No estamos muy convencidos acerca de la utilidad de los
prólogos. Pensamos que si un libro tiene valor, nada de lo que se diga
le agregará brillo, y si no lo tiene, será inútil
cualquier esfuerzo para enaltecerlo en la estimación de los lectores.
Borges, en este sentido, tiene razón: el único, el verdadero
crítico es el tiempo. No obstante, nada nos impide querer compartir
algunas reflexiones inspiradas por poemas nuevos como los de Gilberto
Ramírez Santacruz, reunidos en este libro.
En primer lugar, creemos que para la consideración de estos
poemas debe descartarse todo prurito cientificista, apearse de los Derridas y
Bajtines de turno para dedicarse lisa y llanamente al disfrute de esta
experiencia estética. Es lo que hacíamos cuando los diversos
estructuralismos no habían enturbiado nuestra inocencia, y
podíamos recibir sin anteojeras las sugestiones de las
«Locas» y los «Partos» diseminados por nuestra
infancia. Todavía hoy, tanto Ortiz Guerrero como Julio Correa nos
conmueven, y de ningún modo sus evidentes imperfecciones resultan
óbice para la admiración que les profesamos.
En un sentido más amplio -y tal como lo propone
Fernández Retamar- probablemente para evaluar la producción
literaria de nuestros países subdesarrollados necesitemos de
parámetros menos rígidos que los que se usan en Europa. No
buscamos la perfección técnica ni estilística en nuestros
textos, sino apenas dar salida a esa urgencia por esgrimir las razones y las
impaciencias que nos consumen. Demasiado acosados estamos
—6→
por
carencias y necesidades elementales, y entonces no nos importa mucho que
nuestros escritos tengan la brillantez de un Borges o de un Neruda. Prima casi
la necesidad de expresión por sobre la de comunicación. Dentro de
nuestro país, sin embargo, hay ahora una enorme preocupación por
la forma. Nuestros poetas están mejor preparados, y evidentemente
están al tanto de las últimas novedades estéticas. Todo
esto se suma un poco a esa conocida dificultad para la expresión
directa, y entonces el discurso se afina en una modulación que quiere
ser aséptica, no «contaminada». Curiosamente, los más
perfeccionistas son los menos ganados por la cuestión social. Pero
están también los otros, los que se preocupan por el testimonio o
el compromiso, y de ahí esa bifurcación en los caminos de nuestra
poesía que ya señalara Josefina Plá hace varias
años. Matizada, esa distinción puede ser todavía valedera.
La poesía de Gilberto Ramírez Santacruz pertenece obviamente a la
segunda vertiente, como casi toda la literatura que se produce en el exilio.
Tiene, quizás, sus raíces en escritores «sociales»
como Barret y Julio Correa (también en alguna poesía
guaraní), pero enlaza, sobre todo, con la gran poesía rebelde de
nuestro tiempo. Hay, en efecto, una atmósfera, un clima universal de
protesta en el cual, por supuesto, también están inmersos
nuestros poetas mayores; los Campos Cervera, los Elvio Romero, algún Roa
Bastos y, últimamente, Carmen Soler. Sin duda hay otros nombres
importantes como los de Dimas Aranda o Luis María Martínez, con
los cuales Ramírez Santacruz parece tener mayor afinidad. Su voz, sin
embargo, es bastante personal, y si hemos de creerle, sus devociones
particulares se dirigen a los nuevos poetas como Ramón Silva o
Miguelángel Meza, que hoy mismo están haciendo llamativos aportes
al desarrollo de nuestra poesía dentro del Paraguay. Se trata
evidentemente de una cuestión generacional, en la cual tienen mucha
importancia otras manifestaciones estéticas como por ejemplo la
música. Ramírez
—7→
Santacruz, en efecto, es
también músico, y lo mismo esgrime la palabra que el canto.
(Alguna vez afirmamos que nuestra forma natural de expresión es la
música, y todavía creemos que esta sospecha encierra algo de
verdad: nos resulta más fácil el canto que la palabra). Pero,
¿qué es en definitiva lo que nos propone Ramírez Santacruz
con este nuevo libro, el tercero de su autoría? Indudablemente,
profundizar en sus intuiciones anteriores, para lo cual nos ofrece un poemario
dividido en tres partes. En la primera, se ciñe a la temática del
artista exiliado, que habitualmente se aferra a sus vivencias originarias que
son percibidas como una pérdida y como un despojo. En el afán de
recuperar esas vivencias, dice Ramírez Santacruz:
«... la siesta paraguaya es un silencio de fuego
poblada de gorriones sedientos...
y niños promiscuos en los yuyales en llamas»,
o también, la patria se dibuja como
«un árbol caído / tumbado por hachas mercenarias». Es
decir, el sentimiento de pérdida y la necesidad de reparación se
conjugan con los sentimientos de rebeldía para dar nacimiento a esa
esperanza liberadora que anima al poeta.
En su
Golpe de poesía, que abre el libro
proyectando el clima general de la propuesta, Ramírez Santacruz
dice:
«... levantemos la victoriosa bandera de la
razón
y sembremos el mundo de poemas satisfechos»,
sobreponiéndose de ese modo a la
sensación de soledad y abatimiento que a veces ensombrece sus poemas
(«Pueblo triste», «Hombre y mujer»,
«Lamento»). Aparece también una cierta potenciación
de los modos reflexivos o filosóficos, características que ya
asomaban en algunos versos anteriores, pero lo importante es que el poeta
consigue sobreponerse a sus caídas, y transmite finalmente esa confianza
en la felicidad futura que es el centro de sus preocupaciones. Su canto -y su
protesta-, si bien tienen su origen en la patria paraguaya, podrían
trasladarse
—8→
a todo el continente, porque como dice en un poema,
«Latinoamérica defiende un solo canto común y
general». Los temas no son, pues, enteramente locales, sino que tienen
validez para el resto de América Latina. Tales, por ejemplo, los temas
del ansia y la necesidad de la paz, los del disfrute pleno del amor, o los del
simple sentido de projimidad, tan perturbados en nuestros días.
En la segunda parte del libro predomina, en cambio, el tono
lírico. Así en los poemas a la amada («te hablo con el
corazón mojado / y con mi alma llena de goteras / para confesarte que
estoy contigo en la lluvia»); o en el poema denominado «Volver
juntos», donde dice:
«... ya volveremos cantando, amada mía,
cuando levante los párpados
el sol nuevo de nuestro pueblo».
O cuando se refiere a la ausencia, como en el poema «Pero sin
vos», o bien cuando le impone condiciones a la amada como sucede en el
poema de este nombre que proclama:
«... si amas al pájaro y no a su canto
si amas al hombre y no a la humanidad
si amas al poeta y no a la poesía...»
etcétera.
