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ArribaAbajoCapítulo VIII

Llegada a México de los primeros misioneros franciscanos. Singular y humilde recibimiento que les hace Cortés. Primeras predicaciones. Destrucción de los templos e ídolos. Ejecuciones de justicia en los pertinaces. Denuncia de los restos del dios Camaxtli. Descripción. Era hombre blanco. Miscelánea de anécdotas. Fray Jerónimo de Tlaxcala. Desorden político en los tiempos inmediatos a la conquista. Medidas adoptadas para asegurarlos.


Habiéndose ganado y conquistado la ciudad de México y pacificado mucha parte de la Nueva España, como está tratado, llegaron de España los doce frailes de la orden de San Francisco el año de 1524, con gran gozo y contentamiento de Fernando Cortés, a los cuales recibió con muy gran veneración y acatamiento, que fue uno de los mayores y más grandes ejemplos que dio de su nobleza, virtud y persona, y muestras de su gran valor a toda esta tierra, cuya memoria quedará eternizada hasta el fin y consumación del mundo, porque yendo de rodillas abatido por el suelo, tomó las manos al Reverendo Padre Fray Martín Valencia, custodio de los doce religiosos que consigo traía, y se las besó, cuyo hecho devotísimo y humilde recibimiento fue uno de los heroicos hechos que este capitán hizo, porque fue documento para que con mayor fervor los naturales de esta tierra viniesen a la conversión de nuestra Santa Fe, como después vinieron; de suerte que con esta devoción con que   —242→   fueron recibidos estos santos varones, el día de hoy los naturales tienen en mucho a los sacerdotes y siervos de Dios, máximamente a los maestros de doctrina de Señor San Francisco. Con la llegada de estos padres benditos, luego pusieron por obra la conversión general de estos naturales, y dar orden de cómo se había de disipar la idolatría sin escándalo ni alboroto alguno; y siendo así y poniendo en ejecución su santo propósito, comenzaron a derribar los ídolos de los templos, con celo edificante de extirpar y desarraigar los ritos infernales que entre esta gente había, quemando los simulacros horrendos y espantosos, dando con ellos en tierra, sin que ninguno se los osase impedirlo ni estorbar.

Con esta tan sublime obra, comenzaron a promulgar y predicar el sagrado evangelio y doctrina de Nuestro Dios y Salvador Jesucristo, con ayuda de muchos niños hijos de Caciques y Señores que a los principios doctrinaron, instruyéndolos enteramente en las cosas de nuestra Santa Fe Católica; en cuya obra hacían muy gran efecto e impresión en esta nueva planta, y prosiguiendo en ella, les comenzaron a quitar las muchas mujeres que tenían y los otros demás ritos de idolatría, y otras muchas supersticiones, sacrificios horrendos, cruelísimos y abominables de sangre humana ofrecida al demonio, sacada y desangrada de sus propias carnes, quitándoles asimismo que trajeran orejeras348 los hombres ni las mujeres, ni bezotes349, y otros abominables usos y costumbres que tenían, y que los hombres no tuviesen más de una mujer, y las mujeres más de   —243→   un hombre por marido, y esta había de ser por orden de Nuestra Santa Madre Iglesia y con licencia de los Ministros de Dios, y que se quitasen los bragueros que traían y se pusiesen zaragüelles350 y se vistiesen camisas, que era traje más honesto, y que anduviesen en carnes y desnudos como antes andaban. A esta tan santa obra, algunos de los Caciques y principales se mostraron duros y rebeldes y más que pertinaces, pues con haberse bautizado tornaron a reiterar en sus idolatrías y gentilidad y antiguo uso, los cuales murieron por eso ahorcados por mandado de Hernán Cortés y por consentimiento de la Señoría de Tlaxcala, que fueron los que eran señalados por dibujo351.

Sólo diremos que después de que estuvo arraigada la fe y extendida, *yéndose como se iba extendiendo la ley evangélica*, D. Gonzalo Tecpanecatl Tecuhtli, Señor que fue de la cabecera de Tepeticpac, tenía escondidas en su casa las cenizas de Camaxtli, ídolo muy venerado entre los naturales de esta provincia; y teniéndolas encubiertas en su casa en un oratorio, pasaba con ellas gran inquietud y trabajo, sucediéndole grandes alteraciones, desgracias y calamidades en sus haciendas, porque el demonio le fatigaba, y no osaba descubrir a nadie, ni decir el mal que tenía en su casa escondido, con hacerle tan mala vecindad y compañía; mas viniéndose a confesar una Semana Santa, como es precepto, se confesó con Fray Diego de Orarte, Religioso de la Orden de San Francisco, y en el discurso de su confesión, descubrió a este santo varón cómo tenía guardadas en su casa las cenizas del ídolo Camaxtli, y *que no lo había osado decir ni descubrir a nadie por su reputación, y porque no le tuviesen por mal cristiano, y que ahora que había conocido a Dios y entendido la burla y engaño en que vivía y vivieron sus antepasados, y que por eso ahora se lo descubría, y que mirase y viese lo que mandaba hacer de aquellas reliquias de su idolatría, que él estaba muy obediente a todo lo que mandase. El buen religioso   —244→   le mandó que las trajese, y que no le quería absolver hasta que se las manifestase, porque de otra manera no le podía *absolver ni bendecir en su agua352 de ellos: así se dice fue* que el dicho D. Gonzalo Tecpanecatl Tecuhtli le trujo las cenizas del ídolo Camaxtli, se las entregó y luego el padre Olarte en su presencia las quemó y derramó por el suelo con gran menosprecio de ello, y predicó con grandes exhortaciones al D. Gonzalo, el cual tuvo gran dolor y arrepentimiento, llanto y lloro de sus culpas y pecados: y así aquella semana propia de Jueves Santo, estando disciplinando ante una imagen de Nuestra Señora, espiró y dio el ánima a Dios Nuestro Señor después de haberse confesado y comulgado; y así lo hallaron muerto y de rodillas, ante la imagen de Nuestra Señora, en el hospital de la Anunciación, lo cual dejamos atrás citado y prometimos de declarar el fin que tuvieron las cenizas del ídolo Camaxtli.

Al tiempo las cenizas de este ídolo se desbarataron y desenvolvieron de las envolturas que tenían: dentro de un cofrecillo de palo hallaron en las cenizas unos cabellos rubios, porque afirman los antiguos viejos que fue un hombre blanco y rubio. Asimismo hallaron entre las cenizas una piedra esmeralda, porque se la solían poner a los hombres famosos en medio de sus cenizas, hechas unas353 con sangre de niños muertos que para este efecto mataban, las cuales piedras decían que eran el corazón de los hombres de valor.

Desde ahí en adelante, hubo quietud en las casas y haciendas de los herederos de dicho D. Gonzalo: no tan solamente había en esto mucho que decir, sino en otras cosas más que sucedieron dignas de memoria.

Aunque Fray Jerónimo de Mendieta, fraile de la Orden de San Francisco, ha escrito largamente de las cosas sucedidas acerca de la conversión de los naturales de esta tierra, y porque en   —245→   este lugar se nos ofrece ocasión de tratar algunas cosas dignas de eterna memoria, salimos de nuestro principal intento. Y es el caso que un Cacique llamado D. Cristóbal Axotecatl, principal del pueblo de Atlihuetza sujeto a Tlaxcala, martirizó un hijo suyo llamado asimismo Cristóbal, y por ser muchacho de poca edad le llamaban así los religiosos Cristobalito, y su común nombre era Cristobalito, a manera de regalo354, y habiéndose bautizado y tomado por nombre Cristóbal, su padre Axotecatl tornó a idolatrar, y por no ser sentido puso a su hijo con los frailes en el monasterio de Tlaxcala, para que fuese doctrinado e instruido en las cosas de Nuestra Santa Fe, y fue Nuestro Señor servido de que en muy breve tiempo fuese tan buen cristiano que no había más que desear: los religiosos le tenían en tanto, que no se hallaban sin él, el cual iba a su padre D. Cristóbal muchas veces a predicarle las cosas da Nuestra Santa Fe, declarándole la doctrina cristiana, contradiciéndole y reprobándole la gentilidad y reprobada idolatría, y cómo era devaneo y engaño, y que le rogaba mucho como hijo suyo que era, y que tanto le amaba, que dejase de idolatrar, se convirtiese a Dios y le sirviese; mas como su padre estuviese endurecido y obstinado, nunca quiso dar crédito a su hijo a cuanto le decía y amonestaba. Visto esto por Cristobalito, rogó con gran instancia a su madre que se lo dijese y rogase a su padre, que pues era bautizado, que siguiese la fe de los cristianos y se volviese a Dios y aborreciese a sus ídolos, porque recibía grande afrenta y no osaba parecer ante sus maestros los religiosos.

