. Temed a vosotros de la faz de la espada, porque vengador de delictos espada, y sabed que hay juicio.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Job y dijo. Responde a Bildad Job y muestra primero cuán importuna cosa es oír una sinrazón muchas veces.

Y ansí dice:

2. ¿Hasta cuándo ansiades mi alma, y me moleréis con palabras? En que da bien a entender la molestia que sus amigos le daban, pues le criaban ansia en el alma y le molían y quebrantaban el cuerpo; que la congoja del corazón que nace de una sinrazón porfiada, desbarata todo el hombre. Porque un necio porfiado y que entiende siempre menos cuanto más se le dice, es fuerte cosa; y más fuerte mucho, si endereza a vuesta injuria lo que dice y porfía.

Dice, pues: ¿Hasta cuándo ansiades mi alma? Porque en buena razón cabía dejar de hablar, viendo que no servía su habla sino de acrecentar pesadumbre y molestia; mas el porfiado, metido en disputa, sólo atiende a su cólera.

Por lo cual dice:

3. Ya diez veces me denostáis con afrenta, y no os avergonzáis de oprimirme. Diez veces dice, por muchas; y dice que le denuestan, porque le imponen lo que no es y entienden mal sus razones. Y dice que le oprimen y que no se avergüenzan de tenerle ansí opreso, de que se maravilla con grande razón; porque perseguir a un miserable, y dar pena al que nada en ella, y al caído y al dolorido acrecentarle más el dolor, es caso vilísimo y de corazones bajos y villanos y desnudos de toda humanidad y virtud.

Donde decimos oprimirme, el original dice empedernecer, que viene bien con esto mismo que digo; porque era de corazones de piedra, en tanta miseria como delante tenían, no enternecerse para no dar nueva pena. Que, cuando Job no tuviera razón y traspasara la ley de la paciencia de la humanidad era condescender con él, vista la ocasión que tenía, y considerar lo que puede el dolor, y condoliéndose de él y consolándole, reducirle a templanza. Mas Dios nos libre de un necio tocado de religioso y con celo imprudente, que no hay enemigo peor.

Dice:

4. Cierto, aunque erré, mi error se quede conmigo.

5. Mas vosotros sobre mí os engrandecéis, y razonáis sobre mi denuesto. Y el original a la letra: Y sea que haya errado, conmigo mi yerro morará. Si de veras os engrandeciéredes contra mí, y me razonáredes afrentas. En que Job, después de haberse quejado con espanto de la porfía imprudente de sus compañeros, notándolos de inhumanos y duros, comienza en estos dos versos a volver por su causa, y dice al parecer de algunos ansí: Decís que yerro y me engaño; yo quiero que sea como vosotros decís; mas pregunto, si es justo por eso, que en el estado en que estoy os engrandezcáis contra mí y razonéis sobre mi denuesto; esto es, que levantéis bandera contra un miserable y le baldonéis en la cara y le deis en rostro con sus pecados. Que sea yo cuan malo quisiéredes; pero no era tiempo agora de lastimarme con ello, ni de hacerme sabedor de mis culpas, sino de aliviarme mis penas, de condoleros de mi trabajo, y de perdonar algo al excesivo mal que padezco; de no maravillaros, si hablo y me duelo, sino antes lo que callo os debiera espantar.

O digamos de otra manera, que es la que más me contenta, porque dice más con el enfado justo que Job tenía del mal término y peor entendimiento de aquestos amigos, y porque dice más con la letra. Hacéis maravilla, dice, de que digo que soy azotado sin culpa, y referís y mostráis para convencerme la manera como deshace Dios a los malos, y si en ellos no me conozco a mí decís que yerro y soy ciego; pues respóndoos, dice, que digo lo que dicho tengo, y que en el error que vosotros llamáis error, en ése me estoy; y aunque os encendáis contra mí y me digáis, como hacéis, mil afrentas, no me torno atrás de lo que ya dije; en ello estoy, y, si error es, abrazo ese error. Cierto, dice, aunque erré, esto es, aunque ansí lo digáis y os parezca, mi error se quede conmigo, esto es, morará conmigo mi error, como otra letra decía, que es: No mudo lo dicho, ni me arrepiento de ello, del mismo parecer soy, y de nuevo lo afirmo.

Si de veras os engrandecéis contra mí; esto es, ansí lo digo, por más que os enojéis contra mí, o aunque sé cierto os enojaréis contra mí. Y llama engrandecerse al enojarse, porque el enojo levanta el ánimo, y hinche las narices y el rostro de espíritu, y pone bríos de mayor y de superior en el hombre, que tiene en menos aquellos con quien se enoja y los hace sujetos. Por donde también en el uso de los latinos dicen que se levanta en cólera por decir enojado, como decía el Poeta:


; Insurgit in iras.

Pues díceles Job que, aunque se levanten, o aunque sabe se levantarán contra él, estimándose a sí, y a él despreciándole, teniéndose por sabios a ellos, y a él por tonto y por necio, condenando la vida de él y aprobando y abrazando la suya, dice todavía lo que dicho tiene y se afirma en lo mismo. Y si dicen que siempre Dios deshace la prosperidad de los malos y los despoja del todo y les seca la raíz y los ramos, yo, dice, no soy malo, y hace Dios conmigo y ha hecho todo eso que Bildad dice que con los malos hace y más que no dice.

Y ansí cuenta luego por orden lo que padece con sentimiento grandísimo, como comparándose en cada verso con lo que Bildad dijo arriba, y como mostrando que es lo mismo o más crudo lo que a él le acontece y como confesando que le trata Dios a él como a Bildad parece que trata siempre a los malos, y que sin embargo de eso no es malo.

Dice:

6. Pues sabed agora que el Señor me aflige y no según tela de juicio, y me ciñe al derredor con azotes, El original dice que el Señor se tuerce conmigo, o me hace tuerto, esto es, que no guarda conmigo agora lo que la tela del juicio pide, como entendió Sant Hierónimo. Esta es la proposición de su tema, que Dios le azota gravemente, y que él no ha hecho por qué merezca ser azotado ansí.

Y dice sabed agora, como diciendo, si no lo sabéis, sabedlo, y si no me habéis entendido entendedme agora bien, que digo que no he pecado, y padezco. Y en la manera como lo dice, lo prueba en parte, porque dice: Sabed agora que el Señor me aflige y no por tela de juicio, en que secretamente argumenta: Sí éste fuera castigo de culpa, guardara Dios en él la forma que se debe a juicio; acusara primero, oyera, convenciera, y pronunciara sentencia.

Mas como dice luego:

7. Voceo adoliéndome, y no soy respondido; exclamo y no juicio; esto es, pido justicia, y no hay quien me oiga; demando cargos y lugar de defensa, y no hay remedio ninguno.

Antes dice:

8. Mi camino vallado, y no pasaré, y sobre mis senderos escuridad puso; esto es, me tiene cercados los caminos todos y por todas maneras. No sólo, dice, no me acusa ni me oye, mas ni deja que ninguna otra cosa me valga o defienda. Mi camino vallado, esto es, cercó con valladar; y no pasaré, esto es, y ansí no puedo dar paso adelante, que es por semejanza de los que caminan, y hallan cerrado o cortado el camino. Y llama camino suyo su consejo y esfuerzo y justicia y todo lo que le podía ser de provecho.