Pero para el autor no se trata solamente de exaltar el amor, sino de
poetizar sobre los diversos interrogantes que plantea la vida, como se ve en el
poema «Cuestiones»:
«... no es cuestión de existir nada
más
sino es cuestión de vivir la vida...
no es cuestión de dormir nada más,
sino es cuestión de soñar la vida...»,
o también, en este otro donde se
lee:
«... no quiero saber
que la vida no tiene importancia
que la liberación todavía no es factible
que la justicia está del lado del más fuerte
y que mi lucha con ellos es inútil...».
Ramírez Santacruz consigue aliar la poesía
lírica con la problemática social, desembocando siempre en un
sentimiento
—9→
de identificación y pertenencia con las clases
más desposeídas por la vida. Como en Mallarmé, todo para
Ramírez Santacruz conduce al poema, y éste a su vez se refracta
sobre su país para rescatar vivencias tan entrañables como las
que se refieren al primer amor, o a la necesidad y tristeza de partir hacia
otros horizontes como se ve en el poema «El tren hacia el viento
sur». Como sucede a menudo en los poetas de extracción popular -y
Ramírez Santacruz lo es- muchos de sus versos no son perfectos, pero se
salvan por la gran carga de humanidad que traen y que muestran, de todos modos,
un notable enriquecimiento de su sensibilidad poética. (Cf. p. ej. el
poema «Para cuando preguntes todo», dedicado al hijo).
Pero no quisiéramos abusar de esta suerte de «discurso
sobre el discurso» que venimos practicando, ya que sólo se trataba
de ubicar algunas claves para el disfrute de esta poesía. No podemos sin
embargo soslayar la última parte del libro que se titula
«Tributario», donde el poeta rinde homenaje a los padres cantores
que le acompañan en la aventura, vivos o ya desaparecidos como es el
caso de José Asunción Flores y Manuel Ortiz Guerrero. Apoyado en
estas figuras tutelares, el poeta sale en busca de esa ardiente comunión
que sólo puede darse en el corazón de la sensibilidad colectiva.
Tradicionalmente los poetas suelen fungir como los profetas de sus pueblos, y
unas veces de manera clara, otras de manera oscura, preanuncian la belleza que
se esconde en el futuro. Tal vez ésta sea, en definitiva, la
motivación más importante en la poesía de Gilberto
Ramírez Santacruz. Si el lector lo percibe así, sin duda
habrá conquistado el galardón más alto a que puede
aspirar.
EDGAR VALDÉS
Noviembre de 1986.
—[10]→
—11→
Golpe de poesía
«Triste país sin
vientos,
casi país del llanto,
déjenme que le cante.
Déjenme que le llore,
déjenme que le hable,
déjenme que lo aliente,
déjenme que lo mueva,
déjenme que lo alegre,
triste país sin
vientos».
LUIS MARÍA MARTÍNEZ
—12→
Golpe de poesía
Hagamos el golpe
y derribemos a los cuervos verdes
de su nido hediondo
de huesos inocentes
y almas combativas.
5
Demos el golpe
pero con guardapolvo, overol
y si es posible con sotana,
pero la de Camilo Torres y Ernesto Cardenal:
un golpe de pan y poesía.
10
Hagamos sonar las campanas
pero las libertarias,
no las de los redobles fúnebres,
golpeando de tal manera...
que escuchen hasta nuestros muertos
15
y los N.N. recobren sus rostros de pueblo.
Demos el golpe
y reventemos el ojo al cíclope verde
y arranquemos sus garras una por una
y asistamos a su agonía imperialista
20
y levantemos la victoriosa bandera de la razón
y sembremos el mundo de poemas satisfechos
y por fin sabremos explicar a nuestros hijos
y padres, el significado del vocablo: INDEPENDENCIA.
Hagamos el golpe
25
pero un golpe de vida y poesía,
un golpe con orden del pueblo
pero nunca en nombre de Dios
y arañemos el suelo con la mirada aguda
y descubramos el rostro unánime de nuestros hermanos
30
sonriendo, sobre y bajo la tierra madre.
—13→
Paraguay de siesta
El sol está en todo,
hasta en mis huesos que los creía guarecidos;
mi alma no es más que sombra de los 42 grados
y no queda un recoveco que no calcine Enero.
El desasosiego reina en la modorra quieta.
5
La siesta paraguaya es un silencio de fuego,
poblada de gorriones sedientos,
de duendes marginados,
lagartos jadeantes
y niños promiscuos en los yuyales en llamas.
10
El mediodía guaraní mensura realidades,
la frustración deja ver su silueta delimitada,
el aburrimiento adquiere su verdadera dimensión,
la impotencia se yergue como un muro de lamentos
y el sol se perpetúa las 24 horas;
15
mientras la lluvia amenaza y no llega;
mientras los perros lamen su nariz y jadean;
mientras el pueblo traga la última saliva
y se dispone a llover sobre la dictadura.
—14→
Intemperie
Busco un techo
cualquiera,
un árbol impermeable,
la sombra de un gorrión
en vuelo puro,
5
una mirada apacible
de muchacha inmojable,
un hogar tibio
para mi alma fría
y mi pecho de heladera
10
y mis pies sin agua caliente.
Busco un techo,
pero con paredes
intransparentes y sordas,
en lo posible,
15
porque soy tímido
y quiero hacer el amor
lejos del mundo
y encapsulado con ella
-en el cuarto oscuro-
20
y que nos trague el fuego
de nuestra tentación divina.
Busco un techo,
porque soy un jilguero sin nido,
porque soy un pájaro embarazado:
25
de poemas a punto de nacer,
canciones a punto de parir
y una guitarra hermosa
que se arruina en la intemperie
y una espalda empachada de rocíos
30
y el espíritu que está cariado
de tanta dejadez.
—15→
Busco un techo
cualquiera,
un departamento en donde quepa:
35
mi guitarra,
una muchacha,
un amigo de la calle:
todos mis sueños
y que mi bolsillo pueda soportar.
40
Busco un techo de igualdad.
—16→
... mas árbol semillero
Árbol caído, llamo yo a mi patria,
tumbado por hachas mercenarias.
Durmiente corroído, bajo las vías
y las botas del tren imperialista.
Quebracho talado, por su ejemplo de duro
5
y firmeza en su porte y como poste.
Tronco trozado hace más de un siglo,
retoñando cada segundo y vuelto a trozar.
Tajy derrumbado, por su valor
indoblegable,
por su madera olorosa y flor a veces azul.
10
Planta hecha leñas y rajas
pero con el fuego durmiendo en los carbones.
Madero frutal y de simientes;
¡pronto las raíces olvidadas tocarán las
nubes!
Palo desnudo de ramas y hojas dispersadas;
15
horquetas de nidos irrumpidos.
Árbol arrancado, llamo yo a mi patria,
mas árbol semillero:
El rollizo, sólo es el cadáver del
árbol,
con los sacudones -el alma- se diseminó en millones
20
por la tierra que empieza a resquebrajarse con los brotes.
—17→
Indignación
Me indigno...
porque cada vez que quiero ser bueno
me escupen en la cara,
porque cada vez que quiero gritar
me anudan la garganta,
5
porque cada vez que quiero empezar
me cierran el paso,
porque cada vez que quiero trabajar
me clausuran las manos
y porque cada vez que quiero descansar
10
me sacuden la cama.
