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1

Cañedo, IV, pp. 336 y siguientes. BAE, II, pp. 205-211. Datamos esta Instrucción, al hilo de la carta que la acompaña (véase apéndice) con anterioridad a 1801. Somoza afirma que esta Instrucción es la que le envía a Caveda (Manuscritos inéditos, raros o dispersos, p. 139). No hay tal, sino dos redacciones: ésta a Posada de 1801 y la que Jovellanos enviara diez años antes a Francisco de Paula Caveda, cuyo envío propiciara el comentario del villaviciosino el 4 de julio de 1791 (Obras completas, tomo II, pp. 463-473). De dicha contestación le dice Jovellanos a Posada: «una larga carta, en que hace muchas buenas observaciones sobre el pensamiento, y se conoce por ellas que estaba al unísono del todo con nuestras ideas. Si hubiera una docena de hombres como él pudiera adelantarse mucho; pero ¡cuán pocos oficiales semejantes se presentarán para levantar nuestro edificio» (Obras completas, tomo II, p. 475).

 

2

Ya se ha explicado en otro lugar que en el siglo XVIII lengua, dialecto e idioma tienen la misma consideración filológica, como se advierte en los DRAE de 1732, 1780, 1783 y 1791. Sobre Jovellanos y la llingua asturiana, véase DEL RÍO, Ángel, «Los estudios de Jovellanos sobre el dialecto de Asturias», Nueva Revista de Filología Hispánica, 1943. SÁNCHEZ VICENTE, Xuan Xosé, «La llingua asturiana y Xovellanos», Lletres Asturianes, XIV (1985), pp. 39-56. RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, Álvaro, «La lengua asturiana: una preocupación ilustrada», en Asturias y la Ilustración, Oviedo, Consejería de Cultura del Principado de Asturias, IFES.XVIII, 1996, pp. 187-204.

 

3

[X. Ll. García Arias, en adelante X.Ll.G.A.] Este principio es excesivamente restrictivo, pues parece olvidar Jovellanos que al ser castellano y asturiano dos lenguas románicas emparentadas han de tener, necesariamente, toda una serie de elementos comunes. En efecto, una palabra como mesa o casa es tan asturiana como castellana sin que ninguno de los dos idiomas pueda reclamar su exclusividad sobre ella.

 

4

Caveda parecía compartir el principio de Jovellanos, pues sólo contempla una posibilidad de introducir palabras castellanas, aquellas pertenecientes al ramo de la historia natural: «En esta parte, deberían incluirse no sólo las voces puramente asturianas, sino todas aquellas de uso castellano, pero capaces de dar una exacta noticia de las producciones peculiares a nuestra provincia, y con esto lograríamos un completo Diccionario de la historia natural de Asturias» («Carta de Francisco de Paula Caveda y Solares a Jovellanos», Villaviciosa, 4 de julio de 1791, Obras completas, tomo II, p. 468).

 

5

[X.Ll.G.A.] No sabemos el alcance de esta observación y hasta qué punto consideraba que debía incluirse un antropónimo en el diccionario.

 

6

[X.Ll.G.A.] Hay, pues, una idea clara en el reparto del trabajo académico: a) Recolección de materiales, efectuada individualmente por los académicos; b) Síntesis de los materiales en cédulas, efectuada por algunos académicos en comisión; c) Redacción por el pleno de la Academia.

 

7

La distinción entre l y ll y n y ñ no era compartida por Caveda: «En la L simple o doble, ni en la N simple o tildada, no hice el reparo que V.S., por parecerme que el uso general de Asturias es doblar la L y tildar la N» («Carta de Francisco de Paula Caveda y Solares a Jovellanos», Villaviciosa, 4 de julio de 1791, Obras completas, tomo II, p. 467).

 

8

Calamieres o calamiyeres.

 

9

El término, cuyo primer testimonio es éste de Jovellanos, se recoge por primera vez en el DRAE de 1884 definido como: «dialecto de los asturianos», y así permanece hasta 1992. Posteriormente se ha renunciado a esta nomenclatura porque se asocia a «dialecto» y no a «lengua», y porque, como señala Lázaro Carreter «por extensión, se da este nombre a hablas locales modernas, muy circunscritas, de cualquier región dialectal», LÁZARO CARRETER, F., Diccionario de términos filológicos, Madrid, Gredos, 1981, p. 70.

 

10

Variante textual: BAE, Pie de Lora. Piedeloro es una aldea cercana a la villa de Candás, en el concejo del mismo nombre.