Y dice sobre mis senderos escuridad puso, porque, ansí como no se camina cuando está cerrado el camino, ansí también no se puede caminar sin la luz; y ansí, sin lo uno y lo otro, está Job más a raya, o conforme a lo que significar quiere, mas sin ayuda y defensa.

Añade:

9. Mi honra de sobre mí me despojó, y tiró corona de mi cabeza. Dicho que no pasa por tela de juicio este negocio suyo, y que ni es acusado ni oído, de donde secretamente infiere que su azote no es azote de culpa, sino orden de providencia secreta, dice agora la [terribilidad] de este su azote, y lo que Dios con él hace. Y dice, que luego que le cerró los caminos de la huida y defensa, como le tuvo bien preso, le despojó de la honra, y le quitó la corona; en que declara su mal, como por semejanza de los que la justicia prende por graves delictos, que primero les cerca la casa para que no huyan, y después les resta la persona, y les quitan las armas y les secrestan los bienes.

Ansí a él, dice, le tomó Dios todos los caminos primero, y después le echó la mano y le despojó de la honra y corona, esto es, de su hacienda y familia por quien era hombre y estimado. Que llama honra y corona, por figura, la prosperidad y buena fortuna suya, como Salomón en los Proverbios, do dice: La corona de los sabios sus riquezas. Y porque es proprio de los muy lastimados repetir muchas veces lo que les duele, y hacer memoria de ello por diferentes maneras, usa luego Job de otra semejanza diversa, y dice lo mismo.

Porque dice:

10. Derrocóme en derredor, y perecí; y fizo mover como árbol mi esperanza. Digo que es lo mismo de arriba, dicho por semejanza de un poderoso árbol, que le hieren el tronco a la redonda, hasta dar con él en el suelo, donde perece. O, si es cosa diversa, en lo pasado señaló la pérdida de la hacienda, y aquí declara las enfermedades de su persona y sus llagas.

Y dice que, como acontece a un árbol que el labrador corta porque no le embarace la tierra, que le hiere primero con la hacha en el tronco, y le empele después y viene quebrado al suelo, de su peso mismo, adonde caído se seca y no torna a ser más; ansí a él golpearon a una por todas partes, el sabeo en los bueyes, el fuego en las ovejas, el caldeo en los demás de la hacienda, la casa en los hijos y el demonio en su cuerpo, hasta que, golpeado y herido al derredor, vino como tronco cortado al suelo, donde se secó su esperanza.

Dice: Derrocóme en derredor, esto es, cortóme en derredor para derrocarme, y perecí; el original dice y anduve, esto es, y vine al suelo. Y fizo mover como árbol mi esperanza. Hacer mover la esperanza es hacer que se pase su sazón, como la palabra original lo demuestra, y llama pasar de su sazón la esperanza en el árbol venir a secarse. Y es de advertir que la palabra como árbol, de lo postrero del verso, se ha de entender como puesta al principio, y decir: Derrocóme en derredor como árbol, y anduve, y fizo pasar mi esperanza.

Dice más:

11. Encendió contra mí su furor, y contóme a Él como enemigo. Dijo el efecto, y dice la causa agora, para que por ella se entienda más su grandeza. El efecto fue la calamidad que padece, declarada en las formas que he dicho; la causa de ello es, a lo que piensa, el furor de Dios contra él, que es la más eficaz y la más poderosa de todas.

Porque ¿qué no podrá Dios todopoderoso? ¿Y qué mal no hará Dios enojado y enemigo? Encendió, dice, contra mí su furor. Dice el original a la letra: Hizo crecer contra mí su furor, o porque lo que se enciende crece, que el fuego levanta y dilata las cosas, o para dar a entender que no se enojó Dios con él con enojo ordinario ni usó de cólera usada, sino acrecentada y mayor que otras veces.

Y por eso dice luego:

12. A una vinieron contra mí sus soldados, y hicieron sobre mí carrera y posaron derredor a mi tienda; como diciendo que no envió sobre él un mal, sino todos los males, ni por discurso de tiempo, sino todos a un tiempo. Y usa aquí de otra semejanza tercera, sacada de lo que en la guerra acontece, cuando un poderoso ejército viene sobre una ciudad y la cerca y la abate.

Ansí dice: Que el ejército de Dios, que son un escuadrón de mil males enviados por Dios, vinieron sobre él y le cercaron y le batieron y pusieron por tierra.

Y hicieron, dice, sobre mí carrera. El original, y levantaron carrera sobre mí, quiere decir, que le aportillaron y hicieron en él grande y abierta entrada para el asalto. Y dice levantar carrera, para decir que hicieron ancho y desembarazado camino; porque levantar carrera es hacer calzada, camino muy conocido, la cual se hace macizando el suelo, y levantándose sobre los demás con argamasa y con piedras.

13. Mis hermanos hizo alejar de mí, y mis conocientes se extrañaron de mí.

14. Dejáronme mis cercanos, y mis conocientes me olvidaron.

15. Moradores de mi casa y mis siervos por extraño me contaron; extraño fui a sus ojos. A la caída de un árbol se sigue que huyan y se aparten los que la ven. Cayó Job, y derrocólo el Señor y batióle como ha dicho y púsole por el suelo; y ansí sucedió lo que dice, que le huyeron todos y le dejaron solo. Que es uno de los accidentes que, cuando la fortuna se vuelve, causan mayor sentimiento el faltar luego los amigos, y el desconocerse los deudos, y el ver el hombre por la misma experiencia lo poco que puede fiar de los hombres, y el engaño grande que pasa en la vida, que nadie es querido por lo que es en sí, sino por lo que representa de fuera, que como no es suyo ni firme, ansí no lo son sus amigos.

Mas son de considerar las palabras: que a los hermanos que el deudo los hace cercanos, dice, que los hizo alejar; y a los conocientes, que son como familiares, dice que hizo extranjeros, y a los que antes se le acercaban, los detuvo poniéndoles freno, y puso olvido en los que tenían de él conocimiento y memoria; y a sus criados hizo que le mirasen con ojos de extraño, que fue poner a cada uno, no diferente de lo que antes era como Job, sino contrario de lo que era antes, para hacer más dolor.

Y pasa adelante, y dice:

16. A mi siervo llamé, y no responde; con mi boca me apiadaba a él. Duro es mirar los siervos como extraño al señor; mas durísimo, llamados, no responder y, rogados, volverse de otra parte. Con mi boca, dice, me apiadaba a él, esto es, no por tercero, sino por mí mismo le llamaba, significando mis lástimas; que esto llama apiadarse, quejarse del mal que sentía y pedir que de él se apiadasen.

