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ArribaAbajoCrónica de Fray Pedro Marsilio


ArribaAbajoCapítulo I

Del primer proyecto contra el reino de Mallorca, y de las circunstancias de las tres islas Baleares, Mallorca, Menorca e Ibiza


Por disposición de nuestro Señor Dios omnipotente, cuya providencia jamás se engaña en el orden y direccion que lleva, vinieron casi todos los nobles de Cataluña a presencia del señor rey, quien, medio año despues de los últimos años continuados sin intermedio al fin del libro primero186, había ido a Tarragona, si bien allí no había cortes, ni reunión alguna general ú obligatoria, ni comun negocio, sino que les atraían sus asuntos privados y la deseada visita del señor rey. Y para nombrar algunos de los   —148→   que Dios próvidamente había llamado, sin saberlo ellos á tan gloriosa conferencia, asistieron allí Nuño Sánchez, hijo del conde Sancho que lo fué del conde de Barcelona, Guillermo de Moncada, el conde de Ampurias, Raimundo de Moncada, Gerardo de Cervellon, Raimundo Alamany, Guillermo de Clarmunt, Bernardo de Santa Eugenia señor de Torrella187. Convidó al señor rey á los citados nobles con discreta libertad Pedro Martel ciudadano de Tarragona188 muy esperimentado é instruido en el arte de los marinos, y de muy esquisitos manjares los proveyó copiosamente. Y acercándose á su fin la comida, el Espíritu sugirió á los convidados hacer mencion entre sí de las islas cercanas y muy nocivas entonces á Cataluña, llamadas Baleares por los antiguos, y principalmente de la que es madre de las otras sus vecinas, á saber Mallorca, la   —149→   cual con sus piratas causaba grandísimos daños á los lugares marítimos del continente catalán. Preguntaron á su franco huesped tan familiarizado y práctico en la marinería qué Mallorca es aquella, y de qué estension es la isla, y qué fortalezas tiene, y todas sus demás circunstancias y noticias por ese estilo. Refiéreles aquel cosas en parte vistas y oídas en parte acerca de dicha isla de Mallorca, y es escuchado con suma curiosidad y atención, y su narración verdadera conmueve los rostros y los brios de los oyentes.

Y dijo Pedro Martel189: «Tres son las islas, la mayor de las cuales es Mallorca que tiene 300 millas de circunferencia, y por esto cabalmente Mallorca es llamada, pues que en todas sus circunstancias es mucho mas noble y escelente que las demás. En direccion á Cerdeña, ácia el viento que llaman griego los marineros hay otra isla sometida   —150→   a la primera, que llaman Menorca, y dista de Mallorca casi 30 millas. Tiene esta junto al puerto que mira ácia la isla principal una villa risueña y llana nombrada Ciudadela; y cuenta ademas otros grupos o reuniones de casas, y villas, y moles muy bellas con superflua ostentacion edificadas190. La tierra empero no es de si muy abundante en trigo, sino sobremanera apropiada y nutritiva para ganados así menores como mayores; tiene montañas en su interior no muy altas como las tiene Mallorca, y en una de ellas hay un castillo muy bello y fuerte que llaman Santa Águeda los sarracenos, el cual no está asentado á un lado de la isla, sino casi en el centro. Cuenta cuatro puertos, y son Ciudadela, Sereyna, Fornells y Mahon, el cual entre todos y sobre todos los puertos del mundo es celebrado, pues tiene de largo, según pretenden algunos, casi cinco millas, y á cada lado encierra muchas y seguras calas que en otro sitio serian puertos; dos islas tiene en medio no   —151→   muy distantes, aptas y útiles para conejos, y aguas no estériles sino agradables por sus ostras y por la variedad de otros peces de aquel género, y favorables á la formación de la lana de mirar y de preciosas margaritas. Los habitantes de esta isla abundan en carne, leche y queso: de pan y vino tienen lo suficiente, pero poco comparado con otras tierras.

«Está la segunda isla balear á la parte del sudoeste sesenta millas lejos y es llamada Iviza, en voz casi arábiga derivada de Ebiza que significa seca191: tiene puertos casi parecidos a calas que se llaman Tagomag, Portmañ, Conieras y Vedra, pero este último viene á ser isla y ácia la tierra mayor forma ensenada á manera de puerto. Es Iviza muy á propósito para ganados, es señora de la sal, de miel tiene lo bastante, oculta minas de plata, cria pinares   —152→   en vez de bosques, de trigo y lino produce alguna cosa, pez y alquitran suministra a los marineros, y es la única que en nuestros paises se ameniza con flores de alcaparras; ciérranla en el mar por el lado de occidente algunas rocas, que el pueblo apellida las Puertas, por entre las cuales se navega ácia la villa y castillo. Elévase sobre el mar su castillo muy hermoso, é incline y cierra la villa dentro de sus muros; tiene arrabal junto a sí, y ácia la llanura aquella hay villas y huertos muy agradables; cerca del castillo hay un puertecito, que cierra el islote de las Conieras, y donde encuentran abrigo las naves y las barcas. Fuera de los muros del castillo no tiene esta isla poblaciones ni villas, sino únicamente masadas o alquerías de campesinos dispersas y apartadas entre sí; no está abastada de aguas dulces y corrientes sino en muy corta cantidad, ni la cierra grande altura de montañas, aunque toda sea montuosa,   —153→   pues no contiene mas llanura que la de junto al castillo deleitosa á quien la mira, y algunas pequeñas porciones de tierra concedidas á los habitantes para la labranza. Tiene además esta isla otra junto á sí, dividida por un estrecho brazo de mar y llamada Formentera, la cual es bastante llana y á propósito para trigo.

«La isla mayor cuenta á su lado otras dos islas, una que sale al encuentro á los que vienen de Cataluña, que tiene por nombre Dragonera, llamada así por la forma de dragon que en cuanto á la cabeza, dorso y cola le da la disposicion de la tierra y de sus montes. Ofrece puerto á los que entran en ella, pero en su carrera solo un pozo les presenta tan profundo y peligroso que los sedientos mueren de sed á su orilla: los servicios que presta en sus ensenadas á los pescadores son engañosos; pues mientras en ella reposan y pescan en bonancible calma, suscítase de repente borrasca y temporal, fáltales el pan, ciérraseles el regreso, desfallecen de hambre. Sin embargo la divina sabiduría no plantó en el mar esta montaña sin provecho de los hombres, pues ofrece puerto como acabamos de decir, custodia y atalaya en tiempo de corsarios y de gente mala, y sirve de segura guarda para cabras y cerdos. No produce fruto alguno, ni cosa alguna brota de la tierra, sino raices de palma silvestre que en catalan llamamos bargueyones, y estos los cria en abundancia muy lindos, gruesos y sabrosos, tanto que no se hallan otros parecidos en las islas baleares; y á veces suben á cogerlos los marineros en tiempo de viento contrario, y antes de poder volver á su embarcacion, hubieron ya algunos recibido el daño. Hay además otra isla, á la cual solo las cabras han hecho dar el nombre de Cabrera, sita ácia la parte austral, inhabitable,   —154→   elevada en sus montañas: suministra agua á pescadores y á corsarios, dista casi diez millas del punto mas cercano de la isla mayor, no tiene ni forma puerto, y a veces fue ruina de los marineros procedentes del mediodia y no muy prácticos en aquellas aguas.

«Pero la isla mayor es la que llaman Mallorca, pues mayor es en cantidad y mayor en señorío, la cual hizo levantar la divina sabiduría de las profundidades de las olas, para que por todos lados sirviese á los navegantes de refugio y defensa; y por esto los hombres del arte la apellidan cabo de cruces, pues desde ella se puede navegar mas comodamente á cualquier punto; y los que vuelven de lejanos paises, quebrantados de fatigas semejantes, empapados en lluvia, atormentados por borrascas, consumidos de calor y de bochorno, y extenuados con la escasa comida, quiso Dios que en esta isla fuesen saciados y recreados y acudiesen a ella de buena gana para consolarse de sus trabajos. Y la proveyó de puertos el soberano maestro del universo para tutela y defensa de los que peligraran o navegaran, y le dió acia levante el puerto de Alcudia. al poniente el de la Palomera y de Andraig, al septentrion el de Soller, y ácia el sur el de Manacor, el de Porto Colom y el de Porto Petro. Por todas partes ofrece además muchos puertos pequeños, que llaman esparagols los marineros, para salvar buques menores. Cercan a esta isla montañas altísimas por el lado opuesto á Cataluña, y tanto se encumbran que son muerte de los náufragos y horror de los navegantes. Mas por el lado austral que mira al África no son tan elevados sus montes, aunque esté toda cubierta de rocas: y son pedregosas aquellas alturas, inútiles para toda semilla, áridas, desnudas, sin fruto, sin   —155→   utilidad, si ya no fueron dadas a los isleños para custodia defensa de su país.

