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ArribaJornada III

 

Tocan las chirimías y sale por una parte DON LORENZO DE MENDOZA, conde de Coruña, con acompañamiento; y por otra DON JERÓNIMO MARAÑÓN, gobernador de Copacabana.

 
GOBERNADOR
¡Feliz, oh gran don Lorenzo
de Mendoza, rama invicta
del Infantado, y glorioso
blasón de Coruña, el día
que del Segundo Felipe, 5
que eternas edades viva,
virrey, señor, os merecen
estas conquistadas Indias!
CONDE
Su Majestad, que Dios guarde,
sin propios méritos, fía 10
de mí su gobierno, en fe
de que en la obligación mía
le sirva el afecto, ya
que el mérito no le sirva.
Y pues para el que desea 15
acertar, tomar noticias
el primer paso es, ¿de quién
pudo mejor adquirirlas
que de quien, por montañés
Marañón, es en Castilla 20
tan ilustre, y por su cargo
es en aquestas provincias
gobernador de tan grave
puesto, como él mismo explica,
pues al de Copacabana 25
pocos hay que le compitan?
  -207r-  
GOBERNADOR
¿Qué noticia podré daros
que vós no traigáis sabidas,
pues todas han ido a España
ya contadas o ya escritas? 30
Fuera de que son tan grandes
las inmensas maravillas
que obró Dios y obró su pura
Virgen Madre, sin mancilla
desde el día que en Perú 35
la Cruz entró, y desde el día
que la invocación del nombre
dulcísimo de María
se oyó en él, que me parece
que un casi agravio sería, 40
presumiendo no saberlas
vós, el osar yo a decirlas.
Y así os suplico, señor,
me excuséis de que os repita
que la Cruz domeñó fieras, 45
vitoria muy suya antigua;
que María apagó incendios,
nevando sus manos mismas
blancos copos; que con lluvias
de arena y polvo la vista 50
al idólatra dos veces
cegó; y que tan peregrinas
obras (viendo que sus vanos
ídolos enmudecían
al sonido de aquel nombre 55
y de aquel tronco a las líneas)
introdujeron la fe;
que entre los que se bautizan
y los que idólatras quedan
hubo bandos, hubo cismas 60
y disensiones; y, en fin,
que siguiendo las conquistas,
después que se redujeron
Cuzco, Chucüito y Lima,
de cuyos conquistadores 65
apenas uno hay que viva,
murió Guáscar prisionero
y su hermano Atabaliba
no sé cómo; y pues no son
estas cosas para dichas 70
tan de paso, remitamos
a la historia que lo escriba,
y vamos a lo que hoy
toca a la obligación mía,
y en Copacabana hablemos 75
no más, pues cosa es sabida
que a un gobernador no toca
hablar como coronista.
Es Copacabana un pueblo
que casi igualmente dista 80
en la provincia que llaman
Chucüito, pocas millas
de la ciudad de la Paz
y Potosí. Sus campiñas
son fértiles, sus ganados 85
muchos y sus alquerías
de frutas, pescas y cazas
abundantes siempre y ricas:
cuya opulencia, en su lengua,
a la nuestra traducida, 90
Copacabana lo mismo
que piedra preciosa explica.
Pero aunque pudiera ser
por esto grande su estima,
la hizo mayor que en sus montes 95
yace aquella peña altiva
que adoratorio del Sol
fue un tiempo, por ser su cima
donde diabólico impulso
hizo creer que el Sol podía 100
dar a su hijo para que
los mande, gobierne y rija.
A esta causa, entre la peña
y la procelosa orilla
