1731
Causa 17, quaest. 4.ª cap. 29; Si quis suadente diabolo. Aunque las palabras de este canon, anathematis vinculo subjaceat, indican que la excomunión no es latae sententiae, sino ferendae, la costumbre y la interpretación han fijado el sentido en el primer concepto. Puede verse a Berardi, Comment. in jus., etc., tomo IV, disert. 3.ª, cap. 1.º
1732
Tienen relación con este título, y establecen penas contra los sacrílegos, las leyes 9.ª y 10, tít. XVIII, Partida 1.ª, y la 18 del tít. XIV, Partida 7.ª
1733
Igualmente en la Nov. Recop., la ley 3.ª, tít. I del libro II, y la 6.ª del título IX del mismo libro; la 10 del tít. I, lib. I; la 1.ª del título II, lib. I; la 6.ª del tít. V, lib. I.
1734
De Adulteriis et stupr., cap. 6.º
1735
De Conversione conjug., cap. 19.
1736
Dist. 81, cap. 10
1737
De Sdulter. et stupr., cap. 5.º
1738
Ídem, cap. 7.º
1739
Entre los judíos, los adúlteros morían a pedradas (Éxodo, capítulo 20); entre los romanos, primero se les impuso la pena de deportación si eran militares (ley 2.ª, pár. Miles, ff. de his, qui non infamia) y la de relegación si eran paganos (L. si quis viduam, ff. de quaestionibus). Después se impuso pena de muerte tanto al adúltero como a la adúltera, lo cual ya se observaba desde los tiempos de Justiniano, como consta de la ley Transigere C. de Transac. Por la Novela 134 de este Emperador, cap. 10, se ve que en vez de la pena de muerte es castigada la adúltera con azotes y encierro en un monasterio, con facultad el marido de unirse a ella después de dos años.
1740
Partida 7.ª, tít. XVII, ley 15.