*Viendo que su padre todavía servía al demonio y a dioses de piedra y de palo, lo cual rogaba a la madre con grande instancia y de que fuese parte que su padre se tornara a Dios y dejase al demonio; la madre, viendo la razón que el hijo tenía*, rogó a D. Cristóbal su marido que volviese a la ley de Dios, y que viese cuán buena y cuán limpia era y descansada, y que dejase de adorar a los ídolos *como su hijo le decía*; y que así   —246→   se lo habían enseñado los Padres de Santa María, que eran los frailes, que en aquella sazón así los llamaban. Y como este negocio fuese tan odioso a D. Cristóbal Axotecatl, mandó matar a su mujer. Muerta la madre, su hijo Cristóbal vino al dicho su padre con mayor fervor y osadía a amonestarle, diciéndole que dejase su idolatría y de servir a los ídolos, porque si no lo hacía y se enmendaba por bien, que él propio le quitaría los ídolos y descubriría; *pero que como hijo le rogaba se quitase de ello, porque vivía corrido y afrentado entre los frailes siervos de Dios que le habían doctrinado*; y que mirase era Señor y principal en la República de Tlaxcala, y no diese mala cuenta de su persona, ni lugar a que le perdiese la obediencia y respeto que le tenía de padre, porque en este caso no le podía guardar ningún decoro y que le quemaría los ídolos. De las cuales palabras el D. Cristóbal Axotecatl recibió grande enojo y terrible coraje contra Cristobalito su hijo, y un día, estando muy quieto y seguro Cristobalito en servicio de los religiosos, su padre le envió a llamar, y estando en su presencia le dijo estas palabras: ¿Cómo, hijo mío, engendrete yo para que me persiguieses y fueses contra mi voluntad? ¿Qué te va a ti que yo viva en la ley que quisiere y bien me estuviere? ¿Es este el pago que me das de la crianza que te he hecho? Diciendo estas palabras arremetió a él y le dio de porrazos con una porra que traía de palo, con que le hizo pedazos la cabeza, y le mató. Después de muerto le mandó echar en una foguera que tenía hecha en su propia casa y aposento, y como no se pudiese quemar el cuerpo de Cristobalito, le mandó sacar de la foguera y le hizo enterrar en una foguera suya, que era aposento bajo de terrapleno. Hecho esto y enterrado al dicho su hijo lo más secretamente que pudo, al cabo de muy pocos días los religiosos echaron menos a su Cristóbal, que no solía faltar tanto tiempo. Procuraron luego saber de él y buscarle con gran diligencia, que luego sospecharon lo que podría ser; y como no apareciese, al cabo de muchos días, por indicios y sospechas, se vino a sacar de rastro cómo su padre D. Cristóbal lo había muerto a él y a su madre; y luego   —247→   por confesión suya se supo cómo los había muerto, cómo y de qué manera y la razón que para ello tuvo, y de cómo los tenía enterrados a las dos en su recámara. Así por esto, como por otros negocios, fue justiciado el dicho D. Cristóbal Axotecatl, el cual fue bautizado y murió cristiano. Lo sentenció a muerte D. Martín de Calahorra, que conoció de la causa, y la mandó ahorcar por mandado de Cortés: y visto todo por los religiosos de aquellos tiempos, hicieron desenterrar los huesos de Cristobalito y los de su madre, y los llevaron al monasterio de Tlaxcala, donde el día de hoy los han de tener guardados, que piadosamente se puede creer que fueron mártires madre e hijo355.

Lo mismo acaeció en el pueblo llamado Santiago Tecalco, y por lo mal sonante del vocablo se llama el día de hoy Santiago Tecalpan: otros le llaman Tecalli, pueblo que tienen en encomienda los sucesores de D. Francisco de Orduña a quien fue encomendado; que yendo por toda aquella comarca ciertos religiosos que salieron de Tlaxcala a predicar, llevaban consigo unos niños que tenían doctrinados, a que buscasen y descubriesen ídolos, y algunos idólatras que siempre se estaban endurecidos y en no quererse convertir a la fe de Jesucristo; y como fuesen tan perseguidos de los muchachos, una noche los Caciques de aquel pueblo los convidaron a cenar a tres de ellos, y aquella propia noche procuraron matarlos; mas fue sentido por los niños, por algunos avisos que tenían de otros indios, que también por inspiración divina dos de ellos se pusieron en huida, se escondieron y escaparon de entre sus manos: al uno de ellos que alcanzaron lo mataron aquella noche, siendo de edad de quince años y era natural de Tlaxcala; y como en aquellos tiempos   —248→   usaban los naturales dagas ni puñales, ni cuchillos para con ellos darle puñaladas al que querían matar, le daban de porrazos que era su costumbre antigua, y así tenían para este efecto unas porras de palo pesado o Macanas, y con ellas aporreaban: por manera que a este niño, habiéndole aporreado y dado en la cabeza muchos golpes, y teniéndola hecha pedazos y magullada, nunca perdía el sentido para encomendarse a Dios, y clamando a grandes voces decía que aquello que le hacían fuese por amor de Dios, y que no se le daba nada que le matasen, que daba su vida por bien empleada, con tal que ellos se bautizasen y creyesen en Dios, que aunque él muriese y perdiese mil vidas que no les había dejar de decir que se bautizasen, convirtiesen a Dios y dejasen de ser idólatras, *que no por temor ni miedo de perder la vida había de dejar de decirles la verdad y de como vivían engañados de sus ídolos*; y de esta suerte murió hecho pedazos *como tenemos referido*, siendo de su propio natural. Y aunque en todo el tiempo que lo estaban matando les estuvo predicando y reprendiendo, que fue toda la noche hasta el día siguiente; y sus compañeros que estaban escondidos, visto que no podían dejar de padecer otro tanto, le dejaron y se fueron huyendo, y se tornaron a Tepeyacac, donde dieron cuenta a los frailes de lo que les había pasado, y cómo los Tepalcanecas habían muerto a uno de sus hijos, de que recibieron gran pena. Mas como en aquellos días no se ejecutaba la justicia ni había castigo en los excesos, *por no alterar a los naturales, se quedó esta crueldad sin castigo. De estos casos* sucedían en diversas partes de esta tierra, aunque algunos quieren decir que fueron castigados *y hecha justicia de los matadores; aunque se pasaba por muchas cosas de estas, por la razón que dejamos referida*. También acaecían otras muchas suertes que se pasaba por ello, y otras de que no se tenía noticia entera, que el tiempo y el descuido de nuestros españoles las han consumido y puesto en eterno olvido. Me acuerdo en este lugar que en la Ciudad de México, catorce años después de conquistada toda la tierra y pacificada por Cortés, yendo con   —249→   otros muchachos hijos de españoles por los barrios de los naturales, nos corrieron unos indios embijados; de seis o siete que íbamos nos cogieron un compañero y se lo llevaron, que nunca más pudo saberse de él; y sin este que nos llevaron a ojos vistas, hurtaban los que podían para comérselos u tornarlos indios.