Me indigno...
porque cada vez que quiero soñar
me roban la luna,
porque cada vez que quiero cantar
15
me enmudecen la guitarra,
porque cada vez que quiero amar
me espantan con burlas,
porque cada vez que quiero vivir
me fusilan con mentiras
20
y porque cada vez que quiero morir
me condenan a llorar.
—18→
Pueblo triste
Hace tiempo divisé un horizonte,
voy para allá con todo a cuestas:
con mi alma desgarrada,
con mi honradez desencajada,
con mi juventud carcomida,
5
con mi guitarra lastimada,
con mi canción de notas grises,
con mi ilusión a punto de jubilarse,
con mi esperanza desvencijada,
con mi tristeza flameante,
10
con mi mirada envejecida
y con mi sol ya enlutado
por las eternas promesas cotidianas,
por las cotidianas promesas eternas,
por llamarme Pueblo, a secas
15
-«hombre común», «hombre de la
calle»-
y no mencionan en sus estadísticas
los litros de lágrimas que he sangrado
y los poemas que he llorado.
Es cierto que me llamo Pueblo
20
pero olvidaron mi apellido, Triste:
Pueblo triste que empuña su lágrima
para conquistar su sonrisa.
—19→
Salir ausente
Estaba acostumbrado.
Supo que lo iban a llevar.
Ya no había tiempo para correr.
Entonces, enterró la guitarra,
desempolvó el coraje
5
y puso en su lugar la idea
y untó en su piel la causa...
Le abrieron la puerta.
Le hablaron como otras veces
con modales verdes y lenguaje militar:
10
culatazos, bofetadas y empujones.
Afuera lo recibió un puño cerrado
y un coche abierto de par en par.
Pronto pasó al baúl,
con boca y ojos clausurados
15
y una impotencia que usurpaba todo su ser.
No sintió miedo
a pesar del aire raro que respiraba,
pero sí una insoportable bronca,
bronca de hallarse una vez más atado
20
y saber, como es habitual,
que sería triturado a palos.
Es cuestión de esperar
y soportar, sobre todo. Pensó.
Luego, sintió que el baúl
25
era un útero del universo,
en donde un Cristo guerrillero
rompía el cordón umbilical
como una cadena herrumbrada de la opresión.
Lo que no imaginó,
30
entre el aire oloroso,
es que saldría del baúl ausente.
—20→
Hombre y mujer
El mundo es un jardín
La vida es una planta de rosa
La mujer es una flor efímera
pero una madre eterna
El hombre es una espina sin tiempo
5
cuanto más marchito
más ponzoñosa la púa
El hombre es el dolor mismo
El amor es una lluvia oportuna
y necesaria para la fotosíntesis
10
La tristeza es una hierba maldita
que crece a escondidas
a espaldas del hortelano miope
La esperanza es una brisa húmeda
que besa cada amanecer
15
la frente a la siembra sedienta
El miedo es un viento inclemente
que arrastra todas las hojas caídas
privando al suelo del milagroso humus
El mundo es un jardín
20
La vida es una planta de rosa
La mujer es una flor
El hombre, la espina
Y Dios es un espantapájaros
que, atalayado, mira indiferente.
25
—21→
Derechos humanos
Tiene los sesos transpirados
de llorar en el alma
y sonreír con los labios
en la ventana sin brisa
de la vida diaria.
5
Tiene los huesos humedecidos
de crujir los dientes a solas
y lamentar en silencio
los avatares eternos
del andar cotidiano.
10
Tiene las sienes aplastadas
de postergar los latidos
y gritar a los cielos
sus «derechos humanos»
violados a cada paso.
15
Tiene sus días intervenidos
por querer decir la verdad
o por exigir la justicia
y de soñar en la libertad,
tiene las alas caídas.
20
—22→
Cápsula
Incertidumbre, palabra extensa
como una cordillera de rocas negras,
habitante perenne del alma humana,
lienzo transparente y enlutado
que cubre el rostro a la esperanza
5
y atraganta a la fe en el momento mismo
de tragar a Dios, sin masticarlo.
—23→
Lamento
No me lamento por haber nacido pobre
ni por haber temblando de miedo
ni por haber llorado de frío.
No me lamento por haber nacido campesino
ni por haber crecido a pesar de todo,
5
ni por haber vivido en la miseria.
No me lamento por haber nacido indigente
ni por haber sufrido la marginación
ni por haber callado el dolor.
No me lamento por haber nacido triste
10
ni por haber pasado hambre
ni por haber esperado tanto.
No me lamento por haber nacido oscuro
ni por haber soñado en vano
ni por haber sido entonces bueno.
15
Pero sí me lamento por haber nacido adulto
y lamento haber muerto niño
y lamento por los que están muriendo
y lamento por mi infancia que no volverá.
Me lamento porque aún no puedo remediarlo.
20
—24→
Guerra I
El corazón vibra de melancolía
ante el acecho de la violencia,
como un vidrio empañado por el miedo,
que tiembla ante un niño con piedras en las manos
o como un paracaidista henchido de coraje,
5
un poco antes del primer salto.
El miedo se anida en la fragilidad,
la esperanza es una manta sin ojos
que cobija sin mirar a quién
y que abriga hasta los últimos huesos.
10
Todo vibra en mis territorios estériles,
más allá de mi piel desértica.
Todo es vibración. El mundo vibra,
vibra como un árbol ante un hachero
o tirita como una golondrina oscura
15
en el timón desabrigado de un barco.
Todo tiembla, hasta parece quebrarse
ante tu mirada dura y cortante,
ante tu boca, donde se te hace agua la vida,
que lame sus propios labios esperando,
20
esperando que crezca tu hambre abismal,
tu hambre de estómago desfondado
y colmillos herrumbrados.
Todo tiembla ante ti, asesina ciega.
—25→
Guerra II
¡Qué sombra espesa,
amenazante, dura
e inmensa!
Una sombra sin cuerpo.
Una sombra sin sol
5
ni plenilunio.
Una sombra lamentable,
en plena llovizna.
Recorre las calles,
veredas de la vida,
10
sin paraguas alguno,
a sabiendas para más
con las puertas llaveadas,
con los habitantes en silencio,
y los diarios que la nombran
15
y anuncian su llegada,
en cuerpo catástrofe
y con tinta oscurísima
el mismo color de su piel,
de su mirada ojerosa
20
y el alma abismal.
¡Pobre gente! La mía,
la tuya, la nuestra:
NOSOTROS
¡Gente pobre! Llora
25
en la paz, en la revolución
y en la indiferencia.
Llora siempre.
Como en este poema,
canto erguido al cielo,
30
que sueña ser nubes
-después de lagrimear-
llover sobre la gente
en canciones ingenuas.
—26→
Puro cuento, este poema.
35
Porque la guerra golpea,
manotazos de machete,
nuestra puerta frágil
y timbre enmudecido.
