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ArribaAbajoSegunda clase

Estorbos morales, ó derivados de la opinion


Hé aquí , Señor, los principales estorbos políticos que las leyes oponen á la prosperidad de nuestra agricultura. Los que le opone la opinion y pertenecen al órden moral no son menos considerables ni de influencia menos poderosa. Siendo imposible que la Sociedad los descubra todos y los persiga uno á uno, porque los orígenes de la opinion son muchos y muy varios, y acaso también muy altos y escondidos, se contentará con señalar los que están mas á la vista de Vuestra Alteza, y por decirlo así, mas dependientes de su celo y autoridad.

La agricultura en una nacion puede ser considerada bajo dos grandes respectos, esto es, con relacion á la prosperidad pública y á la felicidad individual. En el primero es innegable que los grandes Estados, y señaladamente los que, como España, gozan de un fértil y extendido territorio, deben mirarla como la primera fuente de su prosperidad, puesto que la poblacion y la riqueza, primeros apoyos del poder nacional, penden mas inmediatamente de ella que de cualquiera de las demás profesiones lucrativas, y aun mas que de todas juntas. En el segundo, tampoco se podrá negar que la agricultura sea el medio mas fácil, mas seguro y extendido de aumentar el número de los individuos del Estado y la felicidad particular de cada uno, no solo por la inmensa suma de trabajo que puede emplear en sus varios ramos y objetos, sino también por la inmensa suma de trabajo que puede proporcionar á las demás profesiones que se emplean en el beneficio de sus productos. Y si la política, volviendo á levantar sus miras á aquel alto y sublime objeto que se propuso en los mas sábios y florecientes gobiernos de la Antigüedad, quisiere reconocer que la dicha de los imperios, así como la de los individuos, se funda principalmente en las cualidades del cuerpo y del espíritu, esto es, en el valor y en la virtud de los ciudadanos, también en este sentido será cierto que la agricultura, madre de la inocencia y del honesto trabajo, y como decia Columela, parienta y allegada de la sabiduria29, será el primer apoyo de la fuerza y el esplendor de las naciones.

De estas verdades, tan demostradas en la Historia antigua y moderna, se sigue que la opinion solo puede oponerse de dos modos á los progresos de la agricultura: primero, ó presentándola á la autoridad del gobierno como un objeto secundario de su favor, y llamando su primera atencion hácia otras fuentes de riqueza pública; segundo, ó presentando á sus agentes medios menos directos y eficaces, ó tal vez erróneos, de promover la utilidad del cultivo y el aumento de las fortunas dependientes de él; porque en uno y otro caso la nacion y sus individuos sacarán de la agricultura menos ventajas y será, por consiguiente, menor la prosperidad de unos y otros. Ésta es la pauta que seguirá la Sociedad para regular las opiniones que tienen relacion con la agricultura.


ArribaAbajo-I-

De la parte del Gobierno


Ya se ve que al primero de estos respectos pertenecen también las opiniones que produjeron todos los estorbos políticos que hemos ya indicado y combatido, porque ciertamente no se hubieran publicado tantas leyes, tantas ordenanzas y reglamentos para favorecer los baldíos, las plantaciones, la granjeria de lanas, las amortizaciones civil y eclesiástica y la industria y poblacion urbana, con tanto daño del cultivo general, si el gobierno hubiese estado siempre íntimamente convencido de que ninguna profesion era mas merecedora de su proteccion y solicitud que la agricultura, y de que no podia favorecer á otras á costa de ella sin cerrar mas ó menos el primero y mas abundante manantial de la riqueza pública.

Cuando se sube al origen de esta clase de opiniones se tropieza al instante con una preocupacion funestísima, que de algunos siglos acá cunde por todas partes y de cuya infeccion acaso no se ha librado ningún gobierno de Europa. Todos han aspirado á establecer su poder sobre la extension del comercio, y desde entonces la balanza de la proteccion se inclinó hácia él; y como para protegerlo pareciese necesario proteger la industria que lo provee y la navegacion que lo sirve, de aquí fué que la solicitud de los Estados modernos se convirtiese enteramente hácia las artes mercantiles. Su historia, cuidadosamente seguida desde la caída del Imperio Romano y señaladamente desde el establecimiento de las repúblicas de Italia y ruina del sistema feudal, presenta en cada página una confirmacion de esta verdad. Siglos há que la guerra, este horrendo azote de la humanidad y particularmente de la agricultura, no se propone otro objeto que promover las artes mercantiles. Siglos há que este sistema preside á los tratados de paz y conduce las negociaciones políticas. Siglos há que España, cediendo á la fuerza del contagio, lo adoptó para sí, y aunque llamada principalmente por la naturaleza á ser una nacion agricultora, sus descubrimientos, sus conquistas, sus guerras, sus paces y tratados y hasta sus leyes positivas han inclinado visiblemente á fomentar y proteger con preferencia las profesiones mercantiles, casi siempre con daño de la agricultura. ¿Qué de privilegios no fueron dispensados á las artes desde que, reunidas en gremios, lograron monopolizar el ingenio, la destreza y hasta la libertad del trabajo? ¿Qué de gracias no se derramaron sobre el comercio y la navegacion desde que, reunidos también en grandes cuerpos, emplearon su poder y su astucia en ensanchar las ilusiones de la política? Y una vez inclinada á ellos la balanza de la proteccion, ¡de cuánta proteccion y solicitud no defraudaron á la muda y desvalida agricultura!

