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Esta obra la escribió un exiliado residente en París que, por causas de orden político, decidió hacer aparecer nominalmente el libro en México, aunque en realidad no se imprimió aquí. La dirección de la imprenta es la de Barcino, de Josep Maria Murià, a quien agradezco esta información. Cabe decir que no apareció ningún otro libro con dicho sello ficticio.

 

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Un trabajo que aún está por hacerse es el estudio de los catalanes emigrados (no exiliados políticos) llegados a México antes y después de 1939 que también se dedicaron a impulsar la industria del libro. Aunque su inclusión no sea el propósito de este estudio, no quiero dejar de citar algunos nombres a partir de los cuales hay que iniciar la búsqueda: Juan Buxó, muerto en 1895, llegado a México a mediados del XIX y quien, junto con el madrileño José Morales, instaló la librería La Madrileña en el número 6 del Portal del Águila de Oro (hoy la esquina de Motolinia y 16 de septiembre) y creó el primer taller de fotograbado de la República Mexicana; Santiago Ballescà, barcelonés, que, junto con su padre, tenía una librería en la esquina de Isabel la Católica y Cinco de Mayo, sitio se publicaron obras tan significativas para la cultura mexicana de su tiempo como México a través de los siglos, México y su evolución social, Juárez, su obra y su tiempo, y los libros de Justo Sierra, María Enriqueta, Pereyra, Altamirano, Nervo y Salado Álvarez; Andreu Boix, quien asociado con Besserer desde mediados del XIX, imprimió El mosaico mexicano y El recreo de las familias; Josep M. Bosoms i Castelltort; Felip Teixidor i Benach, quien mantuvo desde 1924, junto con Eduardo Bolio Redon, El Murciélago, en el mercado de El Volador, y trabajó en la Editorial Porrúa coordinando el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía y la colección Sepan Cuántos. Más adelante impulsó las Ediciones de San Ángel (EDSA), cuyo primer libro fue un título muy citado por los exiliados: Las dos Españas, de Fidelino de Figueiredo, impreso en A. Mijares y Hnos. (1944). En Guadalajara, Leopold Font tuvo una librería e imprenta, cuyo nombre aparece en el catálogo de la Feria del Libro Mexicano de 1946, en calidad de editor. Para ampliar estos aspectos, vid Juana Zahar Vergara, Historia de las librerías de la ciudad de México: una evocación. México: CUIB-UNAM, 1995.

 

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A este aspecto que explica en parte la aportación de los exiliados a la cultura mexicana, se refería el mismo Eduard Nicol: «No cuenta aquí lo que pudimos hacer o ser antes, allá. Nosotros nacimos en 1939. Cuenta ahora lo que ha sucedido después de aquel nacimiento, que nos alejaba de la madre, con una tristeza que no tendría fin ni consuelo. Fue un parto doloroso. En algunos fomentó un sentimiento incurable de nostalgia. En otros, un deseo de no pensar más en todo aquello, y de librarse por entero al futuro. Para alguno, la soledad y el llanto produjo como una concentración interior, una manera de convertir la desesperación en tesón vital, en promotora del trabajo. El trabajo iba a ser la expresión de nuestro agradecimiento, y al mismo tiempo una orgullosa reivindicación de nuestros motivos; porque la calumnia no terminó con la guerra, y nos acompañó en el exilio. En suma: era un deseo firme de servir a ese país que no pedía nada de nosotros, y al que por eso mismo teníamos que darle todo. Y fuimos fieles» (Palabras leídas en el discurso de clausura pronunciado en el Homenaje de la Universidad Nacional Autónoma de México a los profesores eméritos españoles. Cit. en Juliana González. «Los maestros del exilio español: un modelo de enseñanza». Maestros del exilio español. México: UNAM-Facultad de Filosofía y Letras, 1993, p. 9.) Muy interesantes son los comentarios de esta profesora y filósofa, alumna de Nicol, cuando se refiere a este nuevo ethos del trabajo, en especial a una nueva ética del trabajo intelectual, legado de los republicanos (pp. 10-11).

 

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En 1955, tal como recogen P. S. Jennison y W. H. Kurth, El libro en América. México: FCE, 1951, p. 85, en México se publicaron 923 libros, que se dividen de la siguiente manera: Generalidades, 9; Filosofía, 46; Religión, 15; Ciencias Sociales, 117; Filología, 22; Ciencias Puras, 28; Ciencias Aplicadas, 55; Artes, 26: Literatura, 245; Geografía e Historia, 300.

 

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Joan Grijalbo, natural de Gandesa, había trabajado desde muy joven en un banco y su primera experiencia en el mundo editorial no llegó hasta 1937, citando intervino como delegado de la Conselleria d'Economia de Cataluña en el conflicto planteado por un grupo anarquista que pretendía quemar los libros sobre tema religioso de una editorial barcelonesa (cit. cit Víctor Ronquillo. «Editores en México. Nace un libro». Memoria de papel. México, año 4, núm. 9, marzo, 1990, p. 20). Había sido, a partir de esta primera experiencia, delegado de la Generalitat en la Cámara del Libro de Barcelona. Por su parte, Estanislau Ruiz Ponseti, subsecretario de la Conselleria d'Economia de la Generalitat de Catalunya durante la guerra, había trabajado previamente en la editorial Gustavo Gili. M. Martí i Soler. L'Orfeó Català de Mèxic (1906-1986). Barcelona: Curial, 1989, p. 151, y L'exili espanyol a Mèxic. L'aportació catalana. Barcelona: Ministerio de Cultura-Ajuntament de Barcelona, 1984, p. 21.

 

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Vid. X. Ferré. «Comunistes catalans a l'exili: Estanislau Ruiz i Ponsetí (1939-1967)». Congrés Internacional sobre l'exili als Països Catalans 1939-1978. Barcelona: CEHI, 1989, pp. 1-15. En cuanto a los propósitos de la editorial, X. Ferré transcribe el artículo segundo de la sociedad: «La sociedad tendrá una finalidad productiva y su objeto será editar, por cuenta propia o en administración, obras de reconocida valía, mediante las cuales se contribuya a elevar el nivel de la cultura, y con cuyo rendimiento económico, obtenido conforme a una rigurosa observancia del principio de los costos, queden justamente remunerados todos los colaboradores intelectuales y materiales, y se asigne a quienes aporten los medios de financiación, una participación proporcionada en los posibles beneficios» (p. 13).

 

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Arbonès, «Editors catalans exiliats a Sud-Amèrica». IV Jornades d'Estudis Catalano-Americans. Barcelona: Generalitat de Catalunya, 1992, p. 146.

 

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Ferré, loc. cit., p. 5.

 

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Agradezco esta información y otras más a Joan Grijalbo, que leyó la primera versión de estas páginas y con quien tuve el placer de conversar durante el mes de diciembre de 1996, en el despacho de su nueva editorial, Serres, en Barcelona.

 

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Grijalbo seguía vendiendo los libros de Atlante y este nombre continuaba apareciendo en los directorios editoriales. En el Catálogo de libros impresos en México realizado con motivo de la VII Feria Mexicana del Libro (México: Instituto Mexicano del Libro, 1956), se incluye la dirección social de Atlante, S. A. (Avda. de las Granjas, 82, Apartado 28568. México, D. F.) que, lógicamente, es la misma de Grijalbo, S. A.