Y dice más:

17. Mi aliento extrañó mi mujer, y apiadéme por hijos de mi vientre; en que dice lo postrero del encarecimiento. ¿Qué no falta cuando la mujer, que es una misma cosa con su marido, le aborrece y le falta? Mi aliento, dice, y la sucesión de mi casa; huyó mi mujer, y ni, rogada, quiso admitir mis abrazos.

Más:

18. También perversos me despreciaron ausentábame, y hablaban contra mí. Mucho duele en la adversidad faltar los amigos, mas no duele menos ver también lo que los enemigos se gozan. Y porque no faltó a Job ni este dolor, dice agora que los perversos, que son los que por sus pecados estaban mal con sus virtudes de él, alegres con su caída, le despreciaban y, en apartándose de ellos, hacían burla y mofa. Y, por concluir de una vez, añade generalmente diciendo:

19. Aborrecieron todos los varones de mi secreto, y los que amé fueron contra mí. Varones de su secreto llama a los que fiaba su alma, y con quien no tiene cosa partida, esto es, los más verdaderos y íntimos amigos suyos, a los que él más amaba y de quien debía esperar ser amado; en que, de camino, nota a los que tenía presentes.

Y añade:

20. A mi cuero, consumida la carne, se apegó mi hueso, y escapé con sólo cuero sobre mis dientes; que la calamidad y pérdida de los amigos, bienes, salud, y la congoja que por esta causa le vivía de contino en el alma, habían de gastar forzosamente la carne y sacar afuera los huesos.

Por donde añade con razón:

21. ¡Apiadadvos, apiadadvos vosotros de mí, mis amigos, porque mano del Señor tocó sobre mí! Porque un estado tan miserable, cual el que Job ansí ha pintado, a los extraños cuanto más a los amigos, movía a piedad y no a aspereza: a razones de consuelo y no a disputas pesadas; a palabras blandas y no a dichos afrentosos. Y, cuando otra cosa no hubiera, la razón que dice lo prueba; porque a quien Dios hiere y sobre quien su pesada mano carga, añadirle más mal es perder todo el sentido del hombre y ser más cruel que las fieras.

Y ansí dice:

22. ¿Por qué me perseguís como Dios, y de mi carne no vos hartades? ¿Tan blando os parece, dice, el que me azota y castiga, que es menester añadir vuestra dureza a la suya? ¿Por qué me perseguís, como Él me persigue? Como dando a entender que perseguirle Dios a él, había de ser causa en ellos para que se condoliesen y no para que le persiguiesen de nuevo. Y no sólo dice que le persiguen, sino que imitan a Dios en la manera de la persecución.

Y dícelo porque Dios le maltrataba siendo siervo suyo, y ellos siendo su amigo; Dios le azotaba sin culpa, y ellos sin haberles hecho ofensa; Dios le envió trabajos, cuando pudiera esperar galardones; ellos, cuando venían a consolarle, se volvieron contra él reprehendiéndole; Dios no se satisfacía con herirle de una manera sola, y ellos no parecían verse hartos de consumirle las carnes, esto es, de afligirle y acabarle la vida.

O, por decir verdad, con verle consumido en la hacienda, en la familia, en la salud, en el cuerpo, no contentos con esto, le querían destruir el alma y manchar su inocencia, y en cierta manera fatigarle hasta que desespere. Contra lo cual, ansí como lo entiende, se apercibe y arma luego y como hace profesión de su esperanza y su fe, y desea dejarla escrita en memoria perpetua para desengaño ansí de los presentes como de los que vinieren después.

Y por eso dice:

23. ¡Quién me diese agora, y fuesen escriptas mis palabras; quién diese en libro, y fuesen esculpidas! Mis palabras, dice, esto es, las que quiero decir, y luego diré escriptas, dice, en libro que lo que añade esculpidas, pasa con lo que viene adelante, que es:

24. ¡Con péndola de fierro y plomo para siempre en peña fuesen tajadas! Que como dijo libro, corrigióse luego, viendo que los libros se acaban presto, y su deseo era eterno; y ansí no quiere ya libro, sino una peña dura en que se esculpan. Y dice péndola de fierro y con plomo, porque se abren las letras con escoplo o cincel en la piedra, y después se hinchen de plomo vaciado. Pues en este libro, ¿qué escribe? El testimonio de lo que cree, para que a todos conste de su verdadera y firme esperanza.

Que es:

25. Yo conozco que mi Redentor vive, y que a la postre sobre polvo me levantaré. Aunque, dice, me aflijo y me querello y parece que me quejo de todo, no entendáis por eso que no reconozco que hay Dios, y que tiene providencia del mundo y que mira las cosas de los suyos con cuidado especial; sé que hay Redentor, y Redentor mío, y que vive. Y no solamente dice , sino y yo también sé, como diciendo que no ignora lo que ellos saben, o que la gravedad de los males no le quita el conocimiento y memoria; sabe él también que hay Redentor, y Redentor para él, y que, aunque lo presente, le aflige, esta esperanza le asegura y consuela. Sabe que hay Redentor, en que profesa y profetiza la venida de Cristo, y sus dos naturalezas, humana y divina.

Porque en decir que vivía entonces, cuando nacido no había, dice que es Dios que vive siempre; y en llamarle Redentor suyo, dice que ha de nacer hecho hombre. Porque la palabra original goel, que es aquí redentor, significa propriamente el que por vía de deudo libra a su deudo o su hacienda, y la toma para sí por el tanto, como se ve en los libros de Moisés y de Ruth en muchos lugares. Pues si el que espera Job aquí redimirá a Job por su deudo, síguese que será hombre como él, corno lo es de hecho, y convino que lo fuese, para redimirnos y para por el tanto de su preciosa sangre restituirnos a la libertad de la vida, y librarnos de la muerte a que nos pretendía sujetar el demonio.

Ansí que sabe Job que tiene Redentor, Dios y hombre, y se consuela en medio de sus males con esto, porque siempre fue, y siempre es y siempre será el único y total consuelo del justo el Mesías, en quien Dios tiene puesto todo el bien y todo el reparo de sus criaturas. Y como los que esperan alguna bienandanza excesiva, y de ella están ciertos, se conservan alegres en los males con saber que presto son reyes, ansí halla consuelo el bueno poniendo en Cristo los ojos en cualesquier trabajos que vengan, no sólo porque ve en él el remedio de ellos, que es sin ninguna duda la particular medicina de todos, sino porque esto sólo que es considerar tanto bien, como es tener tal hermano, borra cualquiera tristeza. Y luego que se considera la alma que somos herederos con Él, y que habemos de vivir de su espíritu como juntos con Él en cuerpo, señores de su reino sin fin, huella generosamente sobre todo lo que en esta vida es trabajo, y lo desprecia y casi no lo echa de ver.

Pues Job, como quien bien lo sabía, con razón se consuela con ello; y ansí los sagrados profetas en muchos castigos tristes que anuncian, siempre y a la fin vuelven sus razones a Cristo, y con la profecía de su dichosa venida reducen la tempestad de sus amenazas a serenidad alegrísima, que es lo mismo que Job hace agora.