de una gran laguna, que hace 105
el medio contorno isla,
se construyó templo al Sol,
en cuyas aras impías
Faubro al ídolo llamaron
superior, que significa 110
-207v-
mes santo; y mientras el cielo
no nos revele el enigma
en él, por los reservados
juicios suyos, las insidias
del antiguo áspid, y en otros 115
oráculos respondía
inspirando abominables
ritos, cuya hidropesía
de sangre, mal apagada
con la de las brutas vidas, 120
pasó a beberla de humanas
vírgenes sacerdotisas.
En fin, siendo como era
Copacabana la hidra,
principalmente después 125
que a su templo retraídas
trajo la guerra en estatuas
todas sus falsas reliquias.
En fin, siendo (a decir vuelvo)
Copacabana la hidra 130
de tantas cabezas cuantas
el padre de la mentira
en cada anhélito inspira,
fue la primera en quien Dios
logró la feliz semilla 135
de su fe, siendo primeros
obreros de su doctrina,
de Domingo y de Agustín
las dos sagradas familias.
Roma de América hay 140
quien piadoso la publica;
pues bien, como Roma, siendo
donde más vana tenía
la gentilidad su trono,
fue donde puso su silla 145
triunfante la Iglesia, así
donde más la Idolatría
reinaba puso la Fe
su española monarquía,
mostrando cuán docta siempre 150
la eterna sabiduría,
donde ocurre el mayor daño,
el mayor remedio aplica.
Tan fecundas sus primeras
raíces prendieron, tan fijas, 155
que a marchitar no bastaron
sus flores todas las iras
del tiempo; pues padeciendo
destemplado todo el clima,
hambre, peste y mortandad, 160
no por eso desconfían,
atribuyendo a que sean
sus dioses quien los castiga.
Pues antes atribuyendo
a Cristo y su Madre pía 165
que sus pasados errores
trata con blanda justicia,
para aplacarla trataron
hacerla una cofradía,
porque, al fin, en voz de muchos 170
suenan más las rogativas.
Mas como siempre el demonio
obstinadamente lidia
en estorbar devociones,
bandos introdujo y riñas 175
entre dos nobles linajes
sobre qué patrón elijan.
Los Urisayas, de quien
cabeza es de Andrés Jaíra,
anciano cacique noble, 180
que allá en sus ritos solía
ser sacerdote del Sol,
sabiendo cuánto domina
sobre las pestes su santa
intercesión, solicita 185
que sea San Sebastián
titular de la obra pía.
Otro, de los Anasayas
cabeza, que hoy se apellida,
por ser de aquella real sangre, 190
Francisco Yupanguí Inga,
en que María ha de ser
la patrona, y no otro, insta.
-208r-
Estas, pues, dos opiniones,
excusando que a rencillas 195
pasasen, convine en que
a los votos reducidas
la mayor parte venciese;
pero la noche del día
en que habían de juntarse 200
a resolver la porfía,
con estar las heredades
de unos y otros tan vecinas,
que en todos aquellos pagos
unos con otros alindan. 205
Amanecieron las mieses
de aquellos que defendían
que María había de ser
la patrona, tan floridas
con el riego de una nube 210
celestial, que daba grima
dando consuelo mirar
tan juntos triunfos y ruinas,
y que en un espacio mismo
hubiese unión tan distinta, 215
como ser todo esto flores,
siendo todo aquello aristas.
Por algunos días duró
la adoración, repetida
la lluvia desde la noche 220
