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1

Véase ante todo el libro imprescindible de Joaquín Casalduero: Vida y obra de Galdós (1843-1920), Madrid, Gredos, 1961, 2.ª ed. ampliada; cap. VI: «La Materia y el Espíritu».

 

2

Joaquín Casalduero («Ana Karenina y Realidad», en BHi, 39, 1937, págs. 375-396) puso en claro -frente a la opinión de Altamira, desorbitada por G. Portnoff- las divergencias entre el mundo moral de la novela de Tolstoy y el de la novela de Galdós.- Shirley R. Fite (The literary origins of «Realidad» by Benito Pérez Galdós, Univ. of Minnesota, 1958) parece que, además de tener en cuenta el influjo de Bourget y de Ibsen, vuelve a indicar el de Tolstoy. De esta tesis doctoral inédita sólo conozco el resumen contenido en Dissertation Abstrats (192, Nov. 1958-Febr. 1959). Sea cual sea la verdad sobre la influencia de Tolstoy, no me parece admisible esta suposición, leída en el mencionado extracto: «Ibsen's use of the drama as a vehicle to convey his message of social reform may have served as one of the origins for the dialogue form of Galdós novel». Tampoco estimo justa la opinión de Berkowitz según la cual la forma dialogada de Realidad «was perhaps as much the result of premeditation as of the inner logie of its theme» (H. Chonon Berkowitz: Pérez Galdós, Spanish liberal crusader, Madison, The Univ. of Wisconsin Press, 1948, pág. 241). El presente artículo quisiera hacer ver cómo la forma de Realidad responde a las exigencias del tema.

 

3

Ricardo Gullón (Galdós, novelista moderno, Madrid, Taurus, 1960) dedica interesantes observaciones a La incógnita y Realidad, pero no pone la forma hablada de esta última obra en relación con la necesidad de monologar de sus personajes. Por otra parte, no creo pueda sostenerse que el monólogo galdosiano sea más artístico que el de Joyce (pág. 248). Es sólo más teatral, dicho sea sin el menor matiz de reproche, que sería anacrónico.

 

4

José Echegaray: El gran galeoto (1881); en el «diálogo en prosa» que antecede al drama. -Recuérdense además estos títulos de dramas y novelas: El tejado de vidrio, 1856, de López de Ayala; Lances de honor, 1863, y Los hombres de bien, 1870, de Tamayo y Baus; El escándalo, 1875, de P. A. de Alarcón; La opinión pública, 1878, de Leopoldo Cano; El nudo gordiano, 1878, de Eugenio Sellés; La realidad y el delirio, 1887, de Echegaray; El cuarto poder, 1888, y La espuma, 1891, de Palacio Valdés; Pequeñeces, 1890, de Coloma; Las personas decentes, 1890, de Enrique Gaspar.

 

5

Utilizo la edición de La incógnita, Madrid, Perlado, Páez y Cía., 1906; la edición de Realidad «novela», Madrid, Impr. La Guirnalda, 1890; y la edición de Realidad, «drama», Madrid, Impr. La Guirnalda, 1892. En vez de páginas, cito los números de las cartas, jornadas (o actos) y escenas para facilitar el hallazgo en cualquier edición que se tenga a mano.

 

6

Galdós divide sus novelas habladas en cinco jornadas, como Shakespeare sus obras dramáticas. En el verano de 1889, o sea, cuando Galdós compuso Realidad, hizo un viaje a Inglaterra. «Su peregrinación de este año ha sido al pueblo que vio nacer a Shakespeare» (Clarín: Ensayos y revistas, Madrid, 1892, pág. 189). Galdós apela al ejemplo del Ricardo III de Shakespeare y a la Celestina cuando, años más tarde, en el prólogo a El abuelo (1897), discute el problema de la novela hablada. Véanse algunas interesantes apreciaciones sobre las «novelas dramáticas de Galdós» en: María Rosa Lida de Malkiel, La originalidad artística de «La Celestina», Buenos Aires, 1962.

 

7

Clarín: Ensayos y revistas, ed. cit. en nota 6, págs. 295-296.

 

8

Clarín: op. cit., págs. 298 y 299.

 

9

Llamo aquí conversación a la relación oral de varios interlocutores, y diálogo a la comunicación verbal entre dos personas, aunque es obvio que la conversación puede tener momentos dialogales y el diálogo momentos conversacionales.

 

10

Clarín: op. cit., pág. 288.