Yo sé, dice, que mi Redentor vive. No me oprime, dice, tanto este mal que siento, que no me levante mucho más y me aliente esta rica esperanza. Redentor tengo, y mi deudo, que no me dejará cautivo ni siervo; Redentor tan poderoso que, antes que venga, vive, y tan amoroso que vendrá hombre vestido de carne.

Y dice, y en lo postrero sobre polvo me levantaré; que pone la postrera obra y el último efecto que en nuestro beneficio causa la venida de Cristo, que es la resurrección de la carne a gloriosa y inmortal vida; porque en él se rematan y perfeccionan los demás efectos, y en una cierta manera se encierran todos. Que en el hombre resucitado y glorioso se ve junto y acabado todo lo que en bien del hombre Cristo hizo con la eficacia infinita de su virtud, y vese la criatura nueva, perfecta. Y ansí Job, por decir con una palabra todos los bienes que de Cristo espera y con cuya esperanza respira, hace memoria de su sola resurrección. Aunque es verdad que, según el original, estas postreras palabras, al parecer, hablan con Cristo también, porque dicen y en lo postrero sobre el polvo se levantará, para decir que el tiempo de su venida será el tiempo postrero, como las Sagradas Letras en otras partes lo dicen. Porque de las edades del mundo, esta que comenzó después que vino Cristo y que va corriendo todavía, es sin duda la postrera, porque no le sucederá otra cuando feneciere, sino fenecerán juntos ella y el siglo. Y aún podemos entenderlo también de su venida segunda, en cuanto dice que del polvo se levantará; que es como decir que, cuando todo cayere, se levantará Él y, vueltos en ceniza y polvo todos los hombres, aparecerá Él, vivo y levantado juez, en alto para llamarlos a vida.

Y viene con esto bien lo que dice:

26. Y tornaré a cercarme mi cuero, y en mi carne veré a Dios, porque el tiempo de resucitar a nueva vida los muertos es junto con el tiempo del venir al juicio del Juez. Y para que se entienda que habla aquí de esta venida y juicio con propriedad, nombra a Dios en este lugar con el nombre que significa este oficio, porque le nombra Eloah, que significa el juez.

Y dice que le verá en su carne, o porque le verá, no su alma sola, sino su carne también y sus ojos corporales, que entonces tornarán a la vida, o por que el juez viste carne y es hombre, por cuanto la humanidad de Cristo, o Cristo en cuanto hombre, ha de ejecutar el juicio. Y lo que decimos, tornaré a cercarme mi cuero, el original a la letra dice: Y después que éstos horadaren mi cuerpo, o después que este mi cuero horadado fuere y deshecho, veré a Dios en mi carne; que es, tornaré resucitando a la vida y veré a Dios en ella, que viene a ser la misma sentencia. En la cual Job, como se puede colegir de lo dicho, profetiza y confiesa la encarnación de Cristo y sus dos naturalezas humana y divina, y la venida segunda al juicio y el tiempo de ella y la cualidad del juez y la resurrección de los muertos y la vista que tendrán los buenos de Dios.

Y ansí dice:

27. Al cual yo veré por mí, y mis ojos le verán y no extraño. Esta esperanza reposa en mi seno. No le verá otro por mí, sino yo mismo le veré, porque cada uno le verá según su medida y según la capacidad que hace Dios en él por sus méritos, y no según los ajenos, como el Apóstol dice, que pagará según sus obras a cada uno. Y reposa, dice, esta esperanza en mi seno, para decir que está firme en él la esperanza de esta verdad, y tan metida en su seno, que ninguna mano de mal la sacará de él, y que con ella reposa.

Aunque el original usa en esto de otra figura, porque dice: Acabáronse mis riñones en mi seno; porque riñones tienen en la Escritura significación de deseo. Y ansí decir que sus deseos se resumen todos en su seno, es decir que se encierran todos y se concluyen en aquella esperanza con que se reposa y consuela.

Concluye:

28. Pues ¿por qué decís: Persigámosle, hallemos contra él raíz de palabra? Y pues, dice, confieso yo y conozco esto, pues espero en Dios y confieso que, acabada ésta, hay otra vida mejor que ha de dar Dios a los suyos, pues afirmo que ha de tener cuenta con ellos, ¿por qué os persuadís de mí que soy impío, y por qué os conjuráis contra mí y decís que será bueno acosarme para sacar de mí alguna palabra que haga pública la secreta maldad de mi pecho? Acosémosle, decís, y demos en él, que ansí sacaremos de él raíz de palabra, esto es, ansí descubriremos la raíz de esta su demasiada impaciencia. Y no solamente sois poco piadosos conmigo, y no sólo me añadís más tormento, mas también me maliciáis las palabras y juzgáis con determinación que soy impío y procuráis que me descubra serlo por las muestras de fuera.

O digamos, porque el original lo concede, de aquesta manera: Por lo cual diréis: ¿Por qué le perseguimos? Y raíz de cosa hallada en mí. En que significa que les debe ya pesar a sus amigos, o que es justo les pese, de la contradicción que le han hecho.

Dice: Por lo cual diréis, esto es, diréis que, pues yo conozco y confieso lo dicho, ¿por qué le perseguimos? Esto es, mal hacemos en perseguirle. Y raíz de cosa hallada en mí, esto es (mudando la persona), pues es hallada en él raíz de palabra, que quiere decir, pues habla con fundamento y trata verdad en lo que dice y se afirma en verdadera esperanza.

Porque, dice, si no volvéis la hoja y decís y hacéis lo que os digo:

29. Temed de la faz de la espada, porque vengador de delictos la espada, y sabed que hay juicio. Dice, porque, si no, podéis temer el castigo, que eso llama la espada y entiende él de Dios; y por eso dice que vengador de delictos la espada, porque el de los hombres muchas veces es castigador de virtudes. Y dice bien el original, que dice saña, por decir vengador, porque la espada de Dios es saña de delictos porque mira a ellos y no a los delincuentes, y aborrece la maldad, pero no la persona del malo; al revés de lo que aviene en el tribunal de los hombres, a do las más veces el odio de la persona desenvaina contra el delicto el cuchillo. Y finalmente, dice, sabed que hay juicio, esto es, juicio por excelencia, que descubrirá vuestras malas intenciones en público y les dará su pena, sin torcerse ni por temor ni por ruego.






ArribaAbajoCapítulo XX

1. Respondió Sofar, el nahamatés ,y dijo:

2. ¿Por qué pensamientos míos me revuelven, y por qué va y viene en mí mi sentido?

3. Doctrina con que me arguyes oiré, y espíritu entendimiento mío me responderá.

4. ¿Por ventura no sé yo esto de siempre, desde que se puso hombre sobre la tierra?