En tan contradictorio sistema, nada parece mas repugnante que el menosprecio de una profesion sin la cual no podrian crecer ni prosperar las que eran blanco del favor del gobierno. ¿Puede dudarse que en todos sentidos sea la agricultura la primera base de la industria, del comercio y la navegacion? ¿Quién, sino ella, produce las materias á que da forma la industria, movimiento el comercio y consumo la navegacion? ¿Quién, sino ella, presta los brazos que continuamente sirven y enriquecen á otras profesiones? ¿Y cómo se pudo concebir la ilusoria esperanza de levantar sobre el desaliento de la agricultura unas profesiones dependientes por tantos títulos de su prosperidad? ¿Era esto otra cosa que debilitar los cimientos para levantar el edificio?

También este mal tuvo su origen en la mania de la imitacion. El ejemplo de las repúblicas de la Edad Media, que florecieron sin agricultura y solo al impulso de su industria y navegacion, y el que presentaron algunos pocos imperios del mundo antiguo y la moderna Europa, pudieron comunicar á España tan dañosa infeccion. Pero, ¿qué mayor delirio que imitar á unos pueblos forzados por la naturaleza, en falta de territorio, á establecer su subsistencia sobre los flacos y deleznables cimientos del comercio, olvidando en el cultivo de un vasto y pingüe territorio el mas abundante, el mas seguro manantial de riqueza pública y privada?

Sí, Señor; la industria de un Estado sin agricultura será siempre precaria, penderá siempre de aquellos pueblos de quienes reciba sus materias y en quienes consuma sus productos. Su comercio seguirá infaliblemente la suerte de su industria, ó se reducirá á un comercio de mera economia, esto es, al mas incierto, y con respecto á la riqueza pública, al menos provechoso de todos. Ambos por necesidad serán precarios y pendientes de mil acasos y revoluciones. Una guerra, una alianza, un tratado de comercio, las vicisitudes mismas del capricho, de la opinion y las costumbres de otros pocos acarrearán su ruina y con ella la del Estado. De este modo la gloria de Tiro y el inmenso poder de Cartago pasaron como un sueño y fueron vueltos en humo. De este modo desaparecieron de la sobrehaz del mundo político los de Pisa, Florencia, Génova y Venecia, y acaso de este modo pasarán también los de Holanda y Ginebra, y confirmarán algun dia con su ruina que solo sobre la agricultura puede levantar un Estado su poder y sólida grandeza.

No dice esto la Sociedad para persuadir á Vuestra Alteza que la industria y comercio no sean dignos de la proteccion del gobierno, antes reconoce que en el presente estado de la Europa ninguna nacion será poderosa sin ellos, y que sin ellos la misma agricultura será desmayada y pobre. Dícelo solamente para persuadir que no pudiendo subsistir sin ella, el primer artículo de su proteccion debe cifrarse siempre en la proteccion de la agricultura. Dícelo porque éste es el mas seguro, mas directo y mas breve medio de criar una poderosa industria y un comercio opulento. Cuando la agricultura haga abundar por una parte la materia de las artes y los brazos que las han de ejercer; cuando por otra, haciendo abundar los mantenimientos abarate el salario del trabajo y la mano de obra, la industria tendrá todo el fomento que puede necesitar; y cuando la industria prospere por estos medios, prosperará infaliblemente el comercio y logrará una concurrencia invencible en todos los mercados. Entonces las profesiones mercantiles no tendrán que esperar del gobierno sino aquella igualdad de proteccion á que son acreedoras en un Estado todas las profesiones útiles. Pero proteger la industria y el comercio con gracias y favores singulares, protegerlos con daño y desaliento de la agricultura es tomar el camino al revés ó buscar la senda mas larga, mas torcida y mas llena de riesgos y embarazos para llegar al fin.

¿Cómo es, pues, que el gobierno ha sido tan pródigo en la dispensacion de estas gracias, desalentando con ellas la primera, la mas importante y necesaria de todas las profesiones? ¡Qué de fondos no se han desperdiciado, qué de sacrificios no se han hecho en daño de la agricultura para multiplicar los establecimientos mercantiles! No ha bastado agravar su condicion haciendo recaer sobre ella los pechos y servicios de que se dispensaba al clero, á la nobleza y á otras clases menos respetables; no ha bastado hacer caer sobre ella el efecto de todas las franquicias concedidas á la industria, y de todas las prohibiciones decretadas en favor del comercio: las pensiones mas duras y costosas refluyen cada dia sobre el labrador por un efecto de las exenciones dispensadas á otras artes y ocupaciones. Las quintas, los bagajes, los alojamientos, la recaudacion de bulas y papel sellado y todas las cargas concejiles agobian al infeliz agricultor, mientras tanto que con mano generosa se exime de ellas á los individuos de otras clases y profesiones. La ganaderia, la carreteria, la cria de yeguas y potros las han obtenido, como si estas hijas ó criadas de la agricultura fuesen mas dignas de favor que su madre y señora. Los empleados de la Real Hacienda, los cabos de ronda, guardas, estanqueros de tabaco, de naipes y pólvora, los dependientes del ramo de la sal y otros destinos increiblemente numerosos logran una exencion no concedida al labrador. Pero, ¿qué mas? Los ministros de la Inquisicion, de la Cruzada, de las hermandades, y hasta los síndicos de conventos mendicantes han arrancado del gobierno estas injustas y vergonzosas exenciones, haciendo recaer su peso sobre la mas importante y preciosa clase del Estado.