Dejando esto aparte, que era lo de menos, los españoles que caminaban a solas para ir a las pueblos y a otras provincias, los mataban y consumían secretamente, sin poderse saber de ellos; hasta que se puso remedio, y mandó en toda la tierra a los Caciques y reinos, que tuviesen cuenta con los españoles que caminaban para pasar a otros pueblos, que en aquella sazón los llamaban cristianos, porque también lo eran ellos; y que de allí en adelante no los llamasen cristianos, sino que los llamasen españoles o Castillecas, que tanto quiere decir como Castellanos: aunque con todo esto el día de hoy los llaman cristianos: y con este orden, como está dicho, donde allí en adelante ya se tuvo muy gran cuenta y cuidado de nuestros españoles, *y daban cuenta los naturales de ellos* a donde quiera que iban, entregándolos al pueblo donde llegaban, y traían razón adonde quedaban, trayéndolos retratados de la edad que eran, si iban a pie o a caballo, sus vestidos y ropaje que llevaban, de qué color eran y manera de su traje. Desde entonces faltaban ya muy pocos o casi ningunos, si no eran los que salían de México a Guatemala, Chiapas, Honduras, Nicaragua, y tierras remotas que aún estaban en guerra y por pacificar...



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ArribaAbajoCapítulo IX

Nuevos descubrimientos después de la conquista. Expedición de Cortés a las Hibueras. Turbaciones en México durante su ausencia. Se va a España. Vuelve a México casado y con empleos y honores. Su desgraciada expedición a California. La misma a las Islas de la Especería. Llega a México el primer virrey D. Antonio Mendoza. Expediciones a la Especería, California y Nuevo México. Coronado, Alarcón y Fray Marcos de Niza. Otros descubrimientos y poblaciones. Llegada del visitador Tello de Sandoval y publicación de las leyes en favor de la libertad de los indios. Conjuración de los negros. Otra de españoles. D. Antonio Mendoza pasa al Perú de Virrey. Elogio de su gobierno de México. Protege las artes y todos los establecimientos útiles. Bate moneda de cobre y los indios la arrojan a la laguna. Provisión de Obispados. Primeros religiosos misioneros. Clérigos.


Habiendo tratado sumariamente de las cosas sucedidas en esta tierra y venida de los primeros españoles, será bien hacer otra breve discursación de tiempos, aunque distante y apartada de nuestro principal intento, no saliendo de los límites de nuestra instrucción. Pacificada pues la tierra y aquietados los naturales de ella, luego se entendió en la pacificación de todo el reino, y reformación, reedificación y población de la insigne y más que opulenta Ciudad de México, que tan destruida había quedado con las guerras. Cortés dio en esto las mejores órdenes que pudo, mandando hacer casas y calles a modo nuestro, con tal principio y fundamento, que permanece hasta el día de hoy en grande aumento y propiedad, enviando desde esta ciudad a   —252→   todas las provincias, reinos y señoríos de Moctheuzomatzin, personas principales que las facilitasen, gobernasen y poblasen de españoles; coma fue al reino de Michoacán Juan Saucedo el romo; a Guatemala, D. Pedro de Alvarado; a Pánuco Gonzalo de Sandoval: a Yucatán, Tabasco, Campeche y Champoton a Francisco de Montejo; a Chiapas a Juan de Mazariegos: a las provincias de las Hybueras y Honduras fue el mismo Fernando Cortés personalmente, dejando allá por Capitán y su Lugar Teniente a Cristóbal de Olid, a quien después le mató Francisco de las Casas y Juan Núñez Mercado por mandado de Cortés, por presunción y sospecha que de él tuvo que se alzaba con aquel reino; y quedando en esta pacificación vino por Gobernador de las provincias de Pánuco, de México y Nueva Galicia Nuño de Guzmán, que pasando por el reino de Michoacán hizo ajusticiar al Rey Catzontzin con grandes y crueles tormentos, hasta que murió de ellos, por ocasión de que no quiso dar ni descubrir el tesoro que tenía, ni las minas de plata que en su tiempo había; y desde este reino de Michoacán, fue a las provincias de Xalisco y Culhuacan, cuyas tierras ganó y conquistó y pacificó, haciendo grandes insolencias, tiranías y crueldades con los naturales de aquella tierra, por cuyas demasías el emperador D. Carlos V, *Rey y Señor nuestro de gloriosa memoria*, le mandó llevar preso a los Reinos de Castilla, y antes que se fuese de esta tierra estuvo mucho tiempo preso en la cárcel pública de México, hasta que fue llevado *a los dichos reinos de Castilla* a Valladolid, donde a la sazón residía la Corte de Su Majestad, donde el dicho Nuño de Guzmán acabó desventuradamente con pleitos y contiendas, defendiendo sus causas con mucha pobreza y miseria356.

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En este lugar trataremos breve y sumariamente de las grandes contiendas y alteraciones que resultaron en la Ciudad de México, por la jornada que hizo Cortés a Hibueras, las cuales procedieron por sólo el apetito de ambición y deseo de mandar; y fue el caso sobre cuál de los oficiales Reales había de tener el Gobierno de la tierra, que esto debió ser el principal fin y fundamento de cada uno de ellos, la cual discordia pasó entre los oficiales de Su Majestad, con motivo y ocasión de las comisiones que Cortés les había dejado al Fator Gonzalo de Salazar, y al Tesorero Alonzo de Estrada, y al Veedor Peralmíndez Chirinos y al Contador Rodrigo de Albornoz; lo cual causó la nueva que se había tenido de que Cortés era muerto y muchos compañeros de los que había llevado consigo a esta jornada trabajosa, cuya nueva fue causa de la contienda entre los oficiales, pues cada uno de ellos pretendía gobernar de por sí, y provocaba a sus amigos para seguir su opinión. Con aquella sediciosa ambición, y estando en el mayor furor de sus ilusiones y desatinados deseos, llegó pues nueva del bien afortunado Cortés, de cómo estaba en la tierra, y que había venido a esta Nueva España, habiendo pasado muy grandes trabajos y sucesos inauditos él y sus compañeros en esta grande y atrevida jornada que hizo de las Hibueras, según que más largamente la tratan las crónicas, y le refiere en particular Francisco de Terrazas en un tratado que escribió del aire y tierra: y con esta llegada de Cortés cesaron muchas diferencias y obstinadas disensiones causadas de cosas pasadas, porque se renovaron con su venida negocios   —254→   muy pesados, de que resultaron grandes sediciones de hombres inquietos y bulliciosos, que estaban deseosos de que la tierra se alborotase: y con esta su venida y madura prudencia, apaciguó la tierra con los mejores medios que pudo, dando asiento nuevo en el Gobierno de la tierra a la reedificación de México, no dando lugar a la tiranía que deseaban emprender los nuevos gobernadores a título de que eran oficiales de Su Majestad, y que a ellos incumbía gobernar la Nueva España, con intento de usurpar la fama y gloria del valeroso Cortés que con tanta felicidad había ganado, eternizando su fama, queriéndole oscurecer y aniquilar sus valerosos hechos y tan heroicas proezas, como lo habían intentado sus émulos y contrarios, escribiendo contra él al Emperador y a su Real Consejo. Visto por Cortés los perniciosos humores congelados de maliciosos intentos *querían muy malos desopilar357 si sobrepujasen y viniesen a predominar su buen celo y sincero propósito*, determinó irse a los Reinos de Castilla y salirse de entre las llamas de tan encendido fuego, y *dando de mano a los apostemados propósitos* dejó la tierra por muchas causas y razones que a ello lo movieron: la primera y más principal fue buscar la triaca de su remedio y resistir la venenosa ponzoña de sus contradictores, cuyo intento era ponerle en mal con el Emperador, y que no le desquiciaran de *la buena opinión que tenía y había ganado de sus heroicos hechos y* la buena suerte y dicha que Dios le había dado, y porque su causa no pereciese por ausente, y éste le pareció el más acertado acuerdo de cuantos podía imaginar, que era ir personalmente a los pies de su Rey Señor, y darle la obediencia como a su Señor supremo, y ofrecerle el servicio que le había hecho en ganarle esta tierra del Nuevo Mundo *que tan valerosamente había ganado en su Real nombre*, como leal y obedientísimo vasallo suyo, y haciendo ausencia de sus enemigos.

