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71

D. S. Whitaker ha advertido ya («Clarissa's Sisters: The Consequences of Rape in Three Neoclassic Tragedies of María Rosa Gálvez», Letras Peninsulares, v. 5, 2, Fall 1992, p. 243) el parecido de esta formulación con las palabras de Thamar, la cual, en la tragedia Amnón, declara en el desenlace: «una caverna, ignota a los mortales / Sea mi asilo, y mi sepulcro el tiempo» (V, 5).

 

72

Así lo declara Tulga (II, 3). Bordiga Grinstein dedica a la «fragmentada femineidad» del personaje de Florinda unas breves, pero densas páginas (181 y ss.), y Whitaker (véase n. ant.) analiza la evolución de la actitud de la heroína bajo la presión de sus acusadores. Por mi parte, debo confesar -sin pregonarlo a los cuatro vientos- que la Florinda de la Gálvez me ha parecido al menos tan «interesante» como la Hormesinda de Moratín padre y la Dosinda de Jovellanos; pero esto es ya salirse del área de la historia literaria propiamente dicha.

No carece de cierta gracia involuntaria la invectiva de Pelayo a su ex prometida, a la que aconseja sarcásticamente (e «incredibly», según escribe Whitaker), muerto ya Rodrigo, que viva ella para que a su vista el bárbaro agareno «imponga sus cadenas, / Las vírgenes reduzca al vituperio...» (III, 8). Por otra parte, que yo sepa, no se suele evocar a menudo en esta clase de obras a los «millares de inocentes» que pagan con la vida el enfrentamiento de los poderosos (III, 7 y 9). Me inclino a pensar que una mujer estaba más predispuesta a abrigar ese tipo de ideas.

 

73

Carta de Florinda a su padre don Julián después de su desgracia, BibAE., LXI, pp. 251-252.

 

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«... en el que no debe representarse obra que manifieste machinaciones, conspiraciones ni traizión alguna a los soberanos, cuyo debido respeto i lealtad debe enseñarse» (La pérdida de España, Biblioteca Histórica Municipal, Madrid -BMM-, ms. 1-138-4, censura de 9 oct. 1770). En la p. anterior al acto primero, esta inscripción: «toda, menos el Conde Dª Julián». La comedia, que pertenecía a la compañía de Palomino, no se representó.

Debió de conocer doña María Rosa esta obra, en la que la autoacusación de la heroína va mucho más lejos: «oygan el fin prodigioso / que tubo muger tan mala / [...] yo soy la que, combatida / de mi altivez y mi vana / fantasía, de mirarme / de Rodrigo despreciada, / [...] incitando a mi venganza / a mi padre, fui motibo / de que padezca mi patria»; y agrega: «desde aquesta torre alta / me arrojaré al mar furiosa», concluyendo con una agudeza, no muy original y cuyos antecedentes más lejanos se remontan al Antiguo Testamento, consistente en afirmar que Málaca (Málaga) tomará nombre de la mala Caba que «mal acaba»... En la jornada segunda, la heroína le cuenta a su padre como la solicita el rey, sorprendiéndola incluso en el baño, y ella finalmente se entrega a cambio de una fingida promesa de matrimonio. Reténganse dos versos de Florinda a Rodrigo: «qe soy mucho para dama / aunqe para reyna fuese / poco», los cuales recuerdan los de doña Mencía en El médico de su honra: «pues soy para dama más / lo que para esposa menos», y también los que puso Trigueros en boca de su Estrella de Sevilla en Sancho Ortiz de las Roelas»: «Soy -dijo a mi furor loco- / para esposa vuestra poco; / para dama vuestra mucho».

 

75

Bordiga Grinstein, p. 178.

 

76

Esc. primera, p. 217.

 

77


Entonces por las bóvedas vagando
Estar me pareció, donde reposan
De mis muertos abuelos las cenizas.
Bajo el mármol de honor que las custodia,
Sus fúnebres emblemas me asustaban,
Cuando a lo lejos en aquellas sombras... .

(II, 8)                


 

78

«No olvidéis que sois, por vuestra clase, / Primero que su esposo su vasallo», le dice Lady Pembroke a Arlington. (III, 3).

 

79


...cediendo
Por libertar la vida de su madre,
Consintió de Arlington el himeneo.

(II, 3; la «delirante» habla de sí misma en tercera persona).

 

80

J. Bordiga Grinstein, p. 189.