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211

Quintiliano se explica aquí con alguna confusión. Es el sentido de este precepto que los silogismos y entimemas dialécticos deben usarse muy rara vez en la oratoria, y que si Demóstenes los usó alguna vez, fue con mucha moderación.

 

212

Habla de la educación de los sobrinos de una hermana de Domiciano, que este príncipe le encomendó, como dijo en otro lugar.

 

213

Primeramente se le había muerto otro de cinco años, y ahora éste que tenía ya doce. [Según noticia de] Turnebo.

 

214

Los oídos cristianos perdonarán que hayamos trasladado una sentencia tan impía, pero digna de un gentil que no extendía sus miras ni sentimientos sino a los de la carne y sangre. Así se explica la naturaleza de un padre, que sin estar alumbrado de los conocimientos de la verdadera inmortalidad, ni reconoce otra vida, cuya esperanza puede endulzar la amargura de una muerte temprana, ni que ésta es un señalado beneficio, cuando Dios prevé que se ha de abusar de ella214.1.

 

214.1

[Téngase en cuenta, para la comprensión de este tipo de comentarios, la condición del traductor y la fecha en que se realiza. (N. del E.)]

 

215

Es una observación bastante común que los niños de un talento extraordinario y anticipado, o de una prudencia y seso muy temprano, y fuera de lo que conviene a la primera edad, o no viven por mucho tiempo, o vienen después a perder aquellos primeros brillos del ingenio. La naturaleza nos enseña esta importantísima lección en los frutos que por anticiparse mucho no suelen lograrse.

 

216

Por esta noble pintura que hace Quintiliano de su carácter, se trasluce bastante que era de un corazón sensible sobremanera a la pasión del amor.

 

217

Digresión, pero hecha con mucha gracia, y que no menos deleita al lector en el discurso de este inmortal tratado, que a un caminante la vista de un espectáculo agradable que se le ofreció en el camino. No tuvo reparo en imitar a Quintiliano Melchor Cano con otra, aunque no tan larga digresión, causada de un accidente semejante, con la que dio principio al libro II de los Lugares teológicos.

 

218

Alude a la costumbre del Areópago, en donde por medio del pregonero se le intimaba a cualquier orador que solamente propusiese con sencillez el asunto de su comisión y las razones que había discurrido; pero sin mezclar ni en el medio ni en el fin movimiento de afectos, para que los jueces sin pasión atendiesen en la sentencia al hecho de la verdad y no más.

 

219

Debe solamente entenderse de los estoicos, los cuales hacían profesión de la apatía, esto es, de mantenerse firmes sin dar entrada en el ánimo a ninguna pasión. Pero esto era sólo en el nombre, pues, en llegando la ocasión, manifestaban ser hombres como todos.

 

220

Fue tan aborrecido de los romanos, que quedó en proverbio el odio vatiniano. Catulo, Poemas.