al alba, y desde su risa
hasta otra noche tan claro
sol, que brotaban opimas,
a vista de sequedades
mustias, yertas y marchitas, 225
las mazorcas del maíz
y del trigo las espigas.
Con este prodigio, ¿quién
dudará que, reducidas
las opiniones, quedase 230
por su Patrona Divina
la siempre llena de gracia,
siempre intacta y siempre limpia?
¿Ni quién dudará tampoco,
que, ya una vez elegida, 235
fuese todo frutos, todo
salud, abundancia y dicha?
Pero entre tantos favores
no faltan penas que aflijan,
bien que tales penas, ellas 240
se padecen y se alivian,
siendo ellas mismas remedio
del achaque de sí mismas.
Es, pues, el gran desconsuelo
de los que más solicitan 245
su culto, no tener para
colocar en la capilla
que labra la esclavitud,
una imagen de María.
Mil diligencias se han hecho, 250
pero como a estas provincias
aún no han pasado los nobles
artes de España, es precisa
cosa que supla la fe
lo que no alcanza la vista. 255
Dirá la objección que cómo
no había arte donde había
estatuas de tantos dioses.
Y hallárase respondida
con saber que eran estatuas 260
tan toscas, tan mal pulidas,
tan informes y tan feas,
como una experiencia diga;
pues el cristiano cacique
que dije que defendía 265
de María el patrocinio,
viendo la gente afligida
y ansiosa por una imagen,
se ofreció a que él la daría
como la tenía en su mente, 270
hecha por sus manos mismas.
Bien creímos todos, viendo
entrar con tanta osadía
en su fábrica gloriosa,
que por lo menos sería 275
una que supliese, ya
que no primorosa y linda.
-208v-
Pero con ser la materia
de que intentó construirla
tan dócil como es el barro, 280
pues no hay, sin que se resista,
cincel a quien no obedezca,
buril a quien no se rinda,
muy pagado de su hechura,
la trajo tan deslucida, 285
tan tosca y tan mal labrada,
sin proporción en sus líneas
ni primor en sus facciones87,
que, irreverente, movía,
más que a adoración, a escarnio, 290
más que a devoción, a risa;
de que se infiere cuán brutos
sus simulacros serían
pues este juzgó bastar
hechura tan poco digna. 295
Tan corrido de baldones
se vio, de vayas y gritas,
que desde allí no ha salido
de un aposento en que habita,
donde apenas deja verse 300
de su esposa y su familia,
con qué intento no sé; pero
sé que, durando en la villa
el desconsuelo de verse
las esperanzas perdidas 305
de hallar imagen, dilatan
el formar la cofradía,
a que pienso que hago falta
si mi fe no los anima.
Y así, que me deis licencia 310
mi rendimiento os suplica,
por pensar que en esto más
a Dios, al Rey y a vós sirva.
CONDE
De vuestras noticias quedo,
por más que excuséis decirlas, 315
bastantemente informado;
y pues no es justo que impida
mi detención vuestro celo,
id, donde de88 parte mía
a la Esclavitud diréis 320
que la ruego que me admita
por su hermano, y en mi nombre
la ofreceréis para el día
que haya imagen, las coronas
de Hijo y Madre, y sea precisa 325
ley que me hayáis de avisar
de cuanto logre y consiga
tan piadoso afecto.
GOBERNADOR
En eso
y en todo es justo que os sirva
mi obediencia.
CONDE
El cielo os lleve
330
con bien.