No las pide para ella la Sociedad sin embargo de que, á ser justas alguna vez, nadie podria pretenderlas con mas derecho ni con mejor título que los que mantienen el Estado. Pero la Sociedad sabe que la defensa del Estado es una pension natural de todos sus miembros, y desconoceria esta sagrada y primitiva obligacion si pretendiese libertar de ella á los cultivadores. Corran en hora buena á las armas y cambien la azada por el fusil cuando se trate de socorrer la patria y defender su causa; pero, ¿será justo que en el mayor de todos los conflictos se abandonen las aldeas y los campos por dejar surtidos los talleres, los telonios y los asilos de la ociosidad?

Para desterrar de una vez semejantes opiniones, solo propondrá la Sociedad á Vuestra Alteza que se digne de promover el estudio de la Economia Civil, ciencia que enseña á combinar el interés público con el interés individual y á establecer el poder y la fuerza de los imperios sobre la fortuna de sus individuos; que considerando la agricultura, la industria y el comercio con relacion á estos dos objetos, fija el grado de estimacion debida á cada uno y la justa medida de proteccion á que son acreedores; y que esclareciendo á un mismo tiempo la legislacion y la política, aleja de ella los sistemas parciales, los proyectos quiméricos, las opiniones absurdas y las máximas triviales y rateras que tantas veces han convertido la autoridad pública, destinada á proteger y edificar, en un instrumento de opresion y ruina.




ArribaAbajo-II-

De parte de los agentes de la agricultura


Pero el imperio de la opinion no parece menos extendido cuando se considera la agricultura como fuente de la riqueza particular. En esta relacion se presenta á nuestros ojos como el arte de cultivar la tierra, que es decir como la primera y mas necesaria de todas las artes. La Sociedad subirá también á la raíz de las opiniones que en este sentido la dañan y entorpecen, porque tratando de la parte técnica del cultivo, ¿quién seria capaz de seguir la larga cadena de errores y preocupaciones que la mantiene en una imperfeccion lamentable?

Ciertamente que si se considera con atencion la suma de conocimientos que supone la agricultura aun en su mayor rudeza; si se considera cómo el hombre, después de haber disputado con las fieras el dominio de la naturaleza sujetó las unas á seguir obedientes el imperio de su voz y obligó á las demas á vivir escondidas en la espesura de los montes, y cómo, rompiendo con su ayuda los bosques y malezas que cubrian la tierra supo enseñorearla y hacerla servir á sus necesidades; si se considera la muchedumbre de labores y operaciones que discurrió para excitar su fecundidad, y de instrumentos y máquinas que inventó para facilitar su propio trabajo, y cómo en la infinita variedad de semillas escogió y perfeccionó30 las mas convenientes para proveer á su alimento y al de sus ganados, y á su vestido, á su morada, á su abrigo, á su defensa y aun á su regalo y vanidad; por último, si se considera la simplicidad de estos descubrimientos y la maravillosa facilidad con que se adquieren y ejecutan, y cómo sin maestros ni aprendizajes pasan de padres á hijos y se transmiten á la mas remota posteridad, ¿quién será el que no admire los portentosos adelantamientos del espíritu humano, ó, por mejor decir, quién no alabará los inefables designios de la providencia de Dios sobre la conservacion y multiplicacion de la especie humana?

Pero en medio de tan prodigiosos adelantamientos se descubren por todas partes las huellas de la pereza del hombre, y de su ingratitud á los beneficios de su Creador. Tan vano como flaco y miserable, y tan perezoso como necesitado, al mismo tiempo que se remonta á escudriñar en los cielos los arcanos de la providencia desconoce ó menosprecia los dones que con tan larga mano derramó en derredor de su morada y puso debajo de sus pies. Basta volver la vista á la agricultura, estado á que lo llamó desde su origen, para conocer que aun en los pueblos mas cultos y sábios, en aquellos que mas han protegido las artes, la de cultivar la tierra dista mucho todavia de la perfeccion á que puede ser tan fácilmente conducida. ¿Qué nacion hay que, para afrenta de su sabiduria y opulencia, y en medio de lo que han adelantado las artes de lujo y de placer, no presente muchos testimonios del atraso de una profesion tan esencial y necesaria? ¿Qué nacion hay en que no se vean muchos terrenos ó del todo incultos ó muy imperfectamente cultivados; muchos que, por falta de riego, de desagüe ó de desmonte estén condenados á perpetua esterilidad; muchos perdidos para el fruto á que los llama la naturaleza, y destinados á dañosas ó inútiles producciones, con desperdicio del tiempo y del trabajo? ¿Qué nacion hay que no tenga mucho que mejorar en los instrumentos, mucho que adelantar en los métodos, mucho que corregir en las labores y operaciones rústicas de su cultivo? En una palabra, ¿qué nacion hay en que la primera de las artes no sea la mas atrasada de todas?

