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Fígaro al director de «El Español»

Mariano José de Larra

[Nota preliminar: Reproducimos la edición digital del artículo ofreciendo la posibilidad de consultar la edición facsímil de El Español. Diario de las Doctrinas y los Intereses Sociales, n.º 205, lunes 23 de mayo de 1836, Madrid.]

FÍGARO.Señor director de El Español, pido la palabra...

DIRECTOR.¿Para qué?

FÍGARO. Para rectificar un hecho y hacer una interpelación.

DIRECTOR. El señor Fígaro tiene la palabra para rectificar un hecho y hacer una interpelación.


Señor director de El Español: En la primera carta que a mi vuelta del extranjero publiqué di los motivos por que me decidía entonces a escribir en el periódico que usted dirige.

Independiente siempre en mis opiniones, sin pertenecer a ningún partido de los que miserablemente nos dividen, no ambicionando ni de un Ministerio ni de otro ninguna especie de destino, no tratando de figurar por ningún estilo, estoy escribiendo hace años, y no tuve nunca más objeto que el de contribuir en lo poco que pudiese al bien de mi país, tratando de agradar al mayor número posible de lectores; para conseguirlo creí que no debía defender más que la verdad y la razón; creí que debía combatir con las armas que me siento aficionado a manejar cuanto, en mi conciencia, fuese incompleto, malo, injusto o ridículo.

Esta es la razón por que constantemente he formado en las filas de la oposición; no habiendo habido hasta el día un solo Ministerio que haya acertado con nuestro remedio, me he creído obligado a decírselo así claramente a todos. Si yo tuviera alguna importancia política o literaria, tal vez sentaría en este lugar doctrinas o acumularía profesiones de fe. Felizmente no tengo ninguna importancia, y sólo reclamo el derecho que tengo de no hacer cuerpo común con nadie; por eso firmo constantemente mis artículos. Siguiendo este sistema, he remitido a usted estos días un artículo riéndome de lo que en el día me parece risible, sin cuidarme de si estaba o no en el sentido de su periódico, sea este el que fuere. Este artículo me ha sido devuelto por usted por no hallarse de acuerdo sin duda con sus opiniones; no pudiendo exponerme a escribir otros que tengan igual resultado, usted me permitirá que le interpele, según el uso del día, y le pregunte sencillamente en qué sentido habré de escribir en su periódico para verme impreso: bastante censura nos ponen los Gobiernos a los escritores, sin que se nos añada otra doméstica en nuestro mismo periódico.

Si El Español es ministerial, usted me permitirá que sin que se altere en nada el aprecio que le profeso sacuda desde este momento toda mancomunidad de responsabilidad política; y si no lo es, espero que explícitamente me lo manifestará, seguro de que pocas cosas serían para mí más dolorosas que haber de renunciar a las ventajas que su amistad y su periódico me han ofrecido hasta el día.

Además de cuanto llevo expuesto, me permitirá usted, señor director, que para facilitar su respuesta añada que así rehúso pertenecer a un sistema de ministerialismo quand même, como rehusaría hacer parte de un periódico de ciega oposición, quand même; y para que no se pueda dar a este paso más motivo que el que yo mismo le doy, concluiré diciendo que para mí así el Ministerio Istúriz como el Ministerio Mendizábal, como cuantos le han precedido y le seguirán, no tienen más importancia que la del bien o del mal que puedan hacer a mi patria.

En el Ministerio Mendizábal he criticado cuanto me ha parecido criticable, y de ello no me retracto, cualquiera que sea el partido o la popularidad que pueda tener en su favor y los medios que ponga en práctica en el día para hacer la oposición; lo mismo pienso hacer ahora con el actual, cualquiera que sea la fuerza que como Gobierno tenga en su favor; porque si hay quien puede tener miedo a los alborotos, a las multas o a la cárcel, yo no me siento con miedo a nadie. Y lo mismo pienso hacer con cuantos Ministerios vengan detrás, hasta que tengamos uno perfecto que termine la guerra civil y dé al país las instituciones que en mi sentir reclama; el acierto es, pues, el único medio de hacer cesar mis críticas, porque en cuanto a alabar, no es mi misión; ni creo que merece alabanza el que hace su deber. Por ahí inferirá usted que tengo oficio para rato.

Espero, pues, su respuesta para saber el partido que debo tomar, y sólo me queda que hacer presente a usted que cualquiera que ella sea, tolerante como yo soy con las opiniones de los demás, ni dejaré de respetar las suyas, ni trato con este paso de aventajar mi posición a costa de su periódico.

En el ínterin queda su atento amigo y servidor.

Fígaro

El Español, n.º 205, 23 de mayo de 1836.

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[Nota editorial: Otras eds.: Fígaro. Colección de artículos dramáticos, literarios, políticos y de costumbres, ed. Alejandro Pérez Vidal, Barcelona, Crítica, 2000, pp. 534-536; Artículos, ed. Carlos Seco Serrano, Barcelona, Planeta, 1981, pp. 541-543; Obras completas de D. Mariano José de Larra (Fígaro), ed. Montaner y Simon, Barcelona, 1886, p. 507.]