Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

231

En francés se señala este sujeto indeterminado con el pronombre il, que lo deja tan oscuro y vago como estaría sin él, y se le añade el adverbio y (allí) que es otro demostrativo igualmente indeterminado. En el castellano antiguo se agregaba también el adverbio hi (escrito muchas veces y) al impersonal haber, diciéndose hi ha o ha hi, de donde sin duda proviene que en el presente de indicativo el adverbio se haya pegado inseparablemente al verbo cuando éste se usa para significar de un modo indirecto la existencia. El mismo oficio que los franceses dan a il y, dan los ingleses al adverbio there, y los italianos al adverbio vi; cosa notable, siempre una idea o un signo oscuro, vago, indeterminado105.

 

232

Es preciso corregir el vicio casi universal en Chile de convertir el acusativo en sujeto del impersonal haber: hubieron fiestas, habrán alborotos, habíamos allí cuarenta personas.

 

233

Otro vicio comunísimo en Chile, en este uso impersonal de haber, es el intercalar la preposición a antes del que: «Habían cuatro meses a que no le veía». Además de este yerro hay en esta frase el otro no menos chocante del plural habían. Choca no menos este uso de la preposición a en construcciones de hacer, aplicado al trascurso del tiempo: «Hacían algunas semanas a que aguardaba su llegada», donde también hubiera sido mejor hacía104.

 

234

«Cum dico curritur, cursus intelligitur et sedetur sessio, et ambulatur ambulatio» (Prisciano). Véase la Minerva del Brocense, lib. III, cap. I.

 

235

Es práctica modernísima y que choca mucho, se los admira. Ha nacido de asimilar nuestra locución a la francesa on les admire, que es esencialmente diversa. Se les ahorca, dice Salvá en el prólogo de su diccionario de la lengua castellana, sin embargo de que este autor mira a los como la terminación propia del acusativo masculino de plural de él.

 

236

No faltan en la construcción impersonal de que se trata, ejemplos autorizados de le, les femeninos: «No bastará desagraviar la propiedad con la libertad de los cerramientos, si no se le reintegra de otras usurpaciones» (Jovellanos). Pero no insistimos en ellos porque son raros y pudieran atribuirse a yerros de imprenta. El mismo Jovellanos ha dicho: «¿Dónde podría la nobleza hallar un empleo digno de sus altas ideas, sino en las carreras que conducen a la reputación y a la gloria? Así se la ve correr ansiosamente a ellas».

 

237

No debe imitarse al escritor moderno que ha dicho: «Supondrase flacos fundamentos a las más hidalgas resoluciones»; supondranse pide la lengua.

 

238

Construcciones parecidas a se les lisonjea, se les admira, no sé, si se encuentran en escritores castellanos anteriores al siglo XVIII. De entonces acá se han ido frecuentando más y más; en el reinado de Carlos III eran comparativamente raras; hoy se emplean a cada paso, y muchas veces sin necesidad. Al contrario, la construcción pasiva de participio adjetivo era de mucho más uso en tiempo de Cervantes que ahora.

Aquí notaremos que en algunos países de América se adulteran estas construcciones del modo más absurdo, concertando al verbo con el término de su complemento: «Se azotaron a los delincuentes».

 

239

La causa de los extravíos en el uso de las construcciones cuasi-reflejas, es el mirarlas como un exacto trasunto de la frase francesa que principia por on (homme, hombre), verdadero sujeto del verbo. On voit dice literalmente hombre ve, y lo traducimos muy bien se ve, esto es, se ejecuta la acción de ver. Pero aunque se diga en francés on est content, haciendo a content predicado de on, no por eso diremos nosotros en el mismo sentido se está contento, porque siendo impersonal la construcción, no habría sujeto a que pudiera referirse el predicado. Los traductores novicios cometen frecuentes galicismos poniendo se dondequiera que encuentran on.

 

240

Hoy disonaría mucho aquella concordancia de don Diego Hurtado de Mendoza: «La gente salieron en público».