¡Pobre guerra!
40
¡Niégate hasta lo último!
Yo sé que eres mala
y asesina y hambrienta.
Pero niégate hasta lo último,
esta vez por lo menos.
45
Ya sé que hace rato,
un tiempo largo y angosto,
que te vienen trayendo,
arrastrada como osamenta,
de los pelos, de la nariz
50
y de todos los extremos.
¡Pobre guerra!
Sabe que todo el mundo,
todo el pueblo la odia.
Por eso se niega a llegar.
55
Pero cuando llegue
llamará a la puerta,
nadie le abrirá una ventana
y los derribará para entrar.
Sólo le bastará cruzar el umbral
60
y la huésped se sentirá bien,
como en su casa,
y será abrazada por la gente,
y la gente morirá por ella.
La guerra es como esa muchacha,
65
esa que tanto odio y tanto amo.
Esa muchacha que maldigo siempre
cuando no la tengo,
y bendigo a veces,
cuando de repente
70
abro mi puerta
—27→
y la encuentro en mi cama,
abandonada a sí misma
e invitándome para el vuelo.
Cómo la quiero,
75
y cuánto la amo entonces.
Pero se va y la odio
y la mando al infierno
y me digo: «No la amaré más»
y la odio sinceramente
80
pero quisiera olvidarla
-olvidarla realmente-
Pero ella, estoy seguro
volverá una vez más
e infinitas veces.
85
¡Pobre guerra!
No llegues nunca.
Te odia mi poema,
te odia toda la gente
y es probable, ¡Dios quiera!
90
que no seduzcas a nadie
y que te echen de la cama
a la calle misma
y no encuentres qué devorar
y te comas a ti misma.
95
¡Pobre guerra!
Eres una muchacha sucia,
prostituta de tarifa absurda,
y mi poema, mi único grito,
como el silencio de la gente,
100
te escupe moco sangriento
de pecho tuberculoso
en tu mismísima cara
y te da una patada en el culo.
Abril 6 de 1982
—28→
Fusil al hombro y guitarra en manos
Desde esta herida,
donde estoy sangrando,
allende la piel de Latinoamérica,
extiendo mi mano junto al pueblo,
elevo mi canto sobre el silencio
5
e izo la sonrisa de mi esperanza libertaria;
porque estoy seguro de que es nuestro el mañana.
Desde esta herida
donde me estoy revolcando,
en el vórtice de esta llaga en llamas,
10
acaricio la cintura de Centroamérica,
la encuentro embarazada y melodiosa,
pariendo por fin la Libertad;
porque no en vano amaron Sandino, los Martí y
Bolívar.
Desde esta herida,
15
donde estoy cantando,
a través de una huella del puñal imperialista,
en coro con el Quetzal, el Tayacán, el Guyrá
Campana,
al hombro un fusil, guitarra en manos
y con la garganta armada de razones;
20
porque Latinoamérica defiende un solo canto común
y general.
Desde esta herida,
donde me arrojaron como carroña,
al acecho de los cuervos agorilados,
en donde creen que estoy caído,
25
levanto mi verdad y la entono
y olvido las letanías y los misereres de ayer;
porque Latinoamérica no sólo quiere
Liberación:
TAMBIÉN PUEDE.
—29→
Comparaciones
Nuestro pecho es un campo herido,
recientemente arado;
nuestra mirada es una brasa doliente,
recientemente encendida;
nuestra boca es un río enmudecido,
5
recientemente desaguado,
en la vida ensangrentada de nuestro pueblo.
Nuestra frente es un muro de denuncias,
recientemente escrito;
nuestra espalda es un cuaderno rayado a latigazos,
10
recientemente trazado;
nuestras manos son dos palomas pordioseras,
recientemente convertidas,
en las calles indiferentes de nuestra patria.
Nuestro espíritu es una hierba del aire en el cuerpo,
15
recientemente brotado;
nuestra esperanza es una niña ciega y sonriente,
recientemente nacida;
nuestra fe es un horizonte en las entrañas,
recientemente surgido,
20
en la lucha libertaria del hombre latinoamericano.
—30→
Hombre sin máquinas de matar
Ayer...
tuvimos que callar
y dejarnos escupir sangre,
por las tísicas ametralladoras
y leprosas represiones:
5
pero hemos estado de pie ante las bestias verdes.
Hoy...
debemos gritar todos
y reventar los tímpanos
que no conocen más que balazos
10
y órdenes de asesinar:
pero gritaremos, para que hasta Dios oiga la voz del pueblo.
Mañana...
cantaremos una sola canción
y tañiremos un solo instrumento,
15
para que el mundo nuevo que forjamos
sea sólo del hombre, sin sus máquinas de
matar:
pero será el canto de la libertad, pisando el barro del
llanto
y acariciando el rostro tan anhelado del triunfo del pueblo.
—31→
Acaso
Acaso no es morir...
si viviendo, tienes las alas clausuradas
entre horizontes borrados por el miedo
o en medio del pantano sin orillas de un dolor,
entre palabras jubiladas de ropaje fúnebre
5
o en el gatillo oxidado de un fusil de la muerte,
entre cuerdas suicidas de una guitarra loca
o encerrado en la púa de un alambre asesino.
Acaso no es morir...
si viviendo tienes a quien amas, distante
10
y estar en los brazos desnudos de la soledad
o momificarse en la silla inútil de la espera
o quedarse con los labios abiertos de par en par,
como lagarto al sol, esperando aquel beso
prohibido, que prometió una boca alucinada.
15
Acaso no es morir
vivir en una habitación sin ventana
y una puerta que jamás ha visto el sol
y sin ser un tigre ni león hambriento
o sin ser pájaro o un vil asesino
20
estar enjaulado,
acaso no es morir.
—32→
Monstruos verdes
En el Siglo Veinte existe una especie de seres,
-animales de pelo corto y sin ideas-
seres poco favorecidos por la evolución,
-bestias con forma humana y verdes-
orangutanes que quedaron a mitad de camino de la conciencia,
5
-gorilones carnívoros, sobre todo, primates
caníbales-
seres corpulentos y mínimos de cabeza,
-monstruos con uniformes y asesinos recibidos en escuelas
extranjeras-:
el
homo faber y sus ametralladoras.
El Siglo Veinte es una centuria pintoresca,
10
-en contraste, existen seres indefensos e ilusos-
centuria habitada por tres Pablos,
-seres de segunda clase denominados civiles y
víctimas-
centuria dibujada por uno de los Pablos,
-homo sapiens son los acribillados
por el
homo faber-
15
centuria poematizada por el otro de los Pablos,
-indefensos son los científicos, artistas y obreros-
y centuria musicalizada por el último de los Pablos.