Por lo menos, Señor, tal es nuestra situacion31, y si olvidado por un instante lo que hemos adelantado volviéramos la vista á lo mucho que nos queda que andar en este inmenso camino, conocerémos cuánta ha sido nuestra desidia, cuánto el atraso de nuestra agricultura y cuánta la necesidad de remediarlo. ¿Dónde, pues, está la razon de tan grave mal? La Sociedad, prescindiendo de las causas políticas que ya deja indicadas, halla que en el órden moral solo puede existir en la falta de aquella instruccion y conocimientos que tienen mas inmediata influencia en la perfeccion del cultivo. Corramos al remedio.

Las quejas contra esta especie de ignorancia y descuido son tan generales como antiguas. Muchos siglos há que el gran Columela se lamentaba en Roma de que, habiéndose multiplicado los institutos de enseñanza para doctrinar á los profesores de todas las artes, y aun de las mas frívolas y viles, solo la agricultura carecia de discípulos y maestros.Sin tales artes, decia, y aun sin causídicos, fueron felices otro tiempo, y lo pueden ser todavia, muchos pueblos; pero es claro que no lo serán jamás ni podrá existir alguno sin labradores32. Con el mismo celo clamaban el moderno Columela, Herrera, el célebre Lope de Deza y otros buenos patricios del siglo XVI por el establecimiento de academias y cátedras de agricultura; y este clamor, renovado después en varios tiempos, resuena todavia en el expediente de Ley Agraria.

La Sociedad, aplaudiendo el celo de estos venerables españoles, quisiera caminar al término que se propusieron por una senda mas llana y segura. Parécele que fuera muy vana y acaso ridícula la esperanza de difundir entre los labradores los conocimientos rústicos por medio de lecciones teóricas, y mucho mas por el de disertaciones académicas. No las reprueba, pero las reputa poco conducentes á tan grande objeto. La agricultura no necesita discípulos doctrinados en los bancos de las aulas ni doctores que enseñen desde las cátedras, ó asentados en derredor de una mesa. Necesita de hombres prácticos y pacientes que sepan estercolar, arar, sembrar, coger, limpiar las mieses, conservar y beneficiar los frutos, cosas que distan demasiado del espíritu de las escuelas y que no pueden ser enseñadas con el aparato científico.

Pero la agricultura es un arte, y no hay arte que no tenga sus principios teóricos en alguna ciencia. En este sentido la teórica del cultivo debe ser la mas extendida y multiplicada, puesto que la agricultura, mas bien que un arte, es una admirable reunion de muchas y muy sublimes artes. Es, pues, necesario que la perfeccion del cultivo de una nacion penda hasta cierto punto del grado en que posea aquella especie de instruccion que puede abrazarla. Porque, en efecto, ¿quién estará mas cerca de mejorar las reglas teóricas de su cultivo, aquella nacion que posea la coleccion de sus principios teóricos ó la que los ignore del todo?

La consecuencia de este raciocinio es muy triste á la verdad, y vergonzosa para nosotros. ¡Qué abandono tan lamentable en nuestro sistema de instruccion pública! No parece sino que nos hemos empeñado tanto en descuidar los conocimientos útiles como en multiplicar los institutos de inútil enseñanza.

La Sociedad, Señor, está muy léjos de negar el justo aprecio que se debe á las ciencias intelectuales, y mucho mas á las que tanto lo merecen por la sublimidad de su objeto. La ciencia del dogma, que enseña al hombre la esencia y atributos de su Creador; la moral, que le enseña á conocerse á sí mismo y á caminar á su último fin por el sendero de la virtud, serán siempre dignas de la mayor recomendacion en todos los pueblos que tengan la dicha de respetar tan sublimes objetos. Pero siendo ordenadas todas las demás á promover la felicidad temporal del hombre, ¿cómo es que hemos olvidado las mas necesarias á este fin, promoviendo con tanto ardor las mas inútiles ó las mas dañosas?

Esta mania de mirar las ciencias intelectuales como único objeto de la instruccion pública no es tan antigua como acaso se cree33. La enseñanza de las artes liberales fué el principal objeto de nuestras primeras escuelas, y aun en la renovacion de los estudios las ciencias útiles, esto es las naturales y exactas, debieron grandes desvelos al gobierno y á la aplicacion de los sábios. No hay uno de nuestros primeros institutos que no haya producido hombres célebres en el estudio de la Física y de la Matemática, y lo que era mas raro en aquella época, que no hubiesen aplicado sus principios á objetos útiles y de común provecho. ¡Qué muchedumbre de ejemplos no pudiera citar la Sociedad si éste fuese su presente propósito! Baste saber que cuando el maestro Esquivel media con los triángulos de Reggio Montano la superficie del imperio español para formar la mas sabia y completa geografia34 que ha logrado nacion alguna; cuando los sábios Vallés y Mercado aplicaban los descubrimientos físicos al destierro de las pestes que afligian á sus pueblos, y cuando el infatigable Laguna salia de ellos á países remotos, y con el Dioscórides en la mano estudiaba la naturaleza y la botánica en los venturosos campos de Egipto y Grecia, ya el célebre Alfonso de Herrera, á impulsos del buen cardenal Cisneros, habia comunicado á sus compatriotas cuanto supieron los geopónicos griegos y latinos y los físicos de la Media Edad y de la suya en el arte de cultivar la tierra35.

