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1091

Da cuenta de estos hechos la siguiente real cédula, que, por permanecer aún inédita, hemos de dar a conocer aquí. Es como sigue:

«El Rey.- Presidente y Oidores de la nuestra Audiencia Real que reside en la ciudad de la Concepción de las provincias de Chile.- Gaspar de Zarate, en nombre de don Miguel de Velasco, vecino de la ciudad de los Confines, me ha hecho relación que en recompensa de lo mucho que nos había servido en esas provincias, Francisco de Villagra, nuestro gobernador que fue en ellas, le hubo dado y encomendado el repartimiento de indios de Boquilemo, y habiendo tomado la posesión dellos, se le había movido pleito por un Francisco de Ulloa, y, sin estar determinado, había fallecido, sin dejar mujer ni hijos que le subcediesen, por lo cual el dicho don Miguel quedó solo en la pretensión y derecho de los dichos indios y le había sido tornada a dar de nuevo la posesión dellos; y que, estando en ella, Rodrigo de Quiroga, nuestro gobernador que asimismo fue en esas dichas provincias, le había quitado de la dicha posesión, sin oírle, sino solamente con decir que habían vacado los dichos indios por muerte del dicho Francisco de Ulloa, y los había encomendado a Martín Ruiz de Gamboa, su yerno, como dixo constaba y parecía por ciertos testimonios y recaudos de que fue hecha presentación ante Nos en el nuestro Consejo de las Indias, suplicándome proveyésemos que luego sin dilación le volviésedes y pusiésedes en la posesión de los dichos indios libremente y que no fuese molestado ni inquietado más sobre ello, o como la mi merced fuese: lo cual visto por los del dicho nuestro Consejo, fue acordado que debía mandar dar esta mi cédula, e yo helo tenido por bien; por ende, yo vos mando que veáis lo susodicho y en lo que por parte del dicho don Miguel de Velasco se pide, llamadas y oídas las partes a quien tocare, hagáis y administréis, con mucha brevedad, cumplimiento de justicia, por manera que la hayan y alcancen y no reciban agravio de que haya causa ni razón de ocurrir ante Nos sobre ello; y no fagades ende al.- Fecha en El Escorial, a 18 de noviembre de 1568 años.- Yo el Rey.- Refrendada de Eraso; señalada del Consejo».


(Archivo de Indias, 128-4-6)                


 

1092

Con el propósito de allegar nueva justificación a sus pretensiones de que se le gratificasen sus servicios y, a la vez, para paliar el mal éxito que había tenido en su campaña como jefe del ejército mientras tuvo el mando por nombramiento de Bravo de Saravia, Velasco, en las vísperas de salir de Chile, levantó una información -y era la tercera-, sobre la cual el Licenciado Navía, que fue citado para ella, según era de cajón en tales casos, escribía a Felipe II, en 15 de octubre de 1571, lo siguiente: «En esta Audiencia ha hecho información de servicios don Miguel de Velasco, y lleva parecer para que V. A. le gratifique: las informaciones que aquí se hacen son como tengo dicho [...] y el parecer que se envía es fundado en descargo de esta culpa» (de haber perdido el Campo y hacienda Real). Poseemos copia de esa carta, hasta ahora inédita, que se halla en el Archivo de Indias con la signatura 77-4-35.

 

1093

Con fecha 6 de abril de 1570 escribía desde esa ciudad al cardenal don Diego de Espinosa anunciándole que el Virrey le hizo detenerse allí con determinación de reunir alguna gente, que juntaba con gran dificultad, y ni siquiera llegaba a 150 hombres, instándole especialmente para que ordenase se quitase el escrúpulo que ponían teólogos y prelados respecto de la guerra de Chile, que calificaba de «ruin propósito»; repetía recomendaciones a favor del gobernador Bravo de Saravia, y en cuanto a él, decía, no tenía que suplicar «más de lo pasado»; expresión que supone la existencia de otra carta suya que no conocemos; la de que hablamos se halla en el Archivo de Indias (70-4-18) y la conservamos inédita en copia.

Ahora bien: si consta que Velasco estaba en Lima en aquella fecha, ¿cómo explicarse lo que decía el Licenciado Navía al Rey en su carta citada de 15 de octubre de 1571, que en este último año había perdido en Purén, más aún que en Caliray, por lo menos la hacienda Real, sino también el ejército? No hallamos otra explicación que la de que con tales palabras Navía se refiriese al gobierno o actuación de Bravo de Saravia.

 

1094

En su declaración de 15 de diciembre de 1560 dijo tener «treinta años y más». Documentos inéditos, t. XI, p. 171.

 

1095

«[...] e la más gente dejó en la casa, e por caudillo a don Pedro de Avendaño». Declaración de Jacome Fris y Juan de Ayala en la información de servicios de Juan Gómez. Documentos inéditos, t. XIV, pp. 41 y 50.

 

1096

3Id., id., p. 42.

 

1097

Declaración de Juan de Ayala y otros en el citado expediente, p. 51.

 

1098

Góngora Marmolejo, Historia de Chile, p. 88. Forman contraste con la crueldad de don Pedro los actos humanitarios de que su hermano don Miguel dio muestras para con los indios, pues, como dejamos indicado, acreditó por su información de servicios de 1558 (pregunta 14) que cuando fue a la repoblación de Villarrica, les «dio gran cantidad de comida para que se asentasen y se sustentasen»; y por su memorial al Consejo de Indias afirmó «sustentaba y conservaba los indios de paz, que era lo que yo siempre pretendía, dice, y no maltratándolos, sino a los indios que tomaba presos en las peleas los desterraba a la ciudad de la Serena, adonde sacaban oro y se tornaban cristianos, por la cual orden hice gran servicio a V. A. y salvé gran cantidad de muertes de indios, que hoy en día viven y son cristianos». Documentos inéditos, t. X, p. 470.

 

1099

Carta de Julián de Bastida a don García Hurtado de Mendoza, Lima, 15 de noviembre de 1563. Colección de Historiadores de Chile, t. XXIX, p. 472.

 

1100

Avendaño estaba casado con doña Isabel de Quiroga, hija de Rodrigo de Quiroga, y de ahí porque «luego que se extendió la nueva por la comarca -continúa Góngora Marmolejo-, sabida en la ciudad de Angol, que estaba cerca, dieron aviso al capitán Rodrigo de Quiroga, que asistía en la Concepción. Fue cosa que no se puede decir la presteza que tuvo en irlo a castigar, con ser en mitad del invierno: llegó a Purén, donde lo habían muerto, y envió desde allí a la ciudad Imperial que le viniesen a ayudar [a] el castigo algunos vecinos y soldados: vinieron muchos, porque era y fue siempre muy bien quisto en general. Castigó muchos indios de los culpables [...]».