En el Siglo Veinte también existe otra especie de
seres,
-humanoides pálidos y campeones en elegancia-
20
seres dueños de las fieras verdosas y depredadoras de
almas humanistas,
-proceden del Imperio norteño y necesitan que los rehagan
humanos-
seres que cubren sus cuerpos con trapos y un pedazo de los
mismos penden de sus cuellos
-especímenes que dan órdenes de muertes, hambres y
dioses miserables-
seres muy temidos por su crueldad y diplomacia,
25
-adiestradores de los militares y cancerados de creerse amos del
planeta-:
—33→
homo erectus y prestidigitadores de
los monstruos verdes.
Monstruos verdes, defecaciones de San Martín;
Monstruos verdes, color de la mucosidad de Bolívar;
Monstruos verdes, distintivos de los «boinas»
asesinos de Sandino;
30
Monstruos verdes, caimanes mercenarios contra Solano
López;
Monstruos verdes, «marines» criminales de la
libertad de Granada;
Monstruos verdes, matones de Lorca, amante del verde;
Monstruos verdes, contra la esperanza azul del pueblo.
—34→
Epigrama
¡América! ¡América!
Hermoso Continente
y triste Contenido.
¡América! ¡América!
¡América! ¡América!
5
Hermosa Esperanza
y triste imperialismo.
¡América! ¡América!
¡América! ¡Latina!
Hermosa se despierta
10
y canta su himno.
¡América! ¡Latina!
—35→
Podación
Yo asistí a la podación fraudulenta
de las ilusiones familiares:
mis padres de ojos lastimados,
ojeados por la mirada de la pobreza;
mis hermanos de pechos revueltos,
5
sacudidos por el huracán de la miseria;
y la depredación de mis propios sueños
maduros, de mi universo forestal.
Yo contemplé la castración ominosa
de la gente de una generación:
10
campesinos de estómagos ulcerosos
y miradas clavadas en la tierra,
como mojones olvidados,
que no conocen otro «pan cotidiano»
que la desesperanza;
15
y estudiantes de almas carcomidas
y sueños atropellados -traspasados-
por el caballo del jinete soberbio,
como una zanja angosta y desaguada
en el aula de la ignorancia decretada.
20
Yo que asistí a la podación fraudulenta
y contemplé la castración ominosa,
decidí una mañana cualquiera
esperar el retoño de los árboles
de savia sangrienta, asesinados,
25
aplastados por los pies insensibles
de la sociedad de tumbadoras ciegas;
y levantar un monumento a la vida
con materiales de mi propio esqueleto,
porque yo he muerto hace mucho
30
y sólo ha quedado este poeta
que quiere pagar a la vida
llenándola de poemas combatientes.
—36→
¿Tercer mundo o el último
inmundo?
El filósofo Leibniz es un hazmerreír con su
teoría:
«Este mundo es el mejor de los mundos posibles».
Ciro Alegría tuvo más razón al escribir:
«El mundo es ancho y ajeno».
Pero el más acertado entre los decires es:
5
«El mundo es un pañuelo».
Sobre todo, para el Tercer Mundo que es una inmensa
lágrima
en la cara del Siglo Veinte: Lágrima impotente
y mucosidades virósicas en el rostro marginado de
Occidente.
Porque en «el reino de este mundo» todo es
pesadilla:
10
todo está previsto, calculado, el infra y el
subdesarrollo;
los laboratorios multinacionales programan el vientre de nuestra
mujer;
las estadísticas sentencian de antemano la muerte de
millones de niños;
los «concepticidas» son condimentos en la harina y
cuáker de Caritas:
el Fondo Monetario es la cueva de Alí Babá y sus
viles acreedores.
15
El Tercer Mundo -o el último inmundo- en donde la vida y la
muerte no tiene importancia;
en donde la noche no sólo depende del sol, sino del
sótano y la capucha;
en donde el pan, el libro y la libertad «son reclamos de
comunistas»;
en donde se predica el analfabetismo y la miseria como el pasaje
directo a Dios;
en donde las torturas, asesinatos y desapariciones son una
cotidianeidad;
20
en donde las deudas externas desnutren y exterminan como una tisis
verdadera;
en donde el imperialismo camina desenmascarado y desnudo como
dijera Marx;
—37→
en donde los golpes militares se hacen por telediscado con el
teléfono rojo de la Casa Blanca;
en donde el «patio trasero» cumple su papel de basural
y cachivachero;
en donde se puede comprender fácilmente el milagro de los
Rockefellers y la Coca Cola;
25
y en donde de cada 100 niños apenas 20 llegan a cumplir los
15 años.
—38→
Nacer sobre la muerte
Desde que asomé la cabeza,
cuando vine de la nada o del amor,
estoy naciendo perpetuamente,
como saliendo de un pozo sin brocal,
trepándome a una cadena corroída,
5
ristra de palabras callejeras
o colgándome siempre del cordón umbilical,
coyunda de bueyes y cigarras cantoras,
gritando para escucharme a mí mismo,
extendiendo las manos para arrancar el coraje,
10
como de un rosal lleno de púas mezquinas,
llegando diariamente al eslabón perdido y caer,
con la sombra de mi piel abarcando cada vez más,
como aguas de una inundación pestífera,
atragantándome con la verdad hasta el infinito,
15
y con la revolución
y con la patria
y con la poesía
y con la muerte que no logrará censurar mi nacimiento.
—39→
Estados del ánimo
«Hoy quiero volver a poner la
camisa
que me cosió mi madre al
revés
mientras estaba
soñando».
RAMIRO DOMÍNGUEZ
«Nosotros, los de entonces, ya no
somos los mismos».
PABLO NERUDA
—40→
Estados del ánimo
Es probable que algún escuelero
trasnochado, haya pintado el mundo
en una de sus travesuras nocturnas,
con estos colores tan entusiastas,
para contagiarme optimismo:
5
al cambiarme el techo pálido
por un cielo con ojos de muchacha,
al encontrar en mi ventana vacía
una mirada azul y enamorada,
al cambiarme el presente negro
10
por un futuro verde y sonriente,
al encontrar en mis paredes oscuras
un horizonte de rosas sin tiempo,
al cambiarme el mundo nublado
por un planeta lleno de soles,
15
al encontrar en mi mañana muda
un amanecer de gorriones
y cambiarme la vida en blanco y negro
por un universo de todos los colores.
Es muy probable que todo sea mentira
20
y que sólo suceda en mi mirada camaleónica
o simplemente hoy me siento bien.
—41→
Invasión con versos
Yo te encontré, muchacha tierna,
en la mesa de mi existencia de poeta,
como una hoja de papel en blanco,
en el momento justo de mi inspiración impertinente
que cubrió tu vida clara
5
con metáforas de piel enturbiada,
que llenó tu cuerpo de tiza
con sonetos viejos pero recién afeitados,
que diseminó tu vientre de campo
con lluvia infinitamente dulce,
10
que sembró tus mejillas fértiles
con besos de labios agricultores,
que cultivó tu alma de jardín
con manos tibias y morenas,
que trazó los límites de tu mirada
15
con horizontes de poemas grises,
que pintó tus ilusiones marchitas
con colores aún inmaculados,
que rompió tu silencio de luna tímida
con sonrisa blanca de dientes roedores
20
e invadió con versos ilustrados
tu corazón de cuaderno colegial.