Después acá perecieron estos importantes estudios, sin que por eso se hubiesen adelantado los demás. Las ciencias dejaron de ser para nosotros un medio de buscar la verdad y se convirtieron en un arbitrio para buscar la vida. Multiplicáronse los estudiantes y con ellos la imperfeccion de los estudios, y á la manera de ciertos insectos, que nacen de la podredumbre y solo sirven para propagarla, los escolásticos, los pragmáticos, los casuistas y malos profesores de las facultades intelectuales envolvieron en su corrupcion los principios, el aprecio y hasta la memoria de las ciencias útiles.

Dígnese, pues, Vuestra Alteza de restaurarlas á su antigua estima; dígnese de promoverlas de nuevo, y la agricultura correrá á su perfeccion. Las ciencias exactas perfeccionarán sus instrumentos, sus máquinas, su economia y sus cálculos y le abrirán además la puerta para entrar al estudio de la naturaleza; las que tienen por objeto á esta gran madre le descubrirán sus fuerzas y sus inmensos tesoros y el español, ilustrado por unas y otras, acabará de conocer cuántos bienes desperdicia por no estudiar la prodigiosa fecundidad del suelo y clima en que lo colocó la Providencia. La Historia Natural, presentándole las producciones de todo el globo le mostrará nuevas semillas, nuevos frutos, nuevas plantas y hierbas que cultivar y acomodar á él, y nuevos individuos del reino animal que domiciliar en su recinto. Con estos auxilios descubrirá nuevos modos de mezclar, abonar y preparar la tierra, y nuevos métodos de romperla y sazonarla. Los desmontes, los desagües, los riegos, la conservacion y beneficio de los frutos, la construccion de trojes y bodegas, de molinos, lagares y prensas; en una palabra, la inmensa variedad de artes subalternas y auxiliares del gran arte de la agricultura, fiadas ahora á prácticas absurdas y viciosas, se perfeccionarán á la luz de estos conocimientos, que no por otra causa se llaman útiles que por el gran provecho que puede sacar el hombre de su aplicacion al socorro de sus necesidades.

A pesar de la notoriedad de esta influencia, muchos son todavia los que miran con desdén semejante instruccion, persuadidos á que, siendo imposible hacerla descender hasta el rudo é iliterato pueblo, viene á reducirse á una instruccion de gabinete y á servir solamente al entretenimiento y vanidad de los sábios. La Sociedad no deja de conocer que hay alguna justicia en este cargo, y que nada daña tanto á la propagacion de las verdades útiles como el fausto científico con que las tratan y expenden los profesores de estas ciencias. Al considerar sus nomenclaturas, sus fórmulas y el restante aparato de su doctrina, pudiera sospecharse que habian conspirado de propósito á recomendarla á las naciones con lo que mas la desdora, esto es presentándosela como una doctrina arcana y misteriosa, é impenetrable á las comprensiones vulgares.

Sin embargo, en medio de este abuso no se puede negar la grande utilidad de las ciencias demostrativas. Es imposible que una nacion las posea en cierto grado de extension sin que se derive alguna parte de su luz hasta el ínfimo pueblo, porque (permítasenos esta expresion) el fluido de la sabiduria cunde y se propaga de una clase en otra, y simplificándose y atenuándose mas y mas en su camino se acomoda al fin á la comprension de los mas rudos y sencillos. De este modo el labrador y el artesano, sin penetrar la jerga misteriosa del químico en el análisis de las margas ni los raciocinios del naturalista en la atrevida investigacion del tiempo y modo en que fueron formadas, conocen su uso y utilidad en los abonos y en el desengrase de los paños, esto es, conocen cuanto han enseñado de provechoso las ciencias respecto de las margas.

Y por ventura, ¿seria imposible remover este valladar, este muro de separacion que el orgullo literario levantó entre los hombres que estudian y los que trabajan? ¿No habrá algun medio de acercar mas los sábios á los artistas y las ciencias mismas á su primero y mas digno objeto? ¿En qué puede consistir esta separacion, esta lejania en que se hallan unos de otros? ¿No se podria lograr tan provechosa reunion con solo colocar la instruccion mas cerca del interés? Hé aquí , Señor, un designio bien digno de la paternal vigilancia de Vuestra Alteza. La Sociedad indicará dos medios de conseguirlo que le parecen muy sencillos.


ArribaAbajoMedios de remover unos y otros

El primero es difundir los conocimientos útiles por la clase propietaria. No quiera Dios que la Sociedad aleje á ninguna de cuantas componen el Estado del derecho de aspirar á las ciencias, ¿pero por qué no deseará depositarlas principalmente donde pueden ser de mas general provecho? Cuando los propietarios las posean, ¿no será mas de esperar que su mismo interés, y acaso su vanidad, los conduzca á hacer pruebas y ensayos en sus tierras y aplicar á ellas los conocimientos debidos á su estudio, los nuevos descubrimientos y los nuevos métodos adoptados ya en otros países? Y cuando lo hubieren hecho con fruto, ¿no será también de esperar que su voz y su ejemplo convenzan á sus colonos y los hagan participantes de sus adelantamientos? Se supone al labrador esclavo de las preocupaciones que recibió tradicionalmente, y sin duda lo es porque no puede ceder á otra enseñanza que á la que se le entra por los ojos. Pero, ¿no es por lo mismo mas dócil á esta especie de combinaciones, que anima y hace mas fuerte el interés? Hasta esta docilidad se le niega por el orgullo de los sábios: pero reflexionese por un instante la gran suma de conocimientos que ha reunido la agricultura en la porcion mas estúpida de sus agentes, y se verá cuánto debe en todas partes el cultivo á la docilidad de los labradores.