«Y entre las muchas partes que comprende la isla, pueden contarse diez y seis192; las tres montuosas, y á la raíz de los montes que se llama Rayguer, contienen pueblos y villas deliciosas: allí los fructíferos olivos, allí la abundancia de viñas y la abundancia y variedad de frutas, vergeles amenísimos, fuentes que por dó quiera brotan; y allá donde uno cree que encajan entre sí elevadísimos montes y que no abrigan sino espantosa soledad, allí se esconden muy risueños valles, en arbolado fecundos, bien situados, llenos de manantiales y de fuentes, con todo deleite y pureza de aire regalados. Las otras trece partes son muy pobladas, llanas y apartadas de los montes, y muy aptas para granos: abundan de trigo y cebada, escasean mucho de frutas, carecen de olivos sustentan pocas viñas, son ricas en ovejas y otros ganados; beben sus moradores de agua de pozos, y muchas veces de la que recojen durante las lluvias en hoyos y cisternas, para que en muchas cosas se asemejen perfectamente á los comarcanos de Urgel.

«La ciudad empero está sentada y situada junto al mar, teniendo á su lado una llanura de doce millas, de ancho y profundo foso rodeada, amparada y guarnecida de muro de frecuencia de torres, de bello antemural coronada, no conociendo arrabal, pues todos los barrios los encierra en su seno con tres portales y puertas de hierro193, fortalecida   —166→   con hermosísimo castillo edificado en su interior en llano y á orilla del mar, enriquecida con largas e lindas calles de agradable rectitud, despejada por la anchura de sus plazas, deliciosa por una fuente que corre por medio de ella, acompañada de amenidad de huertos así dentro como fuera. Tiene una muy risueña perspectiva de mar que se estiende quince millas, y la terminan dos grandes labios de roca ó cabos que distan uno del otro casi veinte millas. Estos dos cabos contrapuestos enfrente de la ciudad forman una gran ensenada abundante y llena de peces, y muy provechosa para navíos y para cualesquiera otras embarcaciones, pues en todo su fondo muerden las áncoras; así que durante la primavera y el verano todos los barcos y naves se detienen y anclan delante de la ciudad á una milla de la costa; pero al acercarse la estacion de otoño, acógense al puerto que dista de la ciudad dos millas y media y se llama Portopí, esto es puerto del pino, pues habia en él un pino muy hermoso del cual tomó nombre el puerto194. Fuera de dicha ciudad hay además tres castillos   —157→   muy fuertes, plantados y situados en altísimas montañas; el uno enfrente de Cataluña llamado de Pollensa, el otro opuesto á la region del África que se denomina de Santueri, otro en el interior del país que es inexpugnable; y se llama Alaró. El aire en la ciudad es muy templado, pues en invierno apenas ó casi nunca cae nieve, y si alguna vez acontece, las gentes lo toman por diversion; rarísima vez aparece yelo, y en verano de hora de tercia en adelante refréscala el viento que llaman embate».




ArribaAbajoCapítulo II

De la escitacion hacha al rey por los nobles para conquistar el reino de Mallorca


Viva y estupendamente gustó á los nobles lo que les contó Pedro Martel de las alabanzas de Mallorca; y despues de tener con él alguna plática y deliberacion, todos juntos aquel mismo dia se presentaron al rey, y allí uno adelantándose á los otros y proponiendo su mensaje, dijo: «Señor, hemos preguntado á Pedro Martel acerca de la condicion de Mallorca, y nos ha referido por menor qué especie de isla es, y como tiene bajo su imperio otras dos   —158→   islas, y que en la primera está el rey sarraceno: y hemos, señor, recapacitado estas cosas, y creemos que sus nuestro pensamiento de Dios procede, lo cual si así fuera, nadie podrá impedir la voluntad de Dios195. Os diremos, pues, palabras halagueñas y á Dios agradables, las que ya no podemos por mas tiempo ocultaros en nuestros pechos; aconsejamos, señor, y os suplicamos con todas nuestras fuerzas que os levanteis con todo brio de valor y de fortaleza, y tomeis al rey sarraceno con su isla. Ciertamente que á ello movernos debe en primer lugar la honra de nuestro Señor Dios Jesucristo, la cual en dicho lugar es menospreciada; además debe movernos el incremento y exaltacion de la fé cristiana, luego la adquisicion o luero de bienes temporales así para vos como para nosotros, y de seguro la dilatacion de nuestra fama por todo el universo. ¡Qué noticia será aquella y qué rumor tan nuevo placentero que llegará á oidos de toda gente y suspenderá los ánimos de los fieles, que el rey de Aragon en tan tierna flor de su juventud para Dios y para sí haya conquistado un reino, y con poderosa mano y armada haya penetrado en tal y tan grande isla establecida y plantada por Dios en medio de las olas, y la haya combatido finalmente subyugado á su señorío, y la haya plantado con   —159→   renuevos de cristiana católica fe! Pensad, señor, acerca de estas cosas que Dios os dice por boca nuestra; pensadlo vos, el rey y obrad».

Con placer admirable acogió el rey estas palabras, y con el semblante todo alegría, respondió: «Gústanos sobre manera vuestro pensamiento, gratas son las palabras que decís, y desde ahora os aseguramos, que por nuestra par te nada se omitirá para que no caiga en tierra esta idea que habeis tocado. Plegue á Dios dirigirnos y darnos favor y ayuda si ha de llegar á su debido fin el negocio; pero si ha de suceder de otra manera, impedirlo». Despues de breves dias deliberó el señor rey celebrar cortes en Barcelona, y convocó para determinado dia al arzobispo de Tarragona, á los obispos, prelados y abades, á los nobles y á los procuradores de las ciudades de Cataluña; pero no anunció ni manifestó el objeto de su reunion.




Capítulo III

De las cortes tenidas en Barcelona sobre la futura espedición a Mallorca, y peticion del subsidio


Acudieron todos á las cortes en el dia prefijado196, el arzobispo, obispos, abades, nobles y procuradores de las ciudades. Y luego al segundo dia juntaronse todos en   —160→   el palacio viejo del rey que habia construido el conde de Barcelona197; y colocados por órden todos segun la gerarquía de las dignidades y estamentos, vino el rey y sentose en la real silla para hallar segun Dios le inspirare; y se fijan en el rey los rostros de la asamblea, y sus oidos están ansiosos de oir por qué razon se haya convocado tan noble y solemne corte. Y prestandole de buena gana atencion y silencio, el rey dijo:

«Puesto que de nuestro Señor Dios proceden los bienes todos, y que sin él ni tienen provecho las palabras ni virtud las obras, rogamos humildemente á nuestro Señor Dios Jesucristo y á su madre la gloriosa Virgen, que iluminados con su sabiduría y ennoblecidos con su virtud podamos proponeros lo que hemos pensado y encaminar con vosotros las palabras á los hechos, de manera tal, que cedan en alabanza, honor y gloria del Hijo y de la Madre, en exaltacion de nuestro reino y corona, y en alegría de vuestros corazones. Grandes y nobles cosas son las que en el nuestro agitamos, leves para Dios omnipotente, pero graves y difíciles al poder nuestro: por lo cual invocamos   —161→   principalmente a Dios como promotor y favorecedor mas eficaz, y reclamamos vuestra providencia y consejo. Oid pues todos solicita y dirigentemente, para que podais contestar mejor.