—42→
Condiciones
Entonces no...
Si amas al pájaro y no a su canto
Si amas al rebelde y no a la revolución
Si amas al hombre y no a la humanidad
Si amas al poeta y no a la poesía.
5
Entonces no...
Si crees en el grito y no en su razón
Si crees en el silencio y no en su verdad
Si crees en la paz y no en su porqué
Si crees en la vida y no en su causa.
10
Entonces no...
Si quieres a la noche y no a su despertar
Si quieres al amante y no al amor
Si quieres al presente y no al futuro
Si quieres sólo hoy y no mañana
también.
15
Entonces no...
Si no te enamoras de la poesía
Si no te entregas al poema
Si no crees en los versos ciertos
Si la libertad no es todo para vos...
20
...yo no te quiero.
—43→
Tu felicidad
Desayunábamos un beso untado de angustia,
almorzábamos un poema hecho de prohibiciones,
cenábamos una sonrisa inventada por los dos,
dormíamos sobre brasas de arrumacos
y nos levantábamos a bañar en
crepúsculo
5
nuestros sueños haraposos e indigentes.
Nuestra vida era un papel virgen
en el cual aprendimos a escribir
sin importarnos que fuera con lápiz
o fusil y desacatando las puntuaciones.
10
Nosotros que impartimos a nuestros brazos
en medio de la tristeza, las piruetas del amor
y compartimos juntos una lágrima
al comprobar que no podíamos cantar
y ver a nuestra guitarra, arrinconada,
15
como un cadáver sin nombre ni dueño.
Nosotros que fuimos dos eslabones
de una misma cadena de dolores...
hoy que deberíamos estar juntos
nos separa la felicidad (la tuya).
20
—44→
Saturno en las Malvinas
Hoy me desperté enfermo:
con mi alma afiebrada,
con mi garganta agonizante,
con mi mirada ausente,
con mi pecho en silencio
5
y mi guitarra desnuda.
Hoy me desperté enfermo:
con mi noche perturbada,
con mi desesperación en vilo,
con mi esperanza en trizas,
10
con mi incertidumbre sonriente
y mi fe desmoronada.
Hoy me desperté enfermo:
con mi cielo ensombrecido,
con mi horizonte desdibujado,
15
con mi ventana lagrimeante,
con mi vida amenazada
y mi muerte recién nacida.
Porque Saturno estaba devorando a sus hijos en las Malvinas.
—45→
Conciencia
Unas manos crueles coronan
de espinas nuestro cuello frágil
y nos dirige la mirada sangrienta
con nuestros ojos desalojados
y espantados de sus órbitas
5
hacia el rostro indeseable de la muerte.
Los pies nuestros de cada día
siguen sellando el suelo
con sus huellas sin relieve
y efímeras, tatuajes inverosímiles,
10
sabiendo que en un momento inesperado
no encontrarán la tierra,
y el cielo es inconcebible
sin las alas.
Traemos la piel llena de remiendos,
15
los labios entumecidos,
el sagrado trasero roto,
la mirada llena de contusiones
y lo único mezquinable
que nos queda es la conciencia.
20
—46→
Siempre las flores
Las flores,
siempre las flores:
en el día de la amistad,
en la noche de algún ser querido,
en los «15» de una muchacha,
5
pero siempre las flores.
La madre,
siempre la madre
espera flores para su hijo
que acaba de ver la luz,
10
pero siempre las flores.
La novia,
siempre la novia
sueña en su hombre,
ese que la viste de besos,
15
lo sueña con flores en la mano,
pero siempre las flores.
Las flores,
siempre las flores
en la gloria del éxito
20
y en el infierno del fracaso;
en el canto y en la lágrima,
pero siempre las flores.
El camino,
siempre el camino
25
sonríe con sus veras florecidas,
entristece con la hojarasca del otoño
y una muchacha que se detiene a recoger rosas,
pero siempre las flores.
El hombre,
30
siempre el hombre
en su cuna, flores
—47→
y un arrullo maternal;
y en su tumba, corona de flores
y un llanto general,
35
pero siempre las flores.
—48→
Cualquier día
Hacedora de lágrimas,
quisiera encontrarte una madrugada de éstas
o en una tarde moribunda,
bajo la lluvia ciega
o sobre un puñal sentada,
5
a la vuelta de un cementerio
o acurrucada en un revólver,
esperando a nadie
o mirando a todos,
con tus ojos espinosos
10
o con tus pupilas ponzoñosas,
de asesina impiadosa
o como una santa pervertida,
sin conciencia de virtudes
o embriagada de eternidad,
15
rumiando indiferencia
o estrujando corazones,
cómplice de gusanos, Muerte.
—49→
Recuperación
Mis noches despobladas y negras
han recuperado sus astros,
mis días polvorientos y nebulosos
han recuperado su sol,
mis manos locas y frías
5
han recuperado su tibieza,
mi mirada de luciérnaga exhausta
ha recuperado su luz,
mi pecho de olas furiosas
ha recuperado su paz,
10
mis brazos de ramas sin hojas
han recuperado su verdor,
mis labios de pastos mustios
han recuperado su rocío,
mis sienes de arroyos revoltosos
15
han recuperado sus remansos,
mi canto de voz acallada
ha recuperado su grito,
mi inspiración de poeta sin musa
ha recuperado su numen,
20
mi guitarra de cuerdas enmudecidas
ha recuperado sus dedos pulsadores
y mi vida de corazón detenido
ha recuperado su latir.
Pero todo a partir de vos...
25
—50→
Vida y muerte
La palabra tiene su propio imperio
de fuerzas, para vencer con una sílaba
a un ejército de silencios heroicos,
para reinar sobre los suspiros incontenibles,
para constituir un hueso primordial
5
en el esqueleto duro de un poema.
La palabra nace donde, estoy yo,
termina la mirada auténtica,
donde se hunde la sonrisa virtuosa,
donde se pierde el horizonte
10
que, nostálgico, sangra de sol
y donde desemboca una herida.
La palabra muere donde estoy yo,
en la orilla temblorosa de un llanto,
en la tumba preñada de un dolor,
15
en la tarde lluviosa de una promesa,
en la página amarillenta y sucia
de un libro inédito y olvidado.
La palabra nace donde, estoy yo,
muere el pájaro de la inspiración
20
y muere donde, siempre estoy yo,
nace el crepúsculo de una sonrisa
o en la frontera de una mirada universal.
—51→
Niño con revólver
Cuántas veces uno amanece
con el alma enferma
y el cuerpo relampaguea
doliente, en el cielo herido
de nuestra vida lluviosa.
5
Y cuántas otras, uno amanece
con el alma ausente
y el cuerpo se despedaza
frágil, como un vidrio
con la piedra ciega
10
de alguna honda de la vida,
que no sólo nos dispara
sino siempre nos acierta,
alguien de la oscuridad,
alguien sin rostro,
15
alguien con remordimientos
que se venga furioso,
alguien que nos cobra
una deuda que desconocemos,
alguien que si nos quiere
20
nos quiere muy mal,
porque nos hace mucho daño,
porque nos hiere y se va;
por eso... se me ocurre
que un cuerpo sin alma
25
es imprevisible como un revólver
en manos de un niño triste.