ArribaAbajo1.º Instruyendo á los propietarios

Para instruir á la clase propietaria, no propondrá la Sociedad á Vuestra Alteza la ereccion de seminarios, tan difíciles de dotar y establecer como de dudosa utilidad después de establecidos y dotados. Para mejorar la educacion no quisiera la Sociedad separar á los hijos de sus padres, ni entibiar á un mismo tiempo la ternura de éstos y el respeto de aquéllos; no quisiera sacar á los jóvenes de la sujecion y vigilancia doméstica para entregarlos al mercenario cuidado de un extraño. La educacion física y moral pertenece á los padres y es de su cargo, y jamás será bien enseñada por los que no lo sean. La literaria, á la verdad, debe formar uno de los objetos del gobierno, pero no fueran tan necesarios entre nosotros los seminarios si se hubiesen multiplicado en el reino los institutos de útil enseñanza. Deba la nacion á Vuestra Alteza, débale la instruccion pública esta multiplicacion, y los padres de familia, sin emancipar á sus hijos, podrán llenar los votos de la naturaleza y la religion en un artículo tan importante.

Tampoco propondrá la Sociedad que se agregue esta especie de enseñanza al plan de nuestras Universidades. Mientras sean lo que son y lo que han sido hasta aquí, mientras estén dominadas por el espíritu escolástico, jamás prevalecerán en ellas las ciencias experimentales. Distintos objetos, distinto carácter, distintos métodos, distinto espíritu animan á unas y otras y las oponen y hacen incompatibles entre sí, y una triste y larga experiencia confirma esta verdad. Acaso la reunion de las facultades intelectuales con las demostrativas no seria imposible, y acaso esta dichosa alianza será algun dia objeto de los desvelos de Vuestra Alteza, que tan sinceramente se aplica á mejorar la instruccion general; mas para llegar á este punto, tan digno de nuestros deseos, será preciso empezar trastornando del todo la forma y actual sistema de nuestras escuelas generales, y la Sociedad no trata ahora de destruir sino de edificar.

Solo propondrá á Vuestra Alteza que multiplique los institutos de útil enseñanza en todas las ciudades y villas de alguna consideracion, esto es en aquellas en que sea numerosa y acomodada la clase propietaria. Siendo éste un objeto de utilidad pública y general, no debe haber reparo en dotarlos sobre los fondos concejiles, así de la capital como del partido de cada ciudad ó villa, y esta dotacion será tanto mas fácil de arreglar cuanto el salario de los maestros podrá salir, y convendrá que salga, como en otros países, de las contribuciones de los discípulos, y el gobierno solo tendrá que encargarse de edificios, instrumentos, máquinas, bibliotecas y otros auxilios semejantes, fuera de que la dotacion de otros institutos, cuya inutilidad es ya conocida y notoria, podria servir también á este objeto. Tantas cátedras de latinidad y de añeja y absurda filosofia como hay establecidas por todas partes, contra el espíritu y aun contra el tenor de nuestras sabias leyes; tantas cátedras que no son mas que un cebo para llamar á las carreras literarias á la juventud, destinada por la naturaleza y la buena política á las artes útiles, y para amontonarla y sepultarla en las clases estériles, robándola á las productivas; tantas cátedras, en fin, que solo sirven para hacer que superabunden los capellanes, los frailes, los médicos, los letrados, los escribanos y sacristanes mientras escasean los arrieros, los marineros, los artesanos y labradores, ¿no estarian mejor suprimidas, y aplicada su dotacion á esta enseñanza provechosa?

Ni tema Vuestra Alteza que la multiplicacion de estos institutos haga superabundar sus profesores, por mas que estén, como deben estar, abiertos á todo el mundo; porque los escolares no se multiplican precisamente en razon de la facilidad de los estudios sino en razon de la utilidad que ofrecen. La Teologia moral, los Derechos, la Medicina prometen en todas partes fácil colocacion á sus profesores, y hé aquí por qué los atraen en número tan indefinido. Las ciencias útiles, mal pecado, no presentarán tales atractivos ni tantos premios. Demás que tal es su excelencia que la superabundancia de matemáticos y físicos fuera en cierto modo provechosa, cuando la de otros facultativos, como ya notó el político Saavedra, solo puede servir de aumentar las polillas del Estado y de envilecer las mismas profesiones.