Con este presupuesto se embarcó e hizo a la vela, y fue tal   —255→   y tan próspero el viaje y navegación que hizo, que dentro de treinta y ocho días llegó al Puerto de San Lúcar desde el día que partió de la Villa rica358 con bastimentos y matalotajes bien inusitados. Con esta su llegada cesaron grandes negocios que habían llegado de sus contradictores a oídos de Su Majestad y de su Real Consejo; mas luego de como fue llegado a los Reinos de Castilla, se fue derecho a los pies del Emperador, Señor clementísimo, y con esto que hizo todo le sucedió tan bien y con tanta facilidad, que Su Majestad se tuvo por bien servido, y le hizo muchas y muy grandes mercedes y favores, y le dio el título de Marqués y le casó con Doña Juana de Zúñiga, hija del Conde de Aguilar, y le mandó volver a esta Nueva España, honrado y favorecido, con grandes ventajas, partidos y particulares privilegios, y le hizo su Capitán General de esta Nueva España, de lo ganado y de lo que estaba aún por ganar y descubrir. También le hizo Almirante de la Mar del Sur. Todas estas mercedes ganan y consiguen aquellos que lealmente y bien sirven a sus Reyes, y en especial a los Príncipes cristianísimos, como fue el emperador D. Carlos, de gloriosa memoria, y a nuestro invictísimo Rey D. Felipe (que guarde Nuestro Señor muchos años).

Después de su llegada de los Reinos de Castilla con tanta gloria y pujanza, y dando nuevo asiento a las cosas de esta tierra, hizo la jornada y nueva navegación de la Mar del Sur en demanda de las Islas que se decían en aquel tiempo Islas de Salomón, y de la Isla de Tarsis y California, la cual le sucedió tan mal y tan siniestramente, que casi se le perdieron todos los navíos, y estuvo más de un año perdido en el gran río del Tyzón y California, adonde pasó grandes trabajos, que pensó perecer él y toda su gente, así de hambre como de no hallar las poblaciones de que tenía noticia por relaciones; que aunque aquella costa por donde anduvo es de muchos indios y poblaciones, es la más gente desnuda y bárbara, que viven como árabes y   —256→   pobrísima, que no saben lo que es oro ni plata; y como no tuvo en qué pasar adelante por la pérdida de sus navíos, sufriendo tantas peregrinaciones, procuró volver a esta tierra con harta pérdida de su gente y hacienda, mas no cansado ni enfadado de los casos de fortuna. Pretendió tras esto hacer la navegación de las Islas de la Especiería, que en aquella sazón llamaban los Malucos y tierra firme de la gran China, y en efecto armó contra aquella tierra y fue general de aquella armada Álvaro de Saavedra Cerón: fue por maestre y piloto uno que se llamó el Maestre Corzo, uno de los que pasaron con Magallanes; y esta fue la primera navegación que se hizo *de esta tierra para las Islas que ahora llaman Felipinas, que fue la segunda navegación que se hizo* por la Mar del Sur de esta Nueva España en tiempo de Fernando Cortés, la cual armada se perdió y vinieron a remanecer algunos de los nuestros a la gran India de Portugal.

Estando Cortés en demanda de la California como dejamos referido, llegó de España D. Antonio de Mendoza por Virrey de esta Nueva España, presidiendo en la Real Audiencia de México D.. Sebastián Ramírez de Pedraza359, que después vino a ser Obispo de Santo Domingo en la Isla Española. Este D. Antonio de Mendoza fue muy principal caballero, hermano del Marqués de Mondejar; y el primer Virrey que vino a esta Nueva España el año de 1534360. Gobernó tan bien y prudentemente, que   —257→   con su valor, prudencia, y sagacidad y cristiandad, pacificó, allanó y dio asiento a toda la tierra y poblaciones de ella. En tiempo que este tan cristiano príncipe gobernaba la Nueva España, se izó la segunda navegación *de la Especería, la cual armada hizo a su costa y minción* en compañía de D. Pedro Alvarado, y fue por General de ella el Capitán Ruy López, natural de Villalobos, y llevó por segunda vez de su Piloto al maestro Corzo, de quien arriba hicimos mención (que conocí muy bien); cuya jornada y navegación fue tan infeliz y desdichada que se perdió toda sin ser de ningún efecto, y fue ocasión de habérsele muerto toda su gente y no tener con quien volver los navíos; y de aquí tomaron abuso decir que por las grandes corrientes y vientos contrarios, no podían volver los navíos a esta Nueva España, cuya ironía361 duró muchos años, y que no se podía pasar por debajo de la línea equinoccial, y otras cosas que se dicen y no se supo escribirlas362 por estar ya muy entendidas las líneas y navegaciones de todos los mares del mundo, y el ingenio de los hombres tan trascendido en viveza, que todo lo pueden ya alcanzar y comprender con el entendimiento que Dios se ha servido darles, que se les hace todo fácil y comprensible. Finalmente, de los que escaparon de esta navegación vinieron a parar a la India de Portugal, donde fueron presos, García de Escalante y Güido de la Bazares y Fray Antonio363 de Urdaneta, de la Orden de San Agustín, de quien también quieren decir que fue uno de los que pasaron el estrecho de Magallanes: estos trajeron de la India el Gengible, y se le atribuye a Güido de la Bazares que lo sacó encubiertamente con gran astucia y maña y lo llevó a Castilla, de donde lo trajo a esta Nueva España y se sembró en Cuernavaca, en la Huerta de Bernardino del Castillo, de donde ha procedido la cantidad que hay el día de hoy   —258→   en las Islas de Santo Domingo, que llevan a España de Barlovento las Naos cargadas.

En tiempo de este Virrey se armó otra armada que él mismo mandó hacer para la California; y fue por General de ella Francisco de Alarcón y por Maese de Campo Marcos Ruiz, la cual armada también se perdió sin ser de ningún efecto, volviéndose a tierra al Puerto de la Purificación; y en este tiempo se hizo la entrada de la tierra nueva que llamaban las siete ciudades, que fue a costa del mismo D. Antonio de Mendoza, y fue por General de la entrada Francisco Vázquez Coronado: esta fue la jornada que llamaron de Tribola364, de que había dado noticia Fray Marcos de Niza, Provincial que fue de la Orden de San Francisco en aquella sazón, que afirmaba haber visto las siete ciudades personalmente y otras muchas tierras y provincias, la cual entrada asimismo se perdió, en que iban más de mil españoles365 y de toda gente granada y muy lucida. Llevaron como está referido por General a Francisco Vázquez Coronado, natural de Salamanca en los Reinos de Castilla, persona muy principal, de calidad y suerte, y por Maese de Campo a Lope de Samaniego, Alcalde que fue de las Atarazanas de México, y por Alférez General a D. Pedro de Tobar, y por muerte de Samaniego, que lo mataron los indios de Chiametla, sucedió por Maese de Campo D. Tristán de Arellano y Luna; sin los cuales fueron muchos caballeros sobresalientes, que fueron D. Diego de Guevara, D. García de Cárdenas, capitán de la gente de a caballo, D. Rodrigo Maldonado, Pablos de Malgoza, y los Barriosnuevos, dos hermanos, y otros muchas personajes de suerte y valor, que por evitar prolijidad no se hace catálogo de todo366.