—52→
Todo I
La orfandad de un perro sin nombre
La melancolía de una tarde sin sol
La espera eterna sin dónde ni cuándo
El crepitar de las estrellas en la noche
El mirar sin ver nunca la justicia
5
El llorar a solas sin saber porqué
La angustia de un dolor sin esperanza
La fiebre de un rencor irremediable
La perfidia de una mirada inocente
El consejo profético de los padres
10
El juramento vano de los labios
El escupir a la indiferencia
La caricia de una muchacha en flor
La sordera de Dios hacia el dolor humano
La dignidad de nuestro corazón
15
El cantar inútil a los cuatro vientos
El gritar al mundo una verdad
El callar a mí mismo una mentira
La lucha por el Pan de todos
La búsqueda de una libertad sin rejas
20
La vida por el solo hecho de vivir.
Todo me conduce a un poema. Todo.
—53→
Todo II
Cada adjetivo tiene un perfume,
cada sustantivo tiene un color,
cada adverbio tiene un sentido
cuando caen en el pentagrama
de líneas forjadas de alambre
5
y de espacios rígidos y limpios
de un poema ligeramente musical.
Cada palabra tiene una imagen,
cada melodía tiene un mensaje,
cada silencio tiene su porqué
10
cuando irrumpen en la noche
de encuentros pecaminosos,
de premeditados besos prohibidos,
de caricias extramatrimoniales,
de dos enamorados inescrupulosos.
15
Cada grito tiene un antecedente,
cada canción tiene un corolario,
cada mudez tiene un motivo
cuando habitan en el alma frágil
de un hombre de ánimo quebrado
20
y sueños agonizantes.
Para mí todo tiene un sentido,
hasta este trasnochado poema,
pero no esta tristeza mía.
—54→
En vez de carta
Sí, me dije y rompí con mi alma;
nunca creí que fuera tan débil y ciega.
Entonces me puse a pensar en el amor
y descubrí que la vida lloraba su ausencia
y el mundo esperaba cartas día a día de
él
5
y jamás le dio curso a la sospecha de que hubiera muerto
ya
y que debía resignarse a olvidar.
Pero debo agarrarme de este árbol espinoso de la
poesía
y así seguir flameando mi juventud en el viento
libertario
y no permitir el destiñe de los colores puros de mi tela
ideológica
10
y mantener la puntería del justiciero mástil de la
igualdad,
hacia el blanco mismo de la llaga obrera del planeta.
Ahora con estas palabras sólo quise construir un
poema
y entregar en propia mano al mundo;
porque tal vez nunca reciba la carta que espera hace siglos.
15
—55→
Carlitos y Chaplin
Las calles se vuelven amigas
de mis pasos inseguros y ciegos
y los adoquines ahuecados
de infinitas grietas incurables
acechan como muertos alegres
5
a mi frío rostro polvoriento
y mirada pedregosa
que no quiere dejar de sonreír,
que agradece por una brisa,
que no maldice una cachetada,
10
que no esquiva al sol,
que busca unos ojos dulces
que se le han volado una mañana,
de una muchacha pura miel
que resiste el peso de una lágrima
15
y hace que a veces se vuelva el Chaplin
y siempre se convierta en el Carlitos
y mi pluma es menos que su bastón
y estos versos son menos eficaces
que un gesto cualquiera
20
de nuestro Arlequín inglés.
—56→
Discordia
Te hablo en medio de la lluvia,
la única providencia que te hace feliz,
y no sé si mi palabra caerá como una gota
más.
Pero te hablo con el corazón mojado
y con mi alma llena de goteras,
5
para confesarte que estoy contigo en la lluvia.
Sin embargo, te sigo hablando empapado,
con mi paciencia de paraguas negro
y mi poema te salpica como una baldosa floja.
Y sigue lloviendo. Y te sigo hablando.
10
Y aún no puedo pronosticar el fin de la lluvia.
Y acaso podrá el agua contra la tinta del amor.
Claro que la guitarra de nuestro dolor sonará
y no resistirás el golpeteo de la lluvia sobre las
latas
y seguiremos viviendo el aguacero a través de un
vidrio.
15
Entonces, para qué hablar de la lluvia esta
mañana;
dejemos que llueva sencillamente, sin palabra nuestra
y cuando termine (¡Qué lástima que las lluvias
terminan!),
saquemos al sol la discordia que inunda el río de nuestra
pasión.
—57→
¡Equivócate!
El destino te devora a trompadas
y te niegas a llorar por vergüenza
«porque eres hombre».
La angustia te consume a zarpazos
y te niegas a aceptar tu piel rota
5
«porque no eres mujer».
La soledad te hiere a puñaladas
y te niegas a sangrar de verdad
porque eres «todo un macho».
La fantasía te tortura el alma
10
y te niegas a creer que puedes volar
«porque ya no eres niño».
El azar te decreta la vida
y te niegas a explotarla
y la dejas intacta.
15
El mundo te sentencia la muerte
y te niegas a amarla,
y te entregas hipócritamente.
Por miedo al miedo mueres
y no haces más que dudar y dudar.
20
Tal vez, no encuentres nunca la verdad
pero atrévete a equivocarte.
—58→
Si uno se dejase
Si uno se dejase
¡lo que haría la vida con uno!
Si uno se deja
¡lo que haría la muerte con uno!
Si uno se deja
5
¡lo que haría el mundo con uno!
Porque la vida es un gato hambriento
y uno es la rata que juega entres sus fauces;
pero uno se hace el zorro y así le va.
Porque la muerte es la ruleta rusa
10
y uno la bala, dedo y sien al mismo tiempo;
pero uno cierra los ojos por las dudas.
Porque el mundo es un elefante de piel muy dura
y uno la hormiga que muerde para hacerse sentir;
pero uno se hace el mono y grotescamente monta al mundo.
15
—59→
Cuestiones
No es cuestión de respirar nada más
sino es cuestión de suspirar, la vida;
no es cuestión de caminar nada más
sino es cuestión de andar, la vida;
no es cuestión de dormir nada más
5
sino es cuestión de soñar, la vida;
no es cuestión de pensar nada más
sino es cuestión de sentir, la vida;
no es cuestión de buscar nada más
sino es cuestión de encontrar, la vida;
10
no es cuestión de existir nada más
sino es cuestión de vivir, la vida;
no es cuestión de nacer nada más
sino es cuestión de crecer, la vida;
no es cuestión de tener nada más
15
sino es cuestión de ser, la vida;
no es cuestión de ganar nada más
sino es cuestión de jugar, la vida;
no es cuestión de perder nada más
sino es cuestión de batallar, la vida;
20
no es cuestión de amar nada más
sino es cuestión de no odiar, la vida;
no es cuestión de morir nada más
sino es cuestión de resistir, la vida;
y mi cuestión es escribir la vida
25
en la cara analfabeta de la muerte.