«Cierto que nuestra llegada al mundo corporal nacimiento, segun se ha visto y conocido, fueron objeto de un don de Dios especialisimo, pues teniendo concebido el rey nuestro padre odio y rencor contra la reina su consorte: por gran maestria humana aunque de Dios inspirada, fuimos engendrados198; y además, señales y manifestaciones muchas han sobrevivido como del cielo, dándonos ausilio en nuestros apuros y necedades, que parecen confirmar lo que del don de Dios habemos dicho. Nos somos vuestro señor natural, y solos hemos quedado entre vosotros sin hermanos ni hermanas legitimas, y sobre vosotros entramos á reinar niño de seis años y medio; y hallamos en pesima disposicion á Aragon y Cataluña, y sembrada de mucha cizaña la tierra, vacía enteramente de paz y de unidad, y de muchos delitos fautora; y de aquí resultaba que por estas cosas y las ya de antes cometidas corria y se derramaba por el mundo muy mala fama de nosotros199.   —162→  

Así pues las heridas abiertas en nuestra reputacion no pueden ni podrán curarse plenamente, si no empezais, grandes obras á Dios y al mundo agradables, y si no está con vosotros la clemencia y piedad del Señor para consumarlas: entonces será esclarecida vuestra fama. así como cede la oscuridad y el aire se ilumina cuando sube el sol sobre la tierra. Porfiad pues en obrar con fortaleza, y esforzaos en dilatar el nombre de Dios y el vuestro. Depo ned la vestidura abominable de la antigua infamia, y levantaos todos juntos con un ánimo mismo para nuevas y maravillosas empresas; la carrera del bien os la mostramos, y grande ocasion os suministramos para que resplandezcan la verdad y la virtud.

«Ved aquí pues que, inspirándonos Dios, proponemos ir á Mallorca, y regocijar nuestro señorío, y conquistar   —163→   para Dios todo aquel reino, y dilatar por todo el mundo vuestro nombre, y al rey de Mallorca tan infiel, tan malvado, tan ominoso vecino, en virtud del Altísimo superar y vencer. Os pedimos pues, en primer lugar por consideracion á Dios cuyo es el negocio, y en segundo por efecto del amor natural que profesais á nuestra persona, que en tres cosas nos ayudeis con vuestro consejo y socorro. La primera con que os pedimos ser ausiliados es, que terminadas y apagadas todas las discordias y luchas, sean cuales fueren y entre cualesquiera personas, podamos dejar   —164→   en sana paz nuestra tierra mientras nos esforzamos en conquistar tierras estrañas; la otra rosa que os pedimos es ser dirigidos ayudados con vuestro consejo y cooperacion; y la última demanda es el subsidio necesario para que, con el favor de Dios, con vosotros juntamente gocemos de la victoria sobre aquellos bárbaros tan deseada. Y para anunciaros y pediros estas cosas os hemos llamado y habéis acudido á nuestras cortes».




ArribaAbajoCapítulo IV

De la respuesta dada al rey por el arzobispo de Tarragona


Movido por los ruegos de los nobles, tomó la palabra Aspargo arzobispo de Tarragona200, diciendo: «Verdad es, señor, que sois joven entre nosotros y que necesitais de grande y sano consejo de los vuestros; y como además proponeis y declarais que vuestra mira vá dirigida contra el reino de Mallorca, tan arduo es y nos parece este negocio, que conviene tener sobre él grande y completa deliberacion, y no decidirlo con presuntuosa temeridad. Queremos pues deliberar, y responder luego mas discretamente segun esperamos, para honra de Dios y vuestra y de los vuestros».

Despues del arzobispo contestó por los nobles Guillermo de Moncada, y dijo: «Señor, muy obligados estamos á dar   —166→   gracias á Dios que tal propuesta quiso inspiraros; pero siendo de gran nobleza la cosa de que se trata, es menester grande y maduro consejo, y no conviene precipitar decisiones en materia en que se muestra el provecho pero tambien muy grave dificultad. Sin embargo en presencia de todos decimos que nuestro consejo será tal, cual compete á nosotros el darlo y á vos el recibirlo».

Levantóse en seguida Berenguer201 Girart ciudadano de Barcelona, y de parte de todos los procuradores y ciudadanos dijo: «El Señor de todas las cosas ha puesto en vuestro corazon y en vuestros labios esta palabra que nos habeis dicho, y que gratisimamente hemos oido. O el rey! plegue á Dios, á aquel de quien parece derivar su principio esta empresa, que podamos responderos en honra suya y direccion del propuesto negocio. Tendremos pues deliberacion juntamente con ellos, y os contestaremos segun mejor entendamos». «Hágase así, respondió el arzobispo; deliberen aparte los prelados, aparte los nobles y aparte los ciudadanos». A todos gustó el consejo del arzobispo, y de esta suerte aquel dia se disolvió ó separó la asamblea.




ArribaAbajoCapítulo V

De la respuesta dada secretamente por el conde de Ampurias acerca de la propuesta


Tenidas por separado las deliberaciones, debian contestar al tercer dia202; pero los nobles se anticiparon á todos los demás, y atrajeron al rey solo á secreto parlamento, no admitiendo á nadie mas en la conferencia. Entonces habló el conde de Ampurias: «Yo traigo el primero la convenida respuesta que tratan de datos vuestros nobles en día oportuno, y aquí delante de todos aunque secretamente quiero decir mi opinion sobre el hecho indicado. Si hombres habia de buena fama en el universo, éramos ciertamente nosotros, que por nuestros pecados hemos decaído e aquella fama, haciéndonos de nombre oscuro y el oprobio de las gentes, cuyas cosas disimulando arrastramos una   —168→   vida llena de miserias. Nos es por tanto sobremanera indispensable, que vos, señor rey, á quien Dios verdaderamente nos ha dado por señor natural, emprendais con ayuda de Dios y nuestra tan grandes y tan nobles hechos, que acometiéndolos rápidamente los lleveis á cabo, para que podamos recobrar el valor y nombradía de nobleza y probidad que ya perdimos. Ved aquí que ahora tenemos oportunidad de hacerlo si vos, señor, juntamente con nosotros conquistais dicho reino de Mallorca, segun vuestra esperanza, pues que maravillosa será la conquista de aquel reino que rodea el mar por todos lados; con lo cual asi en el príncipe vencedor como en sus gentes se reconocerá mejor opinion, y ardimiento mayor, y mas fuerte virtud, y mas constante firmeza; y entonces se nos devolverá la gloria con creces de tan grandes hazañas, y se olvidará la pasada mengua con el acometimiento de tan gloriosa empresa que en la memoria de cien años acá no tiene semejante203.   —169→   Y para hablaros mas intimamente, por cierto que si principiamos la grande obra, no debemos apartarnos de la consideracion de ella; que mejor en verdad nos es el morir, y muriendo recobrar la buena fama que tuvimos un tiempo, y renovar en nuestras acciones la bondad y proezas de nuestros padres, que vivir en la deshonra en que estemos. Esto pues os digo, esto ansío, esto aconsejo, que nos adelantemos á toda prisa á terminar el negocio, á conquistar aquel reino».

Así habló el conde de lo hondo de sus entrañas, y con sus palabras animó y movió tan portentosamente á los circunstantes, como si se tratase de arrostrar desde luego un peligro de muerte. A las palabras del conde añadió algo cada uno de los nobles, pero no discrepan del parecer del primero, y todos juntos concuerdan en el hecho. Alegróse el rey y tuvo grande alborozo de ser los brios de sus nobles, con propósito y deseo de confirmar tan vehemente ardor. Ordenan de comun acuerdo que al siguiente dia se celebre corte general y que respondan estos   —170→   nobles los primeros204, para enterar y animar á los prelados y ciudadanos que después hablen, y no dejar lugar de espanto á los últimos, sino que en los preopinantes se reconozca el don de fortaleza, de suerte que el ánimo de los primeros se comunique á los postreros en vez de amedrentarlos.