 (Vase.)  

GOBERNADOR
Guarde él vuestra vida.
Vamos deseosos, no haga
falta la persona mía,
porque primeros fervores
que la necesidad dicta, 335
en viéndola remediada,
con poca causa se entibian.

 (Vase.) 

 

(Córrese una cortina, y véase a YUPANGUÍ en traje humilde de español, con taller, herramientas y demás instrumentos de escultor, como labrando una estatua tosca de madera, cuya estatura ha de ser de una vara, poco más o menos, y mientras dice los versos esté siempre haciendo que trabaja en ella.)

 
YUPANGUÍ
Ya, purísima María,
que mejorando de suerte
te adoró sin conocerte 340
la ciega ignorancia mía;
y ya que el felice día
de conocerte llegó,
llegue el de que logre yo
esta aprehensión, que vehemente 345
insta en que copiarte intente,
y en que lo consiga no.
Bien sé que nunca aprendí
esta arte; pero no sé
qué interior carácter fue 350
-209r-
el que en el alma imprimí
desde el punto que te vi,
que aunque tan ruda se halla
al desbastar desta talla
la agilidad de mi estrella, 355
siendo imposible el tenella89,
es imposible el dejalla.
Si cuando al barro fié
el primer diseño mío
te hallaste de mi albedrío 360
no bien servida porque
masa quebradiza fue
del primer Adán, en cuyo
daño original arguyo,
no comprehendida, cuán mal 365
pudiera en su original
copiarse retrato tuyo;
ya en mejor materia fundo
este segundo diseño,
pues te fabrico de un leño 370
a honor del Adán segundo.
Permite, pues, que vea el mundo
que en esta fábrica mía,
pues a un madero se fía,
se aúnen a mejor luz 375
la materia de la Cruz
y el retrato de María;
y vós, Niño Dios, que aquí
gozando los tiernos lazos
de sus amorosos brazos 380
significar pretendí,
pues no hay facultad en mí
ni para dejar la acción
ni para su perfeción,
usad de vuestra piedad, 385
u dadme la habilidad,
o quitadme la aprehensión.
 

(Sale GUACOLDA vestida a la española.)

 
GUACOLDA
Aunque te enojes, Francisco,
de que entre donde deseas
tanto estar solo, no puedo 390
excusarlo.
YUPANGUÍ
María bella,
dulce amada esposa mía,
¿contigo enojarme? Ofensa
haces a mi amor.
GUACOLDA
Si veo
que a todos, señor, ordenas 395
que no entren aquí, ¿qué mucho
que yo disgustarte sienta?
YUPANGUÍ
La ley de todos, María,
no es bien contigo se entienda
fuera de que tú no haces 400
compañía, con que es fuerza
que la soledad tampoco
estorbes.
GUACOLDA
De qué manera
ni estorbar la soledad
yo, ni hacer compañía pueda 405
no sé; que al parecer son
proposiciones opuestas.
YUPANGUÍ
No son, que el que ama y lo amado
son sola una cosa mesma,
y así, viviendo yo en ti 410
y tú en mí, la consecuencia
es fácil de que no añades
nuevo número a la cuenta,
con que alma del alma y vida
de la vida, cosa es cierta 415
que ni acompañas ni estorbas,
pues de la misma manera
que en presencia estás conmigo,
estás conmigo en ausencia.
GUACOLDA
Solo puedo responder 420
a tan hidalga fineza
que el no entrar a todas horas
aquí, no es en consecuencia
de que otros no entren, sino
porque nada te divierta 425
la ocupación, pues por mucho
que te desveles en ella,
más la debemos a quien
hacer el obsequio intentas,
pues debemos a María, 430
después de tantas tragedias
como pasamos huyendo
-209v-
de Guáscar, tantas miserias
como después padecimos
acosados de la guerra, 435
hasta venir a tomar
puerto en nuestra misma tierra,
la suma felicidad
de llegar a conocerla,
y admitir la ley de un Dios 440
de tan divina clemencia
y tan humana piedad,
que primero que yo muera
por él, ha muerto por mí,
que fue el dictamen de aquella 445
natural luz, que a no verme
sacrificada hizo fuerza.
Y así, dándole las gracias,
libres de tantas tormentas,
pasemos a la disculpa 450
de que a embarazarte venga.
Los Urisayas, movidos
de Andrés Jaíra, su cabeza,
la ocasión aprovechando
de tu retiro y la ausencia 455
del gobernador, han hecho
hoy junta, y resuelto en ella
que no se haga cofradía,
pues no hay para quién hacerla,
el día que no hay imagen. 460
Los Anasayas, con esta
novedad, viendo que tú
en el empeño los dejas
y no pareces, se han dado
por vencidos; de manera 465
que a estas horas están todas
tus pretensiones deshechas,
tus diligencias frustradas
y tus esperanzas muertas.
YUPANGUÍ
No están; y pues tan a un tiempo 470
de unos la acción y la queja
de otros llega que podré
a entrambas satisfacerlas:
a los unos con que tienen
imagen, pues ya está hecha, 475
y a los otros con que no
me ausentó menor tarea
que la de estarla labrando,
no dudes que se convenzan.
Cierra este taller, y nadie 480
entre en él hasta que vuelva.