—60→
Pero sin vos
Como un picapedrero, tu recuerdo
cava y golpea mi alma rocosa
y ya me ha traspasado la piel
y me va despedazando poco a poco
como el mendigo de aquella esquina
5
-que nos vio besar, una tarde lluviosa
debajo de aquel paraguas de cielo negro-
despedaza su mendrugo enmohecido
y deglute su amarga soledad
con su rostro rajado de expresión agria,
10
con sus manos descascaradas y temblando,
con sus ojos de fósforos a punto de apagarse,
con sus zapatos vencidos por los basurales,
con sus cabellos muertos por la intemperie,
con su cuerpo marchitado por la indigencia,
15
con su alma llagada por la tristeza
de aguardar la muerte y la angustia
de esperar siempre a nadie ni nada.
Tu recuerdo es un mendigo hambriento
y yo soy su mendrugo tan deseado
20
y este poema es aquella tarde lluviosa,
pero sin vos.
—61→
No quiero saber
No quiero saber
que la muerte es una mentira,
que es una esperanza inválida,
que es una consecuencia absurda,
que es una justicia igualitaria
5
y que la vida es la campana del tiempo.
No quiero saber
porque lo que mata no es la muerte
sino la indiferencia y el olvido,
porque la tumba misma es eterna,
10
una forma de no morir del todo,
porque sólo mueren para siempre
aquellos que han muerto sin nombre,
aquellos que han salido sin los documentos
para ir solamente «hasta la esquina»,
15
para no volver jamás.
No quiero saber
que Dios es una «verdad verdadera»,
que las palabras son capciosas,
que los mártires son estúpidos,
20
que los poetas son necesarios
y que la dignidad no es posible.
No quiero saber
que la vida no tiene importancia,
que la liberación total no es factible,
25
que la justicia está del lado del más fuerte
y que mi lucha contra ellos es inútil.
—62→
En tren hacia el viento sur
La mirada de la lluvia era evidente entonces,
la tarde sentía anudada fuertemente su garganta,
nuestras manos se trenzaban como juncos a punto de arrancarse,
la guitarra tiritaba en mi espalda -no quería dejarte-,
el «momento» se hacía inminente en cada
instante que moría,
5
hasta que comenzaron a llorar las campanas de la
estación
y el tren empezó a viborear tercamente,
con su respiración asmática y aliento de brasas
verdes,
y te abandoné en el andén como una colilla
inservible
o como una ropa nueva que pasa de moda,
10
y seguí el camino apasionante del viento sur
y me alimenté de distancias hasta empacharme
y no puedo olvidarme de aquella última mirada tuya
-que decía «me dejás pero me voy
contigo»-
y me duele recordar porque no tengo el coraje de decirte
«adiós»
15
y me mata porque no puedo estar con vos ni sin vos: Paraguay.
—63→
El mismo tren
El tren que me alejó de vos una tarde
jamás quiso que regresara para verte.
Recuerdo que tus ojos eran para mí
dos pedazos de gloria en la miseria
de mi adolescencia desahuciada.
5
Las veces que he llorado por nuestro pueblo
también lo hice por tus besos aquellos,
que me enseñaron el vuelo del placer
y despertaron el fuego en los leños de mi virilidad
y revolucionaron mi piel.
10
Los brazos extranjeros que conocí,
me hicieron añorar más los tuyos
que son nativos, como mis sueños escolares
y recordar aquella víspera de mi partida
en que bebí las lágrimas de tus mejillas,
15
para demostrarte que te quería.
—64→
A veces
Es infinita la noche y, a veces, es una gota de tinta
cuando nos agarra desnudos con los ojos taladrando el techo,
cuando encontramos al sol escondiéndose asustado en
nuestro bolsillo
o cuando miramos por la ventana y descubrimos que estamos
solos
y cerramos los ojos en la ventana abierta de la vida oscura.
5
Es inmensa la tarde y, a veces, es una hoja de luz
cuando nos sorprende trabajando al sol y con los bueyes muertos
de sed,
o cuando nos encuentra con la mirada derrumbada en los
surcos
y los brazos del espantapájaros dirigiendo el
tránsito de los vientos
o cuando regresamos a la tristeza sin haber partido nunca de
ella.
10
Es inabarcable la mañana y, a veces, cabe en una rendija
de la pared
cuando nos desperezamos optimistas y nos crujen los huesos bajo
la piel
o cuando nos llega con la campana de la iglesia que martilla una
muerte
o cuando el gallo canta y con su aliento limpia la cara al
crepúsculo,
o cuando alguien desafina en la orquesta de gorriones y nos
despierta.
15
Es misterioso el poema y, a veces, es un montón de
palabras.
—65→
Volver juntos
Ya volveremos cantando
con las manos llenas de sol,
con los ojos vacíos de noche
y con la frente estrellada
después de nuestras lágrimas.
5
Ya volveremos soñando
con los labios llenos de besos
con las piernas negras de danzas
y con el alma sin pesadillas
después de nuestro insomnio.
10
Ya volveremos, volviendo
con las mismas canciones,
con la misma sonrisa,
con la misma verdad
como cuando nos echaron
15
y pensaron que habíamos muerto.
Ya volveremos cantando, Amada mía,
cuando levante los párpados
el sol nuevo en nuestro viejo pueblo.
—[66]→
—67→
Tributario
«... y el canto de ustedes que es
el mismo canto
y el canto de todos que es mi propio
canto».
VIOLETA PARRA
—68→
Padres nuestros
a los que
dejaron la semilla revolucionaria sobre la tierra y que hoy, bajo
ella, están dándole raíz.
Padres nuestros
que están en la tierra,
abonando el maíz, el girasol y las estrellas,
multiplicados sean vuestros nombres,
en los pueblos sedientos de libertad.
5
Venga a nosotros el reino de la liberación,
para hacerse vuestra voluntad en la tierra
como así también fuera de ella.
Dadnos hoy los mejores granos para amasar nuestro pan
de cada día y cada noche.
10
Perdónanos por pagar nuestras deudas externas,
como también nosotros perdonamos a nuestros
torturadores
y no nos dejéis caer en la intervención yanki;
mas libradnos del mal imperialista, amén.
—69→
Novio de la libertad
a Elvio
Romero
Qué «días roturados» los tuyos,
mientras esperas que «despierten las fogatas»,
mientras soportas los «resoles áridos»,
mientras sufres «de cara al corazón» el
«relámpago herido»
que sangra lágrimas puebleras.
5
Qué «destino y poesía» el tuyo,
igual que tu hermano mayor
-sí, Miguel, el del barro-
y qué «guitarra dura» la que desgranas
y ejecutas para y por «los innombrables».
10
Qué terca tu esperanza,
no dejó apagar «el viejo fuego» de la
libertad,
que hará sucumbir tu largo «destierro y
atardecer»