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No faltan escritores peninsulares que practiquen hoy día lo mismo99. De don Salvador Bermúdez de Castro se pudieran citar no pocos ejemplos parecidos a este: «Si al menos hubiera tenido (el confidente de don Juan de Austria) la cordura del silencio, hubiese conservado la vida, mientras llegaba la hora de desmoronar la fortuna del privado».

 

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Don Vicente Salvá censura con mucha justicia aquel pasaje de Jovellanos: «Igual recurso tendrán los artistas, cuando las partes con quienes hubiesen tratado no les cumplieren las condiciones estipuladas». Era preciso decir hayan o hubieren tratado. Pero el mismo Salvá me parece haber caído en una inadvertencia, proponiendo para corregir la frase, que se sustituya cumpliesen a cumplieren, sin tocar lo demás. Mientras subsista tendrán, no se puede decir correctamente sino hayan o hubieren, cumplan o cumplieren; bien que en este último verbo puede hacerse uso, si se quiere, del ante-futuro hayan o hubieren cumplido, en lugar del simple futuro.

 

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La misma inversión de significado que en cosa podida hay en cosa posible. Lucrecio (hablando del cántaro de las Danaides, III, 1.024) dio a posse la inflexión pasiva potestur.


«Quod tamen expleri nulla racione potestur».



Donde potestur no está usado por potest, como algunos han querido, sino por fieri potest100.

 

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Esta segunda denominación era muy propia en latín, donde había verbos activos y pasivos, y verbos que no eran ni uno ni otro, esto es, neutros. En las lenguas que carecen de verbos pasivos no debiera haberse dado el título de neutros a los intransitivos.

 

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Por eso sucede a veces que a un verbo castellano activo corresponde en otras lenguas un verbo intransitivo, y recíprocamente.

 

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Hay en todas las lenguas un movimiento continuo en que el verbo activo pasa a neutro, y el neutro se convierte en activo; movimiento que se efectúa por transiciones fáciles y suaves en el habla común, y de que los más correctos escritores se han aprovechado siempre para dar novedad, fuerza o gracia a la frase: como se ve en el ardebat Alexin de Virgilio, en el anhelare crudelitatem de Cicerón, en el nox est perpetua una dormienda de Catulo, en el garrire fabellas aniles de Horacio, etc. No tuvo, pues, razón Hermosilla para mirar estas transiciones como licencias que no se deben conceder ni aun a los poetas, y sienta un hecho inexacto cuando dice que ni Homero entre los griegos, ni Virgilio entre los latinos, ni los demás poetas de aquellas naciones, hicieron jamás transitivos los verbos neutros. Véase la Minerva del Brocense, libro III, cap. 3. Sánchez llega al extremo de negar absolutamente la existencia de verbos neutros, y sostiene que los así llamados no se diferencian de los activos sino en que se calla de ordinario su acusativo porque es casi siempre uno mismo. Yo no me atrevería a decir tanto; pero es incontestable que la línea de separación entre las dos clases no está fundada en la naturaleza, esto es, en su significado (pues el verbo que en una lengua es transitivo puede no serlo en otra), ni en una misma lengua se mantiene fija. Quebrar, por ejemplo, que fue intransitivo en su origen, significando estallar (crepare), se ha vuelto activo equivalente a romper; y apenas quedan vestigios de su primitiva significación en la amistad que quiebra, la casa de comercio que quiebra, y en ciertos refranes como la verdad adelgaza, pero no quiebra. Por el contrario caber, que antes era activo significando contener, hoy se emplea regularmente en la significación intransitiva de ser contenido. Cervantes lo usa de ambos modos: «Descubriendo la canasta, se manifestó una bota con hasta dos arrobas de vino, y un corcho que podría caber sosegadamente y sin apremio, hasta una azumbre»; «Se bebió (don Quijote) de lo que no pudo caber en la alcuza, y quedaba en la olla, casi media azumbre».

 

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No lo acierta, a mi juicio, Clemencín cuando equipara esta construcción al helenismo de los latinos: Os humerosque Deo similis. Pruébase el complemento acusativo por la analogía de vestir a una persona una túnica y ceñirle una espada; y por la correspondiente pasiva. Cervantes dice que «Monipodio traía cubierta (puesta, echada encima) una capa de bayeta». El mismo Clemencín ha citado este otro ejemplo: «Iba Gatarú desarmado, y cubierto un rico manto», donde cubierto no concierta con Gatarú sino con manto; la frase se traduciría literalmente en latín, «Ibat inermis et induto pallio»; decíase induere se pallio e induere pallium, como cubrirse con una capa o cubrir una capa.

Descubrir se usaba de un modo semejante en lo antiguo, como se ve en este verso tan expresivo de la Gesta del Mío Cid:


«¿A quem descubriestes las telas del corazon?».



Así dice el héroe a los Infantes de Carrión, que habían afrentado atrozmente a sus hijas; literalmente, «cur mihi cordis involucra exuistis?».

Tirso de Molina forma caprichosamente el verbo deslutar, y lo construye de un modo análogo:


«Deslutadle al sol la noche»,



dice un caballero a una dama tapada, como si dijera, quitadle al sol esa noche que le enluta.

 

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«Quamvis pontica pinus
Silvae filia nobilis,
Iactes et genus et nomen inutile».



 

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Ha sido inadvertencia acentuar este como si perteneciese a saber, y se dijese asno sé es por sé que es asno; la construcción sería durísima, a la vez que innecesaria, porque con asno es estaba dicho lo mismo y más claro, y sin detrimento del verbo; el hiato en iguales circunstancias no lo repugnarían los más delicados versificadores. Cabalmente el mismo autor del Quijote había dicho poco antes en otro soneto:


«Necio él, dura ella, y vos no amante».


 

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En Chile, refiriéndose a horas, se dice generalmente las han dado, las dieron, etc. «¿Han dado las cuatro? -No, pero luego las darán». Ésta es una construcción impersonal de que hablaremos luego (§ 344).