 (Vase.)  

GUACOLDA
Inés.
 

(Sale GLAUCA.)

 
GLAUCA
¿Qué mandas?
GUACOLDA
Que cierres
de ese aposento la puerta
y traigas la llave. Virgen
Soberana, Madre y Reina 485
de hombres y de ángeles, llegue
día en que nos amanezca90
tu aurora en Copacabana.

 (Vase.) 

GLAUCA
La llave no da la vuelta,
y temo que he de quebrarla, 490
si porfío: quede puesta
en la cerradura, pues
aquí nadie sale mientras.
 

(Al irse por una parte sale por otra TUCAPEL.)

 
TUCAPEL
Ze, Clauca, Clauca.
GLAUCA
¿Quién es
quien de ese nombre se acuerda? 495
TUCAPEL
El menor marido tuyo,
que humilde tus plantas besa.
GLAUCA
Mejor dirás mi mayor
quebradero de cabeza.
Ven acá, bestia en dos pies, 500
que son las peores bestias,
si sabes91 que nuestro amo,
obligado a la fineza
con que a su esposa le tuve
disfrazada92 y encubierta, 505
apenas se vio en su casa
cuando nos redujo a ella,
en tiempo de tantas hambres,
ansias, pestes y miserias.
Si sabes que no queriendo 510
admitir la verdadera
ley que ellos y yo admitimos,
-210r-
durando siempre aquel tema
de los pasados furores,
fantasías y quimeras 515
que ha tiempos de ti te privan,
te echó de casa, con pena
de que si volvías a entrar
idólatra por sus puertas,
te había de moler a palos; 520
¿cómo con tal desvergüenza
osas llegar hasta aquí,
sin que su castigo temas?
TUCAPEL
Como la necesidad
tiene cara de hereja, 525
tan mala que es menor daño
el ver la tuya que el verla,
desacomodado y pobre
perezco, y viéndole hoy fuera
de casa, me atreví a entrar 530
a pedirte que te duelas
en este estado de mí;
porque esperar a que sea
cristiano, será imposible,
que hay otro yo que en mí reina, 535
a quien ofrecí alma y vida
cuando presumí que fuera
la sacerdotisa quien
me había traído a tu presencia.
GLAUCA
Pues dile a este señor diablo 540
que tus acciones gobierna
que digo yo que es tonto,
pues ya que a pedir te fuerza,
pedir diciendo pesares
es política muy necia. 545
Con esto, y con que en tu vida
ni me hables ni me veas,
vete o no te vayas, pues
podrá ser que el amo venga,
y a los susodichos palos 550
ejecute la sentencia.

 (Vase.) 

TUCAPEL
Oye, aguarda. No es posible
seguirla sin que me vea
la demás gente de casa,
y ya que solo me deja 555
en este zaguán, adonde
hay a un aposento puerta,
y está en él la llave, tengo
de ver si hay algo que pueda
llevarme hacia allá, con que 560
repase alguna pequeña
parte a mi necesidad.

  (Mira por la cortina sin correrla.)  

Mas ¡qué inútil diligencia!
Pues todo cuanto hay aquí,
son solo cuatro herramientas 565
y una mal formada estatua.
¿Quién creerá tan adversa
la infame de mi fortuna,
que ya que a hurtar me resuelva,
cuando me da la ocasión 570
me quita la conveniencia?
Pero por poco que valgan
cepillos, cinceles, sierras
y escoplos, algo valdrán:
con todos cargar pretenda. 575

  (Vase sin abrir la cortina.)  

IDOLATRÍA

 (Dentro.) 