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No pasaron pocos trabajos y peregrinaciones en tierras tan desiertas, remotas y apartadas, largísimas, anchas, extendidas y despobladas, sin poder topar cosa que buena fuese para poder poblar, ni que satisficiese *en tierras tan inhabitables, en especial* a Nación tan arrogante y belicosa como la nuestra, que iba en esta tan insigne entrada y armada que se hizo por la mar del Sur y partes de la California, en que fue por General Francisco de Alarcón, como se ha referido, y se hizo con designio de que si Vázquez Coronado topara con algún buen descubrimiento, que se comunicara, y tratara por la Mar del Sur *con esta Nueva España*; y sucedió tan al contrario, que ni uno ni otro vino a efecto de lo que se pretendía, porque cansado Vázquez Coronado de haber andado y maquinado367 tantas y tan largas tierras despobladas, y llegado a la altura que debía llegar sin topar cosa buena, se tornó y deshizo su jornada, y se vino a la Nueva España, porque Francisco de Alarcón se había ya asimismo vuelto a México por no haberse podido topar en el pasaje donde estaba tratado, y por haber aguardado más tiempo de lo que disponía su instrucción, y porque no se le muriese la gente que se enfermaba, y le iban faltando los bastimentos y matalotaje.

Con esta venida de Alarcón, estuvo en desgracia de D. Antonio de Mendoza, habiendo sido tan su allegado y privado y de su casa, que le había servido muchos años de Maestre Sala; y cierto fue muy principal caballero, de mucho ser, valor, ánimo, brío y entendimiento. El odio y pasión que causó a D. Antonio de   —260→   de Mendoza, fue porque envió encubiertamente al emperador D. Carlos muy más amplia y particular relación de la tierra de la California, pretendiendo por sí propio la conquista, descubrimiento de aquella tierra y Costa del Mar del Sur, porque entendía que confinaban aquellas tierras con la gran China, o que había a ella muy breve navegación desde esta tierra a la Especería. Con trabajos que tuvo de verse desfavorecido del Virrey, vino a enfermar y morirse, como murió en el Marquesado de Cuernavaca.

Tornando a nuestro asunto e intento principal, según vamos refiriendo, habiendo llegado Francisco de Alarcón al pasaje donde se debía topar con Vázquez Coronado, viendo su dilación determinó su vuelta, dejando en aquel lugar puestas brozas368 y debajo de ellas enterradas botijas, dentro de las cuales (metió) cartas con relación del día, mes y año de su estada y llegada, y del tiempo en que aguardó hasta su vuelta, para que si allí llegasen algunas gentes, supiesen lo que había sido de aquella armada, y para que no fuera ocasión de que allí se detuviesen aguardando su embarcación, lo cual pasó el año de 1539 y el año de 1541; al cual despacho de estas dos armadas de mar y tierra fue personalmente D. Antonio de Mendoza, Virrey de esta Nueva España, lo uno a dejar a Francisco Vázquez Coronado hasta Compostela de la Nueva Galicia, y al despacho de Franco Alarcón al Puerto de la Purificación, Costa de la Mar del Sur. Si como Francisco Vázquez Coronado echó a la parte del Sur y del Poniente, torciera y declinara a la parte del Norte, y se pusiera a la altura de treinta y seis grados, topara con grandes poblaciones; y si pasara de los llanos de Tríbola, Tiguer, Quibira y el Valle de Señora369, donde halló la mucha cantidad   —261→   de vacas, quedaran aquellas tierras pobladas hasta el día de hoy.

Estas vacas son pequeñas y los toros corcovados; la cornadura es pequeña y son a modo de Búfalos. Corre este género de animales muy grandes tierras y llanos que no tienen fin, y hállase la mayor parte en los llanos de Tríbola, donde habitaron los nuestros más tiempo de un año, mientras corrió la tierra Francisco Vázquez Coronado con trescientos hombres la tierra adentro hacia el Poniente, sin hallar población de gente congregada, donde se detuvo seis meses, y pasó más de cien leguas adelante, donde estaban estas vacas. Allí tuvo razón por señas y noticias que le dieron los indios, de que a diez jornadas de allí había gente y vestía como nosotros, y que andaban por mar y traían grandes navíos, y le mostraban por señas que usaban de la ropa que nosotros usamos; y no pasó de estas poblazones por volverse a los que había dejado en los llanos de las vacas, porque se pasaba el tiempo en que había quedado de volver.

Por comisión que tuvo D. Antonio de Mendoza después de la venida de la guerra de Xuchipila y Xalisco, a causa de que los ganados mayores iban en grande aumento y dañificaban a los indios de Paz, fue necesario hacer este descubrimiento; que con esto se despoblaron muchas estancias del Valle de Tepepulco, Atzumpa y Toluca, donde fueron las primeras estancias de ganado mayor, y se fueron a poblar por aquellos llanos *adonde ahora están todas las estancias de vacas que hay en la tierra, que corren más de doscientas leguas, comenzando desde el río de San Juan hasta pasar de los Çacatecas y llegar más adelante de los Valles que llaman* de Guadiatierras de Chichimecas, que no tienen fin ni cabo; y así se despoblaron estancias de ganado mayor los Valles de Atzompa y Perote, y llanos de Tepepulco, y Valles de Toluca y otros muchos valles, y se pasaron a estas tierras tan largas y extendidas; aunque con el crecimiento   —262→   de los españoles se han ido poblando las tierras marítimas de la Costa de Pánuco y Nautla que llaman los llanos de Almería, y desde allí las estancias de Putingo y Mazautla370 y de Veracruz, y otras de tierras calientes de Tlalixcoyan, por la Costa de Cohuatzacoalcos que llegan al río de Grijalva, que es una cosa sinnúmero e increíble el ganado que se va criando y aumentando, que si no se ve por vista de ojos no se puede numerar ni encarecer; aunque las carnes de los ganados que se crían en los Chichimecas son mejores que las que se crían en tierras calientes, y lo mismo las del Valle de Atzompa, Tecamachalco, Villa de Atlixco, Perote, Alfaxayucan, Teotlalpa, Tepepulco, Valle de Toluca, de mucha sustancia y finísimas lanas. Es de advertir que hay opinión que las carnes de las Indias no son de tanta sustancia ni tan sabrosas como las de Castilla; a lo cual se puede responder que las carnes crecidas y hechas de ganados de tierras calientes, son de poco sabor y menos sustancia, porque en efecto son dejativas y flojas, y las criadas en tierra fría y en Chichimecas así de vaca como de carnero son tan buenas, sabrosas y de tanta sustancia, como las que se comen dentro de Madrid, Valladolid y Medina del Campo; y no hay que tratar de esto como quien ha visto y experimentado lo uno y lo otro, si no es que la falta de carnes que hay en Castilla nos hace sentir otro gusto más sabroso, por carecer de la abundancia de la carne que aquí tenemos.

Gobernando pues esta tierra con tanta paz y tranquilidad este buen Virrey, se descubrió en su tiempo la navegación del Perú, de esta tierra por el Mar del Sur; se hicieron navíos y fueron al Collac371 de Lima, cuya navegación y descubrimiento hizo a su costa y minción372 con muy grandes gastos y trabajos Diego de Ocampo373, caballero muy principal, natural de la Villa de Cáceres   —263→   en los Reinos de Castilla, el cual habiendo sido uno de los conquistadores y pacificadores de este Nuevo Mundo, perseverando en su proceder, se puso a hacer este tan bueno y provechoso descubrimiento hasta que se salió con él; y estando en su feliz gobierno *de un tan buen príncipe como este* D. Antonio de Mendoza, vino de España por visitador de esta tierra Tello de Sandoval, quien visitó al Virrey, Audiencia Real y Oficiales de su Majestad. Vino asimismo este visitador a publicar y ejecutar las nuevas leyes que fueron hechas en las Cortes que se hicieron en Malinas en favor de los indios, las cuales contenían la libertad de los indios esclavos y que no hubiese Tamemes374 ni que los indios se cargasen, y que se quitasen sin remisión ninguna los servicios personales que hacían, aunque se los pagasen; por cuya publicación hubo grandes alteraciones, y estuvo la tierra en detrimento de perderse: mas con la sagacidad de D. Antonio de Mendoza se quietó y sosegó, y quedó pacífico, con que no se ejecutaron algunas cosas por entonces, sino que fuesen entrando en ellas poco a poco, y que se consumiesen los esclavos que a la sazón había, y con buenos medios se sobreseyesen las leyes y obedeciesen; de la cual visita resultó que se mudó toda la Audiencia y los Oficiales Reales y el virrey D. Antonio de Mendoza, lo cual pasó el año de 1544 al 545 y el 46, que fueron tres años de visita y de Virrey de esta Nueva España: siendo ya muy viejo, fue por Virrey a los Reinos del Perú, donde vivió tres años gobernando co mucha paz y sosiego aquellos reinos, hasta que murió. Fue uno de los más famosos Gobernadores que Su Majestad tuvo y ha enviado a estas partes, cristianísimo, de buen ejemplo y vida, discreto, sabio   —264→   y prudente, como su nombre y fama hoy día resplandece en esta tierra, y sus heroicas obras lo muestran en este Nuevo Mundo. Entró a gobernar el año de 1534 como está referido375.

