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11

Que es la única que, como definición -tanto de vocal larga como de sílaba larga-, propone Ruipérez a lo largo de su trabajo, unicidad que es lo efectivamente discutible si la oposición se supone vigente también por alguna analogía fundada en otro rasgo. En otras palabras: no es que la indicada definición funcional sea falsa o incorrecta; todo lo contrario, al menos para el griego (para el latín, cf. luego, arriba) en cuanto a las vocales largas. Pero, como ocurre en general a las definiciones por funcionamiento -y al distribucionalismo, globalmente-, o se acompañan de otras basadas en rasgos distintivos en sí, u obligarían a admitir neutralización. Así, por ejemplo, es correcto definir funcionalmente cast. /d/ frente a íd. /b/ y /g/ porque no se le halla en inicial ante /l/. Pero si la oposición es vigente y posible ante otro fonema, esto es, si no queda neutralizada (cf. data ≠ bata ≠ gata), algún rasgo real ha de haber en /d/ que permita distinguirlo de /b/ y /g/, diverso y aparte de su imposibilidad de aparición en inicial ante /l/.

 

12

Cf. Fr. Sommer, Handbuch der Lateinischen Laut- und Formenlere 2 = 3, Heidelberg, 1914, pp. 94-95, y R. A. Zirin, o. c., p. 71.

 

13

Essais..., p. 2.

 

14

Cantidad..., p. 86. La casi totalidad de la o. c. de R. A. Zirin (por lo menos, caps. I-V), se dedica a la demostración de este carácter lingüístico de la métrica y de sus elementos básicos y discusión de las hipótesis opuestas antiguas y modernas.

 

15

Essais..., p. 229; «verse design» y «verse instance» en el original, que se opone -ibíd., p. 231- a «delivery instance» o «exemples d'execution».

 

16

«Carácter convencional del ritmo poético», Coloquios de historia y estructura de la obra literaria, Madrid, 1971, pp. 89-96. Citaré aquí según los párrafos de dicho trabajo. Véase también, ahora, la coincidencia (y esta vez sí que independientemente con absoluta seguridad) todo lo estricta que pueden permitir los distintos puntos de partida, de Zirin, o. c., especialmente pp. 59, 65, 68 y 72-79.

 

17

Por descontado que el «rendimiento funcional» de una oposición fonológica puede influir relativamente en su aprovechamiento como elemento fundamental del ritmo. Así, por ejemplo, la transición de la métrica indoeuropea a la románica comporta una progresiva pérdida de importancia de la aliteración y con siguiente aumento de la de la rima: no es de extrañar que aquélla fuese, sobre todo, válida en una lengua donde las vocales eran elementos poco seguros, sujetos a variaciones según su papel en lexemas y morfemas, en tanto que las consonantes iniciales eran especialmente importantes, pues -no cuajada todavía la composición- comportaban el comienzo de la parte más significativa de la palabra (especialmente según la hipótesis de la raíz «trilítera», de Benveniste). Una vez la composición abundó, aquella inicial perdió rango, a la par que aumentó el de las vocales con la mayor estabilización de sus timbres. Con ello se explica bien que haya en románico ritmo basado en la mera correspondencia de fonemas vocálicos (rima asonante). Pero, aun así, ello sólo vale relativamente; es imposible postular absolutamente que una lengua con fonemas vocálicos importantes haya de tener esta rima, o que no pueda acudir a la aliteración; cf. cast. «bueno, bonito y barato».

 

18

Según la nomenclatura de R. de Balbín, Sistema de rítmica castellana, Madrid, 1962, p. 126.

 

19

Cf. A. Martinet, Elementos de Lingüística general, trad. J. Calonge, Madrid, 1963, pp. 221-223.

 

20

Cours élémentaire de Métrique grecque et latine, professé par L. Havet... rédigé par L. Duvau, París6, 1924, párr. 5 (¡cursivas del autor!).

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