5. Que cántico de malos de cerca, y alegría de hipócritas hasta momento.

6. Si subiere al cielo su alteza, y su cabeza tocare las nubes.

7. Como estiércol para siempre perecerá: los que le vieron dirán: ¿Adónde él?

8. Como sueño volará, y no le verán; será conmovido como visión de las noches.

9. Ojo que lo vio, no añadirá, y no lo verá más su lugar.

10. A sus hijos ablandará la pobreza, y sus manos retornarán su dolor.

11. Sus huesos son llenos de sus vicios, y con él yacerán sobre el polvo.

12. Si se endulzare en su boca maldad, cubijarla ha debajo su lengua.

13. Endurarla ha, y no la dejará; y contenerla ha en su gargüero.

14. Su pan en sus entrañas se convirtió en fiel de escorpiones, allá bien de dentro.

15. Haber tragó, y gomitólo; el Señor lo desterrará de su vientre.

16. Cabeza de áspide mamará, y matarlo ha lengua de víbora.

17. No verá corrientes ríos, y arroyos de miel y manteca.

18. Pagará lo que hizo, y no será consumido; padecerá conforme a sus muchos embustes.

19. Porque quebrantó y dejó mendigos; casa robó y no la fraguará.

20. Porque no supo pacificarse en su vientre, y en su deseo no alcanzará libertad.

21. No restó de comer, y por tanto no permanecerá su bien.

22. Cuando abondo se rellenare, angustia será a él; toda mano de desventura le acometerá.

23. Sea que se hincha su vientre, enviará en él la ira de su furor, y lloverá su guerra sobre él.

24. Fuirá de arma de fierro; pasarlo ha arco acerado.

25. Desenvainó y sacó de su vaina, y relampagueó en amargura; andarán sobre él miedos.

26. Toda escuridad ascondida para su ascondimiento; comerlo ha fuego no soplado, será quebrantado remanecido en su tienda.

27. Descubrirán cielos su delicto, y tierra se levantará contra él.

28. Será descubierto el pimpollo de su casa, y cortado en el día del furor del Señor.

29. Esta es la parte que de Dios lleva el malo, y la heredad que por su estilo ha de Dios.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Sofar, el nahamatés, y dijo. No responde a lo que decía Job en el capítulo antes de éste Sofar, sino habla agora sobre lo que ya pasó en el capítulo 12, donde Job dijo que pasaban su vida en paz muchos malos; que habiendo sobre ello pensado, le parece ser falso y no lo calla, porque se tiene por afrentado en callar.

Y ansí dice:

2. ¿Por qué pensamientos míos me revuelven, y por qué va y viene en mí mi sentido? Que a mi parecer es pregunta con que Sofar se incita a sí mismo, y se dice: Pues ¿para qué tengo yo entendimiento y sentido, conviene a saber, si en esta coyuntura callo, oyendo lo que oigo a mis oídos? ¿Por qué, dice, pensamientos míos me revuelven?; esto es, ¿para qué tengo o de qué me sirve tener pensamientos sabios? Que tales son los que ponen al hombre freno, y le vuelven y revuelven como caballo. Y la palabra original porque decimos aquí revolver, cuando se dice de las cosas del ánimo, ordinariamente significa la vuelta que hace al bien, cuando se retira del mal. Y ansí aquí pensamientos que me revuelven, propriamente son pensamientos que me refrenan y me llaman al bien siempre, enseñándome la naturaleza de la virtud y del vicio, y lo que a Dios se debe y lo que amenaza y promete. Pues estando, dice, dotado yo de saber, y viendo tu ignorancia o blasfemia, ¿será por ventura bueno callar y poner sobre la boca el dedo? No será sino afrentoso.

Y ansí luego añade:

3. Doctrina con que me arguyes oiré, y espíritu entendimiento mío me responderá. Dice el original a la letra: Doctrina ignominia mía oiré, como diciendo, que su doctrina será su afrenta y que ansí se lo dirán en los ojos, porque, siendo docto, si en ocasión semejante calla, dirán que es ignorante y que se emplea mal en él el saber. Y dirán también lo que dice, que su entendimiento es espíritu, esto es, viento y aire vanísimo. Y dice que le responderá, porque le dirá o podrá decir cualquiera que quisiere, que es aire su ingenio y que su estudio es vanidad y sus letras sin fructo.

O podemos declarar estos dos versos ansí: Por tanto, pensamientos míos me revuelven, etc. De manera que no pregunte ni se despierte a hablar, sino antes, pues torna a hablar, dé la razón por que torna y diga ansí: Por tanto, esto es, por lo que dijiste poco antes de agora, cuando afirmaste que pasan prósperamente los malos, por eso mis pensamientos me revuelven, o se revuelven en mí, esto es, no me dejan sosegar, antes me fuerzan a que hable; y por la misma causa mi sentido anda en mí, esto es, me despierta a razonar mi sentido. Y añade: Doctrina con que me arguyes oiré; en que dice, yo hablaré, porque mi sentido me fuerza, y oiré también, si tendrás saber para argüirme de falso, y si lo intentares, el espíritu de mi entendimiento te responderá. Y como quiera que aquesto se entienda, habiendo con ello Sofar dado principio a su plática, entra en la disputa luego, y propone.

4. ¿Por ventura no conozco yo esto de siempre, desde que puso hombre sobre la tierra?

5. Que cántico de malos de cerca, y alegría de hipócritas hasta momento. Pregunta, y aunque pregunta, no duda, mas antes afirma, porque esta manera de dudar es afirmar con más fuerza. Pues afirma ser cosa manifiesta y sin duda que siempre y desde que el mundo es, a los malos y hipócritas se les vuelve en un abrir de ojo la buena suerte, y que su felicidad en mostrando se asconde; al revés de lo que Job en el doceno dijo a este mismo, que muchos robadores y tiranos viven en abundancia y que les suceden a su gusto las cosas, mientras les dura la vida. Por manera que convienen entrambos en que hay malos prósperos; pero diferéncianse en que Job dice que duran algunos de ellos en su prosperidad mientras viven, y Sofar afirma que en breve y antes que mueran vienen todos a caer en miseria y por la misma razón que no han de ser llamados felices porque la felicidad de su sostancia es perseverante y muy firme. Dice, pues: Yo sé, y es cosa averiguada, que desde que hay hombres, el cántico de los malos, esto es, su alegría y prosperidad, si alguna vez llegan a ella, de cerca, esto es, está cercana a su fin y se acaba luego; o de cerca, dice, queriendo decir que es moderna y nace presto y crece con priesa, infiriendo de ahí que viene a menos luego y se seca con la misma presteza, porque al paso que las cosas crecen, al mismo fenecen según ley natural. O está cerca el cántico de los malos, porque trae su paga presente, y los bienes de ellos son de los que luego se dan, o son de los que tienen el bien en lo cercano, esto es, y en la apariencia y en las sobrehaces de fuera. Y aun por la misma razón le da nombre de cántico y cantar al vivir ellos en dicha, porque es cosa de sonido y no de sostancia, cosa que deleita al oído y se va con el aire. Y a ese mismo propósito, y alegría, dice, de hipócritas hasta el momento, porque muere, a lo que quiere decir, en naciendo. Y llama malos y hipócritas, no a todos los que ofenden a Dios, sino con especialidad de dos maneras de hombres: malos, a los que son impíos, que es un género de gentes que ni sienten bien de Dios, ni tienen humanidad con el prójimo, que su Dios son ellos mismos de sí, y en todas las cosas se buscan; hipócritas, a estos mismos, puestos en gobierno y poder, porque con título de justicia ejecutan su violencia, y llamándose gobernadores destruyen, y profesándose guardas de la comunidad y su ley, negocian solos sus intereses. De éstos, pues, dice Sofar que su cántico es de breves compases, y que su alegría, luego que se despliega, se cierra; que puede ser que florezcan, pero no que dure ni persevere su flor.