Durante el feliz gobierno del virrey D. Antonio de Mendoza, se descubrió una rebelión que intentaron hacer los negros esclavos de los españoles, para lo cual habían convocado a los indios de Santiago Tlaltelolco y México, la cual rebelión destruyó otro negro. Averiguada jurídicamente, se procedió contra los culpados e hizo justicia en ellos, quedando la tierra sosegada por muchos años, hasta que hubo otra rebelión más peligrosa si pasara adelante, que fue descubierta por un Gaspar de Tapia y Sebastián Lazo de la Vega, y cuyos culpados asimismo fueron castigados, y justiciados con mucho rigor *los convocadores de este motín*, y muchos de esta liga y conjuración se fueron huyendo de esta tierra al Perú, que se hallaba en aquella sazón alzada por Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal su Maestre de Campo, aunque de estos que se iban huyendo se prendieron muchos de ellos por los caminos por donde iban, como fue en Tehuantepeque y Huaxacac376. Los caudillos de esta rebelión y alzamiento fueron un Juan Román oficial de Calecto377, un Juan   —265→   Vanegas y un italiano, los tres fueron justiciados en la Ciudad de México, confesando el delito que habían cometido e intentado hacer, lo cual pasó el año de 1549.

Habiendo sucedido esto, se sosegaron y pacificaron los leales vasallos y servidores de Su Majestad por muchos años, y fue en muy gran aumento la población de los españoles, fue ennobleciéndose la Nueva España *de pobladores españoles y fueron* en crecimiento los ganados menores de ovejas. Este buen príncipe procuró el asiento y perpetuidad de esta tierra, y envió por ganados merinos a España para afinar las ovejas que habían traído antes, que fueron de lanas bastas y vendas378.

En su tiempo se comenzaron los obrajes de paño y sayales, y el trato de las lanas fue en muy gran crecimiento, porque los indios comenzaron a vestirse de mantas de lana y otras cosas que labraban de ella; y se comenzaron las labores de trigo y estancias, y se repartieron muchas tierras; y para todo dio favor y ayudó mucho; y se comenzaron a descubrir muchos veneros de oro, plata, hierro y cobre, así como fueron las minas de Tlachco379, Zultepeque y Tzompanco, y se comenzó a fundir moneda para la contratación de los españoles, porque antes no se trataba sino con barras y tejuelos de oro y oro en polvo, y no podía correr tan bien como corre la moneda, y había gran fraude en los rescates del dicho oro y plata, y eran muy lesos y damnificados los indios que no sabían más de trocar dame esto y te daré esotro a poco más o menos; y para evitar esto se batió la moneda como está referido.

Hubo otro género de moneda que fue cobre, que fueron cuartos y medios cuartos de a cuatro y de a dos maravedís, y comenzó esta moneda a correr por entre los españoles y indios; la cual pereció tan mal a los naturales, que hacían burla de tan baja cosa, que no le estimaron en nada ni la pudieron sufrir,   —266→   porque decían que denotaba muy gran pobreza, y no la quisieron tratar ni recibir; y aunque hubo rigor y fueron compelidos a que de ella usasen y tratasen, dentro de un año o poco más, reunieron y echaron de sí más de cien mil pesos de esta moneda en la laguna de México para que no hubiese memoria de ella, y hasta hoy ha durado el no usarla en esta Nueva España porque toda la rescataron los indios y la desterraron del mundo, a lo menos de su tierra, porque les fue muy aborrecible y odiosa, y así no se usa otra moneda ni corre más que la de plata desde aquel tiempo, en reales de a ocho hasta medios reales, toda de plata muy buena moneda; y en este tiempo cesó el trato de oro en polvo, barras y tejuelos380. Finalmente, gobernando este tan ilustre varón, se ennobleció muy grandemente la Ciudad de México. La gobernó y toda la Nueva España siete381 años cristianísimamente. Hubo en su tiempo una muy gran pestilencia y mortandad en los naturales de esta Nueva España el año de 1545, que duró más de seis meses, arruinó y despobló la mayor parte de todo lo poblado de la tierra. En tiempo de su Gobierno se proveyó el Obispado de Guatemala en el Lic. D. Francisco Marroquín, clérigo; el de Huaxacac en D. Juan de Zárate; el de Chiapas en Fray Bartolomé de las Casas, de la Orden de Santo Domingo; el de Michoacán en D. Juan Vasco de Quiroga; el de Xalisco en D. Pedro Gómez de Malaver; el de Tlaxcala en D. Julián Garcés, primer Obispo que vino proveído a estos reinos;   —267→   y D. Fray Juan de Zumárraga por primer Obispo de México, antes que fuera Arzobispado. Este primer Obispo de Tlaxcala fue uno de los doctísimos varones en letras que acá han pasado, de más grande santidad, ejemplo y vida, de todos los cuales se podrían escribir grandes santidades y obras santísimas de sus vidas: porque entiendo y que muy largamente están escritas de ellas excelencias maravillosas, que en servicio de Dios nuestro Señor hicieron en la conversión de los naturales y nueva planta de esta Iglesia militante, y así no nos detengamos en esto, sólo referiré, que siendo oidor D. Juan Vasco de Quiroga, le vino el Obispado de Michoacán: fue un santo de mucha perfección, y lo mismo fue D. Fray Juan de Zumárraga, fraile de la Orden de San Francisco, y después murió de Arzobispo de México: lo mismo diremos de D. Francisco Marroquín, que hoy en día vuela su fama; y D. Juan de Zárate, Obispo de Huaxacac, que lo llaman vaca de oro por ser devotísimo de la Madre de Dios; y D. Fray Bartolomé de las Casas, gran defensor de las causas de los indios de todas las Indias, asimismo doctísimo varón; lo propio se puede decir de D. Pedro Gómez de Malaver, primer Obispo de Xalisco; y sin duda se puede creer piadosamente que son santos bienaventurados y que están gozando de la gloria y canonizados ante Dios por escogidos suyos, y lo fueron escogidos para fundamento y principio de esta nueva planta, donde tanto con sus vidas santísimas, tanto florecieron y resplandecieron con humildad y pobreza, sin tener cosa suya que no fuese para los pobres; hombres sin género de codicia, porque en aquella sazón aún no se sustentaban de los diezmos, sino muy poco de los quince mil382 maravedís de que suplía la caja de Su Majestad: todo lo cual vi por vista de ojos, y conocí a estos bienaventurados Prelados y siervos de Dios. Toda esto fue en el tiempo que gobernó D. Antonio de Mendoza.