¡Ladrones, ladrones!
TUCAPEL
¡Cielos!,
muerto soy si aquí me encuentran,
quiera mi suerte...
VOZ
¡Ladrones!
TUCAPEL
...que acierte a dar con la puerta.
 

(Suena dentro ruido, como que tropezando derriba el taller y sale huyendo, y al irse él, sale la IDOLATRÍA.)

 
IDOLATRÍA
Sí darás, porque estas voces 580
solo en tus oídos suenan,
articuladas de mí
porque al ir huyendo dellas
te haya hecho el temor que en todo
tropieces como tropiezas, 585
para que, sin que haya mano
tan sacrílega, tan fiera,
tan bárbara, tan enorme,
que ejecute la violencia
de derribar esa estatua, 590
-210v-
la halle quebrada y deshecha
su artífice; que aunque yo
por mano del hombre pueda
(ya lo dije) obrar insultos,
no sé qué se tiene esta 595
aún no imagen de María,
que su respeto me fuerza
a haber hecho en el acaso
tolerable la indecencia.
Diga la historia que hallé 600
su fábrica descompuesta,
mas no diga que hubo quien
osase descomponerla.
¿Quién creerá que cuando estoy
huida, arrojada y depuesta 605
de tan alta monarquía,
de majestad tan suprema
como en esta mayor parte
del mundo tuve sujetas
a mi imperio tantas gentes, 610
tantos mares, tantas tierras
y tantas adoraciones,
solo gima, llore y sienta
pensar que en Copacabana,
que el adoratorio era 615
del gran ídolo de Faubro,
cuerpo que con tres cabezas
equivocaba lejanas
noticias de que Dios sea
Uno y Trino, se ha de ver, 620
¡ay de mí!, la imagen puesta
de María, porque es
cerrarme todas las puertas
a la esperanza de que
jamás a cobrarse vuelvan 625
imperios, aras ni altares;
que ya sé que donde llega
la devoción de María,
para siempre vive y reina?
¿Pues qué, si a aqueste dolor 630
se añade93 (que no hay pequeña
circunstancia que no aflija,
si entre las grandes se encuentra)
el ver que un indio bozal,
sin más arte ni más ciencia 635
que un rasgo, un viso, un bosquejo
que él se dibujó en su idea,
le persuade a que ha de hacer
escultura tan perfecta,
que, retrato de María, 640
ser colocada merezca?
Bien sé cuánto es imposible
conseguirlo su torpeza;
mas la fe con que la labra
me ofende de tal manera, 645
que por vengarme en la fe
aun más que en la suficiencia,
no ha de haber medios que no
ponga astucias94 y cautelas,
no solo en desvanecer 650
el afán de sus tareas,
pero el efecto a que aspira,
haciendo que no le tenga
la Congregación, a cuya
causa moveré pendencias, 655
rencillas y disensiones
entre aquesas dos opuestas
familias; de suerte que
tan desde luego se enciendan,
que desde luego se escuche 660
decir a espadas y lenguas...
ELLA y UNOS
¡Mueran hoy los Anasayas!
ELLA y OTROS
¡Hoy los Urisayas mueran!
 

(Vase la IDOLATRÍA y salen acuchillándose de una parte ANDRÉS y de otra YUPANGUÍ, y en dos bandos todos los que puedan y TUCAPEL.)

 
ANDRÉS
¡Aquí, deudos!
YUPANGUÍ
¡Aquí, amigos!
TUCAPEL
¿Ver de lejos, no es gran fiesta, 665
cuchilladas?
[VOCES]

 (Dentro.) 

Para, para.
 

(Sale el GOBERNADOR.)