ArribaAbajoCapítulo VI

De la respuesta de Guillermo de Moncada hecha á nombre de los nobles todos, y promesa de dar cuatrocientos caballos armados


Celebradas misas matinales, acudió á palacio toda la muchedumbre, y á presencia del rey y en plena corte habló el primero por sí, y por los nobles que le habían encargado la contestacion, Guillermo de Montada, y puesto de pié dijo: «Señor rey, así como Dios, que todas las cosas grandes y pequeñas dispone por grados, os dió á nosotros por señor, nos dió á vos por vasallos para servicio vuestro. Pero no seria legítimo y fiel nuestro servicio si no aumentásemos vuestro señorío, y si no exaltáramos vuestra honra tanto como pudiéremos, porque nuestra es vuestra gloria, y hasta nosotros deriva y baja vuestro   —171→   provecho. Así pues congruamente nos dicta la razon que al presentarse ocasion de ello, no debemos disimulada, diferida y desdeñarla: por lo cual nuestro parecer es que esta accion de conquistar el reino de Mallorca, acerca de la cual nos pedís consejo, recayendo sobre una isla, resultará en muy mayor honra vuestra, que si en tierra firmo conquistarais tres reinos; y nosotros seguramente debemos mirar por vuestro honor sobre todas las cosas. Y así tocante á aquellos tres puntos acerca de los cuales quereis contestacion nuestra, os respondemos por orden de esta suerte. Primeramente que pongais en paz vuestro reino para que no encuentre esta empresa obstáculo ni dilacion: estableced pues paz y treguas en toda Cataluña, y escríbase el nombre de todo el que las concluya; y Nuño Sanchez aquí presente y nieto del conde de Barcelona entrará en esta paz con nosotros; por causa del gran parentesco que con vos tiene, y otro sí para que nuestras buenas acciones no puedan ser estorbadas. Pero si algun otro de Cataluña rechazare la paz ó la tregua, haremos de grado ó por fuerza ó que hagan las paces ó que estén á la tregua otorgada. Y aunque ya habeis cobrado una vez el bovaje205 segun acostumbran los reyes por derecho real,   —172→   esta vez por don simple os concedemos bovaje sobre nuestros hombres en ayuda de vuestros gastos. Pero yo por mi en particular os prometo y ofrezco seguiros, y serviros bien y fielmente; yo y mi linaje con cuatrocientos caballos armados, y conservarlos en vuestro servicio hasta que Dios os conceda la isla de Mallorca y el señorío de las demás islas, ni de vos nos apartaremos mientras no esté terminada su conquista. Nuño Sanchez y los demás nobles hablarán por sí propios y prometerán lo que Dios les inspire. Os rogamos, empero, que puesto que todos hacemos tanto por vos en este negocio, nos deis parte de la conquista que con nosotros ganeis asi en muebles como en inmuebles, para que se perpetúe en la tierra nuestra memoria y no se olvide en ningun tiempo nuestro servicio»206.




ArribaAbajoCapítulo VII

De la respuesta de Nuño y de la promesa de cien caballos armados


En pós de él se levantó Nuño Sanches y dijo: «Buenas son, o señor, las palabras de Guillermo de Moncada, y bien y gallardamente habla por sí y por su linaje; ahora yo responderé por mí. Dios que nos crió ha querido que fueseis rey y señor nuestro; y puesto que á él place debe placernos á nosotros, y á mí más y más, que estoy tan inmediato á vos en parentesco y que tengo en vos un buen señor y amigo. Así que si aumenta vuestro honor y señoria, no puedo ni debo creerme estraño sino compañero de tal prosperidad, pues que Dios me ha concedido ser vuestro deudo. La obra que proyectais emprender es muy buena   —174→   , obra es de Dios; y á quien con Dios obra, Dios le instruye, dirige y escuda. Yo os otorgo paz y treguas por mí, por los mios y por la tierra que el conde mi padre me dió ó dejó de por vida, á saber Rosellon, Conflent y Cerdaña; y en especial don os concedo recoger en ella el bovaje; y seguiros he á mi propia costa con cien caballeros armados207, y os serviré fielmente hasta que Dios os ha ya entregado el país. Y vos me dareis porcion en la tierra y en los bienes muebles para los caballeros y peones que me sigan, y para las galeras y embarcaciones que aprestaré en este viaje en servicio vuestro».



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ArribaAbajoCapítulo VIII

De la respuesta del conde de Ampurias y de la promesa de sesenta caballeros armados


Levantóse el conde de Ampurias que gustaba mucho de este viaje, y dijo: «Señor, no puede ser bastantemente loado el viaje que proyectais hacer, siendo tan grande la utilidad de su objeto; pues que si Dios, como firmemente creemos, está con nosotros y conquistamos ó ganamos el reino arriba dicho, ¿quién de nosotros ó de qué manera todos juntos podremos apreciar cuánta gloria á Dios se le tributará por ello, y qué triunfo resultará para la fé, y cuánto fruto de almas para las naciones que sobrevengan, y cuántas buenas obras se seguirán para los fieles en las tierras conquistadas? Así que no podemos comprender estos efectos, ni elogiar dignamente la tal empresa. Yo prometo seguiros con sesenta caballos armados y otros tantos caballeros; y aunque yo por la gracia de Dios soy conde de Ampurias, mayor y mas noble cabeza de nuestro linaje es Guillermo de Montada, señor de Bearne y Moncada que obtiene de vos, y de Castelveyl que es de franco alodio suyo208. Por lo que yo apruebo y confirmo las palabras   —176→   que ha dicho, y en la cuenta y número de los cuatrocientos caballeros que ha prometido, entiende que vayan incluidos los sesenta caballeros míos, como prometidos de parte del linaje nuestro. Y así como á el y á los demás se ha prometido porción, vos me daréis la que me pertenezca por mis caballeros y hombres á pié que me siguieren, pues que todos los caballeros, que ofrecemos nosotros y los demás, se entiende que se presentarán y servirán con caballos armados».




ArribaAbajoCapítulo IX

De la respuesta del arzobispo de Tarragona


Despues de estos hizo su propuesta Espargo, arzobispo de Tarragona que era primo del rey, y dijo: «Podemos repetir las palabras que pronunció aquel Santo Simeon deseador de nuestro Señor Jesucristo, cuando tuvo en sus manos á dicho Jesucristo hijo de Dios á los cuarenta días de su nacimiento, de quien habian prometido la ley y los profetas que debía aparecer tomando carne por nosotros.   —177→   Viderunt oculi mei salutare tuum: han visto mis ojos tu salud. Y leese que dijo haber visto la salud de Dios, cuando tuvo en sus brazos aquel Señor que había venido á salvar al mundo y á obrar la salud en medio del mundo. Nos complacemos en aplicar esta palabra á la presente materia, como que maravillados nos alegramos en nuestro señor, y gracias y alabanzas le rendimos en el fondo del corazon por haber visto nuestros ojos la salud vuestra; y por las cosas, señor, que os proponeis y que tratais de hacer, ya se os puede llamar salud de Dios, pues que para salud de los fieles y exaltacion de la fé y de la iglesia pensais peregrinar, y esponeros á vos y á los vuestros; viendo lo cual nuestros ojos y escuchandolo nuestros oídos, no sin razon nos alegramos. Por lo demás, supuesto que nos habeis prevenido contestar á las cosas por vos propuestas, visto lo que pensais hacer y lo que pedís, decimos que todo ello es digno al par de alabanza divina y humana; porque en ello ven nuestros ojos gran provecho vuestro de nuestro estado y gobierno, y nuestro tambien, pues do aquí os resultará grande honra, estima y satisfaccion, do las cuales nos hará partícipes nuestra sujecion natural y verdadera. Y este negocio, que os disponeis á emprender vos y vuestros nobles, tiene profundas raíces y dulcísimos frutos, pues difundirá por este mundo suave olor de buena fama con la manifestacion de valientes ejemplos, y en el otro siglo para cuya posesion nacemos nos reserva glorioso galardon. Rogamos pues á aquel de quien proceden los bienes todos, que se digne iluminar esta solemne asamblea para saludable consejo vuestro y fructuosa recompensa.

«Y en verdad que la respuesta de los nobles y su generosa promesa os debe va obligar é inclinar mucho al tal   —178→   viaje, pues mucho y bien han ofrecido; cosa, señor, que siempre tendreis fija en vuestro corazon y encomendada a vuestra constante memoria, para que cuando con el favor de Dios seais vencedor y nuevo dueño y poseedor de nuevas tierras, os digneis acordaros piadosa y justamente de vuestros vasallos, y repartir con amor casi fraternal las tierras y las cosas que en ellas se encuentren, segun las personas que consigo habrán traído para vuestro tan necesario servicio. Nos empero, señor, no conocemos el arte ni ejercicio de las armas, somos ancianos y de proyectos dias y no hay en nos aptitud ni fortaleza para semejante espedicion y fatiga: mas de nuestra parte y de parte de la iglesia de Tarragona os decimos que podeis mandar y disponer de nuestros bienes y hombres. y recibir de ellos servicios así como de los vuestros en subsidio y ayuda de tan piadoso objeto209. Además si por inspiracion divina se mueven los obispos y abades, y deliberan y acuerdan   —179→   seguiros personalmente, danos por bueno y agradable su propósito, y desde luego les otorgamos licencia de ir allende el mar. Y el que es unigénito, hijo de Dios engendrado, que para redencion del linaje humano quiso venir á este mundo, tomando carne nuestra recibida de una madre vírgen, verdadero Dios y hombre verdadero, os dirija y segun nuestros votos os saque glorioso vencedor, conservado en cualesquiera peligros con su divina proteccion».