Florecieron asimismo en estos tiempos muchos religiosos de santa vida, dignos de eterna memoria; y no será razón dejar   —268→   sin algún razeño383 o memoria de ellos: aunque sé y entiendo que Fray Hierónimo de Mendieta y otros religiosos han escrito largamente de ellos, no por eso dejaré de hacer un breve catálogo de los que conocí y he conocido en esta nueva planta, y de los que me acordaré. El primero fue Fray Martín de Valencia, custodio que vino con los doce religiosos primeros que el emperador D. Carlos V envió a esta Nueva España a la predicación y conversión de los indios; un Fray Domingo de Betanzos, de la Orden de Santo Domingo, varón de gran santidad; Fray Pedro Delgado, de la Orden de Santo Domingo; Fray Juan Bautista, de la Orden de San Agustín; Fray Tomás del Rosario, de la Orden de Santo Domingo; Fray Cristóbal de la Cruz, de la Orden de Santo Domingo; Fray Alonzo de la Veracruz, Maestro en Santa Teología, varón santísimo y doctrinísimo, de la Orden de San Agustín; Fray Pedro Medillán, de la propia Orden; Fray Alonso de Escalona, gran siervo de Nuestro Señor, de la Orden de San Francisco; Fray Diego de Olarte, ídem; Fray Francisco Linborne, Fray Juan Bastidas, Fray Juan Ramírez, Fray Andrés Olmos, Fray Juan de Romanones, Fray Juan Osorio, Fray Andrés de Portillo, todos santísimos varones de la Orden de San Francisco, de gran ejemplo y doctrina: fueron los doce primeros que a esta tierra vinieron, que conocidamente vivieron santísimamente, y acabaron con gran santidad y dejaron eterna fama por su doctrina y ejemplo384.

También hubo en este tiempo varones clérigos de mucha perfección, santa vida y ejemplo, que fueron los que siguen. El canónigo Juan González, el canónigo Santos, el canónigo Rodrigo de Ávila, el canónigo Nava, Arcediano de la Catedral de Tlaxcala, D. Francisco de León que dejó su arcedianazgo y murió fraile de la Orden de San Francisco. Ha habido tantos religiosos de todas órdenes tan buenos, tan santos y siervos de Dios, que   —269→   como al principio dijimos, sería necesario hacer grandes historias de cada uno de ellos y de sus milagros, por lo cual me remito a los que han escrito sus vidas, que sé que son muchos en particular, y yo me hallo indigno de tratarlos; y aunque muchas cosas buenas suyas, de sus doctrinas, sermones y ejemplos (he visto), me hallo corto y no merecedor de tocar en ello, porque sería meterme en un piélago de mucha profundidad, que es dado y reservado a otros siervos de Dios Nuestro Señor, que han tratado y podrán tratar de sus actos y hechos, de lo que predicaron, y del modo con que procedieron en la conversión de los indios, alumbrados del Espíritu Santo; y por la brevedad por mí prometida, no pasaré adelante en esto.



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Arriba Capítulo X

Entrevista de D. Antonio de Mendoza con el segundo virrey D. Luis de Velasco. El falso Visitador Vena. Velasco. Hace ejecutar las leyes en favor de los indios. Es aclamado Padre de la Patria. Expedición a la Florida. Pérdida de la flota. Población de las provincias internas. Creación de la Audiencia de Guadalajara. Tercera expedición a las Islas de la Especería. Llegada del Visitador Valderrama. Muerte de Velasco. Disensiones que le siguieron. Conjuración llamada de los hijos de Cortés. D. Gastón de Peralta tercer virrey. Desconfía la Corte de él y lo remueve. D. Martín Henríquez, cuarto virrey. Ocupación de Veracruz por los corsarios ingleses. Establecimiento de presidios. Peste en los indios. D. Lorenzo Xuárez de Mendoza, Conde de la Coruña, quinto virrey. D. Álvaro Manríquez, sexto virrey.


Habiendo gobernado tan bien y fielmente D. Antonio de Mendoza tantos años, en su vejez, cuando había de tener descanso, llegó de España D. Luis de Velasco por Virrey de esta Nueva España, año de 1551385, y se juntaron los dos virreyes en la Ciudad de Cholula, donde se vieron y obedecieron las cédulas de Su Majestad. Allí consultaron las cosas del Gobierno de la Nueva España, y del estado en que quedaban los negocios de la tierra, y lo que Su Majestad mandaba guardar y ejecutar acerca de la buena conservación de los indios y de su aumento. Desde esta Ciudad de Cholula se partió el buen D. Antonio de Mendoza para los reinos del Perú, viejo, cansado y enfermo; y con esta senectud hizo su viaje por mandárselo Su Majestad. Se   —272→   despidió de todos como buen padre, y así fue llorado de toda la tierra, con mucha razón386.

El mismo virrey D. Luis de Velasco partió para México y procedió en su sagaz Gobierno. Lo primero que hizo fue mandar ejecutar los capítulos de las nuevas leyes, y se libertaron los esclavos y servicios personales y los Tamemes. Se mandó que los indios no cargasen. Pasado este rigor y primer ímpetu que fue de mucho sentimiento en la tierra, al fin adelante y pasada alguna temporada de su Gobierno, fue su proceder tan humano y gobernó tan bien y tan a gusto de toda la tierra, que por su sagacidad y madurez mereció ser llamado por excelencia Padre de la Patria: visitó personalmente toda la tierra de su gobernación, y se asentó y apaciguó con quietud toda la tierra de esta Nueva España. En su tiempo se hizo la armada de la Florida, año de 1559, y fue por General de ella D. Tristán de Arellano y Luna; y como se perdió, fue al socorro y a recoger la gente perdida de aquella armada Ángel de Villafaña, con nombramiento y comisión que llevó del virrey D. Luis de Velasco, de Capitán General y Gobernador de aquella tierra, porque D. Tristán de Arellano se fue desde allí a Castilla como se vio perdido; y cuando el dicho Ángel de Villafaña no fuera de más efecto de éste, fue negocio que importó mucho su ida, porque sacó de allí la gente que perecía de hambre en aquella tierra, pues todos los bastimentos que llevaban se perdieron con la tormenta que tuvieron en la mar, y así no tuvo la gente qué comer   —273→   y perecían de hambre por ser despoblada y de Chichimecas, y al fin vino el dicho Villafaña con la mayor parte de la gente que pudo, la puso en la Habana, y de allí vino a esta Nueva España dejando despoblada la Florida, por verse sin orden, con gente cargada de mujeres y niños que iban a poblar; a no hallarse de esta manera, pasara adelante con parecer de muchos capitanes, y entrara a la tierra adentro, cuyo acuerdo hubiera sido acertado, y estuviera poblado el nuevo México. Fueron de este parecer Matheo de Sauz, Baltazar de Sotelo y otros muchos capitanes de experiencia. Este fin tuvo esta grande y lucida armada, que no fue poco daño, porque después han intentado poblar esta Florida Franceses y otras naciones, que se los han impedido los nuestros, porque en tiempo de este buen Virrey floreció por la mar Pedro Meléndez de Valdés, siendo General de la carrera del mar de estas Indias, donde pasó grandes trances y buenos sucesos en servicio de Su Majestad. Fue muy temido de los Corsarios, y en especial de los franceses, que los desterró y echó de la Florida, con gran pérdida y daño de ellos; y como prendió a Juan Ribaud, General de los franceses que se había apoderado de la Punta de Santa Elena y San Matheo, aseguró en sus tiempos esta carrera de la Nueva España.

En tiempo de este buen caballero, se perdió la flota que iba de estos reinos a los de Castilla, y dio en la costa de la Florida, año de 1553, donde pereció y murió mucha gente y se perdió gran tesoro, de cuya armada escaparon pocos navíos, que fueron la Nao del Cerco387 y la de Farfán de Jáuregui y otros, algunos de poca cuenta. Mataron los indios muchos frailes y personas de cuenta: allí murió Fray Juan de Méndez de la Orden de Santo Domingo, muy famoso predicador, y Fray Diego de la Cruz Procurador de Santo Domingo. Mataron a Doña, Catalina, mujer que fue de Juan Ponce de León, encomendero de Tesama, que iba a España desterrada por la muerte de su marido, que dicen mató Bernardino de Bocanegra. Asimismo, en tiempo de este   —274→   buen Virrey, se pobló el Nuevo Reino de Vizcaya llamado de Chametla, y fue por Gobernador de aquellas poblazones Francisco de Ibarra. Se poblaron también en sus tiempos la Villa de Santa Bárbara, Guadiana, Sombrerete, Chalchihuites, el Mazapil, las tierras de Indé y todos aquellos confines y partes muy apartadas, ampliando los Reinos y Señoríos de Su Majestad, como el día de hoy permanecen. Al principio de su gobernación se puso la Real Audiencia de Guadalajara de la Nueva Galicia.