Y dice más:

6. Si subiere hasta el cielo su alteza, y su cabeza tocare las nubes.

7. Como estiércol para siempre perecerá; los que le vieron dirán: ¿A dó él? No solamente, dice, caen presto, pero caen a la medida que suben, y cuanto más se ensalzan, tanto más bajan y con mayor ligereza. De manera que su grandeza cuanto es mayor, tanto los dispone a mayor miseria; y no sólo no les sustenta, mas antes los empele y derrueca, que es sin duda cosa que casi siempre acontece. Y conforme a razón, porque el edificio mal fundado cierto es que, cuanto sube más, tanto es mayor su peligro, y que esa misma alteza suya es la que le envía al suelo.

Y en las costumbres tiene aquesto más fuerza; porque las cosas con que el malo más se engrandece, que son las injusticias y despojos ajenos, y los robos y las tiranías, y el estilo profano y vicioso, les gasta las raíces en que se sustentan y se las enflaquecen sin que ellos lo sientan. Porque para con Dios los hacen más dignos de ser derrocados, y para con los hombres crían envidia en unos y enemistades en otros, con que se multiplican los que los han de derrocar.

Dice en la misma sentencia:

8. Como sueño volará y no le verán; será conmovido como visión de las noches. En que engrandece con semejanzas la poca sostancia de esta felicidad de que habla y lo presto que pasa. Dice que es como sueño y como visión de tinieblas, que son cosas que parecen mucho al sentido que suena, que se deshacen luego y que no dejan rastro de sí. Ansí esta prosperidad violenta parece grande, pero a los que la sueñan, quiero decir, a los que tienen trabados los sentidos con el sueño de estas cosas visibles; mas pasa luego, porque en despertando se pasa, y despiértase con un pequeño ruido y no queda rastro de ella, si no es en la memoria el dolor.

Y por eso dice:

9. Ojo que lo vio no añadirá, y no le verá más su lugar. No añadir dice, esto es, no le tornará a ver, y no verá más su lugar, porque no dejan en él raíces que le renueven.

En que dice por figura lo que declara luego, que dice:

10. A sus hijos ablandará la pobreza, y sus manos retornarán su dolor. Que por eso no quedará de él rastro, porque sus hijos, en quien los hombres pueden vivir, perecen también, o para mayor dolor de los caídos padres, quedan hambreando y mendigos. Dice, pues, que a sus hijos ablandará la pobreza, porque es proprio de los que mendigan pobres, como traen los ánimos humillados, ser lastimosos en las palabras, digo, pedir que les hayan lástima en ellas, y decir blanduras a este propósito y halagüeñas razones para despertar piedad en los otros.

Es verdad que el original a la letra dice de esta manera: Sus hijos aplacarán mendigos, de arte que ellos hablarán con sumisión y con blandura a los pobres; que es significación de una pobreza extremada, en que llega uno a tener necesidad de los que la tienen, y le es forzoso, para alcanzar su socorro, el hacerles plegaria y lisonja. Mas en lo que añade después, y sus manos retornarán su dolor, dolor llama el que el malo hizo en los otros a quien agravió con injuria, porque la palabra del original significa robo y violencia y las causas de ella, que son valentía e injusticia y mentira, y los efectos en quien padece, esto es, aflicción, angustia y dolor.

Pues dice, o que sus manos del padre injusto restituirán, padeciendo en los hijos pobres el dolor y aflicción que él hizo con su violencia en los otros, o que sus hijos serán ejecutados por los robos que hicieron sus padres, y sus manos de ellos tornarán lo que las de los padres hurtaron; o que las manos que sus hijos pobres extenderán mendigando, se tornarán con dolor a ellos; con dolor, digo, del que fueron causa sus padres, esto es, que las tornarán vacías y sin hallar socorro ninguno, en pago de los que el padre hizo pobres. Y como él sin piedad despojó sus vecinos, ansí no habrá ni deudo, ni vecino que tenga piedad de sus hijos; y que pagará como hizo, y lo que pecó, con arte, en secreto pagado a sus entrañas, lo castigará Dios en lo público.

Que es lo que añade:

11. Sus huesos serán llenos de sus vicios ocultos, y con él yacerán en el polvo; que sus vicios ocultos llama las maldades con que los hombres de este género recogen a sí las haciendas ajenas, que son muchas y diferentes entre sí, y todas artificiosas y ocultas. De las cuales dice que tendrán llenos los huesos, o porque les penetra a los tuétanos aquesta maldad, y andan siempre metidos en ella y embebecidos en sus marañas y estudios, y siendo en esto agudísimos, para el conocimiento de la verdad apenas tienen sentido; o porque se les apegan a los huesos, esto es, a sus entrañas y a su mayor fortaleza, que son sus hijos, porque pasa la pena en ellos y duerme con ellos en el polvo, sin techo, pagando en los ojos del mundo lo que los malos padres con máquinas secretas hicieron.

Que es lo que luego se sigue:

12. Si se endulzare en su boca maldad, cubijarla ha debajo su lengua.

13. Endurarlo ha, y no la dejará; contenerlo ha dentro su gargüero. En que, o dice la manera como se han estas sus máquinas, o con una risa falsa se burla del mal fruto que de ellas sacan, y de lo mal que al fin les suceden. Y digamos de lo primero: habla del logrero y del violento y del que con artificios exquisitos y injustos trae a su casa lo ajeno, y se hace rico a sí haciendo pobres a muchos, y habla de él por semejanza de lo que al goloso o al glotón acontece.

Y dice que, como cuando uno es goloso de algún manjar o halla particular gusto en algo que come, se detiene en ello y lo endura y lo encubre a los otros porque le quepa más parte, y se saborea en él trayéndolo por el gusto para alargar el sabor, y finalmente lo traga; ansí éstos, luego que descubren o con su ingenio inventan la presa, luego que ven algún secreto interés, lo callan porque nadie lo entienda, y como manjar dulce lo dan a la boca, que lo encubre sobre la lengua y lo encomienda a los dientes, y lo pasa con codicia al estómago.

Pues dice: Si se endulzare en su boca maldad, esto es, si les viniere a las manos algún trato o algún recambio o algún despojo injusto que le parezca provechoso y gustoso, ponerlo ha en la boca, y cubijarlo ha debajo la lengua, esto es, tenerlo ha secreto sin dar parte a ninguno. Endurarlo ha, que es decir, saborearse ha en ello, y no lo dejará de la mano, y contenerlo ha dentro de su gargüero; esto es, hará en él presa y tomará posesión. Y esto es lo primero.