ArribaAbajoCapítulo X

De la respuesta del obispo de Barcelona, y del ofrecimiento de cien caballeros armados


Berenguer de Palau de feliz memoria, obispo de Barcelona210 levantase y dijo: «Cuando nuestro Señor Jesucristo quiso transfigurarse en el monte Tabor en presencia de   —179→   tres apóstoles y manifestarles su gloria, apareciéndose allí Moisés y Elias, y san Pedro no sabiendo lo que decia deseó que se levantaran en el mismo sitio tres tabernáculos, oyóse la voz del Padre sobre el Hijo diciendo: Hic est filius meus dilectus in quo mihi bene complacui; que significa: este es mi hijo amado en el cual he tenido complacencia. Esta espresion, señor rey, os conviene muy bien á vos, y mereceis que nuestro Señor Jesucristo, para el acrecentamiento de cuya honra tan solícito os mostrais, os llame su hijo á quien crió, á quien hizo rey, á quien durante su pasion redimió á tanta costa. Pero últimamente de vos como de hijo manifiesta haber recibido nuevo placer por el viaje de que tratais, que será destruccion de los enemigos de la cruz, conquista de terrestre reino, y adquisicion de reino perpétuo y celestial. Así pues yo por mi y por la iglesia de Barcelona os ofrezco y prometo cien caballeros armados ó mas á mis propias espensas, que continuarán hasta que seais dueño de las islas; y os pido porcion de lo que ganeis para aquellos que conmigo irán y así para caballeros como para marineros».




ArribaAbajoCapítulo XI

De la respuesta del obispo de Gerona, y de la promesa de treinta caballeros armados


El obispo de Gerona dijo211: «Gracias doy al Altísimo inspirador de todo aliento, por haberos sugerido un designio tan santo, y mucho me alegro de esta corte que tan unánimemente se os adhiere y tan eficazmente os sirve. En alabanza de este proyecto muchas cosas pudiera decir que se me o curren; pero creo que mejor es callar para agradar ron la brevedad, puesto que muchas y bellas cosas ha tocado ya nuestro arzobispo y el obispo de Barcelona y Guillermo de Moncada y Nuño Sanchez y el conde de Ampurias en elogio del presente viaje; por lo cual no quiero deteneros mas añadiendo nuevas palabras á las suyas. Yo os ofrezco por mí y por la iglesia de Gerona y os prometo treinta caballos armados212, y os pido que me deis porcion segun se la dareis á los demás».



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ArribaAbajoCapítulo XII

De la promesa de cinco caballeros armados por el abad de San Feliu de Guixols, y de la que hizo el paborde de Tarragona de cuatro caballeros y una galera


Prometió el abad de San Felio de Guixols seguir al rey con cinco caballeros bien aviados, y el paborde de Tarragona prometió así mismo seguirle con cuatro caballeros y una galera armada213.



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ArribaAbajoCapítulo XIII

De la respuesta de Pedro Groyn á nombre de la ciudad de Barcelona sobre dicho asunto


Trás de todos estos se levantó Pedro Groyn, y dijo de parte de la ciudad de Barcelona214: «Largo tiempo hace ya que por culpas y pecados de las gentes no han tenido nuestras ciudades ninguna materia de gozo ni ocasion alguna de alegría, sino que convertidas casi en tristeza, por muchos años han enmudecido. Este nuestro suelo de Barcelona, que os y se llama ciudad por escelencia sobre las restantes, de muchos años acá solo un placer recuerda haber recibido, y fue cuando por primera vez se halló enriquecida con Vuestra presencia; pero este placer no entrenó las lágrimas, antes bien les dió rienda, al ser el condado   —184→   y el reino venido a mano» de un rey niño de seis años, por lo cual jamás nuestra ciudad apartó de si el temor mientras tanto que vos os encontrasteis en menor edad, y nos era mas preciosa vuestra vida que la nuestra propia, como que la vida y felicidad de todos de vos pendia. Mas hoy cumplidamente aparecemos rebosando en alegría, y verdadero gozo inunda la ciudad toda, y no encuentra en ella ángulo alguno la tristeza, cuando el corazon y las entrañas de todo ciudadano se ceban en la sustancia de tan gran noticia. Hoy conoce la ciudad la fortaleza de su señor, hoy se atrae el príncipe nuevo amor del corazon de los ciudadanos viendo que tales cosas anhela, que tales cosas dispone que han de fijar el mundo y el cielo en el espectáculo de tan grandiosa hazaña. Hierve ya la ciudad en amor y devocion, y muchedumbre perpétua de entrañables y afectuosos clamores subirá á los nidos del Altísimo para que en la empresa principiada obtengais el apetecido logro. Yo de parte de la ciudad os ofrezco los buques asi navíos como barcas que se hallen en Barcelona para prestaros agradable servicio, conforme requiere la piedad del objeto, y en esta jornada nos portaremos de tal manera, que siempre en adelante esteis de nosotros aras complacido». Otro tanto dijeron de por si los ciudadanos de Tarragona y de Tortosa215.




ArribaAbajoCapítulo XIV

De las escrituras otorgadas sobre las porciones que se habian de dar, y señalamiento de tiempo para el embarque


En los dias inmediatos fueron hechas las escrituras públicas selladas con el sello real, en las cuales prometió el rey en nombre de Dios y suyo, que cuando Dios se dignara hacerle dueño y sometedor de dichas islas, daria porcion y porciones á dichos nobles y prelados, segun el número de caballeros y hombres armados, segun sus naves y galeras y el equipo y armamento de estas, como tambien á los que siguieran al rey á pié ó á caballo; y esta porcion ó porciones dársela á todos sobre cualquiera ganancia y cosas adquiridas durante el viaje que debia hacerse, hasta tanto que el ejército fuese disuelto y licenciado; prometiendo asimismo todos ellos al rey en aquella escritura, y obligándose con mucha esplanacion de cláusulas, á seguirle, á servirle bien y fielmente, y á no conducir á dicha isla mas hombres que los que hubiesen recibido hasta cierta cantidad216. Y solemnemente, en augusto sitio, con   —186→   devoto semblante, vueltos y levantados a Dios los ojos del corazon y los del cuerpo, en nombre de nuestro Señor Dios Jesucristo y de su Madre y perpétua vírgen para siempre bendita, publica, ordena y manda el soberano que todos los que habian prometido seguirle estén con sus aprestos y gentes en el puerto de Tarragona llamado Salou   —187→   a mediados del mes de mayo217 proximo venidero, para emprender el afortunado viaje y el camino por Dios elegido ácia la isla de Mallorca.

Inmediatamente júntanse los nobles por su órden, y juran uno á uno sobre los santos evangelios de Dios hallarse con sus compañías en el puerto de Salou en el mes y tiempo señalado, á saber en el primer dia de mayo, para seguir al rey en su viaje y servirle fielmente. Prestado el juramento, míranse unos á otros, y con voto tan nuevo adquieren nueva alegría, y sus ojos se bañan en dulces lágrimas, y mezclan chanzas y joviales dichos con el presentimiento del incierto aunque presunto resultado. Acércase en pós de ellos la madura y sabia probidad de los prelados,   —188→   y en presencia del rey, quitándose los bonetes de la cabeza, puestos delante los santos evangelios y mentalmente tocados, confirman á la vez el servicio y el embarque prometido. Resuena todo el palacio con tan grande hartura de contento, y las cortes definitivamente se disuelven218, y cada cual vuelve á su poblacion lleno de noticias que difundir, y la ciudad entera bulle en nuevos rumores: y los que no habian asistido preguntaban por las calles lo que habia acordado la asamblea y lo ordenado ó decidido, y los que venian de allá no pueden detenidamente referirlo, sino que por remate á todos gritan: A Mallorca! en buen hora sea! á Mallorca!