En estos tiempos de su gobierno se hizo la tercera armada para la Especería e Islas del Poniente llamadas las Filipinas, la cual se hizo a instancia y persuasión de Fray Andrés de Vidaneta de la Orden de San Agustín, de García de Escalante y Güido de Bazares, personas que habían visto y estado en aquella tierra; y viendo Su Majestad las grandes relaciones de aquellas Islas y tierra, mandó se hiciese, la dicha armada, y la puso en efecto el buen virrey D. Luis de Velasco, enviando por General de ella a Miguel López de Lagazpi, y por Maese de Campo a Matheo del Sauz, y a Güido de los Bazares por Factor de Su Majestad; la cual armada tuvo tan buen suceso, que hoy día permanece y permanecerá hasta el fin, porque la contratación será la mayor y mejor que ha habido en el mundo, en especial en estas partes del Poniente. Por esta población han resultado grandes descubrimientos de reinos y provincias de la gran China, Japón, Tartaria y otras naciones que había incógnitas, y muchas de ellas van teniendo razón y noticia de Nuestra Santa Fe Católica, *que será principio de la conversión de aquellas naciones, para que vengan en conocimiento de Nuestra Santa Fe*. Así que este cristianísimo Virrey gobernó sabia y discretamente, con suavidad y dulzura, por lo que fue muy querido y amado en toda la redondez de esta tierra; y en este tan feliz estado de su gobierno le vino la visita, y por visitador el Lic. Valderrama, oidor que fue del Consejo de Indias, el año de 1562; y estando en esta visita, Nuestro Señor fue servido de llevar de esta vida al buen virrey D. Luis de Velasco, de gloriosa memoria, el año siguiente de 1564, en las Casas de Ortuño de Ibarra; y está enterrado   —275→   en Santo Domingo de México, donde tiene su capilla y entierro. Su hijo D. Luis de Velasco hizo trasladar sus huesos a la iglesia nueva, siendo Virrey de esta Nueva España, habiendo acabado de despachar dicha armada de la Especería388; y luego resultaron de su muerte muchas novedades, trabajos, disensiones y pasiones ocultas de pechos dañados, odios y enemistades con ellas, y dañados humores que conocidamente se traslucían; por lo que determinó irse el visitador Valderrama a los Reinos de Castilla con la visita, habiendo estado en la tierra tres años, dejando en el gobierno de ella a la Real Audiencia de México en el año de 1566.

En este tiempo sucedió la rebelión que dicen de México, y fue por ella justiciado Alonso Ávila Alvarado y Gil González Dávila su hermano y otros muchos caballeros y entre ellos D. Pedro de Quesada, D. Baltazar su hermano, y Baltazar de Sotelo hermano de Diego Arias de Sotelo; y por ello fue preso D. Martín Cortés Marqués del Valle, y D. Luis y D. Martín Cortés sus hermanos, y Bernardino de Bocanegra y Diego Arias de Sotelo, y otros muchos que fueron enviados presos y desterrados de esta tierra a los Reinos de Castilla; y de cómo vinieron en seguimiento de esta causa por Pesquisidores el Lic. Muñoz, el Doctor Carrillo y el Lic. Xarava que viniendo por la mar murió, y de cómo fueron mandados volver el dicho Lic. Muñoz y Carrillo, y yendo a España murió Carrillo en la mar, de estos negocios había mucho que tratar; a lo cual ponemos freno, porque hay muchos escritores acerca de esta rebelión por muchos autores, remitiéndome a lo que la Real Audiencia hizo y según procedió jurídicamente.

Estando en el furor de estos negocios, vino por Virrey de esta tierra D. Gastón de Peralta, caballero nobilísimo, el cual duró en el cargo muy poco tiempo, porque la tierra no lo mereció389.   —276→   Fue la causa de su breve mudanza, informaciones que contra él enviaron a Su Majestad, acusándole de remiso, y que desfavorecía los casos pasados tocante a la rebelión, y que favorecía la parte del Marqués del Valle.

Se fue a España, vino y le sucedió D. Martín Enríquez, y halló tomado el Puerto de San Juan Ulúa por Juan de Ade, inglés corsario; y como por su buena orden, se tornó a cobrar el Puerto y Isla de San Juan de Ulúa, que para haberla hubo grandes refriegas, y reencuentros y muchas muertes de una y otra parte, lo cual había puesto en gran alteración la tierra con esta unión de hacer los daños que han hecho y hacen cada día, y los grandes robos que han hecho por el Mar Océano, Santo Domingo, Cartagena, Puerto de Caballos, Costa del Mar del Sur, Carrera de las Filipinas y Costa del Perú, y de cómo Francisco Drack tomó un navío que venía de las Filipinas cerca del Puerto de la Navidad y California, y de otros navíos que ha tomado cargados de plata, oro, perlas y otras riquezas, sin otros daños excesivos que no se pueden contar sin gran lástima y pena, por no haber tenido en nada a los Corsarios, ni el negocio de San Juan de Ulúa.

Gobernó el dicho D. Martín con prudencia y muy discretamente esta tierra más de catorce años, con mucha quietud y sosiego, dando nuevo asiento a la tierra de las alteraciones pasadas; y en su tiempo se desvergonzaron mucho los Chichimecas, hicieron grandes matanzas y robos por los caminos de Zacatecas y estancias de ganados, que con muy gran dificultad se podía transitar la tierra, y fue necesario mandar hacer fuertes   —277→   y tener presidios en muchas partes de toda la tierra de Chichimecas, donde se gastaba con la soldadesca más de doscientos mil pesos; de suerte que toda la tierra estaba en gran detrimento, y costaba muchas vidas de españoles todos los años, de robos y daños que hacían los Chichimecas. Con estos presidios se reparaban en parte los daños que los salteadores Chichimecas hacían: en tiempo que gobernaba esta Nueva España se introdujo el derecho de alcabala y comenzó a pagar con harto disgusto de los vecinos, que por ello fue aborrecido390.

En el año de 1576 sobrevino a esta tierra una muy gran pestilencia y mortandad en los naturales de ella, que duró más de un año, arruinó y destruyó la mayor parte de la Nueva España, y casi quedó despoblada de indios. Un mes antes que comenzase la mortandad se vio una muy gran señal en el cielo, porque se vieron en el sol tres ruedas que parecían tres soles muy sangrientos inflamados de fuego, *que hacían uno las colores*. Estas tres ruedas eran semejantes al arco del cielo llamado Iris; duraron desde las ocho hasta casi la una después de medio día.

Al cabo de catorce años de su buen gobierno, vino por Virrey de esta tierra D. Lorenzo Xuárez de Mendoza, Conde de la Coruña, y el dicho D. Martín Enríquez fue por Virrey al Perú, donde vivió tres años y gobernó aquellos reinos con mucha prudencia y discreción, como hombre maduro y sagaz y de grande experiencia, donde finó con acrecentamiento de gloria y eterna fama; y el Conde de la Coruña prosiguió en su gobierno tres años con mucha mansedumbre, hasta que murió, y pasó de esta presente vida que por su fin y muerte gobernaba. Le vino la visita para que visitase la Real Audiencia de México y Oficiales de Su Majestad.

Estando en esta continuación, vino por Virrey de esta tierra y Nueva España D. Álvaro Manríquez de Zúñiga, Marqués de Villa Manrique de Zúñiga, año de 1585; y el Arzobispo de México   —278→   se fue a los Reinos de Castilla con la visita, donde falleció siendo Presidente del Consejo Real de Indias, que sucedió a Hernando de Vega Fonseca, Obispo de Córdoba. El Marqués de Villa Manrique gobernó cuatro años, en su tiempo hubo muy grandes negocios, que de algunos de ellos trataremos en suma391.







 
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