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Además de los tiempos absolutos, j'étais (yo era) expresa un pasado «como presente relativamente a otra época que se fija o que no se fija», p. 143; es el pasado simultáneo de los demás añadiéndole la también vieja complicación de época determinada o indeterminada. De la misma manera j'aurai été (habré estado) es un futuro pasado, p. 145, o sea el futuro anterior de los demás, en Bello ante-futuro, etc.

 

62

Y por excepción acude para explicarlo a una de esas descomposiciones de sentido, en cadena de equivalencias, tan típica de la gramática racionalista: «El fin de sacar es necesariamente el principio de haber sacado», etc.

 

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Fuera del sistema y marginalmente apunta algún valor no temporal de los tiempos (para el co-pretérito y el ante-presente). En él prólogo de su Análisis habla del valor que da «a las formas del verbo en cuanto significativas del tiempo». Yo me inclinaba a ver aquí un indicio de limitación voluntaria, pero probablemente esa frase no responde más que a uno de esos escrúpulos de exactitud frecuentes en los gramáticos, y alude a las formas que significan tiempo con exclusión de las que significan modo, persona y número.

 

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Edición Fondo de Cultura Económica, México, 1948, p. 100, donde se extiende algo más sobre tales falacias de la imaginación.

 

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Bello no usa la nomenclatura de «tiempos absolutos y relativos», como tampoco la había usado la Grammaire de Port-Royal, aunque en ambas gramáticas es la idea central. En su Análisis, § 5, declara que «el verbo dice siempre una relación de tiempo con el momento presente», pero nada hay en su sistema que recoja la antigua disposición homogénea de todos los tiempos verbales en pretéritos y futuros próximos y lejanos, o sean más o menos alejados del momento presente. Ha de entenderse, pues, que los tiempos dicen una relación temporal con el momento presente, unos directamente (absolutos), otros indirectamente (relativos). Aun así, no se conforma esa declaración con el sistema de Bello: en «me dijo que vendría», vendría indica pura posterioridad a dijo, sin referencia a si ese pos-pretérito se cumple antes del momento en que hablo, ahora mismo o más adelante.

 

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La misma idea en Salvá, p. 185: «Haber amado significa tener amado, esto es, haber ya amado; de donde el sello de pretérito que imprime a todas las frases en que se encuentra, como también lo notamos en queda, está o tengo demostrado».

 

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Tengo sobre mi mesa algunos libros que tratan del tema: H. Bergson, Durée et simultaneité, París, 1922; Martín Heidegger, Zeit und Geist, 1927 (en el tomo VIII, pp. 1-438 del Jahrbuch fuer Philosophie und Phaenomenologischer Forschung). John E. Boodin, Time and reality, New York, 1904; E. Koschmieder, Zeitbezug und Spprache, Berlín, 1929; E. Husserl, Vorlesung zur Phaenomenologie des inneren Zeitbewusstseins (en el citado Jahrbuch, 1928, IX, pp. 367-498); A. Marty, Raum und Zeit, Praga, 1916; G. Guillaume, Temps et Verbe, París, 1929; Alfred Whitehead, Space, Time and Reality, (Aristotelian Society), 1916; J. Alexander Gunn, The Problems ot Time. An historical and critical Study, Londres, 1929, y los números especiales que dedicó a estos temas la revista Recherches Philosophiques, París, tomos III y V, 1933-1934 y 1935-1936, con artículos de R. Poirier, N. Khersonsky, R. Ruyer, E. Minkowsky, P. Klossowsky, E. Straus, B. Groethuysen, E. Pichon, G. Dumézil, A. Rivaud, C. A. Strong, G. Marcel, F. H. Hallet, M. Sourian, P. Lachiére-Rey, E. Sourian y J. Wahl.

 

68

W. James, Principles of Psychology, I, pp. 609-610, citado por Gunn, ob. cit., p. 389.

 

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«La instantaneidad es una abstracción... Los momentos son abstracciones de extensión mínima formados artificialmente desde nuestra conciencia sensorial de la duración. ¿Has tratado, has conseguido alguna vez capturar el presente instantáneo? Siempre se te escapa, porque en realidad no existe tal entidad entre los hechos crudos de nuestra experiencia». Whitehead, The concept of Natur, citado y resumido por Gunn, p. 275.

 

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The temporal and the eternal, en The World and the Individual, II, p. 139. El sentido que en contraste llama Royce «excluyente» y que también es reconocido en el contenido mental del presente verbal, tampoco tiene nada de puntual, y se refiere al sentido de actualidad en consciente contraste con lo que precede y lo que sigue, p. 140.