 
GOBERNADOR
Acudid todos apriesa.
Tened, apartad; ¿qué es esto?95
-211r-
¿En cuatro96 días de ausencia
hace mi persona falta, 670
de suerte que lo que encuentra
primero es un alboroto
tan grande?
YUPANGUÍ
Que me detenga
tu respeto, es justo.
ANDRÉS
Solo
él mi cólera pudiera 675
suspender.
GOBERNADOR
Esa atención
por ahora os agradezca
el no enviaros a una cárcel
hasta que la causa sepa,
por si antes de escribirla 680
es capaz de componerla.
¿Qué ha sido esto?
YUPANGUÍ
Andrés Jaíra
lo dirá, que es bien prefiera
la autoridad de sus canas,
y fío de su nobleza 685
que no dirá cosa que
no esté en toda razón puesta.
ANDRÉS
En fe de esa confïanza
usaré de la licencia.
Yo, señor, que un tiempo fui 690
(bien como todos) de aquella
idólatra ceguedad
que creyó que el Sol pudiera,
siendo sin alma y sin vida
solo un material planeta, 695
habernos dado a su hijo;
oyendo la diferencia
que hay de Criador a criatura,
y viendo las excelencias
de ley tan en natural 700
razón que para creerla
sin sus milagros, bastara
la suavidad de sí mesma.
Convencido en mi pasado
error, la admití, y con ella 705
la piadosa Esclavitud
de la gran patrona nuestra.
He asentado este principio
para que nunca se crea
que es relajación en mí 710
haber hecho resistencia
a que mientras que no haya
decente imagen que pueda
colocarse, esté la obra
y la Esclavitud suspensas. 715
En esto yo y mis parciales
hablamos, y como llegan
las voces de un barrio a otro
tan otras que no son ellas,
quejoso Francisco Inga 720
de que yo hiciese en tu ausencia
junta sin él, llegó a hablarme
con más pasión que paciencia.
Yo también (no me disculpo)
debí de dar la respuesta 725
sin paciencia y con pasión;
de suerte que a las primeras
razones, viendo él y yo
cuánto mejor se remedia
una injuria de la espada 730
que una herida de la lengua,
llegamos a lo que has visto:
diga él si hay más causa que esta.
YUPANGUÍ
¿Cómo puedo yo negar
que esa es la verdad, si es vuestra? 735
Solo añadiré, señor,
que reñimos tan apriesa,
que no hubo lugar de que
lo que iba a decirle sepa;
y así, permitid que aquí 740
diga lo que allá dijera.
GOBERNADOR
Decid.
YUPANGUÍ
Concedo que erré
en la escultura primera
la materia de la imagen
que ofrecí, y en consecuencia 745
de que no hay humano yerro
que no le dote la enmienda,
de las varas del maguey,
por ser preciosa madera
e incorruptible, otra imagen, 750
desbastadas las cortezas,
del corazón he labrado,
-211v-
por parecerme que sea
corazón e incorruptible,
de ambos decente materia. 755
A satisfacer con esto
a unos de que imagen tengan
y a otros de que mi retiro
no de otra causa proceda,
iba cuando (ya lo dijo 760
Andrés) la cólera nuestra
no dio a pláticas lugar,
y puesto que tu presencia
le da, y que lo que ahora digo
es lo que entonces dijera, 765
quien quiera satisfacerse
de verdad tan manifiesta,
en buen paraje se halla,
pues está mi casa cerca.
GOBERNADOR
Yo, no por satisfacerme, 770
que fuera el dudarlo ofensa;
la hechura iré ver, por solo
la curiosidad verla.
TODOS
Todos sirviéndote iremos.
 

(Entran por una puerta y salen por otra.)

 
YUPANGUÍ
Venid, pues.
TUCAPEL

 [Aparte.] 