El segundo es una mofa secreta, insistiendo en la misma semejanza, y diciendo: Si bien le supo la tiranía y el robo, si se le hizo en la boca miel, y la rodeó por la lengua; si la comió con gusto, y para que le durase más, poco a poco y como manjar sabroso lo encubrió y lo tragó, buen provecho le haga, tome lo que halló después de haberlo comido.

Que es lo que añade:

14. Su pan se convirtió en hiel de escorpiones, allá bien de dentro. En hiel de escorpiones, es decir, en ponzoña; y allá; bien de dentro dice, para encarecer más el daño, que el veneno, cuanto penetra más, se remedia peor. Por manera que, si lo comió con gusto y codicia, comido, se le convirtió luego en ponzoña y se le derramó por las venas. En que significa el mal efecto que hace lo mal ganado en la alma y en la vida; que, al recoger, parece dulce y, recogido, es amargo; da esperanza de vida y, metido en casa, acarrea muerte; tiene apariencia de prosperidad, y derrueca en calamidad a su dueño; y es como espía disimulada, y como alquimista engañoso, que, metido en casa y prometiendo de hacerla rica, la gasta y empobrece y trae a la postrera miseria.

Su pan, dice. Bien llama pan y mantenimiento al logro y al robo secreto y a las redes con que los injustos prenden las haciendas ajenas, porque no hay manjar tan gustoso, como a los malos es el trato de semejantes maldades. Y es digno de considerar que estas cosas, cuando las tratan, les acarrean deleite, y cuando las poseen y tienen como en las entrañas metidas, les acarrean bascas mortales, porque, en lo primero, engaña la apariencia de fuera y, en lo segundo, hace su obra la sostancia de las mismas cosas, que es ponzoñosa y mortal.

Prosigue:

15. Haber tragó, y gomitólo; y el Señor lo desterrará de su vientre. Lleva todavía adelante su semejanza; tragó, dice, para declarar la codicia y ansia con que se meten éstos en las haciendas ajenas, y para decir que no se contentan con parte, sino que todo lo tragan. Y como acaece a los muy comedores que, porque hinchen sin medida el estómago y porque sin cortarlo con los dientes lo tragan, lo tornan luego feamente a volver, ansí éstos, llenos y cargados de lo mal adquirido, vomítanlo, no porque ellos querrían, sino porque el Señor, como dice, lo desterrará de su vientre. No sólo, dice, lo sacará, sino lo desterrará, esto es, lo apartará muy lejos de él, y de manera que no lo puedan volver; porque los tales, cuando caen, no se levantan, y cuando vienen a pobreza no vuelven a ser ricos, y la calamidad cuando les viene, les viene de asiento, diferentemente de lo que acontece a los buenos, de quien dice el Sabio: Siete veces en el día cae el justo y se levanta. Y porque a la caída que no vuelve a subir y a lo que no tiene remedio, se sigue la desesperación, por eso añade también luego:

16. Cabeza de áspide mamará, y matarlo ha lengua de víbora. Mamará, entiende, la áspide a él, y no él a la áspide; que es decir, que desesperado de verse caído sin remedio, él mismo se procurará la muerte. Y pone un género de muerte voluntaria de los que más se usaban en tiempos antiguos, que era acabar la vida aplicando a sí un áspide, como de Cleopatra se lee, o otro animal ponzoñoso que, mordiendo o chupando la sangre, derramaba por las venas con poco dolor su ponzoña. Que es caso merecido, los que despojan de la vida a los otros y los que beben la sangre y la hacienda inocente, que ellos mismos busquen quien les beba y quien les emponzoñe la suya; y que negocien con los animales fieros que les maten, los que fueron como basiliscos para sus prójimos; y los que no se contentaron con la medianía debida, por huir de la vida, se procuren ellos la muerte.

Y ansí dice:

17. No verá corrientes ríos, y arroyos de miel y manteca. No verá, dice, esto es, no le plugo ver ríos de miel y manteca es rodeo que significa la vida rústica y la granjería inocente del campo. Pues dice que padecen con justicia los tales, pues no se contentaron con las herencias de sus mayores, y despreciaron la abundancia que da la cultura del campo, que es santa y sin injuria de algunos, sino, llevados de la hambre del excesivo poder, buscaron y amontonaron injustas riquezas.

Por donde sucede que, como dice:

18. Pagará lo que hizo, y no será consumido padecerá conforme a sus muchos embustes. O como dice el original a la letra: Tornará trabajo y no tragará; como grande haber su contratación, mas no se regocijará. En que significa que tornará a rendir la presa que ya tenía en la boca, y no le quedará en el estómago. Y llama trabajo y aflicción a la usura y al robo en que hizo presa, por el que da a quien lo padece y lo paga.

Y ansí dice que restituirá lo mal que ganó con trabajo y aflicción de los otros, y que por mayores y más ricas que sus contrataciones sean, y aunque tenga un grande haber, esto es, muchos millones de crédito, al fin no se regocijará, esto es, sacará de ellos mal fructo. Y aun adonde decimos torna o restituye, podemos decir ansí: hace tornar y pagar aflicción y no tragará, en esta sentencia, que por cuanto hizo que le retornasen sus dineros con logro y afligió a su deudor con usuras, que por eso ni gozará de ellos ni de su trato, por mayor y más grueso que sea.

Que se ve ser ansí por lo que añade:

19. Porque quebrantó y dejó mendigos; casa robó y no la fraguará. Porque este verso declara el pasado, y dice con palabras abiertas lo que el pasado significó por figuras. Porque, dice, quebrantó con intereses las haciendas ajenas, hasta reducir a mendiguez a sus dueños y porque robó; la casa ajena, por eso no fraguará la suya. Y usó con elegancia y con significación de esta palabra fraguar, porque no fraguar la obra es no juntarse bien las partes de ella, que son diferentes, ni incorporarse unas con otras; por donde fácilmente después se desatan y caen; de manera que, después de hecha y trabajada por no fraguarse, se pierde.

Y es en éstos de la misma manera; que negocian y trabajan y velan y añaden dinero a dinero y rentas a rentas y heredades a más heredades, y parece que suben con sus casas y mayorazgos al cielo; mas, al fin, no fraguó la obra por su injusticia, y vienen al suelo.

Dice más:

20. Porque no supo pacificarse en su vientre y en su deseo, no alcanzará la libertad; en que toca la vena de toda aquesta miseria. Que a la verdad el no pacificarse el hombre consigo, esto es, el no contentarse con su estado, ni tener paz con su suerte, ni tirar al deseo la rienda y contentarse con lo necesario y no apetecer lo superfluo, es lo que turba y hincha de trabajos y de sucesos desastrados la vida.

Por donde la medianía, al medirse cada uno consigo, es loado por todos. Salomón dice: Ni me des, Señor, riqueza o pobreza; lo necesario para la vida te pido. Y Sant Pablo nos amonesta que nos contentemos con lo que tuviéramos, y dice con encarecimiento los peligros en que incurren los que desean ser ricos; y los escritores gentiles ponen en muchos lugares muchas cosas bien dichas de lo que es medianía, que por ser ordinarias no se refieren agora.

