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Recapitulación


Recapitulemos ahora como condiciones necesarias de esta unión de la vida de familia con la de la escuela, de esta vida de la educación con la de la enseñanza, las diversas exigencias de este grado del desarrollo interior del hombre-alumno.

Estas condiciones son: la inteligencia de la filosofía que, uniendo el alma del hombre a Dios por un lazo vivo, presiente la unidad en todas las cosas, a pesar de la multiplicidad de sus apariencias, y hace resaltar esta unidad a los ojos del joven, en todas sus acciones y en toda su vida.

Es necesario para el hombre conocer, estimar y formar su cuerpo, envoltura inevitable de su espíritu, medio de manifestación para su ser, y someterlo a ejercicios coordinados y graduados a vista de su desarrollo y de su formación.

El alumno debe observar y considerar la naturaleza y el mundo exterior; y conocer sobre todo los objetos próximos a él, antes de averiguar acerca de los otros.

Tener a su disposición algunos pequeños poemas que hablen de la naturaleza y de la vida, en particular los relativos a los objetos de la naturaleza que le rodea, o que traten de la vida de familia, y servirse de ellos como espejos que reflejan sus propios sentimientos por medio de melodías y canciones sencillas.

Ejercitarse en el lenguaje, en el discurso que, teniendo por objeto la naturaleza y el mundo exterior, conduzcan a su observación, y considerar siempre el lenguaje, el discurso, como medio de manifestar su interior al oído ajeno.

Ejercitarse en manifestaciones exteriores y materiales según la regla y la ley, es decir, yendo siempre de las leyes particulares a las leyes generales. Ahí deben ocupar sitio las manifestaciones producidas por la mayor o menor sustancia: las construcciones, los trabajos manuales en papel, en cartón, en madera, o modelados con sustancias blandas.

Instruirse acerca de los colores en su variedad y en su asimilación por la manera como aquellos se presentan en los cuadros; observar, notar, analizar las estatuas; iluminar imágenes y contornos, pintar sobre cuadrados de papel, etc.

Jugar, es la libre manifestación y el libre ejercicio de sí mismo en toda especie de juegos.

Relatar u oír relatar historias, fábulas y cuentos, enlazándolos, refiriéndolos a aventuras sucedidas recientemente o relativas a la vida actual.

Todo esto es la tarea de la vida doméstica y de familia; la de la vida escolar, y la de la vida humana en general, la de las ocupaciones domésticas y de las ocupaciones escolares, pues los alumnos de esta edad deben ser poco a poco empleados en los asuntos domésticos e instruídos acerca de los diferentes oficios del taller o de la agricultura: serán iniciados en ello por un padre inteligente y apto para tal índole de trabajos. Algo más tarde, serán llevados por sus padres o por sus maestros a producir solos, cualquier cosa, con arreglo a su inspiración propia, y a confeccionar, solos también, algunos pequeños trabajos gracias a los cuales adquirirán la experiencia y una especie de rutina necesaria. Importa reservar al joven una hora o dos cada día por lo menos, para dejarle aplicarse a algún trabajo manual cuyo destino sea serio. De ahí resultarán obras importantes para la vida; que una de las mayores quejas que debemos formular contra nuestras escuelas actuales, es que alejan el alumno de todo trabajo doméstico, de toda participación en las producciones exteriores. Se objetará tal vez que el alumno de esta edad, si quiere verdaderamente adquirir un cierto grado de instrucción y de conocimientos, debe consagrar a esto todo su tiempo y todas sus facultades. Error harto evidente, probado por la experiencia: el trabajo manual, no tan sólo fortifica el cuerpo, mas también ejerce sobre el espíritu y sobre las diferentes direcciones un influjo tan bienhechor, que cuando el hombre se ha mojado, permítasenos decirlo, en el baño refrescante del trabajo manual, siéntese más fresco y vigoroso para sus ejercicios intelectuales.

Si consideramos ahora todo lo procedente, relativo a la vida de familia unida a la de la escuela, lo hallaremos clasificándose por sí propio, con arreglo a las exigencias generales del adolescente. Las más entre las cosas enunciadas, pertenecen a la vida interior, tranquila y pacífica; otras, a una vida más activa y laboriosa, y otras, en fin, a una vida más exterior y más formulada aún. Esos diferentes objetos de la enseñanza responden a todas las necesidades del hombre. Así veremos los sentidos, las disposiciones, todas esas fuerzas externas e internas del hombre desarrolladas, ejercitadas, y les exigencias de todas las condiciones de la vida humana satisfechas.