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Y en seguida la noble ciudad parece asentir al viaje; y las calles todas llénanse de cualesquiera avíos necesarios, y de armas así defensivas como ofensivas, y de mugeres ocupadas en coser banderas, velas y diferentes arreos así de hombres como de caballos. Pierde el sosiego toda la ribera, y con grande algazara se ocupan y maniobran los marineros; aquí se trabaja lo nuevo, allí se remienda lo gastado, acá se elige á los aras fuertes, allá se distribuyen por oficios los elegidos. Y no queda la infancia sin participacion de este contento; pues júntanse los niños, y toman vestiduras por adargas y cañas por picas, y buscan sitio para pelear, y unos trabajan fingidamente en defender á Mallorca, otros se esfuerzan en combatirla, y se dá á los cristianos el triunfo, vencidos varonilmente sus contrarios; así que los juegos de la infantil edad son mensaje y pronóstico de la verdadera alegria, y en tanto que obra así puerilmente, arranca multiplicados suspiros á los previsores que temen las varias y acostumbradas vicisitudes de los combates y sus riesgos imprevistos, y ruegan que así suceda como lo representan á su talante los muchachos en el seno de la paz219.



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ArribaAbajoCapítulo XV

Del número y orden de la armada y del ejército


A primero de mayo hallóse el rey en el puerto de Salou y con él todos los nobles, y detúvose allí hasta el principio de setiembre para aguardar las naves y las barca, que todavía no se habian presentado220. Cuando todas   —191→   estuvieron reunidas, parte de ellas anclaban ácia la villa, esto es la de Cambrils, parte á vista de Tarragona, la mayor parte estaba en Salou y en la playa que tiene al lado. Su número empero fué el que sigue: habia allí en servicio del rey 25 naves mayores, 18 taridas221 y 12 galeras; de otras embarcaciones grandes, que ahora no se usan y se llamaban trabuces y galeotas, habia hasta 100; y así navegó el rey con 155 buques grandes, á mas de las barcas menores. Mas antes de darse á la vela , dispúsolas el rey por orden, y quiso que marchase á su frente la nave de Nicolás Bouet en la cual iba Guillermo de Moncada, y que llevase farol encendido para guiar á todas las restantes, y que cerrase la marcha la nave de Carroz222 llevando   —192→   farol de idéntico modo, y que anduviese en medio todo el convoy de las naves, y á cada lado y ácia fuera las galeras, para que si por cualquier punto se les acercaran otras galeras enemigas mas pronto hallasen resistencia.




ArribaAbajoCapítulo XVI

De la determinacion general de partir del puerto de Salou y de aportar a Pollensa


Espedidos por Dios en cuya mano están todos los derechos de los reinos, miércoles por la mañana, blandamente soplando el aura matutinal, partieron del gran puerto223;   —193→   y como todos se hallasen fastidiados, no se cuidaron de aguardar viento propio y seguro, y los que estaban en las playas, viendo que los otros se habian dado á la vela, al momento hicieron otro tanto. Era bello espectáculo ver toda la mar como blanqueaba; y era tal la multitud de gentes, que en diversas barcas hizo recoger mas de mil hombres que hubieran tenido que quedarse por falta de embarcacion224. El postrer de todos en nombre de Dios embarcóse el rey é hizolo en la galera de Mompeller; y habiendo navegado unas 20 millas, salióles al encuentro el viento sudoeste, y los cómitres despues de tratarlo con sus compañeros acercáronse al rey diciendo: «Siendo nosotros todos vuestros, y atenidos á proceder con vos sincera y verazmente, obligados á guardar dia y noche vuestra persona y vuestras gentes y á daros recto consejo, os decimos que este viento es contrario á vos y á la armada, y que mientras reine no podremos aportar á costa alguna de la isla; por tanto aconsejamos mudar las velas y volver á tierra, y allí esperar hasta que Dios diere viento á propósito». Díjoles el rey: «En semejante cosa no os empeñeis de manera alguna, porque á la tierra que hemos dejado no volveremos sino regresando de la isla; pues antes de hacernos á la vela, ha empezado el mar á dar ansias á muchos y han preferido quedar; y si otra vez vuelven á tierra, quedarán muchos mas y nos abandonarán menos los hombres de valía que por pundonor dejen de   —194→   hacerlo. En la fé de Dios vivo y verdadero haremos este viage contra los que no creen en Cristo, para que se conviertan á Dios ó sean del todo destruidos, y á fin de adquirir aquel reino para la fé de Jesucristo y de la Iglesia: y así en Dios descansamos acerca del éxito con firme confianza, y él nos dará bueno y favorable viento. Y ellos respondieron : Ya que así hablais, nos sostendremos como mejor podamos, y plegue á Dios que nos ausilie vuestra fé».

Despues de anochecido, en el primer cuarto de la noche llegó con su farol la nave de Guillermo de Moncada, á la cual se acercó la galera del rey y empezó á preguntar cual y cuya era, y lo mismo los otros á los de la galera, y oyendo que era la del rey alegráronse mucho y los saludaron ; y el rey que habia partido el último de Salou, en aquel momento llevaba á todos la delantera. Toda la noche navegaron á orza con viento sudoeste con las velas izadas así como pudieron, y del mismo modo los que seguían; y la galera del rey no mudó ni bajó vela, y seguia sin obstáculo su curso. Pero entre hora de nona y vísperas arreció el viento, é hinchóse el mar espantosamente: suben las olas y llenan mas de una tercera parte de la galera, y el mar pone á prueba y ensaya los estómagos de los pasageros noveles y hasta de los antiguos marineros; á todos vacilan los piés, se les turba la cabeza. Venció por fin la bonanza en el aire y en las aguas á la tormenta y temporal, cesó el viento ácia la noche, y apareció la isla, y distintamente se divisaron la Palomera, Soller y Almalutx; dijeron los marineros que convenia bajar las velas para no ser vistos de las atalayas de la isla, aprobólo el rey y así se hizo. Y la mar era ya apacible y tersa,   —195→   y les pareció bien encender farol en la galera del rey para los que la seguian; pero temieron que viesen la luz los de la tierra. Sin embargo por el lado de esta púsose un lienzo del ante del farol para que la luz no fuese vista desde la isla, y al punto aparecieron muchas luces en las naves y galeras; y con esto conoció el rey que le habian visto los que le seguian, y que venian todos detrás, y holgóse de ello. Ácia la hora del primer sueño llegaron dos galeras, y preguntadas dijeron que todos iban como mejor podian; y ácia media noche aparecieron entre naves y galeras cuarenta por lo menos á la claridad de la luna. Sopló una leve brisa de sud-sudoeste225, y mandó el rey presentarle las velas puesto que los conducia ácia Pollensa, adonde por resolucion ya tomada deseaba aportar; del mismo modo hicieron vela cuantos podian distinguir la galera del monarca.




ArribaAbajoCapítulo XVII

Del susto de la armada y de la oracion del rey, y del próspero arribo junto á la Palomera


Del suceso olvidados de la reciente tormenta, sosegado el mar y navegando con propicio viento ácia Pollensa , aparecióseles   —196→   una nube muy espantosa ácia el norte en direccion á la Provenza, nube que oscureció con sumo disgusto los semblantes de los marineros. Un marino en su arte sabio y discreto, tan instruido como práctico, llamado Berenguer Guayran226 que era cómitre y piloto de aquella galera, en alta voz dijo: «No me gusta aquella nube que se nos presenta en direccion al viento aquilon de la Provenza; estad alerta, alerta todos, y acérquense algunos a las cuerdas atadas á la popa, y vayan otros a proa, y otros estén junto á las jarcias para que mas pronto, si menester es, sea bajada la vela». Apenas la galera estuvo dispuesta por todos los medios con que el arte puede defenderla y prepararla al choque, sobrevino de repente un recio viento, derrocó y tiró la vela á la espalda, é inminente peligro de muerte amenazó. Gritos hasta el cielo levantaba Berenguer, repitiendo sin cesar: baja la vela, baja la vela, lo que se hizo con la gracia de Dios: pero las barcas, naves y galeras, hallándose mas desprevenidas, tuvieron mayor trabajo en bajar las velas, y grandes gritos y confusas voces publicaban la presente angustia y peligro. Hinchóse el mar en demasía con la lucha de los vientos, y la galera del rey y demás embarcaciones estaban sin velas, y sufrian violentos choques de las olas, y los timones no usaban de su oficio; giraban en derredor los buques, é indicios y pronósticos de muerte demostraban. Habia en las galeras gran tristeza y silencio; yacian los hombres boca   —197→   arriba y cubierta la cabeza, poco esperanzados de vivir mas227. Levantóse el rey, y temió fuertemente tal desventura por si y por los suyos, y en la popa dobladas las rodillas, plegadas las manos y húmedos los ojos, oró de esta manera.