Prosigue:

21. No me dejó de su comer, por tanto, no permanecerá su bien. Ha dicho los males que cometen estos de que habla, y por cuya causa Dios los castiga; dice agora los bienes que dejan de hacer, que también los sujetan al castigo de Dios. Ha dicho que eran logreros y inventores de maneras con que despojar a sus prójimos; dice que también son no piadosos, sino escasos con los necesitados en el repartir de sus bienes. Y ¿qué maravilla que quien tiene ánimo para hacer pobres, no tenga piedad con los que lo son, y que quien roba lo ajeno sea escaso en el repartir de lo suyo? Mas aunque no es maravilla, antes cosas que se siguen la una a la otra, pero agrava mucho aquesto segundo; porque, aunque la limosna de lo robado es poco acepta, pero el ánimo compasivo y la afición piadosa acerca del pobre, puede mucho con Dios y es grande disposición para traer a mejor disposición al que peca. Y el hincar los ojos en la necesidad de los otros y el procurar remediarla, a las veces pone freno a la codicia de despojarlos, y en cierta manera la tiempla y detiene. Y, en fin, tiene algo de sano el ánimo piadoso; y la mano limosnera, aunque sea también robadora, no es toda mala; mas el que hace por una parte pobreza y por otra es despiadado con ella, ése desafiuciado es.

Y de él habla agora Sofar, y dice: No dejó de su comer, y por tanto no permanecerá su bien. Y habiendo tan diferentes limosnas, hace memoria de esta sola, que es dar algo de lo que come, cuando come, a los pobres; porque es argumento que falta en todas quien en ésta falta, que es la más fácil. Porque aun a los perros se dan entonces las sobras, y el mismo comer y beber alegra el ánimo entonces y le ensancha y como le convida a ser liberal; por donde el que allí no lo es, es desapiadado y lacerado sin término.

Y júntase a esto que la limosna que de lo que se come se hace, es limosna sin costa, porque está hecha ya; y ansí lo que se da no sale de la bolsa, sino quítase al vientre, digo, a la demasía y a la glotonía. Y verdaderamente entonces pide y demanda para el pobre, no sólo él, sino ese mismo que come, y la experiencia que de sí hace y su misma hambre y necesidad de comer, que son como unas voces secretas. Porque en el tomar del manjar ve la necesidad que dél generalmente se tiene, y en el gusto de la comida conoce cuánto mal se padece la hambre, y el reparo que hace en él lo que come le va avisando a la oreja, y trayendo a la memoria el desfallecimiento en que viven los que no tienen que comer.

Por lo cual, o es muy sordo el ánimo que no oye estas voces, que tan de cerca le hablan, o muy duro y cruel el corazón que no se ablanda con ellas, siéndole tan naturales y proprias. Y por tanto, como dice, no permanecerá su bien; que ansí como la limosna hace que permanezcan los bienes, según lo del Psalmo: Esparció y dio a los pobres, y su justicia permanecerá por los siglos, ansí la flaqueza de ella enflaquece y hace perecederas las casas.

Y lo que decimos no permanecerá, el original dice no parirá, que es pena bien conforme al pecado, para que le sea escaso el buen suceso a quien es tan escaso, y al de ánimo tan estéril le sean sus bienes estériles, y no pase a los sucesores lo de que no pasó parte a los pobres pequeña.

Y no se acaba la pena aquí, porque añade:

22. Cuando abondo se rellenare, angustia será a él; toda mano de desventura le acometerá. Porque el no repartir de la comida es codicia, y la escasez es deseo de abundar en riqueza. Por eso dice, consiguientemente, que cuando estuviere relleno por medios tan civiles y injustos, entonces le acontecerá lo que acontece a los que se hinchen con demasiados y diferentes manjares, que no caben en sí y, llenos de angustia y congoja y dolores diversos que la pesadumbre despierta, se padecen bascas de muerte. Y ansí éstos, cuando más llenos y hartos, mete la mano en ellos la desventura y remuévelos, túrbalos y hácelos miserables por innumerables maneras.

Dice:

23. Sea que se hincha su vientre; enviará en él la ira de su furor, y lloverá su guerra sobre él. En que dice lo mismo con la misma semejanza y con otras palabras. Sea que se hinche su vientre, esto es, luego que viniere a estar lleno (que aguarda Dios que venga la felicidad de éstos a colmo, para que cayendo de ella sientan más la caída), pues luego que hinchieren el vientre, ¿qué será? ¿Qué? Dios, dice, enviará en él la ira de su furor y lloverá su guerra sobre él. Que por el encarecimiento de cada una de estas palabras, ira, furor, guerra, llover, declara bien la muchedumbre, la graveza, el acometimiento fiero de los males que les sobrevienen.

Y aún añade para que se entienda mejor:

24. Fuirá de arma de fierro, y pasarlo ha arco acerado, para mostrar que serán sin remedio; porque el huir de unos será dar en otros, y, declinando los pequeños, caerán en mayores. Y para más significación y demostración de lo mismo, introduce a Dios, que es el castigador de esta gente, con la espada relumbrante en la mano diciendo:

25. Desenvainó, y sacó de su carcax, y relampagueó en amargura, andarán sobre él miedos. Porque, como cuando uno sobreviene a otro, a quien hace ventaja en fuerzas, con el cuchillo alto y relumbrando en la mano, el acometido huye y padece mil miedos, ansí dice que acomete Dios esta gente que, acometida y medrosa y por asconderse, hará lo que añade:

26. Toda su escuridad ascondida para su ascondimiento; comerlo ha juego no soplado; será quebrantado remanecido en su tienda. Que es decir, que se lanzarán en los abismos de miedo, y por asconderse del furor espantable de Dios, se meterán en fuego que nunca se apague, que eso quiere decir no soplado, esto es, que de suyo arde y por eso nunca fenece. Esto a ellos; mas a sus cosas, ¿qué? Será, dice, quebrantado remanecido en su tienda; esto es, lo que remaneciere de ellas, será desmenuzado y deshecho, porque cielo y tierra y hombres y demonios, todos se conjurarán contra ellos.

Y ansí dice:

27. Descubrirán cielos su delicto, y tierra se levantará contra él. Del cielo parece que es encubrir, y de la tierra no moverse; y mudarán para el castigo de estos malos su ingenio, para que se entienda la enemistad que toda la naturaleza tiene contra lo malo. O los cielos, que lo ven todo y lo saben, sacarán a luz las maldades encubiertas de éstos; y una vez descubiertas, ejecutará el castigo de ellas la tierra, esto es, los que viven en ella, que son sin duda ejecutores crueles, haciendo muchas veces más de lo que les mandan. Y ansí sucederá lo que dice:

28. Será descubierto el pimpollo de su casa, y cortado en el día del furor del Señor. O como el hebreo dice: Veis; será cautivo su pimpollo, esto es, que serán éstos arrancados de cuajo, y que no quedará piante ni mamante en su casa, ni pimpollo ni ramos, hojas ni raíz.

Porque como dice:

29. Esta es la parte que de Dios lleva el malo, y la heredad que ha de Dios.