Para que los institutos propuestos sean verdaderamente útiles convendrá formar unos buenos elementos, así de ciencias matemáticas como de ciencias físicas, y singularmente de estas últimas; unos elementos que al mismo tiempo que reúnan cuantas verdades y conocimientos puedan ser provechosos y aplicables á los usos de la vida civil y doméstica, descarten tantos objetos de vana y peligrosa investigacion como el orgullo y liviandad literaria han sometido á la jurisdiccion de estas ciencias. Si Vuestra Alteza se dignase de convidar con un gran premio de utilidad y honor al que escribiese obra tan importante, logrará sin duda algunos concurrentes á esta empresa, porque no puede faltar en España quien apetezca un cebo tan ilustre ni quien aspire á la gloria de ser institutor de la juventud española.




ArribaAbajo2.º Instruyendo á los labradores

El segundo medio de acercar las ciencias al interés consiste en la instruccion de los labradores. Seria cosa ridícula quererlos sujetar á su estudio, pero no lo será proporcionarlos á la percepcion de sus resultados, y hé aquí nuestro deseo. La empresa es grande por su objeto, pero sencilla y fácil por sus medios. No se trata sino de disminuir la ignorancia de los labradores, ó por mejor decir, de multiplicar y perfeccionar los órganos de su comprension. La Sociedad no desea para ellos sino el conocimiento de las primeras Letras, esto es que sepan leer, escribir y contar. ¡Qué espacio tan inmenso no abre este sublime pero sencillo conocimiento á las percepciones del hombre! Una instruccion, pues, tan necesaria á todo individuo para perfeccionar las facultades de su razon y de su alma, tan provechosa á todo padre de familia para conducir los negocios de la vida civil y doméstica y tan importante á todo gobierno para mejorar el espíritu y el corazon de sus individuos, es la que desea la Sociedad y la que bastará para habilitar al labrador, así como á las demás clases laboriosas, no solo para percibir mas fácilmente las sublimes verdades de la religion y la moral sino también las sencillas y palpables de la Física, que conducen á la perfeccion de sus artes. Bastará que los resultados, los descubrimientos de las ciencias mas complicadas se desnuden del aparato y jerga científica y se reduzcan á claras y simplicísimas proporciones, para que el hombre mas rudo las comprenda cuando los medios de su percepcion se hayan perfeccionado.

Dígnese, pues, Vuestra Alteza de multiplicar en todas partes la enseñanza de las primeras Letras; no haya lugar, aldea ni feligresia que no la tenga; no haya individuo, por pobre y desvalido que sea, que no pueda recibir fácil y gratuitamente esta instruccion. Cuando la nacion no debiese este auxilio á todos sus miembros como el acto mas señalado de su proteccion y desvelo, se lo deberia á sí misma como el medio mas posible de aumentar su poder y su gloria. Por ventura, ¿no es el mas vergonzoso testimonio de nuestro descuido ver abandonado y olvidado un ramo de instruccion tan general, tan necesaria, tan provechosa, al mismo tiempo que promovemos con tanto ardor los institutos de enseñanza parcial, inútil ó dañosa?

Por fortuna la de las primeras Letras es la mas fácil de todas y puede comunicarse con la misma facilidad que adquirirse. No requiere ni grandes sábios para maestros ni grandes fondos para su honorario; pide solo hombres buenos, pacientes y virtuosos que sepan respetar la inocencia y que se complazcan en instruirla. Sin embargo, la Sociedad mira como tan importante esta funcion que quisiera verla unida á las del ministerio eclesiástico. Léjos de ser ajena de él, le parece muy conforme á la mansedumbre y caridad que forman el carácter de nuestro clero, y á la obligacion de instruir á los pueblos que es tan inseparable de su estado. Cuando se halle reparo en agregar esta pension á los párrocos, un eclesiástico en cada pueblo y en cada feligresia, por pequeña que sea, dotado sobre aquella parte de diezmos que pertenece á los prelados, mesas capitulares, préstamos y beneficios simples, podria desempeñar la enseñanza á la vista y bajo la direccion de los párrocos y jueces locales. ¿Qué objeto mas recomendable se puede presentar al celo de los reverendos obispos ni al de los magistrados civiles, y qué perfeccion no pudiera recibir este establecimiento una vez mejorados los métodos y los libros de la primera enseñanza? ¿No pudiera reunirse á ella la del dogma y de los principios de moral religiosa y política? ¡Ah! ¡De cuántos riesgos, de cuántos extravíos no se salvarian los ciudadanos si se desterrase de sus ánimos la crasa ignorancia que generalmente reina en tan sublimes materias! ¡Pluguiera á Dios que no hubiese tantos ni tan horrendos ejemplos del abuso que puede hacer la impiedad de la simplicidad de los pueblos, cuando no las conocen!

Instruida la clase propietaria en los principios de las ciencias útiles, y perfeccionados en las demás los medios de aprovecharse de sus conocimientos, es visto cuánto provecho se podrá derivar á la agricultura y artes útiles. Bastará que los sábios, abandonando las vanas investigaciones que solo pueden producir una sabiduria presuntuosa y estéril, se conviertan del todo á descubrir verdades útiles y á simplificarlas y acomodarlas á la comprension de los hombres literatos, y á desterrar en todas partes aquellas absurdas opiniones que tanto retardan la perfeccion de las artes necesarias, y señaladamente la del cultivo.