«O mi Señor Dios, ó Criador, ó Redentor mio, yo confieso y reconozco que tú me diste el reino y me hiciste rey, quedando vivo yo solo y único heredero de los bienes de mi padre: y nunca, Señor, hasta el presente he emprendido ningun alto o muy peligroso hecho. Y si bien, Señor Dios mio, he recibido y esperimentado muchas veces tu socorro desde el instante de mi nacimiento hasta el dia, y me has dado honor y poder sobre hombres malvados que injustamente se esforzaban en sublevarse contra mí, ahora, Señor ausiliador mio, ayúdame mas eficazmente en este tan gran peligro y sosténme para que no se frustre empresa tan piadosa y toda tuya como la que he acometido; y aunque tu gloria no tenga falta ó necesidad de nuestros bienes, con todo toscamente hablando228, tú perderias y perderíamos nosotros si saliera vano nuestro esfuerzo, que sin tu brazo vanidad será. Inclínense pues sobre nosotros tus ojos suavizados, y defiéndenos de estos peligros que nos acosan á los que viajamos para exaltacion de tu   —198→   fé y para confundir el orgullo de tus enemigos aborrecedores de tu cruz. Haz, señor mio, Dios omnipotente, y cumple mi deseo para que yo te sirva. Acuérdate bien , Señor, de tus misericordias, pues tú la tienes de todos los que á tí claman de lo hondo de su corazon, y de aquellos mayormente que por tu causa sufren trabajos y padecimientos corporales; yo, Señor, quiero y codicio ser uno de ellos». Y hablando en voz mas alta y mas lloroso volviose á las barcas y galeras zozobrantes, y dijo: «O Señor Dios, tén memoria para bien suyo de tan gran multitud y lucida comitiva que me sigue en tu devoto servicio; mírala ahora casi pereciendo. O Dios, dá gloria á tu nombre, y no se alcen contra tu santo nombre los sarracenos. Y vos, añadió, piadosísima Madre de Dios, que sois puerto y seguridad de los pecadores, ruegoos por los siete gozos y siete dolores que hubisteis de vuestro hijo que de un hagais memoria , y por mí y por estos que me acompañan ofrezcais y presenteis nuestra peticion á vuestro Hijo, para que por respeto á vos se digne librarnos de esta amargura y peligro».

Dichas por el rey estas palabras, se le vino á las mientes la resolucion tomada por los nobles y por los marinos de ir y aportar ácia Pollensa, y gritó: ¿Hay aquí alguno de vosotros que haya estado en Mallorca y conozca la isla?». Y respondió el ya mencionado Berenguer Guayran: «Yo, señor, estuve allá». Y dijo el rey: «¿Hay allí puertos y cuáles son ácia la ciudad por la parte de Cataluña?»229.   —199→   Y dijo el otro: «un monte hay que forma isla y dista de la ciudad cuatro leguas y por mar treinta millas, que se llarma la Dragonera, y tiene un pozo de agua de la cual una vez mis marineros trajeron á mi nave; y aquel monte vuelve su puerto ácia la tierra mayor, y en medio del mismo mar hay otro pequeño cerro que forma puerto tambien y dista de la costa un tiro de ballesta , llamado el Pantaleu». Y el rey alborozado dijo: «¿Qué pedimos, y á qué turbarnos por Pollensa á donde no podemos arribar con semejante viento?, á puerto vamos donde hay agua, donde podrán descansar los caballos á despecho de los sarracenos, puerto al cual podrá llegar sin obstáculo toda nuestra armada, y desde allí podremos escoger el punto que mas conveniente nos parezca para penetrar en la isla. Mandó el rey dar la vela y dejarse llevar del viento aquilon de la Provenza que continuaba soplando, y llegóse á una galera cercana para que ordenase á las demás naves hacer lo mismo y seguir la galera del rey que queria desembarcar en el puerto de la Palomera. Dieron las velas todos, y en la primera feria sexta o viernes de setiembre230 llegó á la Palomera el rey, y en todo el sábado fueron llegando   —200→   los restantes. Bendita sea desde su asiento la gloria á nuestro Señor, pues con aquel viento no pudiendo aportar ni acercarse á Pollensa segun estaba determinado, pudieron llegar á la Palomera; y en tan grave riesgo á nadie se le siguió daño; y lo que parecia acontecer en detrimento del ejército y dilacion de la empresa, redundó en su gran prosperidad y ayuda.




ArribaAbajoCapítulo XVIII

De los esploradores enviados por el rey, y del desembarco, junto á Santa Ponza


Con esforzado brio llamó el rey á los nobles y aquellos y marineros que de mayor esperiencia y madurez y de mas prudente consejo parecian, y tuvieron por bien que fuese Nuño con su galera y Ramon de Moncada con la galera de los de Tortosa, y que navegando hacia la ciudad diligentemente á manera de esploradores, mirasen, reconociesen y eligiesen el sitio mas á propósito para recoger los buques y proporcionar al ejército mas seguro desembarco. Y costeando de esta manera aquel sábado, volvieron al anochecer y dijeron : «Un sitio hemos hallado junto al mal que se llama Santa Ponza231, sitio en nuestro concepto   —201→   muy á propósito para el desembarco, y allí al lado hay una pequeña altura, en la cual si 500 hombres de los nuestros se situasen, no serian desalojados de su puesto antes que todo el ejército se replegara». Gustó á todos lo que dijeron los mencionados, y eligieron aquel sitio de comun acuerdo, pero durante el domingo quisieron descansar en aquel monte aislado del Pantaleu. Y por haber el rey respetado así el domingo, deparóle Dios un motivo de contrato, pues aquel dia mismo ácia mediodia vino al rey nadando de las mas altas montañas un sarraceno nombrado Alí de la Palomera, y besó al rey piés y manos, y le declaró el estado de toda la isla, de su rey y de la ciudad y le anunció que alcanzaria victoria y que seria dueño de aquella tierra232.

Mandó el rey que en la media noche próxima levaran áncoras las galeras, y que esto se hiciera blanda y calladamente, cosa que es contra la costumbre del arte, y que en lugar de voz humana se hiciera ruido en la popa con un baston cuando las áncoras se alzasen, pues las galeras y taridas se mantenian con una sola; y este silencio era   —202→   necesario, por cuanto habia en la costa 5000 sarracenos bien contados y 200 ginetes y dispuestas ya sus tiendas233. Y á media noche, no sonando voz alguna, doce galeras sacaban del puerto las taridas, cada una la suya, á remolque, tan quietamente como podian; pero la gente de la costa, no entregada al sueño en tan crítico lance y olvidada del reposo, sintió el rumor y mostró haberlo sentido. Pero las galeras, ora remando ora parando y prestando atencion, iban sacando las taridas. Al cabo de un rato los sarracenos clamaron muy fuertemente, y mirando partir las galeras y taridas pusieron el grito en el cielo, y los cristianos dieron tambien fuertes voces por no parecer amedrentados. Y gritaban unos á otros diciendo: vamos vamos, vamos, en nombre de Dios. Y andaban los sarracenos tan á orillas del mar como podian peones y ginetes, observando donde aportaría la hueste, pero como les estorbaba   —203→   la disposicion de las montañas, llegaron antes que ellos á su término las galeras y taridas.




ArribaAbajoCapítulo XIX

De la primera batalla empeñada con los sarracenos, y de la victoria conseguida por Raimundo de Moncada


En el nombre de Dios omnipotente, saltaron en tierra los primeros Nuño, Raimundo de Moncada, los Templarios. Bernardo de Santa Eugenia, y Gilaberto de Cruyllas234; pero antes de llegar estos á lo alto , estuvieron ya en aquel cerro contiguo al mar, de que hablamos mas arriba, unos 800 cristianos de á pié y de nuestros caballeros unos 150235. Situáronse en frente de ellos y á alguna distancia los sarracenos como aguardándolos, en número de 5000   —204→   peones y 200 de á caballo. Dijo entonces Raimundo de Moncada: «Solo voy y nadie venga trás de mí, y observaré y calcularé el número de esos». Y observó , y haciendo una señal llamó á los nuestros y dijo: «Obrad con denuedo, embistamos, que pocos son»236. Y el que primero los embistió fue el mismo Raimundo de Moncada , y los otros le siguieron buena gana. Pero á medio tiro de piedra, como se acercaban con tan valeroso ímpetu á los sarracenos, viendo estos el brio de los cristianos huyeron; y los otros persiguiéndolos animosamente, mataban á cuantos cogian, no dando á nadie la menor tregua de vida por mas que la pidiera. Murieron pues de los sarracenos en el primer choque cerca de 1500, y volvieron los nuestros á la ribera del mar aguardando la armada.