Porque no tenga
775
sospecha de que yo fui
el que dio con todo en tierra,
con ellos iré, que no
hay mejor quita sospechas,
que no huir el agresor. 780
YUPANGUÍ
Antes que os abra la puerta
donde la imagen está,
habéis de oírme una advertencia.
GOBERNADOR
¿Qué es?
YUPANGUÍ
Que estando solo en blanco
haber97 de suplir es fuerza 785
ahora en lo que no es
lo que será cuando tenga
la encarnación de los rostros
y manos, y la viveza
de la estofa del ropaje, 790
que es lo que no he de ponerla
yo, sino un pintor que dora
el retablo de la iglesia,
que en la ciudad de La Paz
la orden de Francisco ostenta. 795
GOBERNADOR
Claro está que en blanco, solo
da de lo que ha de ser muestra.
YUPANGUÍ
Pues con esta prevención,
la imagen que labré es esta.
 

(Corre la cortina y vese el taller derribado, la estatua deshecha y los instrumentos esparcidos.)

 
TODOS
¿Qué imagen?
YUPANGUÍ
¡Cielos!, ¿qué miro?
800
GOBERNADOR
Que aquí solo a verse llegan
mal desunidos pedazos
que esparcidos por la tierra,
no solo imagen son, pero
aun de serlo no dan señas. 805
ANDRÉS
¿Esto es lo que nos traéis
a ver con tan satisfecha
presunción?
GOBERNADOR
¿Cómo en disculpa
no habláis desta inadvertencia?
YUPANGUÍ
Como un dolor, que en menores 810
pedazos que esos me quiebra
el corazón en el pecho,
ha embarazado a la lengua
la voz, y tras ella el uso
de sentidos y potencias. 815
ANDRÉS
Bien se ve que esto no es más
que un imaginario tema
de manía, y pues que tengo
tan a vista la evidencia
de lo poco que esto puede 820
venir a ser, no os parezca
rebeldía el mantener
que hasta que haya imagen bella
no ha de haber Congregación;
y ansí, vós, por vida vuestra, 825
que esto de labrar estatuas
lo dejéis a quien lo entienda.
GOBERNADOR
¿Quién os persuadió a que pudo
-212r-
haber sin estudio ciencia?
TUCAPEL y
UNOS
¡Qué delirio!
OTROS
¡Qué locura!
830
 

(Vanse.)

 
YUPANGUÍ
Por más que todos me afrentan,
perdido desvelo mío,
me aflige y me desconsuela
más el mirar vuestro ultraje
que el padecer mi vergüenza. 835
Si es, Señora, esto en castigo
de que un bruto indio se atreva
a copiar vuestra hermosura,
humildemente sobre estas
antes que fábricas ruinas, 840
os ruego, pecho por tierra,
que me quitéis la aprehensión
o me deis la suficiencia;
porque mientras que de vós,
o el olvido no me venga 845
o no me venga el favor,
por mí no ha de quedar esta
viva fe de que de veros
en Copacabana puesta
en alto solio, y...
 

(Sale GUACOLDA.)

 
GUACOLDA
Francisco,
850
¿qué es esto, que la pendencia
antes, después el concurso
de gente, absorta y suspensa
me tuvo? Sepa qué ha sido.
YUPANGUÍ
¿Qué quieres, María, que sea 855
sino poca suerte mía?

  (Corréis cortina.) 

Mira..., pero no lo veas,
no te quiebre el corazón
ver mi dicha en polvo envuelta.
¿Quién aquí cuando salí 860
entró?
GUACOLDA
Nadie, que yo sepa.
YUPANGUÍ
Pues sabrás...
GLAUCA

 (Dentro.) 

¿Qué atrevimiento
es este?
YUPANGUÍ
Mas oye, espera.
¿Qué es eso, Inés?
 

(Sale GLAUCA y TUCAPEL.)

 
GLAUCA
Que no solo
aquí Tucapel se entra, 865
pero que no hay cómo echarle
de casa.
TUCAPEL
Mi muerte es cierta.
YUPANGUÍ
Ven acá, ¿no te he mandado
que no entres por esas puertas?
TUCAPEL
La novedad de entrar todos 870
me permitió la licencia.
YUPANGUÍ
Y cuando todos se van,
¿cómo tú solo te quedas?
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