ArribaAbajo3.º Formando cartillas rústicas

Y contrayéndonos á este objeto, cree la Sociedad que el medio mas sencillo de comunicar y propagar los resultados de las ciencias útiles entre los labradores seria el de formar unas cartillas técnicas que, en estilo llano y acomodado á la comprension de un labriego, explicasen los mejores métodos de preparar las tierras y las semillas y de sembrar, coger, escardar, trillar y aventar los granos, y de guardar y conservar los frutos y reducirlos á caldos ó harinas; que describiesen sencillamente los instrumentos y máquinas del cultivo y su mas fácil y provechoso uso, y finalmente que descubriesen y como que señalasen con el dedo todas las economías, todos los recursos, todas las mejoras y adelantamientos que puede recibir esta profesion.

No desea la Sociedad que estas cartillas se enseñen en las escuelas, cuyo único objeto debe ser el conocimiento de las primeras Letras y de las primeras verdades. Tampoco quiere obligar á los labradores á que las lean y menos á que las sigan, porque nada forzado es provechoso. Solo quisiera que hubiese quien se encargase le convencerlos del bien que pueden sacar de estudiarlas y seguirlas, y esto lo espera la Sociedad primeramente del interés de los propietarios. Cuando este interés se haya ilustrado, será muy fácil que conozca las ventajas que tiene en comunicar su ilustracion.

¿Y por qué no esperará lo mismo del celo de nuestros párrocos? ¡Ojalá que, multiplicada la enseñanza de las ciencias útiles, pudiesen derivarse sus principios á esta preciosa é importante clase del Estado! ¡Ojalá que se difundiesen en ella, para que los párrocos fuesen también en esta parte los padres é institutores de sus pueblos!36. ¡Dichosos entonces los pueblos! ¡Dichosos cuando sus pastores, después de haberles mostrado el camino de la eterna felicidad, abran á sus ojos los manantiales de la abundancia y les hagan conocer que ella sola, cuando es fruto del honesto y virtuoso trabajo, puede dar la única bienandanza que es concedida en la tierra! ¡Dichosos también los párrocos si, destinados á vivir en la soledad de los campos, hallaren en el cultivo de las ciencias útiles aquel atractivo que hace tan dulce la vida en medio del grande espectáculo de la naturaleza, y que levantando el corazon del hombre hasta su Creador lo abre á la virtud en que mas se complace, y que es la primera de su santo ministerio!

Pero sobre todo, Señor, espere Vuestra Alteza mucho en este punto del celo de las Sociedades Patrióticas. Aunque imperfectas todavia, aunque faltas de proteccion y auxilio, ¡qué de bienes no hubieran hecho ya á la agricultura si los labradores fuesen capaces de recibirlos y aprovecharlos! Desde su creacion trabajaron incesantemente, y aplican todo su celo y todas sus luces á la mejora de las artes útiles y singularmente de la agricultura, primer objeto de sus institutos y de sus tareas. Aunque perseguidas en todas partes por la pereza y la ignorancia, aunque silbadas y menospreciadas por la preocupacion y la envidia, ¿qué de experimentos útiles no han hecho, qué de verdades importantes no han examinado y comunicado á los pueblos? Sus extractos, sus memorias, sus disertaciones premiadas y publicadas bastan para probar que en el corto período que sucedió desde su ereccion hasta el dia se ha escrito mas y mejor que en los dos siglos que lo precedieron, sobre los objetos que pueden conducir una nacion á su prosperidad. Y si tanto han hecho sin el auxilio de las ciencias útiles, sin proteccion y sin recursos y aun sin opinion ni apoyo, ¿qué no harán cuando, difundidos por todas partes los principios de las ciencias exactas y naturales y habilitado el pueblo para recibir su doctrina, se dediquen á acercar la instruccion al interés, que debe ser el grande objeto del gobierno?

Ellas solas, Señor, podrán difundir por todo el reino las luces de la ciencia económica y desterrar las funestas opiniones que la ignorancia de sus principios engendra y patrocina, y ellas solas serán capaces, con el tiempo, de formar las cartillas que llevamos indicadas. Los trabajos de los sábios solitarios y aislados no pueden tener tanta influencia en la ilustracion de los pueblos, ó porque hechos en el retiro de un gabinete cuentan rara vez con los inconvenientes locales y con las luces de la observacion y la experiencia, ó porque aspiran demasiado á generalizar sus consecuencias y producen una luz dudosa que guia tal vez al error mas bien que al acierto. Las Sociedades no darán en tales inconvenientes. Situadas en todas las provincias, compuestas de propietarios, de magistrados, de literatos, de labradores y artistas, esparcidos sus miembros en diferentes distritos y territorios, reuniendo como en un centro todas las luces que puedan dar el estudio y la experiencia é ilustradas por medio de repetidos experimentos y de continuas conferencias y discusiones, ¿cuánto no podrán concurrir á la propagacion de los conocimientos útiles por todas las clases?

Hé aquí , Señor, dos medios fáciles y sencillos de mejorar la instruccion pública, de difundir por todo el reino los conocimientos útiles, de desterrar los estorbos de opinion que retardan el progreso del cultivo y de esclarecer á todos sus agentes para que puedan perfeccionarlo. Si algo resta entonces para llegar al último complemento de nuestros deseos será el remover los estorbos naturales y físicos que lo detienen, tercero y último punto de este informe, que procurarémos desempeñar brevemente.