Y salió del mar el rey , y halló su caballo completamente arreado, y á los caballeros de Aragon que habian salido de una tarida real; é informado de lo hecho alegróse el rey de la victoria, mas pesóle y se dolió de haber tardado tanto, y volviendose á los caballeros de Aragon, «Mal haya, dijo, nuestra suerte! dado se ha en Mallorca el primer combate y logrado la primer victoria, y han triunfado   —205→   los nuestros, y no hemos estado allí!... Permanecerán hoy limpias de sangre nuestras manos? Hay entre vosotros algunos caballeros que seguirnos quieran?». Y todos los caballeros aragoneses que estaban dispuestos siguieron al rey, y fueron 25 montados, y llegaron al sitio donde se habia dado la referida batalla, y mirando acá y allá vieren sobre un collado 400 sarracenos de á pié, quienes viendo á los cristianos avanzar contra ellos desampararon aquella posicion y querian tomar otra que era otro collado. Y dijo un caballero de los del linaje de Ahe237 naturales de Tauste: «señor, si quereis alcanzarlos, conviene apresurarnos mas»; y así iban el rey y algunos pocos á paso mas vivo, y cinco fueron muertos238, y los otros que en pós del rey venian y tenian los caballos fatigados del mareo, acuchillaban de los sarracenos tantos como podian alcanzar.

Yendo el rey con otros dos, encontróse con un caballero sarraceno desmontado, bien y apuestamente cubierto con su escudo; empuñaba su mano una lanza, ceñia espada, vestia cota de malla, y era su yelmo zaragozano. Dijole el rey que se rindiese, y él muy indignado enristró la lanza y no quiso contestar. «Caballeros, dijo el rey, harto preciosos nos son en esta ocasion los caballos, pues cada uno de nosotros tiene aquí uno solamente; así que vale mas un caballo que veinte sarracenos. El que se acerque á él perderá su cavallo, pero yo os diré el medio de matarle.   —206→   Amurallémosle y cojámosle en medio, y mientras tenga la lanza levantada contra el uno, hiérale otro, y cuan o esté herido y en tierra, no podrá dañar». Y mientras que con este propósito se le acercaban, sobrevino Pedro Lobera239 y dirigió contra él atropelladamente el caballo; pero el moro como caballero no desprevenido, y muy ducho en el arte de caballería, cuando tuvo cerca al caballo le hirió de súbito con tal fuerza en el pecho, que le metio en el cuerpo un codo y medio del asta. Cayó empero atropellado por el caballo, y esforzábase en sacar la espada de la vaina que debajo habia cogido; y acercóse el rey con los suyos, é invitábale á rendirse y que así escaparia de la muerte; pero aquel tomando aquella palabra por palabra de escarnio, se negó en su idioma240, y prefirió sufrir tan crueles mortíferos golpes, que someterse al alvedrío de un rey estraño ó deberle el beneficio de la vida. Y esta vez murieron 80 de los sarracenos.



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ArribaAbajoCapítulo XX

De la reprension dada al rey por Guillermo y Raimundo de Mancada, y del mensaje que anunció la próxima batalla y la vista de los sarracenos


Era ya puesto el sol; y el rey volvia á sus tiendas, temiendo no haber ofendido ó agraviado á sus nobles con tan peligrosa cavalgata y con su regreso casi nocturno, esperaba ser fuertemente reprendido241. Salieron á pié al encuentro suyo Guillermo y Raimundo de Moncada con algunos caballeros, y el rey al descubrirlos se apeó, y quiso entrarse á pié; pero habiendo dado él una ojeada, miróle Guillermo de hito en hito, y sonrióse lenta y disimuladamente, cuya sonrisa agradó mucho al rey que se decia en su interior: «No nos dirá palabras ásperas Guillermo, puesto que ha reido». Mas no pudo sufrirlo Raimundo   —208→   de Moncada, y con mustia cara dijo: ¿Qué habeis dicho, señor, qué habeis hecho? despues de salvados por Dios, y escapados de los peligros del mar, y traidos aquí salva y seguramente á la tierra que deseabais, ¿quereis ahora sacrificaros y sacrificarnos? No sabeis que vuestro peligro no atañe á una persona sola sino al ejército entero? ¿Y qué osadía es esa, nada digna de elogio, nada compatible con el valor sensato, la de esponeros á sabiendas á tan duro trance y riesgo? Por poco no os perdeis y si tan negro dia hubiera oscurecido nuestros ojos, ¿quién despues de vos hubiera querido vivir? quién quisiera vol ver á sus hogares? cómo se hubiera divulgado con infamia el mal consejo de vuestros nobles, y cuán sospechosa se reputara su custodia! Cierto que mejor fuera la suerte de los que murieran, que la de aquellos que escaparan de la isla para llevar la nueva á nuestros amigos; y seguramente que esta tan grande hazaña ningun otro príncipe la acometeria, pues que infundiera mas temor que aliciente.

Oidas estas cosas, nada replicó el rey, pero Guillermo tranquilizándolo y punzándolo en parte, «ó Raimundo, dijo, el rey ha cometido gran locura; mas una cosa nos consuela , y es el haber esperimentado qué señor tenemos tan valiente en armas, el cual lamentándose de no haberse hallado en el primer combate, solo y de por sí se lo ha procurado, aunque con peligro propio y de los suyos. No volvais á hacerlo, señor rey, no volvais á hacerlo, que en la vuestra consiste nuestra vida, y vuestra muerte será la nuestra. Ni á vos toca precipitar así las cosas que hacerse deben, sino obrar con mayor firmeza y madurez, porque pisando la isla, rey sois de Mallorca; y si por disposicion divina, y no por falta de prudencia en vos, aconteciera que   —209→   murieseis, la muerte no irrogaria mengua á vuestra fama, pues todos os aclamarian por el mejor hombre del mundo y como á tal os llorarian. Y si contraccion de nervios os detuviese en cama y os hiciera impotente para los combates, vuestra seria aun esta tierra, mientras que en ella respireis».

Tomó de nuevo la palabra Raimundo de Moncada y dijo: «Conviene, señor, guardarnos de este riesgo que pudiera sobrevenirnos, pues en esta noche hay mayor recelo que en las siguientes y en las que pasareis tierra adentro. Conviene pues que velen sobre nosotros centinelas, pues, si los sarracenos se nos vienen encima antes de hallarnos armados, todos estamos perdidos». Contestó el rey: «Vosotros á quienes hace mas prudentes la edad y esperiencia grande, decid lo que hacerse debe, y se hará». Y replicaron: «Ármense cien caballos esta noche, y pónganse escuchas á distancia de las tiendas para que nos cuenten ó hagan saber lo que vean, para que podamos recorrer ó haber recorrido á las armas antes de ser derrotados ó sorprendidos por los acometedores». Y dijoles el rey : «Bueno y escelente es el consejo que me dais; pero nos todavia estamos en ayunas: cuando hayamos comido mandaremos á los barones órden para que haga armar cada uno la tercera parte de sus tropas, y para que envíen á fuera y algo lejos hombres á pié que abran diligentemente los oidos y si algo oyen que lo avisen». Despues de comer despachó el rey sus porteros que comunicaron la órden, y ninguno de los barones la cumplió242, pues todas las compañias estaban endebles, y mal dispuestos los caballos que despues   —210→   de salir del mar habian tenido que acarrear armas y trabajar en la refriega. Durmió pues el rey confiado en la disposicion que tomado habia, creyendo que se habria cumplido.

Estaban las naves en el puerto de la Porrasa243, y en ellas 300 caballeros y caballos, y vieron un gran ejército del rey de Mallorca que, al anochecer habia salido de la cuidad, y pasaba parte de la noche en el collado de Portopi. Y Ladron   —211→   noble aragonés244 que se hallaba en una nave, de acuerdo con los caballeros que allí estaban, por medio de una barca mandó aviso al rey de lo que veian, aconsejando que estuviesen alerta y se mantuviesen dispuestos, pues harto cierto era lo que veian, y las gentes y las tiendas se divisaban. Llegó el mensaje al rey á media noche del miércoles245, y el rey hizo en seguida comunicarlo á Guillermo de Mondada, á Nuño y á los demás nobles que estaban acampados; pero esto no obstante, cansados y rendidos durmieron hasta el amanecer.



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